En un pueblo perdido en la sierra llamado San José nací, soy la mayor de 4 hijos de un matrimonio muy humilde, mi padre Jacinto, era campesino y mi madre María, ama de casa, la verdad es que se tuvieron que casar porque yo venía en camino y a mi mamá no le quedó de otra, ella no amaba a mi padre, soñaba en salir del pueblo, tener otra vida, conocer el mundo, era una chica linda y muy pretendida en la comunidad, creía que gracias a sus encantos podría aspirar a más, pero en un momento de debilidad, perdió todas sus ilusiones, quedó embarazada, y como en el pueblo estaba mal visto ser madre soltera, tuvo que conformarse y formar una familia. Me bautizaron con el nombre de Estela, después llego Tomás, un niño con capacidades diferentes, porque al atenderse con una partera, y complicarse el parto, tuvo falta de oxigenación y se dañó su cerebro, así que tiene un cierto retraso mental, al principio no se le notó mucho, pero conforme creció se hizo más evidente. Delia fue la siguiente, una niña viva e inteligente, tan hermosa que parecía no pertenecer a nuestra familia, es rubia, de ojos claros y cabello castaño ondulado, y por último Ana, la más tierna y tímida de todos, ella físicamente se parecía mucho a mi. Yo soy blanca y de cabello negro y lacio, delgada y bien proporcionada, no me considero fea, tampoco bonita, pero me gustan mucho mis ojos grandes y expresivos.
Yo creo que mamá no era feliz, yo crecí viendo como odiaba a los hombres, y al pueblo, aquí solo hay pobreza y tierras de cultivo, la vida era muy pesada, apenas teníamos lo justo para comer y medio vestir, pero cuando murió mi papá, su vida se complicó mucho más, tuvo que lavar y coser ajeno para apenas sobrevivir, y así pasé mi niñez, careciendo de todo y cuidando a mis hermanos para que ella pudiera trabajar. Fue muy duro, yo odiaba mi vida y anhelaba tener lo que veía que otros niños disfrutaban, mi tía menor se casó con un hombre acaudalado, y gracias a eso, pudimos ir a la escuela, nos ayudaban por compasión y eso a mí me disgustaba, porque no nos trataban bien, por el contrario, yo sentía que solo nos apoyaban para que no se hablara mal de ellos en el pueblo. Odiaba a mi tío, igual que mi mamá.
En cuanto terminé la primaria tuve que trabajar, lavaba la ropa que le encargaban a mi madre para que ella se fuera a trabajar a una fábrica de ropa que habían puesto cerca de la ciudad de México , varias mujeres iban del pueblo y un vecino, que llevaba verdura a vender para allá, les daba el aventón en la caja de su camioneta, de regreso lo mismo. Así estuvimos unos meses, hasta que el vecino enfermo y ya no podía ir y venir. Decidió entonces que rentaría un cuarto en la ciudad, porque de pasaje diario se gastaba más. Haciendo horas extra ganaba un poco más y regresamos a la escuela, yo por las tardes lavaba y planchaba la ropa de la dueña de los cuartos para que nos descontara algo de la renta y nos alcanzará para comer y no dejar la escuela, yo era buena con los estudios, y quería prosperar, al terminar la secundaria, entré a trabajar en la fábrica, iba a la prepa abierta al salir de mis labores, Delia se hacía cargo ahora de mis otros hermanos, desde entonces me empezó a envidiar, porque yo ganaba dinero y ella se quedaba en casa, creía que yo la tenía fácil, nunca vio todo lo que me esforzaba por ayudar a mamá a sacarlos adelante.
Para entonces ya no estábamos económicamente tan mal, mis hermanos no sufrían tanto como yo lo había hecho, pero como a Tomás ya se le notaba mucho el atraso, y había reprobado varias veces en la escuela, lo dieron de baja definitiva, argumentando qué necesitaba una escuela de educación especial, la que no teníamos acceso, ya que no había ninguna cerca, además de que mi madre creía que sería una pérdida de tiempo, lo que el tendría que aprender más adelante era un oficio, o a trabajar como obrero, así que al no poder quedarse solo, Delia tuvo que interrumpir sus estudios para quedarse con él. Como no estudiaba, mi mamá le cargó la mano, ya que también tenía que limpiar, hacer la comida y llevar y recoger a Ana de la escuela. La convirtió en el ama de casa con solo 13 años.
Seguí estudiando y conseguí un empleo como recepcionista en un consultorio médico, era mejor pagado y menos pesado, pero requería mejor presentación, así que me fui a un tianguis donde había ropa de segunda mano y busqué algunas prendas para poder presentarme a trabajar, era lo que podía pagar, y literalmente con dos mudas de ropa, una para usar y la otra para lavar, ya con mis sueldos iría comprando algunas blusas más para ir combinando y no parecer retrato, pero por el momento era lo que había, comenze a laborar con el Doctor Efren Camacho, yo recibía a la gente y me encargaba de la limpieza, así como asistir al doctor en las curaciones y asegurarme de que tuviera todo lo necesario para hacerlas, también de recibir a los representantes de los laboratorios médicos que nos llevaban muestras gratis, algunos días tenía muchos pacientes y otros casi ninguno, en la recepción teníamos unos sillones y un televisor, para que la gente que esperaba la consulta se entretuviera. Generalmente estaba un canal de noticias, pero si había niños, tenía que ponerles caricaturas para mantenerlos tranquilos. Pero fue entonces cuando me fijé en las presentadoras de las noticias, mujeres hermosas y poderosas, que ganaban su dinero de una manera fácil y eran famosas sin tener que actuar o mostrar su cuerpo, entonces lo supe, yo quería ser como esas mujeres, que me viera y me escuchara todo el mundo, pero con respeto, no quería ser bailarina o cantante, mucho menos actriz, entonces tenía que estudiar comunicación.
Me costó mucho entrar en la universidad pública, ya que no tenía manera de pagar por una privada, aunque el prestigio de una escuela particular era mejor, ya vería la manera de arreglarmelas después.
Realmente me sirvió mucho el trabajo con el doctor Camacho, me dio el rumbo y la inspiración qué necesitaba, además de que me daba el espacio de hacer mis tareas de la escuela, aprendí que con un poco de coqueteo, lograba algunas concesiones, entonces se me permitía en la escuela obtener ayuda de mis compañeros con los trabajos, en la biblioteca incluso me apartaba los libros que necesitaba, ya que no podía comprarlos, los profesores me calificaban mejor y me daban oportunidad de hacer trabajos extra, para subir mis calificaciones. Tenía como objetivo tener excelentes calificaciones durante toda la carrera para dos cosas, una era obtener una beca en una universidad de renombre, y la otra, titularme por excelencia académica. Entonces podría obtener mi título más rápido para trabajar y poder pagarle a alguien que cuidara a mis hermanitos y que Delia regresara a la escuela, aunque ella no lo crea, yo quería que prosperara y le fuera bien, pero para eso tenía que ser paciente y esperar un poco de tiempo.
Mi imagen también cambió, cuanto más me arreglaba, más atenciones y favores recibía, mi jefe a veces me invitaba la comida, así ahorraba un poco, mis compañeros me regalaban cosas como cuadernos y otros materiales y en el transporte me cedian el asiento. Aprendí que como te ven te tratan.
Mi mamá veía con buenos ojos estos cambios, incluso aunque no era gordita, bajó de peso para que pudiéramos usar la misma ropa, y tomaba mi maquillaje. Estaba empleando las mismas técnicas que yo, y obtenia resultados similares, en poco tiempo ya el supervisor de la fábrica la trataba mejor, la invitaba a almorzar y algunas veces la llevó a casa. Él era un hombre casado, pero a mi madre eso no le importaba, él no era de su agrado y solo le daba entrada porque le interesaba lo que le podía dar, sabía que no dejaría a su esposa y eso le daba el poder de manipularlo, tampoco quería llevar un hombre a casa para evitar que abusara de nosotros, claro que yo estaba de acuerdo, mientras más beneficios obtuviéramos, más dinero nos quedaba para vivir mejor y poder lograr los objetivos que me había trazado.
Delia estaba cada vez más celosa de esta situación, y una vez que me lo reclamó, yo le explique muy detalladamente el plan que tenía, y en cuanto pudiera, yo la impulsará a ella, con su belleza obtendría muchos más favores que mi madre y yo, pero debía crecer un poco más.
En esta etapa Tomás ya no estaba tan mal, tenía ya 16 años y pensamos que sería buena idea que entrará de aprendiz en algún oficio, así que un vecino lo empleó para que lo ayudara. Él hacía viajes cortos a los pueblos cercanos para comprar ganado, que después vendía en el rastro. Mi hermano solo necesitaba ser fuerte para cargar cosas, amarrar los animales y cuidarlos en la camioneta en lo que su jefe negociaba. No le pagaba mucho, pero para nosotros lo que le dieran estaba bien, entre más juntáramos mejor. Esto contribuyó a que Delia continuará sus estudios, finalmente podía asistir a la escuela, iba y venía con Ana y por las tardes entre las dos se ocupaban de los quehaceres de la casa. Eso la calmó un poco, y como todo parecía fluir de la mejor manera, mamá se relajó un poco y comenzó a salir por las noches, una o dos veces a la semana llegaba tarde de trabajar, a veces hasta borracha, pero era el precio que teníamos que pagar para vivir mejor.
Una tarde me dijo Estelita, hoy pasaremos por ti al trabajo, y cuando le cuestione quienes pasarían, me contestó que su jefe, un amigo y ella, iríamos a cenar y tomar unos tragos, ya eres mayor de edad, me dijo, y tienes que aprender ciertas cosas de la vida, prefiero que las aprendas conmigo, quiero que te portes bien con el amigo de mi jefe, que hagas lo que te pida, si vas a perder tu virginidad, más vale que sea con un beneficio y no con cualquier pelado de a gratis, ahí entendí que me estaban vendiendo, pero yo no me negaría, ya sabía que para seguir sacando provecho de los hombres, necesitaba pasar de coqueteos a otra cosa, pero me daba miedo, si mi madre me lo permitía, se abrían para mí un mundo de posibilidades.
Así que fuimos a la cena, tomamos, yo realmente no tomé casi nada, ya que comencé a marearme y yo quería estar en mis 5 sentidos para aprender de mi primera experiencia sexual. Al terminar la cena mi mamá se fue con su Rodolfo y me dijo que Jesús me llevaría a casa, esto último con un guiño, así me subí al auto y él me comenzó a tocar las piernas, me preguntó si no quería acompañarlo a otro lugar un ratito y yo asentí, estaba nerviosa pero decidida. Entramos en un motel, solo veía sus ojos llenos de lujuria, y en cuanto cerró la puerta de la habitación, se me fue encima, me besó y me tocó el trasero estrujándolo, yo me había toqueteado algunas veces con amigos de la universidad, pero no tanto, y cuando alzó mi falda tocando mi parte íntima, sentí como me mojaba, estaba exitandome mucho, así que me concentre en gozar las sensaciones que me provocaba y lo dejé hacer todo lo que quería. Me penetro muy cuidadosamente y disfrutamos como locos el momento, más vale gozar y no sufrir, así obtenida doble ganancia. Él quedó muy complacido y me trató muy bien, Me llevó de regreso a casa donde ya me esperaba mi mamá, preguntó como me había ido, y cuando le dije que bien, me dijo que ahora solo debía cuidarme para no quedar embarazada, asentí y nos fuimos a dormir.
Al otro día era sábado, yo trabajaba por la mañana, así que después de terminar mi turno, con un poco de pena, le pregunté al doctor si me podía dar un método anticonceptivo, me dijo que me sentará y me preguntó si ya había tenido relaciones, al confirmarle que si, me dio una toma de la pastilla del día siguiente y me recomendó unas pastillas qué bebía tomar diariamente.
Tuve una charla con mi mamá, me dijo que tenía que hablar conmigo de mi nueva situación, me recomendó que no me metiera en líos, y que solo tuviera relaciones con un solo hombre, en este caso, con Jesús, él tenía dinero y quería mantenerme como su amante, y le dije que así lo haría, aunque no pensaba ser exclusiva, había descubierto los placeres del sexo y pensaba obtener más beneficios de eso. Saldría con Jesús, pero con otros también. Solo sería muy discreta para no dañar mi reputación, así no tendría problemas.
En la universidad las cosas marchaban muy bien, yo ponía mucho empeño en las, clases y lo que no conseguía de esa manera, lo conseguí usando mi cuerpo, así que iba logrando mis metas, costará lo que costará. Los hombres solo quieren una cosa de las mujeres, y eso es sexo, así que por que no hacerlos pagar de una u otra manera,
Finalmente,, llegó el momento de pedir la beca en la universidad privada y la obtuve sin problema al tener buenas calificaciones.
Al principio no me fue muy bien en la nueva escuela, no estaba a la altura de los otros alumnos que tenían más posibilidades económicas qué yo, pero convencí a Jesús de financiarme, diciéndole que estaba muy enamorada de él y que quería progresar para ser digna de ser su novia formalmente, él se dejó manipular, y me compró ropa, los útiles y hasta una computadora portátil para ayudarme con mis estudios. Yo le prometí que cuando acabara la carrera y estuviera a su altura, sería su novia, para que su familia me aceptara.
Así logré encajar un poco más en el ambiente universitario, hasta conseguí unas cuantas amigas.
También me fui perfeccionando en el arte de la manipulación, hacía pensar y creer a las personas lo que yo quería sin decirles, nada, así hacían lo que yo quería sin deberes favores, a mis amigas les hice pensar que tenía que salir adelante por mi hermano enfermo, que yo era el sostén de mi familia y que mi mamá era una alcohólica, que su vida desordenada me daba vergüenza y quería ser yo el ejemplo de mis hermanas. Me fui ganando el respeto y la admiración de ellas. Recibía de ellas ropa muy buena que ellas no habían usado o la habían usado alguna vez, pero ya no les gustaba, esto lo aprovechábamos todas, lo que no le quedaba a una, le quedaba a otra, y lo que se podía, como suéteres y chamarras, las usábamos por turnos.
Otro camino se me abría, no necesitaba de momento relacionarme con otros chicos para obtener esas cosas, y me centre en los estudios y en Jesús.
Mi hermano, siempre se veía muy cansado y apagado, creímos qué era debido al trabajo pesado que desempeñaba, estaba delgado, pero al interrogarlo, siempre decía estar bien. Aunque se veía mayor, tenía la mentalidad de un niño de 12 años, era muy inocente. Tal vez él no sabía expresar lo que sentía.
No le dimos mucha importancia pensando que pasaría pronto su decaimiento.
Cuando estaba por graduarme él comenzó a empeorar, Le salían moretones y sangraba por la nariz a cada rato.
Le pedí al médico con el que trabajaba qué lo revisara, y éste le mando unas vitaminas. Yo me tenía que aplicar a la universidad y pasaron unas semanas en que casi no lo veía, creí que con lo que le dio el doctor mejoraría poco a poco, pero no fue así.
Terminó el curso y me gradué con honores. Hasta ese momento mis planes se estaban cumpliendo como yo quería, pero no sabía que algo de lo que habíamos avanzado estaba por retroceder.
Tomás se desmayó un día en el trabajo y su jefe lo llevo al hospital, nos avisaron y cuando llegamos nos dijeron que había que hacer estudios minuciosos para ver que tenía, nos lo entregaron con una larga lista de exámenes médicos que debíamos practicarle. Pero todo lo que nos pedían era muy caro, así que tuvimos que juntar dinero para realizar los estudios, no fue fácil, Delia tuvo que entrar a trabajar en la fábrica, y Ana se hizo cargo de la casa y el cuidado de Tomás, se requería redoblar esfuerzos de todas y tuve que aceptar las insinuaciones de mi jefe para que nos consiguiera descuentos en los laboratorios con los que tenia convenios, nuevamente mi cuerpo servía para poder pagar lo que necesitaba. Yo confiaba en la discreción de el doctor.
Los resultados que nos entregaron arrojaron un mal diagnóstico, leucemia. El tratamiento estaba completamente fuera de nuestras posibilidades, y mi amante en turno nos consiguió que lo aceptarán en un hospital del estado, donde pagaría mucho menos que en un particular, pero el trato que recibió no fue el que necesitaba, largas filas, esperas de semanas para los estudios complementarios, medicamentos de menor calidad, etcétera. La enfermedad avanzaba y no pudimos hacer más.
Tomás falleció una mañana, su cuerpo extremadamente delgado y lastimado, fue creado, nos tocó decirle adiós en una funeraria muy humilde, gracias a que Jesús pagó por el servicio. Nos entregaron una urna con sus cenizas y regresamos a casa con tristeza y un sentimiento de derrota. La más afectada fue Ana, que al haberlo cuidado durante los últimos días, se apegó a él como nunca antes. La vimos sufrir unos días, pero como no parecía poder superar la pérdida, mi mamá habló con ella y queriendo que entrará en razón le dijo que tal vez había sido mejor, que al morir había dejado de sufrir y que también nosotros debíamos dejar de hacerlo, que nos tocaba continuar con la vida y ser fuertes. Estas palabras se quedaron muy bien grabadas en su mente. Y pareció entender, aunque se mostraba aún más tímida que de costumbre, continuó con la nueva rutina ya sin nuestro hermano.
A mi me dolió mucho su partida, pero en el fondo me liberó de una carga, ya que no sabía cómo ayudarlo, lo único malo era que mi jefe no quería dejar de tener encuentros sexuales conmigo, claramente yo no quería seguir con él, y habiendo terminado la universidad, mi nuevo objetivo era buscar un trabajo relacionado a mi carrera, donde me pagarán mejor y pudiera dejar atrás al médico.
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