—Andas de Zorra —gritaban en el interior de una casa ubicada en los barrios más bajo de California
—Estas loco, solo fui a trabajar como todos los malditos días —Gruñe la mujer, quien mira mal al hombre borracho frente a ella
—Maldita a mi no me levantas la voz, aquí soy el que mando
—Mirate estás borracho otra vez y Sabrina dónde está —El tipo le suelta una cachetada, voltenandole la cara, mientras en un rincón de la sucia casa, está Sabrina con su rostro entre sus piernas llorando, una niña de 10 años, está viendo como su madre es golpeada por su padrastro, en ese momento desea que su padre aparezca y la lleve con ella, aunque eso sería imposible, ya que es un hombre importante y nunca tiene tiempo o eso le hacen creer a ella, sin hacer ruido se escabulle a la que es su habitación, y se sale por la ventana, mientras deja atrás los gritos y golpes, es una noche fría, y Sabrina solo lleva puesto una sudadera delgada y unos leggins rotos, va descalza, y con una coleta mal hecha, llega hasta un parque obscuro y solo, se sienta en una banca y empieza a llorar sin importarle que el cielo está avisando que lloverá
—Niña está frío aquí para ti, dónde están tus padres
—En casa.
—Deben estar buscandote, va a llover, es una noche fría —Sabrina voltea a ver al hombre frente a ella, y sus ojos se abren de sorpresa al ver quien es
—¿Papá?
—¿Disculpa? —este la miro con una ceja levantada —me confundes, no tengo hijos
—Si, mamá tiene una foto tuya con ella, y siempre me dijo que tú eras mi papá, solo que tú tienes negocios y por eso no puedes verme, pero estás aquí, por mi ¿Cierto? —Sabrina se avalanza y lo abrazo, el la abrazo y siente una electricidad, una calidez con ese abrazo, la necesidad de protegerla
—Quien es tu mamá
—Sabrina
—Tu mamá se llama Sabrina —Dice en un grito, haciendo que Sabrina se asusté —lo siento, solo que me sorprende, y tú cómo te llamas —la mira con una sonrisa
—Igual que mamá, dice que solo a si sabrás recordarla, soy Sabrina Romano —los ojos de él se abren como dos platos y mira a Sabrina
—Bueno, mi nombre es Leonardo Romano
—Por que llevo tu apellido
—No se, pero lo averiguaremos, me llevas con tu mamá
—No, el la está golpeando y me da miedo
—¿Quien?, te a hecho algo —Sabrina se suelta en lágrimas, y eso le provoca un sentimiento nuevo a Leonardo, toma su mano y la mira —ahora estoy aquí, nadie te hará nada, vamos hablar con tu mamá, te irás conmigo si —sabrina sonríe y lo abraza, Leonardo le pone su saco y la lleva a su auto, y Sabrina le dice al chófer por dónde ir, al llegar a una casa sucia por fuera, Leonardo niega con la cabeza, en eso sale un hombre cayéndose de borracho, y Sabrina tiembla, Leonardo lo nota —vamos a ver cómo está tu mamá —se baja con ella y entran, y ven a la madre de Sabrina, en un charco de sangre, Sabrina suelta un grito desgarrador
—T...tu ... Tu estás aquí
—Si, no hables, ya viene la ayuda
—No, déjame morir, solo llévatela, no la dejes con el
—No, ella te necesita
—No, no...no...fu....fui buena madre, se que estara...bi...bien contigo
—Esta bien, aunque me quedaré con dudas
—Sabrina tie....tiene una....car,...ta, dile...que te l...la de
—Esta bien, prometo cuidarla y amarla —En eso la madre de Sabrina cerró los ojos, y Leonardo dejo escapar unas lágrimas que se limpio, la madre de Sabrina fue su novia por casi 5 años, pero un día desapareció sin dejar rastro, hasta esa noche, Sabrina aparece con una carta en la mano y una mochila pequeña, al ver a su madre, llora y le de un beso en la frente
—Mami, el pagará por todo, lo juro —decia en un tono serio, aunque sus lágrimas seguían cayendo —por que te lastimo, y a mi también —Leonardo mando a buscarlo, el mismo lo haría pagar lo que fuera que le haya hecho a su hija, y por haberle quitado la vida a la mujer que más a amado, y ahora le dejaba algo preciado, tomo de la mano a Sabrina y salieron de ahí, antes de que llegara la policía, Sabrina se limpio la lágrimas y miro por la ventana, se despedía mentalmente de la vida de asco que llevo por 6 años con ese tipo, Leonardo la miraba
—A partir de hoy, tendrás una infancia normal
—No soy normal, soy diferente a todos, en mi hay algo diferente
—Y que es eso —Leonardo temía que fuera como los Romano de verdad, unas personas frias, sin alma, aunque era de esperarse, si ella acaba de ver como su madre moría entre un charco de sangre y por años vio como la maltrataron
—Ese tipo, robó mi infancia, me hizo cosas feas, y yo...yo cambié —decia mientras unas lágrimas caían de ella —no quiero seguir siendo miedosa, ni huir de los problemas, no quiero que nadie me vuelva a lastimar —Leonardo tomo sus manos
—Te enseñaré lo que significa llevar el apellido Romano, a no conocer el miedo, ni dejar que te pisoten, te volveré una mujer fuerte, a partir de hoy la niña frágil se quedó alla, ahora serás fuerte, mi princesa guerrera —Sabrina asentía con una sonrisa en sus labios —mañana podremos velar a tu mamá y despedirla como se merece
—Gracias papá —decia mientras sus ojos se cerraban —vengare tu muerte mamá —susurraba ya dormida.
Después del entierro de la madre de Sabrina, Leonardo la instalo en su Mansión, le compro ropa y todo lo que una niña de su edad necesitaba, aunque para su sorpresa, Sabrina no quería cosas de niñas de su edad, y el solo la complació, el fin de semana sus padres lo visitaran y su hermano, y ahí les presentará a Sabrina, aún no se a atrevido a leer la carta de su único amor, al cual acaba de decirle adiós, estaba en su despacho, mirando la carta frente a él, se debatía en leerla o no leerla, le daba miedo saber el por qué ella se alejo de él, y le oculto a Sabrina, unos toques en la puerta lo sacan de sus pensamientos —adelante —entra Sabrina y mira a su padre.
—Deberias de leerla papá
—Me asusta
—A mi me asustan muchas cosas, y aún así las he hecho —Leonardo asiente y le hace una seña con la mano para que se acerque, Sabrina se sienta sobre sus piernas y Leonardo le da un beso en la mejilla, Leonardo decide abrir la carta y leerla junto a su hija
Querido Leo, mi gran amor
...Sabes me hubiera gustado poder despedirme de ti, pero lamentablemente las circunstancias no me lo permiten, mis padres no me quieren contigo, y me da miedo que ahora que soy mamá, me lo quiten, ya que mi padre me dijo que si no me alejaba de ti, me la quitaría, y no quiero, es lo único que tengo de ti, del fruto de nuestro amor, ojalá un día me perdones, me mandaron a un lugar horrible y no tengo como comunicarme, pero espero que un día aparezcas y puedas verla, es hermosa, tiene tus ojos azules, y mi cabello rubio, es un ángel, y se llamaba Luna Sabrina, recuerdas que una vez dijiste que ese sería el nombre perfecto para nuestra hija, pues yo lo cumplí, la Luna, la única testigo de nuestro amor, y Sabrina por qué a si, me recordarias siempre, te amo, y jamás deje de amarte, se que el día que la leas, yo ya no estaré, pero se que serás un excelente padre, cuidala si, cuida a nuestra hija, que lleva un pedazo de ambos, y una cosa más, es toda una Romano, creeme, pero noble como yo, se que nos volveremos haber y podremos estar juntos, los amo mis dos grandes amores....
Sabrina se limpio unas lágrimas, y abrazo a su padre, el también la abrazo —ella fue buena —decia Sabrina
—Si, era la mujer más noble que conoci, a todo mundo quería ayudar, y su inocencia era muy obvio, no sabía distinguir lo malo de lo bueno, pero a si como te mostraré a ti, también a ella se lo enseñe, también la enseñe a defenderse
—Y a mi me enseñarás
—Claro que si, pero ahora debemos ir a cenar y después a descansar, a sido un día muy largo salían los dos al comedor, después de la cena, ambos se fueron a descansar.... Todos adoraban a Sabrina, sus nuevos abuelos, su tío, que la llenaba de regalos y la llevaba a pasear y también se había vuelto su entrenador de combate, ya que en eso el era el mejor
—Tio, por qué tú y papá no se han casado
—No, eso jamás, aparte ya tenemos a una mujercita en nuestras vidas, que tiene todo nuestro amor y atención
—Pero no quieres hijos, yo quiero primos
—Sabrina, tal vez en un futuro, por ahora solo entrenemos si —despues de una tarde de entrenamiento, volvían a la casa y Leonardo estaba en el salón viendo algo en una tablet
—Papi —gritaba Sabrina y Leonardo la abrazaba.
—Como les fue hoy
—Bien, es muy buena, de hecho la siguiente semana subiremos el entrenamiento
—Solo con cuidado Lionel
—Papá , deberás confiar en mi —y a si pasaban las semanas, entre clases que Sabrina recibía en su casa, y los entrenamientos, ya con 12 años, ya sabía disparar un arma y empezaba a conocer un poco del negocio de su padre, aunque por ahora debía mantenerse al margen y solo podía disparar si iba de cacería con su tío, y era un acuerdo para ella, ya que Leonardo le prometió dejarla ir a la universidad que ella eligiera, muy pocos sabían de la existencia de Sabrina, para Leonardo era mejor, a si no sería una presa fácil, aunque para tener 12 años, ya se defendía bien, y sabía casi todo, pero no quería que ella sufriera de nuevo, también una psicóloga la veía dos veces a la semana y la estaba ayudando mucho con sus constantes pesadillas, y sus traumas, se veía feliz, como toda una niña de su edad, aunque fue ella quien decidió tener maestros particulares, Sabrina tenía una amiga con la cual recibía las mismas clases, y también le enseñaban a defenderse, era Monse Lucio, hija de la mano derecha y mejor amigo de Leonardo
—Hey Sabrina
—Que pasa Monse
—Lo mismo me preguntó, estás distraída, estás bien
—No, casi es el aniversario de mamá
—Ey, sabemos que ella te quiere feliz, que no
—A si es, ven sigamos con el proyecto.
—Hija, debo salir, pero regreso para la cena —le da un beso en la mejilla a su hija y también a Monse —tu papá dijo que te quedarías
—Si, gracias señor Romano
—Portense bien —salia de ahí, y ellas seguían haciendo su tarea, aunque Sabrina se notaba distraída.
12 años después, un jet aterrizaba en un hangar clandestino de Nueva York, se abría la puerta y dejaban caer las escaleras, dejando ver a una mujer con la sonrisa perfecta o eso decían muchos, una melena larga y rubia, ojos azules, caminaba con elegancia sobre las escaleras, y venía acompañada de una castaña, también caminando con elegancia, a ambas las tomaron de la mano y las ayudaron con sus maletas, subieron a una camioneta blindado, iban escoltadas de varias camionetas con hombres armados —nerviosa —deciaMonse.
—Si, han pasado años, estoy feliz de volver a casa, ¿A poco tu no?
—Si, pero yo no soy la hija del hombre que apodan diablo, del más buscado y poderoso, con un gran imperio
—No me ayudas con eso Monse, a parte tu padre también es parte de todo eso
—Tienes razón amiga, estarán felices de vernos —poco después llegaban a una enorme mansión, rodeada de hombres con ropa negra y armas, en la entrada principal estaban varias empleadas, esperando por ellas, al estacionarse frente a la entrada principal, entre en medio de las empleadas apareció un hombre de traje negro, no tan mayor, se mantenía en forma y a su lado otro hombre de traje gris, también se mantenía en forma, ambos sonreían y caminaban hasta las dos jóvenes frente a ellos
—Estas más hermosa mi princesa
—Tu estás guapísimo —se decían mientas se daban un abrazo
—Papá
—Muñeca —decia Alexander, mientras abrazaba a su hija y dejaba un beso en su frente
—Y mamá
—De viaje —Monse agachaba su mirada.
—Hey bonita, tenemos a nuestros papás que nos aman, y con eso basta, ellos nos dan todo
—Tienes razón —entraron y conversaron un poco de su estadía en la universidad de NYU, y casi al anocher, Monse se fue con su padre a su casa a descansar.
Mientras tanto, Leonardo estaba en su despacho junto a su hija, hablando sobre su regreso —hija no sé supone que regresabas hasta dentro de un mes —Sabrina se encogía de hombros
—Si, pero te extrañaba
—Yo también hija, pero no solo es eso
—Esta bien, ya es hora de que tome mi lugar como tú hija, ¿No crees?
—No quiero ponerte en riesgo
—Tuve los mejores entrenamientos, fui la mejor de mi universidad, estoy más que lista papá, a parte Monse estará a mi lado, y tengo 3 hombres que me respaldan, ¿Qué no?
—Si, a si es hija, entonces mañana tomarás tu lugar como la Ceo de la empresa
—Y aquí en la organización papá
—Vamos despacio, prometo enseñarte más, antes de que te hagas cargo
—Con eso basta por hoy, que descanses papi —le daba un beso en la mejilla y se iba a su habitación, se ponía su pijama, y después se quedaba dormida....
Se despertó por el sonido de la alarma, Sabrían apagó la alarma perezosa, pero aún a si se levantó y se fue a la ducha, dejado caer el agua fría por su cuerpo, la hacía despertar y sentirse relajada, salía envuelta en una bata, se sentaba frente a su Vanity rosa, empezaba a ponerse algo de maquillaje, después entraba a su closet y buscaba entre su ropa algo adecuado, que la hiciera sentir segura, bonita, elegante y sobre todo que le quede bien, optó por un conjunto de 3 piezas, era una falda de tubo, una blusa blanca de botones y su saco rosa, con unos tacones negros de plataforma, se seco su cabello, solo agrego algo de crema para marcar sus ondas y dejarlo suelto, bajo a la cocina, y ya se encontraba su padre sentado —Buenos días papá —le daba un beso en la mejilla
—Buenos días hija, estás hermosa
—Gracias papá —se toman su café con su desayuno, y después ambos suben al auto, el chofer sale directo a la empresa
—Hoy por la tarde estará tu auto aquí en el estacionamiento
—Gracias papá —llegaban a un edificio de más de 30 pisos, de cristal, por dentro tenia decoraciones como cuadros de artistas famosos, entre otras cosas, subían directo al ascensor privado a presidencia, todos veían a la muerte joven que camina junto al Ceo, nadie sabía quién era, ni a qué había venido, hombres le sonreían y ella solo los saludaba con un movimiento de cabeza, llegaron hasta el piso 37, se abrieron la puertas del elevador, dejando a la vista 4 oficinas, una sala de café con el mini comedor, cada licna tenía un escritorio afuera, pero solo dos estaban ocupados
—Buen día señor Romano, ya están los nuevos clientes
—Ok, voy en 5 minutos —decia esto entrando a su oficina y Sabrina entraba de tras de él, era una oficina, en colores negros y blancos, un escritorio en color negro, una silla de cuero color negro, de tras de este estaba un enorme ventanal, que daba al mar y se podía ver la ciudad de California, una mini sala de 3 piezas, con una mesa de vidrio en medio, una estantería con libros y algunas cosas más, una tipo barra con algunas botellas de vino y sus vasos, dos puertas extras.
—Esas puertas que son
—Una es el baño, y esa es una pequeña habitación con su baño completo
—¿Una habitación?
—Si, a veces solía quedarme aquí —Sabrina asentía y veía como su padre tomaba unos papeles y le sonreia
—Estas lista para tomar las riendas
—Naci lista, y soy una Romano —decia esto con una sonrisa, llena de orgullo por su apellido, salieron rumbo a la sala de juntas, que estaba al fondo del piso, esa era la cuarta oficina, Sabrina sonrió y entro de tras de su padre, su mirada se cruzó con unos ojos azules, que por alguna extraña razón le recordaron a alguien del pasado, sonrió tratando de sacar esas imágenes de su cabeza, después de años, nada, mi nadie la pondrá mal
—Buenos días señores, ella es Sabrina Romero, la Ceo de esta empresa
—No eras tú, y ella de dónde salió
*De mi madre imbécil* pensaba Sabrina mientras sonreía la tipo frente a ella
—Es mi hija, mi heredera
—¿Tú hija?, nadie la conocía, de la nada aparece
—No, señores, yo he estado en la vida de mi padre por más de la mitad de mi vida, solo que es mejor a veces mantener el perfil bajo, y por algunos años estuve fuera de aqui
—Yo no haré negocios con mujeres —decia el hombre, mientras el más joven sonreía y se levantó
—Un gusto soy Isidro Montenegro
—Un gusto Isidro —Isidro tomaba su mano y dejaba un beso en sus nudillos
Sabrina Romano
Monse Lucio
Isidro Montenegro
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