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La Hija Consentida Del Duque Tirano

capitulo 1 pequeñas manos

La vida es rara, ¿verdad? Un día eres una joven promesa y, cuando menos lo piensas, solo eres Victoria… una chica huérfana a la que no le importaba a nadie. Toda mi vida viví sola, sin que nadie me abrazara ni me cuidara en las noches.

Actualmente tengo 30 años. Trabajo las 24 horas de mi vida. No importa, porque tenía un novio que —según yo— daba todo por mí… o eso creí.

Era una noche en la que salí temprano. Solo quería llegar a mi casa y poder abrazar a mi novio. Pero parece que él nunca quiso que yo llegara. Un auto pasó a toda velocidad sobre mí. Quedé débil en el piso.

En ese momento, una chica con vestido rojo y zapatos de diseño apareció.

—Oh… ¿atropellé a una basura? —sonrió—. Perdón, amiga.

¿Era ella? Mi amiga de toda la vida… Antonia. Ella estuvo conmigo en el orfanato. ¿Por qué me hizo esto?

Un hombre bajó del auto. Era mi novio, Andrés. Todo fue mentira… ¿por qué?

La vista se puso borrosa. Todo era raro. La sangre estaba caliente. Hasta que escuché una voz… ¿será que todo fue un sueño y me estoy despertando?

Era tan cálido… un calor que nunca sentí. Es raro, nunca tuve algo así, hasta que una voz dulce me habló:

—Bebé… —dijo una chica de cabello rosa como algodón de azúcar y ojos violetas como una joya—. Qué bueno que pudiste nacer.

La mujer se veía desnutrida, con los labios secos.

"¿Por qué no puedo hablar? ¿Qué es esto? ¡Mis manos son pequeñas! No me digas que soy un bebé…" —lloré y me jalé el cabello.

—No, no, bebé —se preocupó—. No jales tu cabello, es tan lindo.

Estábamos en un almacén, un sótano, no lo sé. Ella se veía cansada. ¿Dónde estaría el padre de este bebé… bueno, de mí? Seguramente era una pobre mujer obligada a casarse con un viejo.

—Bebé, perdón —lloró—. No me queda mucho de vida. Perdón por no poder estar contigo. Sabes… eres una bebé muy especial, solo porque sobreviviste. Sé fuerte, por favor.

No puede ser… no quiero volver a ser una bebé sin padres. ¿Qué pasará de mí? ¿Dónde estoy? ¿Por qué me pasa esto? ¿Qué tanto castigo es este? ¡Por favor, Dios, ayúdame!

Como si me escuchara, la puerta se abrió de golpe. Fue tan fuerte que me asusté y lloré más fuerte, pero sentí un alivio extraño.

Un hombre alto, de cuerpo firme, estaba parado en la entrada. Era un joven muy guapo, con ojos rojos como si llevara venganza y cabello blanco como la nieve.

¡ESPERA! ¿Él no es William Valtorian?

—Emma… —dijo, tomando su mano.

—William… —le dio una cálida sonrisa—. Hace meses no te veía.

—¿Por qué te fuiste así de mí? —puso su mano en su rostro.

—William… —intentó sonreír y le mostró al bebé—. Es nuestro bebé, el fruto de nuestro amor.

William miró al bebé, pero no le dio importancia. Solo le interesaba la señorita Emma. Detrás de él llegaron un montón de guardias.

—Los vecinos del pueblo dijeron que la gente que tenía a la señorita Emma se fue hace días —dijo uno con firmeza.

—¡Malditos! —gruñó William, levantando a su amada—. Julián, levanta al bebé.

No podía creerlo… ¿soy hija del duque tirano? Bueno, en el futuro se vuelve así. Pero no puedo creer que, apenas llegó mi padre, ya me rechazó. Igual estoy acostumbrada. Todo esto parecía un libro que leí en mi vida pasada: Flores Marchitas. Lo leía en mis tiempos libres, aunque no recuerdo bien cómo seguía la historia.

—Hola, pequeño duque —sonrió Julián—. Es tan pequeño…

[Bebé]

"¡Claro, idiota! Recién nací hace una hora…" Aún cree que soy un niño. Julián era un chico distraído, pero en la pelea parecía tener magia.

Me quedé dormida y desperté cuando algo caliente tocó mi mejilla.

—¿Ella es mi hermana? —preguntó curioso un niño.

—Sí, joven Alexander —dijo una señora mientras acomodaba la cuna.

—Es muy bonita —sonrió—. Bebé, soy tu hermano mayor.

[Bebé]

No lo podía creer… ¡estaba conociendo a Alexander! Él era un personaje muy lindo, pero recordaba que estaba enfermo y murió muy joven. Pobre…

—Nana, es muy aburrido tener una hermanita. ¿No juega? —hizo un puchero.

—Joven, la bebé acaba de nacer hace tres días —explicó la señora.

[Bebé]

"¿Tres días? ¿Y mi mamá? ¿Qué es esta sensación en mi pecho? ¿Dónde está mi mamá?" Comencé a llorar sin poder detenerme.

—Señorita, no llore —dijo la nana al levantarme.

[Bebé ]

"¿Dónde está mi mamá? ¿Acaso me volví débil solo por sentir amor por un segundo?"

En ese momento entró el duque William, con una postura desafiante.

—¿Por qué el bebé llora? —preguntó serio.

—Perdón, señor. Es que la bebé despertó… la magia que le puso el mago terminó —intentó calmar la nana.

Alexander se escondió detrás de ella, asustado.

—¿Y tú, mocoso? —lo señaló—. ¿Quién eres?

Alexander, pequeño y tímido, respondió con voz temblorosa y ojos cristalizados:

—Soy Alexander Valtorian… tengo 4 años.

—Así que tú eres mi otro hijo —dijo serio—. Vuelve con tu madre.

—Sí, papá… adiós, bebé —corrió hacia fuera.

[Bebé]

"Genial, ahora tengo un padre que ni siquiera sabe quiénes son sus hijos…"

—Señor Valtorian, ¿qué va a hacer con la bebé? —preguntó la nana con curiosidad.

—Dámela —dijo serio, tomando a la bebé con firmeza—. Así que eres una niña.

[Bebé ]

"¿Qué puedo hacer? Ya sé… puedo mover estas pequeñas manos."

Agarré su dedo. Un padre no se resistiría al amor de un bebé.

Con fuerza lo sostuve, y para mi sorpresa el duque tenía los ojos llenos de lágrimas. Estaba rojo… ¿acaso no me odiaba?

—¡Mire, señora Consuelo! —exclamó sonriendo—. ¡El bebé me agarró la mano!

[Bebé]

"Espera… ¿qué pasó? Cuando me vio no sonreía. Bueno, es lógico: yo estaba bien, pero mi mamá estaba mal."

—Pequeña Astrix Valtorian —dijo sonriendo.

[bebé]

"Astrix… qué lindo nombre. No me acordaba de él. ¡Espera! Astrix… si mi padre es Valtorian, significa que soy la villana de este libro."

Astrix Valtorian es la villana de Flores Marchitas. Ella es la única mujer en el ducado después de cuatro generaciones de duques. Amaba al príncipe Daniel, pero una vez creció, ese amor se volvió obsesión e hizo cosas terribles por él. Sin embargo, Sophia fue la que ganó.

[astrix]

"Pero no importa… porque yo no soy Astrix. Soy Victoria. Y yo no quiero al príncipe. Solo quiero tener dinero."

—Pequeña Astrix… —dijo el duque, tomando mi manito—. Mamá ya no está, pero yo, desde hoy, cuidaré de ti. Quien se atreva a molestarte, me verá.

Qué emoción… aquí empieza mi nueva vida. Vive cada segundo como si fuera el último. Vamos, Victoria… sin miedo.

Aunque es triste que la verdadera Astrix perdió a su mamá, esta Astrix no va a morir por un hombre.

mini descripciones de los personajes de hoy

🌑 William Valtorian – El Duque Tirano

Edad: 20 años.

Apariencia: Alto, imponente, de complexión fuerte. Su cabello es blanco como la nieve y sus ojos rojos transmiten un aura de frialdad y venganza. Siempre viste con elegancia, portando capas oscuras y adornos que marcan su rango.

Personalidad: De carácter severo y autoritario. A primera vista parece un hombre cruel e incapaz de mostrar afecto, pero en el fondo guarda heridas profundas. La pérdida y las traiciones lo convirtieron en alguien desconfiado.

Dato curioso: En el libro Flores Marchitas, está destinado a ser recordado como “el duque tirano”

🌸 Astrix Valtorian (Victoria) – La Villana Reencarnada

Edad: Recién nacida (alma de 30 años).

Apariencia: Una bebé de cabello oscuro y suave, con ojos brillantes que parecen guardar demasiada conciencia para su edad. Su llanto es fuerte y, a veces, extraño, como si su alma adulta se escapara en él.

Personalidad: Dentro de su pequeño cuerpo, Victoria conserva la mente madura de su vida pasada. Es sarcástica, reflexiva y no quiere seguir el destino de villana marcado por la historia del libro.

Meta: Sobrevivir, disfrutar de su nueva vida y, sobre todo, acumular dinero para no depender de nadie.

.

🌟 Alexander Valtorian – El Hermano Mayor

Edad: 4 años.

Apariencia: Niño de cabello plateado claro, ojos azules cristalinos y rasgos delicados que anticipan lo apuesto que será de mayor. Tiene una salud frágil, por lo que siempre se ve un poco pálido.

Personalidad: Inocente, tímido y muy dulce. Aunque le teme a la severidad de su padre, es un niño cariñoso que rápidamente siente afecto por su hermana Astrix.

Relación con Astrix: Le emociona tener una hermana, aunque no entiende del todo qué significa ser hermano mayor.

⚔️ Julián – El Guardia Distraído

Edad: 20 años.

Apariencia: Joven de cabello castaño despeinado y ojos verdes. Su postura suele ser relajada, aunque en combate revela gran destreza. Siempre parece un poco desordenado, pero esconde un talento innato con la espada y la magia.

Personalidad: Leal, noble y con un toque ingenuo. Es de esos que hacen comentarios tontos sin querer, pero en situaciones críticas demuestra ser confiable.

🕊️ Consuelo – La Nana

Edad: 45 años.

Apariencia: Mujer robusta, de rostro amable y cabello recogido siempre bajo un pañuelo. Sus manos son ásperas de tanto trabajar, pero transmiten una ternura maternal.

Personalidad: Es paciente, sabia y protectora. Trata a Astrix como si fuera su propia hija y defiende a Alexander de los arranques de su padre. Aunque respeta al duque, no duda en enfrentarse verbalmente a él si se trata de los niños.

capítulo 2 Duque furioso

—¿Mamá?... ¿Mamá? —gritaba una niña mientras los pasillos se iban cerrando poco a poco, hasta que logró alcanzar la mano de esa silueta.

—¡Mamá! —sonrió—. ¿Por qué te vas sin mí?

La figura femenina solo la miró y dijo unas simples palabras:

—Eres un estorbo. —Se soltó de su mano—. ¡Arruinaste mi vida!

—¡Mamá! Prometo ser una niña buena. ¡No te vayas! —suplicó, llorando.

Las lágrimas caían, pero la silueta solo se alejaba más.

—¡Mamá! Prometo ser buena —gritaba de rodillas—. No comeré, no pediré nada... seré nada.

Pero el piso se quebró, se rompió bajo sus pies y la niña cayó al vacío. Todo se volvió negro.

[Astrix bebé]

—¡Eh! Malditos sueños de mi vida pasada… No importa, ahora tengo una nueva vida.

Es difícil vivir así, donde no puedo hacer nada. Solo duermo y, como máximo, viene Alexander a hablarme… pero apenas tiene cuatro años.

—¡Mis manos son tan pequeñas! —pensaba—. La verdad, interesante... aunque hay algo que me pone nerviosa.

Resultó que el duque no era tan tirano como yo creía. Resultó ser...

—¡ASTRIX! —entró el duque.

Me levantó en brazos y me dedicó una cálida sonrisa.

—Mi bebé… ¿por qué eres tan linda y pequeña? —me dio un suave apretón en los cachetes.

[Astrix bebé]

—¡Un algodón de azúcar! Y para rematar… es muy guapo. ¿Por qué tuve que reencarnar como su hija?

La bebé (yo) empezó a llorar fuerte y William no supo qué hacer. Justo entonces la puerta se abrió.

—¡Señor William, otra vez usted! —dijo Consuelo, enojada—. La bebé tiene que dormir.

—Perdón, Consuelo, es que… —la miró haciendo un puchero.

—Señor William, sé que la quiere mucho, pero mire cómo vino a verla… —habló seria—. ¡Sudado por el entrenamiento!

[Astrix bebé]

—¡Qué sudado! En estos libros siempre anda en camisa abierta… Ok, solo soy un bebé, pero… ¿qué hace un poco?

—Señor, deje a la bebé suavemente —ordenó la nana con firmeza.

—Bien —dijo William, intentando ponerme en la cuna.

Pero yo, Astrix, agarré su camisa con fuerza.

—¡¿Qué?! —dijo curioso—. Mira, Nana, ¡la bebé me quiere!

—Oh… qué bonita escena —susurró sorprendida.

[Astrix bebé]

—No era por sus pectorales, no por la camisa. Bueno, ¿qué se le va a hacer? Aunque, por alguna razón, me sentí segura solo por agarrar su ropa.

Es raro… en mi vida pasada estaba acostumbrada a estar sola. La única vez que me cuidaban era cuando me enfermaba, pero apenas y lo hacían.

—¡Ya es hora de la leche mágica! —sonrió la señora.

La leche mágica ayudaba con el maná. Como soy un bebé, necesito un poco, sobre todo porque mi mamá no comía bien. El duque ya se había ido a bañar. ¡Genial! Un minuto para respirar.

[Astrix bebé]

Desde que estoy en este cuerpo siento algo que gira alrededor mío… Si mal no recuerdo, Astrix tenía un gran poder espiritual. ¡Siempre soñé con la magia!

Después de comer, la nana me cambió la ropa. El duque no escatima en gastos: cada día me pone un conjunto diferente y la cuna siempre huele a flores.

La verdad, es hermoso ser un bebé. Creo que ya tengo sueño…

Mis ojos caían poco a poco, hasta que escuché unas pisadas y gritos.

—¡ASTRIX PEQUEÑA! ¡Papá volvió! —exclamó William al abrir la puerta.

Otra vez, genial… músculos.

El duque me levantó en brazos, pero esta vez estaba bien vestido: llevaba un saco azul, pantalón negro, zapatos de vestir, el cabello peinado de costado y sus medallas colgando en el pecho.

—Mira, bebé, ¿te gustan mis medallas? —sonrió—. Papá las ganó salvando gente.

[Astrix bebé]

—Sí, y también matando gente…

Justo entonces Julián tocó la puerta.

—Señor William —dijo serio—, las familias reales vinieron a verlo.

[Astrix bebé]

—¡Uf! Por fin podré descansar en paz… espera, ¿qué es eso?

De pronto, un aura empezó a llenar la habitación. Era ira, furia… el poder Valtorian.

—¡¿QUIÉN SE ATREVE A MOLESTAR MI MOMENTO PADRE E HIJA?! —rugió William, apretando el puño.

Con suavidad me dejó en la cuna y cambió por completo su postura. Su semblante cálido desapareció, dando lugar al imponente duque que todos temían.

William salió del cuarto con el ceño fruncido, su aura intimidante aún vibraba en el aire. Julián tragó saliva, manteniéndose firme.

—Señor… —repitió, más serio—. Son las familias reales, están en el salón principal.

El duque asintió, ajustando el saco y la posición de sus medallas. Su porte cambió en un instante: dejó de ser el padre cariñoso y volvió a ser el noble temido en toda la región.

—Consuelo —ordenó, sin mirar atrás—, quédate con Astrix.

—Sí, señor William —respondió la nana, aunque lo observó con preocupación.

La puerta se cerró tras él y el silencio llenó la habitación.

[Astrix bebé]

—Genial, ¿ahora qué? ¿Las familias reales? En los libros, esas visitas nunca traen nada bueno… —pensaba mientras chupaba uno de mis diminutos dedos.

Me removí en la cuna, incómoda. Podía sentir todavía el eco del poder Valtorian. Era sofocante, como si una tormenta hubiese pasado por la habitación.

De repente, Alexander entró corriendo, con sus pasitos pequeños resonando por el pasillo.

—¡Astrix! —dijo, jadeando—. Hermana, tienes que verme… me puse mi ropa nueva porque vendrán los príncipes y princesas.

Me mostró su chaqueta azul, algo grande para él, pero adorable.

En el salón principal

Las puertas se abrieron con fuerza y William entró con paso firme. Varias figuras ya lo esperaban: reyes, duques y nobles de distintas casas. El ambiente estaba cargado de formalidad y tensión.

Uno de los reyes, de porte arrogante, sonrió con cierta burla.

—Duque Valtorian… siempre tan puntual.

—Y ustedes, siempre tan inoportunos —respondió William con voz gélida.

Un murmullo recorrió el salón. Nadie se atrevía a enfrentarlo directamente, pero todos lo miraban con recelo.

—Hemos venido a ver a tu hija —dijo una reina, esbelta, con una corona fina sobre el cabello negro—. Los rumores de que poseería un gran poder ya circulan en la corte.

Los ojos rojos de William brillaron con peligro.

—Mi hija no es un espectáculo —gruñó.

[Astrix bebé]

—¿Quéee? ¿Ya andan chismeando sobre mí? ¡Pero si apenas sé sostener un biberón!

Desde la cuna solo podía imaginar a todos esos ricachones chusmeando sobre “la hija del duque tirano”. ¡Dios! Yo solo quiero dormir, comer y juntar dinero en mi vida futura.

Mientras tanto, William cruzó los brazos.

—Si alguno de ustedes piensa tocar a Astrix, lo tomará como una declaración de guerra.

El silencio fue inmediato. Nadie osaba contradecir al duque, cuyo poder espiritual era palpable incluso sin desatarlo.

Los nobles tragaron saliva, incómodos.

Finalmente, uno de los príncipes —un joven de ojos dorados— dio un paso al frente y sonrió con calma.

—No estamos aquí para pelear, Duque William… solo queremos confirmar con nuestros propios ojos lo que todos sospechan: que tu hija es la reencarnación de un poder antiguo.

[Astrix bebé]

—¡¿Qué?! ¿Ya me descubrieron? ¡Ni siquiera tuve tiempo de disfrutar ser bebé con lujitos! Esto va demasiado rápido…

El ambiente se volvió más denso que nunca. La reina de cabello negro volvió a hablar con voz dulce, pero arrogante:

—William… deberías alegrarte de que nos preocupemos por tu hija. Después de todo, una sacerdotisa poderosa predijo que el fruto de tu unión sería especial.

Las palabras cayeron como cuchillos en el aire.

William apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Su mirada roja ardió de rabia.

—¿La sacerdotisa? —dijo con la voz grave, temblando de furia—. ¿Te refieres a esa bruja maldita…?

Los nobles se miraron incómodos, pero el príncipe de ojos dorados no se movió.

—Esa mujer —continuó William, levantando la voz hasta hacer retumbar las paredes— fue quien condenó a Emma. ¡Por culpa de ustedes y de sus malditas profecías, ella murió!

Un silencio helado se apoderó del salón.

[Astrix bebé]

—¡Lo sabía! ¡Siempre hay una sacerdotisa metida en todo! En el libro era igual… Ella usaba sus profecías para manipular a los poderosos. Y ahora resulta que fue la que mandó a matar a mi mamá… ¡Qué rabia!

Intenté mover mis manitas, pero apenas logré patear la mantita de seda. Qué frustración ser un bebé cuando quiero gritar: “¡hipócritas!”

La reina frunció el ceño.

—William, controla tus palabras. Esa sacerdotisa era enviada de los dioses…

—¡No me hables de dioses! —rugió él, golpeando la mesa de mármol con tal fuerza que se resquebrajó.

Los guardias reales retrocedieron, temblando por la presión de su poder.

—Emma murió sufriendo, huyendo de sus cadenas, ¡porque ustedes y su sacerdotisa lo ordenaron! ¡Y ahora vienen a reclamar a mi hija como si fuera suya!

El príncipe dorado dio un paso al frente, interponiéndose con calma.

—No confundas las cosas, William. No estamos aquí para arrebatártela. Queremos asegurarnos de que Astrix pueda sobrevivir… porque el mismo poder que mató a su madre corre en sus venas.

[Astrix bebé]

—¿Quéee? ¿Cómo que “el mismo poder”? ¿Acaso yo también estoy en riesgo? ¡Genial! O sea que además de villana futura… ¿ahora tengo un reloj de arena sobre mi cabeza? ¡Esto se pone peor!

William sonrió con amargura, mostrando apenas los colmillos.

—Entonces escuchen bien, bastardos… Si alguien se atreve a acercarse a Astrix, si alguien intenta usarla como usaron a Emma…

Se giró lentamente, dejando que su mirada roja los atravesara como cuchillas.

—…los destrozaré a todos.

Un murmullo de horror recorrió el salón. Nadie se atrevió a replicar.

✨ Dato corto: Alexander, el hermano mayor de Astrix, se toma muy en serio su papel. Aunque solo tiene 4 años, ya presume frente a todos diciendo: “Soy el hermano mayor, yo la cuidaré”, pero al verla llorar demasiado corre a esconderse detrás de la nana Consuelo. 😅

capitulo 3 no es mucho para una bebé

Los invitados finalmente se marcharon. El salón volvió a quedarse en silencio, y el duque William, que minutos atrás parecía un demonio furioso, regresó a los aposentos donde Astrix dormía.

Al abrir la puerta, su mirada roja ya no ardía de rabia… ahora brillaba con ternura. Caminó hacia la cuna y, con cuidado, tomó a la bebé en brazos.

—Mi pequeña Astrix… —susurró con una sonrisa suave—. Perdona que tu padre grite tanto. Es que no quiero que nadie te haga daño… nunca.

Se sentó en un sillón amplio, balanceándola despacio.

—Sabes… papá te trajo un regalo.

De repente, dos guardias entraron empujando algo enorme cubierto por una tela blanca. Era tan grande que apenas pasaba por la puerta.

Con orgullo, William quitó la tela.

—¡Tarán! —exclamó con una sonrisa ingenua.

Era… un carruaje completo, adornado con piedras preciosas, flores bordadas y cojines de terciopelo.

[Astrix bebé]

“¿¡QUÉ!? ¿Un carruaje tamaño real? Papá… apenas puedo sostener un biberón, ¿y me traes esto? ¿Qué se supone que haga… irme de paseo a la guerra? ¡Por Dios, este hombre no tiene sentido común!”

Intenté balbucear y agitar las manitas, pero William solo lo tomó como una señal de alegría.

El duque acercó su frente a la de la bebé, riendo con suavidad.

—¿Ves, Astrix? No es mucho, lo sé… pero papá promete llenarte de regalos hasta que nunca más sientas vacío.

La nana Consuelo apareció detrás, con los brazos cruzados y un suspiro cansado.

—Señor William… eso no es un regalo para una bebé —dijo con paciencia.

—¿No? —preguntó él, confundido, mirando el enorme carruaje.

—Lo que necesita ahora es calor, cariño… y leche, no un carruaje de oro.

William se rascó la nuca, sonrojado, mientras seguía acunando a su hija.

—Bueno… —rió—. Entonces este será solo el primero de muchos.

[Astrix bebé]

“Bueno… exagerado y todo, pero admito que es lindo. Nadie jamás me regaló algo así en mi vida pasada. Aunque… papá, la próxima vez un peluche basta, ¿sí?”

Consuelo acababa de acomodar la cuna cuando William apareció en la habitación con una expresión muy seria… demasiado seria.

—Señor William —dijo la nana, arqueando una ceja—, ¿qué trama ahora?

El duque cruzó los brazos y habló con solemnidad, como si estuviera decidiendo el destino del reino:

—Me dijeron que los bebés necesitan cariño… mucho cariño.

Consuelo parpadeó.

—Pues sí, pero—

—¡Entonces Astrix dormirá conmigo! —la interrumpió con una sonrisa orgullosa.

Antes de que Consuelo pudiera detenerlo, William ya había levantado a la bebé de la cuna, envolviéndola con mantas, y salió caminando decidido hacia su enorme habitación.

[Astrix bebé]

“¿QUÉEEE? ¡¿Dormir contigo?! ¡¿Con el duque tirano?! ¡No, no, no! Esto ya es demasiado. Primero me rechazas, luego me compras un carruaje de oro y ahora… ¿dormir juntos? ¡ESTO ES UN CASTIGO!”

Agité mis manitas y comencé a gritar con todas mis fuerzas.

“¡No quiero ser tu hija, Hombre musculoso! ¡POR QUE NO Reencarne si EN UNA MUJER ADULTA!

Pero claro… solo salió un balbuceo ridículo y llanto.

En la cama del duque

William se tumbó en su cama enorme, recostando con cuidado a Astrix sobre su pecho. La tapó con una manta suave y la sostuvo con un brazo fuerte.

—Shh, mi pequeña —murmuró con ternura—. Sé que lloras porque extrañas a tu madre… pero no te preocupes. Papá está aquí. Papá nunca te dejará sola.

Su voz era tan cálida que casi parecía otra persona.

[Astrix bebé]

“¡NO! ¡NO ME DIGAS PAPÁ! ¡YO NO SOY TU BEBÉ! Soy Victoria, ¿entiendes? Una adulta atrapada en este cuerpecito… ¡Qué vergüenza, Dios mío!”

Seguí llorando y pataleando.

El duque acarició la cabecita de Astrix y sonrió.

—Ya, ya… grita todo lo que quieras, Astrix. Eso significa que tienes fuerza. Y mientras más fuerte seas, más podré cuidarte.

La bebé terminó agotada, con los ojitos rojos de tanto llorar. Sin darse cuenta, se quedó dormida acurrucada contra el pecho de William, mientras él la miraba como si hubiera ganado la mayor batalla de su vida.

El sol tocaba la pequeña cara de Astrix. El viento movía suavemente las cortinas de seda. Astrix aún tenía el cuerpo dormido, pero poco a poco abrió los ojos.

[Bebé Astrix]

¿Cómo me quedé dormida? ¿Qué hechizo me hizo este hombre? … Se ve tan dulce… papá.

En eso, el duque se movió y susurró algo entre sueños:

—Astrix, mi pequeña… —murmuró con voz adormilada.

[Bebé Astrix]

¡NOOOO, NO DIGAS ESAS COSAS!

Astrix era solo una bebé, pero dentro estaba Victoria, una mujer de 30 años. Una parte de ella se sonrojó sin remedio.

Sin darse cuenta, se quedó observando a William. Su cabello blanco estaba despeinado, y esa expresión de “duque tirano” que todos temían, dormido se veía tan tranquilo… ¿este era realmente el villano del libro?

Astrix subía y bajaba con cada respiración del duque, ya que estaba dormida sobre su pecho.

[Bebé Astrix]

El único beneficio de esto es que puedo dormir en su pecho… pero ¿por qué se siente tan cálido?

Sus ojitos se cerraban poco a poco cuando un ruido la sobresaltó.

Un pequeño cuerpo entró a la habitación: era Alexander, con su pijamita arrugada, el cabello despeinado y una expresión tímida. Se acercó lentamente a la cama.

—Astrix… —susurró bajito—. Hermanita…

Con miedo, el niño extendió su manito para tocar a la bebé, pero una mano más grande lo detuvo. El duque, con una mirada firme y una voz ronca, lo detuvo de golpe.

—Veo que una pequeña rata se infiltró en mi cuarto… —dijo serio.

Los ojos de Alexander se abrieron de par en par. Sudó frío y, en silencio, retrocedió hasta salir corriendo.

[Bebé Astrix]

¡TONTO! ¿¡Cómo te atreves a asustar a mi Alexander!?

William intentó calmar a Astrix, que empezaba a llorar.

—Ya, ya, Astrix. Sé que quieres a Alex… pero él no me quiere a mí —hizo un puchero.

[Bebé Astrix]

¿Qué? ¿William quiere a Alexander?

—Bebé Astrix, ¿por qué crees que tu hermano no me quiere? —dijo con tristeza—. Mi primogénito me odia…

Victoria, en el cuerpo de Astrix, estaba confundida. ¿No que era el duque tirano? ¿Qué eres, William?

—Bueno, Astrix, hoy vamos a tener una tarde de familia. ¿Qué tal: tu hermano, yo y tú? —añadió, sonriendo.

Hoy parecía un algodón de azúcar. Pero ¿por qué Alexander no quería a papá? Victoria debía descubrirlo.

Con pasos firmes, William se levantó y dejó a Astrix en brazos de Consuelo.

[Bebé Astrix]

Ya tomé mi leche mágica. Qué lindo, pero… ¿por qué está tan amable este duque?

—Pequeña Astrix… feliz primer mes de nacida —sonrió William, acariciándola.

[Bebé Astrix]

¿¡QUÉEEE!? ¿Un mes? ¿En qué momento pasó tanto? ¿Y qué es esta sensación… por qué siento calor en mi corazón?

En ese momento, Alexander corrió hacia ella con lágrimas en los ojos.

—¡Astrix, estás viva! —exclamó.

[Bebé Astrix]

¿Por qué se sorprende de que esté viva?

De pronto recordó: Alexander tenía una tutora llamada Mary, una vieja elitista. Su madre, la duquesa, peleaba en la guerra y cuando no lo hacía, se encerraba en su estudio.

—Astrix… ¿cómo sigues viva? —dijo Alexander, asustado—. Mary me dijo que papá es un hombre cruel, que si me acerco a él… ¡me va a comer!

[Bebé Astrix]

¿¡COMER!? ¿¡QUÉEEE!? Esa vieja… Si el duque es lo más tierno del mundo. Tengo que hacer algo para que Alex vea la verdad.

Consuelo puso una mano en la cabeza del niño.

—Joven, debe arreglarse. Su padre quiere ir con usted y Astrix.

Alexander estaba asustado, pero Astrix le agarró fuerte de la ropa con su manito.

—Astrix… gracias, eres muy linda —sonrió aliviado.

Llegó la hora. Estaban los tres en un carruaje. El ambiente parecía tranquilo, hasta que Alexander habló, jugando nervioso con sus manos.

—Señor Valtorian… —dijo con timidez.

—¿Qué pasa? —respondió William con un tono crudo y pesado.

[Bebé Astrix]

¡Duque tonto! Solo tiene 4 años, lo vas a asustar.

—¿Por qué le regalaste a Astrix un carruaje lleno de joyas… y a mí nada? —preguntó el niño.

[Bebé Astrix]

¡Eso, Alexander! Los celos de un niño no fallan.

William se enderezó y lo miró con seriedad.

—Alexander Valtorian, no debes tener envidia de tu hermana.

—¡Pero tú nunca me regalaste nada! —replicó el niño, con celos.

El ambiente se volvió tenso.

[Bebé Astrix]

Pero si papá ama a Alexander… ¿será que nunca le dio nada? Espera… ¿y si fue esa vieja la que nunca le entregó los regalos?

✨ Dato corto: Astrix, a pesar de ser una adulta reencarnada, no puede evitar comportarse como una bebé cuando William la abraza. Aunque por dentro grita de rabia y vergüenza por ser su hija, su cuerpo pequeño siempre termina quedándose dormido en sus brazos.

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