Se levantó de su asiento de nuevo, con las manos en la cabeza. No sabía que ser investigador fuera tan frustrante, si se lo llegó a imaginar, pero nunca pensó que para él se complicaría.
Intentó hackear las cámaras, recordó que en sus años de universidad había hackeado varias veces el sistema para robar exámenes, se sintió mal al hacerlo, pero solo lo hacía en momentos de emergencia, solo en emergencias, esa era su regla. Lo que lo hacía sentir peor en ese entonces fue que nadie lo descubrió, lo seguían alegando por su ingenio y por ser brillante. Lo era, claro que lo era, siempre sacaba buenas notas y nadie se diera de cuenta que robabas exámenes y cambiabas las notas, aunque sea un punto, se graduó como el primero de su clase, pero aun así no sentía remordimiento, solo alardeaba consigo mismo ¿Pero como no hacerlo?, el día de su graduación se detuvo a pensar desde cuándo hackea los sistemas escolares, no lo recordó, llevaba tanto tiempo hackeado las cosas de la escuela, cuentas de esas que les gusta revelar, humillar, y difundir cosas de los demás, generalmente creadas por adolescentes que todo ya le parecía un tipo de juego, pan comido, lo más fácil que podía hacer. Incluso su primer caso cuando se graduó fue descubrir a un pedófilo que le gustaba escribir a cuántas de niñas, primero lo engaño y hackeo su cuenta y mostró todos los chats con otras niñas y niños a todas su familia, amigos, jefes y las colocó en sus redes sociales, especifico en cada red social que el tipo estaba pudriéndose en la cárcel, y fue ahí cuando avisó a sus compañeros y los arrestaron, se sintió tan bien. Después de eso siguió haciendo trabajos de este tipo: hackear e investigar. ¡Era un éxito!
Estamos en una era de tecnología, todo está en el celular, tableta y computadora, si necesitas encontrar algo estaba ahí, quizás solo un poco de información, pero siempre estaba ahí, otro caso de una estafadora chica que robaba a las personas por ayudarlos con sus finanzas, aunque eso solo fue la punta del iceberg, gracias a ese dinero lo usaba para comprar y vender drogas y hasta algunos de sus contactos los había inducido a ser clientes suyos, eso hasta que hackeo todo sobre ella, había hecho lo mismo en sus redes sociales igual que hizo con el pedófilo, ese y otros cinco casos más en un año, se sentía orgulloso, su madre también, y era feliz con eso y estaba logrando conquistar a la chica de sus sueños. No quería que se le subieran los humos a la cabeza. ¿Ya se le había subido?, pero tuvo que aceptar que era bastante inteligente y útil. Todos se lo decían, hasta ahora había logrado hacer todos esos casos en un mes, aproximadamente.
ERROR
Se iluminó la pantalla de su computadora en color amarillo al no poder hackear las cámaras de seguridad del museo.
Y aun así, con sus habilidades, ella se le adelantaba, ella era más astuta. Ella se burlaba de él, como se burlaba del antiguo equipo de investigación que había tomado el caso y que había renunciado porque dijeron y cito "Esa chica es un fantasma, es imposible de atrapar". Estaba comenzando a creer lo mismo. Se sentó de nuevo en su escritorio y tecleó de nuevo para ingresar a las cámaras. Tenía el acceso hace una hora. ¿Qué había pasado?
ACCESO OTORGADO
logró estabilizar la cámara de nuevo y la vio. Por fin logró ver al fantasma rojo, como la había llamado la agente López.
Verla, robando una pintura valiosa del museo de la ciudad esta misma noche, lo hizo estremecerse en su silla. Si no hubiera logrado acceder al sistema, hubiera afirmado que esa chica realmente nunca existió, pero existía y eso era peor para él. Llevaba cuatro meses y apenas solo la vio cinco segundos, literalmente antes de que la cámara se apagara por completo cuando la chica castaña se había dado cuenta y le había arrojado algo puntiagudo a la cámara.
Pensó que los otros exageraban cuando dijeron que se veía algo elegante, se veía elegante y peligrosa. Usualmente, los ladrones usan ropa negra para evitar verse en la oscuridad, pero ella llevaba un atuendo rojo, tenía perlas, posiblemente falsas, que brillaban bajo la luz. En su rostro tenía un antifaz demasiado fino alrededor de sus ojos, hasta pareciera que quisiera que la descubrieran. Y a sus ojos, ella se colocó lentillas rojas que hacían que sus ojos se vieran más grandes de lo que él se suponía que eran.
La puerta se abrió de golpe e hizo que se volteara con su corazón, latiendo en su pecho.
—Entonces, ¿Es real o no?—Enrique Medina, su compañero, mayor que él, con más experiencias.
Debe admitir que gracias a él tuvo una visión más clara desde que comenzó a trabajar; pudo pulirse con su conocimiento.
—Es bastante real ——confirmó y se sentó de nuevo en su escritorio. Giró su laptop y le enseñó el vídeo de cinco segundos que había capturado de la roja escurridiza.
—Es muy joven, Vega, casi podría deducir que tiene tu misma edad —afirma Enrique y le da Play al video para volver a verlo.
Él voltea de nuevo a ver a la chica, sí, es joven, quizás solo un poco más joven que él, ¿uno o dos años menor? Sí, se ve de veintiún años. Seguía descubriendo cosas que lo dejaban sin palabras. Dos jóvenes de la misma edad que habían tomado diferentes caminos. ¿Por qué?
—Definitivamente. —Objetó Damián—. Es joven, y cuando logre saber más de ella será fácil.
—A los jóvenes, Vega, no me gusta subestimarlos. Muchos menos a ti —comienza Enrique—. Esta chica tiene más de 10 meses "robando cosas" algunas se encuentran en otros lugares y quién sabe qué más.
—Quizá robó el dinero del banco esta semana— lo interrumpió y exhaló con pesadez.
Recordó que lo único que se encontró cuando fue a inspeccionar el banco a media noche fue una perla falsa con un agujero en el medio, de esas que se usan para brazaletes o coser en la ropa. Por las declaraciones del equipo de la agente López y sus descripciones, se supuso que se trataba de ella, aunque ellos solo la habían visto una vez y por menos tiempo del que él logró verla en las cámaras.
—Quizás sea un caso para alguien con más experiencia que nosotros. Deberías…
—¿Dejar el caso? No, no te atrevas a decir eso, Medina.
—Damián… Hay casos que no podemos resolver.
—Ya lo veremos.
No, no le iba a hacer caso. En el poco tiempo que tenía como investigador de la policía había tratado de ganarse su lugar. De que lo respetaran a pesar de que tenía veintitrés años, no iba a abandonar un caso, y menos este que si lo resolvía iba a subir a un nuevo escalón. Era inteligente, lo habían adelantado un año, se graduó con honores, no se iba a rendir, no ahora, y menos con una señorita extravagante que se creía la dueña del mundo.
—Los jovencitos no acogen un buen consejo.
Sonó la alarma del reloj de su celular, eso hizo que Damián se estremeciera en su silla ¿Cuando había terminado su turno?
Paso las últimas horas mirando el artefacto que encontró incrustados en la camara de seguridad que la señorita roja extravagante había lanzado para dañarla. Ordenó que le trajeran la camara y se encontró con una especie de bumerang con la forma de una R de color rojo. La miro, y siguió mirando, sin antes haber examinado si tenía huellas dactilares, no las tenía. Intento romperlo para ver si tenía algo por dentro Pero el material era demasiado duro. No iba a salir aun de su trabajo, nada lo haría cambiar de opinión.
Ignoro si alarma de nuevo hasta que comenzó a sonar su teléfono, el nombre de Erica Rubio apareció en la pantalla, la foto de Erica con sus grandes ojos azules y su cabello negro invadió su celular y su concentración.
—¿Hola?—Contestó de inmediato con una sonrisa.
—¿Termino tu turno ya? Uy, ¡Me muero de ganas por verte! Dijiste que está semana ibas a llevarme a tomar un café ¡Lo prometiste!—Dijo Erica que sonaba bastante entusiasmada.
¿Cómo podría decirle que no? Lo volvía loco, su voz, su cabello, sus ojos...
—¡Si! Justamente acaba de terminar mi turno, es más, ya voy en camino a tu casa, quería que fuera una sorpresa.—Mintio y se vio jugueteando con el Boomerang en forma de R de color rojo, se dió cuenta y dejo de hacerlo soltandolo en la mesa.
—Que lindo eres ¡Te espero! ¡Besos!
Simplemente, esa chica era perfecta. Lo conseguíria, este mes sería su nueva novia y atraparia a la chica de rojo. ¿La R es por el color? ¿Roja? Se llama Roja o algo parecido. Se levantó de su escritorio, guardo la R en su bolso, sabe que no debía llevársela Pero quería seguir analizandola cuando llegara a su partamento. Quizás si usaba una soldadora podría hacerle un agujero. Salio de la oficina y camino por el pasillo.
—¿Cómo te va con la fantasma roja, Vega?—Le pregunto la agente López. Ella y su equipo eran los que se encargaban de investigarla antes de pasarle el caso a el.
—Apenas hoy conseguí algo nuevo. Rompió la cámara con un Boomerang en forma de R.—Le contó mientras ambos caminaban por el pasillo.
—Interesante, me imagino que no ha cambiado en nada en su aspecto inusual.
—No, logré verla por cinco segundos. Su ropa muestra que quiere llamar la atención pero no deja que la vean.—dijo resignado.
Técnicamente pensó eso en voz alta. No podía evitarlo, seguía y seguía analizandola.
López le deseo suerte y cruzo a otro pasillo dejando a Damián pensativo.
Roja. Extravagante. No quiere ser vista.
Salio de la estación, camino hasta el estacionamiento.
Roja. Extravagante. No quiere ser vista.
Llegó hasta su auto y lo encendióm salió del estacionamiento
Roja. Extravagante. No quiere ser vista.
Dejo de pensarlo cuando se dió cuenta que estaba fuera de la casa de Erica. Por la impresión de no haberse dado cuanta de haber manejado hasta aqui sonó la bocina de auto con fuerza, nervioso. Debía calmarse.
La chica de sus sueños salió de su casa con un vestido verde menta aretes de aro dorados y su cabello corto y negro bien planchado. Se acercó al auto y abrió la puerta en el asiento del copiloto.
—¿Cómo te fue hoy en el trabajo Damián?—Pregunto en ese tono.
en eso dulce tono de voz que siempre ultilizaba para preguntarle cómo estaba y como había sido su día, ese tono que hacía que su cerebro se tratara más que una laptop vieja con bajo internet.
—Eh... Yo... Bien.—sacudio su cabeza saliendo de el trance impuesto por la chica.—Tengo una nueva pista.
—¡Grandioso! Sabía que encontrarás algo pronto.
Siempre lo decía.
"Encontrarás una pista pronto"
"fuiste el mejor de tu clase"
"eres un orgullo"
"se que la atraparas"
me llenaba siempre con cumplidos y esas palabras hacían que se relajara, incluso sintió el calor de decirle lo que sentía.
Llegaron a su café favorito, siempre tenía temática de jardín, con flores de cualquier tipo. Erica y el siempre elegían el lugar más cercano a la ventana, las sillas de madera que en las patas y en la espalda siempre tenían flores falsas que hacían ver como si la naturaleza hubiera invadido en lugar.
—¡Adoro el café de aquí! —exclamo Erica.—Hablando de café, bueno... No tiene nada que ver con el café. ¡Aprobé esa clase que sentía perdida!
—¿En serio?—Pregunto impresionado.
Lo pensaba siempre, y odiaba pensalo porque eso lo hacía una terrible persona, Erica confiaba mucho en el, pero el no podía creer en su inteligencia. Ella era más de hornear pasteles, dibujar, escribir, bailar, cantar y no podia creer que su sueño era ser pediatra. No es algo malo, pero no sé la imaginaba inyectando bebés y esas cosas.
—Si, y todo gracias a ti.—Le agradece y le toma la mano sobre la mesa.
Al sentir el tacto de su mano contra la suya sintió frío, helado, paralizado, Pero ignoro esa sensación. Ambos comienzan a juguetear con sus dedos por unos segundos hasta que se rien de sus tonterías.
—Fue pan comido, Pero recuerda, este método es...
—Solo para emergencias, ya lo sé. Esto era una emergencia.—Ella lo interrumpe con una sonrisa.
Si, una emergencia que se ahorraría. No quería juzgarla pero estaba buscando el momento perfecto para que decirle que seria mejor para ella dejar esa carrera, no era para ella.
—No me gusta abusar de eso, es todo.—Menciona Damián, no quiero dejar de esforzarme por las cosas y simplemente hackearla.
—Por eso eres perfecto—Erica suspira y hacerca la silla a la de el.
—¿En serio?
—Si.
Damian lo siente, es su oportunidad. Le ha dado el paso para decirlo, por fin, después de tantos meses puede decirle lo que no se atrevió y que tantas veces quiso decirlo, la palabra mágica, la importante declaración.
—Me gustas mucho Erica, más que una amiga.
Erica sonrió y sus mejillas se tornaron rojas, Roja, vaya, tenía que decir de pensar en eso. Es que le costaba no asociar el rojo a la ladrona que lo tenía cansado. Ahora no podría ver ese color igual jamás.
—Pense que nunca lo dirías.—Seguido de decir eso Erica tomo la iniciativa de besarlo en los labios.
Damián no pudo reaccionar, no pensó en devolverle el beso. Pero sintió satisfacción, felicidad, y también sintió que se sonrojaba levemente. Por fin, tenía a la chica de sus sueños. En su estómago sentía una explosión, un estallido máximo que no creía que fuera posible demostrar.
Siempre planeo todo, todo le estaba saliendo bien. Todo era como el quería.
Ella se separó de el con una sonrisa, con una mano le acaricio la mejilla y Damián le sonrió.
—Por fin.—Comento el y ella lanzo una carcajada.
Detrás de ella pudo observa a una chica peliroja con un vestido rojo casual, se asustó por un momento cuando la vio, no significaba nada, ni siquiera se parecía a la ladrona, su piel era más palida pero...
El color rojo ya comenzaba a molestarle bastante, quería ver a ese color tras las rejas.
—¿Quieres un poco de vino?—Le pregunta Erica luego de unos segundos, no se había dado cuenta que había llamado a un mesero que servia el vino rojo en el vaso de Erica.
—Yo mejor paso.
Manejando de camino a casa no podía parar de pensar en Erica ¡Por fin! Sus pensamientos solo en Erica. Eso era lo que quería, eso era lo que faltaba. Cada de pieza de su vida comenzaba a encajar. Bajo de su auto y estaba a punto de subir a su departamento cuando su teléfono sonó, mostrando el nombre de Enrique Medina. Damian contesto de inmediato.
—¿Una nueva pista Enrique?—Pregunto de nuevo.
A veces le gustaría que Enrique fuere su amigo. Tenía años sin saber que era tener uno real, un confidente pero la diferencia de edades lo complicaba así que solo se limitaba a hablar con el sobre el trabajo.
—Mucho mejor—Respondio Enrique al otro lado de la linea.—El equipo de campo, unos refuerzos y yo estamos a fuera de la tienda de ropa mas grande la ciudad ¿A divina a quien tenemos contra la espada y la pared?—Medina se escuchaba emocionado. ¿Y como no estarlo?
—voy para allá.—Damian se devolvió a su auto, listo para manejar a toda velocidad para encarar a la fantasma de rojo.
Llegó al lugar del drama, al lugar donde se acabaría todo.
—¡Vega!—Le grito Medina llamando su atención.
—Medina.—Lo saludo el con una sonrisa.—Buen trabajo ¿Actualización?
—Parece que la chica de rojo se quedó sin seda para su traje.—Menciono y miro el establecimiento.—la chica casi se escapa pero pudimos acorrala a penas.
—¿A penas? ¿Todo este equipo a penas pudo detenerla?—pregunto sin poderlo creer.
Medina asintió con la cabeza,
—Por eso te llamé. La chica de rojo desactivo las cámaras, solo vuelve a encenderlas y al menos quizás podríamos rastrear el rostro en caso de que se escape.
Damián acepto las órdenes, fue a buscar su laptop que había dejado en su auto. Abrió el bolso y no pudo evitar ver de nuevo el Boomerang en forma de R. No sabía por qué, si su jefe descubría que lo tenía no le iría nada bien, pero de todas maneras lo guardo en su bolsillo, quizás fue algo tonto de hacer.
Camino rápido a dónde estaban los demas y comenzó a trabajar. Tecleo en la computadora de manera rápido, hackear camaras no era la gran cosa Pero la emoción lo hacía ponerse nervioso.
Lo iba a consegir, solo faltaba un poco más y...
—¿Error?—Pregunta Enrique al ver la palabra en rojo en la pantalla.—¿Que pasa Vega?
Error, en rojo, no. Cuando se trata de error en el sistema el color es amarillo ¡De advertencia! Damián miro al establecimiento donde se encontraba la loca roja.
—Tengo que entrar para hackear.—Dice el ignorando la pregunta de Enrique.
—¿Tu? Tu no eres un agente de campo.—Le reprocha su jefe.
—Pero tengo que hackear el sistema desde dentro. Aunque sea para tener algo de información. Si la chica logra escapar al menos tendremos algo más.
_No.
—Pero...
—Dije que no.
Enrique se apartó de el, dejándolo con las palabras en la boca. La orden fue denegada, sin siquiera haber escuchado su plan. Su plan funcionaría, ¡Es el mejor hacker! Incluso podría ser escurridizo igual que la chica y lo probaría.
No fue difícil que lo perdieran de vista, seguían discutiendo que hacer y como hacerlo. Entró por la parte de atras Pero había un problema, había uno de sus compañeros custodiando la salida. No sabía si funcionaria, o si era solo cosas de películas Pero lanzo una piedritas, para su suerte y para desgracia de el cayó en la espalda de un gato que comenzó a maullar. Esto hizo que su compañero caminara despacio, quizás con la intuición que se tratara de la chica peligrosa que estaba dentro.
Sin pensarlo dos veces entro en el lugar.
Era grande, camino con cuidado con la laptop pegada a su pecho. Todo estaba en silencio, no había rastro de ninguna chica de rojo. Pero el lugar era demasiado grande y estaba a oscuras de la noche. Entró al lugar donde se encontraban las camaras. Procedió de nuevo. Si tiendo el latido de su corazon en sus oidos.
Está vez no había salido la palabra error en rojo. Más bien apareció una grabación.
Era Erica hablando con sus compañeros de clases en uno de sus salones. Solo se encontraba ella con unas cuantas amigas más.
¿Que estaba pasando?
—¿Lo conseguiste?—le preguntaba una de sus amigas?
—¡Por supuesto!—Exclamaba ella con su típica alegría.—No se nos va a arruinar el semestre por ese examen.
—Enseñame tus trucos de manipulación amiga.—Le decía otra chica.
—Cuando quieras.—Le respondio Erica.
—¿Que es esto?—Pregunto Damián en voz alta al ver el vídeo en voz alta.
Termino el video y habían unas cuantas capturas de pantalla. Eric le enviaba a sus amigas en un chat grupal los documentos que el había hackeado para ella. Le dió un golpe a la mesa y maldijo. Le había dicho a Erica que debería ser un secreto, lo había engañado, le había visto la cara.
No tenía tiempo para eso, se preocuparía por la traición de Erica después de atrapar a su otro problema más insoportable.
Tecleo de nuevo, no salio el error en rojo ni otro vídeo exponiendo a Erica. Está vez eran las camaras de seguridad enfocando justamente al objetivo.
La chica de rojo se dió cuenta de que la observaban. Sonrió y llevo su mano a su muñeca.
—Gracias por dejar la puerta abierta para mi.—Dijo y su voz resonó por todo el establecimiento.
Luego las cámaras se pusieron borrosas, después de un segundo volvieron a la normalidad y la chica de rojo ya no estaba.
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