MORGAN.
Meses atrás...
Sentí cómo mi respiración era pausada. Intenté abrir los ojos, pero no obedecían. Mi mente estaba revuelta. Recordaba pequeños fragmentos de la última vez que estuve consciente, pero nada que me ayudara a reconstruir los hechos.
Solo... una cara, una sonrisa, una mirada, una voz y un nombre.
CALEB.
Maldición, el padre de Caleb. Lo recordaba. Quería que yo matara a una de las personas que más quería, y no pude elegir.
La pistola en mis manos, mi cuerpo temblando... Lo último que salió de mi boca, su mirada perdida y desesperada, pidiéndome que no lo hiciera.
Rogándome que no le hiciera eso.
Luego, solo escuché el sonido de la pistola y un dolor insoportable en la boca. Después, la nada.
Absolutamente nada. Todo se volvió oscuro. Justo como estoy ahora, solo que sin memoria, sin recuerdos, sin sueños. Como si hubiera dormido y no hubiera soñado nada.
De nuevo ese pitido. Maldita sea, quería abrir los ojos.
Lo intenté una vez más. Esta vez, aunque me costó, lo logré.
Al abrirlos, noté un olor inusual, como si un cadáver se estuviera descomponiendo en la habitación. Me senté de golpe en la cama. Lo primero que vi fue a un chico con ojos de diferente color: uno era gris oscuro y el otro, azul claro. Su cabello era castaño y su piel, de un blanco pálido, casi irreal. Tenía un cuerpo bien trabajado y, sin esforzarse, se veía irresistiblemente guapo.
Al darme cuenta de que su mirada estaba fija en mí, me obligué a desviar la vista rápidamente. Un carraspeo de su parte llamó mi atención. Volví a mirarlo, y me arrepentí al instante. Sus labios se curvaron en una sonrisa burlona, pero también sensual.
—¿Apreciando la vista, linda?
Intenté ofender su ego, pero mi boca solo se abrió en un intento vano de emitir una palabra.
Nada. Ni una sílaba.
Absolutamente nada salió de mi boca.
—¿Qué pasó, cariño? ¿El gato te comió la lengua?
Maldito idiota. Le dediqué una mirada fulminante que, por la forma en que su sonrisa se desvaneció, entendió a la perfección: "Muérete, idiota".
Creo que ahí comprendió que no fingía y que tampoco me había quedado sin palabras, sino que simplemente no podía hablar.
—Maldita sea. Bien, ahora vuelvo.
Se levantó de la silla con pasos torpes y salió.
Bufé internamente. Ahora que lo recordaba, el olor a podrido.
Busqué en cada rincón de la habitación para encontrar de dónde venía. Al darme cuenta, me quedé helada. Era yo. Bueno, mi ropa.
¿Estoy muerta? ¿Y quién demonios es él? No lo recuerdo.
¿Es real? Necesito algo que me confirme si estoy viva o muerta.
Mientras trataba de entender por qué tenía sangre en la ropa, la puerta se abrió de golpe, revelando al hombre que lo había provocado todo: el padre de Caleb.
—Morgan. Ya era hora de que despertaras. Ha pasado un mes, y me preocupaba que no lo hicieras.
Maldit… Espera, ¿dijo un mes?
Pareció notar mi sorpresa, porque sonrió y añadió:
—Bueno, no pasó nada grave. Solo que la bala de goma lastimó tus cuerdas vocales. Aunque modifiqué la pistola para que el impacto de la "bala" —hizo comillas con los dedos— no te matara, solo causara un trauma que te hiciera perder la memoria. Así podría alejar a Caleb de ti. Claro, no contaba con que te dispararías en la boca.
¿QUÉ?
—Sí, mi plan era solo hacerte perder la memoria para sacarte del camino sin matarte… Sabía perfectamente que preferirías morir antes que tener en tus manos la sangre de otra persona. Fue una jugada perfecta. Bueno, casi, porque veo que todavía lo recuerdas todo.
Traté de levantarme de la cama para ir contra él, pero sacó una navaja y me apuntó, amenazándome.
—Te he estado sedando durante todo este mes. Por eso recién despiertas. Temí que por tanto sedante te quedaras en coma o murieras, pero el resultado es mucho mejor… Te quedaste muda. Y gracias a eso, no podrás volver a hablar con Caleb.
Intenté reprocharle, decirle que haría lo posible por volver con él, pero su mirada me lo dejó claro:
"Te gané".
Y yo no entendía nada, absolutamente nada. Quería poder hablar, decirle todo lo que pensaba, pero mi maldita voz se había ido.
—Acostúmbrate, querida. No podrás hablar con él nunca más. Porque si lo intentas, ten por seguro que tus amigos pagarán.
Antes de salir de la habitación, se acercó peligrosamente a mí, me tomó con fuerza del cabello, acercó su boca asquerosa a la mía y me plantó un beso. Luego me arrojó a la cama.
Intenté correr hacia la puerta para evitar que la cerrara, pero no pude hacer nada.
Lágrimas ácidas y llenas de rabia corrían por mis mejillas.
Sentí un odio profundo hacia el padre del amor de mi vida. Sentí odio hacia el hombre que se suponía que me había engendrado, el hombre que me dejó sufrir aun viéndome tan derrumbada.
Y, sobre todo, sentí un odio total hacia mí misma. Por ser tan débil, tan vulnerable, tan cobarde, por dejarme romper por cualquiera que se me cruzaba.
Odiaba a la versión de mí que prefería el bienestar de los demás antes que el suyo. Por esa misma razón, la enterraría en lo más profundo de mi ser. Esa Morgan era débil y sensible. La vieja Morgan había fallado en su misión de cambiar, de ser alguien diferente cuando la que se suponía que era mi hermana me traicionó acostándose con mi novio. Esa Morgan había fallado por completo, pero eso cambiaría. Cambiaría por completo.
Porque esta Morgan estaba llena de venganza y odio. Esta Morgan estaba incluso dispuesta a matar.
Mataría si eso me mantenía a salvo y segura. El tiempo en el que me pisoteaban había terminado. Ahora, quien intentara humillarme moriría en el intento.
MORGAN.
—Morgan... Morgan, despierta —escucho.
Abro lentamente los ojos y, cuando lo hago, su mirada curiosa se encuentra con la mía.
—Mierda, vete. Es demasiado temprano —le digo, con voz cansada.
—Vamos, te haré unos panqueques.
—De acuerdo —le respondo, con una pequeña sonrisa.
Me levanto de la cama y observo su buen trasero y su gran espalda ancha. Hace tres meses que desperté y, de hecho, duré un mes entero para poder decir una palabra sin sentir dolor en mis cuerdas vocales. Y, exactamente desde que desperté, Elijah y yo comenzamos algo, algo no muy romántico, pero creamos un gran lazo. Por lo tanto, me siento un poco, solo un poco mal, porque aún no le he contado que el padre de Caleb planea dejarme ir pronto.
Meses después...
—¿Qué te parece si vemos una película? —me pregunta, mientras caminamos por los grandes pasillos.
—Creo que prefiero un buen baño de espuma —respondí, con una sonrisa.
—¿Qué voy a hacer contigo, Morgan? Me vas a matar.
—No puedes hacer nada, cariño —le digo, con un guiño.
Mientras caminamos por los grandes pasillos de la gran casa del padre de Caleb, escuchamos gritos y palabras para nada bonitas.
—Te harás cargo de esto o tus estúpidos amigos morirán en mis manos —dice una voz.
—J-O-D-E-T-E —responde otra.
Mierda... es Caleb.
Corro por los pasillos tratando de encontrar la puerta de la que vienen sus gritos. Pero unos fuertes brazos me sostienen, impidiéndome avanzar.
—Si entras ahí y él te mira, todo se jodera para ustedes. Sabes perfectamente que él solo te dejará ir de aquí con la condición de que no te acerques a Caleb nunca más —dice Elijah.
Con lágrimas en los ojos, le suplico que me deje ir por él.
—Solo le quiero ver, no importa si él no puede verme.
Su mirada me dice que lo está considerando, y cuando pienso que no me ayudará, suelta un leve suspiro.
—Está bien, iré a hablar con él y veré si le puedo convencer de que te deje verle.
—Gracias... —susurro.
Cuando al fin me suelta, lo veo caminar hasta una de las puertas principales y entrar. En el momento en el que entra, mis latidos aumentan y mi cuerpo tiembla. Solo por la pequeña posibilidad de verle, aunque sea unos segundos. Aunque él no pueda verme a mí, tal vez ya no me recuerde o tal vez me recuerde, pero ya no siente lo mismo.
Pasa una eternidad en la que creo que verlo será completamente imposible, pero de pronto el sonido de la puerta me saca de mis pensamientos por completo. Cuando dirijo mi vista a esta, Elijah sale de la habitación y me da una sonrisa de lado. Entonces el alma me vuelve al cuerpo.
—Puedes pasar, pero no puedes hablar ni tocarlo —dice, con voz seria.
—Me gustaría quedarme a admirar tus celos, pero en serio necesito verlo —le digo.
Sin decirle nada más, camino hacia la habitación, indecisa.
Alzo mi mano, pensando en echarme para atrás como la cobarde que soy, pero el extrañarle y su recuerdo diciéndome cosas que me hacían sentir importante me da el empujoncito que necesito para armarme de valor y abrir la puerta. Cuando lo hago, mis ojos se llenan de lágrimas. Sigue estando igual: su pelo, su cara, sus preciosas facciones cuando está molesto.
Me acerco lo más que puedo a él y, cuando planeo acercarme más para poder tocar su cara, su voz me detiene.
—Vaya que eres retorcido —dice, con un tono lleno de veneno. Se detiene un momento, esperando a que la persona que piensa que soy le responda, y después agrega—. Traer a alguien con la esencia de Morgan para joderme... No te bastó con arrebatármela.
Una lágrima cae de mis ojos al escuchar su voz cargada de tristeza.
—¡No te basto con quitarme al amor de mi vida, y ahora me torturas con esto! déjame decirte que prefiero mil veces morir e irme con Morgan a la tumba que hacerme cargo de tu estúpida Mafia.
Un sollozo estúpido sale de mi boca, pero es apenas perceptible.
—Por favor, solo deja de torturarme. Llévate a quien sea que trajiste para joderme... Su jodido aroma solo me atormenta y me recuerda lo mucho que la herí antes de que muriera.
Y de pronto, como si me quemaran, me quito los rastros de lágrimas de los ojos rápidamente para borrar todo rastro de que lloré. De pronto, verlo solo me provocó odio y asco hacia él al recordar lo que hizo con Madisson. Y de pronto, simplemente me alegro de todo lo que le está pasando.
Antes de salir, me acerco lo más que puedo a él y le planto una cachetada llena de rencor que resuena en toda la habitación. Entonces sí, salgo de la habitación en busca de Elijah.
—¿Y qué tal el reencuentro? —me pregunta, con una sonrisa.
—Cierra la maldita boca —le digo, con enojo.
—¿Qué pasó? —me pregunta, confundido.
—Pasó que soy una tonta. Resulta que, de tanto extrañar la libertad y de extrañarle a él, se me olvidó por completo que se acostó con la que se suponía que era mi hermana, y eso fue justamente después de que abusaron de mí por culpa de su enfermo padre con ayuda del mío, claro.
—Mierda, ¿por qué no me contaste nada de eso?
—Claro, porque no se me ocurrió contártelo cuando estabas entre mis piernas —le digo, con sarcasmo.
—Pero tal vez pudiste encontrar el momento justo y perfecto para que habláramos de todo lo que te sucedió.
—¿Para qué? ¿Tú podrías evitar todo el jodido dolor por el que pasé?
—No, pero pude haberte apoyado con palabras de aliento.
—Eso ya no importa ahora. Todo en mi jodida vida está jodido, todo... incluso mi mente y mi alma.
—¿Qué tanto daño te hicieron, que eres tan fría y distante a veces... Tal vez necesitas dejar de lado el odio y el rencor para poder vivir en paz.
—Es que ese es el problema —hago una pausa no tan larga para continuar hablando y, antes de hablar, suelto un suspiro—. No hay paz para alguien que murió y dejó pendientes en el mundo de los vivos.
—Pero tú no estás muerta...
—Para ti, para mis amigos y "familia", sí.
Hago comillas con los dedos en "familia", ya que, literalmente, la que creía que era mi familia terminó lastimándome y traicionándome más que otros. Y en mi venganza, todos los que me lastimaron, familia, amigos y conocidos... todos pagarán por el daño causado porque todos y cada uno de ellos cooperaron para que mi mente quedara totalmente frita de tanto odio y rencor.
No más ser sensible con los que me dañan. Si me apuntan con un arma... yo jalaré del gatillo. Y esta vez yo seré la que diré jaque mate, y entonces solo seré yo contra mí misma...
CALEB.
Al ver su cara, caigo en cuenta de que no estoy soñando. Está igual que la última vez. Trato de decirle algo, de reclamarle dónde estuvo todo este tiempo, pero nada sale de mi boca.
—¿Qué pasó? —me pregunta, con voz de preocupación.
No comprendo el porqué de su pregunta, hasta que la veo correr hacia mí y me doy cuenta a qué se refiere. Entonces, vuelvo a caer en cuenta del cuerpo inerte de mi hermano en el suelo. Cuando ella llega, ni siquiera me importa pelear, solo me importa mi hermano... mi hermano muerto.
—¡ABRE LOS OJOS! —le grito, con la voz quebrada.
—Caleb, basta, está muerto... Ya
no hay nada que hacer —me responde, con un tono de dolor.
—Tú... —volteo a verla con odio y veo el desconcierto en su cara—
Tú estabas aquí y dejaste que lo mataran. Tú permitiste que él muriera en manos de mi padre.
—No, Caleb, yo no. No es lo que crees... Recién escapé de las manos de tu padre.
—¿Y yo cómo estoy segu...? —no termino de hablar, ya que un chico de complexión ancha aparece, y me anticipo a tomar nuevamente el arma, preparándome para dispararle si es necesario.
—Morgan, tenemos que irnos, nena... Él ya se debió de dar cuenta de que escapamos. Tienes que esconderte —le dice, con un tono de urgencia.
—¿Nena? ¿Todo este tiempo estuviste con él?... ¿Y ni siquiera pudiste decirnos que estabas viva? Todos lloramos y sufrimos tu muerte —le reclamo, con el corazón en la mano.
—Morgan, no tenemos mucho tiempo, tenemos que irnos, ¡YA! —dice el chico, con más desesperación.
—¿Llorando y sufriendo mi muerte? Dios, eres un maldito mentiroso... ¿Lloraste mientras te metías entre las piernas de la "aparecida" esa llamada Sofía? —me reprocha.
¿Cómo demonios supo eso? Trato de encontrar en sus ojos algo que me dé una señal de cómo se enteró, pero su mirada no me dice nada. Y cuando estoy listo para recriminarle todo, el chico extraño la toma de la mano y la jala hacia la salida abandonado lugar... y entonces desaparece de mi vista, dejándome perplejo y totalmente confundido. Mi mirada se queda completamente perdida. No sé qué hacer... qué decir o a dónde ir.
De pronto, escucho el frenazo de un auto, pero siendo sincero, ya no me importa si es mi padre, la policía o incluso los chicos... Solo quiero terminar con todo esto ya.
—Cal... mierda —dice una voz.
—Connor... —susurro—. Está muerto... y ella lo permitió.
—¿Ella? ¿Quién es ella? —pregunta una voz.
—Morgan —respondo.
—¿Morgan? ¿Te sientes bien? Recuerda que Morgan murió —dice, con un tono preocupado.
—Estoy... estoy bien y sé perfectamente lo que miré. Era ella y estaba con un chico.
—Caleb, hermano, ustedes la vieron disparar directamente en su boca y después caer al suelo. Hermano, ella murió para salvarlos. ¿Tú crees que ella hubiese permitido que mataran a Connor? Ella no es así. La conocías tanto como yo. Ella prefería ser pisoteada antes de ella pisotear a otros, nunca le gustó aprovecharse de nadie, ni mucho menos dejaría morir a alguien, aun sin importar si conoce a la persona.
—¡Y entonces como cojones explicas que minutos después de que yo llegue, ella apareció, se planto frente a mi y como si nunca se hubiera ido menciono mi nombre! —grito, con lágrimas en los ojos.
—Hermano, creo que lo mejor será que te llevemos a tu casa para que descanses y trates de procesar todo lo que pasó. Tal vez la muerte de Connor en este lugar te recordó a la de Morgan y por eso imaginaste verla aquí
—dice Hunter, con voz suave.
—Caleb, ¿qué pasa, por qué no suben al...? —pregunta Sofía, y la pregunta queda en el aire al momento en que se da cuenta de lo que pasa. Sus ojos se abren de golpe al verme, con los brazos llenos de sangre y a Connor entre ellos, que yace inerte.
—Sofía, deberías de volver al auto —le dice Hunter.
—Hunter, ¿qué pasó? ¿Él está herido? —pregunta Sofía, con voz temblorosa.
—No, claro que no, solo que la muerte de Connor le afectó demasiado —le responde.
Dijo, al mismo tiempo que me volteo a ver y mi mirada perdida mientras murmuro algo inentendible.
—¿De qué manera le afectó que te hace ver tan pálido? —pregunta Sofía, con insistencia.
—Creo... creo que pensó que Morgan estaba aquí y la culpa por no haber salvado a Connor, incluso dice que la vio con un chico y está convencido que ella le llamó por su nombre.
—Cuando dices Morgan, ¿te refieres a su exnovia, la que se supone que el papá de Caleb mató? —pregunta Sofía.
—Así es, pero sé que es totalmente ilógico y descabellado porque ella misma disparó de la pistola frente a Caleb y Megan, incluso frente a su propio padre y lo hizo por no tener que elegir a quien de ellos mataría.
—Por lo tanto no crees posible que ella esté viva, porque no dejaría que mataran a Connor, ¿es eso lo que tratas de decir? —pregunta Sofía, con un tono serio.
—Por eso creo que Caleb está muy afectado con las muertes de ambos en este mismo sitio, y le afectó a tal grado que asegura haber visto a Morgan en carne y hueso —le dice Hunter.
—Dios, tenemos que ayudarlo. Tal vez no pueda salir de esto —dice Sofía, con preocupación.
—Sí, pienso lo mismo —le digo.
HUNTER.
Un día después...
El velorio de Connor sería hoy. Yo tuve que hacer todos los preparativos ya que Caleb se encontraba muy indispuesto, puesto que desde el día que encontró a su hermano muerto no deja de decir el nombre de Morgan. Es como si estuviera en una especie de shock. Me miro al espejo y solamente veo a un chico que ya ha perdido no a uno, sino a dos amigos por culpa de la misma persona podrida.
A través del espejo, veo a Dylan aparecer y su mirada está pasmada. Espero a que diga algo como que Caleb entró en una crisis de locura, pero de su boca solo sale:
—Hunter, tienes que ver esto.
En ese momento, me tranquilizo al saber que no pasa nada demasiado grave, o eso espero, porque la manera en la que lo dijo sonaba aterrado.
—¿Ver qué cosa, Dylan? —le pregunto.
Sin perder tanto tiempo, le sigo por toda la casa mientras entra a la habitación de Sofía y después a la de Madisson y les dice lo mismo que me dijo a mí. Totalmente confundidos, lo seguimos por toda la primera planta de la casa, esperando ver algo tan estúpido como es usual en él, pero en lugar de eso, camina rápidamente al exterior de la casa, en dirección al patio para ser más preciso.
Cuando llegamos a donde se supone que vamos a hacer la ceremonia del funeral de Connor, todos nos detenemos abruptamente y creo que, al igual que yo, estamos todos asombrados, confundidos, felices y también pasmados... pero lo que más siento yo es enojo.
—Tanto tiempo sin vernos... amigos —dice una voz, con un tono dulce.
Lo único que todos soltamos al unísono fue:
—MORGAN
Download MangaToon APP on App Store and Google Play