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LA CORTEZA DEL BAMBÚ HACIA NUESTRO AMOR

Cap 0

Hola buenas... Antes de iniciar te presentare a nuestro personajes que son la parte mas importante de la historia Te mostrare los personajes con su vestimenta actual y en su perfil podras ver como van vestidos "casualmente" (como actores jaja)
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Empecemos
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Eunice (la escritora)
Eunice (la escritora)
Soy Eunice Ander's Edad: 27 años. Apariencia: Cabello castaño, corto y rizado; usa lentes; tez clara; manos finas de escritora. Personalidad: Creativa, soñadora, un poco distraída, pero decidida cuando se propone algo. Amante de las novelas románticas medievales y muy apasionada por sus personajes. Habilidad actual: Tras ser transportada a su novela, ocupa el cuerpo y las habilidades de Ámbar. Rol: Protagonista real que vive dentro de su propia creación.
Eunice (la escritora)
Eunice (la escritora)
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Ambar
Ambar
Soy: Ámbar (cuerpo actual de Eunice) Edad: 19 años. Apariencia: Cabello largo, lacio y rojo intenso; ojos verdes brillantes; piel ligeramente bronceada; contextura atlética. Personalidad original: Valiente, algo impulsiva, con un fuerte sentido de justicia y libertad. Poderes: Campos de fuerza Invisibilidad (derivada del campo de fuerza). Superfuerza y agilidad (por su mezcla de sangre roja y azul). Historia: Abandonada de niña en el Bosque de Bambú. Criada por un maestro que le enseñó artes marciales y el control de la naturaleza. Vive sola desde la muerte de su maestro. Rol: Protagonista de la novela y ahora vehículo para Eunice.
Ambar
Ambar
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Lucas
Lucas
Soy: El Príncipe Lucas (protagonista romántico) Edad: 22 años. Apariencia: Cabello castaño oscuro, ojos verdes , porte noble. Personalidad: Inteligente, carismático, protector, con un toque curioso y observador. Tiene instinto de líder. Poderes: Campos de fuerza y habilidades físicas notables (herencia de sangre azul). Rol: Lidera la misión hacia el Bosque de Bambú y desarrolla un vínculo con Ámbar/Eunice.
Lucas
Lucas
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Leo
Leo
Leonardo (Leo) Edad: 23 años. Apariencia: Piel morena; cabello castaño oscuro; ojos azules grisáceos; muy musculoso; tatuajes de estilo oriental y tribal (dragones, símbolos místicos) en pecho, abdomen y brazos. Personalidad: Serio, disciplinado, con sentido del humor seco. Muy leal, protector con Lucas. Poderes: Fuerza aumentada y gran resistencia física (bendición de Ares). Armas: Espada larga y daga oculta.
Leo
Leo
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Atlas
Atlas
Atlas Edad: 24 años. Apariencia: Cabello negro, corto y bien cuidado; ojos marrón oscuro; complexión robusta y alta. Personalidad: El más serio del grupo, difícil de hacer sonreír (solo Leo y Celine lo logran a veces). Estratega nato y extremadamente protector. Poderes: Fuerza aumentada (bendición de Ares). Armas: Espadón de dos manos.
Atlas
Atlas
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Iris
Iris
Iris Edad: 22 años. Apariencia: Cabello rubio, largo y liso; ojos azul oscuro; muy guapa, pero de presencia firme. Personalidad: Protectora, segura de sí misma, observadora. Aunque amable, no duda en decir lo que piensa. Poderes: Curación y telepatía. Armas: Principalmente, arco y flechas, pero también maneja bien la espada ligera.
Iris
Iris
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Celine
Celine
Celine Edad: 21 años (la más joven del grupo, e incluso más pequeña(de estatura) que Ámbar). Apariencia: Cabello blanco, corto y despeinado; ojos celestes con tonos grisáceos; estatura baja y contextura ágil. Personalidad: Muy directa, sin filtros, pero amable y protectora con sus compañeros. Poderes: Telekinesis (control de objetos). Armas: Lanza pesada.
Celine
Celine
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Erick
Erick
Erick Edad: 23 años. Apariencia: Cabello claro; ojos entre azules y morados; porte elegante; rostro serio pero sonrisa fácil. Personalidad: Alegre, elegante y diplomático; gran amigo de Leo y del príncipe Lucas. Sabe cómo mantener la calma en momentos difíciles. Poderes: Pyrokinesis (control del fuego). Armas: Lanza ligera y dagas de fuego.
Erick
Erick
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Damien
Damien
Damien Edad: 22 años. Apariencia: Rubio, hombros anchos; ojos verde musgo; rostro con expresión melancólica aunque es feliz, especialmente con Iris y Celine. Personalidad: Fuerte, noble y bromista; su humor y energía ayudan a mantener la moral del grupo alta. Muy unido a las chicas del equipo. Poderes: Experto en combate con armas pesadas. Armas: Hacha de doble filo.
Damien
Damien
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Extras y secundarios
Eliss
Eliss
Princesa Eliss Edad: 15 años. Apariencia: Cabello castaño, ojos cafes; rostro delicado. Personalidad: Inocente, soñadora, cercana a su madre. Rol: Personaje secundario que motiva la determinación del rey y Lucas.
Eliss
Eliss
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Argus
Argus
Príncipe Argus (heredero) Edad: 25 años. Apariencia: Alto, cabello negro, ojos grises. Personalidad: Aventurero, decidido, con espíritu protector. Poderes: Creación de campos de fuerza resistentes y armas. Rol: Habría liderado la misión, pero Lucas termina tomando su lugar.
Argus
Argus
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El Rey
El Rey
Rey del reino de Lihaô Edad: 45 años. Personalidad: Firme, protector de su familia, dispuesto a hacer cualquier cosa por su esposa. Poderes: Ninguno relevante mencionado (pero sangre azul). Rol: Ordena la misión para encontrar la flor Noctulya.
El Rey
El Rey
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Reyna
Reyna
Reina Edad: 42 años. Personalidad: Amable, elegante y querida por su pueblo. Estado: Enferma de un mal extraño que ni la magia de curación puede sanar; su cabello se está decolorando.
Reyna
Reyna
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Algunos como el rey, la reina, su hijo mayor y su hija menor no tendran mucha relevancia en los primeros capitulos
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Comencemos...
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Cap 1

El reloj de pared marcaba las once y cuarenta y siete de la noche. En el estudio, una lámpara de escritorio derramaba un círculo cálido de luz sobre un mar de papeles, tazas de café frío y libros abiertos. En medio de todo aquel caos organizado, Eunice apoyaba la barbilla en una mano, con el lápiz aún atrapado entre sus dedos, mientras los párpados le pesaban cada vez más.
Su cabello castaño, corto y rizado, formaba un revoltijo indomable alrededor de su rostro. Los lentes, ligeramente torcidos sobre su nariz, reflejaban el brillo tenue de la lámpara. Había pasado tantas horas escribiendo que apenas notaba el hormigueo en sus muñecas.
Frente a ella, reposaba su tesoro: una edición de tapa dura de La corteza del bambú hacia nuestro amor, una de sus propias novelas y, sin duda, su favorita. La portada mostraba un bosque infinito, envuelto en neblina, con una silueta femenina en tonos carmesí avanzando hacia un horizonte desconocido.
Eunice (la escritora)
Eunice (la escritora)
—Solo un repaso más… —murmuró, hojeando una página.
Leyó una línea que siempre le provocaba una punzada de orgullo:
"Allí donde el bambú se alza más alto que los pinos y el viento canta entre sus hojas, la verdad y el peligro esperan al corazón que se atreva a buscarlos."
El bostezo le llegó sin permiso. Eunice intentó tomar un sorbo de café, pero la taza estaba vacía. El silencio del apartamento, roto solo por el tic-tac del reloj, se volvió pesado… hipnótico. Sus párpados se cerraron, y su frente se recostó sobre las páginas abiertas, como si buscara refugio en su propia historia.
Fue entonces cuando ocurrió.
Primero, una vibración suave recorrió el papel. El aire pareció calentarse, y una luz, tenue al principio, comenzó a brotar desde la línea central del libro, como si las letras mismas estuvieran ardiendo con vida propia. Eunice, entre sueños, frunció el ceño, pero no despertó.
La luz creció, expandiéndose como agua derramada, bañando el escritorio, el suelo, las paredes. El latido de su corazón se aceleró sin que ella entendiera por qué. Afuera, las ventanas se llenaron de un resplandor imposible, como si un segundo sol hubiera nacido en la noche.
El aire olía a lluvia y a hierba recién cortada.
Un último pulso de energía atravesó la habitación, y la luz la envolvió por completo. Eunice sintió que flotaba, que su cuerpo se volvía ligero, que todos sus sentidos se despegaban de la realidad como hojas arrastradas por el viento.
No hubo gritos. No hubo dolor. Solo un instante de silencio perfecto.
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En el mundo real, su silla quedó vacía. El libro, aún abierto, reposaba inmóvil, y la lámpara iluminaba un espacio donde ya no había nadie.
Las noticias corrieron rápido. "La escritora Eunice desaparece misteriosamente en su propia casa", decían los titulares de la mañana siguiente. La policía encontró su apartamento cerrado por dentro, sin señales de entrada forzada. Amigos, lectores y periodistas llenaron las redes con preguntas, teorías y plegarias.
Pero Eunice ya no estaba allí.
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Lo primero que sintió fue el viento. Un viento suave, fresco, cargado de aromas que no reconocía: flores dulces, tierra húmeda y hojas agitadas. Abrió los ojos lentamente… y lo que vio le robó el aliento.
Flotaba en un cielo de nubes doradas, como si mil hilos de luz salieran desde su pecho, descendiendo hacia un mundo que parecía pintado a mano. Los hilos se extendían, brillando, hasta perderse en la inmensidad.
Eunice intentó moverse, pero no había peso en su cuerpo, ni fuerza en sus manos. La sensación era extraña: no estaba cayendo… estaba siendo guiada.
Debajo de ella, un mar verde se extendía hasta donde alcanzaba la vista: el Bosque de Bambú. Sin embargo, no era el bosque que ella recordaba haber escrito. Los tallos eran tan altos y gruesos que empequeñecían a los robles más viejos. Entre ellos, corrían senderos de luz y sombra, y el viento hacía cantar las hojas como un coro distante.
Su cuerpo comenzó a descender lentamente, atravesando la neblina matinal hasta que, con un susurro de hierba aplastada, aterrizó sobre un lecho de pasto húmedo.
Abrió los ojos… y todo cambió.
Frente a un pequeño manantial, el reflejo que la miraba no era su rostro castaño y pecoso, sino el de Ámbar: cabello rojo como el atardecer, ojos verdes profundos, piel bañada por la luz suave de la mañana.
Eunice retrocedió un paso, tambaleante. Se tocó el rostro, el cabello, las manos. No había duda: estaba dentro del cuerpo de su protagonista.
Una sonrisa, primera incrédula, luego emocionada, se dibujó en sus labios.
Ambar
Ambar
—No puede ser… —susurró—. Si esto es un sueño, es el mejor de mi vida.
Y en ese instante, como si el destino lo hubiera decidido, el Bosque de Bambú comenzó a cantar con el viento… y Eunice supo que su historia apenas estaba comenzando.

Cap 2

El canto de aves desconocidas se filtraba entre un suave murmullo de hojas altas. Eunice, todavía medio sumida en un sueño confuso, sintió la humedad fría del suelo bajo su mejilla. Un olor fresco, ligeramente dulce, impregnaba el aire. No era su departamento. No era su escritorio. No era siquiera su mundo.
Abrió los ojos lentamente. Lo primero que vio fue una pared interminable de bambúes verdes, tan altos que parecían querer tocar el cielo. Entre ellos, un rayo de luz matinal dibujaba motas doradas en el aire. Intentó incorporarse y un dolor punzante en los músculos de su espalda la hizo gemir.
Ambar
Ambar
—¿Qué…? —murmuró, tocándose la cabeza—. Esto no es posible…
Se puso de pie, tambaleante, y fue entonces cuando notó algo extraño: sus manos. No eran las manos de Eunice. Sus dedos eran más largos, las uñas limpias, la piel tersa… y tenían un tono levemente bronceado. Su pulso se aceleró. Buscó desesperada algo que reflejara su imagen, y a unos pasos, un manantial cristalino parecía invitarla.
Se agachó frente al agua. Lo que vio le cortó el aliento: cabello rojo intenso que caía en suaves ondas sobre sus hombros, unos ojos verdes como esmeraldas recién pulidas, pómulos altos y labios carnosos. El rostro de Ámbar, su protagonista.
Ambar
Ambar
—No… no puede ser… —su voz sonó diferente, más grave y melodiosa—. Soy… ella.
Se llevó ambas manos al rostro, recorriendo cada rasgo. El reflejo le devolvió una sonrisa involuntaria. Amber, la joven guerrera que había inventado en tantas noches de café y lluvia… ahora estaba viva, y ella era Amber.
Un impulso la llevó a reír, pero la risa se apagó rápido. El bosque estaba demasiado silencioso. Se giró sobre sus talones, explorando con la mirada. Reconocía aquel lugar: el Bosque de Bambú, uno de los escenarios más misteriosos de su novela. Sin embargo, algo no encajaba… había flores que no recordaba haber descrito, un perfume en el aire que nunca había imaginado.
Ambar
Ambar
—Si estoy muerta… —susurró, tragando saliva—, y reencarné en mi protagonista… entonces voy a aprovecharlo al máximo.
Inspiró hondo y comenzó a caminar. Sus movimientos eran ligeros, más ágiles de lo que jamás fue como humana. Notó cómo sus pies apenas hundían la hierba húmeda y cómo podía esquivar raíces y piedras sin mirar. De pronto, un bambú crujió a su lado. Se detuvo.
Un conejo enorme, del tamaño de un perro mediano, la observaba con ojos negros brillantes. Eunice—Amber—sonrió.
Ambar
Ambar
—Hola, grandote… Tranquilo, no voy a comerte.
El animal parpadeó, giró las orejas y se perdió entre los arbustos. Ella siguió caminando, explorando. A cada paso, el bosque parecía más vivo: hojas que se mecían aunque no soplara viento, insectos que dejaban rastros luminosos al volar, y un murmullo lejano, como si alguien estuviese cantando.
El manantial que había visto desde donde despertó se estrechaba en un arroyo, y Eunice lo siguió, disfrutando del paisaje. Pero el recuerdo de la novela le trajo un escalofrío: el Bosque de Bambú no era seguro. Si se adentraba demasiado, criaturas de leyenda podían acecharla.
Ambar
Ambar
—Bueno, Amber… —se dijo en voz baja—, al menos tienes superfuerza, agilidad y… campos de fuerza. —Abrió una mano, concentrándose. Una tenue esfera transparente destelló unos segundos antes de desaparecer—. Ok, eso necesita práctica.
Siguió su camino, hasta que algo metálico brilló a lo lejos. Se agachó entre los arbustos y observó. A través de las cañas de bambú, se movían figuras humanas: seis, tal vez siete. Iban armados, con armaduras que reflejaban la luz entre verdes y dorados. Uno de ellos, más alto y erguido, llevaba un estandarte con el emblema real.
Eunice tragó saliva. Reconocía a esos personajes. Eran los caballeros del príncipe Lucas.
Un nombre y una sensación cálida la golpearon al mismo tiempo. Lucas… el segundo príncipe. El que en su historia terminaría siendo… Sacudió la cabeza. No debía acercarse. Aún no.
Se dio la vuelta para alejarse, pero una rama crujió bajo su pie. Uno de los caballeros alzó la cabeza bruscamente.
Leo
Leo
—¡Eh! —gritó una voz masculina grave—. ¡Alguien está ahí!
Eunice corrió sin pensarlo, esquivando troncos, saltando raíces. Escuchó pasos pesados detrás de ella, el entrechocar de metal y órdenes cortas. Su respiración era rápida, pero su cuerpo de Ámbar no se cansaba con la facilidad que recordaba. Aun así, eran muchos y la estaban alcanzando.
Una flecha silbó, rozándole el hombro. Otro paso más y se vio rodeada: un hombre rubio con hombros anchos a su derecha, una chica de cabello blanco y corto a su izquierda. El resto cerraba el círculo.
Atlas
Atlas
—¿Quién eres? —preguntó un joven de cabello oscuro y mirada seria, apuntándole con la punta de su espada.
Eunice levantó las manos lentamente, pensando en cómo salir de aquello.
Ambar
Ambar
—No quiero problemas —respondió con calma.
Iris
Iris
—Eso lo dirás tú —dijo una rubia de ojos azules, tensando la cuerda de su arco—. ¿Qué hace una mujer sola aquí?
El silencio se alargó. Eunice sabía que no podría explicar la verdad. Y entonces, casi por instinto, su cuerpo reaccionó: un campo de fuerza invisible surgió alrededor suyo. Las flechas rebotaron con un chasquido y ella aprovechó para dar un salto hacia atrás, girar y desaparecer entre la maleza.
Escuchó voces confusas detrás.
Erick
Erick
—¡¿Dónde fue?! —gritó alguien.
Ella ya estaba lejos, apoyada contra un tronco grueso, respirando agitada pero sonriendo. Había sobrevivido al primer encuentro.
El bosque guardó silencio otra vez. Y aunque Eunice sabía que aquello solo era el comienzo, una emoción desconocida la recorrió: la emoción de vivir dentro de su propia historia.

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