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Sr. Dominante

Una Renuncia

Jadeando, me desperté con un grito atrapado en mi garganta punto con el sudor corriendo por mis sienes, me dirigí al baño retiré mi ropa y entré en la ducha sin importarme que el agua estuviera fría.

Dando saltos en la ducha de lado a lado me mantuve así por un momento mientras mi cuerpo se acostumbra al agua fría, y así poderme olvidar de mi pesadilla.

Dispuesta a intentar hacer cualquier cosa que la sacara de mi memoria, pero no es posible.

Después de pasar mucho tiempo, demasiado diría, me vestí, esperando que una taza de café con leche pudiera ayudarme a sacar un poco el frío de la ducha.

»Si estaba demasiado fría el agua«

Sabiendo que ya me era imposible dormir, miré el reloj de mi teléfono y eran las cuatro de la mañana aún.

Salí de mi habitación y me detuve enfrente de la puerta, delante de mí había otra puerta, había estado con mucho cuidado tratando de ser lo más silenciosa posible, vi a Lucia, mi mejor amiga, estaba profundamente dormida. Agradecí por no haberla despertado con mis gritos y ruido en el baño. Cerré la puerta y caminé en dirección a la cocina necesitaba ese café de urgencias.

Lucia ha estado conmigo desde que teníamos Diez años. Ella sabía todo lo que había pasado y me ayudaba en lo que fuera posible.

Es mi salvavidas personal, mi hermana, y lo más importante, mi salvadora.

Comencé a preparar mi café cuando vi un montón de Correos en el mostrador. No tenía más nada que hacer así que apenas terminé de preparar mi café tomé los correos y me los llevé conmigo.

Me senté en la pequeña sala acomodándome en el sofá, revisando todas las facturas y papeles inútiles, encontré un correo que me dejó congelada inmediatamente.

Con mis manos temblorosas, despegué la solapa y saqué el papel que podría darme una inmensa felicidad o una gran angustia. Leyendo cada palabra cuidadosamente, una enorme sonrisa se apoderó de mi rostro. Sin importarme más, corrí directamente a la habitación de Lucia y salté sobre su cama con el chillido más fuerte que jamás había salido de mí.

—¿Qué demonios Liliana?— grito Lucia con los ojos bien abiertos, pero tan pronto como vio la sonrisa en mi cara, soltó un profundo suspiro.

—Lo conseguí Lucia. Mira, finalmente lo conseguí— le puse el papel sobre su rostro mientras saltaba de arriba abajo en la cama.

Observando lo que había en el papel Lucía soltó su propio chillido. —Lo conseguiste. Oh si, finalmente—

—¿Verdad que sí? Aleva tech finalmente me ha dado el trabajo. No puedo creerlo. Dios quería un descanso desde hace tiempo y finalmente lo conseguí— dije emocionada como con un tono soñador que rara vez se escucha en mí.

—Te lo mereces, hermana. Dios sabe que sí— me abrazó con fuerza, un abrazo que devolví felizmente.

—¡VAMOS A CELEBRAR!—grito Lucia soltándome y corriendo por la habitación como si no acabara de despertarse, esa es la cosa con Lucía, no puede evitar estar feliz por mí y yo no puedo evitar amarla aún más.

—Lucia, son las cuatro treinta de la mañana, vuelve a la cama y duerme. Podemos celebrar más tarde—

—Espera un minuto— Lucía volvió a su cama con una expresión seria supe que algo lo había enfadado punto y sabía que ese algo era yo. —¿Por qué estás despierta? ¿Tuviste otra pesadilla?—

Mire hacia mi regazo con culpa, mis dedos retorciéndose, un hábito nervioso. —No— respondí tímidamente sabiendo cómo se pone Lucía cuando se entera de mis pesadillas.

Corrió hacia mí y me abrazó con fuerza. —¿Por qué no me despertaste? Sabes que te habría ayudado—

Apartándome miré a cualquier lugar menos a ella. —Lo sé, pero tú tampoco has dormido bien en las últimas semanas y no quería molestarte—

Tomando mi barbilla entre sus dedos, dirigió mis ojos hacia ella. —Nunca estoy demasiada cansada para ti— dijo suavemente.

No pude evitarla mirar fijamente. Lucía era una chica atractiva con ojos azul claro y piel oliva. su cuerpo era esbelto su cabello dorado hasta la espalda, ambas éramos identicas en lo fisico, cada vez que salíamos a la calle, los chicos se le lanzaban a ella ya que ante la vista de los demás me veo como una niña. Cosa que agradezco porque no me interesa ahora salir con nadie, y al parecer a ella tampoco.

Mi Lucía era una orgullosa de mal carácter, y siempre decía que antes de estar con alguien que le diera dolores de cabeza preferiría estar sola.

—Vamos a dormir, tienes un gran día mañana— susurró Lucía y me llevó con ella a la cama, acurrucándome a su lado.

Suspiré de satisfacción, sintiéndome segura con ella. Sabiendo que nada puede hacerme daño mientras esté ella a mi lado.

No tardo mucho la oscuridad en envolverme Y arrollarme de nuevo el sueño.

[•••]

Me desperté como encontrándome sola en la cama. salté y me fui al baño de mi habitación, me arreglé y me cepillé los dientes para luego salir esta e irme a la cocina.

Cuando llego a esta encuentro una nota cerca de la cafetera.

—"ME FUI AL TRABAJO. EL DESAYUNO ESTÁ EN EL HORNO. CÓMELO. Y PREPÁRATE ANTES DE LAS OCHO DE LA NOCHE VAMOS A SALIR A CELEBRAR"—

Solté un suspiro y comencé a desayunar.

Repase todas las cosas que necesitaba hacer hoy punto pero lo más importante era renunciar a mi trabajo actual. me estremecí, sabiendo que tendría que lidiar con Lucas, mi jefe. bueno, exjefe.

Era un asqueroso, no encontraba otra forma de describirlo, en realidad no había otra. cuando comencé a trabajar, no pasaba un día sin que intentara tocarme. Deliberadamente, elegía el uniforme más provocativo para las camareras. una camisa blanca ajustada y escotada combinada con los shorts negros más cortos que fácilmente podrían pasar por ropa interior.

Si no fuera por la crisis financiera habría dejado ese lugar asqueroso una semana después,, pero tienes que hacer lo que tengas que hacer por mantener un trabajo que te pueda mantener llevar algo de dinero a casa, y ahora finalmente tengo la oportunidad de dejar ese lugar olvidado por Dios y trabajar en Aléva tech, un lugar en el que he querido trabajar hace dos años.

Tomando el último bocado, me apresuré a ducharme y a prepararme corriendo para tomar el autobus.

Llegué después de quince minutos al lugar que desearía poder incendiar hasta los cimientos. Entré directamente sin molestarme en saludar a nadie, quería terminar con esto de una vez de igual nunca me llevé bien con ningunos solo con una.

Toque la puerta de la oficina de Lucas y entré cuando escuché un murmullo que decía "adelante". Y ahí estaba él, con su gran barriga redonda asquerosa.

No pude evitar hacer una mueca de desagrado cuando empujó su silla hacia atrás con un chirrido y se recostó con una sonrisa engreída en su rostro al verme.

—Bueno, bueno, aquí estás. ¿A que se debe este maravilloso placer de tenerte aqui siendo este tu día libre?— dijo con esa voz irritante y su sonrisa se hizo más grande mostrando sus dientes amarillos cuando me voy a establecerme. el imbécil adoraba vernos retorcernos.

Me acerqué a su escritorio y con la barbilla en alto y los hombros rectos anuncié: —RENUNCIO—

Venganza

Tuve el placer de ver como su sonrisa se convertía en una mueca.

—No puedes renunciar. estamos bajo de personal y te necesitamos, ahora mueve tu jugoso trasero y ponte a trabajar—

—Hablo en serio, Lucas. Renunció, conseguí otro trabajo Pero gracias por darme trabajo cuando lo necesitaba— traté de ser lo más educado posible y tomar el camino alto y marcharme con gracia.

—Si te hice un gran favor. ¿por qué no me lo agradeces de la manera que quiero nena?— en cuestiones de milésimas de segundo se desabrochó y sacó su inexistente pene.

No pude evitar jadear, mi boca se abrió de par en par con horror mientras él comenzaba a masturbarse con una sonrisa engreída en su rostro.

No pude detener la ira que había dentro de mí. cada cosa que este bastardo me habia hecho sufrir volvió a mi mente. los toques, las palmadas en el trasero, los comentarios obscenos y inapropiados. me di la vuelta y cerré la puerta con llave.

Tan pronto como escuchó el click, Lucas comenzó a reír pensando que finalmente estaba consiguiendo lo que quería. —Vamos nena, papi está listo para un poco de amor— observé toda su oficina buscando lo que necesitaba y una leve sonrisa se dibuja mi rostro al encontrarlo. me dirigí directamente hacia su colección debate de béisbol y levanté uno que era lo suficientemente duro como para hacer daño pero no permanentemente.

Cuando Lucas vio lo que tenía en la mano, palideció, se levantó con las manos frente a él y comenzó a tartamudear. —Mi-Mira, no-no necesitas ha-hacer esto—

Sin importarme, corrí hacia él y lo golpeé fuerte en las piernas, haciéndolo caer, y seguí golpeándolo en cualquier lugar que pudiera. hubo un golpe repentino en la puerta y escuché a alguien gritar que abriera tal vez escucharon los gritos del cobarde de Lucas.

Solté el bate después de haberme desahogado y observé el estado de Lucas. El pobre viejo imbécil apenas podía respirar. Me agaché a su lado, lo que lo hizo estremecerse.

—Espero que sepas que no todos van a aguantar tus mierdas— me levanté y me dirigí a la puerta para desbloquearla. Sandra la única mujer con que medio me la llevaba bien y otra de las camareras entraron corriendo. Tan pronto como vieron lo que había pasado, estallaron a carcajadas. no pude evitar unirme a ellas, Sandra me tomó del brazo y me llevó al baño.

—¿Qué demonios pasó? No es que no se lo mereciera— preguntó Sandra tan pronto como quedamos a solas.

—Le dije que renunciaba y él quería que le agradeciera por dejarme trabajar cuando lo necesitaba chupándole su pene. ya estaba harta de sus mierdas, así que le di una lección—dije con indiferencia, arreglándome el cabello mirándome en el espejo, Sandra quien estaba a mi lado comenzó a reírse a carcajadas nuevamente mientras se arreglaba el rímel y el lápiz labial. —Espero que no se te convierta en un problema mucho mayor ahora—

—Que se joda. Michael se encargará de él— dijo Sandra. Y Michael era el portero de aquí y el novio de Sandra. —Espera, ¿Por qué renunciaste?—

—Conseguí el trabajo en Aléva tech. Empiezo mañana— dije con una enorme sonrisa mi rostro.

Sandra soltó un pequeño grito y me abrazó, saltando de arriba abajo. —Estoy tan feliz por ti. y sé lo que quería hacer su trabajo desde hace varios años—

Me aparte y no pude evitar compartir su emoción. —Si, Lucía y yo vamos a salir a celebrar. ¿Quieres venir con nosotras?— pregunté sabiendo que no había forma de que dijera que no.

—Claro que sí, solo mándame un mensaje con ahora y el lugar y ahí estaré. Ahora tengo que irme antes de que el imbécil se despierte y pierde la cabeza—

Empecé a reír mientras ambas salíamos del baño dándonos un abrazo. —Nos vemos esta noche—

—Claro que sí. y por favor vístete sexy— dijo Sandra con una cara seria.

—Siempre me visto sexy— dije con un puchero.

Sandra puso los ojos en blanco y se fue por el pasillo para ponerse a trabajar, lanzando por encima del hombro: —Claro que si—

Me reí sacudiendo la cabeza, sintiéndome extrañamente en paz sabiendo que no tendría que volver a este lugar nunca más.

[•••]

Preparándome para salir, saqué mi vestido favorito de todos los tiempos, que solo guardo para ocasiones especiales. Un vestido rojo con un escote retorcido y un ligero relleno que resalta mis grandes pechos. El vestido me queda como un guante, mostrando mis curvas, de las cuales estoy muy agradecida. Me miré el espejo una última vez antes de ir a ver a Lucía. Ella también lleva el vestirse a otro nivel.

Mis ojos color avellanas se encontraron con los míos en el espejo. Esperando que esto fuera lo suficientemente sexy a petición de Sandra.

Nunca me ha gustado mostrar mi cuerpo. Me hace sentir extrañamente rara e incómoda, ya que siempre he sido de gran volumen por no decir que gorda, porque en realidad hasta allá tampoco llego. Pero hoy en día estoy feliz y por una vez quiero divertirme con mi elección.

Suelto mi cabello oscuro y este cae hasta la parte baja de mi espalda, aplico en mis labios carnosos un brillo labial rojo brillante, haciéndolos parecer suaves y provocativos. Mis tacones negros de diez cm hacían que mi estatura de 1.57 pareciera mucho más alta. Me di una última mirada y me dirigí hasta la habitación de Lucía esperando que estuviera lista.

—Lucia, vamos. Sandra nos está esper…— me quedé callada en cuanto entré. Mis ojos se abrieron de par en par al mirar por toda su habitación. Debería estar acostumbrada a esto, pero no pude evitar sorprenderme a ver ropa por todas partes y a Lucía sentada en la cama en ropa interior.

—Lucia, ¿Qué demonios? ¿Por qué no estás vestida?— camino hacia él, cuidando de no ensuciar su ropa con mis zapatos.

—No encuentro nada que ponerme— hizo un puchero mirándome con esos ojos a los que nunca puedo enojarme.

Mire alrededor y escogí algunas prendas que la harían lucir diez veces más atractiva, y se las arrojé.

—Pero ya me puse esta ropa la última vez que salimos— se quejó, pero bastó una mirada mía para que corrieras del baño.

Empecé a recoger su ropa y doblarla, sabiendo que ella nunca lo haría. Después de unos minutos que parecieron eternos, Lucía salió del baño luciendo como una modelo. no pude evitar mirarla y sentirme orgullosa.

—Me veo fea— dice con una tristeza y no puedo evitar darle un golpe en la cabeza. —¡Ay! ¿Para qué fue eso?—

—Te ves increíblemente sexy, ahora deja de intentar sacarme cumplidos estamos llegando tarde— dije y salí de su habitación para entrar a la mía y tomar mi bolso con mi móvil.

Caminamos hacia la entrada principal y observo la hora en mi móvil.

—Sandra va a estar muy enojada—

—Relájate, no te hará daño— dijo envolviéndome su brazo alrededor de mi hombro y acercándome a ella. —Te protegeré— dijo, dándome su sonrisa más encantadora y no pude evitar sonreírle de vuelta.

—No nos preocupemos por eso, mejor disfrutemos de la noche, estás salidas no se ven todos los días—

Ambas reímos y tomamos un taxi en dirección a donde será nuestra diversión la noche hoy.,

Una Presentación

Al entrar al Saín, uno de los clubes más exclusivos, no puedo evitar preguntarme cómo logramos entrar. Todo lo que Lucía tuvo que hacer fue decirle algo al portero y al siguiente segundo ya estábamos dentro.

—¿Cómo lo hiciste? ¿Qué le dijiste?—pregunté asombrada de lo fácil que fue entrar aquí.

—¿Le ofreciste sexo oral? Apuesto a que eso también te llevara a la sección VIP—, dijo Sandra con picardía. Empujando a Lucía con su asombro.

Lucia estalló en carcajadas, haciéndome reír también. Sandra nunca había tenido filtro alguno para decir las cosas, pero era un amor si le caías bien.

—Lo conocí hace dos semanas en una cafetería. Y me dijo que trabajaba aquí, Se llama Dick y no está nada mal el tipo. Me pidió salir con él, no le dije que sí, pero tampoco le dije que no. Así que aquí estamos—

No pude evitar reír mientras ella se giraba y le guiñaba un ojo a Dick.

—Vamos a celebrar— dijo lucia, envolviendo sus brazos alrededor de Sandra y de mí. —Liliana finalmente consigo el trabajo de sus sueños. Necesitamos emborracharnos—

Nos apresuramos a llegar a la barra donde Sandra pidió seis shorts de tequila. No pude evitar reírme a carcajada al ver la cara de Lucía cuando Sandra le contó lo que pasó con Lucas. La vi lentamente volverse hacia mí con una impresión de puro asombro.

—¿Tú? ¿Liliana? ¿La que ni siquiera mata una cucaracha, le dio una paliza a su jefe? ¿Quién eres Y qué has hecho con mi dulce inocente hermanita?—preguntó Lucía con una dulce indignación fingida.

Empecé a reír junto a Sandra mientras le contaba cómo empezó todo. Aunque nos reíamos, pude ver algo de preocupación en sus ojos y pude evitar tranquilizarla.

—Estoy bien, Lucas es puro ladrido. En el momento en que vio que tenía el bate, casi se orina en los pantalones. Ni siquiera intentó defenderse. grito más fuerte que una chica, así que puedo cuidarme sola Lucía—le digo y la envolví en un abrazo alrededor de su cintura.

—Lo sé pero siempre me voy a preocupar—me sonrío suavemente.

—Está bien, basta de cosas cursis. Estamos aquí para emborracharnos y conseguirle a Liliana un chico muy caliente para que se lo tire— anunció Sandra, al tiempo que yo empiezo a tomarme el shock de tequila.

—No. No. No hay manera de que me tire a alguien, jamás— dije moviendo el dedo en señal de no y con suficiente autoridad agarrando el otro chupito de tequila y tomandomelo.

—Vamos Liliana. Ha pasado un año desde Charly. Necesitas seguir adelante. ¿Y cómo es ese dicho? La mejor manera de olvidar a alguien es meterse debajo de otra persona— dijo Lucía, ignorando mi mirada asesina.

Mire a Sandra en busca de ayuda, pero todo lo que hizo fue mirar hacia otro lado. —¿Estás de acuerdo con ella?—pregunté sorprendida, con la boca abierta. ¿Cómo se atrevía? Volví mi mirada a Lucía y vi una enorme sonrisa de satisfacción en su rostro.

—Olvidémoslo. Olvidemos a Charly y el sexo. Hoy se supone que es un día feliz. Vamos a bailar—dijo Lucía tratando de calmar la situación como siempre.

Sandra se encogió de hombros y se dirigió a la pista de baile, Lucía se giró hacia mí con una mirada esperanzada en mis ojos.

—Adelante, las alcanzaré en un minuto—

La vi sonreír y caminar hacia donde estaba Sandra bailando como si fuera la dueña del lugar. ya tenía una fila de personas babeando por ella. era una verdadera belleza con su cabello rojo hasta la cintura, ojos verdes como el bosque y pecas adorables que la hacían parecer lo que realmente no era: dulce e inocente. Pero, En definitiva, lo que más importaba era su corazón. Tenía el corazón más grande que cualquiera podía tener y realmente lo mostraba a quienes amaba de verdad.

Extrañamente, sentí una sensación de ardor en la espalda. Giré la mirada y de repente mis ojos se encontraron con los más intensos que jamás había visto, al otro lado del club. Estaba mirando directamente, como si quisiera mirar profundamente mi alma. mi cuerpo se estremeció y fruncí el ceño, algo confundida porque nunca había tenido este tipo de sensación con nadie antes. ni siquiera con Charly. Incliné la cabeza hacia un lado cuando me di cuenta de que me parecía un poco familiar, pero era difícil de identificar con la poca iluminación del lugar.

Salí de mi trance en cuanto sentí una mano tocar mi hombro. Me giré y me encontré cara a cara con Michael, novio de Sandra. Le sonreí enormemente y la abracé.

—Me alegra mucho que hayas podido venir, Michael—

Nos separamos y él me sonrío suavemente. —¿Cómo podría perderme una celebración así? Finalmente estás consiguiendo lo que querías. Estoy orgulloso de ti, Liliana—no pude evitar emocionarme al escuchar eso, nunca había oído eso antes, excepto de Lucía, y significaba mucho.

—Gracias, Significa mucho Michael—

—Escuche lo que pasó hoy—

—Oh, Dios—

—¿Por qué no me lo dijiste, Liliana? No deberías tener que lidiar con ese imbécil— dijo con severidad, pero pude notar que en sus labios trataba de sonreír.

—Lo siento, pero ya estaba harta. y realmente quería golpearlo— dije entre risas.

Sandra se unió a nosotros corriendo y saltó sobre Michael, en ese momento Supe que era mi señal para dejarlos solos. Me giré y me encontré cara a cara con él. El señor intenso. No pude evitar jadear al darme cuenta de lo cerca que estaba. Pero una vez que lo miré, no pude apartar la vista de él. Era el hombre más guapo que había visto, con los ojos grisáceos más intensos y hermosos con una mandíbula cincelada más afilada que cualquier otra que hubiera visto antes. Me superaba en altura, calculo que algunos 1.95 demasiado alto. Mucho más alto que todos los que había conocido.

—Hola— su voz salió tan profunda que me hizo apretar las piernas. Lo cual, por supuesto, él vio y me dio una sonrisa cómplice.

—Hola— dije sin aliento inmediatamente fruncí el ceño. ¿Qué me pasa? Nunca soy así, me interesé con la barbilla en alto y le digo una dulce sonrisa educada.

—¿Te importa si te invito una bebida? No pude evitar notar que no tienes ninguna. No es aceptable que una mujer tan hermosa esté aquí sin una—, su sonrisa es perfecta.

—Tienes unos ojos hermosos—

»¡Oh, mierda. ¿Porque dije eso?«

—¡Santo cielos, Liliana!— escuché murmurar a Sandra y no pude estar más mortificada. Esos tequilas oficialmente arruinaron mi vida. realmente me tomo tres tragos para terminar emborrachándome....

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