Mi nombre es Camila y hoy celebro mis 18 años. Como es habitual cada año, mi papá me despierta con la tradicional canción de las mañanitas, a un volumen bastante alto, lo que me hace sobresaltar. En sus manos lleva un pequeño pastel decorado, que cuidadosamente ha traído hasta mi habitación.
(Camila)
—¡Felicidades, princesa! —me dice mi padre, con una amplia y cálida sonrisa. Mientras tanto, desde la puerta, puedo ver a su pareja observándome, con una expresión que refleja una mezcla de sorpresa y desagrado, incluso torciendo un poco los ojos en una actitud que no pasa desapercibida.
¡Es suficiente, Rolando! Camila ya ha cumplido 18 años, ¡esto es demasiado! exclamó Jimena mientras salía de la habitación.
Esto es para ti. Mi padre me entregó una pequeña caja adornada con un hermoso moño morado.
No debiste molestarte, papá, le dije con una sonrisa mientras abría la caja con curiosidad. Dentro, encontré un boleto de viaje a la playa.
Oh por Dios, ¿es en serio? exclamé con alegría. La emoción me invadió al darme cuenta de que podría ir al viaje de graduación. Tenía la impresión de que mi padre no me permitiría asistir con todas mis amigas, pero esta vez, podría ir sola.
¡Te amo, papá! _exclamé mientras le daba un beso en la mejilla y lo abrazaba con cariño.
Espero que este viaje no nos cause problemas, porque tú, papá, y yo también vamos a viajar a Japón, y sería deseable que esta vez no compliques las vacaciones de ninguno de nosotros _comentó Jimena, levantando su taza de café y mirándome con esos molestos ojos llenos de enojo.
¡Basta, Jimena! Déjala en paz _intervino mi padre, tratando de sacar a Jimena de mi habitación.
Tranquila, no te preocupes, no lo haré. Ustedes pueden irse sin ninguna preocupación, le respondí, visiblemente molesta mientras la miraba. Siempre era así con Jimena, ella encontraba la manera de irritarme con sus comentarios o actitudes.
No lograba comprender por qué Jimena me guardaba rencor, especialmente considerando que no pasaba tanto tiempo en casa. La mayor parte de mis días transcurrían entre la escuela y la casa de mi madre, y apenas coincidía con ella. Me parecía confuso y doloroso que alguien pudiera tener tal animadversión hacia mí sin que, aparentemente, hubiera razones para ello.
Solo le explicó a Camila que debe hacer las cosas de la manera correcta y espero que no se vea en el viaje a ese chico, porque eso no sería apropiado, comentó Jimena, dirigiendo su mirada a mi padre. En ese momento, una de las empleadas colocó frente a mí un plato repleto de verduras hervidas que, sinceramente, no me agradaban. Sin embargo, para evitar molestar a papá o tener una discusión con Jimena, decidí que me comería todo lo que había en el plato.
No te preocupes, Jimena. Miguel y yo ya hemos terminado, le respondí, mientras mis ojos se posaban en la verdura de mi plato, sumergida en un mar de recuerdos. Recordaba claramente el momento en que encontré a Miguel besándose con otra chica de la universidad. La imagen de ellos, tan felices y despreocupados, se había quedado grabada en mi mente y no podía deshacerme de ella. A pesar de que él intentó explicarse y me pidió perdón con sinceridad, ya no había nada que pudiera repararse. La relación se había roto irremediablemente. Aunque todavía lo quería y el dolor de su traición me seguía acompañando, era evidente que no podía continuar con él. Había tomado la decisión de seguir adelante, pero el peso de lo que había sucedido aún me atormentaba.
Eso es perfecto, ese chico no era el indicado para ti. Aunque lamento mucho lo que estás sintiendo en este momento, estoy seguro de que eventualmente encontrarás a alguien que realmente te merezca. Mi padre me dijo esto mientras tomaba mi mano con ternura y comprensión.
Cuando regreses de tu viaje, mi querido hijo Sebastián vendrá a trabajar en el país. Quizás él te ayude a conocer personas importantes, que realmente valgan la pena. Mira que él es un hombre excepcional: trabaja arduamente y es uno de los mejores empresarios del mundo. Jimena pronunció estas palabras con evidente orgullo, mientras yo trataba de ignorarla. Siempre hablaba de su hijo perfecto, y cada vez lo hacía, yo no podía evitar sentirme como la peor en comparación.
Voy a darme un baño y después iré a casa de Violeta para darle la buena noticia sobre el viaje, comenté mientras terminaba de comer mis verduras, esforzándome por no vomitar.
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Salí de casa como lo hacía habitualmente, acompañado por el chófer, quien me llevó a la casa de Violeta. Al llegar, me recibió con una gran sonrisa, y pude ver que su madre la acompañaba. Ambas sostenían globos de colores en las manos y había también un par de regalos que emanaban una expectativa festiva en el ambiente.
¡Feliz cumpleaños! exclamó Violeta, a lo que se sumó la voz alegre de su mamá. Esta última era una mujer de carácter muy relajado, lo que hacía que interactuar con ella fuera muy fácil y cómodo. Sentía que podía hablar con ella sin la más mínima preocupación de que pudiera regañarnos o juzgarnos por lo que decíamos. La atmósfera era de celebración y alegría.
Bueno, chicas yo las dejo iré a mi clase de yoga y no puedo llegar tarde así que diviértanse solo no beban sin control.!_ dijo su mamá subiendo a su auto deportivo rosa.
Te tengo una sorpresa.!_ dije sonriendo mirando a violeta.
Dime.!_ dijo violeta tomándome de la mano para sentarnos en una mesa pequeña en el jardín.
(violeta)
Papá, me dará ir ala playa.!_ dije con emoción.
Que felicidad, no la vamos a pasar increíble lejos de nuestros padres...ahora abre tus regalos te van a encantar y te van a servir perfecto en el viaje!_ dijo violeta feliz abrazándome.
abrí los regalos había un montón de ropa diferente ala que yo comúnmente usaba estaba realmente diminuta y ni mirara los trajes de bañó.
Está bonita Pero papá y Jimena les va a dar un infarto cuando me la vean puesta.!_ dije riendo.
Pues ni modo tu ya eres una mujer con un título universitario y tienes 18 así que ya no te pueden decir como vestir.!_ dijo violeta riendo.
Ala mañana siguiente..
Desperté muy temprano esa mañana. El día se presentaba realmente hermoso, con el sol brillando y el cielo despejado. Mientras empacaba , escuché el sonido de mi teléfono. Era mi mamá, que me llamaba para recordarme que debía empacar para ir a la playa.
—Cuídate mucho, cariño. Espero verte pronto —me dijo con su voz cariñosa, llena de calidez.
—Yo espero lo mismo, ¡te amo! —le respondí, esbozando una sonrisa mientras organizaba mis cosas y cerraba mi maleta, sintiendo la emoción de la aventura que me esperaba.
Una vez colgué la llamada con mi mamá, no pude evitar dejarme caer de nuevo sobre mi cama. Miré mi celular, sintiéndome ansiosa por lo que vendría. Decidí revisar mis redes sociales para distraerme un poco. Mientras navegaba por las publicaciones, de repente, me apareció una foto de Sebastián, el hijo de Jimena. Fue una imagen que llamó mi atención de inmediato.
Él nunca solía publicar fotos, y hacía años que no lo veía, así que me detuve a observarlo. Había cambiado tanto que apenas podía reconocerlo; lucía realmente atractivo y su cuerpo estaba más grande lleno de músculos ya no era nada de aquel chicho flaco y todos los comentarios en su foto lo dejaban claro. Como era de esperarse, la mayoría de ellos eran de chicas que suspiraban por él.
Lo que antes era un chico inteligente, ahora se había convertido en un hombre perfecto. Pensé para mis adentros, mientras torcía los ojos y seguía adelante, deslizándome por su foto, pues ambos éramos como el agua y el aceite y solamente habíamos convivido dos veces.
Vamos hija se hará tarde.!_ dijo mi padre tomando mi equipaje.
Cuando llegué al aeropuerto, mi padre se ocupó de todos los trámites y preparativos necesarios. Me despedí de él con un fuerte abrazo y con una sonrisa en el rostro, sintiendo una mezcla de emoción y un poco de nostalgia. Después de eso, me dirigí hacia la puerta del avión, donde ya me esperaban todas mis amigas. Al verlas, una oleada de alegría me invadió; no sentía miedo en absoluto, solo una gran ansiedad por la aventura que estaba a punto de vivir. Mi mente se llenaba de imágenes de la playa, con su suave arena dorada y el sonido relajante de las olas. Estaba lista para disfrutar de esta nueva experiencia con mis amigas.
Cuando llegamos, todas estábamos realmente agotadas. Así que decidimos tomar un baño para relajarnos y refrescarnos. Luego, nos repartimos en nuestras respectivas habitaciones para descansar y recuperarnos del día tan intenso que habíamos tenido.
Para cuando llegó la noche, yo todavía estaba profundamente dormida; el calor del día me había dejado agotada.
“Camila, despierta, vamos a nuestra primera fiesta en la playa,” dijo Violeta mientras sostenía en sus manos dos hermosos vestidos.
“Estoy tan cansada,” respondí mientras cerraba los ojos con fuerza, intentando ignorarla.
“¡Para nada! No permitiré que sigas sintiéndote mal por lo que te hizo Miguel. ¡Iremos, así tenga que sacarte a patadas de la cama!” exclamó Violeta con determinación.
Ve diviértete por mi.!_ dije mirándola.
Vamos, levántate, perezosa. Te vas a poner este vestido, y yo me pondré este otro. Verás que muy pronto encontrarás a otro chico y Miguel se convertirá solo en un recuerdo. Dijo Violeta sonriendo, mientras yo contemplaba el vestido, que aunque era bonito, resultaba ser bastante revelador.
Por dios esto es muy ajustado y transparente.!_ dije asustada.
No seas santurona este vestido es perfecto así que ya ve a vestirte.!_ dijo violeta.
Me dirigí a vestirme, pero no me sentía nada cómoda con la ropa que tenía. Violeta, al percatarse de mi incomodidad, decidió cambiar su vestido y me ofreció uno más largo. Sin embargo, el nuevo vestido era un poco transparente, lo que me hacía sentir aún más insegura. A pesar de ello, intenté salir de mi zona de confort y me uní a las chicas para salir. Una vez que llegamos, no podía dejar de contemplar el mar; su belleza me absorbía por completo.
vamos, cami no te quedes atrás.! Dijo violeta tomando mi mano.
Nos paseábamos entre la multitud, y los chicos nos observaban a las dos con atención. No era de extrañar, ya que la ropa que llevábamos puesta llamaba la atención desde lejos. A medida que avanzábamos, el sol comenzaba a esconderse rápidamente en el horizonte, mientras mis ojos se perdían en la multitud que nos rodeaba. La diversidad de personas a nuestro alrededor creaba un ambiente vibrante que añadía emoción a nuestra caminata.
Mientras disfrutaba de una refrescante piña colada, sintiendo el dulce sabor de la mezcla de piña y coco en mi paladar, de repente percibí una mirada sobre mí. Al instante, voltee hacia la dirección de donde provenía aquella sensación. Y, para mi asombro, ahí estaba Sebastián, observándome con esos ojos que siempre parecían llenos de desprecio. Era como si, en ese momento, cada fibra de su ser estuviera imbuida de un profundo rencor hacia mí.
Ho.! Carajo que hace ese tipo aquí.!_ dije intentando guardar la calma y no mirarlo, pues el podría arruinar mi viaje.
¿De quién hablas? preguntó Violeta, mientras miraba inquieta de un lado a otro.
Detrás de mí, el hombre musculoso y sin camisa es Sebastián, el hijo de mi madrastra Jimena. Ya me ha visto y sé que no tardará en contarle a ella lo que ocurra. Me sentí nerviosa, sobre todo porque estaba bebiendo y llevaba puesta una ropa bastante reveladora.
De verdad, ¡es Sebastián! Ha cambiado tanto que parece un modelo, ¡es guapísimo! —exclamó Violeta mientras lo miraba fijamente.
—Vaya, que tengo mala suerte, pensé que durante estas vacaciones me lo iba a pasar bien —respondí, sintiéndome decepcionada.
—¡Ay, carajo! ¡Dame tu teléfono! —dijo Violeta, mientras hacía como si estuviera tomando una foto de la escena.
—¿Para qué? ¿Qué pasa? —pregunté, sintiéndome algo nerviosa.
—Ahora tenemos pruebas para chantajearlo, ¡mira! —exclamó Violeta, pasándome el teléfono. En la foto, pude ver a Sebastián besándose con una mujer, mientras él sostenía en la mano una bebida alcohólica.
Ahora tienes, en tus manos tu boleto a pasarla increíble y demostrarle a tu madrastra que Sebastián no es el hijo perfecto_ dijo violeta mientras yo sonrei
Violeta y yo seguimos disfrutando de la noche, bebiendo y bailando. El alcohol ya había hecho efecto en nuestros cuerpos y nos sentimos realmente relajados. La música que sonaba era tan contagiosa y envolvente que, sin pensarlo dos veces, nos encontramos en el centro de la pista, moviéndonos al ritmo junto a la multitud que nos rodeaba. Era como si el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor y solo existiera el momento presente, lleno de energía y diversión.
Camil, podemos hablar, podemos arreglar las cosas y pasarla bien estás vacaciones.!_ escuché esas palabras y me quedé paralizada era Miguel.
Nosotros no tenemos nada que hablar.!_ dije con el corazón agitado era imposible no sentirme mal de tan solo verlo.
Basta Miguel lárgate o llamaré a seguridad.!_ dijo violeta molesta mirándolo mientras el se alejaba.
Yo iré al baño un momento.!_ le dije a violeta necesitaba refrescarme el rostro.
Está bien, yo iré a buscar otros tragos, dijo Violeta mientras me abría paso entre la multitud. Me dirigí hacia el baño y, al llegar, empecé a mojarme un poco el rostro con agua fresca. Me miré en el espejo, tratando de recomponerme. Volví a pensar en Miguel y, aunque lo intentaba, el dolor en mi pecho se hacía más intenso. No sabía si lo que sentía aún era amor o si estaba más cerca del desprecio. Era evidente que no podía soportar tenerlo tan cerca sin que el recuerdo de lo que me había hecho me causara sufrimiento. La confusión y el dolor se entrelazaban en mi mente, dejando un vacío que no sabía cómo llenar.
Cuando finalmente salí del baño, allí estaba Miguel, quien me tomó del brazo con fuerza para evitar que me alejara.
—¡Basta! —le dije con molestia—. Suéltame, Miguel. Te he dejado claro que tú y yo no tenemos nada de qué hablar.
Lo miré fijamente, dejando escapar toda mi frustración.
—Sabes muy bien que eso solo fue un error. Tú estabas completamente concentrada en tus estudios y llevaba días sin verte. Esa chica me coqueteó toda la noche y nos besamos, eso fue todo lo que sucedió —replicó Miguel, lo que me irritó aún más.
—¡Solo no me viste durante dos días y te sentiste con la libertad de engañarme Y no nada más fueron un besos te acostaste con ella !De verdad, eres un cínico. ¡Suéltame! —le grité, sintiendo que mi indignación crecía por momentos mientras Miguel intentaba abrazarme ala fuerza.
No prestaste atención a lo que dijo la señorita: ¡no la toques! Escuché esa voz profunda y varonil, y al instante me di cuenta de que allí estaba Sebastián. Pensé que su voz había cambiado, distrayendo me un segundo.
Por favor, amigo, no te involucres, vete y no me hagas enojar, dijo Miguel, mientras me sostenía con firmeza y no me soltaba.
En ese instante, todo sucedió de manera abrupta. Sebastián se acercó rápidamente, agarró a Miguel de la camisa y lo empujó contra la pared, mientras que, al mismo tiempo, me soltó.
¡No la toques! exclamó Sebastián mientras Miguel se alejaba, visiblemente molesto y tratando de distanciarse de él.
No debiste haberte entrometido, le reproché a Sebastián, consciente de que él aprovecharía la situación en mi contra. Sabía que, ante nuestros padres, él se presentaría como el héroe de la historia, mientras yo quedaría en una posición desfavorable.
Él me miró intensamente, y realmente me di cuenta de que era bastante más alto que yo. Su figura parecía envolverme por completo, y sus ojos de un azul profundo le otorgaban un aire de perfección que contrastaba maravillosamente con su rostro de rasgos marcados y afilados.
¿Se dice gracias, niña? Ahora, ¿puedes explicarme qué haces aquí y por qué estás bebiendo alcohol sin control?, me reprochó Sebastián con un tono de desaprobación, mientras yo sentía que mi enojo aumentaba aún más.
No te entrometas en mi vida, no tengo ninguna intención de ofrecerte explicaciones, y si te atreves a decirle algo a tu mamá, me aseguraré de que ellos descubran quién eres realmente, le respondí con irritación.
Me parece muy bien, pero lo único que te pido es que te mantengas alejada de mí y evites hacer el ridículo, me contestó Sebastián, mirándome con su habitual expresión de desprecio.
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(En palabras de Sebastián...)
Esa es Camila, !ho carajo!hermano está buenísima, que si ella lo quiere me vuelvo su esclavo.!_ dijo uno de los mejores amigos de Sebastián, mientras él se enojaba por escuchar de la boca de su amigo lo que él pensaba.
Basta cállate ella es como mi hermana.!_ dijo Sebastián molesto.
Mire a Camila, la reconocí al verla reír; esos hoyuelos en sus mejillas que se formaban cuando ella reía eran inconfundibles. Al tenerla cerca, había olvidado su mirada profunda y su cuerpo había cambiado demasiado; estaba realmente sexy. Sus senos habían crecido y sus nalgas eran grandes y redondas, y ni hablar de su rostro: parecía un ángel,
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