En Tus Brazos, Llega La Calma...
01: Condenado al dolor.
Si me hubieran pedido describir mi vida en cuatro palabras, serían esas.
Fui vendido a un burdel en los suburbios cuando tenía 12 años.
Mis padres tenían deudas que pagar... y un adolescente con mis características le resultaba una oferta muy atractiva al establecimiento.
Además, que, la deuda de mis padres bajaría un 10%
No era mucho, pero entre eso y quedarse con el estorbo que era su hijo, claro que escogieron la segunda opción.
Recuerdo la primera vez que pise ese frío lugar, el aroma a alcohol y a diversas fragancias que no podía distinguir me quemaban la nariz.
Me pusieron a trabajar de inmediato cuando llegué. Tenía tanto miedo... jamás había hecho algo como eso y mi cuerpo no resistió.
El cliente levantó una queja y ese día pensé que moriría por la paliza que me dieron.
Que mi vida se convertiría en un completo infierno.
Mi cuerpo temblaba mientras me sostenía de las sábanas desarregladas de la cama. El hombre encima de mí embestía con dureza, sin importarle cuanto me lastimaba.
Mis ojos ya estaban cansados de llorar, había aprendido a quedarme callado y tragarme el asco y la repulsión que sentía.
Mis padres seguían vivos, al igual que su deuda... que yo me encargaba de pagar.
Ellos pedían dinero... y yo debía recuperarlo con mi cuerpo.
El hombre encima de mí era un cliente frecuente, especialmente agresivo y sádico que siempre pagaba grandes cantidades de dinero por tenerme a mí. Solamente a mí.
De ese dinero yo no veía un centavo, todo se iba a pagar la deuda que mis padres tenían... cada vez en aumento.
Cuando ese hombre por fin terminó, mi cuerpo se desvaneció en el piso. Era tan desconsiderado que ni siquiera se molestaba en hacerlo en la cama.
Me miró desde arriba mientras subía sus pantalones y se abrochaba el cinturón.
Masashi
Eso estuvo fantástico...
Tomó una botella de vino en la mesa de la habitación, se sirvió una copa y el resto del contenido lo vació sobre mí.
Me dio una patada con la punta de su zapato, me cubrí el rostro.
Masashi
Levantaré una queja por lo que acabas de hacer.
Michio
¿¡Qué!? ¡No, espera!
Volvió a golpearme, está vez en el rostro. Mi cuerpo temblando del dolor.
Masashi
Hoy eres muy insolente.
Me tomó del mentón para después dejarme caer nuevamente al suelo.
Me dio la espalda, abrió la puerta de la habitación y entregó un fajo de billetes a la persona fuera del cuarto. La cual dejó entrar a otro hombre apenas el Señor Masashi salió de la habitación.
Todo empezaba de nuevo, el dolor, la humillación, el sometimiento. Una y otra vez mientras yo trataba de aguantar...
Yasu
¿Un prostíbulo? ¿En serio?
Jun
Vamos... no seas tan aburrido.
Jun
Te divertirás, créeme.
Yasu
Huele a barato, sácame de aquí.
Jun rodeó mis hombros con sus brazos y me obligó a entrar al lugar. El fuerte olor a afrodisíaco y perfume barato matando mi sentido del olfato.
Nos sentamos en unos sillones acolchonados, cerca de escenario donde bailaban jóvenes desnudos.
Jun parecía divertido, todo mientras tomaba un sorbo de whiskey.
Mi cabeza estaba apoyada en la cama, mi respiración entrecortada mientras la puerta de la habitación se abría nuevamente.
Para mi sorpresa, no era otro cliente. Sí no alguien a quien... parecía que realmente le importaba.
Yori
Oh Dios mío... ¿Estás bien? ¿Puedes levantarte?
Michio
No... me duele demasiado la cadera .
Michio
Cinco... o tal vez seis. No lo sé.
Yori era una de las pocas y casi inexistentes personas que se preocupaban por mí.
Era unos años mayor que yo y llevaba más tiempo ahí. Él trataba de cuidar de mí, ganándose castigos y reprimendas que muchas veces terminaban con él en el hospital.
Yori
¿¡Qué diablos te sucede Frank!? ¡No puedes exigirlo a trabajar así!
Él le gritaba al dueño del lugar, quien esperaba paciente fuera de la habitación a que otro cliente llegara para cobrar por "mis servicios."
Frank
¿Quién te crees que eres para decirme lo que debo hacer?
Frank
Los clientes lo buscan por montones. Si su cuerpo no puede soportarlo no es mi maldito problema.
Yori
¡Déjalo descansar al menos un poco!
Yori
¡Lleva 3 días sin comer bien, por favor!
Yori
¡Ten algo de humanidad!
Frank
¿Ahora quieres chantajearme?
Frank
Bien, pero el dinero que se pierda en su descanso.
Frank
Tú lo pagarás al doble de tu salario.
Yori
Calma... No tengo problema en hacerlo.
Yori
Ahora, ven conmigo. Necesitas una botella de agua.
Yori me ayudó a levantarme del suelo, mis piernas se tambaleaban.
Me llevó al cuarto de servicio, empezó a vendar las heridas de mi cuerpo con delicadeza mientras me daba agua y un poco de pan para comer.
Yori
Estás ardiendo en fiebre...
Yori
Vete a casa, te cubriré todo el turno que queda de hoy.
Michio
¡Sí lo haces no saldrás de aquí hasta la mañana!
Michio
¡Vas a acabar muy mal! ¡Por favor piensa en ti!
Yori
En el que pienso, es en ti.
Yori
No me importa salir de aquí hasta mañana si puedo evitarte esto a ti.
Michio
Siempre estás sacrificándote por mí...
Michio
¡Esta vez no lo permitiré!
Me levanté de la silla en la que estaba, el dolor punzante en mi cadera.
Caminé hasta Frank, sus ojos negros fijos en los míos mientras daba una calada a su cigarrillo.
Michio
Dame otro cliente, ya puedo regresar a trabajar.
Michio
No descuentes el tiempo a Yori de su sueldo.
Michio
Lo pagaré, saldré de aquí al amanecer.
Frank
¡JA! Dios... de verdad ustedes dos son patéticos.
Frank
Pero, si eso quieres está bien.
Yori negó con la cabeza, intentó correr hacia mí mientras lanzaba maldiciones al aire.
Frank lo miró y chasqueo los dedos, un hombre lo jaló de la cintura mientras lo sujetaba contra su pecho.
Frank
Cierra la boca, Yori.
Frank
Tú también tienes trabajo que hacer.
02: ¿Destino a casualidad?
Michio
Deja de decir estupideces y hazlo rápido, o subo el precio.
¿Cómo fue que llegamos a esto?
Yasu
¿Acaso, tan poco te importa tú propio cuerpo?
Yasu
Hace un rato estabas a punto de desmayarte.
Michio
¿Por qué prestas tanta atención a eso?
Michio
No estamos aquí para una charla.
Habían llevado a Yori a un cuarto, lejos de mí.
Frank me llevó a la sección de bar y me dijo que hoy debería atender a dos clientes.
Dijo que eran hombres importantes y que más me valía hacer un buen trabajo o ya se las pagaría.
Estaban sentados en uno de los sofás cerca del escenario. Se veían elegantes, con trajes formales y el cabello perfectamente peinado.
Tenían buen rostro, buen cuerpo.
Se veían casi completamente iguales a excepción de algunos rasgos diferentes en sus rostros y gestos.
El primero estaba vestido con una camisa de botones qué se veía bastante costosa, o al menos más que mi salario.
La camisa estaba medio abierta dejando ver solo un poco de su pecho, su cara pálida y cincelada como si fuera una escultura de porcelana.
Mantenía una expresión divertida mientras tomaba whiskey de un vaso de vidrio, parecía completamente cómodo viendo a todos los chicos a su alrededor.
En cambio, el otro hombre...
Mantenía una expresión estoica mientras fumaba. Su rostro en perfecta simetría con la marca de su mandíbula acentuando lo atractivo que era.
Tenía el cabello igualmente peinado hacia atrás, con un par de mechones rebeldes qué insistían en irse adelante. Un reloj adornaba su mano izquierda, con la que sostenía el cigarro.
Vestía un traje color beige perfectamente almidonado, la corbata ajustada a si cuello y la camisa camisa blanca sin una sola arruga pegada a su pecho.
Tenía una pierna cruzada sobre su rodilla y zapatos de charol color marrón claro.
Se veía joven pero se vestía como viejo.
O tal vez pensaba así por mí propia vestimenta.
Una ombliguera, shorts de tiro bajo bastante cortos, medias de red en mis piernas y botas de tacón alto que lastimaban los pies.
Frank me jaló del brazo, dirigiéndose a la mesa donde estaban aquellos dos hombres.
Frank
Es un placer tenerlos aquí, ¿puedo ofrecerles algo más de bebe?
Frank
¿O gustarían probar algo más?
Frank me señaló y jaló mi cintura para atraerme hacia él.
Odiaba su toque, sus manos tan ásperas como una pared rugosa.
Frank
Este chico es una de nuestras mejores mercancías.
Miré a ambos hombres he hice una pequeña reverencia en señal de respeto, no sabía si la merecían, pero había aprendido que era mejor no cuestionar y solo hacerlo.
Uno de ellos se levantó, caminó hacía mi y me tomó del mentón.
Jun
¿Cuál es tu nombre, dulzura?
Él sonrió, acarició mis labios con su pulgar y miró al otro hombre.
Yori
¡Me estás lastimando!
El hombre tomó su cinturón del suelo y me cubrió la boca con él para que dejara de gritar.
¿Cuándo caí tan bajo como para tener que hacer esto con tal de ganar un poco de dinero?
Tengo 3 trabajos además de éste.
Una madre en el hospital.
Unos abuelos indiferentes a la situación.
Y una niñera con una tarifa por cobrar.
A pesar de todo... sé que hay personas que la tienen peor que yo.
Como Michio, él no merece todo lo que ha pasado en su vida.
Hago el intento de protegerlo lo mejor que puedo, sin embargo, parece que mis intentos siempre terminan siendo en vano.
Y yo acabo siempre en la misma situación.
Mi cuerpo cayó rendido en la cama mientras un fajo de billetes me golpeaba la cara.
Yori
Es menos de lo acordado.
—
No te mereces ese dinero.
Yori
¿¡De qué m***** estás hablando!?
Yori
¡Lo hicimos más tiempo de lo normal!
Yori
¡No puedes hacer esto!
Me golpeó de nuevo, partió mi labio.
—
Deberías agradecer lo que te estoy dando...
—
Después de todo hoy no dejaste de hacerte el difícil.
Me caí de la cama, mi mejilla magullada mientras ese hombre me jalaba del cabello.
—
¿Sabes qué? ¡No te mereces un centavo de mi dinero!
Yori
¡No puedes hacer eso!
Traté de levantarme mientras él recogía los billetes y los guardaba nuevamente en su saco.
No puede mantenerme erguido más de tres segundos.
Se giró para verme y me escupió en la cara antes de darme una patada en el estómago.
Se dio la vuelta dejándome tirado en el suelo, caminó hasta la puerta de la habitación y la abrió.
—
¡Educa bien a tu p**** Frank!
Frank lo vio salir y me miró con molestia.
Frank
¿Ahora que diablos hiciste?
Frank
Tienes cuotas atrasadas este mes.
Yori
¿¡Te parece que no lo sé!?
Yori
¡Estoy trabajando el doble de lo que me corresponde!
Frank caminó hasta mi, el sonido de sus zapatos resonando en el suelo de madera oxidado de la habitación.
Yori
Te lo pagaré, en serio...
Frank
Creo que ya te he dado bastante.
Se arrodilló frente a mí, expulsó el humo de su cigarro directamente en mi cara haciéndome toser.
Frank
¿Crees que esto es un juego?
Frank
¿Crees que puedes venir a hacer lo que quieras?
Frank
Cierra la boca. El sonido de tu voz me tiene harto...
Frank
¿Sabes? ¡Tal vez debería echarte de aquí de una buena vez!
Lo miré desde abajo con ojos suplicantes, aferrando mis manos al dobladillo de su pantalón.
No me alcanzaba para un quinto con los otros 3 trabajos que tenía. Todo se iba a las facturas del hospital.
Mi hermana también debía comer...
Además, si yo me iba... ¿Qué sucedería con Michio?
Se quedaría completamente solo en este maldito lugar...
No podía dejarlo solo aquí.
Yori
Frank... por favor...
Yori
Te lo pagaré todo esta noche... lo prometo.
Frank
¿Cómo puedes pensar siquiera en...
Paró de hablar abruptamente, una sonría torcida formándose en su cara.
Frank
Creo que sí hay un modo en el que puedes pagármelo.
Me encontraba sentado en medio de los dos hombres, uno de ellos con sus manos dentro de mi camiseta mientras el otro fumaba cigarro tras cigarro.
Jun
Wow... realmente eres lindo.
Jun
Tu cuerpo es bastante suave al tacto.
Él bajaba sus manos hasta mi cadera y mis piernas, apretando la piel de allí con rudeza.
Se acercó a mi oído mientras me pegaba a su pecho.
Jun
Tus reacciones también son muy lindas...
Jun
Puedo ver que lo estás disfrutando...
No podía evitar sonrojarme mientras él empezaba a meter su mano entre mis piernas.
Jun
Oye, Yasu. ¿No quieres probarlo?
Jun
Es de los que te gustan.
El hombre se giró, escaneando mi cuerpo y rostro con la mirada antes de girar la cabeza lejos.
Yasu
No me gustan las p***** baratas.
Mis ojos se abrieron de par en par.
¿Qué era lo que ese idiota había dicho?
¿De verdad está pensando que hago esto por gusto?
Ya verá... nunca dejaría que las cosas se queden así.
Jun
Hey, ¿A dónde crees que vas?
Me separé del hombre que sostenía y me incliné sobre el sofá, gateando hasta llegar al regazo de aquel hombre que me había insultado en la cara.
Michio
Podré ser una p****...
Dije mientras mis manos se aferraba a sus hombros y bajaba mi cadera para sentarme sobre él.
Michio
Pero jamás, una barata.
Tomé su rostro con las manos y uní mis labios con los suyos en un beso hambriento.
Sin dejarle ni siquiera un momento para responder.
03: El rostro de la rareza.
Yasu
Quítate de encima mío.
Michio
Vamos... no seas aburrido.
Mis caderas dibujaban círculos sobre su entrepierna mientras me sostenía de sus hombros.
El tipo me miró sin alguna expresión, sus ojos carentes de sentimiento mientras apretaba mi cadera y me bajaba de su regazo a la fuerza.
Jun
Déjalo dulzura, es un amargado.
Jun
Anda ven aquí, ven conmigo.
Lo miré de reojo, sus piernas ligeramente separadas y sus brazos abiertos invitándome a entrar.
Se veía un cliente con mucho dinero pero...
Ese hombre en verdad me había hecho enojar.
Mis ojos volvieron a encontrarse con los de él, sus pupilas color marrón. Carentes de vida, parecía una expresión esculpida.
Con la razón abandonando mi mente y mi cuerpo reaccionando a sus malditas palabras. Me abalancé con fuerza sobre él, capturando sus gruesos labios en un beso.
Mis labios pegados a los suyos.
Sujetó mi cuello para que me apartara de él.
Esto jamás me había pasado.
¿Por qué era tan diferente?
Yasu
¡Te dije que te apartaras de mí!
Su expresión estoica había cambiado, ahora si se veía molesto.
Jun
En verdad eres un tarado.
Jun
Tienes a esta belleza lanzándose sobre ti...
Jun
¿Y de verdad no vas a hacer nada?
Yasu
Si tanto lo quieres tú, te lo regalo.
Jun
No, tu amargura me mató las ganas.
Jun
Iré a ver que encuentro en la barra.
Jun se levantó de la mesa, dando a su hermano y al chico sobre sus piernas una última mirada con una sonrisa traviesa.
Me guiño el ojo y se dio media vuelta, yendo hacia la barra de bebidas.
Michio
¿Ya me puedes soltar el cuello?
Él me soltó lentamente, la marca de su mano adornando mi cuello.
Michio
¿Por qué te disculpas?
Sus ojos bajaron hasta mi cuello.
Michio
Pensé que lo habías hecho a propósito.
Michio
Pero... supongo que no importa de todos modos.
Me miró fríamente y sacó otro cigarro de la cajetilla para empezar a fumarlo.
Michio
¿Y dejar a medio terminar mi trabajo?
Yasu
Aquí no hay nada que hacer.
Una media y amarga sonrisa invadió mi rostro, realmente este tipo me hacía enojar.
No sabía como, pero le arrancaría esa expresión de indiferencia del rostro a como diera lugar.
Había conseguido convencerlo después de charlar un rato.
Ahora nos dirigíamos a un cuarto privado.
Sinceramente, no lo veía muy convencido. Pero prometió darme un buen fajo de billetes si me callaba de una vez e hiciera lo que tenía que hacer.
¿Cómo podría rechazar una oferta como esa?
Caminando por las habitaciones buscando una que estuviera abierta. Los sonidos de las demás se escuchaban perfectamente tras las puertas.
A él parecía no gustarle por las muecas de asco que hacía.
Realmente no terminaba de entender...
¿Sí le daba tanto asco que hacía aquí?
Estaba a punto de preguntarle, hasta que mis oídos captaron algo que hubiera preferido nunca escuchar.
Gritos de una voz familiar...
Provenientes de una habitación hasta el fondo del pasillo.
Yori
¡A- AH! ¡ME ESTOY DESAGARRANDO!... ¡EN VERDAD!
Mi cara palideció. La voz suplicante y rota de Yori tras la puerta de aquella habitación.
Su voz me trajo devuelta a la realidad.
No podía hacer nada por él.
Mi cuerpo empezó a temblar y mis manos se apretaron a cada lado de mis piernas, me mordí el labio con fuerza para poder responder.
No llevaba la cuenta de cuantas veces lo habíamos hecho ya.
Frank estaba sentado en una silla cercana, viendo todo el "espectáculo" cómodamente desde ese lugar.
Yori
P- por favor... solo necesito... necesito agua...
Mi cuerpo estaba inmovilizado contra la cama, las esposas baratas maltratando la piel de mis muñecas.
Frank se levantó de su silla, se acercó hasta mi y levantó mi mentón.
Vaciando la copa de whiskey que tenía sobre mi cara.
Frank
Cierra la boca y aguanta.
Respiré entrecortado mientras sentía las embestidas salvajes de tres hombres nuevamente dentro de mí.
Frank me veía, sus ojos con ese toque de malicia.
Yori
Eres un desgraciado...
Él sonrió, la cámara en su mano apuntando directamente hacia mí. Grabando cada maldito segundo de la humillación qué me estaba haciendo pasar.
Frank
Y yo que creía que querías pagar tus deudas...
No le respondí, el dolor era tan intenso que me obligaba a morder con fuerza cualquier cosa que me encontrara.
Frank
De verdad eres patético... una rata más en la alcantarilla.
Las lágrimas caían desde mis ojos, la sangre corría de entre mis piernas y él lo disfrutaba.
Frank
¿Con tan ya poco estás sangrando?
Frank
Pero si solo son tres...
Frank
¿Así como esperas soportar a los demás?
La puerta se abrió repentinamente, las figuras de al menos unos cinco hombres detrás de ésta.
Frank
¿Qué quieres que esperé?
Frank
Un buen día de estos haré que te cosan la boca.
Yori
¡ESTO NO ERA PARTE DEL TRATO!
Frank soltó una risa que me estremeció hasta el alma.
Yori
En serio… Te lo ruego.
Frank
Mm, realmente no quiero parar.
Frank ladeó la cabeza, invitando a los otros hombres a pasar mientras volvía a fumar.
Me rodearon, me tiraron al suelo y uno de ellos pisó mi cabeza con su pie.
Frank volvió a acercarse, arrodillándose frente a mí.
Una cinta gris gruesa descansaba en su mano.
Sentí la textura poco después cubriendo mi boca.
Encontramos una habitación un poco después.
En cuanto la abrimos el olor fuerte a perfume me golpeó en la cara como un bate de béisbol.
Me tambaleé al entrar e intenté sostenerme de la pared.
Las manos de aquel hombre me sostuvieron de caer.
Yasu
Pensé que te ibas a caer.
Me sentí raro. Nadie jamás se había molestado en atraparme cuando estaba al borde de desmayarme.
Supongo que... fue algo muy humano de su parte.
Me aparté rápidamente de él y cerré la puerta de la habitación con fuerza.
De inmediato lo acorralé contra una pared, empezó a besarlo con fiereza y sus manos viajaron a mi cadera.
Poco a poco me fui quitando la ropa, la ombliguera fue lo primero en caer al suelo.
Me sorprendía que hasta ese momento no me hubiera tocado, así que decidí poner sus manos sobre mí pecho.
Cuando nos sepáramos del beso, sentí como sus labios empezaron a besar mi cuello.
Usualmente los clientes solían morderme con mucha fuerza, pero él no lo hacía.
Me besaba con delicadeza, como si realmente me quisiera.
Sus grandes manos recorrieron mi cuerpo. Eran muy ásperas, pero no como las de Frank.
Eran cálidas... recorriendo mi cuerpo con cuidado.
Hasta que se detuvo abruptamente.
Yasu
¿Por qué tienes tantos golpes en el pecho?
Download MangaToon APP on App Store and Google Play