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Eldritch Ashbourne, era el primer y único hijo varón del archiduque Ashbourne, esto debido a que, el archiduque nunca más pudo tener más hijos, por qué, siendo un hombre libertino, sedujo a una bella mujer a la cual le prometió riquezas y un estatus, pero cuando obtuvo de ella lo que deseaba, la abandonó a su suerte. Lo que no imaginaba, era que, esta mujer era bastante peligrosa, era, de las pocas brujas que nacían en ese mundo y furiosa porque se había burlado de ella, lanzó una maldición al archiduque y su descendencia, jurando que, ese único hijo, sería el último de su rama familiar.
Y si, esto se cumplió, porque, el duque nunca mas pudo tocar a su esposa o a otra mujer, porque al hacerlo, el cuerpo de estas comenzaba a marchitarse como si su piel se secará al igual que una flor marchita, y esa misma maldición despertaría en su hijo, Eldritch, cuando este alcanzará la pubertad. La archiduquesa se lamentaba por el triste destino de su hijo, todo por culpa de un hombre que no podía mantener sus pantalones en su lugar, así que, poco a poco la archiduquesa se alejo de su esposo y se dedico a cuidar de su hijo, hasta que este fue alcanzado por la maldición.
Con el tiempo, Eldritch aprendió a vivir con su maldición, siempre llevaba guantes para evitar un accidente y afortunadamente la maldición solo hacía efecto si llegaba a tocar directamente a una mujer. Pero, su padre, no soporto vivir de esa manera, por lo que cuando Eldritch tenía 17 años, este se quito la vida, quedando el joven como el nuevo Archiduque.
Eldritch era un joven disciplinado e inteligente, por lo que no le costo llevar las riendas de su familia, y se convirtió también en el guerrero de confianza del rey, tanto que este le encargo ser el maestro de espadas del príncipe heredero, quien tenía una edad similar a la suya y, gracias a su desempeño, cuando la santa llego al templo, ambos fueron convocados para volverse las escoltas de la santa, una bella joven que cautivaba a todos por su belleza y dulzura.
Eldritch se enamoro de ella, no solo porque era una joven amable, si no, porque ella con su don divino, no era afectada por la maldición de él. Lamentablemente para Eldritch, la santa se enamoro de Elias, el príncipe heredero, y Eldritch se sintió herido ante esto, al punto de romper la amistad que se había forjado entre Elias y él.
Eldritch no quería rendirse, no pensaba dejar en manos de Elias a la única mujer que era capaz de estar en contacto con él sin que sufriera por la maldición. Pero su insistencia, solo alejo a la santa de su lado, quien le hizo saber que su corazón le pertenecía a Elias. Esto, solo causo que el corazón de Eldritch se llenará de celos y oscuridad, corrompiendo su alma, esto, debido a la maldición que se hacía más fuerte en él con los pensamientos negativos, y fue así como Eldritch, decidió luchar contra Elias por el trono, pensando que si él tomaba el puesto de rey, la santa lo elegiría, pero, estaba completamente equivocado y durante su rebelión, Elias con ayuda de la santa, lucharon contra el poderoso Eldritch y sus aliados, aquellos que deseaban el poder y detestaban al príncipe heredero.
La batalla fue dura, Eldritch siempre preguntando a la santa el porque no podía elegirlo, si él estaba dispuesto a darle todo, pero, la santa le dijo, que no deseaba nada material, solo quería ser amada con sinceridad.
"Tú, Eldritch, no me amas, solo estas obsesionado porque soy la única mujer que no perece con tu maldición, soy la única mujer a la que has podido tomar de las manos sin que se marchite..." explico la santa.
Y en su último batalla, fue la espada de Elias bendecida por la santa la cual le dio muerte a Eldritch cuando atravesó su corazón. Elias y la santa, fueron vistos como los héroes del reino, por lo que, tanto el rey como el templo, aceptaron su unión como una señal de los dioses de que, su reinado sería justo y sabio. Y así, la pareja tuvo su final feliz.
Ahora, ahí estaba ante el espejo, un joven confundido, viendo su reflejo, aquellas facciones perfectas, ojos azules con una mirada profunda, cabello azabache como la misma noche y un cuerpo tallado por los mismos dioses, esa, sería la descripción de su aspecto, el cual se supone no era así, claro, era atractivo, por el algo fue el emperador más deseado de sus tiempos, pero ahora, ¿quien era?, ¿donde estaba?
Tras verse al espejo, abrió las cortinas de la habitación y la luz entro de inmediato, solo para que ante él, se viera un hermoso jardín, con el bullicio de las personas que iban y venían, mientras más allá del muro protector, se veían extraños objetos moverse por la calle.
¿En que lugar estaba?, ¿como había llegado ahí?, ¿por qué su aspecto era totalmente diferente? Y entonces, todo tuvo respuesta, un dolor de cabeza le hizo caer al piso, mientras su vida anterior de emperador se reproducía en su cabeza y daba paso a los recuerdos de ese cuerpo, cuyo dueño fue, Eldritch Ashbourne, el archiduque maldito y justo ahora, estaba en las primeros días de conocer a la tan afamada santa del templo, aquella santa que se volvería la razón de su locura y su lamentable final.
—así es eso...— se soba la sien mientras se pone de pie y pasa a sentarse en la orilla de la cama.— una maldición y un triangulo amoroso...que porquería.— chasquea la lengua.— yo, el poderoso emperador de Althea, atrapado en el cuerpo de un mocoso...
Era lo peor que le podría haber pasado, después de una vida de batallas y glorias, ahora debe empezar de nuevo con una nueva vida, una en la que ni siquiera podrá disfrutar de los placeres carnales, ¿que clase de castigo esta pagando?, si no fue tan malo en su vida pasada...bueno, si, lo fue, pero tuvo sus razones.
—buen día mi señor, ya es hora de despertar...se...— una joven vestida de doncella había abierto la puerta de forma repentina, aunque era la primera vez que llegaba antes de que su señor se despierta.— ¡señoraaaaa!, el señor esta enfermoooo.
La joven doncella salió corriendo de la habitación y minutos después un hombre mayor vestido de blanco y una mujer elegante entraron a la habitación observando al azabache con preocupación.
—hijo mío, ¿es acaso la maldición que te roba la vida?— se pregunta con desesperación.
—tranquila señora, debe de haber una explicación, la maldición no funciona así.— trata de calmarla el anciano.
—¿es que acaso no conocen el respeto?, ¿quien les ha dado el permiso de entrar a mis aposentos?— pregunta con enojo el azabache.
Los tres se miran entre si, extrañados por la pregunta del chico.
—¿aposentos?, ese lenguaje no se usa desde mi bisabuela.— comenta la mujer mayor.— Eldritch, hijo mío, ¿estas bien?
Eldritch se quedo en silencio, observando mejor a las personas ante él; el anciano, era el médico familiar, la joven con vestido de doncella, era la doncella leal de la mujer mayor, quien es la madre, del cuerpo que ahora posee.
—estoy bien madre, solo, me desperté un poco desorientado.— se excusa.— ahora, ¿pueden dejarme solo?, quiero cambiarme.
—por supuesto hijo, cuando estés listo, baja a desayunar.— responde la mujer.
Ella y sus acompañantes se retiran de la habitación, mientras que Eldritch se lleva las manos al rostro, dejando escapar un pesado suspiro. Esa nueva vida que ahora tenía, seguramente le causará muchos problemas.
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Villanas, bienvenidas a esta nueva historia, y como dije en la novela anterior, esta es una nueva historia ligada a la saga de nuestra emperatriz venenosa, Maxine y como pueden ver, el que reencarna en un hombre. Por ahora, solo subí este capítulo, porque tengo mucho trabajo, espero poder subirles 2 más, mañana.
Para quienes aun no leen la saga Maxine, les dejo el orden de las historias y para quienes la quieren leer de nuevo, adelante.
La Villana y el emperador.
La Villana y el príncipe.
La bruja y el lobo.
El renacer de la princesa demonio.
El demonio y la villana.
Villana, sé mi salvación.
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La gloria de la familia Chevalier ha prevalecido por siglos, quien escuche este apellido, sabe que es signo de respeto y miedo, nadie se mete con esa familia, mucho menos va en contra de su imperio.
Los años pasaban y ellos permanecian en la cima, hoy en día, en una nueva era, donde la tecnología y la magia se combinaban, esta familia seguía vigente, aun con la modernidad, no se vieron desplazados y el imperio Trois Blanc, seguía siendo el mas poderoso del mundo, seguido de aquellos en donde un descendiente Chevalier gobernaba, y aunque era una nueva modernidad, el mundo se sigue gobernando por los reyes y emperadores, la nobleza sigue en la cúspide, pero, los plebeyos ahora tienen una mejor vida, aunque claro, hay excepciones como en cualquier otro mundo, nada es perfecto.
Saphire, es un pequeño reino en los territorios del imperio Trois Blanc, sus anteriores reyes fueron buenos gobernantes, y el actual no era diferente, hacía su trabajo como es debido, pues lo que menos desean, es tener problemas con la familia imperial Chevalier. Y es aquí, donde el territorio Ashbourne, reside.
—su majestad se comunico conmigo, la princesa Chevalier vendrá al reino a una inspección y su majestad quiere que le demos alojamiento.— comenta la archiduquesa durante la cena.
Eldritch levanta la vista, ¿Chevalier?, se le hace conocido ese apellido.
—¿y por qué no se queda en el palacio?, su visita se relaciona con su majestad, ¿no?— pregunta Eldritch.
— por supuesto, pero, su majestad dice que la mansión es un lugar más acogedor y tranquilo para su estadía.— responde la madre del archiduque.
—de acuerdo, que preparen todo para su llegada, es probable que yo no este cuando eso pase.—
—¿otra vez debes escoltar a la santa?, debería su majestad poner a otros para ese trabajo, tú tienes mas deberes que hacer que solo ser el guía de esa señorita.— expresa la archiduquesa enojada. Le molesta que su hijo sea puesto como escolta de esa chica.
—no, estaré en el despacho, como usted ha dicho, tengo demasiados pendientes que se deben atender con urgencia, el príncipe puede encargarse de la santa.— responde con calma.
Su madre y la doncella, se miran entre si, porque, si, era muy extraño que Eldritch no quiera ir corriendo a escoltar a la santa, ya que últimamente había estado entusiasmado con ella desde que supo que gracias a su poder divino, ella no salía afectada por su maldición y aseguraba que probablemente ella era la mujer destinada a ser su salvación.
Eldritch terminó su desayuno y se retiro del comedor para ir directamente al estudio, una pila de documentos lo esperaba, vaya que el verdadero dueño del cuerpo, había descuidado sus deberes solo por esa santa.
—un hombre no debe dejar su trabajo solo por una mujer...— se dijo así mismo.— eras patético, mendigando cariño.
Se sentó en su escritorio y procedió a revisar documentos, uno por uno, los leía con detenimiento y si era considerable firmar, lo hacía y cuando no, los dejaba en la pila de los rechazados. Todo ese trabajo era tan fácil, ya que como emperador en su vida pasada, se encargaba de esa clase de trabajos. Al terminar, busco libros para entender un poco más de ese mundo, ya que habían cosas que el desconocía, como el objeto en su escritorio que no dejaba de timbrar cada cinco minutos, teléfono al parecer se llama y al leer sobre este objeto, lo primero que hizo fue descolgarlo, para que no sonara de nuevo, que lo estaba poniendo de los nervios.
Minutos después, una doncella toco y al recibir el permiso para pasar, le entrego un pequeño objeto, este, parecía una especie de pulsera de cuero, con cristal blanco y plano en una parte, al tocar ese cristal, una luz amplia se hizo presente y de ella se vio una imagen, era un chico castaño de ojos azules, quien fruncia el ceño.
—oye, llevo horas llamándote, ¿donde estas?, se supone que hoy llevaríamos a la santa a una excursión.— hablo el chico ya molesto.
Eldritch estaba pasmado ante aquella imagen que hablaba y se movía, pero, presionó de nuevo el cristal y la conexión se corto, así que solo tiro ese objeto en un cajón y le puso llave. ¿Que clase de brujería era eso?, tendrá que hacérselo saber a su madre.
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Más tarde, tras acabar su trabajo, busco otros libros, aquel objeto, era un comunicador, este servía para hablar y poder ver a la persona a distancia, en verdad era impresionante lo que se había logrado a lo largo de los años, también supo que el objeto que sonaba a cada rato, era un teléfono, ese solo era para hablar, pero el simple hecho de que sea a larga distancia ya era impresionante para Eldritch.
Los días pasaban y Eldritch buscaba más información sobre los avances tecnológicos de ese mundo, no quiere salir y quedar en ridículo por no saber que eran los objetos que se usaban en la vida diaria.
—señora...¿no cree que el amo Eldritch esta actuando extraño?— pregunta Augusta, la doncella.
—¿también lo notaste?, desde ese día que se despertó temprano, actua raro, no corre al templo como todos los días, se levanta en la mañanas para ejercitarse, desayuna y se encarga de sus deberes, antes solo pasaba el día tras esa mujercita del templo.— la archiduquesa sabía que había algo extraño en su hijo, aunque todo parecía para bien.
—¿habrá contraído alguna enfermedad?, ¿serán consecuencias de la maldición?— se pregunta Augusta.
—no lo se, pero, lo que sea, mi hijo esta cambiando y va por buen camino.— menciona emocionada.
Eldritch estaba en esa sala, leyendo un libro mientras bebía elegantemente su té, incluso sus modales habían cambiado. Antes bebía café, como los plebeyos.
Una doncella llega hacía la archiduquesa para avisarle que un invitado había llegado, era Elias, el príncipe heredero, quien exigía ver a Eldritch.
—será el príncipe heredero, pero sus modales son tan primitivos.— murmura la archiduquesa.
—¿el príncipe heredero esta aquí?— Eldritch deja su libro y se pone de pie.— lo atenderé madre, aunque es de mala educación venir sin aviso previo.
Eldritch se veía molesto por ese detalle, y como no, el alma dentro de ese cuerpo, era un emperador, sabe perfectamente que no se puede visitar una casa sin invitación o sin avisar previamente su visita. Llego a la sala de invitados y Elias ya estaba sentado con los pies sobre la mesa de centro, este se cruza de brazos y sonríe.
—¿donde has estado?, no recibes mis llamadas y no te has presentado en el palacio.— reclama Elia.
—y usted se presenta sin invitación o aviso.— le pega con la funda de su espada para que baje los pies.— no muestras modales y me hablas con total falta de respeto, ¿quien debería estar más molesto?— pregunta con seriedad.
Elias mira con extrañes a su primo, nunca antes le había hablado así, incluso se estaba sobando el pie por el golpe de hace un momento.
—¿por qué estas enojado conmigo?, hablas como si fuera yo un extraño.— responde confundido.
—eres el príncipe heredero, un símbolo de respeto para el reino, debes mostrar tu educación y no actuar como un ebrio de cantina.— expresa Eldritch mientras toma asiento con una postura de muestra elegancia.
—¿ah?, ¿un ebrio?, ¿estas tratando de buscar pelea?— ofendido a mil.— siempre he sido así ante ti, ¿que carajos te pasa?
—ahora insultas.— deja escapar un pesado suspiro.— he tenido mucho trabajo, por eso no he acudido al palacio, y he de suponer que tu puedes manejar a la perfección a la escolta de la santa, no veo la necesidad de mi presencia.
Elias lo sigue observando, es como si hubieran cambiado a su primo, ¿que rayos le paso?, habla como un anciano.
—de acuerdo, pero, ella ha preguntado por ti, piensa que te hizo enojar y que por eso no quieres verla.— comenta.
—no se porque cree eso, además no es nadie importante para mi, solo hacía mi trabajo y ahora, estarás bien siendo el encargado de su guardia.—
—eso es cruel...ella te aprecia, deberías ir a verla, para que sepa que no estas enojado.— le pide.
—lo pensaré, ahora, si me disculpas, debo atender otro asunto.— Eldritch se pone de pie.
Tras una leve reverencia, se retira de la sala, aunque Elias sigue confundido por la manera de actuar de Eldritch, no suele ser así.
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Después de la indeseable visita de Elias, Eldritch continuó con su sesión de aprendizaje, en su estudio, había una pantalla, esta al encender, muestra a personas hablando dentro, y se enfoca la cámara a la llegada de una serie de lujosos autos, los cuales entran en el palacio real, mientras la mujer en la escena, menciona sobre la llegada de la princesa Chevalier, quien ha viajado desde la capital Trois Blanc, como representante de los emperadores en la reunión de comercio entre reinos, lo que significa que otros representantes de otros reinos, estarán presentes, pues este año, dicha reunión se pacto para que se hiciera en Saphire.
De los autos se ven bajar los escoltas de la princesa y del auto principal, baja la princesa Chevalier, pero esta, no deja ver su rostro, ya que esta cubierta con una capa, solo camina hacía el palacio perdiéndose de las cámaras.
—la princesa Chevalier...— hojea un libro.— pero, ¿cual de todas?
En el libro se muestra información de varios miembros de dicha familia. Pero, su atención se centra en el retrato de la bella mujer de cabello dorado y ojos carmesí. Eldritch pasa su mano sobre este mostrando una sonrisa.
—claro...ella...Maxine William de Chevalier...la emperatriz bruja...— observa el retrato de Regis.— lobo afortunado, te hiciste de una esposa increíble...
Lo recuerda, tuvo la fortuna de saludar una sola vez a esa bella rubia cuando ella paso por su imperio, incluso lo felicitó por ser un buen emperador y gobernar con mano dura, pero justa.
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En el palacio, aquella figura con capa camina por los pasillos acompañada de sus escoltas, para evitar que cualquiera se acerque, hasta que en medio del pasillo, la figura se detiene, notando la presencia de una bella joven de ojos azules y cabello rubio. La chica sonríe y hace una reverencia.
—bienvenida princesa, es un honor saludarla y me presento, soy Emilia Holly, la santa del templo de Saphire.— su reverencia era elegante y ella mostraba una sonrisa amable.
—un placer conocerla señorita santa, espero reunirme con usted más tarde.— responde aquella mujer misteriosa.
—será un honor, por favor, siga adelante, lamento haberla detenido.— se hace a un lado inclinando la cabeza.
La chica encapuchada sigue su camino con sus escoltas, mientras que Emilia, deja salir un pesado suspiro, estar ante la presencia de esa mujer, era pesado debido a la gran cantidad de mana que posee en su cuerpo, y a diferencia del suyo que era divino, la de aquella mujer, contenía energía oscura, como la de los demonios. Elias no tarda en llegar y ve a Emilia nerviosa.
—señorita, ¿se encuentra bien?— pregunta con preocupación.
—lo estoy, es solo que...me cruce con la princesa y su mana es muy pesado...ni mi poder divino se compara al suyo.— responde.
—era de esperarse, esa familia posee una mezcla única de razas, se que tienen lazos con el inframundo.— comenta Elias.
—¡oh!, eso explica muchas cosas...pero, ¿como le fue con el archiduque?, escuche que ayer fue a visitarlo.— pregunta Emilia.
—esta raro...no se...era como hablar con un anciano, pero, descuide, creo que es la presión por el trabajo y porque le toco a él alojar a la princesa Chevalier.— explica.
—es verdad...y no es muy sociable...— murmura preocupada. Pues sabe que Eldritch es de pocos amigos, debido a su maldición se mantiene lejos de las personas.
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Esa misma noche, los mismos autos que llegaron al palacio, ahora llegaban a la mansión Ashbourne, en la entrada, la archiduquesa junto a sus doncellas, esperaban a su invitada. Ella baja del auto principal y la archiduquesa se acerca haciendo una reverencia para darle la bienvenida a la joven princesa.
—agradezco que su excelencia haya podido recibirme a último momento.— expresa la joven.
—no se preocupe alteza, es un honor recibirla, espero la propiedad sea de su agrado.— expresa la archiduquesa.
—lo es, a diferencia de la ciudad, los sonidos de la naturaleza son más agradables, ya que poseo un oído sensible.— explica la joven.
—¡oh! Por supuesto, es parte del encanto de esta propiedad, a mi hijo también le gusta por eso.— expresa con alegría.
La archiduquesa guió a la princesa hasta el área donde se estará quedando, incluso le mostró las habitaciones para sus escoltas y puso a su disposición a un grupo de doncellas que la ayudarán con la limpieza y la comida. También hace saber que la cena le será servida a todos en un media hora, así pueden descansar o tomarse una ducha, ya que el viaje fue largo.
Cuando la archiduquesa se retira, la joven entra a su habitación para quitarse la capucha y justamente lo que deseaba, era darse un baño, aun cuando fue un viaje de solo horas, el calor y el ambiente, la hacen sentir sucia.
Tras la ducha, al salir al comedor del área, las doncellas ya servían la comida, incluso sus escoltas, ya se estaba sirviendo un poco de todo. La joven se sentó en la misma mesa para cenar, no era extraño que ella hiciera eso, después de todo, esos hombres y mujeres, eran quienes la acompañan siempre en sus viajes, lycan poderosos listos para pelear a su lado si la situación lo amerita.
—a-alteza...en el comedor principal...la señora la espera...— comenta una doncella.
—dígale que por esta noche, cenaré aquí porque estoy agotada y quiero dormir pronto.— responde la joven.
La doncella asiente y al terminar de servir todo, se marchan. La del mensaje, paso a decírselo a la archiduquesa para que no sigan esperando.
—¿que?, bueno, no se puede evitar, parece que no podrás presentarte esta noche...— le comenta a Eldritch.
—hay tiempo madre, no es como que ella este ansiosa por conocerme, ya me presentaré mañana.— responde empezando a comer.
—la invitaré a desayunar, es una belleza, deberías ser su guía durante su estancia.—
—no te hagas ideas madre, no tengo la intención de matar a una princesa imperial y hacerme enemigo de Trois Blanc...— por muy bella que sea, su madre parece olvidarse de la maldición y se hace ideas.
La archiduquesa deja escapar un pesado suspiro de preocupación, a veces olvida que su hijo no puede llevar una vida normal, tiene veintisiete años y por culpa de su maldición no se ha podido casar.
—todo por culpa del infeliz de tu padre...mi pobre niño tiene que sufrir de esta manera...condenado a la soledad.— expresa con dolor, hasta el apetito se le ha ido.
—madre, estoy bien, eres quien más sufre con la maldición y soy yo quien la lleva.— trata de consolar a la mujer.
—es que no puedo soportarlo...como madre, lo único que deseo es tu felicidad hijo, que te cases y formes una familia que este contigo cuando yo me haya ido.— habla entre sollozos.
Y así, la cena acabo con la archiduquesa hecha un mar de lágrimas.
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