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MI VECINA, MI OBSESIÓN

CAPÍTULO I - ME PRESENTO

Esto que estoy a punto de contarte puede ser un poco retorcido. Sí, definitivamente creo que si me decidiera por hacer terapia me internarían en un manicomio o, peor aún, si la policía sospechara estaría una larga temporada tras las rejas, por pervertido. En fin, eso aún no sucede y te pido discreción al leer estas líneas.

Por las dudas usaré un nombre falso, en caso de que todo esto llegue a manos de alguien demasiado sensible que se escandalice con facilidad y me denuncie con las autoridades. Digamos que me llamo... déjame ver... Mmmm... Christian, sí, ese es un buen nombre, imponente, sexy. Bien, Christian... Armendáriz, un apellido poco común, como todo lo que estoy a punto de relatarte.

Vale aclarar que solo los nombres serán ficticios, los hechos los describiré tal cual acontecieron. Ahora sí, comencemos.

Este soy yo

Sí, ya me han dicho que soy guapo, desde pequeño he recibido halagos y aprendí a amarme a mí mismo. Me gusta cuidar mi imagen y me gusta verme bien y prolijo todo el tiempo. Pero esa imagen exterior no coincide con el interior. Soy un desastre para socializar, me cuesta entrar en confianza y me intimidan las mujeres, las veces que he estado con alguna ha sido o bien porque ellas me han buscado o bien porque mi mejor amigo las ha traído. Nunca he tenido quejas en cuanto a mi desempeño en la cama, pero sí han esperado romance y atención por la mañana, aunque no sé como hacerlo, así es que más de una se ha ido ofendida de mi departamento. Da igual, en definitiva lo único que busco es liberar mi deseo y nada más.

Soy más bien un tipo solitario, guapo, pero que disfruta de su propia compañía. También amo la tecnología, en eso soy realmente bueno, mi amigo me llama el hacker solitario, dice que soy la versión moderna del llanero. Sí, yo también creo que sus chistes son pésimos, pero es el único que me conoce tal cual soy y me respeta.

Nuestra amistad viene desde la infancia cuando él se mudó a mi ciudad y comenzó a ir al mismo colegio y curso que yo. Fernando me defendió de unos niños abusivos que siempre me molestaban, cuando él llegó con su porte de chico malo y molió a golpes a esos tres bravucones supe que había encontrado a mi alma gemela. Él es todo lo que yo no soy y viceversa. Teníamos 8 y de eso han pasado 19 años donde hemos hecho todo, absolutamente todo juntos.

Trabajo desde casa, como dije no me gusta mucho salir y el home office es perfecto para mí. Mis servicios son requeridos por varias empresas ya que me dedico a la seguridad cibernética especialmente, sistemas de monitoreo y demás. También algunos particulares contrstan mis servicios para proteger sus hogares. En definitiva, paso la mayor parte del tiempo en un cuarto de mi departamento especialmente equipado para esto. Odio cocinar para mí solo así es que, para despejarme un poco, almuerzo en un bar cerca de mi edificio y por la noche pido delivery, a menos que Fernando pase a sacarme de mi encierro para ir de cacería como él dice.

Fernando es un fanático del ejercicio, por eso es dueño de una cadena de gimnasios y créeme que no le falta una cita distinta cada día. Es carismático, amable, con un extraño sentido del humor pero muy seductor. Como dije, él consigue a cualquier mujer y siempre piensa en mí. De no ser por él, seguiría virgen a mis casi 30 años. También es quien me saca para entrenar todas las mañanas, porque dice que gracias a él no soy un obeso detrás de las máquinas, ya que paso demasiado tiempo sentado comiendo porquerías.

Vivo en el piso 9 de la Torre B una de las que conforman el complejo de departamentos, son seis torres que forman un hexágono, cada una tiene diez pisos y terrazas de uso común así como el parque que queda en el centro y es el ingreso a cada torre. Es un lugar relativamente tranquilo, ya que, en su mayoría solo vive gente mayor aquí, es decir que no sufrimos de fiestas alocadas ni ruidos molestos de adolescentes en celo. Elegí este complejo por la tranquilidad, no sabía que aquí mismo se despertarían mis más bajos instintos y pasaría a la vereda de la locura con tanta facilidad.

Mi vida era normal y pacífica hasta que llegó ella, mi nueva vecina. Jamás había visto a una mujer más hermosa. La descubrí por curiosidad al ver el camión de mudanzas en la torre de enfrente, la F, desde mi ventana podía ver cómo descargaban los muebles y veía a varias personas entrar y salir aunque una llamó particularmente mi atención con un jardinero de jean y un top deportivo. A la distancia que me encontraba no podía ver mucho, pero esas curvas me hipnotizaron de inmediato. No sé si fue la típica excitación matutina (aunque hacía ya un par de horas que estaba levantando, recién llegaba del gym de mi amigo y estaba tomando mi café) o la visión que tenía a la distancia pero mi pantalón deportivo parecía una carpa de acampar. Tuve que acariciar y acomodar a mi fiel amigo porque me generaba un poco de incomodidad, recordé que estaba frente a la ventana tocando mi parte más íntima y rápidamente miré en todas las direcciones de las ventanas de mis vecinos, lo último que necesitaba ahora era que alguien me vea masturbarme. Cuando descubrí que la mudanza era al piso 9 justo frente al mío. Esto iba a ser muy interesante, pensé mientras veía a mi sexy vecina inclinarse dándome la mejor vista de la mañana por la ventana. Tuve que correr la cortina y espiar por un pequeño espacio para poder liberarme con mi mano. Esto era algo totalmente nuevo porque rara vez me excito tan rápido y rara vez recurro a este método, pero debo decir en mi defensa que ese cuerpo, al que aún no le conocía el rostro había logrado encender cada célula de mi cuerpo.

Debo averiguar todo sobre ella.

CAPÍTULO II

Maldita sea qué rico fue eso. No me malinterpretes, esto jamás lo hice, es decir, sí me he dado cariño a mí mismo en algunas noches de soledad que son la mayoría (pero sin la parte del cariño, tampoco soy un obseso del sexo), pero jamás he stolkeado a ninguna vecina. Por obvias razones, ya que todos mis vecinos rondan la etapa etaria entre los 60 años y el más allá.

Pero esta mujer es de otro planeta. Gracias a Fernando he estado con mujeres bellas, todas o la mayoría, preocupadas por su físico (obvio las conoce en el gym), muchas superficiales pensando en operarse, en las líneas de expresión, botox y esas cosas que a mi parecer no necesitan, pero para gustos los colores. Yo soy más bien del pensamiento de que uno debe envejecer con dignidad, cuidarse está bien, hacer ejercicio, hidratar el cuerpo y la piel, mimarse con masajes y productos de belleza, pero de ahí a querer mantenerse joven por siempre o meterse cosas en el cuerpo para aumentar zonas que se ven mejor al natural, ya no estoy de acuerdo.

Mi parte racional dice que esto es algo pasajero, no la conozco, no sé nada de su vida, si está en pareja, si es buena persona, ni siquiera sé si le gustan los hombres, hoy en día se puede esperar cualquier cosa con el libre pensamiento que es moneda corriente. A demás ni siquiera he visto su rostro, solo su cuerpo, su cabello está escondido dentro de un gran pañuelo y no tengo ni idea de como luce de frente.

De repente siento que una remota y profunda parte de mi cerebro despierta y tal como en las caricaturas puedo ver una pequeña bombilla de luz prendiéndose, brillante y llamativa: tengo los medios para averiguar absolutamente todo de ella, no por nada Fernando me dice el hacker solitario. ¿Eso está bien? No ¿Sería más fácil planear un encuentro casual, incluso ofrecerme a ayudarla con la mudanza? Definitivamente, sí, pero eso le quitaría toda emoción al asunto.

Mentira, a quién quiero engañar, soy pésimo ofreciendo ayuda y mucho más entablando una conversación. Si me cuesta hablar con un anciano sin conocerlo no quiero ni imaginar que estupideces saldrán de mi boca para hablarle a una mujer tan sensual, o peor aún quedarme congelado con cara de idiota. No, no, mejor será entrar al sistema y averiguar de quién es el departamento y partir de ahí para saber si lo está rentando o es suyo o de su marido, ruego que no esté casada... ¿Qué carajos estoy pensando? Dios, me doy una cachetada mental para acomodar mis ideas. No puedo estar considerando esto.

Mejor voy a darme una ducha para ponerme a trabajar, por eso sí me pagan no por andar mirando cosas que no me importan. Vuelvo a correr la cortina y solo veo a los hombres del servicio de mudanza en la torre opuesta, basta Chris concéntrate, camino hacia el baño y abro la ducha, no necesito mucho tiempo bajo el agua, por lo que en diez minutos ya estoy listo para iniciar mi jornada.

Intento concentrarme, de verdad que sí, desde mi estudio no tengo vista hacia la ventana de la nueva vecina por lo que en las últimas horas he buscado cualquier pretexto tonto para ir hacia la cocina o la sala desde donde se ve lo que sucede enfrente. Jamás dejo mi estudio en lo que son mis horas laborales, ¿qué me pasa? Ni siquiera quiero salir de casa para almorzar. Eso usualmente lo hago para despejar mi mente del trabajo, pero hoy ni siquiera he mantenido mi atención por más de quince minutos.

Me obligo a mí mismo a salir del departamento. Debo comer y quizás podría pasar disimuladamente por la torre vecina y tener algo de información... Basta, no puedo convertirme en un acosador a esta altura de mi vida ¿o sí?

Trato de disipar esas ideas de mi cabeza y me coloco mis lentes de sol, tomo mis llaves y mi billetera y salgo de mi departamento. En el elevador suben dos mujeres que conversan animadas, es inevitable escuchar de lo que hablan porque al parecer una de ellas tiene problemas de oído, por lo que la otra le habla bastante alto.

— Es la sobrina de Eloísa, ella quedó como única heredera porque la vecina nunca tuvo hijos.

—¿Eloísa murió? — pregunta la señora sorda que al parecer también tiene problemas de memoria.

— Ay Juana, fuimos juntas al entierro, ya lo olvidaste.

— Que en paz descanse, era una buena mujer.

— Sí, lo era. Ahora su sobrina vive ahí — la mujer me dedica una mirada y trata de hablar bajo — Al parecer acaba de salir de un matrimonio muy complicado.

— ¿Qué? Habla fuerte que no oigo.

— QUE ACABA DE SALIR DE UN MATRIMONIO COMPLICADO, SORDA — grita la señora sin paciencia ya.

Reprimo una risa porque me causa gracia como se tratan estas dos, además me han dado una pieza de información muy importante. Conocí brevemente a la señora Eloísa a penas me mudé al edificio porque me atrapó un día que iba pasando para que la ayudara a cargar unas bolsas del mercado hasta su departamento, fue lo más incómodo que podía pasarme, la mujer hablaba y hablaba y yo no podía unir una frase completa y coherente. Una vez en su departamento quiso compensar mi ayuda con café y masas, pero yo quería salir corriendo. Por supuesto no lo permitió y me atiborró de cosas dulces para comer mientras parloteaba de no sé qué. Cuando puede volver a mi casa me regaló un táper lleno de masitas y me pidió que la visitara, nunca cumplí. De hecho no sabía que había muerto, ahora me siento mal por no salir de mi burbuja y haber presentado mis respetos por la señora que fue muy cálida conmigo.

La puerta del elevador me saca de mis pensamientos y me obliga a bajar de la máquina para dirigirme al bar de siempre a buscar mi almuerzo. Mis lentes me permiten mirar sin que nadie se dé cuenta que estoy atento a la torre de mi nueva vecina.

En momentos como este quisiera tener la personalidad de Fernando para poder lanzarme sin importar nada. Su seguridad, su encanto, su simpatía, cualidades que yo no poseo y que me hacen querer perderme dentro de mí mismo, en esta situación sería de gran ayuda para conseguir a la chica que me ha cautivado.

CAPÍTULO III

Han pasado varios días desde que la nueva vecina se mudó a la Torre F, pero las cortinas se han mantenido cerradas. La curiosidad me está comiendo por dentro porque no he podido verla. Sigo haciendo mi trabajo a medias porque no logro focalizarme.

Cuando entré al sistema para averiguar todo sobre ella encontré cosas muy interesantes. Su nombre es Amanda Lucia Rofi, 38 años, divorciada de Santiago Bellén, sus padres murieron hace unos años, tiene un hermano mayor que vive en otro país y la única familia que le quedaba aquí era su tía Eloísa, hermana de su madre. Es diseñadora de interiores, trabaja en una compañía bastante prestigiosa de la ciudad y, al parecer es la número uno en lo que hace. Sus redes sociales son privadas, pero tengo los medios para husmear. Al fin puedo ver su rostro, no me equivoqué cuando dije que es la mujer más hermosa que he visto. En las fotos puedo verla mayormente sola, algunas con otra mujer un poco más joven que ella y otras con quienes imagino son sus padres y hermano.

Sigo pensando como hacer para saber más de su vida, quiero conocer hasta el más mínimo detalle, pero sé que jamás me animaré a abordarla porque me muero de miedo. El único con el que puedo conversar sin tropezarme con mis palabras es Fernando, y sé que si le cuento todo esto va a presionar para que me acerque e incluso él va a querer ser el celestino, como siempre. Sin embargo, esta no es una mujer que quiera solo para bajar la calentura. Gracioso porque ni siquiera la conozco y ya estoy pensando para qué la quiero. Parece que mi mente se olvida que se acaba de divorciar y seguramente no querrá tener nada que ver conmigo. Especialmente si me conoce porque, como ya dije mil veces, no sé socializar, soy aburrido, no soy romántico ni expresivo, definitivamente estaría loca si alguna vez me mirara siquiera.

Quizás te preguntes por qué tengo tan baja autoestima y por qué mi personalidad es así. Pues bien, sinceramente... No lo sé. Crecí en un hogar afectuoso, es decir no sufrí ningún tipo de violencia, por el contrario, mis padres, Valentín y Lara se aman y hasta la fecha se lo demuestran. Esos dos no pueden estar sin acariciarse o besarse frente a quien sea, aun cuando llevan más de treinta años casados. Tengo una hermosa hermana menor, Julieta, quien, al parecer, es extrovertida por los dos, nos llevamos tres años de diferencia y ella no para un segundo, tiene muchas amigas que siempre me comen con la mirada cuando estoy en casa, más de una se metió a mi cuarto a ofrecerme sus atributos, pero con sutileza las rechacé, después de todo no quería pelear con mi hermanita por involucrarme con alguna de ellas porque siempre supe que no tengo madera para ser novio de nadie.

Fernando dice que mi forma de ser tiene que ver con algún trastorno no diagnosticado de la personalidad. Para él que es todo lo opuesto a mí, se le hace imposible creer que un hombre de mi edad no sepa ligar con mujeres y que siga siendo igual que cuando era niño y nos conocimos.

Vinimos a vivir a Nueva York porque a mí me ofrecieron una excelente oportunidad de trabajo y Fernando vio la oportunidad perfecta para comenzar con su proyecto de los gimnasios, con la excusa de que no podía dejarme solo sabiendo como soy. Al principio rentamos juntos un pequeño apartamento porque yo tenía que ir a la empresa y no tenía tantos equipos en casa. Eso fue una locura total, prácticamente todas las noches mi amigo traía a una mujer distinta y debo decir que las paredes parecían de papel, a veces tenía la "suerte" de que hubiera una amiga para mí, pero más allá del sexo no funcionaba porque me quedaba callado sin saber qué decir. Por supuesto que las hacía sentir incómodas y se marchaban.

Al cabo de unos meses decidimos que lo mejor era vivir separados, fue lo más sano para ambos. A partir de allí, él comenzó a venir un par de veces a la semana para sacarme de mi encierro y llevarme a conocer mujeres. Buen sexo no me ha faltado y quisiera poder llegar más allá aunque no he encontrado a una mujer que me vuelve tanto la cabeza como para intentarlo. ¿Quizás la vecina sea esa mujer?

Estoy sentado en mi sala mirando fijamente por la ventana, es de noche y puedo ver qué hay luz enfrente, pero no hay señales de movimiento. Muevo la botella de cerveza en mi mano y bebo un trago. Parezco un maniático, siento en mi pecho una profunda ansiedad de ver esas cortinas correrse, pero nada sucede.

El golpe en la puerta me saca de mis pensamientos. Al abrir mi amigo está del otro lado, vestido y perfumado como si fuera a una fiesta, hasta yo que soy hombre reconozco que es muy apuesto el carbón.

— ¿Qué sucede, bro? Si yo no te busco tú ni te enteras de que hay un mundo ahí fuera — dice mientras entra como pancho por su casa.

— No sabía que hoy teníamos una cita, matador — palmeó fuerte su hombro — ¿Cómo has estado?

— Muy bien, ya sabes, todo marcha sobre ruedas — mientras habla abre mi refrigerador y se sirve una cerveza— ¿Hace cuanto que no sales de aquí?

— ¿Ir al bar cuenta?

— Nop

— Pues... — rasco mi cabeza sacando la cuenta— la última vez fue contigo... Creo que hace dos semanas ya.

— ¡Hermano! No puedes estar hablando en serio. ¡Dios! Tendría que dejarte solo en el medio de un bar lleno de gente a ver si así espabilas.

— He estado ocupado.

— Si, claro, como siempre... Pues mi querido Chris, ve a darte una ducha, ponte guapo porque hoy salimos a cazar — frota sus manos y eleva sus cejas sugestivamente — No puedes decir que no.

— Amigo, aprecio que te preocupes por mí, pero no tengo ánimos para salir, ya sabes que me pongo incómodo.

— A la mierda tus excusas, no tienes opción. O vas a bañarte solito o me obligarás a hacerlo y créeme que no quiero ver tus bolas, vamos, vamos — exclama mientras me empuja hacia el baño — Tienes media hora para estar listo, no me obligues ¿eh?

Blanqueo mis ojos y hago lo que me dice porque lo conozco y sé que es capaz de cumplir con su palabra. Tal vez salir me haga bien y pueda dejar de pensar en Amanda.

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