PERSONAJES
Astrid Morano
Erick Morano
Axel Scott
Alex scott
Alexander Scott
Nadia Fletcher
Meredith Larson Gate
Hanna Lane
Ethan Barton Leister
Ander Ivanov
Jaxon Krasnov
Nikolas Lane
Dan Watson Moore
Chiara Brunner D'Luca
Gabriel Ivanov
Patricia Foster Williams
Sarah William Stone
Brittany Foster Thomas
Harper Wilson Martin
Aida Brown
En las sombras de la mafia italiana, donde la lealtad se compra con sangre y la traición se paga con la vida, crecí con un fuego que ardía dentro de mí.
Desde los 8 años, entrenada por mi madre, la temida Giulia Morano, aprendí a jugar con fuego: infiltrarme en organizaciones rivales, manipular a los enemigos y sobrevivir en un mundo donde solo los fuertes permanecen.
Mi infancia en Minnesota, Estados Unidos, había sido un paréntesis de normalidad en una vida destinada a la oscuridad. Mi hermano Erick, cuatro años mayor que yo, y yo habíamos crecido en un hogar lleno de amor y risas, rodeados de amigos y una vida escolar común. Pero todo cambió cuando mi padre falleció y mi madre asumió el control de la mafia italiana.
Regresamos a Italia, y mi mundo se transformó en un laberinto de sombras y secretos. Mi madre se convirtió en mi mentora y mi guía en el arte de la mafia. Me enseñó a ser astuta, despiadada y leal solo a nuestra familia.
Erick, mi hermano, se preparaba para liderar un día, mientras yo me enfocaba en convertirme en una agente especial. Mi especialidad: seducción y engaño. Aprendí a usar mi belleza y mi inteligencia para manipular a los hombres y obtener información valiosa para nuestra organización.
Años de entrenamiento y misiones me convirtieron en una sombra silenciosa, capaz de infiltrarme en cualquier lugar y obtener lo que necesitaba.
Mi madre se enorgullecía de mi progreso, pero también me advertía sobre los peligros de mi trabajo:
—La lealtad es un lujo que no todos pueden permitirse, Astrid. En nuestro mundo, solo la familia y el poder importan.—
A los 18 años, mi madre me llamó a su despacho y me dio una nueva misión:
—Astrid, tienes una nueva misión.
Nuestro cargamento 'Eclipse' fue robado en Minnesota, Estados Unidos.
Necesito que descubras quién es el traidor que filtró la información y recuperes el cargamento.—
Acepté el desafío, sabiendo que sería una misión peligrosa. Pero también vi una oportunidad para probar mi valía y demostrar que era más que la hija de Giulia Morano.
Y fue allí, en Minnesota, donde conocí a dos personas que cambiarían mi vida para siempre: Axel y Alex Escott.
Y también hice una apuesta que cambiaría todo...
Una apuesta con mi amiga de la infancia Nadia, una chica astuta y divertida.
—Apuesto a que puedo seducir a los dos hermanos Escott, Axel y Alex, en solo dos meses—, le dije con una sonrisa confiada.
Nadia se rió y aceptó la apuesta, dudando de mis habilidades para conquistar a dos de los chicos más populares y esquivos de la escuela.
Pero yo sabía que tenía algo que ellos no esperaban: mi entrenamiento en el arte de la seducción y el engaño, perfeccionado en las sombras de la mafia italiana.
Y así, comencé el juego.
¿Me gustaba jugar con fuego?
Siempre
¿Temía salir quemandome?
Nunca, yo era la que jugaba con el fuego... o al menos así fue siempre...
Antes de jugar con ellos... Antes de salir quemandome por primera vez.
Una apuesta que cambio mi vida y la de mi hermano, quien también salió quemandose.
Llegué a la mansión de mi familia en la Toscana, Italia, exhausta pero satisfecha después de una misión exitosa.
La luna llena iluminaba los jardines perfectamente cuidados y la fuente central que borboteaba suavemente en el patio interior.
Mi madre, Giulia, me esperaba en el salón principal, con una expresión seria pero orgullosa.
—¿Cómo fue la misión, Astrid?—, preguntó, mientras me servía un vaso de vino tinto.
Tomé un sorbo antes de responder:
—Terminó como planeamos. El objetivo... ya no es un problema.—
Mi madre asintió, sabiendo exactamente a qué me refería.
En nuestro mundo, "ya no ser un problema" significaba una cosa: muerte.
La mansión, con sus paredes de piedra y techos altos, había sido mi hogar desde que regresé a Italia con mi hermano Erick a los 8 años.
Aquí me entrené para convertirme en una agente especial de la mafia, lista para misiones como la que acababa de completar.
Mi madre, Giulia, me miró fijamente y dijo:
—Astrid, tienes una nueva misión.
Nuestro cargamento 'Eclipse' fue robado en Minnesota, Estados Unidos.
Necesito que descubras quién es el traidor que filtró la información y recuperes el cargamento.—
Me puse de pie, lista para aceptar el desafío.
—¿Cuándo debo partir?—, pregunté.
Giulia sonrió ligeramente, satisfecha con mi respuesta.
—En dos días. Ya te inscribí en el Instituto Blackwood en Minnesota, donde podrás moverte con libertad mientras investigas.
Además, vivirás con tu hermano Erick en la casa de Lakeville, donde creciste hasta los 8 años.
Erick se mudó allí hace un año y te ha preparado todo para tu llegada.—
Asentí, sintiendo una mezcla de nostalgia y determinación.
—Estoy lista para partir y completar la misión—, dije.
Me dirigí a mi habitación, cansada pero con la mente ya enfocada en la misión que tenía por delante.
Al abrir la puerta, me sorprendió ver a alguien acostado en mi cama.
Era Gabriel, el chico con quien había estado teniendo una aventura casual durante meses.
Nuestros encuentros eran siempre apasionados y sin compromisos, algo que me gustaba mantener así.
Gabriel se incorporó, sonriendo seductoramente mientras me miraba con ojos intensos.
—Llegas tarde, preciosa. Te extrañé—, dijo, extendiendo su mano para que me acercara.
Me acerqué a él, quién invadió rápidamente mi boca con besos apasionados llenos de lujuria.
Estaba agotada, la misión que había adquirido me había dejado sin energías, pero cuando estaba con Gabriel el cansancio parecía desaparecer al instante.
A mis dieciocho años solo he follado con tres hombres, todos amigos de mi hermano, incluyendo a Gabriel, pero había algo en Gabriel que lo diferenciaba de los demás. Y es la manera en la que folla, te hace ir al cielo y bajar al infierno al instante.
Entre besos apasionados, bruscos y duros logro deshacerse de mi ropa, él me beso con una brusquedad deliciosa que le agrega más fuego a la calentura que traía.
Clavé mis uñas en sus hombros, respondiendo al beso con la misma brusquedad y posesividad, con la misma sed de sensaciones de sentir todo, sin importar nada.
Gabriel bajo sus manos hacia mí trasero para apretar mis nalgas y presionarme contra su erección. Su lengua invadió mi boca posesivamente, y comencé a moverme contra su erección hacia adelante y hacia atrás.
Cada parte de mí palpitaba, el pelinegro deslizó su mano por mi piel y sus dedos hicieron a un lado mi ropa interior y cuando los sentí ahí en mi humedad, gemí. Dejó de besarme y mordió mi labio inferior con fuerza.
Y exploté, espasmos electrificados llenos de placer me invadió, nublando mi mente.
Dió otra larga lamida a mí sexo hinchado, temblé y sentí su risa ronca contra mi entrada.
Se volvió a cernir sobre mí, su boca beso mi abdomen, su lengua lamió desde ahí todo el camino hacia mis senos y justo cuando llegaba a mis senos se detuvo y lamió, mordió y chupo con fuerza la piel al rededor de mis pechos jugando con ellos. Cuando finalmente su lengua rozó la parte más sensible de mis pechos, cerré los ojos ante tal acción necesitada de mi cuerpo.
—Fóllame, Ivanov — le ordené, su mirada se oscureció ante el deseo— A tu preciosa no se le hace esperar, ¡cógeme duro!—
—¿La chica mala quiere que le duro?— soltó una risita —sino lo hago, ¿Qué me harás?— me retó anclando su mirada a la mía.
En toda mi experiencia sexual, la mayoría de las veces yo cedía ante los hombres; pero también los hombres tenían que ceder ante mi, ninguno soportaba mis órdenes o mi forma de ser en la cama, el sexo posesivo era algo que me encendía por completo, y esto era así, con él y lo era.
Estiré una de mis manos, hasta que mis dedos tocaron el cabo de mi pistola, él no despegó su mirada de la mía.
Quité el seguro del arma y la llevé hasta su cuello, esto me estaba gustado más de lo que debería.
—Diez segundos para que me la metas—sentencie, soltó una risa, manteniendo sus ojos a los míos.
Sin despegar su mirada de la mía, apenas me dió tiempo de tomar un poco de aire cuando se enterró dentro de mí de una sola estocada. Un jadeó salió de mis labios, acompañados de gritos descontrolados.
— A la próxima, ponle balas— dijo refiriéndose al arma con que le apuntaba, la cual arrebató de mis manos y la tiró al otro lado de la habitación— Me encanta cuando te pones mandona, sobre todo cuando peleas conmigo en la cama—
Jadeó por lo bajo, y comenzó a moverse, en un ritmo rápido y descontrolado, que me dejaba sin aire, sin tiempo de procesar sus movimientos dentro de mí.
Enrollé mis piernas al rededor de sus caderas y él se adentro aún más en mí, cada estocada más rápida y profunda que la anterior, el roce de su miembro me ponía a jadear como una maldita puta de un bar, definitivamente era un experto, sabía cómo moverse para hacerme sentir bien.
— Así me gusta — dije con un leve jadeo
Echó la cadera hacia atrás y me embiste otra vez, está vez con más fuerza que las anteriores, haciéndome chillar. Me siento como si fuera a explotar y tengo todos los nervios de punta.
—Más— jadeó en su oído y siento una risa de satisfacción ante mi petición.
— Recuerda que tú lo haz pedido, lindura — definitivamente a este chico le habían enseñado muy bien a seguir órdenes, y era lo que más me prendía de él.
Me empuja con las manos, mientras se hunde en mí, cada embestida me provoca un grito de placer, me tiemblan las piernas y cada vez que me penetra mis espalda se arquea cada vez más.
—¡Gabriel!—
—Mi preciosa quiere duro, le doy duro—
Intensifica sus movimientos, penetrándome cada vez más fuerte. Ya sentía que iba a tener un orgasmo, así que puse mi mano en su pecho y lo empujé hasta que él cayó a mi lado. Me subí encima de él, y lentamente me dejé caer sobre su miembro, sintiendo como entraba en mi húmeda intimidad.
Comencé a moverme frenéticamente sobre su miembro a mi antojo.
Mis senos rebotaban contra su cara, y él pegaba su boca a ellos, chupándolos como si fuera un bebé. Presionaba mis nalgas hasta dejarlas con marcas, gemidos, gritos y palabras sádicas era lo que nos hacía girar al rededor de la lujuria.
Luego de varios orgasmos, jadeos y varias horas estando en pleno acto, caímos agotados.
Después de un rato, Gabriel preguntó:
—¿Qué pasa? Estás distante. ¿Todo bien con tu madre?—
Asentí, sentándome en la cama junto a él.
—Sí, todo bien. Mi madre me dio una nueva misión. Debo ir a Minnesota en dos días.—
Gabriel levantó una ceja, interesado.
—¿Qué tipo de misión? ¿Algo peligroso?—
Sonreí ligeramente, sin revelar detalles.
—Algo que requiere mi... habilidad especial. No te preocupes, estaré bien.—
Gabriel me miró con una mezcla de curiosidad y atracción, pero no presionó para obtener más información.
—Te voy a extrañar—, dijo, atrayéndome hacia él nuevamente.
En ese momento, mi teléfono sonó con un mensaje de texto de mi madre, Giulia:
"Astrid, necesito verte en mi estudio ahora.
Quiero discutir los últimos detalles antes de tu partida a Minnesota."
Me levanté de la cama, besando a Gabriel rápidamente antes de despedirme.
—Debo irme, mi madre me espera.—
Gabriel sonrió y me susurró:
—Buena suerte en Minnesota. No te olvides de mí.—
Me dirigí al estudio de mi madre, donde la encontré revisando documentos y mapas de Minnesota.
—Astrid, siéntate—, dijo mi madre, sin levantar la vista.
—Quiero repasar contigo tu cobertura en el Instituto Blackwood y tu estadía con Erick en Lakeville.
Todo debe parecer normal mientras investigas el robo del cargamento 'Eclipse'."
Después de repasar mi cobertura en el Instituto Blackwood y mi estadía con Erick en Lakeville, mi madre se recostó en su silla y me miró seriamente.
—Astrid, para evitar levantar sospechas, debes dejar pasar un mes antes de comenzar a investigar activamente el robo del cargamento 'Eclipse'.
Durante ese tiempo, mantén una vida normal en el instituto y con Erick. Asiste a clases, haz amigos, participa en actividades...
Que nadie sospeche que estás allí por otra razón que no sea estudiar.—
Asentí, comprendiendo la importancia de la discreción.
—Un mes debería ser suficiente para establecer mi tapadera—, dije.
Mi madre asintió y sacó una carpeta de su escritorio.
—Excelente. Ahora, te daré la lista de sospechosos que debes investigar una vez que comiences tu misión.—
Me entregó la carpeta, que contenía información sobre varias organizaciones criminales:
- **Los Lobos**: Organización criminal liderada por Alexei Petrov, conocida por su brutalidad y control sobre el tráfico de armas en la región.
- **La Hermandad**: Grupo criminal dirigido por Victoria Moreno, especializada en robos de alto nivel y extorsión.
- **El Cartel de los Rojas**: Organización criminal liderada por Carlos Rojas, involucrada en el tráfico de drogas y lavado de dinero.
Mi madre me miró fijamente.
—Investiga a cada una de estas organizaciones, Astrid. Descubre quién está detrás del robo del cargamento 'Eclipse' y trae de vuelta al cargamento.—
Asentí, memorizando la información.
—Mañana parto hacia Minnesota. Estaré en contacto—, dije.
Mi madre sonrió ligeramente.
—Ten cuidado, Astrid. Y recuerda: un mes de tapadera antes de actuar.—
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