Dicen que la historia la escriben los vencedores.
Que los héroes son solo villanos que supieron contar mejor su versión.
Yo no crecí con cuentos de hadas.
Crecí con sus sombras.
Mi nombre es Hope Michelson.
Soy la hija de una loba alfa y del híbrido más temido del mundo.
Llevo en la sangre la magia de los brujos, la furia de los licántropos y la sed eterna de los vampiros.
Mi linaje está marcado por la tragedia, la traición… y el poder.
Durante siglos, mi familia fue temida por todos.
Hasta que fueron malditos, encerrados en un sueño del que solo yo puedo liberarlos.
Pero para hacerlo, debo encontrar al Doppelgänger.
Y tomar su sangre.
Esta es mi historia.
La historia de una heredera sin reino,
de una hija sin padre,
de una bestia con corazón humano.
Mi historia… y la de un linaje maldito.
***
POV Hope...
— Cuando somos jóvenes, nos enseñan la diferencia entre los héroes y los villanos, entre el bien y el mal, entre el salvador y la causa perdida. Pero ¿y si la única diferencia fuera quién cuenta la historia?
Mi nombre es Hope Michelson.
Vengo de una larga línea de personajes que, en los cuentos que han escuchado, siempre fueron llamados villanos: vampiros, hombres lobo, brujas... y todo lo que hay entre ellos.
Para ser más precisa, yo soy un híbrido de todas esas especies.
Pero para que entiendan cómo llegamos hasta aquí, deben conocer el origen de mi linaje.
Al principio, mi familia era humana. Hace mil años.
Aunque mi abuela era aficionada a las artes oscuras, solo eran una familia tratando de sobrevivir en un mundo cruel.
Fueron felices. O eso parecía, hasta que una noche, el hermano menor de mi padre fue asesinado por la mayor amenaza del pueblo: hombres que, bajo la luna llena, se transformaban en lobos.
La familia quedó devastada, especialmente mi padre, Niklaus.
Desesperado por proteger a sus hermanos, mi abuelo obligó a mi abuela a usar su magia negra para fortalecerlos.
Así nacieron los primeros vampiros.
Pero con esa fuerza, esa velocidad, esa inmortalidad... también llegó un hambre terrible.
Nadie sintió esa hambre tan intensamente como mi padre.
La primera vez que mató, supieron quién era realmente.
No solo era un vampiro... también era un licántropo.
Mi padre era fruto de un amorío que mi abuela había ocultado durante años.
Un amor prohibido con un hombre lobo.
Cuando mi abuelo descubrió la traición, obligó a mi abuela a lanzar un hechizo que suprimiera el lado lobo de mi padre, negándole toda conexión con su verdadera naturaleza.
Nadie imaginó lo que él haría después.
Furioso, enfrentó a mi abuela y, en un arranque de ira, le arrancó el corazón.
Esa noche, nuestra familia se quebró para siempre.
Siglos después, mi padre logró romper la maldición que suprimía su licantropía.
Fue entonces cuando conoció a mi madre, Clarisa.
Ella era una loba alfa. Al conocer a mi padre, no solo quedó cautivada por su belleza, sino también por su naturaleza híbrida.
Poco tiempo después, supieron de mi existencia.
Aunque al principio mi padre no creyó que fuera posible —pues los vampiros no pueden procrear—, el haber liberado a su bestia interior también le concedió la capacidad de engendrar.
Mi concepción fue un milagro... pero no un secreto por mucho tiempo.
Mi padre, que siempre había hecho enemigos, pronto se convirtió en un blanco fácil.
Tenía algo que proteger.
Durante uno de los ataques, mi madre fue gravemente herida y falleció días después.
Desesperado, mi padre recurrió a sus hermanos.
Juntos se convirtieron en la familia más poderosa del mundo sobrenatural.
Inmortales, temibles y despiadados, los Michelson gobernaron con puño de hierro.
Pero el poder atrae enemigos.
Brujos, hombres lobo y toda criatura sobrenatural se unieron para destruirlos.
Y aunque fallaron muchas veces por separado, unidos lograron lo impensable: sellarlos en un sueño profundo.
Un hechizo tan poderoso que solo la sangre del Doppelgänger podrá romperlo.
Y es aquí donde comienza mi misión.
Debo encontrar al Doppelgänger y tomar su sangre.
Solo así podré liberar a mi familia... y estar con ellos otra vez.
Desde que mi padre no está, me siento perdida.
Llevo doscientos años sola.
Y estoy cansada de tanta oscuridad.
POV Hope...
La búsqueda del Doppelgänger se ha convertido en mi única razón de ser, un faro de esperanza en medio de la penumbra que me rodea.
Cada noche me adentro en los bosques y las ciudades, buscando pistas, escuchando rumores sobre seres que podrían ser la clave para liberar a mi familia. He aprendido a moverme entre las sombras, a disfrazar mi esencia híbrida para no ser detectada por aquellos que me temen. La historia de los Michelson ha dejado una huella profunda en el mundo sobrenatural, y aunque muchos me consideran una amenaza, yo solo deseo recuperar lo que he perdido.
Las leyendas sobre los Doppelgänger son confusas y contradictorias. Algunos dicen que son sombras de los vivos; otros, que son almas perdidas atrapadas entre dos mundos. Pero lo que más me inquieta es que, según los relatos, cada Doppelgänger tiene un vínculo especial con su original, una conexión que trasciende la vida y la muerte. ¿Sería posible que al encontrar a este ser, también pudiera encontrar un camino de regreso a mi familia?
Una noche, mientras exploraba un antiguo cementerio en busca de respuestas, me encontré con un grupo de brujas realizando un ritual. Sus murmullos resonaban en el aire, y aunque sabía que debía mantenerme alejada, la curiosidad me llevó a acercarme. Escuché fragmentos de su conversación: hablaban sobre un Doppelgänger que había aparecido recientemente en la ciudad. Mi corazón se aceleró. ¿Podría ser el que estaba buscando?
Decidí seguirlas, manteniéndome oculta en las sombras. Las brujas se dirigieron a un antiguo templo, un lugar donde la magia era palpable y el aire estaba cargado de energía. Desde una distancia segura, observé cómo comenzaban a invocar poderes oscuros para atraer al Doppelgänger a su lado. Sabía que debía actuar rápido; no podía permitir que cayera en sus manos.
Concentrando toda mi energía, me adentré en el templo. Utilicé mis habilidades para desviar su atención y, con un simple movimiento de manos, conjuré un hechizo que desestabilizó el ritual. Las llamas de las velas se extinguieron, y el ambiente se tornó caótico. Las brujas, confundidas y furiosas, comenzaron a buscarme... pero yo ya había desaparecido en la penumbra.
Fue entonces cuando lo vi: uno de los grimorios de mi abuela Agnes. Sin pensarlo, lo tomé y huí de allí antes de que pudieran rastrear mi esencia mágica.
Una hora después, llegué a mi departamento. Al sacar el libro de mi bolso, comencé a buscar más información sobre los Doppelgänger. Las brujas habían logrado encontrarlos gracias a ese libro... tal vez la clave de su historia está impresa en las páginas del grimorio de mi abuela.
***
Grecia, hace dos mil años...
Silas era un simple hombre enamorado de una joven sencilla: su alma gemela. Tessa, su verdadero amor. Creyeron que su historia sería eterna.
Tanto Silas como Tessa eran los más poderosos miembros de un grupo con dones llamados viajeros. Cuando decidieron comprometerse, quisieron ir más allá: vivir juntos eternamente. Todo parecía perfecto, hasta que Silas, cegado por su obsesión, convenció a Tessa de que el amor no valía nada si la muerte podía separarlos. Le pidió algo imposible: la inmortalidad.
Tessa, ciega ante el amor que él decía profesarle, creó un jardín para su boda e ideó un hechizo que los mantendría vivos para siempre. El ritual se realizaría el mismo día del casamiento: ambos beberían el elixir de la vida eterna.
Pero ese día, el jardín que Tessa había creado con tanto amor empezó a marchitarse. Fue entonces cuando comprendió la verdad: Silas había utilizado el hechizo con otra mujer. La había traicionado y abandonado el día de su boda.
Devastada, Tessa fue en busca de él, solo para encontrarlo con su dama de compañía, Amara. Rota por el dolor, juró venganza.
Silas creyó haber triunfado, pero no contó con que, al violar la ley natural de que todo lo vivo debe morir, la naturaleza reclamaría equilibrio. Así nacieron los dobles sombra: los Doppelgänger, como efecto secundario del pecado cometido por Amara y Silas.
Tessa, fiel a su promesa de venganza, convenció a su comunidad de que la sangre de un Doppelgänger aumentaría el poder de cualquier conjuro o maleficio. Las brujas decidieron dar caza a los amantes.
Amara fue capturada por los viajeros, quienes buscaban crear un paraíso sobrenatural donde brujas, hombres lobo y otras criaturas pudieran unirse en la eternidad.
Silas, al saber que su amada había sido sacrificada en ese ritual, deseó morir. Pero Tessa no se lo permitió tan fácilmente.
Había creado una cura para la inmortalidad, y al encontrarlo solo y destrozado, lo convirtió en mortal y lo apuñaló en el corazón.
Cuando Silas murió, su alma y la de Amara ya no pudieron encontrarse. Tessa no solo le había arrebatado la inmortalidad: le había negado incluso un lugar en la eternidad.
Así nació la historia de los Doppelgänger: una historia de traición y venganza, donde el amor no triunfó.
Por siglos, miles de conjuros, maleficios y hechizos poderosos han sido sellados con la sangre de los Doppelgänger.
La leyenda dice que cada vez que aparecen, ambos sienten una atracción inevitable, como si sus almas buscaran reescribir el amor que Silas y Amara perdieron.
***
De regreso a Hope...
Según los grimorios de mi abuela Agnes, ella intentó recrear el conjuro de Tessa para crear el elixir de la inmortalidad. Pero al usar sangre de un Doppelgänger, la ecuación cambió... y fue así como condenó a sus hijos a convertirse en vampiros.
Sabiendo esto, decidí usarlo a mi favor. Tal vez sea la clave para romper la maldición de mi familia.
Durante siglos, vampiros, brujas y hombres lobo han sido enemigos naturales.
Pero cuando supieron de la existencia del híbrido —mi padre—, olvidaron sus rivalidades y se unieron para destruirlo.
Por eso no siento compasión por ellos.
Ahora que sé que las brujas están buscando al doble sombra, haré que los vampiros y los hombres lobo lo busquen también.
Y para eso... ya tengo un plan.
Con el grimorio de mi abuela abierto frente a mí, las páginas amarillentas parecían susurrar secretos olvidados. Sabía que debía actuar con astucia; la clave para liberar a mi familia y romper la maldición que me la había arrebatado estaba al alcance de mi mano. Pero para lograrlo, necesitaba crear una distracción que desviara la atención de las brujas y, al mismo tiempo, movilizara a los vampiros y hombres lobo en mi búsqueda del Doppelgänger.
Primero, decidí hacer circular rumores sobre la aparición de un Doppelgänger en la ciudad. Utilizando mis conexiones con algunos vampiros que aún me debían favores, comencé a esparcir la noticia de que existía un ser con el poder de romper la maldición del sol y la luna.
La maldición del sol y la luna data de cientos de años atrás. Se decía que quien encontrara la piedra lunar y al Doppelgänger podría romper la condena que obligaba a los hombres lobo a transformarse en bestias durante las noches de luna llena, y a los vampiros, a ser esclavos del sol. Solo la sangre de una de las especies podía romper su propia maldición, y quien lo lograra condenaría a la otra a la eternidad de su sufrimiento.
Sabía que los vampiros caerían en la trampa y se lanzarían a la caza.
Mientras tanto, contacté a un viejo amigo, un hombre lobo llamado Finn, que había sido leal a mi padre en el pasado. Le conté la misma historia y le hice prometer que reuniría a su manada para liberar a los licántropos de su maldición. La rivalidad entre nuestras especies era feroz, pero la posibilidad de obtener un poder tan inmenso como ese era suficiente para unir a hombres lobo y vampiros, al menos temporalmente, en la búsqueda del Doppelgänger.
Con el tiempo, la tensión en la ciudad creció. Vampiros y hombres lobo comenzaron a patrullar las calles, buscando al Doppelgänger que había despertado su codicia. Mientras tanto, yo me mantenía en las sombras, observando y esperando el momento adecuado para actuar. Sabía que, en algún momento, el Doppelgänger se sentiría atraído por el caos que había desatado. Solo debía esperar el momento justo para acercarme a él y ganarme su confianza.
Una de esas noches, mientras observaba en las sombras a los vampiros moverse, oí cómo un grupo de ellos mencionaba que habían localizado al Doppelgänger en un bar y que solo esperaban la oportunidad para atacarlo y sacarlo de allí sin levantar sospechas. Rápidamente me dirigí al lugar y, al llegar, pude notar que toda la comunidad mágica ya estaba allí... Brujas, hombres lobo y vampiros se encontraban ocultos entre la multitud, esperando su momento para actuar.
El ambiente en el bar era tenso, cargado de una energía palpable que erizaba la piel. Las luces parpadeantes y la música estridente apenas lograban ocultar los murmullos conspirativos que se tejían en las sombras. Sabía que el Doppelgänger estaba allí, pero también que la situación podía volverse peligrosa en cualquier momento.
Me deslicé entre la multitud, manteniéndome alerta. Las brujas, con sus miradas astutas y sus susurros encantados, parecían estar tejiendo un hechizo de distracción. Los hombres lobo, con su fuerza bruta e instinto salvaje, aguardaban ansiosos. Y los vampiros, con su elegancia letal y su sed de poder, observaban con ojos hambrientos, esperando el momento perfecto para atacar.
Entonces lo vi.
El Doppelgänger. Un joven de aspecto ordinario, pero con una mirada que destacaba entre la multitud. Su aura era intensa, casi hipnótica, y podía sentir que poseía un poder capaz de cambiarlo todo. Sin embargo, no podía acercarme sin ser descubierta. Necesitaba provocar un caos mayor para cubrir mis movimientos.
Recordé un antiguo hechizo del grimorio de mi abuela, uno capaz de invocar una tormenta de sombras. Con un movimiento sutil, comencé a murmurar las palabras en voz baja, sintiendo cómo la energía mágica se acumulaba a mi alrededor. Las luces del bar comenzaron a parpadear con más fuerza, y un viento helado barrió el lugar, haciendo que la música se detuviera abruptamente.
El caos estalló.
Los vampiros se miraron, confundidos. Las brujas lanzaron hechizos en respuesta, y los hombres lobo se tensaron, listos para atacar. En medio de la confusión, me deslicé hacia el Doppelgänger, que parecía ajeno a la tormenta que estallaba a su alrededor.
—¡Ven conmigo! —le susurré, tomando su brazo y tirando de él hacia la salida trasera del bar. No sabía si confiaría en mí, pero la urgencia no dejaba lugar para dudas. El lugar se había convertido en un torbellino de furia y magia, y sabíamos que no teníamos mucho tiempo.
Afuera, el aire fresco de la noche nos envolvió, y el bullicio del bar comenzó a desvanecerse con la distancia.
—¿Quién eres? —preguntó el Doppelgänger con voz cargada de desconfianza.
—Alguien que quiere liberarte de este caos —respondí, con tono firme—. ¿Vienes o te quedas?
El chico me miró con duda, como si midiera cada palabra que le ofrecía. Pero pronto, un grupo de hombres lobo salió del bar, y al vernos, intentaron acercarse.
Rápidamente conjuré una cortina de humo y murmuré:
—No tenemos mucho tiempo. Sígueme.
Sin más, giré y me eché a correr. Unos segundos después, escuché:
—¡Espera! Voy contigo.
Asentí sin detenerme, y juntos nos perdimos en la oscuridad de la ciudad.
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