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Cómo Si Fuéramos Novios

El Nacimiento de Un Fuerte Vínculo

...Libro I "El relato de Davis"...

Yo era un niño huérfano de 4 años, me sentía muy solo, hasta que un día ella llegó, nunca había visto unos ojos tan bellos, unas mejillas tan rosadas, una mirada tan dulce y una voz especialmente inocente, tenía 3 años, los dos estábamos solos en el mundo, me acerque a ella con timidez y cautela, no pude decir una palabra, me sentí algo nervioso, le ofrecí una galletita que tenía en mi bolsillo, la tomo con su pequeña mano y sonríe, en ese momento, mi corazón salto de alegría y de alguna forma supe que quería estar siempre cerca de esa niña.

Desde ese día comenzamos a hablar y a jugar, nos compartíamos los juguetes, nos defendíamos el uno al otro, fueron pasando los días y nos volvimos inseparables.

Yo siempre fui muy atento y amable con ella, como si de mi hermanita menor se tratara; cuando uno de los dos estaba enfermo el otro se ponía triste.

A veces por alguna razón de su pasado, se ponía triste, hasta el punto de llorar, eso no me gustaba para nada, entonces hacía lo imposible por verla sonreír y cuando reía, me sentía tan alegre, e convirtió en poco tiempo, en mi mejor amiga, mi hermanita y mi persona favorita, disfrutaba tanto estar a su lado.

Nunca le pregunte por sus padres o su vida antes de llegar al lugar donde estábamos, los dos vivíamos como si lo único que importaba fuese el presente, habíamos dejado atrás un pasado turbulento y doloroso, nos teníamos uno al otro y eso era lo más importante. . . . Estar junto a ella me daba mucha felicidad.

Pasado un año de la llegada de Helen Sofía Miller, de 4 años y yo con 5 años, un día llegaron al orfanato de la Madre Carmen, una pareja, necesitados de un hijo para fortalecer su matrimonio en decadencia, habían intentado cuanto método hay para concebir un bebe, pero los resultados fueron infructuosos, hasta llegar a la idea de adoptar un niño.

No solían venir muchas personas con ganas de adoptar un niño, la mayoría de las veces el proceso se quedaba en los trámites, era un proceso largo y complejo.

Pero ese día fue diferente, la pareja mencionada anteriormente, desde que vieron a Helen se encariñaron con ella, y a mí, apenas notaron que me encontraba en el mismo sitio, por lo que solicitaron formalmente su adopción.

Al recibir la inesperada noticia, mi cielo se nubló y lloré. No quería que Helen se fuera, pero no quería interponer entre lo que era, lo mejor para su futuro.

Lo que hice fue alejarme de forma disimulada de ella, aunque la Tristeza por su partida me consumía y no podía hacerse lo saber.

Llego el momento de su partida, alguien me dijo que me despidiera de ella, tal vez sería la última vez que la vería, seque mis las grimas, y corrí, hasta la salida, grite su nombre, al verme lloro y la abrace; y me susurro que no se quería ir, entonces le dije que nunca la olvidaría.

Ese fue uno de mis días más triste de mi vida, las horas siguientes vinieron acompañadas de una profunda tristeza, nada normal para mi corta edad.

Las semanas siguientes, aún pensando en Helen, perdió el interés en los juegos, en dibujar o ver la tv.

El desánimo me llevo al punto de no querer comer, poco o nada muchas veces, dormir mucho y apartarme a un lugar solitario la mayor parte del tiempo.

CAPÍTULO II: UNA NOTICIA INESPERADA.

Transcurrieron 30 días desde aquel desdichado día en el que había visto irse a mi más querida amiga, encontré mi rincón solitario perfecto en el techo del orfanato, estando allí como a las 3 de la tarde, pude ver a lo lejos el mismo automóvil donde Helen se fue a ese sitio desconocido apartado de mí, de repente, en mi interior, surgió la esperanza de volverla a ver, bajé de donde estaba hasta la entrada, pero al llegar no la vi, no había venido con los que ahora eran sus padres. . .

Pero mi pequeño cerebro comenzó a especular muchas hipótesis, la pareja se dirigió a la oficina de la directora, los sigo a la puerta y como un espía me propuso escuchar la conversación sin ser detectado.

—Gracias por venir hoy Sr. y Sra. Smaiker, me causa preocupación el caso de Helen, aquí era una niña muy tierna y alegre, sin embargo, comienzo a entender la causa de todo, verán, desde la llegada de ella a la institución, creo un vínculo con un niño un año mayor. . , su nombre es Davis Clay Donaban, él lleva 30 días desanimado e incluso se ha enfermado, por eso le sugerimos la opción de adoptar a Davis o esperar que el tiempo pase— Dijo la Directora

—Todo sea por el bien de Helen, si, por mí está bien, que dices tu Querido— Argumento el Sr. Lina de Smaiker

—Sería ideal tener un varón y una hembrita, y no sería un problema Financiero, compraremos una casa más amplia— Afirmo el Sr. Adam Smaiker

Después de escuchar eso, un sentimiento de emoción y felicidad me inundó, de solo pensar que volvería estar con ella, luego de la reunión, la Sra. Lina y el Sr. Adam conversaron conmigo, de todo lo que hablamos recuerdo dos preguntas muy importantes, la primera:

— ¿Quieres mucho a Helen?

Mi respuesta fue si, la quiero muchísimo y la extraña demasiado, la otra pregunta fue:

— ¿Si me gustaría que fuéramos una familia?

A lo que respondí, que si prometo ser un buen niño y obedecer en todo.

Formalizado el proceso de mi adopción por parte de los Smaiker, espere con mucho entusiasmo el día de irme con mi nueva familia, pero las cosas muchas veces no salen como una espera, debido a una tardanza en la revisión de los documentos del trámite, se paralizó más de lo que debía ser, entre tanto que un familiar lejano por parte de mi papá biológico, también tuvo intención de pedir mi custodia.

Entre todo eso pasaron dos meses, lo único que quería en la vida, era volver a jugar con Helen; un representante del departamento de defensa del niño y adolescente, me dice que el estado no dará mi custodia a mi familiar lejano, pues este tenía antecedentes penales y problemas de alcoholismo, por lo que no calificaba como una persona responsable éticamente y emocionalmente positiva para mi crianza.

Luego de saber que mi única opción de una familia eran los Smaiker, el proceso de adopción fue lento, llevando más tiempo que por lo general suele tardar, volvió a jugar un poco más, a compartir con mis compañeros del orfanato, a distraerme con la TV, y, sin embargo, siempre había algo que me recordaba a Helen.

Hasta que, cuando menos lo esperaba, recibí la noticia por parte de la directora; habían aprobado los Smaiker para mi adopción. Mi reacción fue incontrolable, salí por todo el lugar diciéndoles a todos lo que para mí era la mejor de las noticias, pero como si se tratara de un capricho del destino, tendría que esperar unos días más para mi partida, debido a que mi futura familia no se encontraba en la ciudad.

Lo siguiente que hice fue disfrutar cada momento con mis compañeros del orfanato antes de mi partida, aunque en el fondo tenía algo de miedo de irme.

CAPÍTULO III: LO MÁS PARECIDO A LA FELICIDAD

Llego el momento más anhelado, el Sr. Adam fue a buscarme al orfanato, es difícil explicar cómo me sentía en ese momento, era como una mezcla de entusiasmo y melancolía, pues desde que tenía memoria estaba en ese lugar, pero el deseo de ver y estar junto a Helen me daba mucho aliento y esperanza del porvenir en mi vida.

Me despedí de todos, todavía recuerdo las palabras de la Directora que con un beso y un abraso me dijo: "Pórtate bien Davis, Dios te bendiga". Salimos del orfanato con rumbo a mi nuevo hogar.

En el camino hacia mi nueva vida, no podía decir nada, solo quería observar las calles, las autopistas, la gente y más. Pero el Sr. Adam tuvo para mis unas palabras:"Te va a gustar donde vivimos, es un lugar tranquilo, pero muy cálido y tenemos TV por cable" y cerró con una sonrisa.

Lo vi a los ojos y no supe que responder, pero por alguna razón me sentí más relajado.

Llegan do a la casa de los Smaiker, que de fascinado con lo bonito que era ese nuevo lugar, parecía un jardín, el auto se estacionó en una casa muy alta y linda, nunca había visto nada parecido, aún no salía de mi asombro cuando entramos a la casa, donde me recibiría la Sra. Lina con Helen y algunos amigos de la familia.

Helen corrió hacia mí y me abrazo y una lágrima corrió de felicidad por su mejilla, los dos saltamos de alegría por volver estar juntos de nuevo.

—Bienvenido a casa Davis, desde hoy y para siempre seremos una familia, ¿te gustaría comer algo?—Dijo la Sra.  Lina

Con voz tímida, respondí sí.

Habían preparado bocadillos y un pastel para recibirme, todo aquello me parecía un banquete, pues la comida en el orfanato era racionada, la Sra. Lina tomo mi mano y me dijo: “Ven Davis te voy a mostrar la casa”.

Todo me parecía muy ordenado y elegante, que pensaba que estaba en un sueño, por último, llegamos a la que sería mi habitación, tenía mi propio baño y una cama tan cómoda, que provocaba dormir todo un día.

El tiempo fue pasando, entonces comencé a querer a la Sra. Lina como mi verdadera madre, siempre fue atenta y amable conmigo, además su personalidad era muy agradable y tierna, por lo que a partir de este punto me dirigí a ellos como papá y mamá.

Solíamos ser invitados a muchos cumpleaños de vecinos y de primos por parte de papá y mamá, y en muchos casos no era muy agradable, sufríamos burla y rechazo por ser adoptados, un día un niño hizo llorar a Helen, me molesté tanto que lo mordí, por lo que me ganó el apodo del niño con rabia o Dogboy.

Luego de esa fiesta de cumpleaños, nos volvimos un poco caseros, es decir pocas veces salíamos a compartir con los otros niños, en ocasiones papá nos llevaba a comer pizza y helado y nos daba mucha alegría.

La mayoría del tiempo nuestros padres adoptivos no se encontraban en casa debido a sus trabajos, pero no nos quedamos solos, teníamos una niñera, a la que también le tengo mucho aprecio.

Así transcurrió nuestra infancia entre juegos y risas, la Sra. Lina y el Sr. Adam fueron los mejores padres, nos dieron todo lo que un niño pudiera desear; amor, atención, disciplina.

Tenía todo lo que hubiera deseado, unos buenos padres, una casa cómoda, comida en abundancia siempre en mi mesa, juguetes por doquier y estaba junto a Helen, era lo más parecido a la felicidad.

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