"...yo solo quería amar y ser amada..."
El ruido de los grillos estaba en su máximo esplendor. El calor era igual de fuerte que en pleno medio día, aunque el reloj marcara la 1 de la mañana.
Sin embargo, para aquella chica de contextura gruesa y piel pálida, absorta en el mundo de su imaginación, eso no era un impedimento para seguir escribiendo en su computador.
..."LA ESCRITORA FRACASADA"...
Escribió en el primer capítulo, a modo de título, antes de darle clic en publicar. Aquel, según ella, sería quizá su único intento de hacer algo antes de poner fin a todo.
—Listo—susurró antes de enviar—ahora si, es el fin.
Sintiendo un escalofrío, producido por el frío que empezaba a luchar y ganarle al calor, hasta ese momento agobiante, algo normal para estar en pleno invierno, apagó el computador.
Levantándose con pesadez, tomando un poco del agua que aún estaba fresca en su botella, procedió a ingresar a su habitación.
Le daba igual todo, incluso las pequeñas cucarachas que danzaban en el sucio piso de su apartamento. Llevaba más de un mes sin hacer el aseo, producto de la tristeza y depresión que atormentaba su alma y había aumentado tras la reciente muerte de su abuelo.
—¿Podré al menos verlo, una última vez?—preguntó en un susurro.
Encerrándose en su habitación, encendió a todo dar su aire acondicionado y se acostó en su cama, con el corazón pesado.
Derramando varias lágrimas amargas, sabiendo que lo que estaba a punto de hacer era un pecado, al menos esperaba que, si al final Dios la llevaba al infierno, le permitiera por última vez, ver al hombre que más amo en su patética vida.
—Abuelo—susurró con dolor.
Tomando con su mano derecha un cuchillo de cocina, se hizo dos cortes verticales en ambas muñecas, provocando que su corazón se acelerara ante la pérdida de sangre.
El ardor de las cortadas y la sensación de la sangre correr por sus muñecas, hizo que todo poco a poco comenzará a oscurecerse y su corazón dejara de latir sin marcha atrás.
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Sintiendo como su cuerpo se hundía en lo más hondo de una piscina, y cómo su garganta ardía ni peor que lo había hecho su quemadura más fuerte en su vida, pudo finalmente tocar el fondo.
Abriendo sus ojos con brusquedad, tomó una bocanada grande de aire, antes de levantarse de golpe.
—¿Dónde... dónde estoy?—preguntó nerviosa a más no poder.
No entendía dónde estaba, no sabía la razón por la que su corazón latía tan rápido o porque estaba en aquel lugar tan oscuro, frío y desolado.
"¿Es esto el infierno?", pensó sintiendo un fuerte malestar en el pecho.
Observando con el seño fruncido como a lo lejos se podía vislumbrar lo que parecía ser una puerta plateada, lo único que desprendía a luz en ese lugar, procedió a caminar hasta ella.
—¿Hay alguien aquí?—preguntó ingresando a la extraña habitación.
La luz la encegueció un poco, causándole un leve dolor de cabeza, que finalmente desapareció cuando sus ojos acostumbraron al resplandor.
Sin palabras, observó que se encontraba en una singular biblioteca, con un techo de cristal. La luz del sol hacía que fácilmente se confundiera con un invernadero.
Las plantas y los árboles que decoraban las estanterías, le daban a los libros una apariencia de fantasía. Cada paso que daba, podía notar que había vegetación en cada rincón de la biblioteca.
—¡Qué genial!—la voz de una niña hizo que se detuviera.
Agudizando su vista, se dio cuenta que, sentada en un enorme escritorio de roble, se encontraba lo que creía era una niña. No fue sino hasta que la niña se levantó y caminó hasta ella, dando pequeños saltitos, que pudo ver mejor quién era.
—¿Tuny?—preguntó desconcertada.
La niña era similar al logo de la aplicación móvil que ella solía usar para que los lectores pudieran leer sus novelas. Era increíble el parecido físico que tenía con aquel dibujo, el cabello azul agarrado en dos coletas en ambos lados, poseia gafas enormes y circulares, y pecas en su rostro.
—¡Acertaste! ¡Soy yo!— sonrió mientras aplaudía—eres el primer usuario que me reconoce apenas ingresa al Limbo. Creo que he encontrado a la escritora adecuada para mi próxima novela.
De inmediato negó con la cabeza, era imposible que aquella niña fuera real. Aquello seguro era un mal sueño.
—¡Oh, querida!— dijo Tuny — yo soy real, tanto como el hecho de que tu alma está en el Limbo.
Sin explicar nada más, agarrándola con delicadeza, Tuny ayudó a que la chica se sentara frente al escritorio, antes de ella sentarse en su silla.
—¡A ver!—expresó con curiosidad—¿Cómo era tu nombre real?
Tuny extendió sus manos haciendo que una extraña pantalla flotante apareciera en medio de ambas. Sin entender cómo podía estar flotando sin algún mecanismo que se estuviera apoyando, y sin ver bien lo que se mostraba, solo pudo notar cuando apareció su nombre.
—¡Lo encontré!—expresó chasqueando los dedos—eres la usuaria número 39,475 que usa mi aplicación, según el sistema eres Yelena Romanov. ¡Ahora entiendo la razón por la que me dieron tu alma!
—¿Te dieron mi alma?—cuestionó confundida a más no poder—¿Acaso eres Dios?
—¡Oh, no! si lo fuera ya te hubiera mandado al infierno por la tontería que hiciste—dijo mientras habría un archivo—de hecho justo estaba leyendo tu última publicación, sí que fuiste una verdadera tonta.
—¿Disculpa?—ahora se sentía ofendida—¿quién eres para juzgarme? ¿Acaso me conoces?
—Si, eres una escritora fracasada que se dejó manipular por quién creía que era su novio, la cuál quedó sin dinero y endeudada—continuo después de ignorar su pregunta—deprimida y sin trabajo, intentaste luchar pese a que la vida le dio otro golpe con la muerte de su querido abuelo. Son muy pocos escritores los que pueden reflejar de manera exacta su realidad en un libro, el primer capítulo que publicaste antes de decidir quitarte la vida le estaba yendo bastante bien, tenías casi mil lecturas en menos de 8 horas.
—¿Quién eres?—ahora estaba más que confundida, estaba aterrada.
—Yo, estimada Yelena—expresó mirándola con diversión—soy quién te dará una nueva oportunidad de vida.
Con un leve gesto con ambas manos, Tuny, aun sonriente, revirtió la pantalla de su escritorio, haciendo que Yelena pudiera observar lo que estaba ella leyendo.
—¿Esto es?—susurró bastante nerviosa.
—Tú perfil de mi aplicación, Yelena—explicó de forma directa—según el sistema, dos de tus novelas tienen el potencial que yo necesito.
Yelena frunció aún más el ceño, mientras observaba las dos portadas de dos novelas que había escrito hacia tiempo. Ambas nacidas de un fuerte deseo de explorar una trama que combinara el terror con el romance.
—¿Qué es lo que quieres entonces?—preguntó bastante desconcertada—¿Por qué necesitas mi alma?
—¡Directo al grano! ¡Me gusta!—Respondió Tuny bastante animada—bueno, recientemente estoy buscando formas de aumentar la cantidad de lectores en mi plataforma. Ya sabes, entre más vistas hayan, más dinero entrará a mis arcas.
—¿Y qué tiene que ver eso conmigo?—interrumpió Yelena.
—Sabes, recientemente ha sido tendencia en internet las historias tipo "Dark romance"—señaló la niña cruzando sus brazos y recostando su espalda contra su silla—así que, viendo la forma en que aquello me sirva, he decidido juntar dos de tus historias, mezclarlas Y darles un romance oscuro a los protagonistas.
—¡Hell City y Heaven City no son "Dark romance"!—refutó molesta.
—¡Oh, lo sé! aunque como ia puedo modificarlas—la contradijo como si no le importara respetar la opinión de la autora—pero no puedo negar que para conseguir lo que quiero, tu conocimiento como creadora de las dos novelas me será muy útil.
—¿quieres que te ayude a rehacerlas?—volvió a cuestionar ahora más enojada que nunca.
—¡Exacto! y lo único que tienes que hacer es ayudar al villano a ganar—explicó sin tapujo alguno—quiero una historia de "Dark romance", donde el villano sea un hombre posesivo, dominante, quien ame someter a la heroína y la arrastre en un mundo condenado al mayor de los horrores.
Su corazón comenzó a latir de terror, sus manos estaban sudorosas por los nervios que tenía, de acuerdo a lo que Tuny quería, lo que yelena estaba entendiendo era que el villano se convirtiera ahora en el protagonista y que fuera el interés romántico de la heroína. Un hombre malvado que desataría su mal sin importar cuántos inocentes se llevará en el camino.
Yelena se levantó asustada, no podía comprender del todo lo que aquella supuesta ia quería. No, no es que no pudiera comprenderlo, Es que le costaba comprender como alguien en su sano juicio podía hacer que el villano ganara en la historia.
Esas dos historias abordaban como los protagonistas se enamoraban mientras intentaban impedir que el villano destruyera al mundo. Una maldición ancestral que los acobijaba a los tres, y que de manera irremediable provocó cierta obsesión del villano hacia la heroína.
No obstante, aunque el villano quería usar la maldición en su favor, hacer que un mal nacido de lo más oscuro del infierno desatara el fin en todo el mundo, el esfuerzo de los dos protagonistas había logrado que al final el villano pereciera y miles de inocentes pudieran salvarse de su mano.
—¡Me niego!—gritó desesperada.
Quería huir, alejarse de esa ia, que le generaba un temor casi o mayor que el que tenía hacia su ex pareja. Era imposible lo que estaba escuchando, Tuny no podía obligarla a hacer lo que ella quería.
—¡Quieta!—gritó la IA con enojo.
Sudando a más no poder, Yelena no pudo levantarse de la silla. Su cuerpo se sentía pesado y las enredaderas poco a poco comenzaron a subir por sus piernas, envolviendo cada centímetro de ellas.
—¡Déjame!—suplicó asustada.
—¿De verdad quieres irte?—cuestionó con malicia—Bueno... puedes hacerlo, aunque aún necesito enviar a alguien ¿debería mandar el alma de tu abuelo?
Yelena tragó en seco, abriendo sus ojos como platos. En la pantalla apareció la fotografía de su abuelo, lo que provocó que derramara varias lágrimas.
—Imposible—susurró asustada—¿cómo tienes el alma de mi abuelo?
—De la misma forma que tengo la tuya—la retó Tuny—no tengo por qué darte explicaciones, pero si quieres pruébame. Aunque no creo que quieras correr el riesgo, ¿o me equivoco?
Asintió ignorando el terror en la mirada de Yelena. No era la primera vez que amenazaba un autor con un ser querido, pero en este caso en particular, Tuny necesitaba de ella para que su plan fuera más sencillo de ejecutar.
—Decide qué alma entra al mundo qué tú misma creaste—continuó hablando, ahora de manera más fría—tú más que nadie sabe, que el sobrevivir en ese mundo, para alguien como tu abuelo, será una sentencia... muy cruel.
Suspirando con pesadez, cerrando con mala gana sus ojos, mientras derramaba varias lágrimas, dejó que la enredadera cubriera por completo su rostro.
Resignada, sintió cómo caía en un vacío oscuro y frío, hasta tocar algo sólido bajo ella. Abriendo sus ojos, su corazón se estremeció al ver en dónde estaba. Se levantó con todo su cuerpo temblando por lo que estaba observando.
—¡Abuelo!—gritó aterrada.
Todo el lugar era un vacío gigante, donde el aire estaba inundado por números flotantes. Cómo si de una interfaz de programación se tratase. Su abuelo, inconsciente, estaba acostado en el extremo de una balanza extraña y ella estaba en el otro lado de la misma.
Emocionada por ver de nuevo a su querido abuelo, estaba acercándose al lugar donde se encontraba su cuerpo. Sin embargo, al hacerlo, no toque la balanza se inclinaba al otro lado.
El peso de su propio cuerpo, a medida que avanzaba, provocaba que su abuelo estuviera por caer a un profundo y grande pozo que emanaba una luz escarlata.
—Yo que tú no lo hiciera—la voz de Tuny resonó a sus espaldas—entre más te acerques, más condenas a tu abuelo a sufrir en la historia que diseñaste.
Dolida se detuvo al comprender lo que la ia quería: que fuera ella misma quien entrara, por cuenta propia, a la historia.
—¡Pobrecito! Cómo sufrió por tu culpa antes de morir—dijo Tuny, intentando provocarla usando la culpa—se supone que lo amabas, pero lo pusiste por debajo de tu ex pareja. Defendiste hasta el último momento, a un hombre que solo te dañó.
—¡Basta!—gritó—¡Lo haré!
Tan solo recordar lo que pasó antes de su muerte, la torturaba de una forma que ella misma quería matarse de nuevo en ese momento. Pero, estaba consciente de que, si no era ella la que saltaba directo al umbral de aquel mundo, lo haría su abuelo, no podía condenarlo más de lo que ya había hecho estando en vida.
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Oscuridad, seguido por un fuerte olor a humedad y podrido, fue lo que se percató tras saltar dentro del pozo. Un fuerte dolor en todo su cuerpo, y un sabor metálico en su paladar, provocó que finalmente abriera sus ojos, aunque su vista estaba muy borrosa.
—¿No deberíamos ponerla boca arriba?—la voz de un hombre se escuchó en medio de su confusión—¡se puede ahogar!
—¿qué? ¿Te preocupa lo que suceda?—ahora fue la voz de una mujer.
—¡Lo que menos quiero es que me acusen de asesinato, Valeria!—respondió el hombre.
Sintiendo cómo alguien volteaba su cuerpo y la dejaba con brusquedad, escuchó a los segundos cómo la puerta se abría para después cerrarse de inmediato. Esperando unos minutos a que nadie más se acercara, decidió levantarse pese al enorme mareo que tenía.
"¡Mi cabeza!", pensó.
Temblando, notó que la mano donde se había tocado la frente estaba manchada con sangre. Con cuidado de no caerse, se levantó con lentitud, notando no solo la sangre, sino también como un inodoro estaba atorado con papeles higiénicos, lo que provocó que todo a su alrededor se inundara.
Dejada en medio de tal desastre, como si de basura se tratase, caminó con los pies adoloridos, notando así que no poseía sus zapatos. No obstante, aquello no le importaba.
Ahora lo que apremiaba para ella, recién reencarnada en el cuerpo de un personaje que temía saber cuál era, era el poder verse en un espejo y corroborar su identidad. Así podía asegurarse de que lo que había dicho Tuny fuera cierto o no.
—¡No!—expresó llegando a los lavamanos—soy...soy ella.
Aquel cabello negro enredado, aquella piel pálida, llena de cicatrices, y sus ojos rojizos, eran una clara muestra del personaje a quien ella había creado para ser la protagonista principal de aquella macabra historia.
Ahora estaba en el cuerpo de Serah, miembro menor de la gran familia Valentine, pero con una vida bastante lamentable, tanto que se arrepentía enormemente por haberla creado.
Serah, hija del cuarto miembro al mando de la familia, era considerada una ilegítima por parte de su propio padre, al no heredar el típico cabello rubio ceniza y los ojos verdes claros. Sin apoyo, no solo era acosada por varios miembros de su familia, sino también por sus propios compañeros.
Recordaba muchas de las escenas de Bullying que la protagonista tuvo que aguantar, por lo que no pudo evitar reírse por la trampa que ella misma había diseñado y caído.
—Un castigo digno para una pecadora cómo yo—susurró con amargura.
Temblando, con varias heridas en su cuerpo, y su uniforme escolar manchado de sangre, intentó salir de los sanitarios pero un destello de luz dorada la detuvo.
Al frente de ella, muy similar a la pantalla que usaba Tuny, se encontraba una segunda pantalla flotante, pero esta era de un fuerte color dorado. Tanto que su luz se alzaba por encima de la luz artificial del lugar.
..."¡Bienvenida a su nuevo mundo!"...
..."Esta es la interfaz estándar para todos los usuarios primerizos"...
..."A medida que el usuario avance, se desbloquearán más funciones"...
..."Antes de comenzar, ¿le gustaría saber cuáles son las reglas?"...
Frunciendo el ceño, temiendo que pensaran que estaba loca, presionó el botón que decía"yes". Allí se sorprendió bastante que en vez de encontrarse una extensa lista de reglas, solo estuviera escrita, en letras rojas, una sola:
..."Mientras se cumpla con la misión principal y misiones secundarias, el usuario puede hacer lo que quiera con completa inmunidad"...
—¿Inmunidad?—preguntó bastante débil—¿Te refieres a que puedo hacer lo quiera sin castigo alguno?
..."Mientras se cumpla el objetivo principal, la venganza o el asesinato están incluso dentro de lo permitido"...
Yelena, ahora Serah, sacudió la mano para hacer desaparecer la pantalla en frente de ella. No podía pensar en nada, necesitaba buscar ayuda de algún profesor o encontrar, con algo de suerte, la enfermería de la escuela.
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Quien diera a una jovencita golpeada y ensangrentada, quería ayudarla... pero siendo quién era, no le sorprendía que hasta los propios maestros caminaran de largo por el pasillo, ignorando su evidente estado.
—¡Agh!—gritó cayendo por las escaleras.
Su falda negra y camisa roja se mancharon aún más de sangre, mientras sentía un fuerte dolor de cabeza y espalda producto de la caída.
—¡Pero qué tonta!—una voz desconocida se alzó por lo alto.
Su corazón se aceleró un poco al observar los rostros de los causantes de su caída, denotar aquel rubio cenizo que solo pertenecía a las cabelleras de los miembros del Clan valentine.
—¡Vámonos!—dijo la más delgada de todas—el receso está por acabar.
Aunque no reconocía a las dos chicas frente de ella, estaba casi segura de su parentesco con ellas. Sin embargo, no le importaba en ese momento, lo único que quería era ir a una enfermería y tratar así sus heridas.
—¡Maldita bastarda!—gritó la otra de las dos chicas—¡Deshonras a la familia!
Algo dentro del corazón de Serah se rompió, como si de un vaso ya roto y unido a la fuerza con pegamento se tratara.
Una nueva punzada hizo que colapsara, lastimándose sus rodillas. Aquellas palabras de estas personajes, le despertaron recuerdos oscuros de su pasado.
—¡Soy imbécil!—susurro con odio a sí misma.
Recostada contra una esquina, mientras el ruido de la campana marcaba el cese del receso y varios estudiantes subían las escaleras, ignorándola sin Piedad, no pudo evitar pensar en cómo había reflejado varias de las cosas que vivió en aquella historia.
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