NovelToon NovelToon

LO Difícil De Amar

capítulo 1

Estaba yo tirada en el sofá de la sala de mi hogar viendo todos la limpieza que había hecho orgullosa no se si les pasa que después de limpiar se pone admirar su limpieza, pues si esa soy yo.

Suena mi celular con un tono bastante molesto y suspiro que querrá este ahora.

- Con que cosa nueva me vas a molestar hoy?- suspiro derrotada y comienzo a subir las escaleras.

- puedes ir al aeropuerto a buscar a mi amigo Oliver?- suplicó.

- no- dije sin mas y entre a mi habitación comenzando a quitarme mi sueter enorme sucio y lleno de algún liquido extraño.

- Por favor Lía de mi corazón si me haces este grandísimo favor no te pediré mas nada nunca te lo puedo prometer- suspire.

- ¿y porque tengo que ir yo? Ve tu a buscar a tu amiguito yo ni lo conozco- bufé.

- es que el pendejo vino sin avisar y ahora estoy en las afuera de la ciudad viendo un terreno- rasque mi cabeza indecisa.

- esta bien ire pero en tu camioneta- el no lo dudo ni un segundo.

- esta bien las llaves están donde siempre, te amo hermana.

- ¿lo llevo a tu apartamento?- pregunto sacándome los calcetines.

- si las llaves es tan en la mata decorativa del frente- un día de estos le van a entrar a robar al pobre.

Cuelgo la llamada y me meto rápido a ducharme huelo a detergente y polvo.

Estoy de vacaciones de la escuela y como mis padres son doctores se pasan la vida en su propio hospital y poco vienen a casa prácticamente vivo sola por eso tengo que hacer la limpieza en mi hogar.

Me ducho y lavo mi pelo tomando mi tiempo al salir seco mi cabello y decido por estilizarlo a si demoró mas, al final yo no mande a ese tal oliver a venir cuando se le diera la gana.

Salgo del baño con unos tubos en la cabeza para hacerme unas hondas, nadie sabe si me ve el amor de mi vida camino al aeropuerto o halla  mismo uno tiene que dar siempre regio.

Me pongo algo casual pero bonito.

Me maquillo un poco todo natural solo me peino las cejas relleno los espacios en blanco,un poco de corrector en las ojeras y para iluminar mi rostro, broncer blush ,delineo mis labios y glos eso es todo mi maquillaje de hoy.

Cierro mi habitación y mientras entro algunas cosas en mi cartera casi me voy de boca por las escaleras me sostengo bien de barandal y respiro profundo , tengo que dejar de querer hacer todo a la vez o si no creo que no llego a los 20 y tengo 17.

Me aseguro de cerrar bien la puerta de casa y saco la camioneta de mi hermano, el tiene un carro y esta camioneta pero en el edificio donde esta su apartamento aceptan un vehículo por inclinó, si mi hermano tuviera novia o esposa se aceptaran dos vehículos pero el dueño del edificio dice que no puede ocupar dos estacionamientos por puro gusto.

Me subo y conecto mi celular al radio poniendo mi propio playlist.

El aeropuerto queda a 45 minutos de donde vivimos a si que el caminó me lo voy disfrutando con aire fresco y buena música, por suerte que no hay mucho tráfico asi llego un poquito antes.

Cuando llego revisó el mensaje de mi hermano el esta en la terminal c y yo estaba en la b asi que tuve que dar la vuelta.

Pero llegue que es lo importante.

Estaciono la camioneta y me bajo agarrando mis cosas y abriendo un caramelo para meterlo en mi boca, yo tengo como hambre.

Yo nunca e visto a ese tal Oliver solo se que se conocio con mi hermano en la universidad el estudiando arquitectura y mi hermano paisajismo, lo e llegado a ver en fotos y al a veces aparecía atrás en las video llamadas de mi hermano pero no mas de ahí la verdad.

Por mi falta de conocimiento sobre la persona que estoy esperando me toca sacar mi celular y pedirle a mi hermano una foto de la criatura pues le podré ver y no sabré que es el.

Mi hermano tarda pero me manda una foto de medio cuerpo de un chico que la verdad no se ve tan mal pero podría verse mejor aunque no me importa su apariencia la verdad.

Suspiró medio cansada por conducir tanto y ya con el estómago sonando, yo con hambre dejo de ser un ser de luz.

Miro al frente y a todos lados y no veo al chico de la foto, que fastidio.

Las puertas del aeropuerto se abren y de ahí salen un grupo de personas con equipaje muchos riendo otros serios y la mayoría hablando por celular entonces sale de ultimo el esperando en cuestión.

¿El no podia salir de primero? Le molestaba, en que le afectaba salir primero.

Debo decir con toda la sinceridad del mundo que la foto que mi hermano me mando no le hace justicia a este muchacho frente a mi , es verdad lo que dicen hay gente que no son fotogénicas.

Le hago una seña y sonrió amable, me acercó a el.

- Hola soy Lía, la hermana de Elías- digo educada pues no conozco a este chico.

- Oliver un gusto- dice serio, se ve cansado.

Y no lo culpo fueron 17 horas de vuelo el jet lag pone loco a cualquiera.

Lo guió a la camioneta el pone sus cuatro maletas atras, viene como con demasiado equipaje para unas vacaciones.

O bueno no se que valla hacer aqui, no es como que mi hermano me dijo mucho la verdad.

Sin decir nada enciendo la camioneta y emprendo rumbo a la ciudad donde vivo.

El apoya su mejilla en su mano y mira por la ventana pensativo su otra mano esta apoyada de la pequeña gaveta que esta en medio de los asientos donde yo apoyo mi codo pero no lo puedo hacer por que si gran brazo ejercitado ocupa toda la pequeña gaveta.

- ¿te importa si pongo algo de musica?- pregunté conduciendo con una mano apunto de encender mi bluetooth.

- ¿podrías no poner música? Es que estoy algo mareada y con dolor de cabeza- asiento comprendiendo.

El jet lag y sus efectos.

Conduzco tranquila por unos cuantos minutos mas de media hora y ya mi estómago no aguanta mas no e comido nada desde ayer y en la mañana en vez de desayunar me puse a limpiar toda la casa.

Veo un macdonald a lo lejos y cuando voy a preguntarle si el desea algo lo veo dormido.

Bueno pues yo si deseo algo, comer.

Me voy por el autoservicio y cuando estoy pidiendo el ser a mi lado se despierta, pensé que el princeso iba a dormir mas.

- pide lo mismo para mi si no es mucha molestia- me dice somnoliento estirando se un poco.

No digo nada y solo pido lo mismo doble, avanzo un poco dal el total de lo que pedí y espero que el se manifieste con el pago el saca su cartera y yo mi bolsa y veo que tiene puro euro y un solo dólar.

- reciben tarjeta?- pregunta todo estúpido.

En que macdonald no aceptan tarjetas?

Asenti sonriendo falsamente le doy lo que hizo mi pedido osea la mitad y pago todo con su tarjeta.

Avanzó un poco mas recibo mi orden.

- gracias- le digo a la señorita y sigo mi caminó.

Me estaciono y comenzamos a comer.

Sin decir nada y la verdad es que no podemos decir mucho con la boca llena.

- falta mucho para llegar?- pregunta.

- como 10 minutos- digo bebiendo de mi Coca-Cola mientras conduzco con una mano.

capitulo 2

Llegamos al edificio de Elías, un complejo medio moderno con ventanales enormes que, si no limpias bien, terminan viéndose como espejos sucios. Estacioné en la entrada y suspiré. El viaje se me había hecho eterno. Entre el calor, el hambre, el McFlurry que se me derritió en la mano y el silencio incómodo con Oliver... necesitaba paz.

Me bajé, fui directo a la mata decorativa. Esa bendita planta tenía más secretos que mi diario de cuando tenía catorce. La moví un poco y... ahí estaba: la llave, oculta bajo una piedra falsa.

—Una de estas noches le entran ladrones y ni se entera —murmuré, mientras volvía al auto.

—¿Todo bien? —preguntó Oliver, todavía medio dormido.

—Sí. Ya tengo la llave. Vamos.

Entramos al edificio, subimos al tercer piso. El ascensor olía a desinfectante barato y aire encerrado. Cuando llegamos al apartamento, metí la llave, empujé la puerta y...

Santo cielo.

Por poco y se me olvida lo asqueroso que es Elías.

Casi me caigo de espaldas con la escena: platos sucios por todos lados, una pizza vieja en la encimera, latas de cerveza apiladas como si fueran decoración, ropa tirada en el sofá, y un olor a humedad que atacó mis fosas nasales como si hubiera entrado a una cueva abandonada.

—¿Él vive así? —preguntó Oliver, deteniéndose en seco.

—Sí... —respondí con una sonrisa forzada—. Pero no te preocupes, no tienes que quedarte mucho rato en esta pocilga. Solo hasta que te acomodes.

—Perfecto —dijo, lanzando su maleta en el sofá... bueno, en lo que quedaba visible del sofá.

—El cuarto de Elías está al fondo a la derecha. Tiene aire acondicionado. Úsalo sin pena.

—Gracias, Lía —respondió, caminando como un zombie. Literalmente no llevaba ni dos minutos en pie desde el aeropuerto.

En menos de cinco minutos, Oliver ya estaba roncando como oso en hibernación. No me molestó. Pobrecito. Se veía agotado.

Me quedé en medio de la sala, observando el caos. Una cucaracha se asomó por debajo de una caja de pizza.

—¡Ay, no! —grité, agarrando una chancleta y dándole el golpe de su vida—. Esto no puede estar pasando.

Respiré hondo, me até el cabello, me subí las mangas y activé mi modo: hada de la limpieza.

Primero, levanté toda la ropa sucia que había por el suelo. Había hasta un pantalón interior tirado cerca de la nevera. ¿Qué hace un bóxer al lado de un yogur vencido? No quiero saber. Lo eché todo a la cesta.

Luego, los platos. Tenían capas. CAPAS. Era como escarbar arqueología doméstica. Me puse guantes, prendí música (suave, no iba a despertar al dormilón), y me puse a lavar como si mi vida dependiera de ello.

Después vino la parte difícil: la nevera. Tiré todo lo que no tenía forma, color ni razón de existir. Una gelatina había mutado. Ya era una criatura nueva.

Barrí, traspié, cambié las fundas de los cojines, lavé el baño (¡el baño! ¡una guerra campal!), y terminé encendiendo una vela aromática porque el ambiente pedía socorro.

Cuando terminé, el apartamento parecía otro. No perfecto, pero sí habitable. Me senté en el sofá (ahora limpio) con una botella de agua, viendo el ventilador del techo girar lentamente.

—¿Y ahora quién me limpia a mí? —murmuré, rendida.

Me quedé mirando la puerta del cuarto. Desde allí salían ronquidos constantes. Oliver seguía durmiendo como si no existiera el mundo exterior.

—De nada —susurré para mí misma, orgullosa.

Sonreí. Después de todo, esto de ser la hermana que resuelve todo... no me disgustaba tanto.

[...]

No sabía cuánto tiempo había dormido, pero cuando abrí los ojos ya era de día. La luz del sol se colaba sin permiso por las cortinas de la sala, golpeándome directamente en la cara. Parpadeé un par de veces, desorientada. Tardé varios segundos en procesar dónde estaba.

—¿Qué rayos...? —murmuré con la voz ronca.

Miré a mi alrededor. Todo limpio, ordenado... ¡ah, claro! Me había quedado dormida en el sofá de Elías después de mi maratón de limpieza. Jamás, repito, jamás me había quedado tanto tiempo en su casa. Y mucho menos había amanecido aquí. Eso ya era terreno desconocido.

Me senté, estirándome como un gato, y justo cuando iba a recoger mis cosas para irme, escuché pasos. No pasos normales. Pasos acompañados de música a bajo volumen y algo que se podría describir como... ¿una pasarela?

Y ahí estaba.

Oliver.

Descalzo, con unos pantalones cortos grises que dejaban poco a la imaginación, sin camisa, con una taza de café en la mano y caminando por la casa como si fuera suya... o como si estuviera en una sesión de fotos para una marca de ropa interior.

El era todo que ver con ese cuerpazo.

Modelando. Sí. Literalmente modelando frente al microondas.

—¿Qué... estás haciendo? —le pregunté con los ojos entrecerrados, aún procesando si estaba soñando o viviendo un comercial de colonia masculina.

—Estoy decidiendo qué pantalones cortos usar para pedir dos desayunos —respondió, completamente serio—. Digo, si voy a pedir dos para llevar, tengo que estar presentable... por respeto al repartidor.

Solté una carcajada tan fuerte que casi me ahogo con mi propia saliva.

—¿Tú siempre eres así o el café te pone coqueto?

—Yo nací coqueto, mi cielo —dijo, dando una vuelta como si estuviera en la final de “Next Top Model”.

Lo observé de arriba abajo, sin disimulo. O sea, ¿perdón? ¿De dónde había salido este personaje? ¿Y por qué ayer se me había escapado lo guapo y encantador que era?

Ahh ya se , el estaba todo adormilado,con nauseas y dolor de cabeza.

—Yo no te había visto bien —dije, apoyando la barbilla en la mano, aún sentada en el sofá—. Hubieras comenzado por ahí ayer y la historia habría sido diferente.

Él me miró de reojo, con esa sonrisa descarada que parece peligrosa y adictiva al mismo tiempo.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo habría sido la historia?

—Probablemente con menos ignoradas... y más escaneos visuales.

—¿Estás diciendo que me subestimas?

—Estoy diciendo que anoche pensé que eras un mueble parlante con jet lag. Hoy veo que eres un mueble funcional y con personalidad.

Ambos nos quedamos mirándonos. Una pausa. Silencio cómplice. Y entonces, como si se activara un espejo, los dos soltamos la misma risa al mismo tiempo. Sarcástica. Relajada. Un poco dramática.

—No puede ser... —dije entre risas—. ¿Tú también eres así?

—¿Así cómo?

—Sarcasmo, comentarios innecesarios, humor negro, risa cuando no hay que reírse, coqueteo porque sí... ¿tengo que seguir?

—No, ya entendí. Te encontraste contigo misma en versión masculina.

—Exacto. Estoy asustada.

—Y yo emocionado.

Me levanté del sofá, estirándome de nuevo, esta vez con una sonrisa pegada en la cara. Me sentía... rara. Pero bien. No todos los días alguien se igualaba a mi nivel de sarcasmo y locura. Y menos con esos bíceps.

—Bueno, voy a vestirme y a irme. Ya hice suficiente por ti. Dejé este lugar más limpio que tu conciencia.

—¿Seguro que no te quieres quedar para desayunar? Pido algo para compartir... tú eliges si hablamos o solo nos miramos con tensión silenciosa.

Lo miré de nuevo, divertida.

—Eres peligroso, Oliver.

—¿y tu no?.

Rodé los ojos, riendo mientras caminaba hacia el baño para alistarme.

No lo iba a decir en voz alta, pero en mi cabeza solo podía pensar una cosa:

Esto se va a poner interesante.

capitulo 3

—¿Dónde están los pantalones? —murmuré abriendo cajones sin permiso.

Estaba en el baño de Elías, envuelta en una toalla, buscando algo decente para salir después del baño que me acababa de dar. Lo necesitaba. Había limpiado su apartamento como una condenada y sudado más que en el gimnasio.

Después de rebuscar entre algunas prendas limpias —milagrosamente dobladas en una esquina del armario— encontré unos shorts bastante pegados.

Demasiado pegados.

—¿Estos son de Elías? —fruncí el ceño mientras me los medía—. Mmm... lo dudo. A menos que tenga un lado oculto muy... ajustado. O que alguna de sus conquistas se los haya dejado.

Me encogí de hombros. A falta de ropa propia, los usé. Encima tenía un top deportivo que llevaba bajo mi blusa del día anterior. Me hice un moño alto y salí del baño como si nada.

Y ahí estaba él. Otra vez Oliver. Sentado en la encimera, comiendo cereal con una cuchara de madera porque, al parecer, los cubiertos seguían extraviados en el caos pre-Lía.

Me miró. Literalmente se quedó quieto. El tipo que había desfilado media hora en pantalones cortos como si fuera pasarela, ahora parecía hipnotizado.

—Ay, ay, ay... —dijo con una sonrisa pícara y la voz más coqueta que le había oído hasta ahora—. ¿Tú me estás provocando con ese cuerpecito de muñeca precioso que tienes?

Rodé los ojos y caminé directo a la mesa.

—Obvio, esa es la idea. Quiero llevarte a la cama, seducirte, arruinar tu vida y dejarte emocionalmente inestable. ¿No es evidente?

Se echó a reír tan fuerte que derramó parte de su cereal.

—¡Dios, me encantas! —exclamó—. Eres yo en versión femenina. Esto debería darme miedo.

—Sí, y lo peor es que aún no me has visto cuando me enojo.

—¿Eso es una amenaza o una invitación?

—Depende de cuántas cucharas sigas arruinando con cereal tibio —contesté mientras tomaba asiento.

Tocaron la puerta. El desayuno. Oliver fue a buscarlo bailando con la caja en alto como si hubiera ganado un premio. Nos sentamos y empezamos a devorar waffles, jugo, fruta y algo que no supe identificar pero sabía increíble.

Comenzamos a comer y a conversar el me hacia cuentos de su época en la universidad.

- Elías siempre a sido descuidado con la limpieza asi que en vez de hacerla nosotros mismo el le pagaba a la chica que se cogía- me cuenta señalando con un tenedor.

-En esos tiempos todos necesitan dinero.

- Exacto por eso la follamiga acepto pero que pasa, que ella no era con la única que Elias follaba y se encontró muchos condones y ropa interior que claramente no eran de la talla de mi amigo- solté una carcajada de solo imaginarme la escena.

—Tengo que irme —dije limpiándome las manos con una servilleta—. Ya pasé demasiado tiempo en esta dimensión paralela.

—Yo me voy contigo.

Lo miré levantando una ceja.

—¿A dónde?

—No sé. A donde vayas. Después de pasar un día contigo, es imposible despegarse. Sería cruel de tu parte dejarme solo con mi cereal triste.

—Te tocará sufrir sin mí —contesté riendo mientras me levantaba.

—Entonces sufriré... pero con dignidad —dijo dramáticamente.

Justo cuando iba a replicar, la puerta se abrió. Elías.

Se quedó en la entrada, mirando alrededor. Luego a nosotros. Luego otra vez a su apartamento.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó con los ojos abiertos como platos—. ¿Dónde está el caos, el desastre, el apocalipsis decorativo?

—Lo maté —dije con una sonrisa triunfal.

—Literalmente —añadió Oliver con la boca llena—. Tu hermana es como una mezcla de Marie Kondo y Terminator.

Elías caminó un poco más y se quedó mirándonos. La escena era rara, sí. Oliver con un plato de frutas, yo con shorts sospechosos, el apartamento oliendo a lavanda.

—Hermano- se abrazaron dándose palmaditas.

-No pensaba quedarme de este lado de la ciudad pero ya hay motivos- me guiño un ojo y Elias le dio un zape.

- con que no te la allas follado todo bien, es menor de edad.

- Menor de edad?- pregunto Oliver sorprendido.

- En dos meses cumplo 18- sonrei -¿entonces te vas a quedar?- pregunto interesada.

—Sí. Ya me aburrí de ir de país en país. Y como Elias me dijo hace unos meses que necesitaban a alguien de confianza para los proyectos nuevos... aquí me tienes. Me mudo. Trabajaré contigo.

Elías parpadeó. Varias veces.

—¿Estás hablando en serio?

—Totalmente.

Nos quedamos los tres en silencio. Hasta que yo aplaudí una vez.

—¡Ay, qué divertido! Otro sarcasmo con piernas cerca de mí. Esto se va a poner interesante.

Oliver me guiñó un ojo.

—Prepárate, Lía. Voy a ser parte de tu rutina. Te vas a hartar de mí.

—Tendrás que hacer fila.

Y mientras Elías seguía tratando de procesar todo, yo solo pensaba una cosa:

Ahora sí... que comience el juego.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play