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Mis Alfas Posesivos

Capítulo 1

...BREVE MENSAJE:...

...A lo largo del libro, los personajes pasarán por momentos de aciertos y errores, serán manipulados, se arrepentirán y enfrentarán una variedad de emociones que también sentimos en la vida real. Cada emoción y decisión de ellos refleja nuestras propias experiencias y desafíos, pues todos nosotros somos imperfectos y estamos en constante aprendizaje. Por eso, te invito a no juzgar a los personajes, pues nadie es perfecto. Así como ellos, nosotros también estamos aprendiendo cada día, con nuestras fallas y logros....

...❣️BUENA LECTURA❣️...

Liv narrando:

PARÓ.

PARÓ.

¡PARÓ!

Desde que cumplí 15 años, esa había sido mi palabra más usada. Ella marcó el comienzo de mi sufrimiento cuando los trillizos hijos del Alfa regresaron del entrenamiento en el campamento.

Eran mis tres peores pesadillas: Max, Ryder y Callum.

Max tenía una mirada verde esmeralda marcante y cabello negro despeinado que caía de forma natural sobre la frente, dándole un encanto irresistible de bad-boy. Además de los tatuajes en los brazos y en el área del cuello.

Ryder también tenía ojos verdes esmeralda seductores, así como Max, una mandíbula marcada, un rostro perfectamente esculpido y un encanto levemente rudo.

Aunque Callum tenía ojos verdes como los demás, su cabello era castaño — diferente a ellos. Había una palabra que podría describirlo: playboy universal.

Él era calmo y reservado, pero eso tampoco significaba que le agradaba. Se quedaba de pie, observando a sus hermanos haciendo las cosas más horribles conmigo, a veces sonriendo con diversión, incluso no participando en ninguna de las actitudes de ellos.

Todos eran deslumbrantes, altos, con cuerpos perfectamente esculturales. Todos tenían 20 años y serían futuros Alfas.

A pesar de la apariencia atractiva, eran las peores cosas que ya me habían sucedido.

Max y Ryder decidieron encargarse de tornar mi vida un infierno.

Pasaban el tiempo libre haciendo cuestión de hacerme sufrir a cada hora y siempre se divertían con las innumerables maneras que encontraban.

Callum, por otro lado, no tenía tiempo para mí. Era reservado y distante, pero eso tampoco significaba que le agradaba.

Ellos no eran los únicos que hacían mi vida un infierno. En realidad, todos los miembros de la manada me odiaban. Ser una omega era como una sentencia de muerte desde el día en que nací. No apenas por ser omega, sino por ser la única omega de la manada.

Desde que mi madre murió, dejándome en ese mundo cruel, he luchado. Los gritos, castigos y estigmas eran soportables, pero todo empeoró aún más cuando los tres demonios entraron en mi vida.

Yo tenía 17 años, y el día siguiente sería mi 18º cumpleaños. Eso significaba que todo el dolor y sufrimiento iban a acabar cuando encontrase a mi alma gemela, que me protegería de todo.

Soñaba despierta con mi alma gemela desde los 13 años.

Un caballero de armadura brillante, bonito, de quitar el aliento, alguien que me haría sentir como una princesa y quitaría todas mis tristezas.

Y la parte más emocionante del día siguiente era que era período de celo para los machos de la manada, entonces sabía que las cosas iban a quedar un poco locas.

Era un período en el que las almas gemelas ansiaban desesperadamente una por la otra. La idea de eso y cuán emocionante podría ser, me dejaba ansiosa.

Pero, por ahora, yo tenía que soportar.

Y allí estaba yo, corriendo por los bosques lo más rápido que mis piernas conseguían, respirando pesado, sin pensar en parar — porque sabía lo que sucedería si yo parase.

— ¡Es mejor que corras, porque si te atrapamos, sabes lo que va a suceder, Liv! — oí el gruñido distante detrás de mí y mi corazón saltó.

Ese era el nuevo juego de ellos. Antes de hacer algo conmigo, siempre me daban un aviso, para tornar lo 'divertido' aún mayor para ellos.

Ellos siempre decían:

"Conoces las reglas, Liv. Tienes 5 minutos para correr y esconderte. Asegúrate de alejarte lo máximo que puedas, porque, si te atrapamos, las cosas van a quedar bien difíciles."

Mis piernas comenzaban a fallar. Yo sabía que ellos iban a atraparme, como siempre hacían. Necesité pensar rápido.

Miré hacia atrás y vi a Ryder corriendo en mi dirección, con alguna cosa en las manos, que parecía una…

Abrí mis ojos.

¡Un arma!

Mi corazón pulsaba fuerte en el pecho. Tenía certeza de que, ya que eran futuros Alfas de la manada, si matasen a una omega, nadie iba a cuestionarlos.

Como correr no daba más, la única alternativa era esconderme. Corrí hasta un árbol frente a mí, y la única idea que surgió fue esconderme en él.

Fue difícil escalar, pero la descarga de adrenalina me impulsó. Conseguí, enroscándome en una de las ramas enormes, con la esperanza de que ellos no me encontrasen.

Desde donde estaba, asistí a Ryder corriendo en dirección al árbol con el arma, y Max luego detrás de él.

— ¿Dónde se fue? ¡Ella estaba justo aquí! — Max gritó, pasando por Ryder y por el árbol. Ryder hizo lo mismo.

Apoyé las manos en el pecho, respirando aliviada, pero percibí que yo no tenía tanta suerte cuando ellos comenzaron a correr de vuelta en mi dirección.

— El olor de omega de ella está por todas partes aquí. — dijo Ryder, y mi corazón saltó.

— Ella está aquí, con certeza. — él comenzó a olfatear el aire. Entonces, sonrió.

— Liv, estás quedando realmente buena en eso, ¿no es así? — habló Max, sacando el arma de Ryder.

— Sal ahora, o vamos a buscar nosotros mismos, y no quieres que eso suceda, ¿no es así? — el tono de Ryder salió mortal y exigente.

Mi respiración aceleraba, y todo mi cuerpo temblaba, porque yo sabía que no iba a demorar mucho hasta que ellos me viesen, y todo iba a acabar muy mal para mí.

Max, que parecía buscar el local con el arma, de repente, paró. Mi corazón cayó cuando él miró abruptamente hacia el árbol, exactamente donde yo estaba.

La única cosa que cubría mi posición era una rama.

— La perra está allá arriba — él gruñó, con una sonrisa diabólica en el rostro.

Ryder corrió para el otro lado, donde no había rama alguna escondiéndome, y llamó:

— Ella está realmente quedando mejor, Max.

— Por favor. — yo dije, mirando para Ryder y Max, esperando para ver quién iba a atacar primero. A pesar de Max estar con el arma, Ryder podría fácilmente transformarse y sacarme de allí en un abrir y cerrar de ojos.

Max caminó hasta donde Ryder estaba y, entonces, sus ojos verdes mirándonos, él sonrió.

— Entonces, hermano, dime: ¿cuál pierna vamos a acertar primero? — preguntó a Ryder, apuntando el arma en mi dirección.

Capítulo 2

Liv narrando:

Asistí al pánico que se apoderó del rostro de Ryder en el momento en que Max dijo aquello, haciendo que le arrebatara el arma de las manos.

—No vamos a disparar, hijo de puta —advirtió.

Max se abalanzó para intentar recuperar el arma.

—¡No puedes ser una perra de mierda todo el tiempo! —gruñó, volviéndose hacia mí con el arma en la mano.

Añadió:

—Y siempre podemos curarte como sea.

—¡Por favor, no dispares! —grité, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho.

—¡Por favor! —imploré.

—Tienes cinco segundos para agacharte —me gruñó Max.

—¿¡Qué!? —exclamé.

—Cinco... Cuatro —contó, aun así.

En ese instante, extendí mi mano.

—Espera, al menos yo...

—Tres —resonó Max, sonriendo de forma más cortante, le hacía gracia mi mirada de desesperación.

Como si mi cuerpo estuviera incendiándose, empecé a bajar del árbol más rápido que pude y corrí en dirección a ellos, cayendo de rodillas justo delante de Max, que sostenía el arma.

Él se acercó a mí, colocó el dedo bajo mi barbilla.

—¿Sabes lo que pasa ahora, Liv?

Se acercó más, y yo estaba segura de que percibí su levantar de arma. De repente, la campana de alarma de la manada sonó, señalizando una emergencia. Fue solo en ese momento que Max bajó el arma.

—¡Vamos, algo está mal! —Ryder tiró de Max, ya corriendo en dirección a la mansión, y Max siguió, recogiendo el arma.

Mientras los veía partir, mantuve las manos en el pecho, intentando calmarme. Aquellos fueron los minutos más aterradores de mi vida. Pensé que aquella sería mi última vez, porque ver a Max con aquella arma, la determinación en sus ojos, era inevitable.

Me levanté de donde estaba arrodillada y tambaleé hasta la mansión. Tuve hematomas en los muslos al bajar del árbol —como era una omega, no me curaba tan rápido como Alfas o Betas, así que tenía que lidiar con el dolor.

Entré nuevamente en la mansión, con cuidado para no cruzarme con ninguno de ellos. Sabía que, en el momento en que me encontraran, retomarían aquello que no consiguieron terminar.

El día ya estaba llegando a su fin, y yo deseaba no cruzarme con ellos hasta estar de vuelta en mi pequeño cuarto, en la comodidad de mi cama, soñando con el día siguiente.

Mientras caminaba por el pasillo, percibí que había dejado pasar una cosa importante: no miré al frente. Miré a todos los lados, excepto en la dirección que importaba, asegurándome de que Max o Ryder no intentaran acercarse sigilosamente. Esa era la especialidad de ellos —siempre llenos de sorpresas.

Con los ojos recorriendo el ambiente, no percibí que había alguien frente a mí hasta que fue demasiado tarde. Me golpeé la cabeza en una figura enorme, mi cabeza colisionando contra un pecho duro. Tragué saliva al sentir un olor familiar llegando a mi nariz.

Al mirar hacia arriba, mis ojos se cruzaron con unos verdes intensos y atentos. El ceño fruncido en su rostro me hizo estremecer. Era Callum. Él apenas me intimidaba, no igual que sus hermanos, pero yo le tenía miedo.

—Lo siento —susurré, retrocediendo un poco, esperando que él lo dejara pasar, aunque el modo en que me miraba demostraba lo contrario.

Sin esfuerzo, él agarró mi brazo, envolviendo su mano alrededor de él y tirando de mí para acercarme más.

—¡Qué putas dije sobre casos como ese, Liv! —dijo rudamente, mirándome con ojos llenos de rabia.

—T...tú dijiste que, siempre que yo viniera, yo debía ir en la dirección opuesta y no dejar que vieran mi rostro.

—¡Es muy simple! —gruñó, acercándose aún más.

En ese instante, me doblegué, cerré los ojos y temblé.

—Lo siento.

—¡Claro, siempre estás jodidamente arrepentida! —gruñó.

Las disculpas nunca eran suficientes para ellos. ¿Qué más querían de mí —mi sangre? —era eso mismo lo que todos ellos buscaban. Tal vez, si la tuvieran, finalmente pararían.

—Vamos, Callum, la chica necesita un respiro. Tú necesitas salir de cualquier modo —oí una voz familiar, que fue la única cosa capaz de impedir que Callum continuara mirándome con tanta intensidad.

Era Bella, hija del Beta. Él la miró a ella y entonces volvió su mirada hacia mí. Hizo un sonido de reprobación. Ciertamente quería hacer más conmigo —hacer que pagara por haberme topado con él— pero sabía que tenía que irse.

En el momento en que salió del pasillo, Lily se giró hacia mí, mirándome de arriba a abajo con sus ojos marrones.

—¿Te caíste en un bote de basura? —se carcajeó—. Deja que reformule la pregunta: ¿fuiste tú quien fue arrojada en un bote de basura esta vez?

Me miré a mí misma. Bien, ciertamente yo parecía un desastre. Mis ropas estaban sucias, algunas rasgadas, mi tobillo morado. Suspiré, mirándola a ella, sin decir nada.

—Por el amor de Dios, necesitas parar de meterte en confusión todo el tiempo, Liv —soltó.

Esa frase me dejó irritada. "Parar de meterte en confusión todo el tiempo" —como si yo no me despertara cada día con problemas en mi puerta, frente a mí.

La miré derrotada.

—Ellos están obsesionados en hacer mi vida un infierno.

—Más parecidos con obsesiones por ti —murmuró mientras se giraba para salir.

Dejé mis hombros caer, arrastrando mi cuerpo dolorido, sin dar atención a lo que ella había dicho. Era más un día común de ser el jueguito de ellos.

Todo iba a acabar mañana. Yo iba a encontrar a mi compañero, un lobo fuerte e intrépido que iba a protegerme. Caminé hasta los aposentos de los sirvientes, después hasta mi cuarto. Había terminado todo mi trabajo en aquel día. Sabía que, si no hubiera terminado, Mrs. Yvonne, la jefa de las empleadas, vendría a golpear mi puerta en medio de la noche, arrastrándome hacia fuera y castigándome.

Solo de pensar en ella me daba escalofrío. En realidad, solo de pensar en todo, me daba asco. Yo realmente esperaba que el próximo día fuera el fin de todo.

Capítulo 3

Liv narrando:

Lo primero que me despertó al día siguiente fue la sensación de éxtasis. Me senté en la cama, mirando alrededor del cuarto en el que estaba. Era una habitación pequeña, con casi nada en ella. También hacía frío, pero no podía quejarme con nadie, ya que nadie escuchaba a una omega.

Ok, basta de charla de omega.

¡Finalmente, estaba aquí! Mi 18º cumpleaños. El día en que finalmente mi destino cambiaría y también el día en que conocería a mi compañero. Con esa motivación, salté de la cama. No sabía exactamente cuándo iba a conocer a mi loba o a mi compañero, pero lo más importante era que el día finalmente había llegado.

Al salir de mi habitación, la primera persona que divisé fue a la Sra. Yvenne viniendo en mi dirección, con su expresión adusta de siempre.

¡Maldita sea!

Justo a tiempo para acabar con mi humor.

—Deja de holgazanear y ve a la mansión a hacer tus cosas. ¿Necesito repetirte esto todo el tiempo? —dijo entre dientes.

Si al menos le dijera que era mi cumpleaños, tal vez me dejaría en paz. Negué con la cabeza, ya yendo en dirección a la mansión, que no quedaba tan lejos de los alojamientos de los empleados. Aun así, sabía que, incluso diciéndolo, no le importaría.

Mi plan era hacer mis tareas lo más rápido posible, tratando de evitar a los tres demonios, especialmente a Max y Ryder.

Llegué a la cocina y conseguí iniciar mi rutina: limpiar, cocinar, lavar la vajilla, barrer el suelo incontables veces, además de fregar los pisos de la mansión.

Trabajé tanto que pensarías que yo era la única empleada allí, pero eso no era verdad, pues había otras. Ellas preferían dejar todo el trabajo para mí, pues sentían que, por ser omega, debía trabajar mucho más que cualquiera de ellas.

Por lo menos, era alimentada y no fui expulsada en el momento en que nací. Eso es lo que siempre decían.

Después de limpiar la cocina, fui hasta la basura, la saqué afuera y la vacié. Mientras hacía eso, oí una voz dentro de mí:

—Hola —la voz resonó. Después de mirar alrededor y no ver a nadie, mi corazón comenzó a latir acelerado en el pecho.

La voz retornó: —Liv, soy yo, Anne, tu loba. —ella resonó.

Mi corazón saltó un latido de felicidad. Estaba nerviosa, sin saber cómo actuar. Esa euforia no duró mucho, pues, de repente, sentí una onda de energía pasar por mí. Fue rápido, aumentando mi adrenalina casi instantáneamente.

—Sabes cómo esto sucede, Liv. Necesito estar totalmente preparada para quedar así.

Yo sabía lo que ella quería decir. Ella estaba hablando sobre transformarse. Transformarse por primera vez podía ser doloroso, entonces yo necesitaba encontrar un lugar confortable, donde pudiera gritar y berrear sin llamar la atención.

Tirando el cesto de basura al suelo, corrí para el bosque y, llegando lo más lejos que mis piernas podían llevarme, cerré los ojos, inspirando profundo.

—Estoy lista.

—Ok, Liv, pero estate preparada. Esto va a doler —ella me avisó.

La primera cosa que sentí fue los huesos de mi pierna derecha quebrándose. Un grito salió de mis labios mientras yo caía al suelo. Para los otros lobos, antes de transformarse, eran dadas algunas pociones para ayudar con el dolor, pero, como yo era omega y no tenía a nadie para pedir eso, tenía que soportar.

El sudor escurría por mis piernas mientras mis manos temblaban en el suelo. Oí otro sonido de estallido viniendo de mi otra pierna y grité aún más alto, rechinando y maldiciendo. Sangre escurría por mi cuerpo, mezclado al sudor.

Mis manos también se agrietaron, y, mientras yo aún gritaba con todo eso, mis piernas comenzaron a desarrollar pelos. Luego, en los dedos de las manos, crecieron garras, rasgando mi piel como una lámina. Cuanto más sangre escurría de las heridas, más yo gritaba.

—Maldita sea... ¡para! —grité, para nadie en particular. Cuanto más lloraba, más me transformaba, y entonces percibí que, una vez que había comenzado, tenía que esperar pasar antes de que el dolor acabara. Como en la primera transformación, la segunda mano también creció garras.

Cuando ya no aguanté más, caí al suelo, temblando de dolor, que atravesaba todo mi cuerpo.

Hasta que, finalmente, paró.

Mi lobo se sacudió, limpiando la sangre del pelo marrón. Ella había tomado el control, y yo estaba dentro.

—Lo siento, pero es así como tiene que ser.

De repente, olvidé el dolor que sentí minutos antes, y mis pensamientos se llenaron de excitación. Sentí aquel estallido de energía dentro de mí. Quería explorar ese cuerpo nuevo, pero no sabía cómo.

—Si quieres correr o saltar, es solo hacer como haces en la forma humana —Anne me dijo.

—Wow, ¿cómo sabes lo que estoy pensando? —pregunté.

—Yo soy tú y tú eres yo. Somos una sola persona. Es por eso que puedes hablar conmigo por tu mente. Si quieres correr, es solo hacer como harías en tu forma humana. Ese cuerpo puede ser diferente, pero aún es tuyo.

Como ella había dicho, moví el primer miembro, y funcionó. En poco tiempo, estaba corriendo por los bosques como una loca. Yo sabía que mi loba no era tan rápida como los demás, pues yo era omega de nacimiento, pero aun así parecía rápido suficiente— más rápido que mis pies humanos.

Pasé todo el día aprendiendo todo sobre mi loba: cómo subir en árboles, saltar alto, todo. Ella tenía que ser la primera persona que pudiera llamar de mi amiga de verdad.

Todo continuó hasta que la noche llegó, y yo sabía que tenía que transformarme de vuelta.

—Existe apenas una cosa que necesitamos hacer, Liv —ella susurró, mientras yo miraba para la mansión.

—Encontrar a nuestro compañero —ella completó.

Yo no sabía cómo eso podría ser posible, pero iba a intentar. Comencé a tener dudas mientras caminaba de vuelta para la mansión. ¿Y si mi compañero ni siquiera estuviera allí? La manada Darkmoon era grande, y había chances de que mi compañero estuviera allí, pero aún tenía mis dudas.

Pasé por el mismo corredor donde encontré a Callum en la noche anterior. Fue entonces que un olor desconocido, avasallador, atingió mi nariz.

Era dos olores diferentes, y ambos eran atractivos. Los aromas eran fuertes e intoxicantes al mismo tiempo.

—Ese es nuestro compañero. ¡Necesitamos encontrarlo! —mi loba gritó desesperada.

Paré para pensar. ¿Será que era posible mi compañero tener dos olores? Antes de que yo pudiera dar una respuesta, oí el sonido de pasos arrastrados viniendo del otro lado del corredor.

Cuanto más pesados los pasos se aproximaban, más fuertes quedaban los olores.

Respiré profundo. Tenía que ser mi compañero, pero el sonido de los pasos parecía más con el de más de una persona. Quedé donde estaba, con los pies firmes en el suelo, nerviosa, esperando por la persona— esperando que fuese alguien bueno.

Los pasos quedaron aún más cerca. Entonces, divisé dos figuras saliendo corriendo por el corredor, y, al mirarlas de arriba abajo, mi corazón cayó.

Ellas eran las responsables por el olor, el olor intoxicante, ¡maldito olor! Max y Ryder miraban para mí con los ojos verdes oscurecidos, llenos de lujuria, pareciendo que iban a devorarme en la hora.

—¡No, no, no! —continué murmurando para mí misma, hasta que mi loba decidió sacudir mi mundo diciendo una palabra.

—¡Compañero! —ella susurró y, después, gritó: —¡Compañeros!

¡Qué infierno!

Viré para correr, antes de que pudiera, todo quedó oscuro de repente. La energía había sido cortada. Esto nunca había sucedido antes. ¿Por qué ahora estoy intentando huir de ellos?

Quedé donde estaba, intentando al máximo ver en la oscuridad y salir de allí. Intenté ver en la oscuridad, pero, como ellos tenían sangre de Alfa, ver en la oscuridad no era problema para ellos.

Pensé que estaba saliendo bien, escapando, pero entonces choqué con alguien en la oscuridad. Fui agarrada por la cintura y presa contra la pared.

—Compañera —gruñó una voz. Era Max, y él sostenía mi cintura.

—Mía —dijo Ryder, y sentí la mano de él clavándose en mi muslo.

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