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LOS RUTTHERFORD - MATH RUTTHERFORD

CAPITULO 1: Math

¡Hola amig@s! antes de comenzar con esta novela, quiero informarles a las personas que no han leído la primera novela de esta saga, que deben hacerlo, esta muy buena y entretenida, además de que en esta secuela se estarán tratando temas relacionados con la primera historia, asi como también seguiremos contando fragmentos de la historia de Frederick y Elizabeth, en cuanto a su evolución como pareja, asi que si no la han leído aun, les recomiendo que corran a hacerlo, y para los que ya lo hicieron, no me queda mas que agradecerles por todo su apoyo, espero que disfruten de esta obra, creada para ustedes. Quiero recordarles que subo capítulos diarios, asi como también no olviden darle "me gusta", apoyarme con su voto y comentar si les gusta esta historia.

Muy bien, ¡COMENCEMOS!

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Obligado a tomar las riendas de su familia a la temprana edad e dieciocho años, Math siempre ha procurado hacer lo mejor para todos sus hermanos, llenando el espacio vacío que sus padres habían dejado en cada uno de ellos luego de su muerte en un trágico accidente, defendiéndolos de usureros que pretendían hacerse cargo de ellos solo por el simple hecho de tomar ventaja por su corta edad.

Se propuso a si mismo ser el mural que sostuviera todos los cimientos que solo iban en declive desde que su padre, quien se encargaba de todas las empresas falleciera, fue así como comenzó a especializarse en todas y cada una de las áreas de las empresas necesarias para poder empezar a ejercer domino sobre todos los bienes que dejaron sus padres, además de hacerse con la tutela y custodia de todos sus hermanos menores, manteniéndolos a salvo bajo su seno.

Sabía que no podía reemplazar lo que habían perdido, pero quería alivianar un poco los pesares que caían sobre sus tiernos hombros, no le importaba sacrificar su juventud, los viajes y fiestas nunca fueron su fuerte, siempre prefirió estar con la cabeza metida dentro de algún buen libro, atesorando lo que más importaba, la familia.

Quería a todos sus hermanos por igual, incluso a Frederick el segundo después de él, un chico honesto, simpático y alegre, quien siempre tenía una sonrisa para ofrecer a todos, o al menos así era antes de desaparecer durante más de cuatro años, al volver era un hombre frio, sombrío y lleno de resentimiento hacia el mundo, lo peor de todo era el estilo de vida que había conseguido para sobrevivir, algo que sin duda a Math no le agradaba en lo más mínimo, mostrando repulsión total, de inmediato trato de convencerlo para terminar con su “trabajo” como jefe de una mafia, pero ya no era el mismo hermano al que ellos conocían, el hombre ante sus ojos no parecía escuchar razones ni entender en la situación en la que se encontraba su propia seguridad.

Por años trato de dialogar con él, pero parecía imposible llegar a un acuerdo, además de que siempre terminaban enfrentándose en una lucha de poder, hasta que un día, llego la oportunidad a sus manos. La hermana menor de su amante había sido secuestrada y al parecer iba a cometer una locura para poder salvar a la chica, así que de forma racional ideo un plan para poder llegar a la niña sin tener que poner en riesgo la vida de más ninguna otra persona, sino solo la de él. Haciendo uso de todas sus influencias y su autoridad, consiguió un método de entrar al sitio de forma fácil y segura, solo le tomo unos minutos meditar que haría para poder salir de allí con la chica en una sola pieza, era obvio que en cuanto supieran que era un Ruttherford se lanzarían a capturarlo, así consiguió una estrategia para poder solucionar todo el problema.

Pero a cambio de su ayuda, en esa ocasión, Frederick debería acceder a las demandas de Math para poder contar con su apoyo en ese asunto, es por ello que su hermano sin más remedio alguno, por fin aceptaría romper lazos con esa organización, pasando a formar parte de la junta directiva de las empresas de la familia, justo como debía ser.

Aunque para su pesar, no contaba con que su hermano fuera un hombre tan vengativo y rencoroso, como para llegar a tal extremo de hacerle una contra propuesta, a cambio de salirse de la mafia Math debía contraer matrimonio con Samanta Ivanova, hija y nieta de la familia Ivanova, dueños de la empresa multimillonaria Nexus, dicha corporación, servía solo de fachada para los trabajos ilícitos y de contrabando que se llevaban a cabo en el bajo mundo, además de todo, la mujer era vista con diferentes hombres cada mes, envolviéndose en un sin fin de situaciones que le crearon una pésima reputación entre las personas de sociedad. Así que su propio hermano lo coloco contra las cuerdas dándole a elegir, casarse con la niña rica de la mafia o dar su brazo a torcer y permitir que Frederick siguiera como jefe de ese lugar.

Así que por tal motivo se vio envuelto en toda esta situación que ahora está teniendo, allí parado frente al altar, rodeado de personas desconocidas sonriendo y felices por un matrimonio que no fue más que un simple contrato firmado, con una mujer a la que solo podría ver como su más grande enemiga.

CAPITULO 2: Samanta

Nacida en una familia un tanto inestable, nunca conoció a sus padres, criada por su abuelo, aunque solo lo podía ver en momentos específicos (cumpleaños, navidad o enfermedad), el resto de los días estaba rodeada de personas que solo la veían como la nieta del jefe, a la que debían tratar con respeto, las muestras de cariño o afecto estaban totalmente prohibidas, así que su infancia fue solitaria, alejada de todos, sin amigos o personas con las cuales compartir, en una inmensa mansión rodeada de sirvientes que la atendían día y noche.

Todavía podía recordar la noche en la que conoció a su primer amigo. Toda la mansión estaba en un total silencio, las luces apagadas y el personal dormido, eran las dos de la madrugada cuando quiso tomar un vaso de agua, se levantó de la cama, salió de la habitación y camino por el pasillo, la oscuridad de la noche no era algo que le molestara, al contrario, siempre disfrutaba ocultarse en los lugares con menos iluminación, de esa forma lograba tener algo de distracción mientras todos en la misión corrían de un lado a otro buscándola por todos lados, era su forma de llamar la atención. Bajo por las escaleras, pasando por el recibidor y camino hacia la cocina, al llegar se pudo percatar de una luz tenue que provenía de allí, ¿Qué era?, se acercó y encontró la puerta de la nevera abierta, de allí provenía el destello, ¿Cómo se abrió?, ¿quizás algún animal?, en la mansión criaban perros grandes, podrían fácilmente haber entrado, pero ¿Cómo podrían abrir la nevera?, luego vio unos pies asomándose debajo de la puerta, ¡No es un perro!, asustada empujo la puerta acorralando al intruso.

-          ¡aaaah! – gritaba - ¡me rindo!, ¡me rindo! – dice el invasor.

-          ¡¿Quién eres y que quieres?! – le grita sin dejar de empujar.

-          ¡Suéltame! – le grita.

-          ¡No lo hare hasta que respondas! – empuja más fuerte, pero el intruso pareció llenarse de fuerza, empujando en sentido contrario para liberarse hasta hacerla caer al suelo.

-          ¡Maldición! – dice el invasor luego de liberarse – pensé que moriría – respira agitado reponiendo el aliento - ¿querías matarme? – le dice viéndola en el piso. Era un chico, parecían de la misma edad, ¿Qué hacia allí?

-          ¡¿Qué haces aquí?! – le dice levantándose rápidamente.

-          Yo no golpeo niña, así que más te vale volver a la cama y dejarme trabajar – le dice de forma imponente – o te hare sufrir desquitándome de lo que me acabas de hacer – la amenaza.

-          Yo no te tengo miedo – estaba acostumbrada a los hombres grandes he imponentes, el que estaba frente a ella solo era un simple enclenque queriendo intimidar. De un brinco salto sobre él haciendo que callera de espaldas con ella encima.

-          ¡Maldita loca! – dice molesto, mientras comenzaba la pelea entre los dos jóvenes, se dieron con los puños cerrados por donde pudieran encestar algún golpe, incluso halándose el cabello.

Al final terminaron alertando a todos en la mansión, incluido el abuelo de Samanta, quienes corrieron hacia la cocina guiados dos el desastre que los dos chicos estaban creando durante su contienda, al llegar allí, los consiguieron dándose de golpes, ambos con moretones por todo el cuerpo, el personal los separo y capturo al pequeño bribón.

-          ¡Suéltenme malditos esbirros! – pataleaba y gritaba el chico mientras lo alzaban para separarlo de su ama.

-          Niño, ¿sabes a quien estabas golpeando? – le dice el jefe de los guardias luego de obligarlo a ponerse de rodillas.

-          ¡No me interesa quién demonios sea! – dice molesto – le dije que no golpeaba niñas y aun así ella ataco primero – la mirada del chico era la de un hombre dispuesto a todo por su objetivo - ¡juro que la hare pagar! – el abuelo de Samanta lo apunta con el arma hacia la cabeza, el chico sin bacilar lo enfrenta con la mirada.

-          Tienes una lengua muy suelta niño – le dice el viejo – vienes a mi casa, pretendes robarme y además golpeas a mi nieta – le dice mirándolo de forma amenazante - ¿sabes lo que haremos contigo? – pretendía asustarlo.

-          ¿me van a matar? – le dice altanero – ¡adelante!, dispara maldito viejo, no tengo miedo a morir – el chico tenia coraje, era algo que no se podía negar.

-          Llévenselo – los hombres toman al chico y se lo llevaron arrastrado, mientras seguía dando pelea – quiero aquí en este momento a los guardias en turno – dice molesto.

-          ¡Si! – dice el jefe de la guardia, al instante los cinco hombres que se encontraban de turno se presentaron frente al hombre.

-          Ahora, quiero saber, ¿Cómo es que un maldito niño enclenque logro pasar sin ser visto por alguno de ustedes?! – dice molesto – mi nieta ha salido herida y ustedes mal nacidos pagaran por ello – los hombres no movían ni un solo musculo, escuchaban al hombre de forma atenta - ¡Quiero que estos malditos reciban el mismo castigo que recibirá el chico! – le dice al jefe de la guardia - ¡tres días! – les grita – los veré en tres días – se retira a ver como se encontraba Samanta, las sirvientas ya se la habían llevado para cuidarla.

Pasaron tres días en los cuales fuera de la mansión, en el patio de atrás, en una pequeña casa, solo se escuchaban los golpes que les daban al chico y a los cinco hombres, luego de pasar ese tiempo, los presentaron nuevamente frente al viejo, parecían otros, hinchados, llenos de golpes por todos lados, sangre, sucios y la ropa hecha harapos.

-          Ustedes desgraciados, espero que sea la última vez que tengan ese tipo de descuidos – les dice a los cinco hombres arrodillados frente a él -   ya lárguense, los quiero activos a partir de mañana – los hombres se levantaron como pudieron, adoloridos, débiles y sin energía – Ahora tu – le dice al chico, mientras lo apunta con el arma - ¿Cuál es tu nombre chico? – le dice.

-          ¿acaso eso importa? – le dice mirando de forma retadora, a pesar de haber pasado por la misma penalización que los otros, tener un cuerpo tan golpeado que ahora era solo moretones más que solo piel, su espíritu de lucha podía verse en esa mirada – me vas a matar, ¿no es así? – le dice – termina de hacerlo ya.

-          Mmmm, Si importa, ¿no quieres que tu familia sepa que estás muerto? – le dice acercándose.

-          Mis padres murieron y mis hermanos están mejor sin mí, ahora termina de disparar viejo.

-          Igual insisto, me gusta saber el nombre de las personas a las que mate – le dice

-          Frederick Ruttherford – dice, ya iba a morir, ¿Qué importaba saber su nombre?

-          Oh, así que un Ruttherford – hasta donde tenía entendido los Ruttherford eran una familia muy poderosa, ¿Qué hacia ese chico allí?, además ¿Por qué estaba robando? – Bueno, pues lastimosamente aquí el poder de tu apellido no te salvara – sonríe, su intención era terminar de quebrar al niño, quería verlo llorar y pedir clemencia.

-          Me importa una mierda mi apellido o las influencias que pueda tener – le dice enfrentándolo con la mirada – termina de disparar de una maldita vez – es sorprendente ver este tipo de determinación.

-          He llegado hasta donde estoy porque no desaprovecho los recursos – le dice mirando fijamente al chico – y tu sin duda eres un excelente recurso muchacho – sonríe – me impresiono que lograras burlar una vigilancia de cinco hombres armados – le dice – soportaste tres días de tortura, y ahora estas aquí haciéndome frente – ríe – me agradas chico, ¿dices que no tienes familia?, bien ahora serás uno más de mi familia.

De esa forma Frederick fue adoptado por el anciano, entrenado y educado como uno más de sus guardias, con la única diferencia de que su tarea durante el día era cuidar de Samanta día y noche, llegando a estudiar juntos en todas las etapas, creando así una fuerte amistad, llegando a ser la familia que cada uno había perdido.

Ahora, trece años más tarde, luego de haber pasado por tantas cosas juntos, era hora de pagar por esa larga amistad, caminando hacia el altar vestida de blanco, colgada de su brazo, siendo entregada y aceptando casarse con un hombre al cual no amaba, y en la mirada de él estaba más que claro el odio que sentía hacia ella.

Capitulo 3: Caótica noche.

“Acepto”, la palabra que termino uniéndolos, no hubo emoción, sentimientos o alegría que pudiera ser expresada, simplemente caminaron tomados de las manos aparentando tolerancia frente a las cámaras, subieron al auto y termino la escena.

-          Seré franco contigo – le dice Math luego de que el chofer pusiera el auto en marcha, la mujer estaba mirando en dirección contraria a él, admirando los edificios y las calles – Ya que esta unión fue por simple conveniencia, no me agrada en lo más mínimo el que tengamos que llegar a vivir juntos – le dice – pero dadas las circunstancias y la posición que cada uno ocupa, no es para nada conveniente que se nos vea separados – la mujer no volteaba a mirarlo, parecía estar más interesada en mirar el camino, pero aun así siguió hablando -   así que por tal motivo, propongo que nuestra comunicación se estrictamente de alta necesidad, de esa forma evitaremos malos entendidos y podremos sobre llevar este acuerdo hasta que finalice el año y podamos divorciarnos – la mujer suspira.

-          Me parece excelente – le dice sin quitar su vista de la ventana.

-          Por otro lado, también quisiera hablar acerca del respeto – le dice siguiendo la conversación – Lo que hagas con tu vida amorosa no es algo que me altere los nervios, pero quisiera que te retuvieras de hacerlo mientras estemos en este dilema – le dice – no quisiera ser tildado de permisivo, colocándome en una posición incómoda – la mujer por fin voltea a mirarlo.

-          ¿Qué quiere decir con sus palabras? – le dice indignada

-          Le digo, que es mejor que cierre sus piernas durante un año – le dice de forma fría - ¿puede hacerlo? – la mira de forma critica

-          Por lo visto este será año largo – le dice molesta, “mal nacido idiota, seguramente solo se está dejando llevar por lo que ha leído en los medios amarillistas que solo han sabido marcarla como una mujer fácil de conquistar, quien cambia a los hombres tanto como le plazca”, algo muy alejado de la realidad. Samanta era una mujer extrovertida, pero sus relaciones con los hombres nunca han sido de esa forma, el número de parejas sexuales con las que ha llegado a estar se reducía a tan solo dos idiotas, de los cuales, el primero huyó despavorido al enterarse de que tipo de familia provenía ella, el segundo era un celoso enfermo que se había tomado la tarea de seguirla a cada lugar al que iba, llegando a sacar conjeturas por la cantidad de empresarios que se reunían con Samanta durante los negocios, luego de eso comenzaron a salir supuestas relaciones ficticias que no eran más que simples habladurías para poder tener un tema con el cual lucrar.

-          Sin duda alguna, lo será – le responde el hombre mirándola con desprecio – pero, ante todo, procuremos guardar las apariencias, de esa forma saldremos lo menos perjudicados de este tema - ¿Qué pensaba ella?, ¿quizás que a él le era placentero estar casado con ella?, no podría haber algo más equivocado. A pesar de que la mujer era innegablemente hermosa, su personalidad, actitud y reputación, eran la clara representación de todo lo que Math odiaba en una mujer, eso sin mencionar que se podía ver que no poseía una pisca de inteligencia que le pudiera brindar algún punto a su favor ya que, para él las mujeres que poseían un coeficiente intelectual valían más y eran más atractivas, que las mujeres que solo tenía un cuerpo que ofrecer. Esa mujer solo era un cuerpo y una cara bonita, con muchos problemas con los que lidiar, y su promiscuidad eran uno de ellos.

-          Señor, ya hemos llegado al hotel – le dice el chofer del auto, se encontraba frente a la entrada del lugar.

Bajaron del auto, mientras el chofer se encargaba de entregar las maletas al botones. Mostrando una perfecta actuación de “pareja feliz de recién casados”, caminaron tomados de las manos entrando al lugar, llegaron a la recepción, tomaron su tarjeta de ingreso, fueron hacia el ascensor, esperaron hasta que llegara, se abrieron las puertas, ingresaron y presionaron el número del piso, al cerrarse las puertas, se separaron como si el solo tocarse fuera infeccioso para ambos, terminando así con la actuación por esa noche.

Salieron hacia el pasillo, caminando como dos extraños que no se conocen y tampoco desean hacerlo, llegaron a la puerta de la habitación, Math introdujo la tarjeta en el lector y la puerta se abrió, dándoles paso a lo que debería ser su noche de bodas. Samanta aprecio por unos instantes la decoración del lugar, luego busco su maleta y saco una ropa para cambiarse, mientras Math se limitó a desatar su ajustada corbata, quitarse el saco y servirse un trago, el día había sido demasiado estresante para ambos y querían cada uno disfrutar de su espacio, lo más alejado posible del otro.

Samanta entro al baño, cerró la puerta tras ella, desato su cabello, liberándolo de un intrincado peinado que se suponía fue hecho para verse bonita para su esposo, se miró al espejo, su vestido era hermoso, se podría decir que era perfecto, haciéndola lucir todos sus encantos de forma elegante y recatada, su maquillaje también lo era, combinando con la vestimenta. Todo en ese día había sido planeado tal cual como ella siempre quiso, la decoración del lugar, el arreglo de las mesas, los invitados y la ceremonia.

Pero no podía dejar de sentir un gran vacío en su corazón, toda su vida desde su nacimiento había sido una total locura, reprimiéndola de lo que la gente llamaba algo “normal”, es por eso que siempre pensó que quizás si su vida no estaba destinada a ser de esa forma, por lo menos quería tener la única cosa a la que si podía acceder, y eso sería un verdadero amor, enamorarse como todos lo hacían alguna vez, sentir querer el dar la vida por esa persona y que la amaran de la misma forma, tener una hermosa boda de ensueño, y estar siempre junto a esa persona, amándose hasta que la muerte los separara. Pero al parecer era demasiado, aspiraba a un imposible.

-          De haber sabido que todo terminaría de esta forma hubiera aceptado el matrimonio arreglado con Frederick hace años – dice mirándose al espejo, luego ríe al pensar en esa extraña situación – imposible, ¿Cómo podría casarme con Frederick? – ríe, para ella él representaba un gran amigo, un hermano, parte de su familia, por quien haría cualquier cosa, así como él también lo haría por ella.

Luego de terminar de lamentarse, se quitó el vestido de novia y se metió en la tina, dejando que el agua le permitiera el estado de relajación que necesitaba en ese momento.  Al salir del baño luego de vestirse y peinar su cabello, se percató de que Math ya no se encontraba allí. Abrió las sabanas de la cama y se acostó cubriéndose con ellas, conciliar el sueño fue algo complicado, pero luego de dar un sinfín de vueltas, se quedó dormida hasta la mañana siguiente.

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