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Renaci Para Morir En Este Apocalipsis...

capítulo 1

POV SASHA.

Morí. No sé cómo, pero morí.

¿Que cómo lo sé? Bueno, una semana antes de llegar a este mundo, tuve una especie de encuentro divino con Dios.

Después de morir, mi alma se encontraba en una especie de habitación blanca, hasta que, de pronto, un hombre se paró frente a mí y dijo:

—Sasha, veo que por fin has llegado.

—¿Quién eres? ¿Qué es este lugar?

—Mi nombre es Dios, y este lugar es el purgatorio. Aquí vienen almas como la tuya...

—Espera... espera... ¿Purgatorio? ¿Almas? No me digas que morí...

—En efecto...

—¡Te dije que no me lo dijeras! Dios... ¿por qué? Aún era muy joven. Tenía tanto por delante... estaba en la universidad, salía con el chico más sexy del campus... era tan afortunada... ¿por qué me pasó esto?

—¿Terminaste? —Sasha lo miró mal, y él continuó—. Bueno, tengo que admitir que, en parte, fue mi culpa.

—¿Cómo así?

—Tenía que ocuparme de unos asuntos y dejé a mi hijo Amenadiel a cargo. Pero, bueno... otra vez se distrajo.

—¿Cómo que otra vez? ¿Acaso esto ya pasó antes?

—Sí, pero alégrate. Esta vez yo mismo voy a compensarte por lo sucedido.

—Ah, no, siendo así, gracias. No sabe lo agradecida que estoy, ¡saltaría de la alegría!

—¿Es que acaso ya no existe el respeto en tu mundo? Las últimas mujeres que han venido tienen un carácter de piiip... Por mí, ya estoy hablando como Luciana...

Sasha lo miró extrañada y preguntó:

—¿Cómo hago para salir de aquí? Quiero volver a mi vida anterior...

—Ya no puedes. Pero puedo darte una nueva vida.

—No, yo quiero la mía. Estaba bien como estaba. Envíame de vuelta ahora.

—Silencio. Me bajas tres rayitas al tono y me escuchas en silencio —Sasha se asustó, y Dios continuó—. Tal vez haya una posibilidad de que regreses a tu mundo...

—¿Cómo? Haré cualquier cosa...

—Eso quería escuchar. Necesito que cuides y ayudes al héroe de este mundo a cumplir con sus objetivos y a salvarlo.

—¿Y luego podré volver?

—Sí. Te advierto que no será nada fácil, pero te daré las herramientas necesarias para enfrentar lo que se avecina.

—Está bien. Hecho. No me importa dónde me envíes, haré todo lo posible por volver.

—Muy bien, hija mía. Espero que tengas suerte. Cuídate...

Fue así como terminé siendo engañada por ese maldito dios tramposo.

¿Saben a dónde me envió?

A un mundo apocalíptico que, casualmente, es el escenario de una de las últimas novelas que leí: Luchando por sobrevivir.

En ella se narra la historia de Mike, un estudiante de secundaria que, al desatarse la mutación y la invasión zombi, intenta llegar a un refugio en las montañas junto con su grupo de amigos.

En el camino se enfrentan a traiciones, engaños, peleas… e incluso al amor.

Después de mucho esfuerzo, rescates y alianzas, Mike logra llegar al refugio. Gracias a su fuerza y liderazgo, se convierte prácticamente en el jefe del lugar.

Tres años después, descubren la cura del virus. Pero para la familia de Mike ya es demasiado tarde. Sus padres y su hermana habían muerto hacía mucho, y tras perder también a la mujer que amaba, decide suicidarse.

Así termina la historia. No es un final feliz, todo lo contrario. A pesar de su esfuerzo, el protagonista nunca recibió nada a cambio por todos los buenos actos que hizo.

Creo que, en parte, entiendo por qué ese dios tramposo me envió aquí.

Aunque en mi vida pasada creía tenerlo todo, en realidad era igual que Mike: una niña rica, rodeada de gente interesada, que solo estaba a mi lado por dinero.

Salgo de mis pensamientos cuando el taxista dice:

—Señorita, hemos llegado.

Asiento en silencio, pago y me detengo por unos minutos a observar la enorme mansión frente a mí.

En cuanto supe dónde estaba, decidí viajar lo antes posible hasta el hogar de la verdadera dueña de este cuerpo. Necesitaba estar junto al protagonista desde el principio.

Aún faltan seis meses para que todo empiece, pero debemos prepararnos para lo que viene.

Llego hasta la entrada y, al tocar el timbre, el mayordomo abre la puerta. Al verme, queda impresionado.

—Señorita Ferré… ¿cómo está? ¿Sucedió algo?

—Sí, dejé mis estudios. ¿Dónde está mi hermano?

Veo cómo se alarma por lo que digo y responde:

—¿Sus padres lo saben?

Por lo que recuerdo, a pesar de que los padres de Martina y Mike casi nunca estaban en casa, exigían mucha disciplina a sus hijos, sobre todo en lo académico.

Martina lo miró con frialdad y dijo:

—Hablaré con ellos luego. Ahora llama a mi hermano. Necesito hablar con él.

El mayordomo bajó la mirada y contestó:

—El joven Mike no se encuentra. Salió con sus amigos por el fin de semana.

Martina asintió y añadió:

—Bien. Iré a mi habitación. Luego, quiero que reúnas al personal. Necesito hablarles de algo muy importante.

El mayordomo no dijo nada más. Solo asintió.

Su señorita era igual o peor de lo que recordaba. Hacía tres años que no la veía, pero su carácter parecía aún más frío y arrogante.

Sin pensarlo más, fue a cumplir con sus deberes. Luego reuniría a todo el personal para la reunión.

Capitulo 2

En la noche, los cinco empleados que cuidaban de su hermano se reunieron en el salón para escuchar lo que la mujer tenía que decirles.

—Muy bien, ¿están todos?

Sergio, el mayordomo, asintió levemente y respondió:

—Sí, señorita. El joven decidió que no necesitaba más personal, por eso hace dos años despidió a varios empleados. Solo quedamos nosotros.

Martina entendía por qué lo había hecho. Ella misma había tomado decisiones similares en su antigua vida, pero ahora había cosas más importantes de las que ocuparse.

—Bien. Los mandé llamar para preguntarles: ¿tienen familia? ¿Cuántos son?

Todos se miraron desconcertados, hasta que una de las sirvientas respondió:

—Yo tengo una niña de catorce años.

—¿Dónde está?

La sirvienta y los demás volvieron a mirarla con extrañeza, pero al notar la seriedad de Martina, ella decidió ser honesta.

—En mi casa. Vivimos a unas cuantas cuadras de aquí, en la zona departamental, como la mayoría de los presentes, señorita.

—Ya veo. ¿Tiene más familiares?

—No.

—Bien. A partir de mañana, su hija vivirá en esta casa. Solo podrá traer su ropa. ¿Alguien más tiene familia fuera de aquí?

—Mi nieto estudia, gracias a una beca, en la universidad de Boston. Es mi única familia.

Martina miró a Sergio, que ya era un hombre mayor, y dijo:

—Envíe una carta lo bastante convincente para hacerlo venir. No sé, diga que se está muriendo o algo por el estilo.

Todos la miraron, sorprendidos, pero ella continuó:

—Créame, me lo va a agradecer.

—Señorita, ¿qué está ocurriendo? ¿Por qué dice esto?

Martina quería proteger a esas personas. En la novela, ellos habían protegido siempre a su joven amo hasta el final. Pero ¿cómo explicarles que en seis meses el mundo colapsaría y todo caería en el caos?

—Si les dijera la verdad, probablemente pensarían que estoy loca. Es mejor que acaten mis órdenes sin hacer preguntas. Más adelante entenderán que fue lo correcto. Mientras estemos unidos y en esta casa, estaremos a salvo. A partir de mañana comenzaremos a contratar trabajadores para redoblar la seguridad de la mansión. También haremos grandes compras. Debemos prepararnos.

Sergio la observó con atención y dijo:

—¿Esto tiene que ver con lo que me informó el señor? ¿Se avecina una guerra?

Martina lo miró, sorprendida.

—¿Qué sabe?

—No mucho. Pero la última vez que su padre estuvo aquí, dijo que en el laboratorio las cosas no iban bien, y que si no lo solucionaban pronto, lo más probable era que se desatara una guerra.

Sasha no recordaba que los padres de los chicos supieran algo de esto, pero decidió usar la información a su favor.

—Así es. Por eso haremos de esta mansión un refugio. No sabemos cuánto durará esta guerra ni cuándo comenzará, pero debemos estar lo más preparados posible.

Los demás sirvientes sintieron miedo, pero también tranquilidad al saber que su señorita pensaba en su seguridad y la de sus familias.

—Muy bien. Ahora vayan a descansar. Comenzaremos mañana. Y una cosa más: ni una palabra de esto a nadie. Si la gente se entera, podría causar un caos innecesario. No tenemos certeza de lo que ocurrirá, pero por ahora, convertiremos este lugar en un refugio. Por si acaso.

Todos asintieron y se retiraron, sin saber qué pensar. Una guerra en estos tiempos era algo trágico.

En los días siguientes, contratistas y trabajadores llegaron a la mansión y comenzaron los cambios. Muchos pensaban que los ricos tenían gustos excéntricos. Martina mandó colocar rejas en los ventanales y compuertas metálicas, paneles solares, cámaras de seguridad alrededor de toda la cuadra y en la mansión. Creó una habitación secreta para almacenar armas. Mandó construir un jardín botánico en una de las habitaciones, alimentado por los paneles solares, con sistema de riego y ventilación. También ordenó construir un almacén en el sótano, junto con una sala frigorífica.

La mansión era lo suficientemente grande, así que no dudó en hacer todas las modificaciones necesarias para proteger a todos. Según la novela, tendrían que sobrevivir al menos dos años en aislamiento antes de marchar hacia las montañas. En ese tiempo, el protagonista ayudaría a muchas personas y las llevaría a su casa, que también convertiría en refugio, aunque en condiciones precarias. Muchos morirían por falta de alimento, sobre todo cuando el ecosistema colapsara.

Después del primer ataque de los zombis y el fin del mundo como se conocía, el clima cambiaría radicalmente. Las temperaturas descendían hasta veinte grados bajo cero o subían hasta niveles insoportables. Esta vez eso no sucedería: Martina mandó construir una gran sala de calefacción y otra equipada con ventiladores y aire acondicionado.

Dos días después...

Mike había regresado de su fin de semana en la casa de campo. Tanto él como su amigo, que lo había traído, quedaron sorprendidos al ver a tantos trabajadores arreglando la casa.

—Oye, amigo, no me dijiste que estabas remodelando.

—No lo estoy.

—¿Entonces quién está haciendo todo esto?

—Eso mismo voy a averiguar ahora.

—Ok, llámame si necesitas algo.

—Gracias, Dave. Nos vemos mañana.

Sin más, Mike bajó del auto y entró en su casa, sorteando a los trabajadores. Al ingresar, el mayordomo lo recibió.

—Joven amo, qué bueno que ya esté aquí. ¿Cómo estuvo su viaje?

—Bien. ¿Qué es todo esto, Sergio? ¿Qué sucede?

Antes de que el mayordomo pudiera responder, Martina bajó las escaleras. Al verla, el chico corrió hacia ella y la abrazó.

—¿Hermana? ¿Qué haces aquí? Creí que aún te faltaban dos años para terminar tu carrera…

Sasha se sorprendió al sentir el cálido abrazo del chico, pero no se apartó. Lo correspondió. Se sentía tan cálido y familiar que, por un momento, no quiso separarse.

—Hola, Mike. Necesitamos hablar…

—Eso veo. ¿Qué es todo esto?

—Ven, vayamos a la oficina de papá.

Sin más, los hermanos se dirigieron allí, listos para hablar de todo lo que estaba por ocurrir. Martina no quería mentirle al chico, sobre todo porque sabía que él querría ayudar a sus amigos, quienes más adelante se convertirían en sus mejores aliados...

capitulo 3

En la oficina de sus padres, Mike escuchaba atentamente a su hermana.

—Mira, Mike, aunque tienes diecisiete años, ya no eres un niño. Te hablaré como a un adulto y te empezaré a tratar como tal —dijo Martina con seriedad.

Mike frunció el ceño, sin entender del todo sus palabras, pero asintió con cierta duda.

—El mundo se irá al carajo en menos de seis meses...

Mike la miró sorprendido y, a la vez, confundido.

—¿Qué quieres decir? Sé más clara, Martina.

—Bien... ¿cómo decirlo sin que entres en pánico? ¿Has visto *The Walking Dead*? Bueno, esto será algo parecido, solo que un poco más retorcido.

—Martina, habla claro por favor, no entiendo nada...

—Que el mundo se acaba, que la mayoría de las personas que conoces se convertirán en zombis y que todo, absolutamente todo, se irá a la mierda. Ya está, lo dije... Qué liberador...

Mike guardó silencio unos segundos antes de agregar:

—¿Hermana, tienes algún trastorno del que yo no sepa?

—Oye, maldito mocoso, no estoy loca. Créeme si quieres, y si no, bueno... igual me estoy preparando para lo inevitable. Tú sigue tu vida normal, yo prepararé nuestro refugio. Cuando todo esto estalle —porque sé que lo hará—, este lugar será seguro. No digas nada ni hables con nadie de esto, pero cuando llegue el día, quiero que vengas directo aquí.

Mike la miró con una mezcla de incredulidad y preocupación. Pero al ver la seriedad en su rostro, decidió seguirle la corriente. De todos modos, llamaría a sus padres para saber qué podían hacer.

—De acuerdo, hermana. No te preocupes, eso haré. ¿Y todos estos trabajadores?

—Están reforzando la seguridad de la casa y remodelando cada habitación. Vamos a comprar muchas cosas: comida, camas, vajilla, ropa de cama, ropa cómoda, abrigos...

—Espera un momento, ¿de dónde sacarás tanto dinero?

—Tengo una tarjeta negra. Padre me la dio hace unos años.

—No puedes gastar así el dinero de nuestros padres. Ellos se enfadarán y...

—¿Qué más podrían hacer? Tal vez así logremos que nos presten atención y vengan a vernos.

Mike la miró con una sonrisa. También extrañaba a sus padres, y quizás, solo quizás, todo esto era un capricho de su hermana para llamar su atención. Aun así, decidió apoyarla.

—Tienes razón. Hagámoslo. Iré contigo. Tengo una tarjeta de crédito que mamá me dio. No es corporativa, pero tiene cientos de miles.

Martina sonrió con ternura.

—Muy bien. No importa si me crees o no. Gracias por apoyarme.

Mike se levantó y la abrazó con fuerza.

—Gracias por estar aquí conmigo.

—Por supuesto. No dejaría solo a mi hermano en el fin del mundo.

Sasha tenía los recuerdos y sentimientos de la chica original de ese cuerpo. Y aunque sabía que no le pertenecían, sentía que amaba profundamente a su hermano. Tal vez esos sentimientos no eran suyos... pero le nacía protegerlo.

---

Tal como Sasha lo había dicho, en los días siguientes hicieron muchas compras. Incluso adquirieron dos motorhomes con capacidad para más de ciento cincuenta personas.

Mike, por su parte, llamó a sus padres. Cuando les contó lo que su hermana le había dicho, ellos lo confirmaron. Le hablaron de un virus que estaba siendo estudiado en distintos laboratorios, enviado por el gobierno a varios científicos para su análisis. Algo extraño sucedía: tras experimentar con animales, estos morían y, poco después, revivían convertidos en criaturas caníbales, devorando a los de su especie. Y lo más aterrador: incluso los restos de esos animales volvían a la vida.

No sabían cómo Martina se había enterado, pero le pidieron a Mike que no se alejara de ella. Estaban al tanto de los gastos y, aunque les parecían exagerados, los aprobaron. Nunca se sabía...

Los trabajadores por fin terminaron. Cuando Martina les pagó hasta el último centavo, los reunió.

—Gracias por su trabajo. Quiero decirles algo, y espero que no lo tomen a la ligera. Si en algún momento sienten que están en peligro y necesitan un refugio, pueden venir aquí. Serán bienvenidos.

Los trabajadores la miraron sorprendidos. Sergio, al notar el ambiente incómodo, intervino:

—Mi señorita, creo que es mejor dejarlos ir.

—Sí... pero por favor, recuerden mis palabras. Aquí estarán seguros. Gracias por todo.

Ellos asintieron, algo desconcertados, y se marcharon.

—Creo que piensan que estás loca —dijo Sergio.

—Lo sé. Y no me importa. Al final, vendrán. Eso es lo único que me interesa.

En su vida anterior, Sasha jamás había sido bondadosa ni caritativa. Podía decirse que todo esto lo hacía con segundas intenciones. Su misión era salvar al mundo, o al menos a la mayor cantidad de personas posible, para poder volver a su mundo.

Con el paso de los días, la ansiedad de Mike crecía. La confirmación de sus padres lo tenía nervioso. El día clave se acercaba y aún no les había dicho nada a sus amigos, que seguían con sus vidas como si nada pasara.

Esa mañana, fue al instituto como siempre, aunque su hermana llevaba una semana pidiéndole que dejara de ir. Durante una de sus clases, miró por la ventana y vio que en el patio los estudiantes se atacaban entre sí.

Fue entonces cuando lo entendió todo.

Se levantó de su asiento y gritó:

—¡Carajo, tenemos que irnos!

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