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Oscura Obsesión.

#1. Ella es bonita.

"¿Estás lista para tocar el tema de tu papá?" Pregunta la psicóloga a Lucía.

"Mmm..." La pregunta le incómoda y solo tiene puesta la vista en el reloj, esperando a que termine su sesión y salir lo más rápido de ahí.

"Adopte un perro. ¿Eso cuenta?" Cambia su respuesta por otra. Si no fuera porque un juez le ordenó estás sesiones, ella no se atrevería a tomarlas.

"¿Así que un perro? ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?"

"No lo sé, quizás me sentía un poco sola. Además, me acordé de un cachorro que tuve de niña. No puedo negar que es reconfortable como mueve la cola cuando llegó a casa, es un buen sujeto."

"Pero es un perro. ¿Por qué mencionaste que es un buen sujeto?" Lucía se ríe ante la ironía. "No lo sé, dígame usted porque ni siquiera yo encuentro coherente mis palabras estos días."

La hora de la sesión había terminado y Lucía no se hizo esperar, así que tomo su bolso y se dispone a marcharse.

"Lucía, tomate esto más en serio si quieres seguir en este estado." Le dice la psicóloga al verla abrir la puerta.

"Lo hago Judith. He sido una buena ciudadana y ya no me ha vuelto a pasar. Ahora todos los que me rodean son menos importantes que el mismo polvo que piso."

Lucía cierra la puerta y retoca el labial rojo antes de salir del edificio. Se mira en el espejo de mano y con una sonrisa camina con mucha seguridad en sus tacones negros de punta.

Saludaba a los ancianos al pasar y era muy educada y con un buen porte. Todos los hombres e incluso mujeres volteaban a mirar su belleza y lo elegante y sofisticada que se vestía y como caminaba.

Había vivido toda su vida en Milán y hoy era segundo día como asistente de abogado. Era un total misterio y todos en el buffet de abogados querían saber más de ella.

El juez había confiscado su cédula de abogada y le había dado la oportunidad de recuperarla si iba a terapia y había mejoras en su comportamiento. El puesto de asistente era una humillación para ella y desagradable cuando lo único que hacía era agendar y llevar café a la oficina de su jefe.

"¡Lucía! Venga ahora mismo a mi oficina." Le grita su jefa. "Enseguida." Responde ella con una sonrisa.

"¿Crees que la vayan a despedir? Eso sería muy rápido para la nueva." Opina alguien de alrededor.

"Cierra la puerta." Lucía lo obedece, pero presiente que algo no anda bien, ya que ha hecho todo como es debido y no confía en los vejestorios como lo es Arnulfo Vanetto.

"¿Todo bien? ¿Acaso el café no fue de su agrado?"

Arnulfo la mira de pies a cabeza y se acerca a ella a pasos largos mientras oculta sus manos en los bolsillos.

"Seré directo. Ayer que te conocí y pensé que serías una inútil dado que no tenías experiencia como asistente. La verdad me sorprende tu desempeño y quizás..., ya sabes, yo pueda ayudarte a subir de puesto. Conmigo puedes ganar un bono extra, si eres obediente."

Arnulfo tocó su trasero, incomodando a Lucía y poniendo su paciencia al punto querer defenderse.

Por suerte para ella la puerta se abre y un hombre alto y muy bien vestido irrumpe en la oficina.

"¡Vaya! Lo siento, no sabía que ustedes..., estaban ocupados."

Lucía retira la mano de Arnulfo de su trasero y con una sonrisa nerviosa hacía notar que estaba incómoda.

"Aquí no pasó nada, mi jefe tal vez confundió las cosas. Yo únicamente vine a trabajar. Con su permiso, caballeros" Les dice antes de salir asqueada de ahí.

Como siempre mantiene una postura elegante y sonriente en cada momento, solo para aquellos que siempre están atentos a lo que hace.

"¿Qué te trae por aquí Charlie? Pensé que tu hermano te había corrido del corporativo. Supe que tú abuelo te había mandado al extranjero."

"Y yo pensé que usted estaba casado." Dice en un tono burlón mientras mira la foto de su esposa en el escritorio.

"Ella se me insinuó, soy hombre después de todo. A leguas se nota que es una interesada, estoy seguro de que pronto la tendré en mi cama, después la despediré. Todas ellas son reemplazables."

"Tienes razón, todo se remplaza. Así que toma tus cosas y lárgate de mi oficina." Arnulfo lo mira con rabia, aunque no puede creer lo que dice.

"¡Tú no puedes correrme! ¡Soy importante para esta empresa! ¡Tu hermano, dónde está tu hermano! Quiero hablar con él."

Los gritos de Arnulfo se oían por los pasillos. Lucía ya sabía lo que debería hacer, sin más que hacer comienza a poner sus pertenencias en una caja, es claro para ella que está despedida.

Lucas, CEO y hermano mayor de Charlie se dirigía a la oficina, no sin antes ver por unos segundos a Lucía de reojo antes de entrar a la oficina.

"¡Que es todo esto Lucas! Como así que estoy despedido." Reclama Arnulfo.

"Lo que escuchaste. Pones en mal a la compañía con todos tus casos perdidos últimamente. Llevas un total de..." Revisa los papeles en sus manos antes de dar una respuesta. "Veintitrés casos hasta el momento. La junta directiva así lo decidió, no hay más que decir. Saca tus cosas y pasa por tu cheque. No podemos seguir perdiendo tiempo y dinero por tu mediocridad."

"¡Malditos!" Arroja su taza estrellándola a un costado de la puerta. "¡Los voy a demandar! ¡Lo juro!" Se apresura a meter sus pertenencias con coraje a una caja, saliendo molesto de su oficina.

"¡Estás despedida!"

"Lo sé, no necesito ser tan inteligente para saber algo tan obvio." Arnulfo suele ser muy explosivo, cualquier cosa podría ser su objetivo en estos momentos y Lucía no fue la excepción.

"¡Aún soy tu jefe perra! Dirígete con más respeto maldita zorra!" La empuja, pero ella se detiene con ayuda del escritorio.

"Usted ya me despidió. Si vuelve a agredirme, contrataré a uno de estos abogados para demandarlo. También cuento con testigos y videos de vigilancia. Usted dirá si procedo." Arnulfo mira a todos molesto y sin más se retira con gran enojo.

"¿Estás bien?" Pregunta Lucas, curioso por saber un poco más de ella.

Ella coquetamente coloca uno de sus mechones rizados detrás de su oreja y sonríe ante los dos hermanos.

"Lo estoy. Si me disculpan necesito retirarme y buscar un nuevo empleo. Con su permiso."

 "Voy a necesitar una asistente. El empleo es tuyo si lo quieres." El rostro de Lucía se mostraba sorprendido, o eso es lo que aparentaba para disfrazar su desesperación por mantener su trabajo.

"¿Sin entrevistas? ¿Sin currículum? ¿Por qué quiere contratarme?"

"Por favor llámame Charlie, no seas tan formal, posiblemente tengamos la misma edad."

"Una asistente no puede dirigirse a su jefe de esa manera. Sea profesional señor, si no pensaré que intenta acosarme al igual que señor Arnulfo."

Lucas mira a su hermano, lo conoce y sabe que Lucía también fue de su interés.

#2 Algo enciende a Lucía.

"Le pediré a recursos humanos que deje tu información en mi escritorio. Nos vemos mañana señorita..." Lucas se adelanta a preguntar su nombre, pues es su tipo de chica en todos los aspectos.

"Lucía, me llamo Lucía." Le extiende su mano a Lucas, dejando de lado a Charlie. "Entonces los veré mañana. Que tengan una excelente mañana." Tras despedirse con una sonrisa gentil, sale muy emocionada de aquel edificio.

La adrenalina y curiosidad por saber más de estos hermanos la emocionaban.

"¡Ya llegué Yogui!" Su perro la recibe lamiendo su rostro de emoción. Está vez ella está de mejor humor y decide darle la oportunidad a su perro de dormir en su cama.

Gritaba de emoción mientras apretaba su almohada y pensaba constantemente en lo varoniles que son sus futuros jefes.

"Cruza los dedos Yogui. Quizás tal vez obtenga de vuelta mi cédula profesional. Solo tengo que convencer a uno de ellos para que firme la hoja del juez y podré ejercer de nuevo mi carrera." El perro mueve su cabeza de lado a lado, aunque no comprende nada de lo que dice su sueña.

A la mañana siguiente, Lucía se esmeró en preparar su piel y perfumarla en la bañera. Quería dar una mejor impresión que la del día anterior, así que acomodo sus rizos oscuros y se puso un traje negro ajustado, con una camisa azul rey y tacones negros. Luciendo su reloj de arena, largas piernas y un trasero perfecto. Antes de salir de su casa se mira en el espejo, sonríe y comienza a hacer una persona diferente.

Al llegar a su antiguo escritorio nota que la oficina aún no está ocupada. Las secretarias de las demás oficinas la miran llegar y se preguntan que hace ella aquí después de lo ocurrido ayer.

"¿Alguien sabe si el abogado Charlie ocupará esta oficina?" Pregunta a todas en general, pero solo una le contesta.

"¿Es broma? Todas estas oficinas son para abogados de segunda. Los dueños y otros abogados ocupan el último piso. Lo que viste ayer fue solo para despedir al abogado Alfredo. Todos por aquí saben eso, es simplemente lógica." Al parecer Lucía no era del agrado de ninguna, la miraban con envidia y está última fue un poco altanera al hablarle.

"Ya veo. ¿Insinuás que tú también eres de segunda? Porque yo me imagino que no le dirías a tu jefe lo mismo." Con una sonrisa, pero muy diferente en esta ocasión, Lucía muestra algo diferente. Miraba a la chica con superioridad, mostrando un rostro un poco perverso.

Sin decir nada más, toma el ascensor y se dirige al último piso, ella ya no tenía nada que hacer ahí después de todo.

Al abrirse las puertas del ascensor ella queda deslumbrada. En definitiva ella deseaba trabajar para esa firma de abogados. Las oficinas eran mucho más grandes y más iluminadas, pero a diferencia de dónde estaba, todos trabajaban apresurados. Corrían de un lado para otro, a la espera de sus jefes.

Los teléfonos sonaban y el ruido de las personas era reconfortante para Lucía, pues extrañaba sus días como abogada.

Busca la oficina de Charlie, aunque ella estaba interesada en trabajar para Lucas, pero no todo se puede en esta vida y por algo debía de empezar.

Comienza a acomodar algunas de sus pertenencias en el escritorio afuera de la oficina aunque talvez debió acudir a recursos humanos antes de cualquier cosa y ese fue su error.

"¡Que haces en mi escritorio!" Alguien más coloca su bolso de diseñador arriba del escritorio, reclamando como de su propiedad.

"Tranquila, amor, ella es mi asistente." Dice Charlie llegando detrás de ella.

Lucía no sabe que papel tiene en todo esto, así que pregunta.

"No lo entiendo, soy tu asistente, pero ella entonces que es."

"SU NOVIA." Se lo recalca fuerte y claro. "Y también su secretaria.

Lucía está sorprendida, pues no esperaba que algo así le sucediera. Estaba muy calmada, pero por dentro gritaba.

"Yo hacía de secretaria y asistente a la vez. Debiste ser más claro ayer." Indignada comienza a llenar su caja una vez más, esto se había vuelto tedioso.

"Dije que ocupaba una asistente, no mentí al respecto. ¡Anda! No deberías estar molesta, el sueldo es muy bueno y somos una empresa reconocida. Además, soy una persona muy ocupada y necesito a alguien de tiempo completo. Mi secretaria no podrá hacer lo de un asistente. Cuando comiences a trabajar. ¡Créeme! Sabrás de lo que hablo. Yo..., te necesito Lucía."

Ella no esperaba quedarse ni un segundo más, pero la palabra te necesito seguía resonando en sus oídos. Charlie había cometido un error, le había dado esperanzas a Lucía y ella no estaba muy bien de sus cavales, por eso, malinterpretó sus palabras.

Con una sonrisa ella lo mira a los ojos, y se podía ver ese brillo en ella una vez más.

¿Por qué me resulta muy atractivo? ¡Maldición! Lo estoy haciendo de nuevo. Piensa mientras no desvía la mirada de él, ignorando la presencia de la dichosa novia.

"¿Cuál sería mi lugar de trabajo? Si no está aquí afuera me gustaría saber dónde debería poner todo esto."

"Adentro. Estarás trabajando de primera mano conmigo. Como te dije, soy una persona muy ocupada." Cecil no estaba de acuerdo, pero lo que más le molestaba era la química entre los dos. Se miraban y se sonreían de una manera que a ella la hacía sentir insegura.

"Cariño, si tu asistente trabaja todo el tiempo adentro de tu oficina, todos tendrán una idea equivocada de los dos. Sería bueno no hacer cosas buenas que parezcan malas." Su sonrisa forzada y su postura tensa ya le decía a Charlie como se sentía su novia, pero a él no le importaban los celos de Cecil.

"¿Quieres que complazca a todos a mi alrededor por hacer mi trabajo?"

"¡No! ¡Jamás te pediría algo así!"

"¡Entonces deberías ser profesional si quieres ser mi secretaria!" Su tono elevado hizo sentir a Cecil humillada. "Si la señorita Lucía fuera hombre o una mujer anciana, doy casi por hecho que no actuarías de esta forma. Si no quieres que sea indulgente contigo, separa lo laboral de la vida personal, por qué si no tendré que contratar a otra secretaria."

Esta faceta sería y dominante atrajeron más el interés de Lucía. Charlie lucía diferente al hombre amable y carismático de siempre, eso despertaban las chispas en el cerebro de Lucía.

Como toda dama profesional no quiso verse involucrada en problemas de pareja. Tomó su caja y se dirigió rápidamente a la oficina. Por alguna razón se sentía vencedora.

#3 Pretendiendo ser inocente.

No puedo quitar esta sonrisa de mi rostro, si Charlie me ve pensará mal de mí. Me gustaría ser profesional, pero como, si es muy difícil pasar desapercibido lo recién ocurrido. Tal vez yo le guste más que a su novia, quizás intenta llamar mi atención. ¡Pero que cosas dices Lucía! Recuerda lo que dijo el doctor, todo está en tu cabeza.

Lucía estaba tan concentrada en acomodar sus pertenencias que no se dio cuenta de que se había perdido en sus pensamientos y Lucas ya estaba dentro de la oficina de su hermano.

"¡Oh! Jefe. No me di cuenta de su presencia, le pido una disculpa."

"¡Olvídalo! Él casi no viene a verme, además, yo soy tu jefe. A él puedes llamarlo señor o simplemente licenciado o abogado. Cómo mejor se te haga." Charlie ríe tras lo que dijo, pero a su hermano no le parece simpático.

Ella de nuevo entra a la oficina sin tocar, quiero imaginar que tiene el derecho por ser la novia, aunque su presencia comienza a irritarme, sobre todo por esa mirada fría que me hace cada vez me mira a los ojos. Solo me da razones de querer quitarle a Charlie con más ganas.

"¿Tú que haces aquí?" Le pregunta Lucas a Cecil.

"Soy la secretaria de tu hermano y adivina que más. ¡Ahora somos cuñados!" Dice con alegría, pues al parecer Lucas no estaba enterado.

"¿Y tus padres saben que tienes este trabajo mediocre?"

No sé que tipo de amistad tengan en común, pero por alguna razón me hizo sentir pisoteada. Ahora no puedo sacar de mi cabeza que fue a mí a quien le dijo mediocre.

"Descuida, no necesitan saberlo. Además, ya casi termino mi tesis, muy pronto me recibiré y tendré un puesto más arriba. No me gustaría ser la asistente de alguien de por vida, ya sabes, alguien mediocre." Lucas abre sus ojos pensando en lo que acaba de decir, pues no quería ofender a Lucía con su comentario.

"Yo..., no lo decía por."

"No diga nada abogado, dijo lo que tenía que decir. Además, estoy de acuerdo con su argumento, yo también opino que es un trabajo mediocre, pero espero con ansias trabajar en lo que en realidad soy buena. Eso es un secreto." Guiña su ojo mientras intenta acomodar su cabello y tomar asiento a un lado del asiento de Charlie. Había lanzado una indirecta y aunque ella hablaba de ser abogada, Lucas pensó en algo más obsceno.

"Jefe, si no le molesta me gustaría hacerle unas cuentas preguntas antes de comenzar a trabajar con usted." Tenía mi propio lugar dentro de la oficina, pero ahora era mi turno de molestar un poco a estos dos.

"¡Por supuesto! Este..., creo que deberían de salir. ¡Claro! A menos que se les ofrezca algo más." Lucas y Cecil entendieron la referencia. Tal vez Cecil salió furiosa, pero Lucas se sintió ignorado y como un idiota, pues esperaba contratar a Lucía el mismo, pero Charlie se le había adelantado.

"¿Y qué quieres saber de mí? ¡Anda, pregunta lo que sea!" No sé que perfume use, pero tenerlo así de cerca alerta mis sentidos. Tendré que disimular y ser profesional, aunque es difícil no pensar que yo le soy de su interés.

Aclaro mi garganta antes de comenzar y me concentro para tomar nota de todo. "¿Tiene alguna alergia? No me gustaría traer su almuerzo y dañarlo por accidente."

"Soy muy sano, pero tengo intolerancia a la lactosa y detesto la comida picante." Él respondió con sus dedos entrelazados, sentía que por primera vez lo entrevistaban.

"Perfecto. ¿A qué hora suele llegar a su oficina? También me gustaría saber su hora de salida."

"Llegó a las nueve y me voy a las cinco, pero eso depende. Si sale un imprevisto puedo salir antes. De preferencia me gustaría que cargaras con tu pasaporte. Habrá ocasiones que me iré de viaje desde aquí, puedes tener una maleta aquí por si acaso. No soy quisquilloso con la comida, pero si con la limpieza. Tendrás que responder a mí para cualquier cosa y tendrás que tener mi agenda al día, si es posible adelantarte o predecir lo que necesite o quiera, dependiendo de la ocasión o situación. ¿Si logras comprender lo que digo?"

Él piensa como yo, tal vez por eso despedía constantemente a mis asistentes.

"¿Me está diciendo que sea una adivina? Entiendo lo que trata de decirme, no soy ignorante. El problema es que no lo conozco lo suficiente para predecir sus necesidades. Lo intentaré, téngalo por seguro, pero tendrá que tenerme paciencia mientras comienzo a trabajar con usted."

Maldición, me está sonriendo y no sé que intenta decir su sonrisa. Mi cabeza dice que le agrado y que quiere algo más, pero también está la posibilidad de que soy un chiste para él por decir mi punto de vista.

"Entonces conóceme, tienes mi permiso." Abre su cartera y saca una tarjeta de ella. "Ten, cuídala bien. Con ella podrás comprar mi café y cualquier cosa que necesite. No necesitas mi autorización para gastar en todo lo necesario que sea a favor de mi beneficio. No escatimes, hablo muy en serio."

Su voz gruesa y su forma de moverse lo hacen ver seguro de sí mismo. Lucía se siente más interesada en él, es demasiado tarde, ha comenzado a obsesionarse una vez más.

"Cómo usted ordene jefe." Tomó la tarjeta con la intención de sentir su mano, la rose solo un poco y me hice la inocente, como si todo se tratase de un accidente.

El tiene una tarjeta igual a la mía, tendré que ser cuidadosa en no revolverlas. Por mí bien es mejor que no me conozcan, sería vergonzoso si descubren lo que hice.

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