SOFÍA
Abrí ojos al sentir un punzante dolor de cabeza, me incorporé en la cama mientras me sujetaba la cabeza pensando en qué carajos había pasado, no recordaba nada. En ese momento juré que ya no bebería tanto en el futuro, suspiré pesadamente dejando salir un suspiro. Estaba cansada y tenía sueño, y dolor de cabeza, pero algo me hizo voltear hacia el otro lado y vi a un hombre desnudo a mi lado, al percatarme de ello me di cuenta de que yo también estaba desnuda.
Solté una maldición y entonces caí en cuenta que había tenido una aventura con un desconocido en el momento en que puse un pie en Suiza, en primer Bar que encontré para embriagarme hasta literalmente olvidar todo.
Y al ver lo que estaba sucediendo decidí irme, tomé mi ropa y me vestí rápidamente, tomé mis tacones y mi bolso junto con mi maleta, salí de la habitación, sin decir nada. No le vi el rostro al hombre perfecto si vi que su cabello era oscuro y perfecto y eso era lo único que iba a recordar de él.
Salí del hotel casi corriendo y al salir tomé el primer taxi que encontré y pedí que me llevaran a otro hotel.
Después de eso no supe qué pasó con el hombre con el que había tenido sexo la noche anterior, por si acaso tomé un anticonceptivo de emergencia, rezando porque no quedara embarazada de un desconocido.
...****************...
Al día siguiente, mi abuelo me llamó. Él nunca me llamaba a menos de que fuera estrictamente necesario e importante, ya que solamente nos comunicábamos por mensajes. Y para mí estaba bien, pero su repentina llamada me dejó inquieta y algo ansiosa. No sabía qué pasaba hasta que dijo….
"Te casarás con el nieto mayor de la familia Richter..."
Sus palabras fueron duras y certeras, llenas de decisión y amargura a la vez. Voz sonaba distorsionada y entrecortada, oía cómo trataba de hacerse el valiente y no derrumbarse, siguió hablando en un inútil intento de no dejarse llevar por sus emociones y sentimientos. Sabía que él no deseaba casarme a la fuerza, pero las circunstancias lo obligaron y lo entendía.
Mi Tío había cometido graves errores financieros y eso conllevó a que la familia Richter decidiera darnos dos opciones, la primera que mi Tío fuera a la cárcel y dejarlo allí a su suerte, que la empresa se viniera abajo y después la familia Richter se quedara con todo lo que nos pertenecía. Y la segunda opción era que mi Tío
Fuera a la cárcel, pero, en cambio, ayudarían a la empresa de mi familia a estabilizarse siempre y cuando aceptara casarme.
Por un instante quise decir que no, sin embargo... tenía esa inquietud de que sí alguien descubría mi aventura de una noche estaría perdida y mi familia también, así que decidí usar el matrimonio como tapadera de mi error y así evitar vergüenzas. Ya tenía suficiente con lo de mi divorcio, los problemas financieros de la empresa y de mi estúpida aventura de la cual rezaba porque ese hombre desconocido jamás se apareciera.
Así que luego de pensarlo un poco decidí aceptar, pero antes le dije la verdad a mi abuelo y él simplemente soltó un largo suspiro, no me juzgó y ni mucho menos me gritó cosas desagradables que realmente me merecía por no haber pensado en las consecuencias.
Simplemente me dijo:
"Eres una mujer que acaba de divorciarse y no quiere decir que te juzgue por ello, ni mucho menos por tu estupidez; sin embargo, debes tener cuidado, porque la gente es cruel y lo puede usar en tu contra..."
Él tenía razón, por lo menos no debía sentirme tan mal, pero aun así ese error jamás debía salir a luz.
Acepté el matrimonio y mi abuelo dijo que me enviaría los detalles, pero antes debía saber que habría un contrato para respaldarme en caso de que pasara algo en mi nuevo matrimonio.
"Estableceremos un contrato, la familia Richter estuvo de acuerdo y, por lo tanto, ya establecí los términos, pero antes debo agregar nuevos términos que te ayudarán en caso de que tengas que divorciar. No te preocupes, por nada".
Terminamos la llamada con un "adiós" y un "te quiero". Suspiré pensando en que lo peor estaba por empezar y dadas las circunstancias deseaba que por lo menos mi futuro esposo fuera alguien que tuviera un poco de sentido común y sensatez no como mi exmarido...
Era triste, pero lamentablemente cierto.
Decidí seguir trabajando en mis escritos para así distraer mi mente y seguir con mi trabajo de escritora.
Pasaron varios días y por un instante creía que podía estar tranquila, pero una mañana mientras trabajaba recibí un mensaje desconocido y al ver lo que decía me quedé helada.
"Te encontré y no te vas a escapar de mí..."
Justo lo que me temía...
Mi oscuro secreto fue revelado y ya no había escapatoria.
SOFÍA
Pasaron dos semanas y finalmente el contrato me fue enviado con las correcciones que mi abuelo había mandado hacer. Al leerlo desde mi computadora portátil, me parecieron razonables los términos de mi futuro esposo, pero hubo dos que me dejaron desconcertada.
—¿"Ser una esposa amorosa, que me reciba con beso todos los días, luego del trabajo"?—Pensé que sería válido únicamente en la mejilla, pero pronto vi unas letras pequeñas al final de la oración que estaban entre paréntesis.—¡¿"No se vale en la mejilla, tiene que en los labios"?! ¡¡Ridículo!!–Me dejé caer en el respaldo de la silla detrás del escritorio de vidrio templado. Suspiré pesadamente y miré el techo pensando en que ese tipo estaba loco.
Entonces seguí leyendo el resto del documento, todo iba bien hasta que vi otra parte del contrato que me pareció todavía más ridículo y estúpido.
—"En caso de divorcio, Sofía la parte B deberá compensar a la parte A, Dmitri a darle un hijo como una manera de tener algo que los una", ¿es una broma? ¡No le daré nada! ¡Maldito desgraciado, hijo de perra!—Grité enojada.—No sé qué demonios piensa ese tipo, pero juro ante dios que no le daré nada.
Dejé de lado el estúpido contrato y seguí trabajando en mis escritos.
Ni siquiera yo entendía qué carajos era lo que ese hombre quería, lo único que sabía de él era su nombre y su apellido, y que tenía dos condiciones muy extrañas y ridículas.
En ese momento deseaba salir corriendo y huir, pero había prometido casarme y eso quería decir que no podía huir de la promesa que había hecho.
Además, el hecho de que mi Tío iría a la cárcel, no lo cambiaba, no había diferencia en ello. Sin embargo, el Grupo Van Vanselow, se recuperaría del gran problema que mi Tío provocó hasta el punto en que me terminé convirtiendo en una moneda de cambio, para salvaguardar a la empresa. Y lo peor era que yo misma había dado otro motivo. Lo cual era lo peor.
Suspiré pesadamente mirando al techo blanco, sin grita o cuarteadora alguna en él. Deseaba tanto que aquello que estaba viviendo fuera una pesadilla y la realidad me pegó con fuerza al darme de que era imposible que fuera de esa manera.
Casi me dejo caer al suelo deslizándome hacia abajo para llegar al suelo, llorando y con desesperación en el corazón. Nunca antes había llorado tanto, ni siquiera cuando mi Madre no se tentó el corazón para abandonarme con mi Padre y abuelo, lo cual fue bueno para mí en más de una forma, me hizo un favor...
Tuve todo sin tenerla a mi lado, pasé la secundaria sin ella, pasé la preparatoria sin ella y la universidad la sobreviví sin ella, todo lo hice sin ella, solo requerí de la presencia de mi abuelo y de mi Padre, que fueron los únicos que en verdad se preocuparon por mí. Y tampoco lloré tanto cuando mi exmarido me fue infiel con otra.
En ese momento me sentía como una niña pequeña que necesitaba el abrazo de los únicos dos hombres que jamás iban a romperme el corazón, mi Padre y mi abuelo.
Sentí la profunda necesidad de ser abrazada por ellos y que me dijeran que todo iba a estar bien. Pero no, no era así... estaba sola en mi departamento sin nadie conmigo.
Era ridículo el hecho de que mi Tío haya sido tan estúpido, pero... ya no había vuelta atrás. Entonces me limpié las lágrimas al oír que mi teléfono estaba sonando. Me acomodé en la silla y vi un mensaje del mismo número desconocido que me había escrito hace dos semanas.
"No llores..."
El mensaje me dejó perpleja, ¿Esa persona me estaba espiando?
Era ridículo pensar en ello, entonces tuve la extraña sensación de que algo no estaba bien. Miré por la ventana de mi departamento y efectivamente había alguien afuera, no huyó, no hizo nada, simplemente se quedó allí mirando, mirándome desde la acera, ni siquiera le importó que lo hubiese atrapado. Dejé de mirar cerré las cortinas, era de noche y era peligroso dejar la ventana sin más.
Entonces recibí otro mensaje.
"No importa lo que hagas, te seguiré mirando..."
Solté un suspiro y no respondí nada. Así que simplemente bloquee el número y seguí trabajando hasta que el sueño comenzó a ganarme, me fui a dormir y no supe más de mí hasta el día siguiente.
SOFÍA
La sensación de la calidez del sol en mi rostro, me era indiferente, no sentía nada, no podía sentirlo ni mucho menos comparar esa sensación que todos sentían como un abrazo cálido que uno recibe cada mañana por nuestras familias cuando uno se va a trabajar o va a la escuela.
En mi caso, solo sentía frío, mucho frío y el sol no era capaz de darme el calor que necesitaba. Mi corazón latía desesperado por sentir el calor, pero el estar sola y triste me impedía ir a buscar ese calor. Miraba desde la distancia el pequeño parque había cerca del edificio. Pensaba en lo lindo que hubiese sido haber ido a un parque como ese de niña, pero nunca pude porque mi Padre y abuelo jamás tenían tiempo, y mi tío bueno... estaba más preocupado por él mismo que en cualquier otra cosa.
Cerré los ojos un instante imaginando un hermoso pastizal lleno de flores de múltiples colores, el aire fresco acariciando mi rostro a primera hora de la mañana. Respirar el aroma de las flores y sentir el rocío de la mañana recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza.
Era una especie de anhelo o más bien deseo que quería saber qué era lo que se sentía estar allí.
Abrí los ojos y respiré profundo. Miré mi teléfono y decidí irme a una cafetería cercana a trabajar en mis escritos que eran muchos, necesitaba terminarlos antes de que la fecha límite de publicación, que fueran revisados por mi editora y después de eso serían publicados en la plataforma de escritura para la que trabajo.
Muy poca gente sabía a lo que me dedicaba, por el simple hecho de que no buscaba ser reconocida por nadie, suficiente tenía con la reputación reciente de mi familia. Lo bueno era que había decidido usar el apellido de mi Madre Volakis para evitar ser reconocida por la gente, y que los medios de comunicación nunca dieran conmigo. Para mi fortuna siempre me he parecido a mi Madre y eso ha sido un punto a mi favor.
Me fui del Parque y al dar vuelta a una esquina a lo lejos vi a un hombre vestido de negro, llevaba puestos unos lentes de sol, chaqueta negra y pantalón de mezclilla y zapatillas deportivas, me pareció extraño, pero preferí irme y ver sí tenía alguna mala intención y por lo visto estaba en lo correcto.
Sujeté con fuerza la correa de mi mochila, suspiré y seguí adelante, el sonido de sus zapatos lo delataba, qué estúpido...
Seguí caminando, di vuelta a una esquina y entonces vi al idiota buscándome y me reí en silencio, lo vi irse lanzando un largo suspiro, pero pronto me di cuenta de que no se había rendido, entonces me tomé la molestia de aparecerme ante él.
—¿Necesitas algo?—Se sobresaltó al verme. Pregunté con una sonrisa.
—¿Cómo hiciste eso?—Preguntó intrigado y a la vez asustado.
—Aquí las preguntas... las hago yo—. Dije aún manteniendo mi sonrisa. Lo miré directamente a los ojos teniendo de por medio los lentes oscuros que escondían sus ojos que estaban llenos de ansiedad e incertidumbre.
Lo llevé a la cafetería a la que siempre iba a trabajar porque era mi lugar especial en donde podía estar tranquila e inspirada. Y vaya que tenía mucha inspiración, para darle a mi invitado la atención que se merecía.
La cafetería era sencilla con una mezcla hogareña cálida y dulce como el hogar de una abuela. Las paredes tenían un acabado parecido a la madera, en ellas colgaban cuadros de lugares que los dueños de la cafetería habían ido, entre ellos Italia, Suiza, Turquía y Países Bajos.
Era fascinante ver esas fotos y tomarlas como inspiración para mis historias, lo cual era algo que a la dueña le encantaba que yo hiciera.
Sentados en los cómodos sillones de piel oscura, puse mi mochila a lado de la mesa de centro sin apartar la vista de él. Me miraba con algo de terror; sin embargo, poco me importaba.
Había un incómodo silencio que se veía ligeramente opacado por la música que había de fondo en la cafetería.
El olor del café invadió la habitación, ese olor me gustaba mucho, me daba tanta plenitud y paz absoluta. Él miraba el suelo de madera del mismo color de las paredes, las que luces que colgaban de las vigas del techo eran tenues y suaves a la vista, iluminaban el panorama con la suficiente claridad necesaria para ver el terror que ese hombre sentía al verme tan tranquila.
—No te asustes, no haré nada—. Se sobresaltó un poco cuando le dije eso. Apenas me miró y luego se quedó callado unos minutos más, entonces me tomé la libertad de sacar mi computadora portátil y la puse sobre la mesa, en ese momento llegó mi café en una taza blanca humeante, el olor era exquisito, la mesera que siempre sabía lo que quería miró a mi invitado y le preguntó sí quería algo, pero este se negó algo nervioso.—Puedes pedir lo que querías, va por mi cuenta—. Dije dándole un sorbo a mi café.
Se negó y la mesera se retiró sin más. Dejé mi taza sobre la mesa, dejé de sonreír y dije:
—¿Te envió él?—Me miró con asombro.
—¿Cómo sabes eso?—Sonreí lanzando un suave suspiro.
—No es difícil darse cuenta luego de recibir esos mensajes, ¿no crees?—Su nerviosismo se percibía en el aire, era evidente que él sabía más de lo que quería aparentar.—Además... sé muy bien que es mi prometido quien me ha estado vigilando, así que... mejor dime ¿Por qué quiso que un novato como tú fuera descubierto por mí? Sinceramente, tengo varias teorías de por qué, pero sinceramente no busco escarbar más de lo debido.
Estoy segura de que él quiso que te descubriera, por una simple y sencilla razón... ha buscado dar conmigo desde que lo dejé abandonado en aquella habitación de hotel, ¿no?—Bajó la cabeza avergonzada.—No te avergüences, aquí la única culpable soy yo, creo que le dolió el hecho de que una mujer haya tenido el descaro de abandonarlo y, por lo tanto, está buscándome para exigir una explicación, ¿verdad?—Había acertado y sinceramente eso me dio cierta satisfacción, pero al mismo tiempo sentí un intenso escalofrío que me recorría todo el cuerpo.
Miré sobre mi hombro y al hacerlo dije:
—Maldita sea...—El tipo que me siguió, huyó y no me importó, de todas maneras él solo fue una víctima de las circunstancias o algo parecido.
Entonces un tipo con traje negro y corbata negra se sentó frente a mí y dijo con una sonrisa dibujada en su bello rostro.
—Vaya... me descubriste, estoy impresionado. Ahora me toca a mí...
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