La noche era su única amiga, las gotas de agua golpeaban su cuerpo, Pero eso no importaba, Valeria era feliz, estaba más que contenta.
Ella montaba su moto una Kawasaki Z1000, una máquina potente, que la hacía estremecer hasta la médula espinal. Tal potencia entre sus piernas la excitaba demasiado.
Estas eran las horas más felices, cuando ella corría en la carretera despejada de Londres, las farolas iluminaban el camino, lo único que ella quería era ganar.
Lo que siempre hacía, esa era la manera en que ella ganaba dinero extra, para sus gastos y sus malditas deudas.
- Mierda.
Una maldición sale de sus labios cuando se da cuenta de que está muy cerca de la meta, pero hay alguien que le sigue muy de cerca, está noche Valeria no se podía permitir perder, la plata que ganaría, serviría para pagar los intereses de dos meses.
Eso no lo iba a conseguir con su trabajo normal, aceleró a fondo sin perder de vista la meta ni a su oponente.
Su moto rugía, la gente aplaudía y gritaba como loca, y en segundos Valeria había cruzado la meta, en primer lugar como las últimas diez carreras.
- En serio hermanita, pensé que ibas a perder.
- Sabes que tengo todo bajo control.
- ¡Me alegra que hayas ganado!.
- Lo sé mi pequeño, ahora vamos a reclamar nuestro premio.
La gente los miraba, su hermano y ella no tenían ningún parecido, él era moreno, más alto que ella, tenía unos ojos verdes un cuerpo bastante tonificado, y era mucho menor.
A sus 16 años ya contaba con, experiencia en las carreras de autos, desde que era pequeño se había interesado en ellas y Valeria lo estaba llevando a cumplir sus sueños.
Y que se podría decir de ella, una joven de 26 años, piel clara que a pesar de exponerse al sol nunca se bronceaba, cabello castaño ondulado. Ojos negros como la misma noche.
No eran una pareja de hermanos normales, cuando los veían todos pensaban que eran pareja y que ella se aprovechaba del pequeño, o a veces al contrario.
- ¿Qué pasa Alan?.
- Es que no me acostumbro a las miradas.
- Llevamos años en lo mismo pequeño, las cosas no van a cambiar y nadie nos va a entender.
- ¿Cómo lo haces?.
- La vida se encarga de cambiarte, tu mismo te has dado cuenta, hemos vivido muchas cosas.
- Pero nunca podría ser como tú.
Esas palabras le llegaban al alma a Valeria, por fin algo en su vida seguía a su lado y no lo había destruido por completo.
Por dentro estaba destrozada, pero por fuera era la mujer más fuerte, no se dejaba de nadie, o eso pensaba ella.
- Su premio señorita.
- Gracias como siempre.
Tan distraída estaba por haber ganado, que no se dio cuenta de que alguien la observaba desde las sombras, un hombre bastante poderoso Pero que tenía mucho interés en ella, desde hace mucho tiempo.
Un interés particular que no la llevaría a algo bueno, las cosas podrían ponerse un poco más complicadas de lo que se esperaban.
- La quiero a ella.
- Estás loco hermano, ella no tiene un equipo y además es muy vieja para competir.
- No la quiero meter en la pista, quiero que sea mi mecánico.
- El frío de la noche te está afectando, es una maldita callejera, crees que podrá con tal responsabilidad.
- No la has visto trabajar.
- ¿Y tú si?.
- Sabes que no me gusta que te metas con mis decisiones así que por favor consíguela.
- Estás loco, ella traerá problemas para el equipo y creo que para tu entrepierna también, viendo que lo tienes parado con solo verla.
Dos hermanos, Maik y Lorenzo Rowan, corredores de la fórmula 1 los mejores aunque Maik era el mejor su hermano siempre era el segundo.
Pero ellos no solo eran corredores, su familia estaba metida en cosas bastantes turbias, el solo nombrar su maldito apellido, la mayoría de la gente salía corriendo.
Las carreras callejeras eran algo en lo que ellos participaban muy a menudo, apostaban siempre al ganador. Nunca se equivocaban cuando ponían el ojo en alguien.
- Déjame ser feliz, ella será mía. Tanto en la pista como en mi cama.
- Y cuando te aburras la vas a matar como a las otras. ¿Jugarás a la familia feliz?.
- No seas tan estúpido, ella será un lindo juguete, cuando obtenga lo que quiero ya está.
- En serio eres un maldito bastardo.
- Somos de la misma familia querido hermano, tú no te quedas atrás. Sam, vámonos a casa.
Mientras los hermanos partían, Valeria se alistaba para irse con su hermano a su casa.
Después de aquella noche Valeria volvió a su trabajo, era un mecánico callejero, a veces lograba trabajar en talleres pequeños.
Cuando vivió en el orfanato uno de sus profesores le enseño ese oficio, ella perseguía a su profesor cuando esté se iba al garaje a reparar su auto o su moto.
La curiosidad de aquella pequeña le llamo mucho la atención, cinco años tenía ella y desde ese entonces y por muchos años la dejo ayudarle, después de los 16 años Valeria ya desarmaba y armaba un motor sin ninguna dificultad.
Esa fue su contribución al mundo, antes de que lo matarán delante de ella, una situación que marco su vida por completo, vio a un hombre morir, puede que no fuera un santo Pero le enseño mucho y la alejo de los problemas.
- Te vas a lastimar si no prestas atención.
- Lo siento.
- Sabes armar y desarmar un motor hasta con los ojos cerrados, Pero llevas días distraída.
- Lo siento mucho Henrry, me concentraré.
- Si no lo haces, sabes lo que va a pasar, estos autos van para una competencia y nada puede fallar, sabes que somos los primeros en mirar y revisar el motor, los otros mecánicos solo prestan...
Las palabras murieron ahí, ella ya no escuchaba a Henrry, solo imaginaba en poder poner sus manos en un lindo auto de fórmula 1, sonaba con poder conducir un auto de esos.
Esa fue una gran motivación para que ella se concentrará en lo que tenía entre sus manos.
......................
- Algún día llegarás a ser un gran mecánico.
- Eso sería fantástico.
- Los sueños se hacen realidad, pequeña y tú tienes muchas aspiraciones.
- Gracias.
......................
Su pasado llegaba y se iba en cualquier momento, hechos de la vida pasada algunos felices otros tristes. Pero siempre se mantenía en pie.
Esa misma noche y antes de terminar su trabajo en el taller una camioneta Subaru negra, con vidrios polarizados y blindada se detuvo en el taller, y de la cual bajaron dos hombres con trajes completamente negros.
Con cara de pocos amigos y se sabía que las intenciones no eran buenas.
- Señorita Sincler, necesito que por favor me acompañe.
Limpiándose la grasa de sus manos y sin siquiera prestar atención a aquellos hombres ella les respondió.
- No sé quienes sean ustedes, y no me importa, en cuanto a acompañarlos eso va a ser un no.
- No tiene ninguna opción.
Uno de los hombres se acerca a ella y va mostrando su arma dándole a entender de que no tienen ninguna opción.
- Las amenazas no van conmigo, si quieren me pueden matar acá mismo, aunque por la actitud que tienen puedo decir que me necesitan con vida.
Ambos hombres se ponen nervioso, los bajos mundos eran muy conocidos en Londres, gente como ellos seguían órdenes y si no las cumplían podrían morir.
- Señorita por favor, nos pidieron que la lleváramos, por las buenas o por las...
- Malas, quien está tan desesperado por llevarme.
- Señorita.
Ambos hombres comienzan a desenfundar sus armas y me apuntan directamente a la cabeza.
- Adelante.
Ella escucha el sonido del seguro de las armas, Valeria sin pestañear los observa, no es que no tuviera miedo, la verdad por dentro estaba aterrorizada no quería dejar a su hermano solo, pero sabía que la persona que la había mandado a buscar estaba cerca.
- Bajen las armas, la quiero viva.
Y delante de ella se encontraba el hombre más hermoso del mundo o para ella le parecía así. Un hombre bien presentado, altanero, frío como un cubo de hielo, no mostraba ningún sentimiento.
Si corazón estaba acelerado, aunque intento calmarlo no lo logro, cada paso que daba Maik hacia ella, ella retrocedía uno, hasta que no pudo hacerlo más, su espalda había golpeado la pared.
No una sola vez, se quitaron los ojos de encima, era una guerra silenciosa, nadie iba a ceder y menos ella, aunque él tampoco era de ceder fácilmente.
- Debería de tener cuidado la pudieron herir.
- No lo habían hecho, si estaban a su mando.
- ¿Y si no?.
- jummm, morir no me importaría.
- Dejaría solo a su hermano, que mala mujer eres.
Valeria cerro sus puños, un punto débil para ella, aunque dijera que le importaría morir, le dolía mucho tener que dejarlo solo y a su suerte.
- ¿Que quiere de mí?, señor Rowan.
Lo conocía perfectamente, seguía su carrera muy de cerca y su mayor deseo era trabajar en su equipo. Ya fuera con él o con otro piloto, no le importaba de a mucho.
- Sabes quién soy.
Viéndola acorralada Maik comenzó a pasar sus dedos por el brazo de Valeria, haciéndola estremecer.
- Quien no lo conocería, Pero eso no responde a mi pregunta.
- Eres muy impaciente, pequeña. Me gustaría mucho conocernos primero.
- No lo creo, no solo conozco su carrera, sé la clase de hombre que es, así que no vengas a darte las de muy machito y de que voy a seguir tus juegos.
Había tensión y ellos lo sabían muy bien, ella tenía el corazón acelerado y él deseaba más que nada tomarla en ese mugriento taller.
- Vengo a hacerte una oferta, sé que no te negaras a aceptarla.
- ¿Qué podría ofrecerme?
- Más de lo que te imaginas. - su voz era un susurro, que sugería algo más, el olor de Maik era algo abrumador y no solo su olor, su imponente presencia, su aire de autoridad, su sola presencia estaba volviendo loca a Valeria.
- Va a hablar, o...
- O que, quieres que te folle acá mismo.
Esa fue la gota que derramó el vaso, Valeria levantó la mano y le propino una cachetada a Maik que hasta sus hombres reaccionaron sacando sus armas y apuntando le.
- No soy ninguna de sus zorras a mí me respeta y si ya terminó con sus idioteces se puede retirar tengo que trabajar.
Maik no se iba a quedar quieto, nadie le ponía una mano encima y se quedaba sin recibir su castigo, así que tomo las manos de Valeria por encima y se apoderó de sus labios, la pierna de Maik estaba entre las piernas.
La tenía como él quería a su entera disposición, aunque al principio ella no quería responder al beso, luego lo hizo, sus gemidos, solo se separaron cuando necesitaban respirar.
- Vas a trabajar para mí equipo.
Las palabras quedaron en el aire, Maik se alejo de ella y salió de aquel taller mugriento, dejándola conas preguntas en su linda cabeza.
Cuando por fin reaccionó Valeria, aquel hombre ya se había ido, no negaba que le había gustado el beso, Pero no iba a permitir que le dijeran que hacer, ya que la forma en que dijo que ella iba a trabajar para su equipo, no lo dijo como una pregunta sino como una maldita orden.
- Espero no volver a verlo o si no lo mato.
- A quien quieres matar. - Alan entra al taller con una gran sonrisa en sus labios.
- A un maldito loco, Pero sé que no lo volveré a ver.
No quería meter a su hermano en esto, ella quería llegar a la fórmula uno por sus propios medios no por Maik.
Solo estaban a un paso de que él ingresará, había competido en varias competencias, en monoplazas, solo nos faltaba que cumpliera los 18 años de edad. Dos años nos faltaban y no lo iba a dejar solamente, para poder cumplir mis sueños, primero estaba él y luego yo.
- Pero te dejo bien afectado ese encuentro.
- No es nada querido hermanito, dime cómo te fue en tus estudios.
- Muy bien, y este fin de semana tengo una carrera así que te necesito.
Tenía bastante trabajo, pero no lo podía dejar solo, no ahora, tenía que cuadrar mis horarios e ir a acompañarlo, su auto lo trabajaba yo y nadie más le podía meter la mano.
- Cuenta con ello.
La semana llegaba a su final y el trabajo se acumulaba sin parar, los autos estaban preparados Pero Valeria estaba bastante agotada, al punto de que se quedó dormida a mitad de la noche.
Esta fue la primera noche que no sueño con nada ni con nadie, estaba tan agotada que no se percató de que alguien había ingresado al taller.
- La bella durmiente.
- Amarrarla a una silla.
Los hombres que habían ingresado eran nada más y nada menos que sus cobradores, que el porqué la buscaban no sabía, al despertarse se dio cuenta de que nada iba bien, sus piernas y sus brazos estaban amarrados.
Si overol dejaba al descubierto parte de su pecho, dejando ver su brasier y sus senos, los hombres que la miraban, la deseaban y querían tomarla en ese lugar. Ya lo habían intentado, pero no la habían logrado. Valeria siempre escapaba.
- Ya les pagué, que quieren ahora.
- Solo pagaste intereses, no abonaste a la deuda.
- Saben que no puedo pagar intereses y cuota a la vez, por eso pague los intereses de tres meses.
- Mi jefe quiere más dinero así que.
Poco a poco los hombres se acercaron a Valeria y uno por uno comenzó a tocarla, su overol poco a poco se fue abriendo, dejándola solamente en ropa interior.
- Mira como estamos jefe.
Uno de los matones se cogía su miembro ya erecto, y así cada uno de ellos lo siguió. Valeria estaba presa del pánico, de esta ya no saldría con vida.
Maldecía una y otra vez, a su exnovio quien fue el que la dejo con tal deuda, se decía a sí misma que si lo volvía a ver lo mataría con sus propias manos.
Cerro sus ojos, no quería ver la cara de esos desgraciados, ya tenía bastante con ver el rostro de su ex como para ver la de estos mal nacidos.
- Está noche será muy larga.
- Cuando me libere, ninguno quedara vivo.
- No podrás hacer nada después de que te follemos mi amor, rogaras para que volvamos a hacértelo, conozco las de tu clase.
- ¿y de qué clase soy?.
- Una que le gusta el sexo y las orgías, así que disfruta.
- Basuras.
Sus palabras salieron tan natural que lo único que pudo esperar a recibir fue un golpe bastante duro. Luego otro y otro, la sangre brotaba por la boca y la cara de Valeria, Pero aun así ni una sola lágrima cayó.
Su cara dolía, su cuerpo estaba entumecido no sabía cuánto tiempo había pasado, un frío metal la saco de su ensoñación y se dio cuenta de que era una navaja, que estaba cortando su brasier y sus bragas.
Listos los hombres para hacer lo que ellos quisieran, un fuerte ruido llegó desde la parte de adelante del taller.
- Ve y revisas, se supone que lo está Henrry él no quedó de llegar temprano.
Si ojo bueno se abrió de par en par, años trabajando para él y está era la manera de pagarle. Eso pasaba cuando se confiaba en alguien, siempre te iban a defraudar.
- Yo no la tocaría.
Una voz profunda y que días antes había escuchado resonó en todo el taller, los hombres se quedaron paralizados, a medio vestir.
Maik caminaba seguro de sí mismo hasta llegar a dónde se encontraba Valeria, está solo lo miro y se dio cuanta que no la miraba a los ojos, sino su cuerpo desnudo.
Al igual que los otros hombres, el miembro de Maik se había endurecido.
- En serio con tantos.
- Solo me quiere para usted, que codicioso es.
Mientras hablaban él la soltó y le coloco su gabán. Los hombres que antes estaban a punto de acabar con cualquiera que los interrumpiera ahora no decían una sola palabra.
- Ella es mía y nadie la toca.
Los ojos de Maik viajan a la cara de Valeria y ahí se da cuenta de sus golpes. Sentía lástima por ella y como si fuera su salvador le disparó a dos de los hombres.
- Para que quede claro quien es el que manda.
Salieron de aquel lugar dejando a dos muertos y atrás hombres más golpeados. Maik llevo a Valeria a su casa en donde lavo sus heridas y le dio ropa.
- ¿Qué quiere a cambio?, esto que hace por mí no es gratis.
- Ya le dije, va a trabajar para mí.
- No lo voy a hacer.
- Va a seguir trabajando en ese taller de mierda en el cual hasta donde escuché su dueño la vendió.
- La calle también es un buen lugar para conseguir clientes, no quiero deberle a nadie más.
Valeria hizo énfasis en la última parte, y era verdad tenía deudas grandes y una más, sería un golpe muy duro.
- Piénsalo está noche.
- No tengo nada que pensar, no sé cuáles son sus intenciones, así que por favor no me busque más.
Se puso de pie y salió de aquella mansión dejando a Maik con la boca abierta, él pensaba que llegando a salvarla iba a lograr que ella cayera rendida a sus pies, Pero no funcionó.
Su frustración estaba al límite, no solo por el rechazo de ella sino porque siempre que la veía su amigo se le endurecía.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play