ELIZABETH
Elizabeth Smith es una bella mujer de cabello rojo, ojos verdes, una piel blanca y tersa con labios rojos y carnosos. A pesar de su enorme belleza aún seguía soltera, estudiaba economía en la universidad X, su sueño era salir adelante y poder ayudar a su madre y sus tres hermanos menores, gracias a su intelecto había logrado conseguir una beca completa, se había esforzado mucho por ella ya que su familia era sumamente pobre como para costear los gastos universitarios, además de eso trabajaba turno nocturno en la cafetería que se encontraba cerca de su universidad, gracias a su buen comportamiento y modales se ganó el cariño y confianza de su jefe quien le permitía tomarse un tiempo de vez en cuando para realizar sus labores escolares. Realmente no podía quejarse de esa suerte o más bien, no tenía tiempo para quejarse.
Un día mientras caminaba hacia su universidad logro percibir algo, al cabo de unos minutos se dio cuenta de que un auto color negro la estaba siguiendo, en un principio creyó que solo era su imaginación, pero luego de caminar un trayecto pudo confirmar que efectivamente estaba siendo seguida, por suerte ya se encontraba en la parada de autobús y ya el bus había llegado, rápido se subió deseando que fuera quien fuese la persona que la estaba siguiendo desistiera de hacerlo. Al llegar a su parada, comenzó a buscar el auto negro en todas direcciones luego de bajar del autobús, al no divisar el auto se relajó un poco y se dispuso a seguir con su día de rutina.
Elizabeth termino su día de forma normal, luego de terminar sus clases se fue directo a su trabajo pero algo ocurrió en el trayecto, a mitad de camino apareció frente a sus ojos nuevamente el auto negro que la seguía en la mañana, de manera automática comenzó a caminar más rápido, casi que corriendo, para su peor suerte las calle estaba completamente sola, al verse en esa situación su corazón empezó a latir con una velocidad increíble, Elizabeth sentía que en algún momento se le saldría por la boca o estallaría, aceleraba cada vez más el paso, doblo por una pequeño callejón que siempre tomaba de atajo para llegar mucho más rápido a su trabajo, al ver el final sintió un pequeño alivio, porque al salir de allí solo faltaba cruzar la calle y allí mismo estaría en la cafetería resguardada, pero las cosas no se dieron como las había planificado, al llegar al final del callejón sintió una fuerte presión en su rostro, una mano fuertemente le cubría la boca y la nariz con una tela lo que le impedía gritar por ayuda, lo siguiente que hizo fue un intento fallido de zafarse, algo que no duró mucho tiempo ya que cayó desmayada.
FREDERICK
Frederick Rutterford es un hombre de veinticinco años de edad, apuesto, de cabello castaño, ojos negros como su alma y su temperamento, alto de cuerpo esbelto, provenía de una familia inmensamente adinerada, aunque él no necesitaba hacer uso de las riquezas de su familia ya que a su corta edad había logrado ser el jefe más grande de la mafia, justo después de que su padre falleciera y su hermano mayor Math tomara las riendas de la familia Frederick decidió comenzar a valerse por sí mismo a sus catorce años se fue de casa y no regreso sino hasta tener la edad de veintiún años, siendo ya un hombre inmensamente rico y el jefe apoderado de la mafia Rusa.
Se encontraba en su oficina en el momento en que recibió una llamada, al ver el número registrado contesto.
Espero que lo que tengas que pedir sea rápido - le dice a la persona apenas contesta.
Tan cordial como siempre señor Rutterford - le responde la persona del otro lado del teléfono con una voz serena y calmada, como si ya estuviera acostumbrado a tal mal trato - Está noche no lo estoy llamando para pedirle algo, lo llamaba para invitarlo al evento que estaremos realizando está noche a la media noche.
Frederick observa el pequeño reloj cuadrado que está sobre su escritorio eran las diez y media de la noche.
Creo que tendré que rechazar la invitación, estoy cansado y aún tengo trabajo por hacer. - En Realidad a Frederick no le interesaba en lo más mínimo asistir a tales eventos.
-Bien, entiendo señor - dice el hombre al teléfono - pero permítame enviarle el catálogo que se estará subastando está noche, le aseguro que son productos de muy alta calidad - hace una pausa - y perdone mi insistencia - se escucha una pequeña sonrisa.
Ya te dije que no me interesa - Le responde Frederick con un tono de voz alto y molesto.
Ya se lo envié a su secretaria - Frederick cuelga el teléfono.
El nombre del hombre al que Frederick acababa de colgarle se llama Pietrof Ivanova un viejo gordo asqueroso quien dedica su vida al tráfico de órganos, animales y personas, además de que tiene un club nocturno exclusivo solo para los más adinerados, dónde la mayor función es las subastas de personas que se llevan a cabo una vez por mes, atrayendo a lo peor de lo peor en la sociedad. En sus inicios Frederick había realizado algunos tratos con el hombre, no podía negar que aprendió mucho en el proceso, dándose cuenta de lo podridas y retorcidas que pueden ser las persona y que debía hacer para poder surgir en ese mundo.
Recibió un correo de su secretaria, al abrirlo se dio cuenta de que se trataba del catálogo enviado por Pietrof (Le dije que no quería asistir) lanza el teléfono a un lado, observa nuevamente el reloj ya eran las once de la noche.
Frederick sabía lo cruel que era ese negocio, pero no habla de otra, así era el mundo y cada quien se gana la vida como pueda, este mundo es del más apto, no sentía pena o dolor por las personas que Pietrof vendía ya que su negocio era más o menos lo mismo, luego de unos años de estar en el negocio se acostumbró a no sentir empatía por nadie así que para él era imposible lamentarse por lo que le suceda a otro, excepto alguno de sus hermanos.
Luego de un rato de calma reclinado en la silla de su escritorio, tomo nuevamente el teléfono y vio el correo, el catálogo aún sin abrir, en el reloj ya marcaban las once y media (No pierdo con solo ver) abrió el catálogo y fue viendo a las personas que serían subastada esa noche, justo dentro de media hora sus vidas empezarían a ser un completo infierno, la mayoría de las personas que compran esclavos son maltratadores, sádicos psicópatas, violadores y muchos más. Había hombres y mujeres, todos bien parecidos con buen tono de piel y cuerpos esbeltos, había treinta fotos las cuales Frederick las vio todas, luego notó que fuera del catálogo en otro archivo había una foto titulada la pieza principal, le dio clic a la imagen para verla y allí estaba la persona que Frederick no quería ver en manos de sádicos, psicópatas, alguien. por el cual tendrá que asistir a la subasta.
Al llegar al club nocturno Frederick bajo del auto de forma segura y decidida, no importaba el precio, fuera como fuera debía conseguir sacarla de allí, miro el reloj en su mano izquierda, ya eran las doce de la noche.
Bienvenido señor Rutterford, ya está lista su mesa, pase por aquí por favor - lo recibió una mujer, encargada de atender a los clientes.
Al entrar en el salón reservado para la subasta en el cual estaban reunidos las peores calañas podridas que la ciudad podía tener, Frederick vislumbro a alguien sentado en la mesa que estaba ubicada frente a la tarima.
- Quiero sentarme en esa mesa - le dice a la mujer, señalando la mesa donde el hombre se encontraba sentado.
- Pero señor Rutterford ya esa mesa se encuentra ocupada - la mujer se puso nerviosa.
- ¿Que no oíste lo que te pedí? - le demanda con voz fuerte.
- Sí, sí señor, pero en este momento la mesa se encuentra ocupada por.
- Señor Rutterford - llegó el gerente del club - me parece excelente que allá tomado la decisión de venir está noche, pensé no lo haría, ya que ha sido renuente a todas las veces que se le ha invitado.
- Está noche tienen un artículo que me llamo la atención - le dice con voz sería y mirada firme.
- Excelente, excelente - sonríe de forma maliciosa - ahora dígame en qué más puedo ayudarlo - hace un ademán con la mano.
- Quiero sentarme en esa mesa- señala nuevamente hacia la mesa donde el hombre está sentado.
- Lo lamento señor - el hombre se pone nervioso - esa mesa está ocupada por otro comensal, pero si usted lo desea, mandaré a preparar otro justo al lado.
- No me entendiste, me sentaré en esa mesa - camina hacia donde se encuentra la mesa reservada por el hombre.
- Señor, señor Rutterford - el hombre comenzó a seguirlo. Frederick llegó hasta la mesa y planto su presencia frente al hombre que estaba sentado.
- Oye, quita de en medio - dijo el hombre con tono molesto y altanero - Que no me escuchaste - sube la cabeza para ver a quien estaba a punto de mandar a sacar - Se, señor Rutterford - su rostro se tornó de un blanco total -Disculpe señor, no tenía idea de que se trataba de usted. - Frederick no le dirigió palabra alguna.
-Disculpe señor, si lo desea podemos ubicar una mesa aquí al lado - Frederick solo le dirigió una mirada muerte al gerente, el hombre instintivamente notó el peligro.
-Tranquilo, no tengo problema alguno en ceder mi asiento al señor Rutterford - el hombre se levanta de la silla. - tiene otra mesa que pueda ofrecer para mí? - le pregunta al Gerente sin quitar su vista de Frederick, como si temiese dejar de ver a un gran y amenazante animal salvaje que está esperando un solo movimiento para matarlo.
Si, si por favor, pase por acá - el gerente atónito por la escena que había sucedido solo dio media vuelta y comenzó caminar hacia la mesa antes reservada para Frederick.
Bien, Señor Rutterford, espero que tenga buena noche y que logré tener una excelente compra - (No me compares contigo asqueroso alimaña) dijo Frederick para sus adentro mientras veía al hombre alejarse detrás del Gerente.
El hombre al cual Frederick acababa de quitar el asiento y humillar de forma pública se llamaba Grigori Novikov, quien en ese momento ocupaba el cargo de alcalde de la ciudad, una simple rata asquerosa que ayudaba con esos tipos de negocios tapando todas las evidencias de las desapariciones las cuales en su mayoría son de niños que secuestran para asesinarlos y sacarles los órganos y venderlos.
Frederick sabía tales cosas debido a que en algún momento antes de ascender a lo que es hoy en día él fue uno de esos niños secuestrados, para su suerte él tenía una familia con la suficiente cantidad de dinero como para que lo pudieran entregar en una sola pieza a sus padres quienes seguían vivos en aquel entonces. Luego de ascender Frederick averiguo quienes fueron sus secuestradores (los mato) para quien trabajaban (elimino a su jefe ) y las personas que estuvieron incriminadas, excepto a esa alimaña, debido a que el parásito que está esperando que la alimaña muera para el apoderarse de su cargo, es diez veces pero de asqueroso. Debido a eso Frederick le perdonó momentáneamente la vida controlando para no dispararle el día que lo tuvo cara a cara con tan solo un centímetro de distancia entre la cabeza de Grigori y la pistola de Frederick.
Procura que no vea tu asquerosa cara, no sé si pueda controlarme la próxima vez - recordó el momento y las palabras que utilizo.
En ese momento todas las luces del lugar de apagaron y se encendieron en un segundo las luces del escenario dejando ver a un hombre de traje negro parado sobre él.
Bienvenidos damas y caballeros, gracias por haber asistido está noche a nuestra subasta exclusiva, les prometo que las piezas de esta noche les encantarán - dijo el hombre mientras se movía y realizaba gestos con sus brazos. - Sin más preámbulos comencemos - se va hacia un escritorio alto de poca anchura y empieza a presentar las piezas (las personas secuestradas ) que serían subastadas esa noche. - Nuestro primer artículo se trata de una mujer caucásica de unos treinta años, cabello castaño natural, un rostro hermoso y buena tonalidad corporal, comencemos la puja por unos cien mil dólares - los interesados comienzan a levantar sus paletas con su número de apartado en ellas, mientras la mujer se encontraba de pie frente a ellos, totalmente desnuda, encadenada y a juzgar por su calma al ser vendida, también estaba drogada.
Frederick tuvo que tolerar toda la subasta de personas hasta que sacarán a quien el estaba buscando, incluso subastaron a una pareja de niños gemelos de unos tres años de edad, hasta que por fin.
Bien señoras y señores ya hemos llegado al final de esta subasta, hemos guardado lo mejor para el final - Sacan cargada a una hermosa mujer y la dejan en el suelo, está quien estaba totalmente débil y drogada no pudo ni siquiera levantarse, por lo cual uno de los hombres la sentó en el piso. - esta última pieza es una bellísima mujer de cabello rojo, ojos verdes, una piel blanca y tersa con labios rojos y carnosos - Dice el hombre señalando a la chica desnuda tendida frente a ellos - Aún hay más, está mujer es completamente virgen por ambos lados- le hace señas al hombre que tiene sostenida a la mujer y este le abre bien las piernas para que pudieran apreciar su pureza. - Bien, comencemos la subasta con unos quinientos mil.
Diez millones - Dijo Frederick, antes de que le diera tiempo a otro de levantar su paleta. - En efectivo.
Su cuerpo no reaccionaba de la manera en que ella quería, se sentía caliente, su respiración era pesada y agitada, no podía ver de forma correcta, todo era confuso, se podían afirmar voces, pero no su oído estaba aturdido y no lograba escuchar más que palabras sin sentido. Una luz la envolvió, el ruido se hizo más notable, trato de identificar donde se encontraba, pero todo daba vueltas, y su vista se encontraba afectada, no lograba enfocar las imágenes, de pronto sintió que lanzaban algo sobre ella, luego comenzó a oler un aroma embriagador que la cubrió haciéndola sentir protegida, se relajó y luego cayó desvanecida.
Desde el día que había salido de casa, Frederick comenzó a enfrentar un mundo más grande de lo que él esperaba encontrar, pasando por situaciones de riesgo y extremo peligró, entendiendo lo perverso que era la sociedad y que debía hacer lo que sea para poder sobrevivir allí. Cuatro años ya habían pasado desde que huyo y no se arrepintió ni por un segundo, no quería estar en un sitio donde debía estar bajo el mando y régimen de su hermano, el orgullo y la soberbia lo cegaron, manteniéndolo en un estado de total embriaguez por el poder, de esa forma se mantuvo durante todo ese tiempo, a sus quince años ya había hecho un sin fin de trabajos, cosas poco aceptadas para la ciudadanía, luego de eso fue acogido por uno de los mafiosos más imponentes en la industria para aquel entonces, de esa forma comenzó a realizar los encargos que el hombre le pedía, desde cuidar mercancía, desaparecer cuerpos y matar a quien se le encargará. De esa manera fue escalando en esa industria hasta llegar a ser la mano derecha del hombre, respetado por todos los subordinados como el segundo al mando. No le importaba el mundo, la sociedad o los seres humanos, además de sus hermanos, no sentía empatía hacia nada, nunca le dolió apretar el gatillo viendo a los ojos a quien debía matar, no le importaba quien era, no quería saber si tenía personas que llorarán si moría, o si dependían de esa persona, siempre fueron simples objetivos que cazar y eliminar. Ahora a la edad de Diecinueve años se encontraba herido con un hoyo en su hombro derecho, resultado de una pelea con los rivales, al ser acorralado tuvo que enfrentarse a ellos él solo, matando a tres de los cinco hombres, pero no estaba preparado para tal situación, su arma se trancó impidiendo dispararle al los dos faltantes, dándole la ventaja al enemigo, permitiendo que le dispararán, logro esquivar el disparo hacia sus puntos vitales, pero la bala entró directo en su hombro abriendo un agujero en él, sin más remedio corrió por los callejones hasta lograr perder a los dos hombres, encontró una pequeña casa, parecía abandonada, allí sé esconderá hasta estar seguro, Rompió una de las ventanas y entró, el lugar estaba oscuro a pesar de que era un poco más de medio día, comenzó a buscar algo con que parar la sangre y consiguió unos cojines, los rompió y con el relleno logró cubrir la herida pasando la hemorragia. Debido al cansancio y la pérdida de sangre comenzó a sentirse mareado y luego se desmayó.
Al despertar consiguió una manta cubriendo su cuerpo, a su lado un vaso con agua y pan, rápidamente busco su arma, aunque no podía disparar aún podía defenderse con ella, vio por todo el lugar, pero no había más que muebles viejos y polvo, debía levantarse y revisar el lugar, pero la adrenalina ya había pasado de su cuerpo, ahora la herida en su hombro le causaba mucho más dolor que unas horas antes, impidiendo que tuviera movilidad para registrar, la puerta de habitación se cierra y escucha pasos en el pasillo, cada vez más cerca de él, lo primero que noto fue a una pequeña persona caminar hacia su dirección, luego se percató que se trataba de una niña de al menos diez años de edad.
- Hola, ya despertó- le dice la pequeña niña sonriendo- pensé que estaba muerto, luego vi su panza subir y bajar.
- ¿Quién eres y qué haces en este lugar, se supone que esta casa está abandonada? - él sabía que esa casa debía estar deshabitada, era parte del territorio de su jefe, sería usada como un nuevo local de trabajo para crear estupefacientes.
- Yo soy Elizabeth y usted ¿cómo se llama? - le pregunta la niña acercándose a él.
- Eso a ti que podría importarte niña - ¿qué hacía esa mocosa allí y como logro entrar? - además, este no es lugar para qué estés jugando y ¿ qué tus padres no te enseñaron a no hablar con extraños? - niña tonta, cualquiera podría aprovecharse de su estupidez.
- y a usted no le enseñaron a decir "gracias por la ayuda" - le responde la niña en tono molesto- además usted es el intruso aquí.
- Se supone que esta casa está abandonada ¿qué haces aquí? - le pregunta, no quería caer en discusión con ninguna mocosa.
- Esta es mi casa - le responde la niña encogiendo sus hombros - o al menos eso era hasta que nos desalojaron.
- Sí los desalojaron ¿qué haces aquí? - no le dio importancia al problema de la niña, quería saber quien la dejó entrar - ¿ cómo entraste?
- Aún conservo la llave - le dice - vine desde mi escuela, olvide mis libros y los estaba buscando cuando escuche un fuerte ruido - le comienza a explicar- me asome y vi la ventana rota, me mantuve callada y escondida hasta que lo vi caer en el suelo.
- Debiste irte en cuanto me desmaye, ¿no sabes que los desconocidos pueden ser peligrosos?- le molestaba lo ingenua que era.
- Pero usted estaba herido y no quería que muriera, así que me quedé a ayudarlo - le sonríe.
- Eres demasiado confiada, te voy a decir esto porque e ayudaste - le dice en tono serio- yo soy peligroso y puedo hacerte cosas muy malas, así que es mejor que re vayas en este instante y no regreses.
- Está bien, me iré- toma su bolso y sale del lugar.
- Niña tonta - toma el vaso con agua y lo bebe, luego de eso vuelve a quedarse dormido hasta el día siguiente. Al despertar noto un pañuelo en su frente, se lo quita y se sienta.
- Al fin despierta, pensé que la fiebre no bajaría- nuevamente la niña estaba allí parada frente a él con un gran tarro de agua fría.
- Pensé que había dejado claro, que no volvieras - le dice en tono adolorido.
- Tenía mucha fiebre- le dice- debería cuidar mejor de usted mismo.
- Aún no puedo salir de aquí para poder atender mi herida - le dice a la niña
-¿Por qué?
- Hay unos idiotas buscándome, seguro están rondando - le explica- me quedaré al menos tres días, a menos que tengas un teléfono - le muestra un teléfono roto- el mio se daño, así que por favor no vuelvas aquí.
- Ya tengo que irme - le dice la niña sin hacer más preguntas o decir nada más.
- No regreses aquí- le dice serio - ¿Entendiste?
- Le dejé comida y ropa en la cocina - sin hacer caso a sus palabras la niña se marchó.
- Demonios con esta niña - sentía preocupación por la seguridad de la pequeña, algo que no había sentido en años. Se levantó y camino hasta el baño, por suerte los servicios de agua y luz estaban activos, se lavó y cambió su ropa, luego comió y trató de reparar su arma, al cabo de unas horas la fiebre volvió debilitando su cuerpo, haciéndolo caer dormido en el mueble.
-Ñor…- comenzó a escuchar muy a lo lejos - Señor... - la voz se hacía más clara - Señor despierte - hasta que se escuchó con claridad y despertó de un solo salto.
- ¿Qué sucede? - dice alterado buscando al enemigo, pero, en cambio, solo consiguió el rostro de la niña asustada por su actitud - ¡eres tú!- dice respirando profundo - Te dije que no volvieras, eres demasiado terca, ¿Quieres morir?
- No, pero quería ayudarlo así que- le muestra un teléfono celular.
- ¿De dónde lo sacaste? - le pregunta tomándolo.
- Es de mi madre, a veces me lo deja para casos de emergencia - le responde mientras el hombre prueba si tiene señal y funciona.
- Muchas gracias Elizabeth- le dijo una vez sus hombres llegaron por él luego de llamarlos.
Su cuerpo se sentía inquieto y caliente, su boca seca y su respiración agitada, al abrir los ojos con dificultad vio un techo desconocido, se sentó de inmediato, estaba en una habitación que jamás había visto, sobre una cama sumamente suave y amplia.
- Al fin despiertas Elizabeth- le dice un hombre alto de rostro varonil, sentado a su lado en un pequeño sofá - Me alegro que estés bien - el hombre le sonríe.
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