Antes de existir la tierra, los humanos, las plantas y los animales.
Existía un ser tan grande como el universo mismo que vivía solitario entre la oscuridad que en ese entonces llenaba el cielo.
Dios es su nombre, y es la manera en que los humanos lo alaban y llenan de ofrendas como agradecimiento por su creación.
Nadie niega su existencia ni su poder infinito, pero muchas personas creen que hay más de un Dios, por eso los alaban y creen en ellos hasta su muerte.
Pero aquello no era mentira.
Dios creó el mundo en siete días, en donde en su penúltimo día creó al ser más perfecto y hermoso que jamás podría imaginar. El hombre. De la costilla del hombre nació su compañera y amiga de vida, la mujer.
Dios estaba satisfecho.
Y lo estuvo durante tanto tiempo que no creyó necesario crear algo mas, pues el humano era un ser tan inteligente que era capaz de crear todo lo que propusiera.
Pero, muchos miles de años después la oscuridad empezó a acechar su creación y empezó a cubrir la tierra. En donde los cultivos secaron, el agua evaporó y el hombre murió.
Contado fue el hombre que sobrevivió a tal desastre.
Dios desde Judethet palideció, los demonios del infierno estiraban sus garras desde las fracturas de la tierra y arrastraban consigo maldiciones y epidemias. Trayendo consigo la destruccion del mismo hombre.
En donde cegado por la envidia, codicia e ira desató las guerras, más almas llegaron a Judethet y fueron enviadas a descansar.
Dios estaba extasiado.
Cuando la guerra terminó y La Paz fue nombrada. Dios regaló a sus hijos el poder de los espíritus.
Seis seres nacidos gracias al maravilloso poder de Dios.
Un ser tan brillante como el mismo sol.
Un ser tan vital como la misma agua.
Un ser tan puro como las mismas platas.
Un ser tan necesario como lo es la tierra.
Un ser tan maravilloso como lo es el viento.
Y un ser que fuera capaz de proteger toda su creación. Una parte de su corazón.
Dios estuvo satisfecho y escuchó de sus hijos la belleza de su creación y sus constantes oraciones.
Pero aquello no duró. Porque el diablo volvió a atacar y su creación se vio afectada. Si otra guerra era desatada los espíritus mandados por el mismo serían capaces de cuidar de ellos.
Pero contrario a lo que él creía, el humano atacó su creación y su mayor fuente de amor. ¿Por qué?
Porque el humano temía a lo desconocido. Y si no era capaz de dominarlo.
Lo destruía.
Los espíritus defendieron y cuidaron. Pero los humanos atacaron y lastimaron. Cuatro de sus seis espíritus desaparecieron, y dos perseveraron hasta el final.
Pero aún así fueron condenados y lastimados. Incapaz de ver más de su creación fallecer, Dios trajo consigo a sus espíritus a Judethet, él podría cuidar de ellos.
Pero aún así, estaba decepcionado de su creació. El los había creado con amor y pureza y en ese momento del mundo ellos habían sido corrompidos y rotos. Su creación ya no era suya.
Temió de su propia creación, pero incluso así los amaba.
Sus creaciones desde Judethet observaban a las personas que trataron con ellos. Una pequeña había nacido desde un trato.
El trato con un espíritu bien podría ser una bendición o una condena.
Pero según veía, su creación en la tierra lo tomarían como condena.
Esperaba desde su corazón, que el pequeño ser que cargaba con su bendición supiera aprovecharla.
Porque ese ser poseía lo que otros no.
Porque ese ser estaba condenado.
Porque ese ser se vería afectado.
Y esperaba que ese ser escapara de los horribles hilos que la mantenían atada.
Y desde Judethet, yo te esperaré pacientemente.
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Atte: Amelie Ross.
...Inspirado en The Last Time de Taylor Swift. Porque toda persona necesita soltar y avanzar, por más difícil y tedioso que sea. Dedicado a todas aquellas personas fuertes y decididas, con voluntad de hierro y alma ardiente, eres capaz de muchas cosas, no necesitas que alguien te lo diga. Te amo lo suficiente para que seas capaz de ello....
Nada…
No había nada bajo sus pies o algún objeto al que aferrarse, todo se sentía solitario y extremadamente frío, por algún motivo del destino todo a su alrededor era confuso y no tenía sentido. La Paz era tan llamativa que se tentó a cerrar los ojos y aferrase a los brazos de morfeo pero un rastro ardiente de presión se sintió en la garganta y tuvo que volver a la realidad.
Sus ojos parecían abrirse por primera vez, pero conocer perfectamente el entorno, el frío se empapó en su vestido y sintió que la profundidad del lugar la arrastraba sin piedad, la presión en su garganta se sintieron como agujas afiladas y sus pulmones ardían en llamas ¿Dónde estaba?
Cuando sus ojos se acoplaron al entorno, no había nada, absolutamente nada que pudiese identificar, solo una profunda oscuridad y un lugar sin fondo, sin contar con la presión que sentía alrededor del pecho que solo aumentaba con el peso del vestido arrastrándola hasta el fondo.
Sus brazos se elevaron y trataron de agarrar aquello que no estaba en su campo de visión, era imposible, no había nada.
La frustración parecía envolverla, pero era extraño, ella no conocía tal sentimiento, tal vez era un sueño extraño que parecía contener sus miedos más grandes, ante tal situación solo debía rendirse, y era lo que su cuerpo parecíais estar haciéndo, ya no había fuerza suficiente para luchar contra la nada.
Tal vez, solo tal vez no era su hora, y unos brazos la arrastraron tras esa inmensa nada, sintiendo la veracidad de aquello que parecía agua chocar contra su pecho y llenar aún más sus pulmones.
Cuando dejó de sentir la presión, pudo respirar libremente, su afán por tomar aire o la manera desesperada en que sus pulmones trataban de expulsar el agua que contenían era insoportable, su pecho ardía, quemaba, la estaba matando, su cuerpo dolía y moría de frío, fue imposible no temblar ante la sensación del aire helado que impactaba contra su cuerpo, tal era su afán que no notaba los brazos que la rodeaban o los murmurábamos a su alrededor.
— ¡Carajo Anneliese responde! —
Ante tal llamado particular, sus ojos se posaron en la persona que la sostenía en sus brazos, ¿Quién era? Sin importar el nivel de su descaro, sus ojos detallaron los rubíes brillantes que reflejaban la poca luz que atravesaba las nubes y chocaban con sus gemas, el cabello negro se pegaba a su frente y las gotas resbalaban por su rostro, la expresión de preocupación era notable le para todos aquellos que observaban la situación.
— Mierda — Habló el hombre, presionándola más duramente contra sus brazos — ¿Cómo pudiste caer tan estúpidamente en el lago? — La frustración se apoderó de su rostro y gruñó en respuestasta.
— ¿Eh caído a un lago?— Preguntó una voz dulce y femenina que para ella misma era desconocida sin ser capaz de despegar sus ojos de los del hombre.
— ¿Qué?, Carajo, Llamen al médico real — Habló el hombre a todos los demás uniformados que lo rodeaban, — ¿No sabes qué acaba de pasar? — Preguntó frustrado, desde que observaba la escena desde lejos parecía irritado, ahora sentía su pecho comprimido y tembloroso ante la duda de la mujer entre sus brazos.
Los ojos dudosos de la mujer lo observaron fijamente, tratando de entender que estaba pasando y el porqué sus pupilas se veían tan temblorosos, su cuerpo temblaba de frío y su vestido estaba pegado a su cuerpo, su cabello rojo como el fuego se pegaba a su rostro pequeño y sus ojos se apretaban ante la sensación de nerviosismo que envolvía el ambiente.
— Maldita sea, ¡Anneliese Ross Responde! — Gritó el azabache, apretando fuertemente su cuerpo entre sus brazos, sintiendo el frío que expulsaba su cuerpo y el temblor imparable de sus labios morados, su piel pálida parecía desvanecerse más — Dime, ¿Sabes quién soy?— rugió con dolor entre sus palabras.
Tenía el presentimiento de que en algún momento de su vida la mujer entre sus brazos iba a desvanecerse y desaparecer, dejándolo con la infinita soledad que siempre lo llevaba de la mano y con el profundo dolor que permanecía sepultado en su corazón.
—T\~tu —Trató de hablar — No sé quién eres — sus manos temblaban y se aferraban a sus hombros, tratando de pegar sus cuerpos entre sí, el frío la estaba matando, — P\~pero, p\~por favor, no me sueltes —
— ¿Qué? —
— ¡Señor!, ¡El médico real está aquí! — Habló un hombre, mientras un hombre viejo y canoso se acercaba lo más rápido que podía, seguída de la mucama de la señorita.
— ¡Oh señorita! — Habló, arrastrándola de los brazos cálidos hasta la cantidad exorbitante de trapos para secarse y una manta que rodeó sus hombros — Dijo que tenía frío pero, ¿Cómo pudo caer al lago helado? —
— Quítate, estorbas — El azabache quito a la mujer que invadía el espacio personal de Anneliese , aquella mucama que la había abandonado a mitad de la reunión del té.
Recordando las únicas palabras que habian intercambiado ese día, tomó a la mujer envuelta en la manta entre sus brazos y la llevó hasta el médico real, la muñeca que cargaba en sus brazos no hacía movimiento alguno, solo se dejaba guiar.
— Déjame ver, tus manos señorita — suavemente te, sus delicadas manos fueron rodeada de una luz florecente que brillaba como el sol que ahora se ocultaba, era cálida. — Algo no anda bien —
— ¿A qué se refiere? —
Sorprendentemente, la luz florecente parecía quemar todas sus entrañas, aquella magia que utilizaba el hombre estaba paralizando su cuerpo y causándo estragosos en su interior, un grito desgarrador se escapó de sus labios y sus manos se apartaron, sintiendo aquella desgarradora sensación romper en mil pedazos cada parte de ella.
Aferrándose fuertemente a la persona que la estaba sosteniendo, lloró desgarradoramente ante las secuelas de esa magia que parecía lastimarla.
— ¿Qué está pasando? — Preguntó al hombre canoso sintiendo el fuertee agarre de la mujer contra su cuello y escuchando los desgarradores sollozos que salían de sus labios — ¡Maldita sea!, escucha bien maldito anciano, si a mi mujer le llega a suceder algo por su puto poder mágico lo mataré —
— Lo lamento su majestad — Tembló — La señorita parece haber despertado su núcleo de mana en un intento desesperado por sobrevivir. Ahora no parece recordar nada, puede ser temporal —
— ¿Qué quieres decir con esa basura? —
— La señorita no posee pizca de magia, pero si lo poseía ah sido revocado al caer al lago — Explicó ante la filosa mirada del hombre — Su intento desesperado por sobrevivir la hizo usar su núcleo señor, las consecuencia son la pérdida de memoria, puede ser temporal o permanente no estoy seguro, si no hubiese sido ese el caso, la señorita debería estar muerta —
— ¿Q\~que?, mierda debes estar hablando enserio o juro que tu cabeza será el regalo de mi próximo cumpleaños—
— P\~ude confirmarlo debido a su reacción a la magia, puede ser sagrada, pero una persona que acaba de usar su núcleo no es capaz de tolerarla —
— Mierda — Su mano será pasó por los cabellos azabaches que se pegaban a su frente, la mujer había parado de llorar.
— Lo mejor es que descanse y se abrigue bien, su cuerpo está expuesto a la magia del entorno, puede empeorar su situación, a tal punto de causarle la muerte —
— Carajo — Un susurro salió de su boca, — Sígueme maldita sea — La mucama de susurro señorita lo siguió a pasos apresurados, observando el revuelo a su alrededor.
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El fuego de la chimenea se envidia pacíficamente a sus ojos, cuando él realmente la madera que lo alimentaba se incendiaba de una manera ruda y exagerada, las cenizas se iban a dar a sus pies desnudos que tomaban calor del fuego.
La bata blanca delgada que cubría su cuerpo estaba completamente seca a comparación de vestido azul oscuro que la había arrastrado a las profundidades del lugar, sin cotar la cantidad de mantas que la cubrían hasta su cabeza y del anteriormente baño de agua caliente que había tomado, su cabello mojado estaba siendo frotado suavemente con una toalla.
— Aún no entiendo el cómo se cayó al lago señorita — Regaño la mucama — Solo la dejé un segundo y ya está causando problemas, el conde se enfadará con usted y que tenga piedad de mi alma —
— ¿Quien era el hombre que me trajo hasta aquí? —
— Será mejor que no lo nombre”- Respondió la mujer, — Ese hombre es el bastardo de la familia imperial —
— ¿A qué te refieres con bastardo? — Preguntó nuevamente la muchacha, sintiendo confusión de tal comportamiento de la mucama.
— Ah Señorita — Sacudió su cabello — El príncipe Zack Redmin es el hijo de una infidelidad del emperador a la emperatriz, pero gracias a su habilidad innata en la magia subió su rango a mago imperial, no hable de él tan a la ligera — Tosió suavemente — Es el más apto para ser emperador, pero la aristocracia no acepta a un hombre de sangre mestiza como cabecilla del reino, lo más probable es que el hijo de la emperatriz sea el heredero al trono —
— Hablas tan descaradamente del hijo del emperador en su propia casa ¿No te enseñaron modales maldita zorra? — La voz masculina irrumpió en el cuarto e hizo temblar el cuerpo de la doncella.
La persona que ahora estaba en su mismo espacio la observaba con los ojos inyectados en sangre, y sin siquiera apartar los ojos de él, se escabulló con una rata y la sostuvo de su cuello.
Sintiendo como sus huesos crujían y su carne era aplastada, el aire dejó de entrar en sus pulmones y su nariz ardía como el mismísimo infierno, todo se volvía borroso y ya no diferenciaba lo que estaba pasando, solo sentía la necesidad de respirar pero el impedimento de no poder hacerlo.
— E\~espera, ¿Qué estás haciendo?, ¡detente! — Anneliese trató de alejar el brazo que aprisionaba el cuello de su doncella, quizás no la conocía lo suficiente, pero no quería ver una escena desagradable que perturbara sus sueños.
— ¿Crees que voy a dejar que alguien de sangre sucia me insulte? — Sonrió perversamente viendo el esfuerzo que empeñaba la mujer por quitar su brazo.
— ¡Lo entiendo y me disculpo por su arrebato! — Gritó, — ¡Puedes castigarnos pero por favor no la mates! —
‘Plot’
El cuerpo de la mujer cayó al suelo en un sonido seco, su cuello estaba magullado y tenía una clase de color morado cubriendo gran cantidad de su carne, Anneliesese tragó saliva al observar se tal brutalidad con la que aquel hombre había atacado a su doncella.
La mujer tosió e hilos de saliva se escaparon de su boca, respirar le dolió y sentía que tenía algunos huesos rotos, a tal punto de su vida no pensó que moriría de una manera tan brutal, pero gracias a su señorita que había abandonado anteriormente, estaba viva y podía seguir respirando tranquila.
— Un hijo de la casa imperial es un príncipe del imperio, no importa de qué vientre venga, importa a quien se parezca —
— Lo siento tanto, y\~yo no esperaba que apareciera de repente, solo quería saber quién eras para poder darte las gracias — Habló nerviosamente Anneliese, tratando de alivianar la situación mientras permanecía de rodillas tratando de ayudar a la mujer a su lado.
— Si quieres saber sobre mi eres bienvenida a tener una conversación conmigo, no dejes que ratas pongan mi nombre en su asquerosa boca — Zack se agachó hasta estar a la alturatura de la mujer menor.
Observando los ojos verdes que lo miraban con de una manera filosa y amenazante, su labio estaba siendo presionado fuertemente por sus dientes y sus cejas estaba ligeramente arqueadas.
Estaba enojada.
Una pequeña risa burlona se escapo de sus labios, observando la linda expresión en su rostro. En todo el tiempo que llevaba conociendo a esa mujer, nunca a había puesto una expresión distinta a su característico rostro serio.
Era tan divertido.
— Eres bienvenida a hablar conmigo cuando plazcas Señorita, pero — Se acercó suavemente a su oreja causándo un pequeño roce con sus labios, — Procura no traer mierdecillas porque me haré cargo de ellas — Se alejó.
Parecía querer salir de la habitación, Anneliese suspiró, su anterior acción la había dejado desconcertada ¿cómo ese tipo podía comportarse de una manera tan desagradable?
— Procuraré informárle al Conde de su situación, descanse esta noche, señorita — Sonrió maliciosamente antes de cerrar la puerta ya y dejar a aquella mujeres solas.
Ese tipo era un completo loco y estaba completamente asustada de él.
Algo no estaba bien.
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*Atte: **Amelie Ross…*
Sus uñas quebradas eran mordidas por sus dientes, Elizabeth ClannFord estaba furiosa, no entendía cómo la situación se había vuelto tan descomunal y peligrosa, o como se había escapado de sus manos.
Su rabia parecía ser canalizada en sus manos y sus pies se movían como locos por toda la habitació, estaba furiosa, más que eso, no entendía como la situación pudo cambiar de manera tan drástica a favor de la zorra pelirroja.
Anneliese Ross había caído al lago helado y había sido rescatada por el príncipe Zack, quien había salido de la nada y no dudo ni un segundo en lanzarse a por esa perra.
Su cabeza dolía y no entendía cómo había terminado todo, el porqué en todo el tiempo que duró bajo el agua no había muerto o el cómo el príncipe había llegado a la escena de manera tan precipitada.
— ¡Maldita zorra! — Tiro de las costosas joyas de encima de su tocador y los carísimos perfumes que se rompieron al tocar el suelo, — ¡Muérete rápido maldita perra! — Su ira era desenfrenada y sentía el ardor en la boca de su estómago del enojo.
Su cabeza no paraba de reproducir la imágenes de Anneliese en los brazos de Zack, la manera en que la agarraba, la suavidad con la que la tocaba o la preocupación de sus ojos, todo eso era de ella y se lo estaba ofreciendo a otra moza.
No entendí el porqué un hombre como Zack estaría interesado en una mujer pobre y de bajo estrato, ella era una princesa y podría ofrecerle el trono de emperador al príncipe bastardo, pero él en cada uno de sus encuentros no hacía más que ignorarla o tratarla con desprecio, lo odiaba.
Lo detestaba, sentía repulsión al ver las miradas de asco que le dirigía el hombre de ojos rojos o el desprecio con el que la trataba, y todo por una mujerzuela arrastrada que le rogaba por un poco de atención, no entendía nada.
Elizabeth al verse arrastrada ante el desprecio y repulsión, decidió mover sus cartas y algunos hilos para deshacerse de la mujer que se le había metido en la mente al príncipe.
Si, todo el mundo observaba la cercanía que tenían aquellos dos nobles y la conexión que los envolvía, para nadie sería sorpresa que aquella pareja de jóvenes terminara envuelta en un matrimonio y una relación amorosa.
Pero tampoco era sorpresa que Elizabeth ClannFord era la hija del Duque de ClannFord y prometida del príncipe bastardo, ella era la más indicada en ese imperio para estar con el mago real y el sucesor sin corona más habilidoso.
Le encantaba ser el centro de atención pero no precisamente por el desprecio descarado que sentía su prometido hacia ella, no era algo relevante el hecho de que aquel hombre despreció su compromiso y dijo en su cara que no se casaría con caras bonitas y manzanas podridas, era hipócrita de su parte.
No lo entendía en lo absoluto.
Durante sus primeros meses siendo su prometida, trató de acercarse sigilosamentete hacia el, haciendo pequeñas visitas al palacio, tomando té juntos, asistiendo a fiestas juntos o interesándose en su rutina como parte de su vida. Pero incluso así, el hombre en cada oportunidad que tenía la despreciaba y la dejaba sola para irse a brazos de otra mujer, sucesivamente el compromiso se rompió.
Zack Edir Redmin no estaba dispuesto a casarse con la honorable señorita Elizabeth ClannFord.
Y eso solo hacía caer su orgullo y bajarle el ego.
Después de romper su compromiso, incluso desde antes, Elizabeth había notado los ojos del príncipe puestos en la moza de cabello rojo, en todos los lugares en donde pudieran estar ambas presencias. El intento desesperado de él por acercársele y el arrebato de ella por alejarse de él.
Era tan irónico.
Aunque debía de admitir que le agradaba el rechazo que tenía la mujer hacia el, parecía tener cierto Karma, ya que quizás Anneliese lo trataba de la misma forma que él hacía con ella, era tan divertido.
Pero todo cambió cuando empezó a recibir su toque e incluso a devolverlo, aquellos sonrisa compartidas o los detalles a escondidas que siempre se distinguían, él se veía tan feliz al lado de ella, y no lo merecía.
Ella era quien se había esforzado por tener su carisma y amabilidad como para que una perra arrastrara lo tuviera solo ladrando.
Su rabia era inmensa, no entendía el porqué ni el cómo había sucedido aquello, Anneliese Ross era hija de un conde parte de la nobleza, ella no sería capaz de ofrecer algo a Zack y ni siquiera era parte de la aristocracia. Elizabeth era allí la mujer con más alto estatus del imperio después de la emperatriz.
Era ella quien debía estar en el interés de Zack, no esa otra mujer.
Anneliese Ross, la hija de la casa Ross era una estatua en el mundo social por la cual nadie se había interesado, ni siquiera su propio padre, nada en ella era relevante, sus conocimientos eran comunes y su apariencia era normal, a excepción de su cabello rojo como el fuego, que era el único tema de qué hablar en la sociedad sobre ella.
Era lastimoso, ya que la familia Ross poseía los característicos ojos verdes y el cabello rubio, y ella era pelirroja, una muestra de adulterio por parte de su madre, asqueroso.
Si Elizabeth se deshacía de la hija bastarda de un noble no sería relevante en la sociedad, le rezarían días seguidos y sería rumor por algunos meses y todo estaría hecho.
Sería sencillo realmente, Anneliese Ross nunca opinaba ni se inmutaba, era una muñeca sin expresión ni palabras, era horrenda. Un blanco fácil de matar.
Organizó personalmente una visita al palacio con permiso de la emperatriz, una fiesta de té para todo tipo de clase sin contar los plebeyos, aquella mujer parecía una muñeca y su angelical apariencia le causaba náuseas. Debía seguir escondida, no soportaba el hecho de que aquella chica le robara el protagonismo.
En un pequeño barco a mitad del inmenso lago de la ciudad imperial, tomaban té en medio del invierno, el lago congelado era una de las vistas más hermosas que poseía ese lugar, sin contar los hermosos sauces cubiertos de nieve que tocaban suavemente el agua helada del lago.
Por soborno de Elizabeth, la doncella de Anneliese no había subido al bote junto a su señora, excusándose que necesitaba traer algo para ella.
— ¿No es hermoso el clima del día de hoy? — Le preguntó Elizabeth a Anneliese que observaba la imagen que ofrecía el atardecer a sus ojos.
— Es hermoso — Contestó sin observar los ojos de la princesa.
— Es grosero responder sin honestidad Lady —
— ¿Por qué lo sería? — Los ojos verdes característicos de la casa Ross se centraron en los azules de la platina.
— Me molestan las faltas de respeto señorita, y más de personas sin estrato — Respondió burlona. Llamando la atención de las demás señoritas en el lugar.
— Lamento la sinceridad princesa, no todos los atardeceres son iguales a este.
— ¿Qué estás tratando de decir — Suspiro con fastidio — Escucha — Susurro aún más cerca de ella — Aléjate del príncipe Zack, es mío — Advirtió.
— Oh, ¿Es tuyo?, tenía entendido que Zack la había rechazado princesa — Sonrió burlona la pelirroja.
— ¡Oh que insolente!, escucha atentamente, él está comprometido conmigo, y será futuramente mi esposo y un aristócrata del imperio, no te ilusiones, los momentos pasan rápidamente, no te quedes en ellos — Sonrió.
— ¿Qué pasa si no es el caso? — Preguntó devuelta — No creo ser yo su momento princesa —
Los dientes se le apretaron al observar la insolencia en sus ojos, y en un arrebato desesperado su mano golpeó su mejilla inesperadamente, el rostro de la pelirroja se giró bruscamente y una nueva bofetada coloreó su otra mejilla.
— ¡Maldita perra! — Volveo a golpearla, sintiendo como los pasos de la mujer iban retrocediendo, tratando de alejarse de la mujer desquiciada, — ¡Disculpate maldita perra arrastra\~Ah! — Inesperadamente, al tomar de sus ropas y empujarla bruscamente, el cuerpo de la mujer había tropezado contra el barandal y caído del barco al agua helada del lago. El chapoteo causó alboroto, y su cuerpo paralizado conservó los brazos estirados al haber empujado a aquella dama.
— ¡Dios mío! ¿Dónde están los guardias?, ¡La señorita Ross se está ahogando! —
— Princesa, ¡¿Que acaba de hacer?! —
Observando las burbujas que surgían del agua, Elizabeth se quedó helada observando la escena, pero una sonrisa diabólica se dibujó en sus labios, se había deshecho con justa razón de esa perra.
— ¡Oh Dios!, ¿Qué acaba de pasar? — Susurró tirandose al piso y fingiendo temor, — La señorita Ross me faltó el respeto, dijo que, q\~que mi padre era un hombre testarudo y solo quería el imperio a su poderío, N\~no lo entiendo, dijo que soy la hija bastarda de mi padre y que mi madre cometió a\~adulterio — Sollozo.
— Oh, mi, que mujer tan descarada — Habló la Marquesaa de Rodwen, observando con desagrado tal escena.
— No presté atención a esa mujer princesa, usted es la única mujer noble de este imperio — Respondió la Hija del barón Frendch.
Había logrado su cometido, la atención a esa mujer había sido olvidada y ahora ella era el centro de atención nuevamente, serían minutos hasta que ella muriera, pero inesperadamente, una silueta oscura se había sumergido en el lago y causado revuelto nuevamente en las mujeres en el bote, mayormente en quienes aún tenían la mirada fija en la mujer dentro del agua.
Seguidamente del alborotó, una figura masculina que se había grabado en sus recuerdos se había aferrado a los bordes del bote con una mujer en su brazo izquierdo,
— ¡Oh su majestad! — Exclamaron.
Sus ojos atonitos se abrieron al observar a su prometido sostener a otra mujer en sus brazos, que seguidamente tosía y respiraba con dificultad.
Apartando la mirada de aquella escena, Elizabeth sintió como una mirada le arrollaba el cuerpo y rompía sus huesos, observándo los ojos siniestros rojos del príncipe que la observaban, su cuerpo comenzó a temblar ante el temor que parecía causar la mirada de ese hombre, ¿Qué estaba pasando?
— Acércate a la orilla —
— P\~pero Señor.. — Contestó el hombre que manejaba el bote.
— ¿Quieres morir acaso? — Preguntó siniestramente el hombre.
Siguiendo las instrucciones del hombre ahora empapado de agua, giró rápidamente el bote y lo acercó a la orilla,
— ¡Oh su majestad ¿Qué está haciendo? — Gritó una mujer.
— ¡Señor puede ser condenado por esto!
— ¡Por favor deténgase su majestad
Haciendo oídos sordos, Elizabeth no sabía que estaba sucediendo a su alrededor, sus ojos estaban fijos en las asesinas pupilas rojas que destellaban muerte con sus parpadeos, no podía respirar.
— Ac\~k A\~ah — Gimió de dolor la mujer, sintiendo su cuello magullado dolerle como el infierno y sintiendo la necesidad de respirar, — ¿Qu\~ Q\~que?
— Lo vi todo — respondió el hombre, apretando con las fuerza el cuello de la mujer en sus manos. — Se que hiciste, sé que intentaste matarla, lo sé todo ¿Qué vas a hacer ahora maldita zorra? — Apretó.
— Y\~yo — La consciencia de la mujer ya no estaba en ese lugar, la saliva caía por sus labios debido a su esfuerzo por respirar.
— Ah, Z\~Zack — Una dulce voz casi silenciosa hablo, y la persona que antes ahorcaba su cuello, la dejo caer bruscamente.
— ¡Oh señorita! — Corrió la marquesa a socorrer a la mujer, que a pesar de su dolor observaba la asquerosa escena frente a sus ojos, Anneliese no estaba consciente, pero incluso en ese estado se había arrastrado a los brazos del hombre.
Y él había ido a socorrerla, y sin esperar más había bajado del barco.
Con las vendas alrededor de su cuello magullado, la señorita del ducado seguía tirando cosas dentro de su habitación y gritando incoherencias, era irritante escuchar tales murmullos obstentosos y fuera de lugar.
— Esta bien, esta bien — Respiro, observándose en el espejo roto de su tocador, viendo los moretones que resaltaban en su tercia piel blanca, — El sigue siendo tuyo Elizabeth — Susurró a su reflejo.
Y así, la señorita antes poseída dejó su habitación y se propuso a bajar a cenar con su padre y hermano. Su apariencia había cambiado por completo y aquella rabia que escapaba por sus poros había desaparecido.
Ahora solo era una mujer educada y refinada de la aristocracia.
¿Por qué debería preocuparse por una chiquilla de la nobleza?
Ja, Irónico.
Ella era una moneda de oro y la otra una de caucho, no había comparación.
No la había.
Y nunca la habría.
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*Atte: **Amelie Ross*
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