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Tengo Una Cita Todos Los Miércoles Con Mi Ex

Capítulo I: Un llamado de atención parte 1

Lunes 27 de mayo de 2019……

Mi nombre es Bernardo García, mido 1,82 mts de estatura, cabello rubio y ojos azules, tengo 45 años, y a pesar de mi edad cuido mucho de mi físico y no se trata de ego sino a que provengo de una familia en la cual los hombres desarrollan problemas de salud a la mediana edad, y recientemente he tenido algunos síntomas, así que por insistencia de mi hijo fui a un especialista para verificar que todo está bien con mi cuerpo

-Bernardo, estoy muy preocupado con los resultados de tus exámenes – Dijo el doctor

Observo los resultados de mis exámenes médicos y no comprendo lo que significan, solamente noto que el doctor tiene una expresión de preocupación en su rostro, lo cual me causa un poco de temor

- Bernardo tienes hipertensión arterial – Me dice el doctor

Estoy atónito porque debido a mis antecedentes familiares siempre he llevado una dieta saludable, no tengo sobrepeso, voy al gimnasio un promedio de 5 días a la semana, no fumo y consumo alcohol de forma moderada, pero supongo que la genética no perdona y me está jugando una mala pasada

-Necesitas controlar tus niveles de estrés y llevar un ritmo de vida más saludable -Sugiere el doctor

Suelto una carcajada porque me parece muy irónico que el doctor me sugiera llevar un estilo de vida más saludable dado que soy amante del fitness y de las actividades al aire libre, el problema es que soy un hombre que trabaja un promedio de 14 horas al día de lunes a sábado

-Doctor, creo que eso va a estar un poco difícil dado que trabajo jornadas de más de 14 horas al día, seis días a la semana – Respondo con resignación

El doctor me observa con condescendencia y niega con la cabeza y sigue revisando mis exámenes y nuevamente frunce el ceño haciéndome sentir como un niño al cual están regañando por hacer mal su tarea

-La verdad es que necesitas hacer cambios en tu estilo de vida antes de que sea demasiado tarde, porque sus resultados son muy alarmantes para alguien de su edad y condición física – Dice el doctor finalmente

Salgo del consultorio del especialista y observo la cantidad de medicinas que a partir de ahora debo tomar para controlar mi problema de hipertensión, y, mi mente es un desastre porque me pregunto qué más puedo hacer para evitar el mismo trágico final que tuvo mi padre

-Supongo que debo reducir mi jornada laboral – Me digo a mí mismo

Decidí tomarme un par de días libres para aclarar mis pensamientos, observo el lugar en el cual vivo y aunque es pequeño es muy acogedor, aunque no lo consideraría como mi hogar, y me parece irónico que mis cosas fácilmente caben en unas pocas maletas, solo he invertido en algo durante estos años y son mis herramientas, reviso mis finanzas con atención debido a que sé que debo tomar una decisión en los próximos días y mientras me encuentro concentrado en esa actividad recibo una llamada de mi madre

-¿Estás muy ocupado en este momento? – Pregunta mi madre de forma muy casual

Veo el desorden de papeles que hay a mi alrededor y la verdad es que, si estoy muy ocupado, sin embargo, la conozco muy bien y sé que si no la escucho va a acosarme durante todo el día hasta que le preste atención

-Mamá siempre tengo tiempo para hablar contigo – Respondo con desgano

Estoy mintiendo, pero que le puedo hacer después de todo es mi deber como el hombre de la casa cuidar de mi madre, me siento un poco impaciente mientras la escucho preguntar un poco acerca de mi vida diaria, aunque es obvio que a ella no le importa porque apenas si me presta atención, lo más molesto es escucharla hablar acerca de mi hermana y mis sobrinos con tanta devoción y estoy a punto de perder la paciencia e interrumpirla cuando finalmente me dice el motivo de su llamada

-¿Bernardo puedes transferirme 1.000 $? – Pregunta mi madre con descaro

Estaba tomando un té sugerido por el doctor y casi escupo un sorbo de mi bebida cuando escucho su petición y me quedo sin palabras ante su desconsiderada pregunta dado que ya le envié los gastos del mes la semana pasada

-Mamá ya te envié los gastos del mes – Respondo con molestia

No entiendo por qué mi madre cree que voy a estar de acuerdo con transferirle más dinero, así que comienza a bombardearme con sus quejas, lo que no se da cuenta es que tengo un tip en mi párpado derecho, lo cual solo me ocurre cuando tengo mucha ira

-Bernardo, el dinero que transfieres no es suficiente y se supone que te fuiste al exterior para darnos una mejor vida – Dice mi madre con impertinencia

Desde hace 15 años vivo en Lansing Grand River una ciudad en el condado de Ingham, Michigan, Estados Unidos y trabajo para una ensambladora de autos muy conocida, es un trabajo duro, pero a la vez muy gratificante y lo mejor es que me permite ayudar con los gastos de manutención de mi madre, mi hermana y mis sobrinos y hasta su graduación en la universidad también los de mi hijo

-Todos los meses te transfiero 2.800 $ lo cual es más de lo que gana un pensionado en esta ciudad – Respondo conteniendo mi enojo

Escucho las protestas de mi madre y decido que no quiero continuar con esta conversación o de lo contrario mi tensión arterial se va a elevar a niveles alarmantes

-Estoy segura de que si te llama esa mujer no te negarías a transferirle dinero – Responde mi madre con desdén

Pongo los ojos en blanco y resoplo con ira porque odio cuando mi madre llama a mi exesposa Maripily aprovechada, debido a que ella es una mujer muy independiente, es una diseñadora de modas reconocida a nivel local y tiene su propio atelier de costura y durante estos años rara vez me contacta por temas de dinero y menos aún desde que nuestro hijo se graduó en la universidad

-No menciones a Maripily porque ella no tiene nada que ver con esto – Digo con enojo

-¡Claro que tiene que ver porque esa mujer se aprovecha de ti, ya están divorciados y tu hijo es un adulto, así que no tienes por qué darle dinero! – Protestó mi madre

No sé por qué mi madre tiene esa absurda idea de que apoyo económicamente a mi exesposa lo cual no tendría nada de malo si ese fuera el caso, porque es mi dinero y puedo hacer con él lo que me dé la gana, no obstante, el caso es que Maripily a diferencia de mi familia nunca me ha exigido nada que no sea lo que corresponde por ley y en cuanto a mi hijo siempre ha sido muy considerado conmigo y desde su graduación no me permite que le pague nada a excepción de recibir regalos de mi parte en sus cumpleaños y Navidades

-Lo siento mamá, pero no puedo transferirte más dinero este mes – Digo de forma enfática

La razón de tomar esta decisión de cortarle el flujo de caja a mi madre porque luego de revisar mis finanzas me doy cuenta de que durante los últimos meses cada vez le tengo que transferir más dinero, dejándome con lo mínimo para subsistir y debido a eso tengo que tomar más turnos y hacer horas extras

-¡Soy tu madre y es tu deber ayudarme! – Responde mi madre con enojo

Capítulo II: Un llamado de atención parte 2

Escucho las incesantes quejas de mi madre y cuando eso no me hace ceder comienzan sus sollozos y cada vez me siento más disgustado porque realmente soy un hijo muy filial, no obstante, ella no lo ve de esa manera y como siempre me insulta y me dice muchas palabras ofensivas haciéndome sentir como una mala persona

-Mamá, a partir de ahora vas a tener que ajustar tus gastos a lo que te transfiero mensualmente – Respondo contiendo mi mal humor

-¡Soy tan desgraciada! – Grita mi madre

-¡Ya basta mamá!- Grito de vuelta

-¿Por qué crie con tanto sacrificio a un hijo  para que luego resulte un malagradecido? – Pregunta mi madre con la voz entrecortada

-Mamá, estás siendo muy injusta conmigo – Respondo con decepción

Odio la manipulación emocional que ejerce mi madre, y sé que lo hace porque al final termino cediendo ante sus caprichos, pero resulta que sus demandas cada vez son mayores y debido a mi problema de salud me siento al borde del colapso, ya que necesito trabajar menos horas y tener una vida libre de estrés o voy a estirar la pata antes de los 50 años como le ocurrió a mi padre y comienzo a suponer que mi madre tiene mucha responsabilidad con su repentina muerte

-No soy tu único hijo – Respondo con sarcasmo

Provengo de una familia con valores tradicionales en la cual al ser el hijo mayor y el único varón tienes que convertirte en el hombre de la casa cuando no está el padre, y es por eso que tuve que hacerme cargo de mi familia compuesta por mi madre y mi hermana dos años menor desde que tenía 16 años, por desgracia mi hermana Abigaíl es la niña dorada y fue criada para ser sobreprotegida a costa de mi sacrificio

-¿A qué te refieres con eso? – Pregunta mi madre con enojo

Ya me imagino la expresión de enojo en el rostro de mi madre, porque Abigaíl es su persona favorita y siempre la ha cuidado como una frágil pieza de porcelana

-A que Abigaíl también tiene el deber de ayudarte – Respondo con impaciencia

-Sabes que ella no trabaja y además de que tiene que cuidar de sus hijos – Dice mi madre de forma demandante

Pongo los ojos en blanco pensando en mis dos sobrinos Damián de 19 años y Rebeca de 18 años y me enfurezco porque no solo ambos son malos estudiantes, sino que también son perezosos y se niegan a buscar un empleo

-¡Mis sobrinos ya son estudiantes universitarios! – Digo con indignación

-Esos niños necesitan de tu ayuda, recuerda lo costosa que es la educación universitaria – Protesta mi madre

-“Esos niños” tienen un padre y por lo que sé es una persona muy consecuente con el pago de sus gastos – Respondo con molestia

-Lo que su padre les deposita para sus gastos no es suficiente – Dice mi madre con suficiencia

-¡Entonces que se busquen un empleo a tiempo parcial como lo hizo Armando! – Grito con enojo

Siento mucho orgullo cuando hablo de mi hijo porque mientras estudiaba tenía un empleo a tiempo parcial y, sin embargo, fue el mejor promedio de su promoción en la facultad de derecho

-¡No todos son tan excepcionales como tu hijo! – Responde mi madre con sarcasmo

Niego con la cabeza porque mi madre nunca ha aceptado a mi hijo y, por el contrario, siempre desmerece sus logros

-En todo caso mis sobrinos no necesitan que Abigaíl los cuide porque ya no son unos niños – Respondo con indignación

Mi hermana Abigaíl es una mujer saludable de 42 años, con estudios universitarios, los cuales también pagué y que nunca ha buscado empleo porque decidió casarse luego de graduarse

-Bernardo es tu deber apoyar a tu hermana – Exigió mi madre

Cada vez estoy más indignado porque Abigaíl a pesar de tener todas las oportunidades de entrar en el mercado laboral decidió convertirse en ama de casa y cuando su matrimonio terminó y se divorció, se mudó con mi madre y desde entonces vive a costa de la manutención de su exesposo y por supuesto del imbécil de su hermano

-¿Acaso vas a obligar a tu hermana a esta edad a buscar un empleo? – Pregunta mi madre con horror

Escuchar a mi madre hacer esa pregunta me hizo caer en cuenta de la dura realidad y es que estoy siendo aprovechado por mis familiares y la verdad me golpea como un rayo, porque este es el motivo de mis alarmantes niveles de estrés

-¿Mamá dame una razón por la cual mi hermana tiene que quedarse en casa y no buscar un empleo mientras que yo me parto el lomo para mantenerlos a todos ustedes? – Pregunto con sarcasmo

-Porque ella tiene que cuidarme, además de que es tu deber como el hombre de la casa – Responde mi madre de forma autoritaria

Cada vez que escucho a mi madre decir esa nefasta oración algo se retuerce en mi interior porque desde que murió mi padre fui obligado a convertirme en el hombre de la casa, y nadie me preguntó si estaba de acuerdo con eso además que desde ese momento no pude disfrutar nunca más de ser un adolescente y lo que es peor me costó mi matrimonio

-Mamá gozas de buena salud, así que no necesita a un cuidador – Digo con enojo

-¡Soy tu madre y tienes que cuidar de mí! – Grita mi madre

-Exactamente, soy tu hijo, no tu marido – Respondo con impaciencia

-¿Bernardo, qué quieres decir con eso? – Pregunta mi madre con molestia

-Que si no te alcanza lo que te transfiero, entonces debes ajustar tus gastos o buscar un empleo – Respondí con enojo

-¡Ya estoy muy vieja para trabajar! – Grita mi madre

Cuando pienso en que mi madre en su vida nunca ha trabajado en su vida, me lleno de indignación y quiero desahogar toda la rabia que siento en mi interior, pero luego recuerdo que se trata de una persona de la tercera edad y me contengo

-Mamá no soy tu cajero automático – Digo lleno de furia

Cuelgo la llamada y la pongo en la lista negra al igual que a mi hermana y mis sobrinos y estoy tan enojado que comienzo a hiperventilar, noto de inmediato que mi tensión arterial se eleva, y me siento tan mal que me pregunto si me voy a morir lejos de mi tierra y de las personas que amo, así que tomo una de las pastillas que me recetó el doctor para estos casos y luego de un tiempo comienzo a sentir alivio, estoy a punto de quedarme dormido cuando recibo la llamada de mi hijo Armando

-¿Papá cómo estás?

-¿Cómo te sientes?

-¿Qué te dijo el doctor? – Preguntó Armando con preocupación

Desde que le hice un comentario sobre que no me sentía bien, él insistió en que visitara a un médico y además me llama con frecuencia no solo para saludarme, sino para saber cómo estoy, y si ya tengo un diagnóstico, lo curioso es que en ningún momento me exige que le dé dinero, por el contrario, habla con mucha emoción sobre su trabajo y el postgrado que pronto va a comenzar a estudiar.

-Todo está bien conmigo, no te preocupes, solo necesito controlar mis niveles de estrés – Respondo con un tono de voz pausado para tranquilizarlo

Es reconfortante saber que a alguien le importas y eso me ayuda a sentirme mejor, y poco a poco me voy relajando mientras converso con mi hijo

-Papá, el problema es que trabajas muchas horas y eso no es bueno para tu salud – Responde Armando con preocupación

Es obvio que mi hijo está muy preocupado por mí, y caigo en cuenta de que es un adulto responsable y de que no necesito trabajar hasta la muerte porque ya tiene los medios para defenderse por su cuenta, y en ese momento tomo la decisión de que quiero regresar a mi tierra, pasar tiempo de calidad con mi hijo y en especial intentar recuperar a mi exesposa, la mujer que nunca pude olvidar

-Armando, te tengo una buena noticia

-¿De qué se trata papá? - Pregunta Armando con curiosidad

-Voy a regresar al país – Respondí de forma impulsiva

Sé que es una decisión muy impulsiva la que acabo de tomar, pero debido a que durante estos años he sido muy frugal, finalmente cuento con el capital necesario para tener mi propio taller de mecánica, además de que este diagnóstico es un llamado de atención para que ponga cada cosa en su lugar

-Papá me alegra mucho de que regreses al país - Responde Armando

Sé que mi regreso al país va a causar caos en mi familia debido a que soy el principal proveedor, sin embargo, necesito conocer los motivos por los cuales mi madre cada vez me pide más dinero y porque no le alcanza lo que le transfiero y en especial dejarles en claro que este árbol de dinero ya no les va a dar más frutos

-No le cuentes a nadie sobre mi regreso – Digo con emoción

-¿Por qué no quieres que nadie sepa sobre tu regreso? – Pregunta Armando con curiosidad

-Porque quiero que sea una sorpresa – Respondo con decisión

Capítulo III: De regreso a mi tierra parte 1

Al día siguiente, me dirigí a la empresa y entregué mi carta de renuncia. La reacción de mi supervisor reflejó una mezcla de sorpresa y pesar, pues durante todo el tiempo que trabajé en la ensambladora, rara vez falté al trabajo y siempre cumplí con las metas de producción.

—Es una lástima perder a un empleado tan trabajador como tú —admitió, con evidente sinceridad.

Para que mi madre no sospechara de mis planes de regresar al país, decidí desbloquear su número en mi teléfono y transferirle 300 $. Aunque sabía que no estaba del todo satisfecha, no tuvo más remedio que aceptar el dinero de manera pacífica.

—Bernardo, no deberías ser tan desconsiderado con mamá —me recriminó Abigaíl, con una mezcla de reproche y preocupación en su voz.

Así como tuve que desbloquear a mi madre, hice lo mismo con mi hermana, y no fue sorpresa que me llamara de inmediato. Como era de esperar, comenzó con su sermón sobre la importancia de ser filial y otras cosas que, en ese momento, solo me provocaron rechazo. La verdad, no estaba de humor para soportar su larga charla sobre cuánto sufre mi madre.

—¿Vas a seguir, Abigaíl? —pregunté con sarcasmo, cortándole el discurso.

Subí el volumen de la radio, dejando que resonara en el fondo la canción de The Offspring, "Why Don’t You Get a Job?" (¿Por qué no buscas un trabajo?). Fue una elección deliberada y, aunque podría parecer infantil, era completamente intencional. Abigaíl conocía bien el contexto de la canción, pero fingió no entenderlo. Aun así, sabía que tenía razón.

—Hermano, no seas grosero conmigo —respondió, indignada.

—Si tanto te preocupa el bienestar de mamá, podrías empezar por dejar de ser una carga para ella y conseguir un trabajo —repliqué con una sonrisa sarcástica.

Mi hermana, incapaz de escuchar mis sugerencias, cortó la llamada de inmediato. Sin embargo, le tenía preparada una sorpresa: o consigue un empleo pronto o no sé qué hará, porque he decidido no apoyarla económicamente nunca más. Este pensamiento me arrancó una carcajada de satisfacción. Finalmente, había encontrado la clave para que Abigaíl se callara y dejara de molestarme.

—¿Por qué no me di cuenta de esto antes? —me pregunté a mí mismo, entre risas.

Durante años fui el felpudo de mi familia, y ahora solo espero que no sea demasiado tarde para remediar mis errores. Rescindí mi contrato de alquiler y, para mi alivio, el arrendador no me cobró ninguna penalidad. Además, dejaba el lugar en mejores condiciones de las que encontré.

—Va a ser difícil encontrar a otro inquilino tan responsable como tú —dijo el arrendador, con un atisbo de pesar en su voz.

Es curioso. Para los desconocidos, soy alguien confiable y responsable; pero, para mi madre, soy un malagradecido, y para mi hermana y mis sobrinos, una persona desconsiderada. Lo único que me consuela es saber que, para mi hijo, soy un buen padre.

—¿Estás seguro de que quieres regresar a tu país? —preguntó mi compadre con preocupación.

A pesar de haberme mudado hace 15 años a este país, tengo pocas amistades. Las largas jornadas laborales y el tiempo en el gimnasio no dejaron espacio para socializar mucho. Sin embargo, logré forjar una buena amistad con un compañero de trabajo, Julio Rodríguez, y su esposa, Carmela. Cuando tuvieron a su primer hijo, me honraron pidiéndome que fuera su padrino.

—Estoy muy cansado; además, extraño mucho a mi familia —les respondí con nostalgia.

Organizar mi regreso a mi país fue más sencillo de lo que imaginaba. No siento apego a esta ciudad, ni lamento lo que dejo atrás. Al contrario, el recuerdo de mi tierra natal y el deseo de volver me llenan de tanta emoción que incluso mi problema de hipertensión ha estado bajo control estos días, aunque tomo mi tratamiento con rigor.

—Papá, no puedo ir a buscarte al aeropuerto porque tengo una audiencia ese día en el tribunal —me dijo Armando, mi hijo, con pesar.

Cuando compartí la fecha de mi regreso, Armando se mostró claramente afectado. Como abogado junior en una firma, busca destacarse para que lo hagan socio. Sé que no me está mintiendo; su compromiso es algo que escapa de su control.

—¿Por qué no cambias la fecha de regreso para que pueda ir a buscarte al aeropuerto? —me preguntó, esperanzado.

Aunque me gustaría complacerlo, no puedo hacerlo. Ya tengo todo planeado para iniciar mi negocio, y además, las herramientas y equipos que compré para mi taller de autos ya están en camino, junto con mi preciado auto de colección.

—Es complicado para mí cambiar la fecha de mi vuelo. Cumple con tu trabajo y nos veremos después de mi llegada —respondí con firmeza.

Todo está listo para mi partida. Como siempre, reviso mis redes sociales, el único medio para seguir la vida de Maripily. Desde que nuestro hijo cumplió 18 años, solo me contacta en ocasiones especiales: mi cumpleaños, el día del padre, Navidad o Año Nuevo. Tomó muy en serio la frase de que un buen ex debe ser como un muerto, y aunque respeto su decisión, ella no imagina cuánto la extraño ni cuánto me duele su distancia.

Jueves 27 de junio de 2019…….

Me encuentro en el Aeropuerto Internacional de Capital Región, ubicado al noroeste del Distrito Central Financiero de Lansing, y estoy a punto de abordar un vuelo rumbo a mi país en Sudamérica. Mi destino es mi lugar de origen, una hermosa isla situada al noreste del territorio nacional, con más de 170 km² de costa y las playas más bellas de toda la región.

—Te vamos a extrañar —dice mi comadre Carmela, con un toque de melancolía.

Le doy un abrazo fuerte a mi comadre Carmela y a mi compadre Julio, junto con una despedida especial para mi ahijado Gustavo. Les agradezco profundamente por haber sido un pilar de apoyo durante los 15 años que he vivido en los Estados Unidos, un lugar al que vine para trabajar incansablemente y proveer económicamente a mi familia.

—Si las cosas no funcionan en tu país, recuerda que siempre tienes la opción de volver —añade Julio con sinceridad.

Niego con la cabeza, decidido. No tengo intención de regresar a los Estados Unidos. El informe médico que recibí el mes pasado, revelando que mi salud necesita atención, fue un llamado importante y la razón que me impulsó a tomar esta decisión de volver.

—Ya ahorré lo suficiente para comenzar mi propio negocio —le respondo con entusiasmo.

Aunque Carmela y Julio son amigos leales, ellos no saben lo agotado que me siento de vivir lejos de las personas que realmente importan en mi vida. Me entristece cada vez que me pierdo momentos importantes de mi único hijo. No pude asistir a su graduación universitaria, y aunque Armando me visitó en varias ocasiones, no es lo mismo. Cada vez que regresa con su madre, siento que se lleva una parte de mí.

—Espero recibir buenas noticias pronto —dice Julio en tono de broma.

—Si te cansas, siempre puedes venir a visitarme a mi país —contesto con sinceridad.

Subo al avión lleno de esperanza y anhelo. Dado que no hay vuelos directos hasta mi ciudad natal, debo realizar varias escalas. Tras los retrasos y las largas esperas en los aeropuertos, finalmente abordo el último vuelo que me lleva a la isla en la región oriental de mi país, donde todo comenzó. Es la mañana del viernes 28 de junio de 2019.

—Pili, pronto voy a volver a verte —me digo a mí mismo, con la emoción a flor de piel.

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