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El Omega Del Gobernante~

Capítulo 1

—Noah, ven a leer esto —dijo Caleb mientras le pasaba el libro que tenía en sus manos a su mejor amigo.

El joven de ojos azul celeste fijó la mirada en las páginas gastadas y cubiertas de polvo. Su cabello blanco como la nieve caía en desordenadas ondas sobre su frente, enmarcando su rostro pálido y delicado. Con un movimiento pausado, apartó un mechón detrás de la oreja, haciendo tintinear el pendiente largo que adornaba su oreja, mientras comenzaba a leer en voz baja.

Era un libro sobre una antigua leyenda que hablaba sobre los Kitsunes, algo que tenía sentido, ya que estaban en la biblioteca más antigua de la ciudad.

'Kitsune' es el nombre que reciben los espíritus de zorro de nueve colas. Criaturas místicas que sueñan con alcanzar la forma humana, pues aquel que lo logre se convertirá en el ser más poderoso del mundo. Se dice que un Kitsune solo puede completar su transformación cuando encuentre a su 'pareja predestinada', el único ser capaz de equilibrar su esencia salvaje y otorgarle un propósito en el mundo de los hombres.

Noah parpadeó y miró a Caleb con una ceja arqueada.

—¿Y bien? —preguntó Caleb con entusiasmo—. ¿No te parece fascinante? Creo que tu destino está ligado a un Kitsune. Cuando logre volverse humano, será el hombre más poderoso del mundo.

Noah soltó una carcajada, pero enseguida se tapó la boca con ambas manos para no hacer demasiado ruido en la silenciosa biblioteca.

—No digas tonterías, Cal. Los Kitsunes no existen en la actualidad. Esta ciudad es moderna, eso es solo una vieja leyenda.

Caleb apoyó el mentón en una de sus manos y sonrió con burla.

—Si no es un Kitsune, entonces ¿quién será tu pareja? ¿Un alfa capaz de vencer a tu padre y a tu hermano menor? Pftt... ¡Esos dos son el dúo más temido en el mundo de los negocios!

Noah volvió a reír con más ganas. La gente veía a su padre, Black, y a su hermano, Daiki, como alfas aterradores e implacables en el mundo empresarial, pero para él solo eran muy sobreprotectores. Lo amaban demasiado, tanto que harían cualquier cosa para mantenerlo a salvo, incluso asignarle dos guardaespaldas que lo seguían a todas partes.

En ese mismo instante, aquellos dos guardaespaldas de traje negro y expresión estoica lo observaban desde otra mesa, asegurándose de que nadie se acercara demasiado.

Noah suspiró. Por culpa de sus guardianes, ningún alfa se atrevía a cortejarlo. A sus 21 años, seguía sin pareja, a pesar de ser un omega hermoso y provenir de una familia prestigiosa. Sus feromonas eran suaves y adictivas, pero cualquiera que osara acercarse era fulminado por las miradas asesinas de su familia o de sus guardaespaldas.

—Ya basta, mejor vámonos. Hay que prepararnos para el viaje de mañana.

—¡Sí! ¡Tienes razón, estoy tan emocionado por eso! —respondió Caleb con alegría.

Al día siguiente, Noah, Caleb y su grupo de compañeros comenzarían sus vacaciones escalando el Monte Lunar, la montaña más alta y sagrada de la ciudad.

Las horas pasaron rápidamente y, por fin, llegó el esperado día. Treinta estudiantes se encontraban frente a la entrada del bosque del Monte Lunar, donde un guía local los esperaba con una expresión seria.

—Escuchen con atención —dijo el guía con voz firme—. Estas son las instrucciones que deben seguir en todo momento:

—No se alejen más de tres metros unos de otros y mantengan siempre la distancia adecuada entre ustedes.

—No arranquen plantas ni lastimen a ningún animal. Este es un bosque protegido, y toda su flora y fauna están bajo la custodia del Estado.

— Y por último... Este es el mes de mayo, el período en el que los eclipses solares aparecen constantemente en el bosque. Se dice que los ancestros del bosque se manifiestan durante cada eclipse, así que sean respetuosos y cuídense. La oscuridad será absoluta en ciertos momentos, pero en esa penumbra encontrarán muchas bellezas: el canto de los pájaros, el brillo de las luciérnagas… Y si tienen suerte, incluso podrán ver un unicornio, el único ser que brilla en la oscuridad de este bosque.

—Solo pasaremos una noche en la cima de la montaña, así que asegúrense de estar en buena forma para el ascenso y el descenso.

—¡Entendido!

—¡Sí, señor! —respondieron los estudiantes al unísono.

Antes de comenzar la caminata, hicieron una breve oración, inclinando la cabeza en busca de protección. Luego, uno a uno, comenzaron a adentrarse en el bosque en fila.

Noah no lo sabía, pero en cuanto pisó aquel terreno sagrado, su destino quedó sellado.

Un par de ojos dorados lo observaban desde las sombras con un brillo intenso y depredador. Desde la copa del árbol más alto, Theo, un Kitsune, contemplaba con gran interés al omega que acababa de entrar en su dominio.

El viento le llevó un aroma embriagador, dulce como la miel, suave como el jazmín, pero con un trasfondo exquisitamente puro que lo hizo estremecer de placer.

La sangre de Noah no era común.

Era una sangre pura.... Sagrada.

Un omega con esa esencia era un tesoro único.

Theo entrecerró los ojos, observando cada movimiento del joven omega con fascinación. Su instinto clamaba por reclamarlo, marcarlo, hacerle suyo de inmediato.

—Mmm… Qué hermoso… —murmuró con voz grave y profunda, mientras seguía viéndolo fijamente.

Había esperado a este omega durante siglos.

Y ahora que por fin lo tenía frente a él… no pensaba dejarlo escapar.

...

...Noah...

...21 años...

...Omega Puro...

...Caleb...

...21 años...

...Omega...

Capítulo 2

El grupo de Noah comenzó su viaje a las 8 de la mañana, justo cuando los primeros rayos de sol doraban las copas de los árboles.

El clima era perfecto, con un cielo despejado y una brisa fresca descendiendo desde las montañas del bosque Lunar. El aire olía a tierra húmeda y flores silvestres, creando una atmósfera serena que solo era interrumpida por el dulce canto de los pájaros.

Al inicio del recorrido, todo era emocionante. Los árboles gigantescos se alzaban imponentes a su alrededor, con sus ramas extendiéndose como brazos protectores. Monos traviesos se balanceaban entre las lianas, observándolos con curiosidad, mientras algunos descendían lo suficiente para lanzarles frutas pequeñas antes de desaparecer entre las sombras. Todos en el grupo estaban llenos de energía, disfrutando la experiencia.

Nadie llevaba el teléfono en la mano durante la caminata. El sendero, inicialmente llano, comenzaba a inclinarse poco a poco, serpenteando entre la vegetación. En algunos tramos, el camino descendía cerca de pequeños barrancos, lo que los obligaba a ser cautelosos. Este sendero había sido construido por los habitantes del pueblo para facilitar el ascenso a la cima, y sus huellas aún estaban marcadas en algunas piedras.

—Esto es increíble —dijo Caleb con entusiasmo, ajustando su mochila de vez en cuando.

Noah sonrió suavemente. Su cabello blanco, ligeramente despeinado por la brisa, resplandecía bajo la luz del sol como hilos de plata. Sus ojos azul celeste parecían reflejar el cielo, tan claros e hipnóticos que cualquiera que los viera de cerca podría perderse en ellos.

Los pájaros sobre las ramas comenzaron a cantar con más intensidad al verlo sonreír, como si su sola presencia los hubiera deslumbrado. Sus trinos se volvieron más melodiosos, armonizando con la naturaleza a su alrededor.

—Parece que tendremos un viaje tranquilo —comentó el guía, el señor Dion, quien podía interpretar los presagios de la naturaleza. La brisa y el comportamiento de los animales le indicaban que todo iba bien.

Pero mientras ellos caminaban despreocupados, en lo alto de un árbol, un par de ojos dorados los observaban con intensidad.

"Es hermoso... ¿Acaso tiene sangre sagrada?"

"Su rostro brilla como si fuera un ser celestial..."

Entre las sombras del follaje, Theo apareció, camuflado en la copa del árbol donde descansaban las aves. Su pelaje blanco resplandecía bajo la luz dorada, y sus nueve colas, también blancas con destellos rojizos, se movían con elegancia, como si danzaran con el viento.

Las aves estuvieron a punto de alzar el vuelo asustadas al sentir su presencia, pero al notar que era el espíritu del zorro, permanecieron en su sitio, inclinando sus cabecitas en señal de respeto.

—Tienen razón. Él es mi destino —murmuró Theo con una sonrisa astuta. Sus ojos destellaban con un brillo depredador mientras los fijaba en Noah.

Había esperado siglos por este momento. Su alma gemela finalmente había aparecido. Y era perfecto. Su sola existencia parecía una obra maestra tallada por los dioses.

"¿Es él realmente de sangre pura?" preguntó un pájaro.

—Así es —susurró Theo, su voz acariciando el aire con una mezcla de devoción y deseo—. Mañana, cuando llegue el eclipse solar, quiero que me ayuden a conseguirlo.

"¿Cómo lo haremos?"

—Díganle a las serpientes y a los leones que lo asusten. Yo apareceré como su salvador.

Las aves rieron suavemente, sus trinos resonando como una dulce melodía en el bosque.

—Haré que caiga en el abismo de la oscuridad, y en ese momento, deberán borrar todo rastro de su existencia para los demás. Solo yo seré capaz de sacarlo de este bosque.

"De acuerdo, Theo. Ojalá esta vez logres romper la maldición y convertirte en humano."

El espíritu del zorro sonrió de medio lado, sus colmillos asomando apenas entre sus labios. Sus nueve colas se agitaron con expectación.

Con un aleteo sincronizado, las aves emprendieron el vuelo, dejando a Theo en su escondite, aún con la mirada fija en el omega de ojos azules.

Su espera de cientos de años había valido la pena si, al final, su alma gemela era tan perfecta. Para él, Noah era como un ángel caído del cielo.

.

.

Mientras tanto, en el suelo, Noah y sus compañeros continuaban caminando. Dos horas después, el sudor empezaba a formarse en sus frentes, pegando algunas hebras de cabello a sus sienes.

Ellos decidieron descansar bajo un árbol enorme, cuyas raíces sobresalían de la tierra como esculturas de madera. Algunos se sentaron en el suelo, estirando las piernas con alivio tras el esfuerzo. Aún les quedaban siete horas más de caminata para llegar a la cima.

—Solo descansaremos diez minutos. Aprovechen bien el tiempo —indicó el guía, acomodándose su sombrero.

—Noah, ¿quieres un poco de mi agua? —preguntó Michael, acercándose con cautela.

El alfa aprovechaba que los guardaespaldas de Noah no estaban con él para atreverse a hablarle. Michael era considerado el chico más atractivo de la universidad, un alfa seguro de sí mismo, de sonrisa encantadora y físico impecable. Sin embargo, frente a Noah, toda su confianza parecía desmoronarse.

Pero antes de que Noah pudiera responder, Caleb intervino con voz firme:

—Lo siento, Michael, Noah no puede aceptar bebidas de nadie. Además, él ya trajo su propia agua.

Sus palabras no eran una simple advertencia. Caleb tenía órdenes directas del señor Black de cuidar al único omega de los Everhart, y eso incluía evitar cualquier contacto innecesario con otros alfas.

Noah suspiró suavemente antes de sonreírle a Michael con gentileza.

—Lo siento, Michael.

Su voz era tan dulce, que cualquier enojo o molestia se disipaba en el aire.

Michael esbozó una sonrisa forzada y asintió.

—No hay problema, Noah. Si necesitas algo, solo dime.

Noah asintió con una sonrisa antes de apartar la mirada, sin notar cómo los alfas alrededor lo observaban con fascinación.

Sin embargo, incluso ese pequeño intercambio fue suficiente para que Theo, aún oculto en las alturas, dejara escapar un chirrido de irritación.

"¡Hickk!"

Sus colas se movieron con impaciencia mientras apretaba los dientes.

A pesar de la distancia, había escuchado cada palabra con claridad.

No le gustaba.

No le gustaba que otro alfa intentara acercarse a Noah.

Él había esperado siglos por su alma gemela. No iba a permitir que nadie más se interpusiera.

Mañana, en el eclipse, Noah sería solo suyo.

Y nadie podría evitarlo.

...

Capítulo 3

El viaje continuaba, y cada paso se volvía más pesado para Noah y sus compañeros. Sus ropas estaban empapadas de sudor, pegándose a sus cuerpos, y algunos comenzaban a compartir sus botellas de agua para no deshidratarse. Los alfas aún parecían resistir sin problemas, pero los betas y omegas ya sentían el cansancio acumulado.

A medida que el sol descendía, el bosque Lunar fue sumergiéndose en sombras. La noche llegó más rápido de lo esperado, envolviéndolos en un aire frío y húmedo. No habían alcanzado todavía su destino, así que encendieron las linternas sujetas en sus cabezas y acortaron la distancia entre ellos.

Finalmente, a las 7 de la noche, divisaron la cabaña de vigilancia en medio del claro. Suspiraron aliviados. Aquella pequeña estructura de madera servía como punto de descanso para viajeros y patrulleros del bosque. Al llegar, los alfas tomaron la iniciativa y montaron una tienda grande donde todos podrían dormir juntos. Mientras tanto, los omegas se encargaron de encender una fogata y preparar la comida.

El calor del fuego y el aroma de la comida elevaron los ánimos. El cansancio pareció desaparecer cuando comenzaron a compartir bromas y risas. Había un ambiente de camaradería que parecía borrar las dificultades del viaje. Incluso se molestaban unos a otros por cosas triviales, como el fuerte olor a sudor que impregnaba el campamento.

Cuando terminaron de cenar, el señor Dion, decidió contar una historia. Se acomodó en el centro de la tienda, con los omegas a su derecha y los alfas a su izquierda.

—No muchas personas han visto un unicornio en este bosque —comenzó, con una expresión enigmática—. Solo los elegidos pueden hacerlo. Pero escuchen bien: si llegan a ver uno, no lo sigan bajo ninguna circunstancia… o se perderán para siempre.

Las llamas de la fogata chisporrotearon, como si reforzaran sus palabras con un efecto dramático.

Noah sintió un escalofrío recorrer su espalda, mientras Caleb se aferraba a su brazo con más fuerza. Su calidez contrastaba con el frío que se colaba a través de la tela de su ropa.

—No me gustan estas historias… —murmuró Caleb, encogiéndose un poco.

Noah sonrió levemente y le dio un suave apretón en el brazo para tranquilizarlo.

—Solo es una leyenda —susurró—. No pasa nada.

El guía continuó relatando historias del bosque, algunas sobre espíritus y otras sobre criaturas de tiempos antiguos. Cuando el reloj marcó las 10 de la noche, todos decidieron que era hora de dormir. Los alfas se turnarían para hacer guardia mientras los demás descansaban.

Sin embargo, en lo alto de los árboles, unos ojos dorados brillaban en la oscuridad. Theo, observaba cada movimiento dentro de la tienda. Sus orejas se alzaron cuando un pájaro nocturno se posó cerca de él.

"¡Theo! ¡Rafael está viniendo! Seguro ha detectado el aroma de la sangre pura de ese chico." Dijo el pájaro.

Theo gruñó con molestia. Rafael era otro espíritu de zorro.. uno que no dudaría en arrebatarle a Noah si descubría su existencia.

El zorro saltó ágilmente entre las ramas, buscando una solución. Necesitaba encubrir el aroma de Noah antes de que fuera demasiado tarde. Fue entonces cuando, de repente, divisó un ciervo tomando agua.

Sin dudarlo, Theo se lanzó sobre el animal y hundió sus colmillos en su cuello con una fuerza brutal. La sangre brotó en grandes cantidades, empapando la tierra y llenando el aire con un hedor metálico.

—¡CKAHHHAJ!

El grito agonizante del ciervo rasgó el silencio del bosque. En la tienda, todos despertaron sobresaltados, algunos aferrándose entre sí por el susto.

—¡¿Q-qué fue eso?! —preguntó un omega, con la voz temblorosa.

El señor Dion, tratando de mantener la calma del grupo, suspiró.

—Tranquilos, solo es un ciervo. Seguramente ha sido cazado por un depredador. Es normal en estos bosques.

Aun así, Caleb abrazó más fuerte a Noah, temblando.

—Noah… tengo miedo…

Noah también sentía un leve escalofrío en la nuca, pero no quería preocupar más a su amigo.

—Tranquilo —susurró—. No pasa nada. Solo es parte del ciclo de la naturaleza.

—Sí, pero…

—Vamos a dormir, Caleb. Mañana será otro día.

El omega asintió con cierto miedo y cerró los ojos, acurrucándose junto a él.

Mientras tanto, en la copa de los árboles, Theo lamió la sangre en su boca con una sonrisa satisfecha. Ahora Rafael no encontraría a Noah.

—Mañana, cuando llegue el eclipse, caerás en mi trampa, mi pequeño ángel.

La noche pasó, y con el amanecer llegó una densa neblina que cubría todo el bosque. A las 7 de la mañana, el sol comenzó a asomarse tímidamente entre las hojas.

El señor Dion permitió que exploraran el área por un par de horas antes del descenso. Pero solo hasta 50 metros del campamento. Nadie debía alejarse más de lo permitido.

A pesar de la bruma, el bosque era impresionante. Los árboles parecían tocar el cielo, y los sonidos de la fauna llenaban el aire con un aura mágica. Noah se sintió atraído por la belleza del lugar, como si algo lo llamara en lo más profundo del bosque.

Cuando el guía sopló su silbato, todos regresaron al punto de reunión. Tras un conteo, confirmaron que estaban todos. Luego tomaron su desayuno y desmontaron las tiendas, lo que les llevó alrededor de una hora.

—Es momento de descender —anunció el señor Dion. Eran las 10 de la mañana.

—¡Entendido, señor! —respondieron todos.

El descenso fue más fácil que la subida. Al ser cuesta abajo, la caminata se volvió más rápida y menos agotadora.

El tiempo comenzó a pasar rápidamente.

Una hora…

Dos horas…

Hicieron una pequeña pausa para descansar.

Tres horas…

Cuatro horas…

Pero cuando el reloj marcó las 2 de la tarde, el cielo comenzó a oscurecerse de repente, mientras el viento soplaba con fuerza, agitando las ramas con violencia.

Noah sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando Caleb susurró su nombre con voz temblorosa.

—N-Noah…

Sin pensarlo, Noah lo abrazó con fuerza.

Algo estaba por suceder.

Theo sonrió desde las sombras.

—Es hora.

...

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