La nieve cae despreocupada, acumulando se en cada rincon que encuentra. Supongo que la vida le resulta facil y maravillosa, no la culpo. Aunque es muy fria, tiene cierto grado de belleza su existencia.
La noche es más espesa hoy, que otros días, pues en el cielo hace falta la luna y las estrellas. Respiro hondo mientras hecho otro leño a la fogata y miro como el fuego lame la madera hasta devorarla.
Extiendo mis manos hacia el frente, en un intento porque el calor llegue a mi piel, pero nada. No siento el calor, así como tampoco siento el frío, hace mucho que deje de sentir la cosas más simples.
Aunque me gusta recordar como se sentía, el tener frío, o calor, sueño, hambre, miedo, ya saben, todas esas cosas que le hacen recordar a una persona que está vivo.
En mi actual condición es, algo difícil de percibir o incluso de sentir. Acerco más mi mano hasta que el fuego comienza a lamer la carne, el olor a quemado llena el aire, pero no apenas y siento una especie de cosquilleo.
Frunzo el seño pues me resulta desesperante la situacion, es increible que sea incapaz de sentir el dolor de mi carne viva quemando se, pero cuando Kebec, Rubi o los otros me atraviesan con sus garras.
Siento que el cielo y el infierno se abren para reclamar mi ridícula existencia. El dolor puede llegar hacer tan insoportable, que incluso llego a perder la consciencia.
-¡Qué estupidez!- murmuro y retiro la mano, para ver como la carne y los nervios de esta, han dejado al desnudo mis huesos.
Las heridas son graves, pero realmente no tardan mucho en comenzar a sanar y los huesos pronto son cubiertos por capas de carne y piel.
Tomo un trozo de carne seca y la llevo a mi boca, no siento el hambre como solía sentirlo antes, pero llevo veinte horas sin probar bocado, así que comienzo a comer lo que tengo en el plato.
Habría sido increíble, que antes no hubiera tenido necesidad de sentir hambre como ahora, recuerdo que en aquel entonces, comer no solo era una necesidad, sino también un lujo que no podía darme con facilidad.
Supongo que algunas cosas, se convierten en un hábito con el tiempo. Bebo un poco de agua y como en silencio viendo la nieve caer. El aire hace ondas y pequeños remolinos, llevando la de un lado a otro.
Al terminar, saco el diario que llevo conmigo desde que lo encontré, me sé cada línea de memoria, cada falta de ortografía y cada sentimiento plasmado en sus páginas, he logrado descifrarlos.
Lo miro por última vez -Querido Monstruo- leo en un susurro pasando mis dedos por la desgastada portada.
Me gusta pensar, que la mujer dueña de este diario, logro declarar sus sentimientos al hombre, para el cual escribía con tanto esmero. Y pudieron pasar un final juntos y en paz, antes de morir.
Lanzo el diario al fuego y lo veo arder hasta consumirse por completo, recientemente encontré algo nuevo que leer.
La portada es gruesa y trae el título en mayúsculas, de color dorado y en relieve. Dice ¡EL ALQUIMISTA! Abro el libro y un olor a viejo llena todo el ambiente, pero igual me gusta.
Logre leer un poco la noche anterior y realmente la historia de Santiago suena interesante, es una lectura diferente a la del Diario de antes, justo esa es la razón por la cual lleve el libro conmigo.
Mientras paso una página tras otra, devorando las letras, me doy cuenta de que Santiago es muy afortunado pues tiene una vida grandiosa, llena de aventuras y aun así, parece quejarse buena parte de su día a día.
Rio un par de veces y niego con mi cabeza otras tantas más, al final suspiró y cierro el libro tumbando me sobre la nieve que ya a cubierto mi bolsa de dormir.
Esta cruje bajo mi peso, pero no importa. Miro el cielo que apenas y se alcanza a notar con todo este caos blanco.
-Seguro al final de tu viaje encontrarás cosas maravillosas- pienso antes de quedarme dormida.
Mi respiración hace eco por cada exhalación que doy, los párpados pesan y el aire que entra en mis pulmones son afiladas dagas que me hieren, mi corazón trabaja a marcha forzada, con cada latido que da, siento como la vida se me escapa.
El invierno parece más helado este año, la nieve cae apresurada, pero no es precisamente blanca, pues se mezcla con las cenizas y el humo de los edificios quemándose.
No sé con exactitud en dónde cayó la primera bomba, pero hizo un gran boquete en la tierra y lanzo olas gigantes de aire por todo su alrededor, lanzando edificios abajo, autos y personas por los aires.
¿Qué cómo lo sé, si no estaba ahí? Recuerdo que pasaba junto a una cafetería está tarde, cuando escuché algunos gritos, me gire para ver y en la pantalla de un ordenador, algunas personas veían con horror la escena, que alguien más había grabado con su celular.
Luego el vídeo se corta y el pánico dibujado en los rostros de las personas es más que evidente.
Está a sido la noche más larga de toda mi vida, los gritos, el llanto y las detonaciones son la cosa más horrible que jamás he escuchado.
Sentada como estoy, comienzo a sentir fluir mis lágrimas, pero estás no llegan a ningún lado, pues el frío las ha congelado en su trayecto. Miró al cielo, la oscuridad es enorme y parece que va a tragarme.
Sonrió débilmente, respiró sin que el aire llegue a ninguna parte dejando así de esta forma, este miserable mundo.
...----------------...
-¡Aquí!- escucho una voz.
-La encontramos- asegura la voz.
-Aqui está- vuelve a gritar.
Me preguntó qué o a quién encontró esa voz, me preguntó cuánto eh dormido, pero recuerdo que el mundo se volvió negro, de verdad, todo era oscuridad.
-¿Está muerta?- escucho preguntar a otra voz que se escucha agitada.
-Si, señor- responde la primera voz.
-Bien, hay que darnos prisa. Tenemos poco tiempo antes de que comience a cambiar- dice la voz agitada.
¿Cómo? Preguntó en mi interior, esos hombres dijeron que estoy muerta, pero yo aún estoy aquí.
Siento cuando mueven mi cuerpo, me levantan y quiero resistirme, en verdad lo intento, pero mi cuerpo no responde. Me ponen en una bolsa, lo sé por el sonido, creo que es una de esas bolsas para cadáver, pues escuchó la cremallera cerrar se.
-Vamos, apresuren sé. Entre más rápido la llevemos al laboratorio, será mejor- esa es la voz de una mujer, estoy segura.
Mueven mi cuerpo y siento un gran alivio cuando dejo de estar en aquella posición tan incómoda.
**Oigan, sigo viva** pienso a modo de grito, pero ellos no responden.
**No pueden ponerme aquí, sigo viva** reclamo por el modo en que me transportan.
**No estoy muerta, malditos idiotas** **Saquen me dé aquí** mis palabras no parecen surtir efecto alguno en ellos.
Peleo con la bolsa, en un intento por salir de esa cosa, no es que tenga claustrofobia, pero seguro que a nadie en mi lugar, le gustaría que lo metieran a una bolsa de esas.
El auto donde me transportan apenas y produce movimiento, me recuerda más a esa mecedora donde Rubí y yo solíamos pasar horas sentada, cuando me sentía triste.
-Ya casi llegamos- escucho decir a la voz de antes, no a la mujer, sino al hombre que gritaba.
Nadie contesta...
Me pregunto a donde me llevaran estas personas y quienes son. Recuerdo que anoche pase por un hospital, la neumonía que tengo ya está muy avanzada. Algo bastante normal para una persona que vive en la calle.
Pero al entrar a la sala de urgencias, todo estaba lleno, las personas estaban postradas, en camas, sillas, incluso algunas en el suelo.
Los doctores y enfermeras no eran suficientes para dar atención, aquello olía a sangre y carne quemada. Todas esas personas, tenían alguna herida de bala o algún estrago causado por las bombas y sus secuelas.
Resultaba deprimente ver todo aquello, así que decidí salir del lugar y termine tumbada con las piernas medio dobladas, en ese mugroso y oscuro callejón, en donde me encontraron.
El auto se detiene de repente y se escucha la voz de otro hombre-Bienvenida Señora-.
No hay respuesta por parte de la mujer.
-Abran la puerta- se escucha otra vez al hombre que saludo.
El auto empieza a avanzar nuevamente, mientras me remuevo inquieta dentro de mi mente. Parece que por más que yo me esfuerce mi cuerpo no pretende obedecer.
Así que solo me queda una cosa por hacer, poner atención a los sonidos qué están a mí alrededor. Cuando el auto se detiene de nuevo, está vez se escuchan las puertas abrir sé.
El movimiento generado es el de las personas cuando se bajan y tú te quedas dentro, luego abren la puerta donde yo viajo y comienzan a moverme.
Sé que no me están cargando, así que supongo que me trasladan en una camilla. Las luces que se cuelan de vez en cuando por la bolsa, son fuertes. Pero estás van y vienen.
Así que debo suponer que vamos por un corredor. No estoy segura de que sea un hospital, la mujer dijo laboratorio. Pero si se supone que estoy muerta **¿No deberían llevarme a una morgue?**
Siento un escalofrío recorrer mi columna al pensar en la última palabra. Respiró hondo sin que el aire llegué a mis pulmones.
El repiqueteo de los tacones de la mujer me hacen sentir frustración, ella es libre de caminar a un lado de la camilla que me transporta, pero yo estoy encerrada dentro de mi cuerpo.
Y eso lo vuelve desesperante.
-Conecta la-dice en tono poco amigable.
-Si señora-escucho decir al hombre de antes.
La cremallera de la bolsa es abierta y si no fuera porque estoy inmóvil, le daría un buen puñetazo al hombre, para luego bajar y salir huyendo de este lugar.
Siento el contacto de sus manos sobre mi cuerpo, escucho un extraño sonido que no comprendo bien lo que es, quiero correr y siento como mi pulso se acelera.
El sonido sigue por un rato más, luego se detiene, hay un cosquilleo en mi piel, como si frotaran algo por mi cuerpo y me hace sentir incómoda. La persona que me está tocando, mueve mi cuerpo en repetidas ocasiones, pero nunca llega a hacerme daño.
De hecho, si no me equivoco, me ha desnudado y limpia mi cuerpo mugroso. Ya tiene meses que escapé de aquel lugar donde nos hacían pruebas y...
Espera, y si de hecho estas personas me trajeron de nuevo aquí, **Rayos** pienso y maldigo a mi interior. ¿Cómo es qué no lo había pensado? Esos desgraciados me encontraron, me trajeron de nuevo a este infierno.
Con más fuerza que antes intento por todos los medios, liberarme. Lograr que mi cuerpo responda aunque sea el más leve de los movimientos que le ordenó, pero nada ocurre.
Mentalmente, gruñó como si con eso pudiera hacer que ellos se sientan un poco intimidados.
Se escuchan unos pasos y me quedo a la escucha de lo que sucederá a continuación.
-¿Acaso no fui lo suficientemente claro, cuando te advertí que no te fueras a involucrar?- la voz parece molesta, es una voz grave y fuerte.
-Esta cosa mato a tu hermano, mi hijo- respondió secamente la mujer -¿Ya lo olvidaste?
-¿Cómo podría?- se hizo una pausa, luego procedió -No debiste meterte, de todos modos.
-No te pongas feliz, la traje de regreso para que pedir formalmente al consejo que la eliminen- dice fríamente la mujer, de hecho podría jurar que sonríe, no sé por qué.
...****************...
-Lo sé, así como también sabes que no lo aceptarán, ella nos es de utilidad, sobre todo ahora que finalmente la guerra estalló- responde el hombre con ironía.
-¡Oh! Thomas, no conoces aún el poder de una madre- dice burlona la mujer.
-No conozco el de una madre, pero si el tuyo. Sé que no saldría nada bueno de ti; sin embargo, te recuerdo que tu hijo, fue quien aceptó el riesgo, se convirtió en un voluntario y no voy a permitir que arruines su legado.
El hombre está bastante decidido a ganar la batalla y al parecer esta funcionando, ya que pronto escuché el repiqueteo de los tacones de esa mujer alejarse, sin decir nada más.
-¡Todo listo doctor!- escucho hablar al hombre de antes y por un instante me asusté, pues había olvidado donde estaba.
Estaba tan ocupada escuchando conversaciones ajenas que había olvidado todo lo demás. Me preguntó que sera lo que está listo, pero no puedo moverme y las sensaciones en mi piel no son muy exactas.
-¿Qué tenemos?- pregunta el hombre llamado Thomas y que al parecer es médico.
-Signos vitales nulos, actividad cerebral inexistente- dice una voz de mujer que no supe en qué momento llegó.
-Bien- responde Thomas.
-Es extraño señor, por la rigidez de su cuerpo se puede decir que lleva al menos cinco o seis horas muerta.- alega la mujer, pero no hay respuesta.
-Los infectados tardan de una a tres horas en el mejor de los casos, antes de preséntar los primeros cambios. Y está mujer, está tan tranquila que parece que no va a despertar nunca.- prosigue la mujer.
-Tu misma lo acabas de decir Rebeca- la voz de Thomas se vuelve diferente y un chasquido se escucha, seguido de un olor a cigarro.-Los infectados- vuelve a hacer una pausa.
-Ella nació con esa condición al igual que sus hermanos- dice como en un suspiro.-Vigilen sus signos, si hay cualquier cambió, quiero saberlo de inmediato.
-Si Doctor.- Se escucha decir al hombre y la mujer al mismo tiempo.
Se escuchan los pasos de alguien alejándose y luego una puerta, todo se queda en silencio.
Solo se escucha el sonido de un monitor que evidentemente está conectado a una persona sin vida. El sonido es desquiciante, pero ya que no puedo hacer más que escucharlo.
Procuró pensar en la conversación que acabo de escuchar, todo es un enredó constante. Son una montaña de emociones sin mucho sentido.
Entre todo lo que escuché, hablaban sobre una mujer que nació con cierta condición, **¿Me preguntó a qué condición se referían?** **¿Y esa mujer será peligrosa?**
Me remuevo inquieta mentalmente y escucho un sonido que me sobresalta, es como cuando una roca cae y se parte. Exactamente así es el sonido, solo que hizo eco con un sonido que casi deja sorda a una persona.
>>Crack<<
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Alguien habla, aunque su voz parece un suave murmullo. Respiró, el olor es algo rancio, como si el aire estuviera contenido.
Sigo respirando hasta acostumbrarme al olor y el sabor que produce el aroma en mi garganta. Alguien sigue hablando, pero su voz es apenas un hilo.
Siento como si estuviera despertando de un sueño profundo y no recuerdo en que momento me quedé dormida.
Trato de hacer memoria, para ver qué es lo último que recuerdo, pero incluso mis propios recuerdos son débiles.
Escucho el débil sonido del monitor que indica mi frecuencia cardíaca, lo que me hace recordar que yo estaba muriendo no hace mucho.
Me agitó un poco, pero se siente algo extrañó.
**Agua** pienso y me vuelvo a mover sin lograr ir hacia ningún lado. Hay agua a mi alrededor, mis parpados pesan mucho, mis pies y muñecas duelen.
Algo los jala hacia abajo, pero no se que es. Escucho golpes secos no muy lejos de mí, intento girar, pero mi cuerpo pesa mucho.
-Lo siento - escucho decir y se que ya antes escuché esa voz.
-No equivocamos Doyumi, lo siento.- esa voz evoca recuerdos, pero es una voz sin rostro.
-Rojo...-dice la voz. -La clave es Rojo, no lo olvides Doyumi.
Se hace un silencio, seguido de fuertes golpes a lo lejos, no se quienes son las personas que están a mí alrededor, solo habla el hombre, parece afligido.
La tal Doyumi no responde.
Los golpes son cada vez más fuertes y son muchos, parece que provienen de afuera de esta habitación.
-Doyumi, cuando puedas salir, busca respuestas en...- un gruñido que me hace estremecer se escucha.
El hombre vuelve hablar y dice algo que no capto del todo, solo dos palabras. **Silencio** **Zona**
Luego el hombre no se escucha más, solo un grito horrible y luego algo parecido a una detonación.
Yo tiemblo, espero que no me encuentren, lucho por abrir mis ojos, por levantarme, por correr pero, nada.
>>Crack<<
**Ese sonido otra vez** pienso...
...****************...
Siento una respiración cerca de mi rostro, es cálido pero se que no es humano.
Está vivo eso también lo sé, pues huele a hierva fresca. Arrugó la nariz y me vuelvo un poco, pero el visitante no se amedrenta.
Carraspeó fuerte para ver si se aleja, pero sigue muy cerca. Abro un ojo y trató de enfocar sin mucho éxito, así que abro el otro, dejando que la luz del nuevo día los hiera suavemente.
Los cierro por instinto y vuelvo abrirlos, suspiró fuerte, levantándome hasta quedar medio sentada.
El invitado me mirá expectante, luego vuelve su atención a mi mochila, dónde guardo hojas de limón para cuando quiero té.
Sonrió mientras lo veo comer mis hojas de te.-¡Oye, ese no es tú almuerzo, son para que yo tomé té caliente en días como esté!.
-¡Shu!.-digo agitando mi mano, pero el sigue tranquilo.
-¿Acaso sabes que soy?¿No deberías salir corriendo con el más mínimo movimiento mío?.- el animal sigue calmado.
-¿Así que no te importa mi presencia eh?.- el me mirá por un segundo y vuelve a lo suyo, demostrando que no lo intimido.
-Ja.-bufo a modo de molesta indignación. -Pero mira que eres atrevido.- farfullo y el venado frente a mí, levanta un poco su cabeza, me mira sin girarse a mí.
Luego, vuelve la cabeza al lado contrario, sigue mascando, vuelve a verme y sigue con lo suyo.
-¡Te comeré!.- gritó amenazante. Él solo me mira por el rabillo de su ojo y se gira para emprender una muy lenta huida.
Sonrió por su osada actitud y suspiro, sé que se terminó mis hojas de limón. De lo contrario no sé habría marchado con tal tranquilidad.
Miró a mi alrededor, todo está suave, blanco y frío. La tormenta paró en algún punto de la noche, no sin antes dejarme sepultada bajo ella.
Me levanto con algo de pereza, me estiró a todo lo largo y ancho, un bostezo sale de mí. Cojo la botella dónde transportó agua, doy un par de tragos.
Ya está casi vacía así que debo buscar dónde llenarla nuevamente.-¡Agh!.
Gritó con fingido asco, pues sabía que eso pasaría.-¡Oye tú, la próxima vez no dejes tus babas!.
Sé que el animal no entiende lo que digo, y seguramente si lo hiciera, no le importaría. Lo único importante es que ha comido algo después de días.
Pues con toda esta nieve, no es fácil encontrar comida en estos días. Recojo mis pocas pertenencias y renuevo mi marcha.
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