Aeldria
Capitulo 1
El aroma de la sopa llenaba la pequeña cocina, un recuerdo vivo de ella, de nuestra madre. Mi padre, aunque no era un cocinero experto, se esforzaba en replicar su receta, añadiendo cada especia como si fuera un ritual para mantenerla con nosotros.
Kael
No sabe igual —dijo Kael con una sonrisa burlona, rompiendo el momento de nostalgia.
Lys
No tiene que saber igual, es la intención lo que importa —respondió Lys, siempre defendiendo a papá, aunque sus ojos brillaban con un dejo de tristeza.
Soren, como siempre, jugaba con el colgante de nuestra madre, en silencio, mientras yo trataba de grabar ese momento en mi memoria. Sabía, en el fondo, que no duraría.
Entonces, llegó.
Un sonido sordo, como un golpe masivo, resonó en el techo. Mi padre dejó su cuchara en la mesa y se puso de pie, sus ojos oscuros escaneando la habitación.
Marcus
Rhea —dijo, su voz firme y cargada de una urgencia que nunca antes había escuchado—. Ven aquí.
Lo seguí hasta la sala, donde sacó un pequeño espejo ovalado de un compartimento oculto bajo el viejo baúl. Era sencillo, pero un brillo azul danzaba en su superficie.
Marcus
Esto es lo único que los mantendrá vivos si todo falla. —Me lo puso en las manos con fuerza, sus ojos clavados en los míos—. Tómalo, guíalos y no lo uses hasta que no haya otra salida.
Rhea
Papá… —intenté protestar, pero el sonido de un rugido grotesco hizo que todo mi cuerpo se tensara.
Marcus
Corran al bosque. Vayan al lugar donde solían jugar con su madre. Rhea, encárgate de ellos.
No hubo tiempo para más palabras. Mi padre giró hacia la puerta, su figura erguida mientras sostenía un viejo rifle que había pertenecido a su padre.
El bosque nos recibió con la oscuridad y el frío.
Corríamos entre los árboles, las hojas secas crujían bajo nuestros pies, y el sonido de algo —no, alguien— siguiéndonos hacía que la piel se me erizara.
Rhea
—¡Al claro donde jugábamos! —grité, apretando el espejo contra mi pecho.
Sabía lo que debía hacer. Mis hermanos eran rápidos, pero no lo suficiente para escapar de lo que nos perseguía.
Rhea
Espérenme allí —ordené, deteniéndome en seco.
Kael
¿Qué estás haciendo? —preguntó Kael, frenando también.
Rhea
Los distraeré. —No dejé espacio para discutir
Rhea
Cuiden de Soren. Prometo que llegaré.
Antes de que pudieran decir algo más, giré y corrí hacia el peligro.
Las criaturas no tardaron en aparecer.
Primero, sus sombras enormes se proyectaron entre los árboles, y luego emergieron, moviéndose con una velocidad antinatural. Eran figuras grandes, casi del tamaño de un oso, pero humanoides en su postura. Su piel era pálida, casi translúcida bajo la luz de la luna, y sus ojos brillaban con un rojo intenso.
Sus dientes, largos y afilados, se asemejaban a los de un gato, diseñados para desgarrar carne, y su nariz grande se movía como si pudiera oler el miedo que emanaba de mí. Sus movimientos eran torpes pero veloces, y cada paso resonaba como un tambor en el bosque.
Rhea
Vamos, monstruos. ¿Es todo lo que tienen? —susurré, acelerando hasta sentir el viento cortando mi rostro.
Salté al primer árbol que encontré, mis pies impulsándome hacia las ramas más altas. Mi velocidad me permitía mantenerme fuera de su alcance, pero sabía que no podría distraerlos para siempre.
Los monstruos gruñían, saltando detrás de mí, sus garras desgarrando troncos y hojas mientras me seguían. Sentía sus respiraciones pesadas, el hedor de su aliento casi sofocante.
Sabía que debía llevarlos más lejos antes de volver con mis hermanos. Pero con cada salto, con cada respiración contenida, una sola pregunta martillaba mi mente: ¿habría suficiente tiempo?
Mis pulmones ardían. Cada respiración era un recordatorio de lo lejos que había corrido y lo cerca que estaban esas criaturas. Finalmente, vi el claro, iluminado tenuemente por la luna. Allí estaban ellos: Kael, Lys y Soren, con rostros llenos de preocupación.
Kael
Rhea! —gritó Kael, corriendo hacia mí cuando llegué, jadeando.
Lys
¿Estás bien? —preguntó Lys, sus manos encendiendo pequeñas llamas nerviosas mientras miraba detrás de mí.
Rhea
No hay tiempo para eso —dije, levantando una mano—. Nos encontraron… pero eso no es lo peor.
Soren
—¿Qué podría ser peor? —murmuró Soren, sus ojos mirando más allá de nosotros.
No hizo falta responder. Un rugido desgarrador llenó el aire, y del bosque emergieron más de esas criaturas. No una o dos, sino docenas. Y luego, al mirar más allá, vi que no se detenían.
Lys
¡Son cientos! —gritó Lys, retrocediendo mientras las criaturas comenzaban a rodearnos, sus ojos rojos brillando con hambre.
Kael
No hay salida, peleare—murmuró Kael, poniéndose delante de Soren, quien temblaba mientras sostenía el colgante de nuestra madre con fuerza.
Rhea
Sí la hay —dije, sacando el espejo del bolsillo de mi chaqueta.
Los tres me miraron, sus rostros reflejando una mezcla de esperanza y miedo.
Kael
¿Ese es el espejo? —preguntó Kael, su voz incrédula.
Rhea
Papá dijo que lo usáramos solo si no había otra opción. Pues bien, creo que esto califica como vida o muerte.
Lys
¿Y cómo funciona? —preguntó Lys, mientras las criaturas se acercaban lentamente, sus movimientos felinos acechándonos.
Rhea
No lo sé, pero lo averiguaremos ahora.
Apreté el espejo con fuerza y, sin dudar más, lo lancé al suelo. El cristal se hizo añicos, pero en lugar de romperse como un vidrio normal, un resplandor azul comenzó a emanar de las grietas.
El portal se abrió, un vórtice de luz giratoria que parecía tragar el aire a su alrededor.
Rhea
¡Tomen mis manos! —grité, extendiéndolas hacia ellos.
Kael
Esto no parece una buena idea —dijo Kael, pero igual me tomó de la mano. Lys y Soren hicieron lo mismo.
Las criaturas avanzaban rápidamente, sus garras golpeando el suelo y sus gruñidos llenando el aire.
Rhea
¡No mires atrás! —les ordené, sintiendo cómo el viento del portal nos jalaba.
Lys
Espero que esto no nos lleve al infierno… —murmuró Lys justo antes de que saltáramos juntos.
El portal nos envolvió, su luz cegadora reemplazando todo a nuestro alrededor. Sentí cómo la mano de Soren temblaba en la mía, y el agarre de Kael era tan fuerte que casi dolía.
Detrás de nosotros, las criaturas intentaron entrar, pero el portal comenzó a cerrarse, como si supiera que eran una amenaza.
Kael
¡Está funcionando! —exclamó Kael.
Rhea
¡Papá tenía razón! —grité, aunque mi corazón estaba dividido entre el alivio y el dolor de haberlo dejado atrás.
Finalmente, el portal se cerró, y el silencio nos envolvió. Pero no era el silencio del bosque, sino el de un lugar completamente desconocido.
¿Dónde habíamos llegado?
Lys
¿Estamos vivos? —preguntó Lys, soltando mi mano y mirando a su alrededor.
Rhea
Eso espero… —respondí, aún apretando el espejo roto en mi mano.
Kael se giró hacia mí, sus ojos oscuros llenos de preguntas.
Rhea
—Ahora sobrevivimos —dije, mi voz temblando un poco—. Y encontramos una manera de regresar por él.
El silencio fue interrumpido por un suave susurro. Venía de Soren, que estaba de pie, con los ojos cerrados, como si escuchara algo.
Rhea
¿Soren? —pregunté, tocándole el hombro.
Rhea
Abrió los ojos lentamente, su rostro pálido.
Un escalofrío recorrió mi espalda mientras miraba hacia la oscuridad que nos rodeaba. Habíamos escapado, sí, pero… ¿a dónde?
Capitulo 2
Un sonido agudo y ensordecedor llenó el aire, como una trompeta distorsionada, pero más mecánica. Saltamos todos, con el corazón a punto de explotar, buscando el origen de aquel ruido tan extraño.
Kael
¿Qué demonios fue eso? —preguntó Kael, poniéndose en posición defensiva, con las manos listas para desatar su energía.
Antes de que alguien pudiera responder, dos luces blancas nos cegaron, iluminando todo a nuestro alrededor.
Lys
¡Cuidado! —gritó Lys, empujándome justo cuando el objeto detrás de las luces se lanzó hacia nosotros.
Era enorme, con un brillo metálico, y avanzaba con un estruendo que hacía temblar el suelo. Al impactar contra una de las paredes que nos rodeaban, el eco del choque resonó, enviando polvo y escombros al aire.
Rhea
—¿Qué fue eso? —murmuré, levantándome del suelo mientras intentaba ver más allá de las luces.
Soren
Parece… una criatura gigante con ojos que brillan —dijo Soren, susurrando como si tuviera miedo de que nos escuchara.
Kael
No creo que sea una criatura —respondió Kael, avanzando un paso con cautela—. Es… algo más. Algo que nunca hemos visto.
Las luces comenzaron a parpadear, y poco a poco el objeto dejó de moverse. Al mirar más allá, noté que estábamos rodeados de algo aún más inquietante.
El lugar era un cementerio.
Las luces del objeto, que ahora parecían inertes, iluminaban un terreno lleno de lápidas y estatuas.
Algunas eran figuras humanas talladas en piedra, con expresiones solemnes, otras eran ángeles con alas desplegadas, sosteniendo inscripciones que parecían nombres
Lys
Esto… es un campo de muertos —dijo Lys, su voz apenas un susurro.
Soren
¿Pero dónde estamos? —preguntó Soren, mirando una de las estatuas como si pudiera responderle.
El aire era frío, y una neblina se alzaba entre las lápidas, envolviendo el lugar en un aura espectral. Las inscripciones en las piedras eran legibles, pero no entendíamos el idioma.
Kael
Rhea, esto no se siente seguro —dijo Kael, acercándose a mí—. No sabemos qué hay aquí.
Rhea
Lo sé, pero no podemos movernos hasta saber si esa cosa nos atacará de nuevo —respondí, señalando al objeto metálico.
El objeto metálico seguía soltando vapor y chispas mientras su puerta se abría con un chirrido pesado. De su interior salió un hombre, su rostro parcialmente oculto por la penumbra, pero sus ojos brillaban con una intensidad inquietante.
No hubo preguntas, ni dudas en su mirada.
Manu
Así que finalmente llegaron aquí —dijo, con una voz grave y segura, como si hubiera estado esperándonos todo este tiempo.
Nos congelamos. Ninguno de nosotros había pronunciado una palabra, pero él hablaba como si supiera exactamente quiénes éramos.
Rhea
¿Quién eres? —pregunté, dando un paso adelante, mientras sentía a mis hermanos tensarse detrás de mí.
Él no respondió de inmediato. En cambio, dio unos pasos hacia nosotros, su figura alta y oscura proyectando sombras entre las lápidas.
Manu
Sabía que eventualmente lo harían. Lo que no esperaba era que sobrevivieran tanto tiempo solos.
Kael
¿De qué estás hablando? —gruñó Kael, con las manos apretadas. La energía a su alrededor comenzaba a crujir, como un relámpago en formación.
El hombre levantó una mano, como si pudiera calmarlo con un gesto.
Manu
—Kael, no hay necesidad de eso. Sé lo que puedes hacer. Lo que todos ustedes pueden hacer.
Mi estómago se retorció. ¿Cómo sabía nuestros nombres? ¿Quién era este hombre?
Soren
No confíes en él, Rhea —susurró Soren detrás de mí, apretando los dientes. Sentí que estaba usando su don, intentando leer algo en la mente del extraño.
El hombre notó a Soren y sonrió levemente, como si pudiera sentir lo que hacía.
Manu
No obtendrás nada de mí, pequeño lector de mentes. No porque no quiera, sino porque tú aún no estás listo.
Soren se tambaleó hacia atrás, como si lo hubieran golpeado, y Lys lo sujetó antes de que cayera.
Lys
¿Qué le hiciste? —espetó Lys, las llamas en sus manos aumentando con su ira.
El hombre no parecía intimidado. Sus ojos viajaron de uno a otro, evaluándonos, como si estuviera buscando algo.
Manu
Ustedes tienen un largo camino por delante. Más de lo que creen. Pero este no es el lugar ni el momento para explicaciones.
Dio un paso atrás, señalando hacia el objeto metálico del que había salido.
Manu
Suban si quieren respuestas
Rhea
¿Y si no queremos? —dije, desafiándolo, aunque mi voz temblaba un poco.
Manu
Entonces no tendrán mucho tiempo para decidir —respondió, girándose hacia las sombras del cementerio—. Porque ellos están llegando.
Y allí estaban. En la distancia, vimos figuras emerger de la niebla, sus cuerpos enormes y retorcidos. Piel pálida que reflejaba la luz de las estatuas, dientes afilados que brillaban al abrirse y cerrarse con ansiedad, y narices largas que parecían olfatear el aire con voracidad.
Kael
Rhea… —murmuró Kael, con los ojos fijos en las criaturas.
Lys
¿Qué hacemos? —preguntó Lys, mientras las llamas en sus manos titilaban con inseguridad.
Tomé aire, intentando controlar el pánico que amenazaba con consumirnos. Las criaturas avanzaban, y el hombre, aunque extraño, no parecía una amenaza inmediata.
Rhea
Vamos con él —dije finalmente, tomando la mano de Soren para ayudarlo a levantarse.
Kael
Espero que no te equivoques —gruñó Kael, antes de seguirme.
El hombre no nos llevó al objeto en el cual él había venido como habíamos supuesto. En lugar de eso, sacó algo de su bolsillo: un pequeño objeto que brillaba débilmente en la penumbra. No era grande, pero tenía una forma curiosa, un espejo pequeño y recto, similar al que nuestro padre nos había dado.
Kael
¿Qué es eso? —preguntó Kael, manteniéndose alerta.
El hombre lo sostuvo en su mano, observándolo por un instante antes de mirarnos fijamente.
Manu
No hay tiempo para explicaciones —dijo con seriedad—. Tomarse de las manos. Ahora.
Nos quedamos mirándonos, dudando.
Lys
¿De qué estás hablando? —dijo Lys, su tono desafiante.
Pero las criaturas seguían avanzando en nuestra dirección, y un escalofrío recorrió mi espalda al ver sus ojos brillando en la neblina.
Manu
¡Rápido! —gritó el hombre, y sin más, extendió el brazo hacia nosotros.
A regañadientes, todos nos tomamos de las manos. Una extraña presión nos envolvió, como si el aire mismo se comprimiera alrededor de nosotros. Cerré los ojos, con la sensación de que el suelo desaparecía bajo mis pies. La misma sensación que había experimentado cuando usé el espejo la primera vez, pero esta vez fue más intensa, más desorientadora.
Un fuerte destello de luz me cegó, y una ráfaga de viento me hizo perder el equilibrio. El sonido de la tormenta a nuestro alrededor se intensificó, el viento golpeando nuestros rostros con fuerza. Al abrir los ojos, todo había cambiado.
Me miré alrededor, atónita. La belleza del paisaje era desconcertante. Todo era tan vivo, tan real, pero a la vez tan… ajeno. El mar, que nunca habíamos visto, se extendía ante nosotros, sus olas grandes y majestuosas, rompiendo con fuerza sobre la orilla.
Soren
¿Dónde estamos? —preguntó Soren, su voz quebrada por la confusión.
No sabía qué decir. Ni siquiera sabía cómo era posible que algo como esto existiera.
El hombre nos observó con una ligera sonrisa.
Manu
Bienvenidos a Florida, el punto de conexión entre los mundos.
Nunca habíamos oído hablar de un lugar como ese. Y, mientras observaba el vasto mar y el horizonte lejano, una sensación extraña de no pertenecer aquí me invadió. Este no era nuestro mundo, y estábamos lejos de casa
Capitulo 3
El silencio reinaba en aquella casa extraña. Mis ojos recorrían cada rincón mientras intentaba procesar todo lo que había pasado en tan solo unas horas. Todo era distinto. Nada tenía sentido.
Primero, las criaturas que nos habían perseguido hasta el portal. Luego, este hombre desconocido que nos llamaba sobrinos y parecía saber más sobre nosotros que nosotros mismos. Y ahora... esto.
La botella fría que tenía en las manos me resultaba fascinante. Nunca habíamos visto algo así en Aeldria. En nuestro mundo, las bebidas no necesitaban enfriarse. Pero aquí, todo parecía girar en torno a objetos extraños y tecnologías que no comprendíamos.
Miré a mis hermanos. Kael estaba sentado en una silla, observando con recelo al hombre que nos había traído hasta aquí. Lys no dejaba de mirar la botella como si pudiera encontrarle algún secreto oculto, y Soren, como siempre, estaba en su propio mundo, perdido en pensamientos que no compartía con nadie.
El hombre, que hasta ahora no nos había dado su nombre, se apoyó en la mesa y nos observó con una media sonrisa. Parecía divertirse viendo nuestras reacciones.
Manu
Van a tener que acostumbrarse a esto —dijo, rompiendo el silencio
Manu
Bienvenidos a la Tierra.
Tierra.
Esa palabra resonó en mi cabeza como un eco lejano. Mamá nos había hablado de la existencia de otros mundos. Historias que nos contaba antes de dormir. Pero nunca pensé que fueran reales.
Me obligué a levantar la vista y mirarlo directamente a los ojos.
Rhea
¿Qué quieres decir con que "vamos a tener que acostumbrarnos"?
—pregunté, mi voz firme, aunque sentía que el corazón me latía con fuerza.
El hombre se reclinó en la silla, cruzando los brazos.
Manu
Van a vivir aquí por un tiempo. Este será su nuevo hogar.
¿Hogar?
Mis hermanos se tensaron al escuchar esa palabra. Kael fue él primero en reaccionar.
Kael
¿De qué hablas? —preguntó, su tono cargado de desconfianza.
Kael
No podemos quedarnos aquí. Tenemos que regresar a Aeldria.
El hombre negó con la cabeza lentamente.
Manu
No hay nada a lo que puedan regresar.
Sus palabras cayeron como un balde de agua fría.
Rhea
¿Qué... qué quieres decir? —mi voz tembló por primera vez.
Manu
El portal que usaron se cerró. No hay forma de volver... por ahora.
Mi respiración se aceleró. No hay forma de volver. Las palabras resonaban una y otra vez en mi cabeza.
Lys
Pero... ¿por qué? -preguntó Lys, su tono más suave de lo habitual.
Manu
No es seguro para ustedes en Aeldria. Las mismas criaturas que los atacaron los buscarán sin descanso. Aquí están a salvo. Nadie sabe que están en este mundo, y así debe seguir siendo.
Kael
¿Y por cuánto tiempo? —insistió.
El hombre hizo una pausa antes de responder.
Manu
Hasta que sea seguro.
El silencio volvió a llenarse de preguntas sin respuesta. Nadie quería aceptar lo que estaba escuchando, pero no podíamos ignorar la realidad.
Manu
Van a necesitar identidades nuevas—continuó el hombre.
Manu
Aquí, no son Rhea, Kael, Lys y Soren. Tendrán nombres humanos. Documentos falsos. Irán a la escuela. Harán sus vidas como si siempre hubieran vivido aquí.
Soren
¿Y qué pasa con nuestra misión? —preguntó Soren, hablando por primera vez desde que llegamos.
El hombre lo miró con seriedad.
Manu
Eso no ha cambiado. Pero para cumplirla, primero necesitan adaptarse a este mundo. Ser invisibles.
Invisibles.
Esa palabra se quedó grabada en mi mente. Seríamos fantasmas en un mundo que no era el nuestro. ¿Cómo iba a lograr eso?
Me levanté de la silla y caminé hacia una ventana. Afuera, el sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de un color naranja intenso.
¿Era este nuestro destino?
Detrás de mí, escuché cómo el hombre se levantaba también.
Manu
Mañana comenzaremos con los trámites para sus nuevas identidades. Por ahora, descansen. Esta será su casa.
Rhea
¿Y quién eres tú, realmente?—pregunté, mi voz cargada de sospecha.
El hombre sonrió, pero solo me respondió.
Manu
Soy Manu, pero eso no importa por ahora. Lo que importa es que están a salvo.
Caminó hacia la puerta, pero antes de salir, se detuvo y nos miró de nuevo.
Manu
Ah, por cierto... —dijo, con una leve sonrisa—. Nuevamente, bienvenido a Florida.
Florida.
Mientras el hombre salía, un ruido llamó mi atención.
Gruff, gruff.
Me giré lentamente hacia el rincón de la habitación. Había una criatura allí, sentada, observándonos con curiosidad.
Rhea
¿Qué es eso? —pregunté, frunciendo el ceño.
Manu se detuvo en la puerta y se volvió para mirarnos, con una sonrisa divertida.
Manu
¿Nunca han visto un perro?
Manu chasqueó la lengua y se acercó lentamente al animal.
Manu
Un perro. Es un animal doméstico. Fiel, inteligente... y muy bueno para detectar cuando alguien miente.
El perro movió la cola y se acercó a Soren, que se agachó para acariciarlo.
Soren
Es suave... —murmuró, sorprendido.
Lys se acercó también, mirando al animal con fascinación.
Lys
¿Y qué hace? —preguntó.
Manu se encogió de hombros.
Manu
Cuida, acompaña... y a veces, simplemente está ahí para recordarte que nunca estás solo.
El perro se acercó a mí, y, tras un instante de duda, me agaché para acariciarlo. Era extraño, pero su presencia me transmitía una especie de calma.
Rhea
Tendremos que acostumbrarnos a muchas cosas —dije en voz baja.
Kael asintió, aunque su mirada seguía cargada de desconfianza.
Rhea
Pero nunca olvidaremos quiénes somos.
Manu sonrió de nuevo desde la puerta.
Manu
Por supuesto que no... Pero, mientras tanto, es mejor que disfruten de este mundo. Podría sorprenderlos.
Cayó la noche, y con ella, un silencio inquietante se apoderó de la casa. Estábamos dispersos, cada uno intentando asimilar lo que significaba estar en un mundo que no era el nuestro. Pero el sonido del timbre 🛎️ rompió esa calma de golpe.
El repiqueteo metálico reverberó por las paredes como un eco siniestro. Mis ojos se cruzaron con los de Lys y Soren, ambos tensos. No esperábamos visitas. Según nuestro tío, nadie debía saber que estábamos aquí.
Lys
¿Quién demonios será a esta hora? —murmuró Lys, levantándose de un salto.
Manu corrió hacia las cámaras de seguridad y su expresión se tornó sombría al ver la pantalla.
Manu
Tenemos compañía —anunció, su voz tensa.
Kael no esperó más. Se lanzó hacia la puerta principal como un vendaval.
Manu
¡Kael, espera! —gritó Manu, pero fue inútil.
Manu intentó detenerlo, pero Kael ya había salido.
Manu
¡Por los dioses! —exclamó Manu, desesperado—. ¡Si un humano ve esto, será un desastre!
Con un movimiento rápido, Kael extendió su mano y una corriente eléctrica chisporroteó en el aire, envolviendo la puerta en un destello azul antes de hacerla pedazos. La madera voló en todas direcciones, dejando un marco destrozado.
Frente a la entrada, un hombre de aspecto severo esperaba. Vestía ropa oscura y cargaba un arma que jamás había visto antes. Una serie de luces parpadeaban en el costado del dispositivo, emitiendo un extraño bip-bip-bip que parecía medir cada movimiento de Kael.
El hombre no dudó. Levantó su arma y la apuntó directamente hacia nosotros.
¡PAM!
El sonido fue seco y potente, como un latido metálico que se rompía en el aire. El proyectil salió disparado con un silbido agudo, cortando el viento con precisión mortal.
Mi corazón latía con fuerza. El mundo pareció ralentizarse por un instante.
Sin pensar, cerré los ojos y dejé que mi poder fluyera.
Todo comenzó a retroceder.
El sonido del disparo se desvaneció como un eco lejano.
Las astillas de madera de la puerta destrozada volaron hacia atrás, encajándose de nuevo en su lugar como si nunca hubieran salido despedidas.
Kael retrocedió, su movimiento deshaciéndose como una cinta rebobinada. Sus pies tocaron de nuevo el suelo, y la electricidad que había lanzado se desintegró en el aire, como un relámpago en retroceso.
Las luces del arma del hombre volvieron a apagarse. El disparo nunca sucedió.
Cinco segundos atrás.
Abrí los ojos y, con un parpadeo rápido, me encontré de nuevo frente a las cámaras.
Sin pensarlo, utilicé mi velocidad para detener a Kael antes de que pudiera salir. Lo sujeté del brazo con fuerza, bloqueando su impulso.
Rhea
¡Detente! —le dije, jadeando.
Kael se giró hacia mí, confundido.
Lys se acercó lentamente, sus ojos abiertos como platos.
Lys
¿Acabas de… retroceder el tiempo?
Manu nos miró con incredulidad.
Manu
¿Lo hiciste? —preguntó, incrédulo.
Las palabras apenas salieron de mi boca antes de que todo comenzara a desvanecerse a mi alrededor. Mi visión se tornó borrosa, las voces se transformaron en murmullos distantes, y mis piernas dejaron de sostenerme.
Mis ojos se cerraron por completo mientras mi cuerpo caía al suelo, sumido en un agotamiento absoluto.
Lo último que escuché fue el eco lejano de las voces de mis hermanos llamándome desesperados.
Y luego, oscuridad.
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