La vida es rara, prepara cosas que nadie se espera.
—¿Por qué mi mejilla está caliente...? ¿Por qué escucho murmullos?
—¿Cómo te atreves a desobedecer mi pedido? —gritó una voz, y de pronto, un golpe me dio directo en la mejilla.
Frente a mí, una chica de cabello rojo ondulado, labios pintados del mismo tono y un lunar bajo el labio, vestía un vestido inflado, blanco con brillos, que era la envidia de toda la corte.
Las sirvientas la miraban sorprendidas, sin entender nada. Me toqué la mejilla, adolorida, sin saber qué había pasado.
—Así hay que tratar a esta gente —rió fuerte la mujer.
Pero en ese instante, algo rojo cayó sobre su cabeza. Tocó su cabello con cuidado y gritó:
—¿Qué es esto...? ¡MI VESTIDO!
Levantó la vista. Encima de ella, en el balcón, había un chico de cabello castaño y ojos fríos, con una botella vacía en la mano. Gotas de vino rojo caían directamente sobre su vestido blanco, confeccionado a medida. Los brillos, que en realidad eran perlas verdaderas, se teñían de rojo mientras las sirvientas corrían a buscar ayuda.
La chica —recién reencarnada— no entendía nada. El lugar era sombrío, no parecía moderno. Todo tenía un aire antiguo. Con sus pocas fuerzas, se escondió en un salón. Allí, frente a un espejo, se tocó el rostro con confusión. Su voz temblorosa apenas salió:
—¿Qué...? ¿Qué pasa...? ¿Qué...?
Sorprendida, sus manos temblaban, sudaban. Apenas podía mantenerse en pie.
—Estoy... ¿de nuevo con vida?
Narración de la chica:
Solo recuerdo que caí del escenario, rodeada de las peores personas del mundo. Esos malditos me acosaron hasta el final. Todo se volvió oscuro… hasta que una luz apareció y me ofreció una oportunidad. ¿Una oportunidad para ser feliz...?
Los pasos de alguien se escuchaban cada vez más cerca. La sombra de una persona se asomó. Tenía el cabello marrón, ojos avellana y llevaba un uniforme de sirvienta. Era una mujer mayor.
—¡¿Celena?! —llamó con voz madura—. ¿Dónde te metiste, muchacha? —dijo, enojada.
La chica no entendía nada. Solo quería saber qué estaba pasando. Se preguntaba:
"¿Quién es Celena...? ¿Seré yo?"
Una mano se posó sobre su hombro.
—¡Aquí estás, niña! —la mujer la tomó con fuerza—. ¿Quién te crees que eres para no contestar a la señorita Elisabet? ¡Pon tus manos!
Todo pasó muy rápido. La mujer le jaló las manos. En un instante, estaban en otro lugar. Allí, la mujer usó una vara para golpearle las palmas con fuerza.
—A ver si aprendes —dijo con firmeza—. No se te olvide que tú eres una simple sirvienta. Sabes bien, Celena, que esto es por tu bien.
La chica se levantó, triste. Caminó por los pasillos del castillo, oscuros y fríos. Solo había luz en la fiesta. Lo único que se escuchaba eran sus zapatos de charol resonando, paso a paso.
—Genial… —susurró mientras caían sus lágrimas—. Estoy en otra vida, y también me tratan como basura. ¿Qué hice de malo? ¿Dónde estoy?
Mientras miraba sus manos y se tocaba el rostro, una mano apareció en la oscuridad y se posó sobre su hombro. Con un sobresalto, ella despertó.
—Veo que, aparte de insolente, eres una tonta —dijo una voz masculina.
"Esa voz... esa forma de hablar... No me digas que Yohan está aquí..." —pensó con esperanza.
Levantó la cabeza rápidamente... pero no. Era otro.
Alto, de cabello blanco, rostro pálido, ojos verdes y labios normales. Su ropa parecía la de un conde o un duque... no, incluso de un príncipe.
Él extendió la mano con una sonrisa amable.
—Perdón, señorita. Creí que eras alguien más. No quería asustarte. Pero tus manos se ven muy hinchadas. ¿Qué pasó?
—Una vieja loca vino y me dijo que desobedecí a la señorita Elisabet... ¿Quién conoce a esa? —suspiró—. Aún no entiendo bien qué significa “aprender mi lugar”.
El chico rió de lado y le acarició la cabeza, sonriendo ampliamente.
—Es bueno que aprendas de tus errores. Pero te sugiero que no hables así delante de Dylan Winter —hizo una reverencia—. Por cierto, soy Harry Sunflower.
—¿Dylan Winter...? —repitió pensativa—. Me suena ese nombre… Lo escuché en algún lado —susurró.
Harry soltó una risa fuerte. Celena lo miró, confundida.
—¿Dylan Winter es tu jefe y no sabes quién es? ¡Eso te da una ventaja! Él es el duque de todo esto, conocido como el terror de la nación —dijo con una sonrisa enorme—. Pero yo soy su amigo, y sé que no es tan malo. Por cierto… ¿cómo te llamas?
—Yo... —se señaló a sí misma—. Como dijo la vieja… creo que me llamo Celena —respondió, algo distraída.
—Te sugiero que dejes de decir “vieja”, Celena. Ella es una mujer muy honrada. Se llama Ana, y cuida de las criadas. —Harry miró la hora—. Creo que debo irme. Hasta luego, Celena...
Con paso firme, se fue alejando poco a poco, y su silueta se perdió en la inmensa oscuridad.
—¡Hey, tú, niña tonta! —una voz la interrumpió, y le arrojó un trapo mojado en la cara—. ¡Te lo mereces! Mi señora fue humillada por ti. Ese trapo tiene el vino que le tiraron.
—¿Me importa...? —respondió, furiosa—. Si tu señora es una idiota, no me interesa. Y toma tu trapo. ¡Tú solo eres un perro faldero de ella!
La sirvienta de Elisabet quedó callada, llena de rabia. Apretaba los dientes y se le marcaban las venas del cuello, mientras Celena simplemente se alejaba.
Unos ruidos de aplausos callaron a todas las sirvientas.
—Bueno, chicas. ¡Hoy toca! Alguien tiene que ir a la recámara del duque —dijo la señora Ana.
Todas estaban nerviosas. Nadie quería ir a ese lugar. Se decía que el duque era un hombre que llevaba muchas mujeres a su habitación.
—Saben bien que es su deber —dijo Ana, seria—. El joven no puede ser descubierto como un hombre que se aprovecha de las mujeres.
Mientras discutían, Celena —que había reencarnado hacía apenas unas horas— tenía mucha hambre. Pero una chica levantó la mano con una sonrisa maliciosa.
—¿Por qué no va Celena? Es nueva, tiene que aprender. Hace una semana que vino y ya tiene privilegios, ¿o qué? —rió de lado.
—Tienes razón, Sabrina. Bien, Celena, te toca a ti —ordenó Ana—. Ve al cuarto del duque y saca a la mujer que esté con él.
Celena se levantó con fuerza. Tiró el pan, incluso la sopa, sin querer.
—¡¿QUE YO QUÉ?! ¿¡QUIEREN QUE SAQUE A UNA MUJER DEL CUARTO DE UN HOMBRE!? —gritó, escandalizada.
—¡CELENA! —bramó Ana, enojada—. Sé que tienes solo veinte años, pero debes entender que ya no eres una noble. Eres una sirvienta. Harás lo que yo diga. ¡Ve ahora!
—No lo puedo creer... Qué asco. Odio a esos hombres que traen y llevan mujeres. Espero no ver cosas indebidas...
Celena caminaba por el pasillo, buscando la habitación del duque. Al encontrarla, abrió la puerta.
No había nadie… solo oscuridad. Una ventana gigante, un escritorio elegante, y una cama que costaba un dineral.
Cerró los ojos y exclamó:
—¿Hay alguien...? No veo nada... —estiró la mano y tocó algo—. Señorita, debe salir del cuarto del duque.
Una mano, más grande que la suya, tomó la suya. Una voz masculina, profunda, respondió:
—Yo no soy una señorita. Lo que estás tocando… es mi pecho.
—¿Qué...? —abrió los ojos—. ¡U-usted es un hombre! Me dijeron que tenía que sacar a una mujer, no a un hombre.
—¿Será que el duque tira para otro lado…? ¿Se permite esto en la nobleza o la realeza...? Mmm...
—¿Qué tanto piensas, tonta? —se levantó de la cama y la tomó de la muñeca. La empujó contra la pared—. ¿No te enseñaron a tocar con respeto a tu patrón?
—¡Suélteme! A mí me obligaron. ¿Usted cree que me importa su vida? ¡Usted y mi jefe pueden hacer lo que quieran! ¡A mí no me interesa! Si tira para otra cosa, yo solo hago mi trabajo.
—Espera… —dijo, confundido—. ¿Tú crees que el duque es…? —guardó silencio, impactado.
—Y sí. Me dijeron “ve y saca a una mujer”, y te veo a ti… un hombre. —Sonrió—. Perdón por ser maleducada. Creo que es un hombre muy bello. Seguro debe tener muchas chicas… Lástima que usted sale con el duque.
El chico soltó una carcajada y la soltó.
—Sabes, me agradas. Te perdono esta vez —dijo, serio—. Vete. Hoy no durmió nadie en mi habitación.
Salí del cuarto.
—Qué chico tan lindo... espera... ¡¿MI HABITACIÓN?!
—No me digas que... El chico con el que hablé era… ¡el duque Dylan Winter! —me dejé caer sentada—. Ya firmé mi sentencia.
🌸Curiosidades🌸
Celena en su otra vida se llama Hana
Era conocida por ser la Nerd Pero una chica muy ruda
Así que era el duque... Pero bueno, toca ahora una gran búsqueda. Miraba todas las puertas, sin darme cuenta choqué con una chica.
—¿Estás bien? —sonrió—. Te veo algo perdida... Tú eres Celena Fall, ¿verdad? Mucho gusto, soy Olivia Forest. Soy parte de las damas de compañía de la gran duquesa.
—Mucho gusto —extendí mi mano—. Eres la primera persona que es amable conmigo. Hoy fue un día de locos —suspiré.
—Vi que la señorita Elisabet te golpeó muy duro —puso su mano en mi hombro—. ¿Sabes? Elisabet Swonflake es la peor. Solo se cree especial por ser la prometida del duque Winter.
—¿Así que ella es la prometida del duque? ¿Cómo tomará la situación de que el duque tiene muchas mujeres por las noches? —pregunté. Olivia se sorprendió.
—¿Cómo que mujeres...? —curiosa—. El joven maestro es un hombre honrado... Celena, dime algo, ¿el joven maestro mete señoritas a su cuarto?
—No sé. Yo vine hace una semana —pensé—. Si supiera que volví a la vida hace solo siete horas... —reí nerviosa—. Solo sé que hoy me mandaron a su cuarto a sacar mujeres. Pero solo estaba el duque.
Olivia se levantó, me miró fijamente, agarró mis manos y me observó con sus ojos azules. Tenía el cabello rojo, la cara llena de pecas. Era muy bonita de cerca.
—Celena, gracias por decirme esto. La duquesa estará agradecida por la información —me dio algo—. Toma, un chocolate. Es muy exclusivo aquí.
¿Aquí un chocolate es exclusivo? No puede ser. Yo los comía todos los días... bueno, cuando mi madrastra y sus hijastros no me acosaban.
Las luces de las sirvientas se iban apagando y yo seguía buscando, pero una mano me asustó.
—Señorita Fall, ya son las 4:00. Debe dormir. Mañana tendrá mucho trabajo —dijo firme la señora Ana—. ¿Acaso su nuevo cuarto no es de su agrado? ¿Cómo el de su antigua casa?
—¿Mi antigua casa...? —miré el piso—. Ese basurero... era una porquería. Solo era un sótano con olor a mierda.
—Señorita Fall, su lenguaje es vulgar —dijo enojada—. Espero que deje la rebeldía y se adapte, porque esta es su casa. Su cuarto está en el pasillo a la izquierda.
Me fui sin decir más. Ana me miró triste.
—Pobre niña... ¿Será que padeció cosas con la familia Fall? ¿O está triste porque es la única Fall que queda...? —tomó su té.
Abrí la puerta. No podía creerlo: mi habitación era tan bonita. Grande, con una ventana, mi cama bien tendida. Nunca en mi vida tuve este privilegio. En mi otra vida, era húmeda, mis cosas estaban en bolsas, mi cama solo era un colchón viejo y mis cobertores eran remendados.
—Ah, qué cansancio... —me tiré en la cama—. Así que me llamo Celena Fall... "otoño" en inglés... —mis ojos se cerraban—. ¿Seré feliz?
Me quedé dormida. Una voz me hablaba... era esa luz que me dio la oportunidad.
—Oye, Hana... —dijo una voz femenina.
—¿Usted es la que me dio la oportunidad? ¿Pero dónde me metió? ¿Por qué hay duques, sirvientas...? —pregunté curiosa.
—Digamos que es un mundo que tú sí conoces —dijo—. ¿No te acuerdas de este lugar?
—La verdad, señorita, no... Pero los nombres me suenan... ¡—exclamé—! ¡No me digas que estoy en la novela El corazón del príncipe del hielo! —sorprendida.
—Correcto, señorita Hana. Pero tendrás que pelear y ganar para ser feliz —dijo.
—¿Pelear para ser feliz? —pregunté.
—Resulta que la persona que más odias también era fan de esta historia. Ella es el personaje principal.
—¡¿Qué?! ¡¿Esa idiota es la protagonista?! —reclamé—. ¡Y yo una simple sirvienta!
Tenía rabia. ¿Por qué esa gente siempre tiene suerte y yo no? Ellos tenían toda la atención de mi padre en casa. Yo solo tenía mis libros.
—Pero no eres una simple sirvienta —dijo la voz—. Eres un personaje que no tiene nada escrito. Tú puedes ser lo que tú quieras.
—¿Estás diciendo que soy ese personaje que puede crear su propia historia? —sorprendida.
El sueño terminó. Me desperté decidida a cambiar esta historia. Primero, hacer buena letra con la duquesa.
—Bien, hoy va a ser otro día —me vi en el espejo—. Espero que el duque Winter me perdone por decirle... gay.
Busqué algunas cosas, me puse el uniforme. Había un alajero. Lo abrí y había un montón de joyas. Celena sí que eras un personaje secundario muy especial.
Salí con confianza y todos murmuraban.
—¿Por qué no tiene sus joyas...? —susurraban.
—No sé... ella siempre presume esas cosas —me miraban pasar.
Iba feliz, pero choqué con la señora Ana. Tenía una canasta de ropa sucia y me la puso en las manos.
—¿Qué es esto...? —pregunté con el cesto alto.
—Es tu castigo por lo que pasó con la señorita Elisabet. ¿Crees que te vas a salvar? Lava todo esto en el río que está al fondo del castillo —dijo y se fue.
¿En serio? Esto es de novatos. Mi familia tenía una tintorería. ¿Quién creen que hacía todo? Yo.
Lavé la ropa. Era muy linda. ¿Es seda importada...? Olía bien. ¿Será del duque Winter? Escuché una risa mientras lavaba.
—Veo que te tocó a ti lavar mi ropa —bajó del caballo y caminó hacia mí.
—Oh, joven señor Dylan Winter —me levanté.
—¿Joven Dylan Winter? —rió fuerte—. Anoche era el amante del duque.
—Eso... perdón, no me di cuenta. Es que... digamos que —rasqué mi cabeza nerviosa— yo antes era aficionada a cierta historia.
—¿Historia? —curioso—. Ah, cierto, tú antes eras una noble Fall, ¿verdad?
El chico se acercó más. Me arrinconó contra un árbol del bosque.
—¿Y qué clase de historia era para que pienses así...? —dijo susurrando en mi oído—. ¿Podrías contármela esta noche?
—¿En la noche...? —pensé—. ¿Será que le puedo contar? —sonreí—. Bien, iré a contarle.
—¿En serio vendrás...? —sorprendido—. Bien, te espero. A las 22:00. Creo que me tengo que ir. Adiós.
El duque se subió a su caballo y se fue. Yo me quedé mirando.
No puede ser... ¿al duque le gusta el yaoi...? —sonreí con maldad.
Lavé, sequé, planché. Fue divertido. No entiendo por qué me miran como si estuviera haciendo algo loco. Hasta Ana quedó sin palabras.
—Cierto, tengo que ir a la habitación del duque —miré la hora.
—¡¿Escuché que tienes que ir a la habitación del duque?! —sorprendida.
—Sí... él me dijo. Le dije que sí —pensé—. ¿Hice mal? —la chica quedó sorprendida—. ¿Está mal?
—No sabes... el duque es muy frío. No quiere a nadie desde la maldición —dijo—. Celena, ten cuidado.
—No pasa nada... Por cierto, ¿cómo te llamas? —la chica se puso tímida.
—Soy Lumi. Tengo 16 años. Vivo aquí desde los 5 años —dijo—. Y es la primera vez que te veo.
—Así me llamo Celena Fall. Vine hace una semana —sonreí.
Llegó la hora. Fui al cuarto del duque. Abrí la puerta. Él estaba allí, alto, con una bata.
—¡¿En serio viniste?! —sorprendido. Me senté en la cama.
—Claro. Usted dijo que quería escuchar lo que yo leía —sonreí—. ¿Sabe? Nunca tuve a alguien que le interesara esto.
—¿No me digas que vas a contar...? —curioso.
—Sí. Pero igual, no solo cosas raras leía. Me gusta mucho la fantasía. Hasta inventaba las mías —sonreí.
—¿Tú inventas historias? —se puso curioso como un perrito.
—Sí, yo hago historias. Si quiere, le cuento una —firme.
Bien, duque... caíste en mi trampa. Yo sé que tú no puedes dormir después de la maldición...
✨Curiosidad Dylan✨
Tiene una maldición que duele en la noche y no le deja dormir
Celena se sentó en la cama del duque. Lo miró fijamente, mientras él la observaba con impaciencia.
—¿Vas a empezar a contar la historia o no? —dijo el duque, curioso e impaciente—. Mira que si no me haces dormir, tu cabeza ya no estará en ese cuerpo que tienes.
—¿¡Qué!? —se asustó Celena—. Señor, firme... Sé que esta historia lo hará dormir.
Suspiró y comenzó:
—Esta historia empieza en un bosque. Había una pequeña conejita que vivía en una madriguera llena de hermanos. Imagínese... los conejos tienen miles de hijos. Un día, la conejita salió al bosque y se dio cuenta de que el bosque era un gran patio. Allí había una mansión. En ella vivía un gato, como el hijo de la reina. Él era dueño de todo.
—¿Así que hijo? —interrumpió el duque—. Me gusta. ¿Y por qué la reina tenía una mascota como hijo?
—Porque... —pensó— la reina detestaba a los niños. Aparte, su gato era especial, era mágico. —movió sus manos teatralmente—. Un tanuki, eso creía ella.
—¿Tanuki? ¿Qué es eso...? —bostezó el duque, cerrando los ojos—. Sabes, tu historia es...
Se quedó dormido. Celena lo miró en silencio.
—Señor Winter —lo llamó en voz baja—. Sabía que te ibas a dormir.
No podía creerlo. Estaba al lado de Dylan Winter. Su rostro era perfecto, como porcelana. Nariz fina, piel impecable. Solo que era tan arrogante... Pero había algo en él que la hacía querer tocar su cara. Se acercó poco a poco, y su dedo iba a rozar su mejilla cuando la puerta se abrió de golpe.
—¡SEÑORITA! ¡CELENA! ¿QUÉ VA A HACER? —gritó sorprendida una voz.
—¡Yo nada! —dijo Celena, alejando su mano—. Estoy aquí porque el duque me llamó.
Una mujer elegante entró. Era hermosa, con el cabello recogido alto, joyas y un vestido que dejaba ver sus hombros. Al ver a su hijo acostado, corrió hacia él, asustada.
—¡MI HIJO! —tocó su cara—. ¡Hijo, despierta! ¿Qué le hiciste? —miró a Celena, furiosa.
Entraron los guardias y la sujetaron con fuerza. El doctor llegó pronto.
—Duquesa... es un milagro —dijo sorprendido—. El joven duque está durmiendo.
—¿Cómo que duerme? ¡Él no duerme desde la guerra, desde que fue maldito!
—Soy Lupin, doctor y mago de la Torre de Nieve —dijo el hombre, feliz—. ¿Cómo hiciste para que el joven duque durmiera?
—Yo... no hice nada. Solo le conté una historia. Él me citó, lo juro —dijo tímida.
La duquesa despidió a todos. Se quedó sola con Celena y Olivia. Entonces, con voz quebrada, le tomó la mano.
—Gracias, jovencita. Si no fuera por ti, mi hijo no habría descansado. Él no duerme desde los quince años. Probó todo, incluso venenos que lo dañaban... —lloró.
—No hay problema, señora... —pensó Celena—. Aunque no sabía que pasaría esto. ¿Será que tengo un poder especial?
La duquesa se puso seria:
—Que sea la última vez que vienes aquí. Él está comprometido. Es mala educación que una sirvienta esté en la habitación del duque. Gracias... pero debes irte.
Celena salió. Todo el ambiente era raro, todos murmuraban. Nunca fue el centro de atención, su padre solo amaba a su hermanastro y su media hermana.
—¿Señorita Celena? —preguntó Lumi, sorprendida—. ¿Es cierto que hizo dormir al joven duque?
—Algo así, pequeña Lumi. No creo que sea gran hazaña, solo conté una historia.
La niña se acercó y le susurró:
—Hay un rumor... dicen que el duque hizo desaparecer a su esposa. Que está loco por eso, y tiene una maldición.
—¿El duque estaba casado...? ¿No estaba comprometido? —preguntó Celena.
—Se casó joven, con la princesa Flowers. Pero ella desapareció. Ahora está comprometido por decisión de su tío abuelo.
Celena pensó en lo complejo del personaje principal. Lástima que Anabela fuera la protagonista...
Al día siguiente, Dylan abrió los ojos.
—¿Qué pasó...? Ese rábano me estaba contando una historia y... me dormí. Hace mucho no sentía esto.
Fue a bañarse. Mientras lo hacía, Celena entró con sábanas limpias.
—Joven duque, vine a—. ¿Se habrá ido? No escuché su caballo...
Comenzó a limpiar. Tropezó al girar, y casi cae, pero unas manos la sujetaron. Cuando abrió los ojos, estaba sobre la cama, y el duque la miraba fijamente.
—Rábano, tú otra vez —sonrió él—. Pareces un rábano.
Ella se sonrojó. Su corazón latía rápido. Entonces vio que él estaba en bata, sin camisa.
—¡NO PUEDE SER! —gritó, golpeando su frente con la de él—. ¡Ay, duele!
—¿Crees que a mí no me dolió, bruta? —se quejó—. ¡Qué insolencia! Soy el duque, y tú vienes como si nada, me seduces y me golpeas.
—¡¿YO?! ¡¿SEDUCIR?! —exclamó ella—. ¡Yo enamorada del duque Dylan! Apenas llevo dos semanas aquí. ¡Ni lo conozco!
El duque la arrinconó y le habló al oído.
—¿No te gusta que un hombre te hable así...? —susurró—. ¿Quieres ser mi amante? Vamos, será divertido.
—¡¿QUIÉN SE CREE ESTE IDIOTA?! —pensó Celena—. ¡Por eso era el peor personaje! ¡Un maldito mujeriego!
—No me das asco... —dijo seria—. Pero yo no quiero ser tu amante. Estoy aquí para trabajar, no para andar con un niño que ni sabe lavar su calzón.
Se zafó y salió furiosa.
—Yo solo quiero sobrevivir. Hacer que Alan sufra. Que esa maldita Anabela pague. ¡Yo VOY a sobrevivir!
—Celena... —dijo Lumi, preocupada—. La duquesa te manda a llamar.
—¿Por qué a mí...? —preguntó. Luego sonrió—. No te preocupes, Lumi. Si quiere hacerme algo, acuso al duque de mujeriego.
Fue decidida. La duquesa estaba seria. Dylan con la cabeza baja.
—Olivia me contó que dijiste que te enviaron a buscar una mujer del cuarto del duque —dijo firme.
—Sí, en mi primer día. ¿Por qué me mandó a llamar?
—Olivia vio que mi hijo te estaba molestando. Quiero pedirte perdón... y un favor.
La mujer se acercó.
—Sé que eres una Fall. Tu familia tuvo alto rango antes del exilio y las traiciones. Si ayudas a mi hijo a cumplir con sus deberes y a descansar, te recomendaré para que seas libre.
¿Libre? Era su sueño. Vivir tranquila, quizá casarse con alguien bueno...
—Está bien. Acepto cuidar al duque —sonrió.
—Bien. A partir de hoy, Dylan, ella te ayudará en todo. Cumplirás tus deberes como duque... y como prometido.
🌻Dato de la historia🌻
Dylan se casó con una princesa muy joven Pero misteriosa mente ella desaparecido cuando volvió de la guerra su Tío abuelo lo comprometió con Elisabet por minas de carbón.
🌸dato de hana🌸
Alan es su hermanastro y Anabela es su media hermana
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