Anthousai
Cuando tan solo era una jovencita sin experiencias en la vida, me enamoré de un hombre, hombre el cual me pretendía. Yo estaba ciegamente enamorada de él, que le confesé mis secretos, le confesé sobre mis dones, pero él solo me usó. Una vez que sabía de lo que yo poseía, me hacía hacer cosas por él, estafar, robar sin que los demás se den cuenta. Me prometió que pediría mi mano a mi familia, y yo muy tonta le creí. Hacía todo lo que él quería, me entregué en cuerpo y alma. Una vez él me pidió que matase a un hombre, él cual poseía grandes riquezas, me dijo que era el último crimen que cometería. Yo no quería hacerlo, pero me obligó, me dijo que, si no lo hacía, me dé deshonraría delante de todos, así que lo hice, lo asesine, pero la naturaleza no jugó a mi favor esa vez. La naturaleza me castigó, me quito lo más apreciado para mí… mi belleza. Yo estaba asustada al verme en un espejo, así que me cubrí y corrí a los brazos del único hombre que amaba y que me amaba a mí, o eso yo creía. Cuando llegué, lo vi rozando sus labios con otra. Esa otra era la prometida del hombre que yo había matado, entonces lo deduje, lo quería muerto para quedarse con el tesoro más valioso del hombre, no su dinero, su mujer. Llorando, me acerqué y pregunté qué pasaba. Pregunta tonta, él solo me golpeó y me dijo que ya tenía lo que quería, que ya no me necesitaba. Mi familia también me echó de casa, era impura y una asesina. Además, el pueblo ya me tildaba de bruja, junto al hombre que amaba y junto a la mujer que me dio la vida. Duré dos lunas huyendo de aquel pueblo, pero ya no quería vivir con la sociedad, ellos eran crueles. ¿Cómo iba a confiar en alguien, si la persona que debí confiar me desconoció frente a todos? Encontré esta torre y desde ese día, decidí no salir más.