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ANTHOUSAI

La Dama de la torre

Narradora
Narradora
Era una vez, en un campo rodeado de flores moradas, cuyo color era extraño en aquella época, existía una joven, nadie la había visto, se mantenía en su torre en lo más alto de la colina, no era una chica normal, esta poseía una belleza despampanante, así se comentaba en el pueblo más cercano de la torre, aunque nadie la había visto, era algo de lo que todos eran conscientes, debido a que un granjero lo había confirmado.
Granjero
Granjero
• GRANJERO— Vi a una bella dama, encima de la torre, mientras ella miraba el pasto. De ella nacían flores, cuyas flores eran moradas; estas se movían con el viento de la nada. Cuando más me acerqué, escuché una melodía, seguí el paso y esta provenía de aquella jovencita. —Su belleza era inaudita, aunque no le vi el rostro, ya que la cubría un velo color dorado, pero seamos sinceros amigos campesinos, una mujer oculta y con esa reconfortante voz, debe ser la más hermosa que alguna vez haya nacido.
Narradora
Narradora
Concluyo el granjero campesino. Con ello, la voz se corrió alrededor de muchos pueblos vecinos, donde llegaban diferentes caballeros en diferente temporada del año. Todos gozaban con las ganas infinitas de conocer aquella damisela, que alguna vez un granjero campesino mencionó. Muchos decían que aquella historia "era una simple leyenda mística, de un pobre hombre borracho". Cuyos rumores solo provenían de mujeres celosas. Cada caballero que llegaba al pueblo más cercano iba con la idea de que aquella dama sería su esposa. Pero cada invitación que llegaba nunca era respondida. Por eso, poco a poco fueron cerrándose a la idea de que aquella dama existía. Unos siglos después, la historia fue olvidada entre los campesinos. Hasta que un día un joven leía un cuento de aquella dama que se había vuelto una fantasía. Con el tiempo, todos volvieron a conocer aquella leyenda de “La damisela de la Torre”. Aquel caballero, de nombre Krahan, era músico y pintor. Buscaba un lugar en el cual desmotrar su talento. Escuchó la historia de la damisela, y en la colina decidió escalar. Llevaba solo una luna en aquella colina, tratando de encontrar a la damisela perdida. Una vez, ya cansado de caminar bajo la torre sin ninguna novedad, se le ocurrió una idea que de verdad tenía que funcionar. Se sentó debajo de un árbol con vista frente al pasto, empezó a tocar y murmurar una melodía de fondo a tocar. Aquella melodía no era siniestra, era una tierna. Mientras tocaba, veía cómo el clima cambiaba. Lo que antes era una tarde de otoño, se volvió un atardecer de primavera.
Narradora
Narradora
El caballero no se inmutó, eso solo lo hizo continuar con más felicidad y a la vez curiosidad. El pasto seco de flores empezó a crear, unas flores que, en vez de blanca, eran de un color muy singular. El viento movía las flores y su fragante olor por el campo se regó. De la nada una voz empezó a cantar; a la cima de la torre el caballero decidió mirar. Un velo dorado fue lo primero en aparecer en su campo de visión, luego unas manos que se movían al ritmo de la melodía. El joven miraba sorprendido, y aún tocando decidió hablar.
Kraham
Kraham
— Entonces la leyenda existe, la damisela que las flores hace aparecer, que las hace bailar solo con el viento, es usted, aquella joven que por décadas solo ha sido una leyenda de camino.
Narradora
Narradora
No recibió respuesta alguna, solo vi un rostro asomarse, cuyo aún llevaba su velo dorado. La dama aún lo observaba, como si fuese el primer hombre que veía en años. Este se acercó aún tocando la melodía y volvió a comentar
Kraham
Kraham
Krahan—Dejame ver tu rostro, quiero ver que tal belleza sea cierta, la belleza que me haría el hombre más envidiado solo por haberla contemplado.
Narradora
Narradora
Dijo con voz alta para que pueda escucharlo. Al no recibir respuesta volvió hablar
Kraham
Kraham
Krahan —No crea que le propongo matrimonio, me he imaginado cuánta propuesta recibió en su vida entera, solo quiero que sea mi musa y poder pintarla, mostrarle al mundo cómo se ve la diosa de la montaña, la que toda dama envidia, y la que todo hombre desea.
Narradora
Narradora
—dijo. Esta vez recibió respuesta.

¿Qué eres?

Anthousai
Anthousai
Dama —Oh, adorable caballero, no negaré que su propuesta me ha tomado por sorpresa. Hace siglos que recibía propuestas de hombres que ni siquiera me amaban o conocían, ni siquiera ellos subían a la colina, y el primer hombre que lo hace, solo me pide qué posee para un retrato. Esta propuesta me ha halagado, nadie nunca me había ofrecido el puesto de musa. Sin embargo, con gran desdén, me atrevo a rechazarla. No es a mí a quien busca retratar, dices que de belleza debo gozar, y eso es una vil falsedad.
Narradora
Narradora
El joven dejó de tocar, y se dedicó a observarla.
Kraham
Kraham
Krahan—¿Por qué llevas un velo?
Narradora
Narradora
— Es lo único que se atreve a preguntar.
Anthousai
Anthousai
Dama— Porque la belleza es un crimen, de la cual fui sentenciada a ser libre.
Narradora
Narradora
Krahan la observa con un poco de confusión en su rostro, antes de decir
Kraham
Kraham
No entendí. ¿Me podría ser más específica?
Anthousai
Anthousai
Dama— Que la belleza es el crimen del cual yo soy inocente.
Narradora
Narradora
Krahan logró entender la metáfora en esas palabras.
Kraham
Kraham
Desde muy joven escuche que su belleza es despampanante.
Narradora
Narradora
La damisela giró su rostro hacia él, aunque ella estaba oculta en su velo, podía verlo perfectamente.
Anthousai
Anthousai
Cuyo rumor empezó un pobre diablo borracho
Narradora
Narradora
Comentó ella, lo cual sorprendió a Krahan, por la franqueza en sus palabras.
Anthousai
Anthousai
Cubro mi rostro por algo que me falta, pero de la cual el pueblo al parecer no está enterado.
Narradora
Narradora
Krahan aún la observaba, no podía creer lo que aquella dama hablaba.
Kraham
Kraham
Me dices que careces de belleza.
Anthousai
Anthousai
Muy bien Krahan, diste en la diana.
Narradora
Narradora
Krahan, la miro asustado y sorprendido.
Kraham
Kraham
¿Cómo sabes mi nombre?
Anthousai
Anthousai
Sé todo, todo poder contrae una gran maldición"
Kraham
Kraham
¿Me dices que eres una bruja?
Narradora
Narradora
Preguntó, pero está vez no estaba asustado, en el florecía una gran curiosidad
Anthousai
Anthousai
No, soy algo más.

Su historia

Narradora
Narradora
Krahan decidió acercarse más y decir.
Kraham
Kraham
Hay una pregunta que me abarca y que necesita respuesta o está curiosidad acabara con mi poca cordura.
Anthousai
Anthousai
Puedes preguntar, toda pregunta respuesta obtendrá.
Narradora
Narradora
Krahan se sorprendió, al ver que la bruja aceptaba sus preguntas.
Kraham
Kraham
Si usted carece de belleza, por qué está en la torre.
Narradora
Narradora
Su pregunta un poco atrevida y tal vez un poco fuera de lugar.
Anthousai
Anthousai
No me escondo por mi falta de belleza Krahan, me escondo por la fealdad del mundo, el mundo es cruel, es hermoso, pero destructivo.
Narradora
Narradora
Krahan la observa y vuelve a tomarse la osadía de volver a formular una pregunta
Kraham
Kraham
—Hablas como si el mundo haz de conocer ¿alguna vez viviste entre los humanos.?
Narradora
Narradora
Ella se recostó en su umbral y contestó.
Anthousai
Anthousai
Puede que yo sea un poco testaruda, pero no soy ignorante para juzgar algo desconocido.
Narradora
Narradora
Krahan entendió lo que quiso decir, así que volvió hablar
Kraham
Kraham
Y cuéntame ¿qué te hicieron para ser capaz de odiarlo.?
Anthousai
Anthousai
Lo mismo que usted, Krahan.
Narradora
Narradora
Krahan enarcó sus cejas y la volvió a observar
Kraham
Kraham
¿Disculpe?
Anthousai
Anthousai
Me tildaron de bruja al igual que usted.
Narradora
Narradora
El joven se conmovió
Kraham
Kraham
— ¿Es que acaso también lee la mente?
Anthousai
Anthousai
Es algo que no necesita respuesta, solo responder lo tildaria de poca inteligencia.
Narradora
Narradora
Krahan, aunque se molesto porque la dama invadió su mente, su curiosidad era aún más grande.
Kraham
Kraham
Deseo escuchar más.
Narradora
Narradora
La dama lo observó y luego apartó su vista y su mirada se perdió en el bosque.
Anthousai
Anthousai
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Anthousai
Anthousai
Cuando tan solo era una jovencita sin experiencias en la vida, me enamoré de un hombre, hombre el cual me pretendía. Yo estaba ciegamente enamorada de él, que le confesé mis secretos, le confesé sobre mis dones, pero él solo me usó. Una vez que sabía de lo que yo poseía, me hacía hacer cosas por él, estafar, robar sin que los demás se den cuenta. Me prometió que pediría mi mano a mi familia, y yo muy tonta le creí. Hacía todo lo que él quería, me entregué en cuerpo y alma. Una vez él me pidió que matase a un hombre, él cual poseía grandes riquezas, me dijo que era el último crimen que cometería. Yo no quería hacerlo, pero me obligó, me dijo que, si no lo hacía, me dé deshonraría delante de todos, así que lo hice, lo asesine, pero la naturaleza no jugó a mi favor esa vez. La naturaleza me castigó, me quito lo más apreciado para mí… mi belleza. Yo estaba asustada al verme en un espejo, así que me cubrí y corrí a los brazos del único hombre que amaba y que me amaba a mí, o eso yo creía. Cuando llegué, lo vi rozando sus labios con otra. Esa otra era la prometida del hombre que yo había matado, entonces lo deduje, lo quería muerto para quedarse con el tesoro más valioso del hombre, no su dinero, su mujer. Llorando, me acerqué y pregunté qué pasaba. Pregunta tonta, él solo me golpeó y me dijo que ya tenía lo que quería, que ya no me necesitaba. Mi familia también me echó de casa, era impura y una asesina. Además, el pueblo ya me tildaba de bruja, junto al hombre que amaba y junto a la mujer que me dio la vida. Duré dos lunas huyendo de aquel pueblo, pero ya no quería vivir con la sociedad, ellos eran crueles. ¿Cómo iba a confiar en alguien, si la persona que debí confiar me desconoció frente a todos? Encontré esta torre y desde ese día, decidí no salir más.

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