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Entre Mafias (Imperio Lombardi— I)

Nota y advertencia

¡Hola, amores!

Me emociona mucho estar de nuevo por aquí luego de tanto tiempo, ahora con una versión corregida, editada, mucho más bonita e igual de apoteósica.

Les traigo noticias muy buenas, así que prepárate para adentrarte una vez más, junto conmigo, al mundo de mis mafiosos favoritos y tóxicos.

Si ya los leíste y te gustaron, de seguro esta nueva versión corregida te gustará mucho más.

No olvides votar, comentar y guardar en tu biblioteca si este libro te gustó, así mi trabajo llega a más lectores que estén interesados en leerme.

Ahora bien, si les llega a salir un capítulo errado, que no concuerde con el hilo de la historia, o simplemente no aparezca, no se preocupen, ya que, debido a los cambios, puede que algunos capítulos se desajusten.

Estaré subiendo los capítulos los lunes, miércoles y viernes. Si eres nuevo y estás a punto de adentrarte en esta aventura, te sugiero que esperes los cambios.

Pero si estás releyendo este libro, también te recomiendo que esperes y disfrutes de la nueva versión. Se darán cuenta de que el cambio es brutal.

¡Sin más que decir, les deseo una lectura apoteósica!

...♦️♦️♦️...

Advertencia:

Este libro contiene violencia, abusos, violaciones, escenas sexuales explicitas, lenguaje inapropiado y una trama que se desenvuelve en el mundo del narcotráfico. Si eres sensible a este tipo de contenido, te recomiendo que abandones la lectura.

Todo lo referente a la novela es producto de mi imaginación. Los personajes, los casos, las situaciones y los dramas son ficticios. Cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia.

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El inicio de un imperio

...Introducción...

Acosté a mi hermanita en la cama, me hice a su lado y leí uno de los cuentos que mi madre había dejado para ella antes de que muriera.

Con el paso de los años descubrí lo mucho que le gustaba que le leyera, en cambio, a mí solo me recordaba a mi madre. Cada vez que me perdía entre aquellas historias, la extrañeza y la tristeza me dominaban. Aun podía recordarla leyendo para mí estando embarazada de Brook, y lo feliz que era con ese pequeño pero significativo gesto.

Mi madre murió cuando mi hermana nació, uno de los mejores y peores días de toda mi vida.

Se me escapó una lágrima y la limpié con rapidez, viendo que Brook ya se había quedado dormida. Era la viva imagen de mamá; tez blanca, mejillas rosadas, ojos preciosos de color verde, cabello rubio rizado y labios rojos. Ella era todo lo que tenía en la vida junto a mi hermana y ya no estaba, pero tenía a esa pequeña que me alegraba e iluminaba los días.

También tenía un padre, pero era un borracho que nunca estaba en casa ni mucho menos al pendiente de nosotras. No le interesaba saber si comíamos, si enfermábamos o nos hacía falta algo. Incluso ignoraba que yo, una chica de quince años pidiera comida a los vecinos para alimentarnos. A mi edad debería estar preocupada por sacar buenas notas en la escuela, pero muchas veces tenía que trabajar en lo que fuera para tener dinero y comer.

El sacrificio que hacía valía la pena, mi hermana no merecía pasar por todas esas necesidades que, por desgracia, enfrentábamos por culpa de un hombre irresponsable.

Tras oír ruidos en la casa, me levanté de la cama y me apresuré a asegurar la puerta. Sabía que era mi padre, que como siempre, llegaba borracho y sin dinero. Lo que menos quería era que entrara y comenzara a gritar como cada vez que se encontraba en ese estado.

Volví a acostarme junto a Brooklyn con temor a que golpeara la puerta hasta que lograra abrirla, pero al no oír ni un solo ruido en la casa, me quedé a la expectativa y extrañada. Por lo general, siempre buscaba nuestra habitación tan pronto llegaba. 

Escuché varios pasos que se detuvieron frente a la puerta y los latidos de mi corazón aceleraron su ritmo.

La puerta fue abierta de manera abrupta, haciendo que me sobresaltara y cubriera a Brook con la manta. Me levanté muy asustada al ver a dos hombres de aspecto horrible entrando como si nada a la habitación.

Uno de ellos no me dio tiempo de preguntarle por qué se encontraban allí y por qué habían entrado a la casa sin permiso. La fuerza con la que me agarró por el cabello y tiró de mí hasta hacerme caer al suelo me arrebató un grito que fue amortiguado por el miedo que me recorrió. Las lágrimas se acumularon al borde de mis ojos debido al dolor que mi cuerpo experimentó tras el golpe.

El mismo hombre que me tiró al suelo, subió encima de mi cuerpo y relamió sus labios de una manera demasiado asquerosa, dándome una mirada que me hizo temblar de anticipación.

Su mirada era lasciva y provocó en mi interior un miedo paralizante. En sus labios se ensanchó una sonrisa retorcida que me heló todo el cuerpo.

—Eres una mujercita muy preciosa —recorrió las curvas de mi cuerpo con sus asquerosas manos y se mordió los labios—. Serás mi paga por todo lo que me debe tu querido papito.

No pude hacer nada para defenderme.

El otro hombre me apuntaba con un arma mientras disfrutaba viendo cómo ese asqueroso cerdo tocaba lugares de mi cuerpo que no debía. 

En ese momento lo perdí todo, mi mundo se acabó por completo y mi alma se sumergió en el incandescente infierno. Mi inocencia y dulzura fueron mancilladas de la peor forma en manos de ese sujeto que no tuvo ni un poco de empatía ni piedad con una niña. Todo lo contrario, entre más le suplicaba que se detuviera, su satisfacción se intensificaba.

Después de destrozar la pureza de una niña que vislumbraba apenas como mujer, me levanté como pude del suelo con el cuerpo adolorido y un ardor punzante entre mis piernas. El cuerpo y mi entrepierna me dolían mucho, pero no era tan fuerte como el dolor que llevaba por dentro y se apoderaba cada vez más de mi corazón.

El agua fría limpió mi cuerpo; tan fría como la noche y el invierno, pero no mermó ese dolor que me estaba carcomiendo el alma.

Recordar lo que ese hombre hizo conmigo solo me hacía llorar cada segundo más fuerte, sin embargo, ¿qué otra cosa podía hacer que no fuera llorar? Las marcas salvajes en mis muslos, en mi cuello y en mi rostro dolían como el mismísimo infierno.

Lloraba de rabia e impotencia por no poder salvarme a mí misma.

Dejé salir el mal momento por el que acababa de pasar en un grito lleno de frustración que se ahogó en la nada y me quedé mirando un punto fijo sin dejar de temblar y sollozar, sintiendo muchas ganas de morir.

Salí del baño un poco más calmada y me vestí con rapidez. Tomé a mi hermana en brazos y me fui de esa casa antes de que mi padre llegara y fuese peor. No sabía a dónde iría, pero de algo estaba segura, y era que no iba a exponer más tiempo a Brook a una vida tan miserable como la que llevábamos, mucho menos a un vejamen parecido como el que acababa de vivir.

Tenía poco dinero, pero podía pagar por una habitación en algún hotel de paso. Incluso dormir en la calle era mejor opción que quedarme bajo el mismo techo de ese hombre que ni siquiera estuvo para protegerme.

Caminé sin rumbo fijo por las frías y oscuras calles de la ciudad. Los pies me dolían, no obstante, era Brook la que me mantenía en pie y me daba la fuerza suficiente para seguir y no rendirme.

Me di por vencida luego de que caminé largo rato sin detenerme. El cuerpo me dolía, más las piernas, pero no pensaba darme por vencida. Todavía necesitaba alejarme más de esa maldita casa. Por las avenidas no pasaba ni un alma, y no era para menos, si la noche estaba en su punto más alto.

De la nada, apareció un auto que se detuvo frente a mí, asustándome ipso facto. Lo único que pude hacer fue apretar a mi hermana entre mis brazos, deseando que la persona en el interior del auto no fuese mala. El miedo de que algo más malo pudiera sucederme pasó por mi mente en una mínima fracción de segundo, paralizándome de pies a cabeza.  

La puerta del auto se abrió y alcancé a ver en el interior a un chico de mi edad. Lo conocía, él asistía a la misma escuela a la que iba. No supe qué decir cuando me dedicó una mirada llena de seriedad y confusión. El miedo estaba apoderándose de todo mi ser.

—Entra al auto, por favor —dijo, luego de un largo e incómodo silencio.

—¿A dónde piensa llevarme? —estaba muy asustada, no quería que algo me pasara de nuevo.

Ladeó la cabeza y me miró inescrutable. Era tan intimidante este chico. Su mirada me provocaba escalofríos por todo el cuerpo.

—Iremos a mi casa —fue todo lo que dijo, volviendo la vista al frente.

Desde entonces mi vida se reinició aun con el miedo latente de que el chico fuera una mala persona y me hiciera cosas peores que aquellos hombres.

Parker, mi salvador, nos ayudó, nos dio ropa limpia, nos dio una habitación para las dos, nos dio comida y nos tendió su mano además de brindarnos protección.  Con el pasar del tiempo nos hicimos grandes amigos hasta convertirnos en hermanos.

Se me hacía raro que un chico un año mayor que yo no viviera con sus padres y nunca los mencionara, pero tampoco me tomé el tiempo de indagar sobre su vida. Para mí era suficiente la ayuda que nos brindaba a cambio de nada.

Parker era muy reservado, pero un día todo cambió y no tuvo más opción que contarme la verdad de su vida, eso que tanto se me hacía misterioso y parecía ser peligroso. Su padre era el líder de la mafia inglesa, y con su muerte, todo el negocio quedó en sus manos. Parker tuvo que hacerse cargo sin objetar desde temprana edad de un mundo que no sabía me iba a corroer.

Ese era su destino, mas no el mío. Comprendí con el tiempo que necesitaba de mí, así como por muchos años necesité la protección de un padre. La confianza que tenía hacia mi persona era genuina.

Me enseñó de armas, a pelear, a defenderme por si alguna vez ocurría algo. Me sumergió en un mundo lleno de drogas, poder, malicia, muerte, traición. Pero nunca me dejó sola o nos puso en riesgo. Dejé de ser una persona para convertirme en una mujer sin sentimientos ni emociones, en un ser sin escrúpulos. Aunque luego de lo que viví en manos de ese cerdo, ¿qué tipo de humanidad podía quedarme?

Al principio fue un infierno, no iba a mentir. Esa vida lujosa tenía su desventaja; el filo de la muerte nos acechaba como fantasma día y noche.

¿Valía la pena? Para ser honesta, ya no importaba. Olvidé, maté y enterré a la Maritza dulce, cariñosa, agradable y amable que era para convertirme en la que era hoy en día; una mujer fuerte que no permitiría que nadie volviera a pisotearla una segunda vez.

Episode 3.

Maximiliano

Estoy en el club en un reservado, tengo una reunión con Maritza Becket, una reconocida narcotraficante, me sorprendí un poco por lo joven que comenzó en el negoció; hace dos años, ¿Cómo una chica tan joven está metida en esto?, me pregunto. "Tampoco es que seas viejo" me digo mentalmente, y es verdad; tengo 28 años y comencé desde los 18 cuando mataron a mis padres, eso es lo que me trae a este lugar, a reunirme con esa mujer, no me gusta hacer negocios con chicas, pero, Bruno, mi hermano la investigó y tenemos un objetivo en común: Demmon.

Es el Maldito hijo de puta que traicionó y mató a mis padres, ella lo ha estado buscando, no sé con qué fin, pero pronto lo averiguaré.

—Mira, ahí viene la chica y esta más que buena. - Exclamó un eufórico Bruno, alzo la vista y tiene razón, es una mujer preciosa; de tez blanca, su cabello es rojo y rizado, le llega hasta las nalgas, tiene un muy buen cuerpo, con varios tatuajes en sus brazos y cuando camina veo otro en su muslo derecho. El tamaño de sus senos esta más que bien, ni mucho ni poco y con ese escote... su abdomen es plano, ancha de caderas. Se acerca más y veo su rostro: Es una diosa. Sus ojos son grises, tiene una mirada que no expresa nada, pero intimida a cualquiera, sus labios son carnosos y me los imagino sobre mi miembro dándome placer.

¡Joder!.

—Un placer señor Lombardi, dígame ¿qué me puede ofrecer que ya no tenga?. Verá, no tengo mucho tiempo y para mí, vale oro - dice cuando llega a la mesa, su voz es fría y directa, le hago ademán para que tomé asiento y así lo hace.

—Directa señorita Becket, usted y yo tenemos mucho en común, más de lo qué cree, le suena el nombre: Demmon- digo, la miro a los ojos y me sostiene la mirada, hace un gesto de molestia cuando escucha ese nombre.

Sus ojos grises se nublan y ya no son grises, son de un color indescifrable; sus pupilas se empiezan a dilatar de furia, se levanta abruptamente de la silla, subiéndose encima de la mesa, me agarra por la camisa y me pega quedando a escasos milímetros de su rostro.

—¿Qué mierda quiere? Dígame de una buena vez- Escupió furiosa, con los dientes apretados y tensa. La miro a los ojos y le sonrío con malicia.

—Lo quiero muerto y usted me puede ayudar, se que lo ha estado buscando y yo también. Tengo que saldar una cuenta que tiene pendiente conmigo, unamos poder y lo encontraremos más rápido - Le digo, me suelta de golpe, se baja y se para frente mío, extiende su mano, me levanto y la estrecho.

—Está bien, vaya a está dirección- Es todo lo que dice, el hombre con el que vino, qué se había mantenido en silencio, se levanta y me pasa un papel, lo tomo, se da media vuelta y se va, para en la puerta por unos breves segundos, vuelve su mirada a mí, sonríe de lado antes de marcharse.

—Interesante- murmuré, me levanto y salgo con Bruno, para ir al casino.

Maritza

Salí echa una furia de ese lugar, y es que Hanna tiene mucho que explicar, cómo mierda sabe de Demmon el Italiano que está buenísimo. Tuve un orgasmo con solo su voz. Es todo un Dios; sus ojos son de color azul profundo como el mar, castaño perfectamente peinado, alto con esa camisa negra tallada a su buen trabajado cuerpo, con varios tatuajes en su cuello.

Oh, mierda, lo descarto, no me acuesto con socios, de hecho, llevo mucho sin sexo. Volviendo al tema importante, necesito saber que tipo de cuenta tiene que saldar con ese hijo de puta.

—Estas segura que no es una trampa Becket- dice Scott seriamente.

—Ya lo sabremos- digo, resopla molesto

—Como sea, ya llego la mercancía, iremos a verla- Asiento con la cabeza y nos dirigimos a la bodega. Al llegar, la verificamos, todo está en orden, la pruebo y es perfecta; es la mejor del mercado y lista para entregarla a los dilers, quiénes son los encargados de venderla.

Llegamos a la casa, fui directo a ducharme, me cambié, llamé a Brook; hablamos un rato, me contó de la nueva escuela y de lo mucho que pelea con Jeison. Después de hablar un rato con ella, tiré el teléfono a un lado y me acosté, a los pocos minutos quedé profundamente dormida.

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