En el pasillo.
La presencia de la directora, llevo a que me incorporara nuevamente después de haberlo golpeado con brusquedad. La directora pidió el apellido de todo los involucrados, pero el chico castaño se pone enfrente de mí, bloqueando la vista entra la directora y yo busco a Jennifer, pero no la encuentro, supongo que se fue para no ir a la dirección.
Las voces de los alumnos hacen bullicio, entra la voz del castaño y mis oídos, Kao por su parte intenta convencer a la directora que solo fue un malentendido. Una chica rubia se acerca de nada para defender a Chase lo defiende como si fuera su novio, o capas que si lo es.
La directora gritó dos veces que todos volvieran a sus respectivas aulas, en cuestión de segundos el pasillo quedo completamente vacío, solo quedamos Kao, el castaño, la rubia y yo y por razones que aún no conozco el castaño no se quita de enfrente de mí.
—Todos a clases, los veré después. — Pasa sus manos hacia atrás. — Señorita Williams, le aconsejo que no se involucre con los alumnos que tiene una fama pronunciada. En Eastwood High, los alumnos se respetan unos a otro y no voy a permitir que otro escándalo de este nivel. —
—Lo siento, es que soy nueva y aún no he leído las reglas del instituto… lo siento, no volverá a pasar. — Ella me sonrió y me deja ir.
La presencia de alguien detrás de mí, me llevo a caminar un poco más rápido hasta llegar a la biblioteca para buscar mi horario, pero, en este no hay nadie y me toca esperar aún que escuche sonar el timbre para ir a clases. Aquella presencia se detuvo cuando, llamo a la bibliotecaria.
Me quedé esperando, sentada en una de las sillas hasta que aparece un hombre de estatura promedio, de lo canoso, ojos color verdes. Su caminar es lenta, ya que usa un bastón.
Me levanto para poder hablar con él.
—Disculpa es el bi… — Extiendo mi brazo hacia él.
—Sí, ahora necesitó que me digas nombre y apellido. — En la computadora, escribió mi número. — ¿Eres Mckenna? -
—Sí, señor y mi apellido es Williams. — Sus ojos se abrieron de par en par.
Ninguno de los dos dijo algo más, en cambio, me dio una breve explicación en donde serían mis clases. Me alejo con el libro de asistencias y con el nombre de los profesores, el cual sería innecesario, jamás los acuerdo.
Los nervios, de hace unos segundos. Encuentro el baño, pero antes de entrar escucho dos voces, pero solo reconozco una. Mis nervios brotan por mis poros, de la desesperación, entro al baño y me escondo dentro de un cubículo, aquella voz resuena en la habitación levanto los pies en el inodoro para que no me vean.
El espacio que hay entre la puerta y el marco, es perfecto para ver a quienes están del otro lado. La discusión estaba teniendo fin, no podía prestar atención a su conversión, después de darme cuenta de que estoy en el baño de hombres, en los segundos siguiente escucho abrir la puerta, suspiro aliviada y me bajó, para salir de cubículo pero aquel vacío duro poco.
Mis ojos se abrieron de par en par, al ver al castaño mirándome por el espejo, se voltea el cabello mojado, no me dejan ver sus ojos, trago en seco, miro al suelo, comienzo a caminar, en dirección a la puerta, pero me sostiene del brazo.
—Lo siento, no quise golpearte, es que tú estabas golpeando a ese chico y no sabía qué hacer… — Me jala contra la pared. — ¡Oye! -
Sin decir ni una sola palabra, me agarra del mentón, su mano fría provoca escalofríos en mi cuerpo, como espasmos continuos, siento su otra mano a la altura de mi cintura, apartó mi rostro dejando mi cuello a la vista, puedo sentir su respiración en mi piel. Pero, lo empujó.
—¿Qué crees que haces? - Dije sonrojada. — No vuelvas a tocarme. —
—Mocosa. — Sonrió.
Eso era lo único que dijo, me fui sorprendida. Cruce la puerta y el timbre sonó. Los alumnos salen de los salones, dispersándose por los pasillos, intento calmarme, pero mi corazón late demasiado fuerte, siento que muy pronto se me saldrá del pecho.
Escucho la alarma de mi celular y me di cuanta que es hora de salir, hacia mi trabajo. A lo lejos visualizo a Jennifer, que está hablando con Kao no se le ve de lindo a ese sujeto. No perdí más tiempo, para salir del instituto respiró, para tranquilizarme, tratando de olvidar lo que paso con el castaño.
Camino por el estacionamiento y noto que está el mismo auto de hoy a la mañana, supuse que es del castaño, algo que aprendí de mi abuela es que jamás te involucre con chico que prefieren arreglar las cosas a los golpes. Me detengo aquel escalofrío, recorrió mis piernas haciéndolas temblar, y de nuevo sentir aquella mirada penetrante que me sofoca y no me deja respirar.
Reviso el celular al escucharlo sonar.
—Mierda llegaré tarde. — Miro nuevamente el auto.
Comienzo a correr, para llegar a la parada del autobús.
A los 15 años, conseguí un trabajo con florista gracias a que mi abuela conoce a la dueña del local. Baje del autobús, buscando el pequeño manojo de llaves, llego al lugar y veo a la jefa con un cliente, no le di mucho interés, entro para ir al vestuario y cambiarme. Suena mi celular.
Mi corazón late con rapidez cuando veo el nombre de la persona, que me llama, no quiero responder. Hasta que recordé lo que paso hoy en el colegio y la manera en la que golpee a ese chico, para avergonzarme en cuestión de segundos y sentarme en el banco que hay cerca de los casilleros. Cuando escucho que la puerta se abre.
—¿Mk? – Se abre la puerta. — Necesito que vengas unos minutos. —
Me levanto rápido. —¡Sí! Claro ya voy. — Me acomodo la ropa y salgo.
—Preséntate, por favor – Me quede boquiabierta. - Es mi sobrino. -
—Soy Victor Klein. — Extiende su mano. — Un gusto. —
— ¿Mk, te encuentras bien? – Se incluna un poco a mi para posar su mano en mi hombro. — Si necesitas irte antes, solo dímelo. —
—Ah, sí, si estoy bien. Un gusto Victor. Soy… McKenna. — Dije desviando la mirada a las flores. — ¿Jefa puedo hablar con usted? –
—Claro, acompáñame. — Camino a mi oficina.
Nos quedamos unos segundos mirándonos con Victor, puedo darme cuenta de que mide aproximadamente 1.80, su piel blanca, sus cabellos castaños claros, sus labios rosados, con tatuajes en su mano derecha. Puedo sentir la mirada de Victor, sobre mí es tan fuerte que a mi mente vuelven las imagines de cuando me acorralo en el baño. En la oficina de la jefa, hablamos unos minutos y vuelvo a salir, para despedirme de ella. Solo me pidió que le enseñara todo lo que ella me enseño a mí y que cuando sintiera que está listo que podía irme.
Veo a Victor acomodando, algunas macetas en donde hay ramos armados, solo hay que cambiarles el agua. Me quedo en el mostrador, cortando los tallos más largos de las rosas, para así armar ramos pequeños.
Aunque no hay mucha conversación con Victor de las veces que se acerca a mí, puedo escuchar su respiración, prácticamente, en mi nuca, pero no puedo negar que es estúpido pensar de esta manera, que es atractivo que un chico te respire en la nuca solo para ponerme intranquila. El acorde de las campanas de la tienda, dejando ver a Kao acompañado con una chica de pelo rojizo, tiene apariencia hippie, con collares y dijes colgantes, sus cabellos rojizos recogidos en una coleta, le dan un aspecto desordenado.
Ellos fueron directo a Victor, felicitándolo por su nuevo trabajo, no puedo ignorar que puedo escuchar su conversación, me voy a la parte de afuera para regar las plantas y así ellos pueden hablar tranquilos. Pero siento que alguien toca mi hombro y me giro para ver de quién se trata.
—Chase. ¿Qué haces aquí? ¿No tienes clases? – Miro a la chica rubia que anteriormente lo defendió. — ¿También trabajas de medio tiempo? –
—En realidad no, nos escapamos del instituto… después de la golpiza necesitaba algo de tiempo. — Sus mirada se desvia hacia dentro del local y ve a alguien. — Puedo ver que tienes compañero nuevo. —
—Sí… yo también estoy sin palabras...? — Continúo cambiando el agua de las macetas.
Detrás de la chica rubia, veo a un chico de cabellos rojizos, algo parecido a la chica que está con Kao y Victor. Son hermanos.
Saco un clavel blanco para dársela a Chase y verlo sonreír, con su mano derecha acaricia mi mejilla acercándose. Su mano caliente hace que el frío de mi cuerpo desaparezca, siento mis pómulos arder del calor, pero, antes de que estos sigan su camino, Victor y los demás salen.
—¿Sucede algo? – Sus ojos fueron directo al clavel de Chase. — ¿Victor? –
—No te metas. — Su voz se escucha molesta. — ¿Qué haces aquí Chase? -
Me di cuenta de que las dos chicas se quieren meter, pero me adelanto, metiéndome entre medio de Victor y Chase. No sé a quién de los dos mirar, por lo que busco una manera que no lleguen a los golpes.
—Por favor, aquí no. — Dije con voz ruda y firme. — Ahora necesitó que Victor entres a dentro y los demás se vallan. —
—No creo que sae posible, yo vine a ver a Victor. — Mi exprecion, de enojo hace que se quede calladow. — Lo siento preciosa. —
—Victor no puede tener visitas, está en horas de trabajo y que no se les olvide que hay cámaras, un paso en falso y te denuncio. Ahora largo. — Le agarro la mano de Victor, metiéndonos a dentro.
Chase y Kao, se miraron unos segundos mientras que yo meto a Victor de nuevo a la florería. Aquella chica colorada se queda junto a Kao mientras que Chase y los otros dos se marchan. Los ojos de Victor se asentaron en mí, desde que tome su mano. Yo también me siento extraña y eso que ni siquiera lo conozco.
Mientras que los demás se fueron, me quedo unos segundos en la puerta para ver si volvían, pero no volvieron. Cuando volteo, la presencia de Victor detrás de mí, llevo a que dejara de respirar por unos segundos, sus ojos marrones no dejaban que desviara las vista, muerdo mis labios coqueteando.
—¿No vas a alejarte? - Pregunte tímida.
—Ahora estás en plan de tímida, hace unos segundos me metiste adentro de la tienda… — Lo empujo, luego de escuchar lo que dijo. — Ahora eres una niña muy ruda. —
—Ya me disculpé, por la patada. — Me cruzo de brazos. — ¿O seguirás con estos jueguitos de niño? -
—Lo siento, no sabía que estaba jugando con una niña grande. — Acarició mis cabellos. — Y aún no me he olvidado de esa patada. —
Me quedé pensando al sentir que me acaricia el cabello. Parece que el tiempo se detiene, pero el sonido de la puerta abrirse, provoco que este mirara con odio al cliente que entro. Mientras que lo atiendo, Victor acomoda las plantas para después cerrar. La conversación de aquel hombre se volvió extraña y casi fuera de lugar, trato de evadir sus preguntas, pero no hay sentido alguno para el momento en el que Victor, se acerca para golpearlo tirándolo al suelo.
Se subió encima de él, para continuar con los golpes. Dejo lo que tengo en las manos para tratar de detenerlo, no recuerdo haber escuchado la puerta abrirse, pero Kao y la pelirroja aparecieron detrás de mí para separarlos y sacar a aquel señor de la tienda.
La mano derecha de Victor, está sangrando, no perdí un segundo y voy al baño para buscar una caja de primeros auxilios. Al volver, este se estaba por marchar.
—¿A dónde crees que vas? - Kao y la pelirroja, se quedaron en la puerta. — Déjame curarte. —
—No lo necesito. — Continuaron con su camino, dejándome sola.
Se quitó el mandil, para dejarlo cerca de una maceta que se encuentra en el centro del local. Lo veo alejarse junto a Kao y la pelirroja, le mando mensaje a mi jefa diciéndole que me iría más temprano, no porque quiera seguirlo, más bien quería volver a casa, es demasiados actos violentos para mi vida.
Llegue a casa luego de limpiar y ordenar todos, abro la puerta y busco a mi abuela en silencio, supuse que no estaría en casa. Subo las escaleras, entrando a mi habitación, cerrado la puerta detrás de mí, dejándome caer en el suelo, aferrándome a mi mochila.
Me levanto luego de algunos segundos y dejo la mochila en la cama, para entrar al baño y ducharme capas que así pueda descansar. Pero, luego recordé que dentro de mi mochila tengo el mandil de Victor, no me anime a dejarlo, ya que este tiene manchas de sangre. Siento algo pesado dentro del bolsillo y cuando saco, abro la mano notando que es un anillo con forma de serpiente, en sus ojos tiene pequeñas piedras de color azul, pero en la punta de la cola tiene un grabado que por falta de luz no puedo saber que es.
Deje el anillo en la mesa de luz, y entro a ducharme. Salgo después de 15 minutos, me seco el cuerpo para ponerme mi ropa interior, tomo una toalla y me envuelvo dejando que mis cabellos se secaran al natural, de mi mochila saco mi celular y mi sobre con mi sueldo que la jefa me dio hoy. Del cajón de la mesa de noche, saco una cajita de color azul y guardo el sobre dentro de este.
Escucho ruido en la parte de la cocina y aun con la toalla baja (qué lógica, más ilógica) una vez que baje por completo, me quedo parada en la entera y agarro un paraguas, no sé qué tanto podría ayudarme, pero algo lograría hacer. Camino hasta la cocina en donde todo el lugar está a oscuras, enciendo la luz al no ver nada fuera de lo normal, vuelvo a mi habitación, cierro la puerta, pero el frío que proviene de mi ventana me llevo a entrar en pánico, camino a la ventana y no veo nada, la cierro y corro las cortinas.
Me encierro en el baño, hasta que volviera mi abuela, pero lo malo es que no sé si volverá. Pero se escuchan pasos detrás de la puerta del baño, con cuidado me meto dentro de la ducha haciéndome un pequeño bollito, rezando que no entre nadie.
¡Mierda! ¿Y ahora qué hago?
Dije para mis adentros, pensando en una solución, miro la pequeña ventanita del baño, siempre supe que estoy loca, pero ahora termine de confirmar que lo estoy por completo. Me levanto, y comienzo a escalar por el lavamanos, hasta llegar a la pequeña ventana, abrirla y comenzar a salir sujetándome de las ramas del árbol que está en el patio de la casa de mi abuela.
Salgo por completo, caminado por la rama como si fuera la cuerda floja.
—Definitivamente, estoy loca. — Me queje, mientras me aferro al tronco del árbol. — Voy a morir a los 17 años. —
Miro la ventana del baño y veo, un rostro o algo parecido con una mano sujetándose del marco, grito asustado y por desesperación me cruzo a la otra rama, para colgarme de los brazos, pero no logro sostenerme con fuerza y caigo en la calle, lo bueno que no me lastime, lo malo que un auto se detuvo delante de mí con las luces encendidas por momento creí que la toalla se me había caído, pero no.
Escucho que la puerta del auto se abre, el sujeto se paró al costado del auto y pronuncia mi nombre, jamás no podía decir nada, estoy asustada y solo puedo aferrarme a mi cuerpo, rogando que no hagan nada malo, me pase hasta que aquella persona se acerca un poco más.
—¿Mk? Mk, soy yo Chase. — Sus ojos se abrieron de par en par, y me acerco un poco más para ayudarle. — ¿Qué fue lo que te paso? -
El pánico de solo pensar que alguien podría estar esperándome en la casa de mi abuela, me llevaba a pensar cosas que no quería. Chase, la chica rubia y el pelirrojo me llevaron a mi casa de nuevo, pero antes de bajar Chase le pidió a la chica, la cual llamo Amanda, que se quedara conmigo. Yo quiero ir.
Cuando llegamos, lo primero que hago es bajar, no podía quedarme en el auto con la pelirroja, en paños menores. Me quedé detrás de ambos chicos, esperando a que entraran a la casa cuando el pelirrojo entro este se redirige directo a la planta alta, mientras que Chase se queda abajo para revisar, el comedor, la cocina, el living y porque no, el sótano.
—Arriba está completamente vació. — Aclaro mi garganta. — Puedes subir a cambiarte, te enfermarás sí, sigue así. —
—Gracias. — Agradezco, mientras subo con rapidez para cambiarme.
POV; Chase.
— ¿Qué crees que pude haber entrado? - Pregunto mientras, mira el mango de la puerta. — ¿Chase? -
—No lo sé, pero en definitiva no es demonio. — Aclaro, mientras me acerco a la puerta. — Es un simple humano. —
—En eso tiene razón, ahora podemos irnos. Sabes que no podemos estar aquí. — Exclamó, mientras que me acerco con los brazos cruzados. — No debemos romper las reglas. —
—Chase, Amanda tiene razón. Ya sabe lo que paso cuando tu hermano rompió las reglas. — Dije mientras este vuelve a mirar hacia arriba.
—Thomas, sí, lo sé, pero aun así quiero ayudarle. Me temo que otra vez Victor está buscando víctimas, nuevamente. — Le veo bajar con un cambio de ropa. — ¿Cómo te sientes? –
—Muy bien… gracias. Por cierto, soy McKenna Williams. — Le doy la mano a la chica y al pelirrojo.
—Un gusto soy Thomas y ella es Amanda. — Esta se marcha mirando a la chica. — Lo siento, no es muy sociable. —
—Descuiden, yo también hubiera reaccionado de la misma manera. — Ella sonrió apenada. — Será mejor que sigamos nuestro camino, supongo que estás segura. —
POV; McKenna.
Ellos se marcharon, dejándome sola en la casa. Me aseguré que todo estuviera cerrado, para continuación dar un segundo revisión a las puertas y ventanas de la casa, hasta que viniera mi abuela.
Busco algo para comer dentro en la heladera, capas que si mi abuela viniera de seguro me regañaría por lo que paso hoy en el colegio, pero no tengo la culpa Victor tuvo el descaro de golpear a Chase y… pero capas que sí tenía motivos que desconozco.
Al abrir la puerta de la heladera, miro lo que hay a lo que me llevo a perder el apetito, después de lo que paso no tengo mucho interés por comer. Vuelvo a subir las escaleras, mientras que miro la puerta de la habitación de mi abuela abierta, me quede unos segundos para recordando si fui yo quien lo dejo abierto o si, nuevamente, alguien se volvió a meter. Subo lentamente mirando el pasillo, la puerta del baño está cerrada y camino intentando hacer el menor ruido posible.
Me quedé parada en frente de la puerta entre abierta, pero el sonido del timbre me asusto, haciendo que bajara con miedo por las escaleras.
La figura sobre el vidrio de la puerta, me lleva a pensar que no es alguien desconocido. Abro la puerta, suspirando al ver a mi abuela.
—Quítate del camino. — Proteste, chocando mi hombro contra su brazo. — McKenna ayúdame. —
—Ya voy. — Cierro la puerta. — Abuela… mañana saldré con Jennifer. —
—Está bien. Pero, Mk… a Raquel, la encontraron muerta en el baño de su casa. — Informe, mirándola. — Los policías, dijeron que la ahorcaron. —
—Tiene que ser una broma. ¿No se sabe a qué hora? - Pregunte. — Ser mejor que no lo sepa. —
—Quiero te cuides y seas precavida, la Sra. Wills me dijo que hay sujeto, raros en la noche y secuestran, mueres. — Exprese.
—Entiendo abuela, prometo cuidarme. — Comienzo a ayudarla acomodar las cosas que trajo.
Aún no comprendía, como fue que paso. La señora Wills muerta y el sujeto desaparecieron, todo esto es extraño. No deje que esas ideas retorcidas, me perturbaran la mente.
Legue a pensar que capas, durmiendo, podría olvidarme un poco lo que paso hoy. Sin cambiarme la ropa, me meto a la cama cubriéndome completamente, no quería recordar el miedo que pase hoy.
Las sabanas frías tocan mi piel haciendo que esta se erizara, pero no voy a negar que esa sensación es tan perfecta que me provoca cosquilleo, en mí, entre pierna, hasta que mi cuerpo calienta las sabanas, pierden esa sensación. Me quedé unos segundos, debajo de las cobijas, solo para engañar a mi miedo, pero no a mi miedo.
Supuse que pasaron algunos minutos, después de haberme acostado. De a poco, me fui descubriendo a tal punto que solo la cabeza quede afuera. Por momentos, sentía la presencia de alguien mirándome desde la esquina de mi habitación, o desde la puerta del baño, la luz, que alumbra las ramas del patio, que entra por mi ventana, hace sombras tenebrosas, aunque sepa que solo es producto de mi mente. Es sofocante.
Me destapé por completo luego de llegar a la conclusión de que nadie aparecerá a querer hacerme daño. Baje los pies al suelo, buscando mis pantuflas, pero en su lugar mis zapatillas están ahí. Al final decidí no ponerme las zapatillas e irme directo al baño, para orinar.
—Solo espero que de ahora en adelante no me… — Entro por la puerta, pero me quede helada al ver el anillo que tenía dentro de mi mesa de noche. — ¿Cómo llegaste hasta aquí? -
Me agacho para tomar, pero en esos segundos los ojos de aquella serpiente parpadearon, pensé que solo fue mi imaginación, pero eso, cambio cuando la serpiente comenzó a enroscarse en mi dedo índice, para luego morderlo haciendo que gritar por el piquete que este medio, lo solté dejándolo caer al suelo.
Mirando cómo se vuelve más grande, con cada movimiento su cabeza golpea el suelo rompiéndolo. Me levanté con rapidez para salir corriendo del cuarto de baño, no pude visualizar lo que hay enfrente de mí, lo que llevo a que chocara contra otro cuerpo, el contrario me sujeto evitando que callera al suelo.
Forcejeó para que este me soltara, miro hacia la puerta del baño asegurándome que aquel animal no saliera.
—¿Qué? Suéltame. — Exigí. —¿Qué haces... Victor? -
—¿En dónde estabas? - Pregunte sujetándola del mentón. — Despierta, Mk. —
Sus palabras fueron más que suficiente, para que despertara de una pesadilla, a la mañana siguiente, al sentarme en la cama, miro hacia la puerta del baño, la cual está abierta con la luz apagada. Llevo mi mano, a mi pecho para sentir mis latidos, los cuales aún siguen agitados.
Hasta que recuerdo, el anillo y miro mi mano, suspirando con paz al no ver el anillo en mi dedo, pero es extraño porque mi mano tiene ligueras marcas de sangre. Nuevamente, me levanta para comenzar a vestirme para el colegio, esta vez no me metería en problemas. Cuando estaba por peinarme, me detuve al no escuchar la voz de mi abuela, llamándome para que bajar a desayunar.
Deje el peine en el mueble, y bajo a la cocina en donde esperaba escuchar algún ruido y así yo saber que ella está ahí. Pero, lo que temía es que aquella persona apareciera nuevamente y matara a mi abuela, el único familiar que me queda.
—¿Abuela? - Pregunte con voz quebrada.
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