A ver cómo les contaré mi historia. Les diré que me llamo Sofía, tengo 22 años y soy estudiante de ingeniería informática.
Todo empezó por una estúpida venganza. Quería vengarme del acosador de mi maestro de cálculo; ese hombre trató de acosar a mi amiga Claudia, intentó conmigo, pero el bastardo no pudo. Así que tomé la decisión de hackearlo y sacar sus trapitos sucios. Estaba yo en mi habitación frente a mi computadora, hasta que empecé a hackear todos los perfiles y redes sociales. Descubrí que es un depravado; toda su dirección URL es donde el servidor almacena todos los archivos, sitios, rutas y nombres. En fin, todo estaba lleno de porno y así, tomando toda su información, entré a la página de la universidad donde se suben todos los exámenes que se realizarán en el semestre y los iba a publicar a todos.
Siendo la mejor en mi facultad, no me di cuenta de que durante la codificación del programa de hackeo había cometido un simple y pequeño error. Ese simple error cambiaría totalmente mi vida. Ya había finalizado, así que me quedé dormida. Estaba tan cansada que no pude evitar cerrar mis ojos. Dormida, tuve una pesadilla en la que alguien quería matarme y me desperté sobresaltada. Decidí ver las notificaciones y no tenía ninguna. Se suponía que había publicado los exámenes de cálculo, pero no hay nada. Así que empiezo a revisar y es cuando me doy cuenta de que no había hackeado la cuenta de la universidad del profesor, sino de otra persona. Revisé y revisé hasta que hallé el error.
Había hackeado a otra persona, sacándole más de mil millones de pesos de su cuenta. Se me aceleró el corazón; solo podía repetir: "¿Sofía, qué hiciste?". Estoy en estado de shock. Así que traté de controlarme y se me ocurrió la idea de devolverlo. Claro, si lo devuelvo, no se darán cuenta de que entré a su sistema y borraré toda la información digital, creando un virus que rebotará mi señal a otros sitios web, así no me hallarán.
Eso hice, pero me detuve a pensar quién era la persona a quien había hackeado. Así devolví el dinero y le actualicé su programación para evitar que alguien volviese a entrar. Así descubrí que la cuenta le pertenecía a un tal Gael Montero y sé todo lo que pude; hasta le envié disculpas, pensé que ese error no era tan grave.
En otra parte de la ciudad.
Se encontraba un hombre sentado en un escritorio hasta que fue interrumpido por un hombre que estaba muy nervioso.
toc—toc
—Pase —dijo con su rostro sin expresión.
—Jefe —dice el hombre muy nervioso.
—Habla, Carlos, no tengo todo el tiempo para esperarte. —
—Jefe... jefe —dijo Carlos, nervioso.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó, separando su rostro enojado y empuñando sus manos.
—Jefe, alguien entró a nuestro sistema, transfirió el dinero —dijo, serio pero nervioso.
—¿Me has dicho que me han robado? —murmuró entre dientes por el enojo.
—Sí y no —respondió, confundido.
—Explícate —dijo, serio, con las manos en la cintura.
—Jefe, alguien nos ha hackeado, se llevó el dinero y lo devolvió e incluso actualizó nuestro sistema con un programa mejor que el mío e incluso envió una nota de disculpas —dijo Carlos, asombrado.
—Se supone que tú eres el mejor en esa área, por eso te contraté. Quiero que encuentres a esa persona, quiero saber todo de él y cuando tengas esa información me la traes. Lo quiero vivo; es alguien impresionante, se metió conmigo y no lo voy a dejar pasar. Prefiero tenerlo de mi lado que dejar que la competencia se lo lleve, eso sería un gran problema e incluso es mejor que tú. Así que lo necesito, encuéntralo y tráeme su información, yo me encargaré del resto. Y si vuelve a suceder, te enviaré a tu casa en una bolsa para cadáveres. —dijo, serio, en tono de superioridad.
—Jefe... jefe, traté de localizarlo y ha borrado toda su información digital, no he podido hallar nada—. Un poco preocupado y estresado.
—No sé lo que harás, pero esa información la quiero para mañana; si no, tu cabeza rodará. Entendiste, nadie se mete conmigo y sale limpio—, serio, volviéndose a sentar.
—Sí, jefe, haré lo posible—. Retirándose de la oficina.
Día siguiente...
Sofía
No he podido dormir, tengo un mal presentimiento, espero que solo sea eso. Me alistaré e iré a la universidad; ahí buscaré información de ese hombre.
Miré mi reloj: falta cinco para las ocho. Estoy en la entrada de la universidad, hasta que veo llegar a Claudia en su carro.
—Hola, Clau, ¿cómo estás? —Dándole una sonrisa.
—Bien, amiga—. Me sonríe, me da un beso en la mejilla.
—Sofí, ¿qué tienes? Te siento extraña—, observándome.
—Nada, amiga, estoy bien, es que no pude dormir casi—, tratando de disimular.
—Amiga, ¿tú has escuchado hablar de un rico llamado Gael Montero?—, intrigada.
—Sí, amiga, es uno de los dueños de una multinacional, es uno de los solteros más cotizados y también se dice que son mafiosos. No hay pruebas, pero se escuchan muchos rumores—, emocionada.
—¿Cómo cuáles? —Intrigada, preguntando Sofía.
—Que todo el que se mete con ellos desaparece o les suceden cosas—, susurrando, lo dice haciendo comillas con las manos. Estoy en blanco, ¿con qué hombre me metí? Igual le devolví su dinero. Claudia me saca de mis pensamientos.
—¿Por qué estás interesada en él?—
—Aaaa, no por nada—, calmada.
—Vamos a clase, que ya va a empezar—, tomándome por el brazo y sonriendo.
—¿Sabes qué? ¿Por qué no te adelantas? Tengo que hacer algo. —
—¿Dime? ¿Te vas a encontrar con un chico? —modo divertido.
—Jaja, no, voy a la biblioteca. —
—Bueno, te veo. —se ríe.
Observe ir a Claudia con su cabellera rubia y su ropa de marca. A pesar de que las dos somos diferentes, somos amigas. Yo soy becada y a ella sus padres le dan todos los gustos. A diferencia de mi propio padre, que me odia solo por ser igual a mi madre. Por eso me tocó huir de mi casa y luchar sola para seguir adelante, solo con mi inteligencia.
Pero tengo un mal presentimiento por ese tal Gael Montero.
En otra parte...
—Jefe, encontré al hacker...
Si me preguntarán si quiero llevar esta clase de vida, hubiese dicho que no, pero es lo que hay.
Soy Gael Montero, tengo 35 años. Nací dentro de las organizaciones más grandes de la mafia, junto a mis dos hermanos. Elegí llevar esta vida para que mis hermanos estuvieran fuera de esto. Ante la sociedad, soy un magnate dueño de algunas multinacionales, pero solo es fachada.
En el mundo criminal, soy uno de los cinco jefes de la organización de la mafia. Más conocido como el "Fantasma Sombrío", no tengo piedad con mis enemigos; la traición se paga con la muerte.
Por otra parte, no dejo de pensar en el hacker que tuvo la osadía de entrar a mi sistema. Cuento con el mejor experto en esa área, y lo superó. Así que ese hacker acaba de mandarme su carta de presentación.
Toc—toc.
—Jefe, soy Carlos —dice con su rostro cansado y ojeroso.
—Pase —digo serio.
—Lo he encontrado, al hacker.
—Jefe, déjame decir que no he dormido; estuve toda la noche y no encontré ninguna información digital donde pudiera rastrearlo, así que solo pude analizar su programación para ver si había dejado su huella digital en él. La persona que desarrolla el programa es muy inteligente.
—Ve al grano —digo serio e impaciente.
—Jefe, la hallé —dice emocionado.
—¿Quién es el chico? —pregunta Gael.
—No es un hombre —responde emocionado.
—¿Mujer? —pregunto desconcertado.
—Sí, jefe, es una chica de 22 años —dice.
Él pone una carpeta en mi escritorio.
—Su nombre es Sofía White. Estudiante de ingeniería informática.
—La mejor de su facultad.
Vive en un pequeño cuarto en la zona norte de Los Ángeles. Tiene dos trabajos, en un ciber y en una cafetería como mesera.
No tiene familia, solo su padre está en otro país. También ha ganado varios concursos tecnológicos. Es becada. Su mejor amiga es la hija del abogado Robert Cole, dueño del bufete de abogados Cole A.S.
—Esto es muy interesante —dijo con una leve sonrisa.
—Hay un sobre con fotos de ella.
—Jefe, puedo decir algo aparte de inteligente: es muy hermosa —dijo emocionado.
—Te puedes retirar —respondió serio.
Carlos sale de mi oficina, reviso la información que me dio y cada vez que leo sobre ella me parece interesante. Solo me pregunto: ¿qué pretendían entrando a mi sistema?
—Hasta que, levantando la carpeta, se cae un pequeño sobre en mis piernas. Lo abro y son sus fotos; quedo maravillado por esa mujer. Cuando Carlos me comentó que era hermosa, no me imaginé que tanto. Observando las fotos, tomo el teléfono.
📱— John, te quiero ahora en mi oficina, tengo un trabajo para ti —
📱— Sí, enseguida voy, jefe —dijo en la otra línea.
Pasaron unos minutos...
Toc—toc.
—Pase —dije serio.
—Dígame, jefe, ¿qué clase de trabajo? —preguntó.
Le entrego la carpeta con información de la mujer.
—Necesito que la encuentres y me la traigas —dije serio.
—Jefe, ¿viva o en una bolsa? —preguntó con cara de pocos amigos.
—La quiero viva y sin ningún rasguño —respondí serio, sentado en el escritorio.
—¿Cuántos hombres lleva? —preguntó intrigado.
—Es una chica, lleva tres hombres, sin llamar la atención —dije con una expresión tranquila.
—Ok, jefe, esta misma noche le entregamos el paquete —dijo serio, observando la carpeta.
—Bien, puedes retirarte —dije serio.
En la universidad...
Después de investigar, no pude encontrar una foto de él. Toda la información es escasa; no quise investigar a fondo porque él debe tener un hacker y no quiero levantar sospechas, pero creo que lo mejor es mudarme. Salgo de clases con Claudia.
—Sofi, vamos a comer —dijo Claudia emocionada.
—Paso, tengo que hacer algo —respondió Sofi, pensativa.
—¿Me vas a dejar sola? —fingí tristeza.
—Solo por hoy —sonrió Sofi.
—Sofi, yo te conozco, sé que te pasa algo. Hoy estás extraña y nerviosa —observé a Sofi.
—Amiga, tengo que irme, después te cuento —dijo, dándome un beso en la mejilla para despedirse.
—Bueno, Sofi, sabes que te ayudaré con cualquier problema que tengas —tomándola de la mano y dándole una cálida sonrisa.
—Lo sé, después hablamos —me sonrió y nos despedimos.
Salgo de la universidad, son las cinco de la tarde. Decido ir caminando para ahorrarme unos pesos. Estoy caminando, pero siento que alguien me observa; no sé, tengo esa sensación. Sigo caminando hasta que observo, a través de una ventana de vidrio de una tienda, una camioneta negra. Pensé que eran cosas mías, así que decido desviarme de mi camino. Doblo en la siguiente cuadra, entro a una cafetería y la camioneta se detiene. Tomo asiento y saco mi celular. Así averigüé que la placa de la camioneta es LMG95 de California, pero no aparece en el sistema; es falsa.
Esto debe ser ese hombre. No puedo llamar a la policía, ¿qué les digo? ¿He hackeado por accidente y unos hombres me siguen? Solo debo llegar a mi apartamento, sacar el dinero y el último recuerdo de mi madre, e irme.
Ya sé, miro a la mesera. Primero me dirijo al baño, saco un buzo de mi mochila, me suelto el cabello, me pongo el buzo y destruyo mi celular. Salgo hacia donde está la mesera.
—Disculpa, ¿tienes una salida por la parte de atrás? —ella me mira de los pies a la cabeza, un poco desconcertada por la pregunta.
—No es para nada malo, es que mi ex me sigue. Mira la camioneta, hay dos hombres, ¿cierto? —ella hace lo que digo y me confirma con la cabeza.
—Por favor, ayúdame. Salir de aquí, tengo mucho miedo. La última vez, me golpeó porque terminé con él; me mandó al hospital por un mes —actuando un papel de víctima.
—Si llamamos a la policía —dice la chica, un poco asustada.
—No podemos, él tiene muchas influencias —nerviosa.
—Está bien, te ayudaré. Ven conmigo —entramos por la cocina y me señala una puerta.
—Gracias por salvarme la vida —le sonrío.
Así salgo por la puerta trasera y empiezo a correr, agitada y con el corazón en la mano. Llego a mi edificio y tomo el ascensor. Hasta que llego a mi habitación, empiezo a sacar los pocos ahorros que tengo, mis documentos y el collar de mi madre; me lo coloco. Solo con un pequeño morral, salgo.
Pero cuando estoy cerrando la puerta, escucho el ascensor que se abre y observé a uno de los hombres que me seguían. Tengo dos opciones: quedarme y enfrentarme o correr.
—Ven conmigo y no te lastimaré —con una cara que da miedo.
—Muy tentadora tu oferta, pero dile a tu jefe que fue un error, pero lo devolví —digo sin mostrar el miedo que sentía y con mi corazón agitado.
—Acompáñame —serio.
El hombre intenta agarrarme y le doblo el brazo, lo hago caer de rodillas y golpeo su cabeza contra la pared, quedando inconsciente. Suena el ascensor de nuevo y observe entrar a dos hombres. Salgo tomando las escaleras; eran bastante, ya que mi habitación queda en el cuarto piso. Esos hombres venían pisando la talones. Estaba agitada, aterrada por lo que podían hacerme.
Gracias a Dios sé defensa personal y a las golpizas de mi padre.
Cuando estaba llegando al final de las escaleras, aparece otro hombre y me toma del cabello. Así que sujeto su mano, que tenía agarrada con mi cabello, para que él no me controle. Cuando él intenta golpearme, lo bloqueo dándole un golpe seco con mi brazo.
Con su mano aún en mi cabello, sin darle tiempo a reaccionar, llevo mi mano libre a su cara y meto mis dedos en sus ojos para hacerle perder el equilibrio. Él me suelta por inercia y, por último, lo golpeo en la entrepierna. Los otros dos me alcanzaron, sentí un pinchazo y todo empezó a dar vueltas; todo se oscureció...
Siento un pinchazo, finjo dormir, no sé qué diablos me han inyectado, pero supongo que es para dormir, así que siento que me cargan y me suben en la parte de atrás de un auto. Siento que abren las puertas, se suben y empieza a moverse. Abro mis ojos, trato de buscar algo con qué defenderme y para abrir la cajuela.
—Escucho que dicen: "Llama al jefe, dile que tenemos el paquete". Nunca pensé que esa perra puede defenderse también, mira cómo me dejó la cabeza —dijo uno de ellos.
Hasta que siento el sonido de varios carros y se detienen; me imagino que estamos en un semáforo. Busco con qué abrir hasta que hallé unas herramientas, tomo el destornillador para abrir el seguro y con el gato forzar la cajuela. Salgo sin que ellos se den cuenta, escondiéndome detrás de los otros autos.
Hasta que observo un grupo de personas y me mezclo entre ellos. Siento que voy lejos de ellos, observo a un chico en una moto.
—Hola, disculpa, ¿puedes ayudarme? ¿Puedes llevarme lejos de aquí? —desesperada y agitada.
El hombre se quita el casco y observo al hombre más hermoso que he visto en mi vida: cabello castaño oscuro, ojos verdes, un poco de barba; me mira de la cabeza a los pies.
—Hola, bonita —me sonríe.
—Por favor, ¿puedes llevarme? Que unos hombres me siguen —de forma desesperada, mirándolo.
—¿Por qué te siguen? —me pregunta él.
—Si me llevas lejos, te contaré —un poco seria, pero le sonrío al final.
Me entrega su casco y me lo pongo, y me subo a la moto; debo admitir que huele delicioso. Conduje como unos quince minutos, me bajé de la moto, me quité el casco y me arreglé el cabello.
—Chica bonita, ¿cuéntame? —dijo, intrigado y expectante por mi respuesta.
—¿Cómo te llamas? —me pregunta.
—Soy bonita, ¿y tú? —le sonrío.
—Soy chico guapo —me sonríe y guiña el ojo.
Le entrego el casco.
—Gracias, chico guapo —le doy una sonrisa y me volteo para irme.
—¡Eeeey! ¿Para dónde vas, bonita?
—Me tienes que contar. ¿Por qué te siguen? Tal vez pueda ayudarte —dice él, intrigado.
—Chico guapo, no creo. Solo te traería problemas —suspiro y le sonrío.
—Bonita, te invito a comer pizza y me cuentas. Yo decido si meterme en un hermoso problema como tú —en un tono coqueto.
Se baja de su gran moto de color rojo y negro; puedo ver lo bien que se le ven esos jeans, suéter negro y una chaqueta de cuero, tan malditamente sexy.
Me toma de la mano y entramos a una pizzería que está cerca; nos sentamos en una mesa frente a la ventana.
—Ahora sí, bonita —me mira un poco intrigado; en ese instante llega la mesera.
—Puedes traernos una pizza grande y una Coca-Cola —dice, serio pero mirando a la mesera.
—Ahora sí, dime bonita, ¿por qué te siguen? —me mira fijamente, sonriéndole.
—Por un simple error —suspiro un poco cansada.
—¿Cómo así? —pregunta, confundido. En ese momento suena el celular.
—Espera un momento, bonita, es mi trabajo.
—Ok —digo, tranquila, viendo a la mesera. Lo observé salir del lugar y hablar por celular.
Gael salgo a tomar la llamada, puedo ver a través del vidrio de la ventana, revolviendo un poco su cabello.
📱—Sí —serio.
📱—Jefe—un tono nervioso.
📱—¿Qué? —serio.
📱—El paquete se nos escapó—
📱—Sí, no me digas—mirándola por las ventanas y riéndose.
📱—Sí, jefe, es muy lista, sabe defenderse. Pensamos que se había dormido con lo que le inyectamos. Pero Marcos se equivocó de frasco y le pusimos otra cosa—
📱—¿Qué le pusieron?—intrigado y sorprendido.
—Vitaminas, jefe—suspira al escuchar.
—La dejaron escapar y le pusieron vitaminas—suspira de frustración.
—📱Se supone que son mis mejores hombres, luego arreglamos eso—serio.
—Dile a Carlos que active los rastreadores y dejen a la chica en paz, yo me encargo—
—Entró a la pizzería. Disculpa, mi trabajo. Ahora sí, cuéntame, bonita—sonríe. En ese instante llega la mesera con la pizza y la Coca-Cola. Él suspira.
—Fue por un error. Todo empezó hace 24 horas cuando se me ocurrió la idea de vengarme del profesor de cálculo. Por acosar a mi amiga, accidentalmente terminé hackeando a otro hombre. Entre pánico, descubrí el error de lo que había hecho, pero devolví el dinero que saqué sin querer y mejoré su sistema, e incluso le envié una nota de disculpa. Hasta que hoy me di cuenta de que unos hombres me seguían, con su cara de matones—
—¿Y si ese hombre solo quiere hablar contigo?—forma tranquila, observándola.
—No creo, no vino él mismo y mandó a varios tipos. Me atacaron y logré defenderme y escapar—negando con la cabeza, cuestionando.
—Bonita, ¿y qué piensas hacer ahora?—pensativo.
—No sé—encogiendo los hombros.
—Por ahora, me comeré esta pizza.—
Lo hace tomando un pedazo de pizza.
La observé y las fotos no le hacen justicia, es más hermosa en persona. No tiene ni una gota de maquillaje, su cabello es largo con ondas negro azabache, sus ojos son negros y sus labios carnosos. Su cuerpo es curvado, un buen trasero redondo y sexy, sus senos ni tan grandes ni pequeños, es simplemente hermosa en todo el sentido.
No sé qué tiene esta mujer. Pero todo en ella me atrae, viéndola y admirado cada rasgo de ella.
—Chico guapo, gracias por salvarme—
—Yo invito, me toca irme— sonríe.
—¿A dónde vas?— pregunto, mirándola un poco confundido.
—Voy a buscar dónde pasar el resto de la noche y luego pensaré qué haré—
—Gracias— le doy una gran sonrisa y me levanté, poniendo dinero en la mesa, cuando siento que me toma de la mano.
—Quédate conmigo— dice serio.
—Mi apartamento no está lejos de aquí—
—No, gracias— responde un poco seria.
Pero él se levanta, toma mi mano y me lleva hacia la moto, me entrega el casco. No sé qué me pasa con este hombre que no conozco.
Pero me atrae tanto, así que subo en su moto hasta que llegamos a un lindo apartamento.
Nos bajamos, él se acerca a mí para quitarme el casco y siento que se me acelera el corazón.
—Entremos, bienvenida bonita—
—Siéntete cómoda— su rostro me brinda calidez, me quito el buzo y el bolso.
—Es lindo tu apartamento— digo, observando admirada.
Él sale rumbo a una habitación y me trae un suéter grande.
—Puedes ponerte este. Hay una habitación, hay baño— señala una puerta.
—Gracias, ¿por qué me ayudas? No me conoces, no sabes si puedo ser una maniaca loca— sonrío.
—Y tú no sabes si puedo ser un asesino en serie— me guiña el ojo, sonriendo.
Salgo para la habitación que él me indicó, todo es elegante, pongo mis cosas en la cama, me ducho y hasta encontré un cepillo de dientes.Salgo más relajada.
Salgo de la habitación y lo observo a él con su cabello húmedo, en una sudadera de color gris y un suéter sin mangas de color blanco; puedo ver sus tatuajes en sus brazos.
Yo me bañé y me senté en el sofá con una cerveza en la mano, cuando la observé salir con mi suéter de color azul turquesa, que le llega hasta la mitad de sus muslos. Se ve tan malditamente sexy, la observé que se acerca a mí. Su cabello está húmedo que humedece el suéter. Al sentarse a mí lado el olor a lavanda del jabón invade mis fosas nasales, haciéndome sentir embriagado de deseo por ella. Solo intentó reprimir mis deseos de tomarla y hacerla mía. Pero su voz me saca del estado del que ella me tiene.
—Chico guapo —sonríe se sienta a mi lado.
—¿Vives solo?—intrigada mirándome.
—Si porque quiere hacerme compañía? ¿Quieres una cerveza?— de forma coqueta.
—No tomo, pero por hoy la aceptaré. No se sabe si me muera a los 22 años—. Le sonrió.
Él me entrega la cerveza, tomo un trago él me observa, hasta que siento que jala hacía a él, siento sus labios en mí, nos damos un beso con intensidad, deseo y lujuria, estamos en el sofá y yo estoy arqueada sobre él besándonos, siento como el suéter es sacando de mi cuerpo, estoy tan caliente, con cada toque que él da, me genera placer, él empieza jugar con mis senos y yo empiezo a simular moviendo mis caderas sobre su hombría.
"Me estás volviendo loco bonita" Me carga no sé en que momento me lleva a su habitación, estamos completamente desnudos, él introduciendo sus dedos en mi intimidad, solo se escuchan mis gemidos en toda la habitación, nuestros beso lleno de deseo y hambrientos, sentía que devoraban todo mi ser, pero quería más, esto se ha salido de control. Hasta que siento el dolor cuando entrar en mí, estamos sudados solo se escuchan nuestro gemidos, sonido que produce nuestro cuerpo al chocarse.
Gael:
La estoy haciendo mía cada parte de ella es deliciosa y adictiva, nunca he estado tan segado por el deseo de hacerla mía y hacerlo en toda las posiciones con ella. Ella era virgen; aunque ella no me lo dijo pude, sentirlo. No sabe lo hermosa que se ve sudada y gimiendo por mí.
¿Como le diré que soy del que ella huye?. SOLO SE QUE NO LA DEJARE IR, DE AHORA EN ADELANTE ELLA ME PERTENECE ...
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