"Te amo.
Te amo y ni siquiera sé tú nombre o sí existes realmente. Apareciste de repente y ahora no hago más que pensarte y desear encontrarte en el mundo real.
¿Cómo puede alguien enamorarse de una fantasía."
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"¿Qué era este dolor?
¿Algo me había golpeado?
No entiendo nada, pero eso no puede importarme menos cuándo yace un ángel inclinado a mí lado; con sus cabellos rojos implacables como el fuego, pero conteniendo con ironía al océano más puro en sus ojos.
¿O acaso era el cielo hacia donde se dirigían las llamaradas?
No.
El azul en ellos era tan profundo y variado que tenía que ser el océano.
Sentí el deseo de que mis dedos se quemaran entre sus hebras que se agitaban con la brisa nocturna, y anhele con fuerza adentrarme en el mar de sus ojos —espera, quizás estaba equivocada y en lugar del mar, había en ellos un verde bosque; daba igual, pues eran preciosos fuera cuál fuese su color—, pero de mi garganta no salía nada, y las fuerzas escaparon de mi cuerpo, obligando a mis ojos a cerrase y verse privados de la hermosa vista."
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Actualidad
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Tic Tac.
Tic Tac.
Veinte minutos.
Faltaban solo veinte minutos para terminar el trabajo y marcharme a casa a alistarme para el siguiente trabajo. La verdad es que no me molestaba eso, y, en realidad, puedo decir que cuento con una gran suerte; no muchas personas pueden decir que trabajan en lo que les gusta, mejor aun, dedicarse a dos cosas que le apasionan —aunque la paga no sea mucha, igual me daba para vivir bien—.
Por las mañanas trabajaba en una biblioteca, con un horario de 09:00 am a 04:00 pm, y el resto del día lo tenia libre. El dinero que ganaba trabajando en la biblioteca es lo que me ayuda a sobrevivir, más —como mencioné— no es lo único a lo que me dedico, pues por las noches canto en clubs y cafés, siempre y cuando se me permita.
Pensándolo mejor, quizás era más apropiado llamarlo un pasatiempo, pues realmente la mayoría de las veces lo hacía sin recibir dinero a cambio, y cuando lo recibía no era suficiente, pero al menos era algo.
Amaba cantar, y soñaba con poder dedicarme plenamente a ello algún día, pero ese día aún no llegaba y el reloj ya había dado la hora para volver a casa. Normalmente no estaba tan ansiosa por salir, pero hoy era un día especial, o al menos, así lo sentía yo; hace dos días había recibido una llamada de parte del dueño de la cafetería mas popular de la ciudad, solicitando mi servicio como cantante para está noche.
Tendrían un evento importante y había escuchado de mí, así que decidió contratarme para ello; la paga sería muy buena y el presentarme en un lugar tan popular seguro me ayudaría a darme más publicidad.
Me apure a regresar a casa, dispuesta a prepararme para la noche; tome un taxi y le indique mi dirección, tardando aproximadamente cuarenta minutos para llegar.
Vivir en un departamento no era tan malo, a pesar del pequeño espacio o los vecinos molestos..., bueno, en realidad sí era algo molesto, pero no importaba, al menos podía presumir de tener un lugar decente donde vivir, además la renta no era tan elevada en este edificio.
Page al taxista y me apresuré en entrar al edificio, tomando el ascensor hasta el tercer piso, tarareando una de mis canciones preferidas en todo el trayecto hasta que por fin llegué a mi apartamento he ingresé en el, permitiéndome descansar unos momentos en el mullido sofá ubicado en el interior de la sala.
Mi mente estaba tan inquieta, y mi corazón se encontraba ligeramente acelerado. Cuando mis ojos volvieron a abrirse, el reloj ya marcaba las 05:40 pm; había transcurrido una hora desde que llegué a casa, habiéndome quedado dormida más tiempo de lo que había planeado originalmente para descansar.
Me apresuré en ir al baño y tome una rápida ducha de quince minutos. La noche anterior me había dedicado a escoger el atuendo que usaría para está noche, optando por un vestido negro semilargo, pegado en la parte de arriba y que caía en vuelo de la cadera para abajo; los zapatos de tacón iban a juego, al igual que las pocas joyas que había optado por ponerme.
El maquillaje era sencillo pero destacable, y el peinado igualmente era un recogido simple con sujetadores que lo hacían lucir elegante, siendo mi idea principal para lucir en un evento de esa importancia.
Eran las 07:00 pm para cuando estuve lista; tenía que marcharme ahora sí quería llegar a tiempo al café que se encontraba a treinta minutos a pie de mi apartamento.
Había pedido un taxi con antelación, queriendo llegar un poco antes para poder hacer algunos ejercicios de calentamiento, así que cuando baje ya estaba esperándome frente al edificio; mientras viajaba, no pude evitar pensar en lo rápido que había pasado el tiempo, siendo probablemente lo mejor, pues no creía poder soportar los nervios por más tiempo.
El taxi hizo tan solo diez minutos para llegar a mí destino, así que después de presentarme con los dueños y arreglar todo para que pudiera cantar, me encamine un momento al baño de mujeres, practicando algunas de las canciones que cantaría mientras ejercitaba mi garganta y calentaba para hacerlo.
La mayoría de mis canciones eran composiciones de mi madre, a la cual consideraba mi compositora personal, pues si bien yo también podía componer, y contaba con varias letras propias en mi itinerario, no podía compararlas con la hermosura que mi madre lograba en cada una de sus letras. Además, ella aseguraba que amaba haciéndolo, alegando que esa era su única manera para expresarse por completo y sentirse fuera de este mundo por un momento, después de todo, ¿quién era yo para quitarle eso? Ambas nos beneficiamos y funcionaba bien, así que no había razón aparente para detenerlo.
No perdí los nervios ni un segundo, incluso después de subir al escenario; pero eso no logro perjudicarme, sintiéndome increíble como cada vez que cantaba ante una audiencia, el recibimiento fue increíble y todo indicó que hice un muy buen trabajo, pues justo cuando termine de cantar, el lugar se llenó de aplausos y los rostros de cada persona en el lugar lucían complacidos, así que podía sentirme orgullosa de lo que había hecho.
Baje del escenario después de decir mis agradecimientos a todos y me dirigí a una mesa que había sido reservada especialmente para mí, para que descansará después de cantar, había dicho el hombre que me contrato.
Un mesero se acercó a mí, dejando en mi mesa un vaso de agua junto a un espumoso café al cuál reconocí como el especial de está noche. Era un "regalo" de parte del Café, por la maravillosa interpretación que había hecho.
Agradecí al chico y llevé el vaso a mis labios, apreciando sin duda el delicioso sabor de la bebida, confirmando que no por nada está era una de las mejores cafeterías de la ciudad.
—Sabe bien ¿no?
Levanté la vista de inmediato, comprobando que era a mí a quien hablaban. Era un chico sumamente atractivo que estaba parado frente a mí mesa, esperando una respuesta de mi parte. Dejé el vaso en la mesa, tratando de lucir lo más normal posible, y aclaré mi garganta para hablar, esperando que no fuera muy notoria mi sorpresa al no esperar que alguien se acercara a hablarme, aunque quizás, eso era lo más lógico al ser la cantante invitada está noche.
Que bien se sentía pensar eso.
—Demasiado. Es exquisito.
—Estoy de acuerdo, creo que puedo considerarlo como mi favorito hasta ahora. ¿Puedo sentarme o esperas a alguien más?
Observe la silla frente a mí, y rápidamente regresé la mirada a él, negando con la cabeza antes de hablar.
—No espero a nadie más, así que supongo que no hay problema en aceptar un poco de compañía.
Recorrió la silla luciendo singularmente elegante al hacerlo, y se sentó frente a mí, llamando al mesero con la mano derecha y pidiendo la misma bebida que yo.
—Marco Libonti.— se presentó, estirando su mano derecha por sobre la mesa, esperando que yo la estrechará. Casi de forma automática estire la mía para tomar la suya, respondiendo el saludo, durando unos segundos sosteniendo su mano antes de soltarle, procurando que fuera el tiempo adecuado para no parecer que me urgía soltarle, o por el contrario, que deseaba sostener su mano por más tiempo.
—Marie Amareni.
—Marie. Lindo nombre.
—Gracias. Linda camisa.
El solo río un poco y yo me sonroje al instante. ¿En serio había dicho eso? ¿No se me pudo ocurrir algo mejor? Ahora me sentía ridícula, pero fue lo primero que había pasado por mi mente al querer corresponder el halago; creí que decir "Marco igual es un lindo nombre" sonaría a muy forzado, y no quería que él pensará que solo lo había dicho por cortesía, así que intente decir algo más y eso fue lo primero que salió, haciéndome quedar en vergüenza por mi propia voz.
—Gracias, fue un regalo de mi madre por mi cumpleaños.
»Debo decírtelo, me pareció que cantaste bellísimo; tienes una voz encantadora que puede ser la envidia de muchos.
—Me halaga oír eso, aunque no estoy segura de sí fue para tanto. —bromee, queriendo disimular el calor que se había apoderado de mis mejillas por la timidez que me produjo con sus palabras.
A mis veintitrés años, no era la primera vez que escuchaba un comentario similar, pero eran contadas las ocasiones en que éstos halagos venían de alguien fuera de mi rama familiar o de mi lista de amigos, y sin duda, era la primera vez que venían de alguien que me pareciera tan atractivo como este chico.
—Creo que nunca había escuchado esas canciones, las letras son muy buenas, ¿las compusiste tú?
—Ah, bueno, un par de ellas fueron compuestas por mí, pero la mayoría han sido composiciones de mi madre.
—Oh, entonces ¿tu madre te ayuda a componer?
—Así es; a ella le encanta componer canciones, pero no sintió el canto como lo suyo, así que todo quedaba para ella misma hasta que yo crecí. Desde que tengo memoria he amado la música, y aunque no se me dificulta la composición de canciones, siento una fascinación con cada letra de mi madre que me es imposible no darles preferencia.
—Te entiendo, y me parece muy lindo que madre e hija tengan una relación tan estrecha y trabajen juntas de esa manera.
A mí igual me encantaba, y no pude evitar el sentirme orgullosa ahora, más aún después de contárselo a alguien que había disfrutado de nuestra creación juntas.
—Bueno, ¿y qué hay de ti?
—Ah, lo cierto es que nada interesante; yo solo paso mis días trabajando en una pastelería aquí cerca.
—A los amantes del pastel como yo, quizás no nos parezca poco interesante realmente.
—Entonces me corrijo: me dedico a algo sumamente interesante, trabajando en una pastelería aquí cerca, aunque desgraciadamente no puedo decir que sea mía, espero que eso cambie en algunos años más.
El mesero regreso con su bebida y se retiro tan pronto como llego, solo después de comprobar que no necesitásemos nada más por el momento. La verdad es que me la pase muy bien esa noche, jamás en mi vida me había sentido tan cómoda con alguien a quien acababa de conocer esa noche.
Era tan fácil hablar con él, la conversación parecía fluir naturalmente, y él era tan divertido como interesante; a pesar de que tuve cuidado de no revelar información privada al ser un completo desconocido que podría haberse acercado con otras intenciones, eso no impidió que los temas de conversación variarán y parecieran no poder acabarse. Él tampoco revelo información muy personal, haciéndolo justo, además de que no indago con preguntas incomodas e insistentes, haciendo que me sintiera un poco mas segura al hablar.
La noche me pareció tan corta para cuando salimos del café, sintiendo que quería permanecer un poco mas en su compañía, pero no dije nada, pues realmente era demasiado tarde para ese entonces, y seria peligroso regresar sola a mi apartamento tan tarde. Él se ofreció a acompañarme, pero no quería ser una molestia, además de que me preocupaba que tuviera que ir a estas horas hasta el edificio donde yo vivía y luego volver por su cuenta hasta su hogar, solo por una mujer a la que acababa de conocer.
Aún así, se quedo a hacerme compañía en la acera mientras el taxi que había llamado pasaba por mi. Le pregunte si él no necesitaba uno para ir a su hogar, pero me aclaro que no vivía muy lejos de ahí, así que prefería ir a pie.
Para cuando el taxi llego, nos despedimos y él sugirió que intercambiáramos números; siendo sincera, era claro que me emocionaba la idea de volver a verle, así que no me negué y tome su móvil cuando me lo ofreció para que agendará mi número y me enviara el suyo de paso. Después de eso, todo volvió a su rumbo original, conmigo en mi apartamento, tumbada en mi cama después de una ducha rápida, terriblemente cansada para algo mas.
Me había puesto la pijama después de salir del baño y seque mi cabello, desenredándolo antes de arrojarme a la cama, deseando descansar de una vez por todas. Pero antes de dejarme vencer por el sueño , tome mi celular en un impulso por comprobar si acaso había alguna notificación importante, pero salvo las notificaciones de Laura, mi mejor amiga, —la cual acababa de subir una nueva foto en sus redes sociales—, no había nada más. Entre a las mías solo para reaccionar en ella y dejar un emoji de corazones en comentarios.
No negare que me sentí un poco decepcionada, pero no le di mas vueltas al asunto y, dejando el celular en el buro al lado derecho de la cama, apague la lámpara de noche sobre este mismo y me deje llevar por el sueño.
El sonido de una licuadora me obligo a abandonar el mundo onírico en el que me encontraba, gruñendo de molestia cuando comprobé la hora en el reloj sobre el buro de lado izquierdo de mi cama. Eran solo las 09:00 am de un bendito sábado, siendo ése mi día de descanso, junto con los domingos; realmente me molesto ser despertada tan temprano justo el día en que podía levantarme tan tarde como quisiera, pero al parecer, eso a la vecina no parecía inquietarle para nada.
Claro, como ella no trabaja ningún día, al ser mantenida por sus padres todavía, no sabia lo que era tener que levantarse temprano cada mañana, desayunar a prisa para ir a trabajar siete horas seguidas, con un solo descanso de media hora para comer. Realmente ese no era su problema, y estaba en su derecho de hacer lo que quisiera en su propio departamento, pero en verdad, a veces me encantaría que empezara con el ruido solo unas cuantas horas mas tarde; quizás también sentía un poquito de envidia, pues yo tenía que trabajar casi toda la semana para poder sobrevivir, mientras que ella no tenía que preocuparse por eso al recibir cada semana una buena cantidad de dinero, aún cuando supuestamente, ella se había "independizado".
Por mi parte, seguía sin comprender por qué si recibía tan buena cantidad de dinero, no se muda a un lugar más elegante y en un barrio mejor que este, con personas de sus mismas condiciones económicas y sociales, pero la gente hacia cosas extrañas he incomprensibles para mi, así que yo no me dedicaría a pensar mas en ello cuando no era mi problema y no tenia ninguna relevancia para mí el hacerlo.
Me levante de la cama, habiendo sido despojada de el sueño por completo; me vestí y cepille mis dientes. Cuando volví a la habitación, note que mi teléfono se encendía, indicando que tenia una notificación nueva; por el tono, supe que se trataba de un mensaje. Tome el aparato y lo encendí con mi huella digital; en efecto, había un mensaje reciente, de Marco.
—¿Almorzamos juntos hoy?
No tarde en mandar una respuesta, sonriendo al recordar lo nerviosa que estuve la primera vez que recibí un mensaje suyo.
—Claro ¿Nos vemos en el lugar de siempre o prefieres en otra parte?
Ting.
Su respuesta; sin duda había sido rápido.
—Donde siempre, amo ese lugar. Te veo en media hora.
Después de eso no hubo mas mensajes, guarde el móvil en mi bolsillo delantero y decidí que lo que usaba actualmente no era apropiado para salir a almorzar, así que me apure a mi recámara y hurge entre mis cosas hasta encontrar algo que me convenciera. Los jeans estaban bien, pero la blusa era el problema, siendo bastante holgada y perfecta solo para un fin de semana en casa, pero para nada debía ser algo con lo que irías a comer con tu novio.
Escogí una hermosa blusa roja de tirantes, con un ligero escote en v, que lucia de maravilla con los jeans negros. Busque unas zapatillas que hicieran juego con el conjunto y salí de prisa, tomando mi bolso y las llaves mientras llamaba a un taxi.
Hacia un año y seis meses que había conocido a Marco en aquel evento al que había asistido para cantar como invitada especial. Justo como había esperado, después de esa noche tuve mas solicitudes de trabajo en distintos clubs y restaurantes reconocidos, siendo una gran ayuda para mis ingresos; sin embargo, aun no podía decir que era lo suficiente como para poder dedicarme de lleno a la música, aun así estaba sumamente agradecida, y era feliz con mi vida tal cual como era ahora.
Lo mejor de todo es que esa noche había conocido a Marco, mi actual novio, con el que había comenzado a salir justo cuatro meses después de conocernos; justo al día siguiente, él me había marcado, invitándome a comer, y a partir de ahí no dejamos de salir juntos a distintas partes, hasta que fue inevitable que nos sintiéramos atraídos el uno por el otro y, exactamente una semana antes de mi cumpleaños, él organizo una cena hermosa frente al lago a las afueras de la ciudad, rodeado de luciérnagas y con la naturaleza haciendo su trabajo en embellecer el momento. Fue ahí cuando me pidió ser su novia, y claramente yo no lo rechace.
Somos felices juntos, y me encanta todo en él, empezando por sus rulos rubios brillantes y sus profundos ojos verdes —de un tono más claro que los míos—, terminando en su hermosa personalidad. Había tanto que me gustaba de él, que el verdadero reto era buscar algún defecto.
Cuando llegue al café, él ya se encontraba en el lugar; me acerque a la mesa y tome asiento delante suyo, él levanto su mirada del celular y me dedico una brillante sonrisa.
—Cinco minutos tarde, preciosa.
Le devolví la sonrisa, divertida por su comentario, revisando la hora en el reloj ubicado en una de las paredes del café donde nos conocimos por primera vez.
—Realmente son solo cuatro, pero debes agradecer que esta vez no fueron quince.
Bromee, recordando la semana pasada en qué habíamos quedado en ir a la discoteca que acababan de abrir a dos manzanas de su casa y yo había terminado atrapada en el tráfico, llegando al lugar con un retraso de quince minutos a la hora acordada.
Debo agradecer que él no sea un maniaco con la puntualidad realmente, y solo lo comente a manera de broma, pues sería incómodo tener discusiones por algo que realmente no estaba en mi control la mayoría de veces.
—Es verdad, un nuevo récord para ti.
—Exageras, Marco.
Un mesero llegó a nuestra mesa para pedir nuestras órdenes. Se comportó muy amable y se retiró una vez tuvo nuestras órdenes.
—Estuvo sonriéndote mucho.
Volví mi mirada a Marco, sin entender a qué se refería.
—¿Disculpa?
—El mesero, estuvo muy sonriente contigo.
Repase la escena en mi cabeza, segura de que no había sido así realmente, y al rememorarlo seguí con el mismo convencimiento.
—No estuvo sonriéndome a mí específicamente, Marc. Él solo se comportó gentil con ambos, es parte de su trabajo después de todo.
Aunque creo que es difícil encontrarle algún defecto a mi pareja, tampoco podía ser perfecto, y eran momentos como estos los que me lo recordaban. Odiaba sus escenas de celos, a veces eran demasiado exageradas y la discusión se volvía mas intensa, sin embargo, parecía que esta vez no seria el caso, él lucia muy tranquilo, así que me atreví a confiar que no pasaría a mayores y lo dejaría así.
—Esta bien, lo siento.
—No te preocupes, mejor dime ¿Tuviste el día libre en la pastelería?
Marco solía trabajar en la misma pastelería donde estaba cuando lo conocí; su trabajo era todos los días salvo los domingos y uno entre semana que variaba entre los martes y viernes, por eso era extraño que tuviera tiempo libre tan temprano un sábado.
—Solo unas horas; tengo que presentarme por la tarde para trabajar unas cuantas horas, algo sobre un cambio de hornos o esas cosas, la verdad es que solo me interesó la parte en la que se me avisaba que tendría la mañana libre.
—Eso es bueno, así podemos pasar mas tiempo juntos.
Siendo honesta, era difícil vernos seguido por su trabajo, ya que al trabajar prácticamente todos los días, solo podíamos vernos los dos días que tenia de descanso, pues a pesar de que podíamos vernos por las tardes, cuando ambos terminábamos nuestros respectivos trabajos, la mayoría de veces yo terminaba yendo a cantar a algún restaurant o algo por el estilo, o él se encontraba demasiado cansado para cualquier cosa.
—Pensé lo mismo, por eso te invite a almorzar en cuanto me entere.
Recibimos nuestras ordenes sin ningún inconveniente esta vez, y justo como el día en que lo conocí, sentí que era tan sencillo e interesante hablar con él. Me hacia reír demasiado y hablaba de cosas tan interesantes que lograban mantenerme entretenida cada momento. Deseaba que él se sintiera igual conmigo, por eso me esforzaba demasiado por lograrlo, aunque no creo ser tan buena como él, pues no poseía el mismo carisma para narrar las cosas como solo él lograba con cada palabra; sin embargo, tenia mis propias reservas bajo la manga, pues leer mucho en la biblioteca y mantenerme informada de varios temas en distintas ramas del conocimiento me ayudaban a tener bastante contenido para poder mantener largas conversaciones y poder seguir las suyas.
—Tal vez podríamos ir al parque y pasear por ahí un rato, como en los viejos tiempos. ¿Qué te parece? ¿Tienes algún otro plan?
Las primeras semanas después de que comenzáramos a salir, esa era una de nuestras actividades preferidas, y lo hacíamos cada domingo sin falta, pero hacia un tiempo que lo habíamos dejado y realmente lo extrañaba ahora.
—No tengo otros planes, en realidad, esa me parece una maravillosa idea. Hace mucho que no vamos a ese parque, ya va siendo hora que recuperemos la tradición ¿no crees?
—Me encantaría, esa era una de mis actividades preferidas cuando empezamos a salir, creo que no debimos perderla.
—Lo sé, pero últimamente estamos mas ocupados que antes y es mas difícil continuar con ella.
Tenia razón en que estábamos más ocupados que entonces, pero yo jamás entendí en que afectaba nuestro trabajo con las salidas al parque, si solo íbamos los domingos, que era el día de descanso de ambos; de todas maneras, nunca dije nada, pues creí que quizás el terminaba demasiado cansado al trabajar toda la semana y quizás por eso quería descansar el día que tenia libre, sin caminatas agotadoras por el parque.
De todas formas, me preocupaba, pues eso solo hacia que nos viéramos menos y me hacían pensar en la forma en que eso podía afectar nuestra relación en un futuro. Tampoco dije nada de esas preocupaciones, no queriendo ser molesta con él, dándole su espacio, comprendiendo y respetando sus razones.
Termine de comer y me fije en él; estaba mirando su teléfono fijamente, escribiendo un mensaje seguramente, no le di importancia a eso, ni siquiera cuando una pequeña sonrisa se pinto en sus labios mientras escribía. Seguramente era su madre.
El sonido de un timbre que indicaba que acababa de recibir un mensaje resonó en un tono mas fuerte del que yo solía tener en el mío. Marco leía el mensaje y, de pronto, levanto la mirada hacia mi, pareciéndome que lucia algo nervioso. Dejo el móvil en el bolsillo derecho de sus pantalones de mezclilla azul claro y se inclino un poco mas cerca en la mesa, sin dejar de mirarme con esos ojos que ahora parecían apenados.
—Marie, lo siento, acabo de recibir un mensaje del jefe; parece que al final se resolvió antes de lo esperado, lo que sea que estuvieran haciendo, y ahora solicita que me presente a trabajar lo más pronto posible. Tengo que ir, me temo que no podremos ir al parque como queríamos. ¿Te parece dejarlo para mañana?
—Para nada, no te preocupes por eso y ve tranquilo, al final es tu trabajo y tú no tienes la culpa. Mejor que te vallas pronto si no quieres que tu jefe se valla contra tuya por llegar tarde.
—Gracias, Marie, eres la mejor. —se acerco a mi después de dejar unos cuantos billetes en la mesa para pagar la cuenta y me beso en la mejilla— Prometo que voy a recompensártelo después.
Se marcho del lugar con prisa, quedándome sola en la cafetería. Solo un par de minutos después de que se marcho, me percate de que había olvidado su chaqueta en el respaldo de la silla donde había estado; era casi gracioso, pues esa era una de las maneras mas comunes y conocidas de perder las chaquetas y suéteres, que el hecho de que le hubiera ocurrido a él en este momento me parecía tan cliché, pero era común que ocurriera al marcharse con tanta prisa.
Ya me encargaría de llevársela, y aprovecharía para darle una corta platica sobre tener mas cuidado si planeaba quitarse los abrigos y dejarlos sobre el respaldo de las sillas cuando saliera a comer.
Page la cuenta y me retire del café, decidiendo visitar a mi mejor amiga, a la cual llevaba un tiempo sin visitar a su departamento.
»—¿Él estaba sonriendo tras recibir un mensaje y luego canceló los planes que tenían, alegando que debía ir al trabajo al final? ¿Quién sonríe con un mensaje así?
—Quizás sonreía por algún otro mensaje, antes de recibir el de su empleo.
—Quizás, pero hay algo que no me late en él desde hace un tiempo y tú lo sabes.
—Lo sé y no lo entiendo.
Laura era mi mejor amiga desde niñas, y siempre hemos estado de acuerdo en todo, pero ahora no era así; desde que le presente a Marco, ha dicho que siente un mal presentimiento con él, y cada que le cuento cualquier cosa sobre él sale con lo mismo. Yo no logro entender porque, pero supongo que solo necesita un poco de tiempo para conocerlo como yo y aceptarlo como mi pareja, aunque de no ser el caso, no importaba mucho, pues ella seguiría siendo mi mejor amiga y tampoco tenia planeado terminar mi relación solo por eso.
—Te lo digo, debes hacerme caso y estar más atenta a ese hombre, estoy segura de qué algo esconde. Además, el hecho de que sea tan celoso solo me hace pensar que quizás él podría ser el que podría engañarte; no quiero preocuparte amiga, pero sabes lo que se dice de las personas demasiado celosas: o fueron engañadas en el pasado, o tienen miedo a que les hagan lo mismo que ellos están haciendo.«
Tenia razón, eso era lo que se decía, pero sin embargo yo creía que esos no podían ser todos los motivos; quizás era muy inseguro o había algo en su pasado que yo no conocía y que lo hacia ser así.
De todas formas, la conversación que había tenido el sábado con Laura me dejo muy inquieta, mas de lo que me gustaría admitir, pero ya había cumplido un año con Marco, y nunca en este tiempo había dudado de él, así que no me gustaría empezar ahora. Además, no había motivos solidos para dudar de su fidelidad, pues si bien había habido un par de situaciones extrañas que comenzaron a aumentar hace un par de semanas, era seguro que eran a causa de su trabajo, y no porque me estuviese engañando.
Quería confiar de igual forma, que si algún día él decidiera querer a alguien mas o sintiera que la relación ya no era suficiente, me lo diría directamente y no andaría con alguien mas, burlándose a mis espaldas. Tenia la confianza de que era lo suficientemente hombre para hablar claro y no lastimarme de esa manera.
No valía la pena torturarme con esos pensamientos; yo confiaba en mi novio, y sobre todo, creía en nuestra relacion, y estaba segura de que estábamos muy bien y no existía ese riego con nosotros.
Había empezado la semana y yo estaba trabajando en la biblioteca. Lleve la chaqueta de Marco conmigo, pues justo como lo imagine, no pudimos retomar los planes del parque el domingo; la mamá de Marco había llamado, pidiendo que él la acompañara al doctor al no contar con nadie mas para que la llevara, y obviamente él no podía negarse, como tampoco yo le pediría que lo hiciera.
Así que no me había quedado mas remedio que esperar para poder devolverle su prenda, pensé que lo mejor era esperar hasta que nos viéramos de nuevo, pero recordé que en pocos días seria el cumpleaños de Laura y quería regalarle un pastel, así que se me ocurrió pasar hoy a la pastelería donde trabajaba mi novio y hacer el pedido, aprovechando de paso para devolverle su chaqueta y verlo un momento el día de hoy.
Pude haberle avisado por mensaje o hacer el pedido del pastel igualmente por mensaje y quedar algún día para llevarle la chaqueta, pero quería verlo, por eso decidí que iría hasta la pastelería donde trabajaba justo cuando saliera de mi trabajo, llegaría sin avisar para sorprenderlo. Según sabia, hoy estaría solo en el lugar, pues su jefe estaba abriendo una nueva pastelería en otra parte de la ciudad y necesitaba a la mayoría de sus trabajadores allá, ayudándole con las preparaciones para antes de la inauguración; con poca gente en donde Marco trabajaba, tuvieron que turnarse entre uno de sus compañeros y él, mientras uno atendía el lugar, otro se encargaría de las entregas.
El día de hoy, a Marco le tocaba atender el local, así que estaría prácticamente solo. Decidí ir cuando fuera su hora de comer, para no molestarlo mientras trabajaba.
Salí de la biblioteca a las 04:00 pm y partí a la pastelería, dispuesta a cumplir con mis planes antes de que pudiera arrepentirme. Justo cuando yo salía del trabajo, Marco tenia su hora de descanso para comer, él salía del trabajo dos horas después que yo, siendo su hora de descanso de las 04:00 pm a las 05:00 pm, y su hora de salida era justamente a las 06:00 pm.
Llegue al lugar con el conocimiento de que Marco no salía exactamente a las cuatro a comer, pues primero se quitaba el mandil e iba a por sus cosas, revisando que todo quedase en buen estado antes de salir, mas ahora que no habría nadie en la pastelería y tendría que cerrar mientras volvía de su descanso. Me apresure en ingresar al local, que seguía abierto a pesar de portar en la puerta el letrero de "Cerrado".
Al estar adentro todo lucia limpio y en orden, aunque me sentía extraña al estar acostumbrada a encontrar el lugar lleno de gente aún a esta hora, pero solo era momentáneo, pues todo volvería a como era antes una ves estuviera terminada la otra pastelería.
Me dirigí al interior, tratando de encontrar a Marco, pero algo me paralizo en el lugar. Era un sonido extraño, como la clase de sonido que se produce cuando besas a alguien más.
Sin quererlo, la voz de Laura llego a mi mente, recordando de nuevo sus palabras del sábado pasado. No podía quedarme parada, tenia que averiguar que estaba pasando y acabar con esa sensación en mi corazón que me decía que algo malo estaba a punto de ocurrir, y no creía estar preparada para eso.
Al llegar a la cocina, ví a Marco, pero justo como temí, no estaba solo. Había una mujer sentada sobre una barra rodeándole de la cintura con sus piernas, por la posición en la que estaban, con el dándome la espalda y cubriéndola a ella con su cuerpo, no pude ver de quién se trataba, pero pude notar que era rubia y de piel acanelada, delgada y no muy alta.
De inmediato sentí un nudo en la garganta y el dolor en el pecho se volvió más fuerte, dándome la sensación de ahogó y produciendo que se me cristalizaran los ojos. Él me estaba engañando, no podía negarlo, y solo me hacía sentir estúpida al no haber hecho caso a Laura desde un principio.
Por sobre todo, yo me sentía una persona racional, aún cuando tuviera mis momentos como una tonta; algo en mi cabeza hizo click y de inmediato saque mi celular antes de que ellos notarán mi presencia en el lugar. Les tome una fotografía justo como estaban, devorándose sobre la barra, en la cocina del lugar de trabajo de Marco, para nada profesional de su parte.
Guarde el móvil en la bolsa de mi pantalón y me aclaré la garganta para llamar su atención.
—Así que esto es lo que te mantenía tan ocupado últimamente, ¿no, Marco?
Se separó bruscamente de la mujer, dejándome ver su cara. No la había visto nunca, al menos no en persona, sin embargo sabía quién era.
Era Claudia Mirameb; la única hija de Antonio Mirameb, uno de los hombres más ricos y conocidos en la ciudad al ser un excelente hombre de negocios.
Su hija había protagonizado una serie de diversos escándalos debido a su excéntrismo y a su típico comportamiento de chica mimada, pero para llevar esa carga, realmente se le había dado muy bien ocultar lo que sea que ha estado teniendo con Marco, pues ni siquiera yo me había percatado de ello está ahora.
¿Qué hacía una mujer como esa en un lugar como esté?
Sabía que Marco era guapo, y no dudaba que pudiera atraer a cualquier mujer, además de que la pastelería ya era bien reconocida en la ciudad, pero eso no quitaba el hecho de que él fuera solo un trabajador del lugar y ella una mujer muy rica que podría conseguir a cualquier hombre que quisiese.
En realidad no era tan difícil de creer, viéndolo mejor, pues él tenía un manera muy sencilla de atraer a las personas y yo no era la única en notarlo.
Así como tampoco era la única con la que salía.
—¡Marie! ¿Qué haces aquí?
—¿Eso es lo único que se te ocurre decirme en este momento? ¡Eres un idiota! Todo este tiempo me estuviste engañando, si ya no querías seguir conmigo debiste decírmelo y no andar con otra, burlándose a mis espaldas.
—¿Y qué querías que hiciera? Todo esto no es mas que tu culpa, creí que algún día lograrías conseguir buena fama al cantar, pero no haces mas que ir de un lugar a otro dando pequeñas interpretaciones que no te llevaran a nada. Por supuesto que estaba planeando terminar contigo, solo necesitaba confirmar que me ascenderán de puesto y entonces terminaría contigo, pero me adelantaste las cosas ahora.
—Entonces, ¿solo salías conmigo porque creíste que podría alcanzar el éxito? ¿Todo este tiempo solo se trato de dinero?
—Así es, el día en que te conocí en esa cafetería, y después de escucharte cantar, notando como las personas se fascinaron por tu interpretación, creí que seria conveniente conseguir algo contigo, ya que no me estaba yendo tan bien con mi puesto en la pastelería, lucias tan ingenua que pensé que sería fácil el engancharte, y no me equivoqué; creí que después de ese día tu fama despegaría y entonces podría utilizarte para conseguir lo que quisiera, sin embargo, no fue así. Es verdad que cada vez conseguiste mas llamadas para cantar en eventos importantes, pero te estancaste en ese punto y desde entonces no has conseguido nada grande, siendo completamente inservible para mi.
»De hecho, gracias a Claudia, estoy más cerca que nunca de conseguir ser el dueño de mi propia pastelería he incluso mas.
Ella estaba escuchando todo lo que decía, y sin embargo no parecía molestarle el hecho de que estaba siendo utilizada igual que yo, al contrario, sonreía de manera burlesca, como si disfrutara por completo de la situación que se desarrollaba frente a sus pequeños ojos oscuros.
—¿Quieres decir que la estas utilizando también?
—Por supuesto que no, a ella la conocí hace un mes y desde el primer momento supe que ella era la indicada, ni siquiera sabia que ella podría ayudarme a cumplir mis planes, ella sola me ofreció su ayuda una vez le revelé la razón de estar contigo.
—Que conveniente para ti no. Entonces todo lo que he hecho por ti y todo el tiempo que te he dado, ¿no fue mas que un desperdicio?
No podía evitar el dolor que me apresaba y sin poder contenerlo mas, sentí como las lagrimas rodaban por mi mejilla, siendo cada vez mas, a pesar de mi inútil esfuerzo por limpiarlas.
La mujer se puso de pie y camino hasta ponerse a su lado, aferrándose con fuerza a su brazo; en otra ocasión, podría haberme parecido gracioso, pues era tan pequeña que mas bien daba la imagen de ser una hermana pequeña sujetando a su hermano, pero el estado de dolor y decepción era tal que no podía pensar en nada que no fueran las palabras de Marco.
—Deja de llorar y lárgate de aquí; Marqui ya lo dijo, acéptalo ya, solo fuiste una herramienta que al final resulto inservible, ustedes dos acaban de terminar por fin, el juego ya se acabo y yo voy a darle todo lo que tu no pudiste darle todo ese tiempo juntos. Mejor que dejes de hacer el ridículo y nos dejes tranquilos de una vez.
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