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El Destino Te Guardo Para Mí. (Editando)

Capitulo 1

AVISO

+18

Aclaro que todo lo que está aquí, relatado, es producto de la imaginación. Nunca he estado de acuerdo con el machismo y el maltrato físico y verbal hacia las mujeres. También encontrarán uno que otro error ortográfico, así que pido disculpas, en cuanto me vaya quedando el tiempo iré Editando la historia.

Si alguno de ustedes cree que esta Novela es un poco violenta, favor abstenerse de leerla y dejar comentarios negativos.

No siendo más que disfruten la lectura.

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10 Años atrás…

-Debemos llegar antes que ellos, o nos mataran- menciona mi padre haciendo que mi madre sollozara muy fuerte. - ¿Qué hiciste Noah, porque estamos huyendo? -Pregunta mi madre angustiada.

-Ahora no te lo puedo explicar amor, no es el momento. -Mi madre observa a mi padre con desesperación.

-¿Mamá, porque papá conduce tan rápido? -preguntó -Ella da medio giro a su cuerpo y me observa dejando a la vista una enorme sonrisa -Porque debemos llegar a tiempo al aeropuerto o el avión nos dejara. - Acaricia mi mejilla y yo suspiro.  -Abróchate el cinturón cariño, toma ponte tus auriculares y escucha tu canción favorita, no te preocupes por nada, estaremos bien. -Te lo prometo. -Ahora sé buena niña y obedece. ¿Ven acá? -Acerco mi cuerpo y me da un tierno beso en mi cabeza.

-Tome los audífonos y los Lleve a mis oídos, la melodía de rosas de la oreja de van gogh, inundo mi conducto auditivo. Es una de mis canciones favoritas, con solo escucharla me llevaba a otro lugar, pero la circunstancia no permitía que me concentrara. No podía dejar de observar a mis padres. Cuando de pronto mi madre llevo sus dos manos hasta su cara cubriendo su boca, apretó sus ojos y sollozo más fuerte… Y no había dudas, ¡algo terriblemente malo sucedía! Me asusté cuando la vi lanzarse encima de mi padre y lo golpeaba con tanta fuerza sin importarle ocasionar un daño. Dirigí mis manos a los oídos para retirarme los audífonos, Pero como si hubiera pasado en cámara lenta vi a mis padres rodando por toda la cabina del auto, mi cuerpo se zarandeaba de un lado a otro, mi madre gritaba mi nombre, mi cinturón se desabrochó sentí un fuerte golpe en mi cabeza que me dejo perdida en la oscuridad… Una oscuridad de la que no debí haber despertado nunca.

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Actualidad…

-Mamá… mamá,

-Despierta Cariño, es solo un sueño.

Siento suaves apretones en mis brazos que me hacen despertar de mi pesadilla, Una que cada día trato de olvidar, pero al parecer el destino se ensaña en que la tenga presente. Me incorporo y siento como mi pecho sube y baja producto del perturbador sueño, la sabana que cobija mi cama está mojada del sudor que broto mi cuerpo durante toda la noche. Paso mi mano derecha por mi cara producto de la frustración… Hace un mes empecé a soñar con la noche del accidente, donde mis padres perdieron la vida, ¡No sé a qué se debe!, tal vez sus almas no están descansando en paz y a través de mis sueños quieren manifestarme algo…

-Estás bien. Pregunta mi hermana Catalina, veo la preocupación envuelta en su rostro.

-Sí, solo fue un mal sueño. Respondo, acomodando mi cuerpo para sentarme en el filo de la cama.

-Últimamente, has estado muy ansiosa, te dije que no dejaras las terapias con la psicóloga.

-No te preocupes cata, solo fue un mal sueño, debo dejar de comer comida chatarra a altas horas de la noche.

Pero sabía que me estaba engañando a mí misma, nuevamente siento ese hueco en mi corazón. Durante 9 años luché por tener una vida normal, por olvidar todo lo que viví. Después del accidente, al abrir mis ojos, me encontré en una habitación de color blanco, el fluido del ruido, contaste del equipo médico y olor a desinfectante, me confirmaron que estaba en el hospital, y que todo era real.

Con tan solo 10 años, debí enfrentarme a la realidad, mis padres habían muerto y yo sobreviví gracias a que el cinturón de seguridad se desprendió de mí en el menor momento del impacto; es duro aceptar que ya no estarán las personas más importantes de tu vida, las que te cuidaban con amor e incluso daban la vida por ti.

Cuando me dieron de alta el sistema de menores, hizo su trabajo alojándome en un orfanato. Ninguno de mis familiares que por cierto nunca conocí quisieron la responsabilidad de hacerse cargo de una chiquilla. Mi núcleo familiar, por parte de madre y padre, nunca se llevaron bien y jamás estuvieron de acuerdo con que mis padres se casaran, no conocía los motivos y cada vez que le preguntaba a mi madre desviaba el tema.

El orfanato en el que pase seis meses, no era como en los cuentos de terror, las mojas siempre fueron muy amables conmigo, en especial la madre Aurora. El cuarto que compartía con niñas de mi edad se volvió un refugio donde dé vez en cuando podía despistar todo el dolor que estaba instalado en mi corazón.

Tres meses más adelante, me llevaron a entrevistarme con un juez, me hicieron muchas preguntas, sobre mi padre que, por supuesto, desmentí, jamás lo vi participar o hacer cosas indebidas que dañaran la integridad física de una persona. Siempre fue un hombre bueno, siempre me daba los mejores consejos para que fuera una mujer de bien y servible ante la sociedad. Al cabo del tiempo la madre superiora se volvió muy meticulosa con las visitas que hacían al orfanato… Siempre pedía apoyo al personal de la policía. Una noche, mientras caminaba por el pasillo que dirige a la dirección, la escuche, hablara por teléfono. Mencionaba que estaba arriesgado todo por proteger a una alumna que era buscada por una organización criminal de norte América. Todos los días llegan muchos niños a este orfanato, y la causa principal es porque son víctimas de la violencia, matan a sus padres y ellos quedan vagando sin rumbo alguno, y las bandas criminales está detrás de alguno de ellos para castigar sus faltas.

-Cariño, me preocupas, te vas a otro mundo y luego regresas, hoy llamaré a la psicóloga, debes retomar tus terapias.

-Mi hermana recorre toda la habitación. -No entiendo por qué dejas la ventana abierta, el frío de la noche puede hacer que enfermes. Protesta

-Estoy bien Cata, solo fue un mal sueño. -Respondo levantando mi cuerpo de la cama, mis pies tocan la madera fría del suelo, sobre mis pies camino hacia el baño, cierro la puerta y dejo salir todo el aire comprimido en mis pulmones, apoyándome sobre el lavabo. Me miro al espejo, el bulto negro que adornan mis ojos, producto de muchas noches sin poder dormir bien.

-Ya llevas un mes en la misma situación Sara. Escucho la voz de mi hermana del otro lado.

Trato de ignorar su comentario, ocupándome en mi aseo personal, retiro mi pijama rápidamente y entro a la ducha, abro el grifo y despacito de bañarme con agua caliente, dejo que el agua fría, haga contacto con mi piel haciéndome sentir un ardor que acepto, mientras mi cuerpo se acostumbra.

-Cariño, te espero abajo, debo platicar contigo algo inesperado. Menciona cata y apenas logro escuchar.

-Está bien, en quince minutos estoy contigo. Respondo pasando las esponja por cada parte de mi cuerpo.

Veinte minutos pasaron mientras hice toda mi rutina mañanera, al salir de la habitación, camine a la cocina, para ayudar a cata con el desayuno, pero fue en vano porque cuando pise el último escalón ya todo estaba sobre la mesa.

-Toma asiento -Escucho a mi hermana que sale de la cocina con dos platos en las manos, terminando de acomodar lo poco que hace falta para completar un desayuno totalmente completo.

Moví la silla del comedor, y tomé asiento, la fruta y el olor a pan recién horneado, provocaron que mi estómago se revolcara de hambre, cata fue a la cocina y al volver se acomodó justo frente a mí.

El silencio nos acompaña por un momento, pero eso no era motivo para no comer, así que tome el tenedor entre mis manos y pinche un pedazo de manzana, cerré los ojos e hice un mohín con mi boca, estaba deliciosa, dulce y jugosa. Al abrir mis ojos, me enfoqué en el rostro de Cata, la veía preocupada, pocas veces la notaba de esa manera.

-¿Qué sucede?. -Pregunté, llevando la tasa de café a mis labios.

-Cariño, debo viajar a Miami por una semana. Por órdenes directivas debemos tomar una capacitación. -Dijo un poco pensativa.

-Y que te detiene. -Respondí comiendo un pedazo de pan.

-Sara, no te veo bien. -Espeto cruzando sus brazos. -¿Crees que en el estado de ansiedad que estás podría irme tranquila?

-Cata, eso no es nuevo, sabes que tengo mis recaídas, y son momentáneas, ten por seguro que pasara… Además. -Tú has luchado mucho por ese empleo y ahora que lo tienes, no te limites por mí. Yo estaré bien, ya no soy una niña, me las arreglaré estos días sin ti, y para que estés tranquila, prometo retomar las terapias con la psicóloga. De todas maneras, tendré mi mente ocupada, la otra semana son los exámenes finales, el semestre está por terminar y debo estudiar mucho, también debo ir a la pastelería, así que no tendré mucho tiempo para dedicarles a mis delirios. Dije terminando mi desayuno y era cierto, a veces entraba en crisis y era solo unos días, luego todo volvía a la normalidad, así que por nada del mundo permitiría que ella tomara mis locuras mentales, como una excusa para no viajar.

-Prométeme que me llamaras si necesitas algo, no importa la hora, recuerda que siempre puedes contar conmigo. Expuso con un poco de angustia.

-Te lo prometo, le respondí con una enorme sonrisa en mis labios... Mi mente me decía que la idea de quedarme sola 7 días, era bueno para mi independencia, aunque debo admitir que me da un poco de angustia, mi hermana y yo, nunca nos hemos separado por tanto tiempo, somos el apoyo de la una a la otra, y he llegado a la conclusión que ella es muy egoísta, se limita demasiado, por brindarme toda su atención, y eso es otro tema que tendré que tratar con ella en otro momento.

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Salí de la casa y empecé mi caminata hasta la universidad. El recorrido era corto, ya que estaba situada a diez cuadras de la casa, tuve suerte porque en el mismo sector encontré trabajo en una pastelería medio tiempo. Cuando cumplí diecisiete años tomé la decisión de buscar empleo, ya me sentía una carga para catalina. Aunque ella nunca estuvo de acuerdo porque no tenía la mayoría de edad y decía que ninguna empresa asumía la responsabilidad de emplear menores.

Decidí hacerme la de oídos sordos, y empecé mi búsqueda.

Aún recuerdo como si fuera ayer, cuando me estaba dando por vencida, he iba a hallarle la razón a mi hermana, nadie se encarta con menores de edad; cuando vislumbre un letrero en un negocio pequeño que estaba ubicado cruzando el parque principal “se necesita mesera”.

Flash Black.

***Entre y observé el lugar, era pequeño, las paredes estaban pintadas de marrón con estampados azules, había diminutos juegos de comedor de 3 puestos a cada lado, camine hacia la caja observando a un hombre, su edad estaba en promedio de 25 años, unos lentes adornaban perfectamente su rostro, y estaba tan concentrado en su computadora que no se había fijado de mi presencia.

-Carraspee – Buenas tardes, estoy interesada en el puesto de mesera – aquel chico levanto la mirada observándome de arriba abajo, no sabía si lo hacía por morbo o por mi físico de niña.

–Tienes la mayoría de edad, o el permiso que delega el ministerio de trabajo para menores-Enarco una ceja

Me quedé pensando por un momento si debía mentir o no, era la única oportunidad que me quedaba, llevaba un mes buscando trabajo y nadie me aceptaba por no tener la mayoría de edad, le pedí a mi hermana que me firmara el permiso, pero no quiso cooperar.

-Así que decido contestar… Umm si la edad no interfiere entre dos personas que desean estar juntas, porque ha de interferir en mí, que deseo trabajar honradamente para pagar mis estudios.

-Él retira sus anteojos y los pone en el escritorio, puedo notar que trae un tatuaje en el dorso de la mano, la cual lleva y sostiene su barbilla – Mira niña, si tú eres menor de edad y te enamoras de un hombre 10 años mayor que tú, es tu problema. Si yo te contrato y las autoridades se dan cuenta, ¿sabes qué le pasará con mi negocio? -Negué con mi cabeza

-Lo primero que podría pasar es que me pongan una multa de unos cuantos miles de dólares, eso tomando como medida chantajear a las autoridades. O segunda clausuran mi empresa de manera permanente. ¡Crees que estoy dispuesto a arriesgar todo por emplear a una menor? - preguntó! Y yo solo calle.

-¿Por qué estás buscando trabajo siendo menor de edad?, ¿es que tus padres no te proveen lo necesario? O eres de esas chicas rebeldes que al primer llamado de atención se escapa de su casa.

No supe que contestar, la sola palabra, padres, era suficiente para que mi corazón se apretara. - Me observó por un momento, dio un suspiro y blanqueo los ojos.

-Mira chiquilla, no andes buscado lo que no se te ha perdido, hay mucha gente que se aprovecha de este tipo de situaciones, nadie te pasa por desapercibida, eres bonita, pero ingenua, cualquiera se puede aprovechar de ti.

-M-Mis padres fallecieron. – No sé por qué lo dije, nunca me gusto que me miraran con lástima, es más odio cuando lo hacen. Pero de alguna manera debía callarlo, no soportaba que mencionara a mi familia.

Todo quedo en silencio, observándome por unos minutos – Lo siento no sabía… siento mi intromisión… Pero entiende, no puedo emplearte, eres menor de edad.

-Entiendo… quería salir corriendo de ese lugar, pero debía afrontar la situación, estaba segura de que no sería la primera ni la última vez que debía enfrentarme a la lástima de los demás.

-¿Te molesta si me dices cuanto es la paga?. Le pregunté.

-Siete dólares la hora, porque la pregunta, ya te dije que no puedo emplearte.

- Bien dame una oportunidad mira… Págame la mitad de lo que ofreces\, si ves que no doy la talla tomas el pago por las molestias ocasionadas. Ponme a prueba una semana\, por favor.

-En su boca se reflejó una pequeña sonrisa, no podía negar que era un hombre apuesto, sus ojos eran verdes como un manantial, cabello castaño, piel trigueña, ante los ojos de cualquier mujer era un Adonis.

-Lo siento, pero no estoy dispuesto a correr ese riesgo, cuando cumplas tu mayoría de edad tienes las puertas abiertas.

-Doy un suspiro de desilusión, y es que si no pude conseguir algo tan simple como un trabajo de mesera no podía conseguir nada más.

-¿Te puedo dejar mi currículo por si cambias de opinión?-lo dije de una manera suplicante y él hace un gesto de molestia estirando mi brazo para entregarle el currículo.

-Claro, te llamaré en un año cuando cumplas la mayoría de edad. – Fue un gusto conocerte, Sara Mussolini. Reviso mi hoja de vida y mi apellido lo pronunció muy despacio, parecía sorprendido con mi información.

-Así que le di las gracias, di la vuelta y tomé el camino hacia mi casa.

-Al siguiente día, el teléfono sonó.

-Hola-contesté

-Me puede comunicar con Sara Mussolini. Responden en la otra línea.

-Quien la necesita. –Se me hizo extraño porque nadie me llamaba, excepto mi hermana.

-Alonso Peñalver, el dueño de la pastelería donde Rogaste trabajo ayer.

-Rogar nunca te rogué trabajo- le respondí

-Bien, si aún deseas el puesto, es tuyo, hora de entrada 14:00

-Di un brinco de felicidad, estaré hay mañana puntual, muchas gracias por la oportunidad, señor Alonso. Colgué y brinqué en toda la casa de felicidad y desde entonces trabajo en P&M.

Fin del flash Black.

Sacudí mi cabeza y sonreí, me detuve detrás de una camioneta que estaba estacionada al costado de la calle, la cual obstaculizaba la visibilidad del tráfico. Miré hacia los dos lados para cerciorarme del tráfico, pero lo que presencie fue a un hombre recostado en la puerta de ese coche, di un brinco del susto y mis libros cayeron al suelo. Me incliné para recogerlos y en ese momento pude sentir el peso de su mirada. Enderece mi cuerpo y lo observe a los ojos, su aura era seria, el humo que inhalaba lo exhalaba con mucha tranquilidad, me sentí incómoda con su mirada, así que cruce la calle casi corriendo. Al llegar a la universidad sentí un gran alivio, como si me hubiera quitado un peso de encima. Camine por el largo pasillo que dirige a mi clase de Historia del arte y civilización. Al ingresar mi teléfono celular sonó, revise la pantalla y ella se mostraba el nombre de Cata.

-Hola Cata -conteste la llamada

-Hola Sara, llamo para avisarte que ya estoy en el aeropuerto, mi vuelo sale en media hora, así que aproveche para despedirme… Discúlpame esta mañana se presentó una urgencia en el hospital, debí salir a prisa, y no pude despedirme Sara.

-No te preocupes Cata, entiendo que tu trabajo es de mucha responsabilidad, disfruta de tu viaje. Te amó, debo colgar o el profesor me dejará por fuera de la clase. Exclamé.

-Bien, cuídate mucho, y habla con tu jefe para que te deje salir un poco más temprano… Es peligroso que andes tan tarde caminado en la noche, hay mucho loco en la calle. En cuanto llegue a Miami y me instale, te llamo.

-Si hablare con él, no te preocupes, que tengas un feliz viaje. Te adoro. Objete

-Y yo a ti. Adiós.

Cuando colgué la llamada sentí cierta nostalgia, era como si fuese la última vez que escucharía su voz. Sacudí esos malos pensamientos, últimamente ando en un desequilibrio emocional y debo empezar a controlarlo o me volveré loca.

Tres días pasaron y mi rutina cada día la sentía más larga, las clases se me hacían Eternas y el turno en la pastelería, era de nunca acabar. Cuando salía de casa, me inquietaba, sentía que cada paso que daba era vigilado, cuando llegaba a la universidad sentía un alivio enorme, igual que en las noches cuando llegaba a casa.

La clase de dibujo técnico era una de mis favoritas, porque podía exponer todo el potencial que estaba reprimido dentro de mí. Estaba tan concentrada terminando mi trabajo antes que el profesor llegara, cuando un grito hace que por poco pierda mi equilibrio y caiga al suelo.

-¡SARAAA! rubia ingrata ¿Dónde te has metido? ¿Por qué no contestas mis llamadas? -gire mi cuerpo hacia esa voz chillona, que era inconfundible…. Hice una cara de molestia, porque de verdad era incómodo que todos se fijaran en mí cuando Steffi le entraba el deseo de molestar.

-Una pregunta a la vez y por favor baja la voz. -Le contestes a la única persona con la que tengo entablada una pequeña amistad.

-He tratado de comunicarme contigo. -Te dejé un recado con tu hermana. - ¿No te lo dijo?.

- Niego con mi cabeza. Tal vez lo olvido ha estado muy ocupada en el trabajo.

-Bien entiendo…. El sábado haré una fiesta de despedida y estás cordialmente invitada. Da muchos brincos palmeando sus manos como chiquilla recibiendo golosinas.

-No iré. Respondo sacando mi agenda de la mochila.

-Que. ¿Por qué?, al menos espero que tengas una excusa valedera, o de lo contrario sacaré tu trasero aburrido de tu humilde hogar. Su expresión era seria.

-Steffi Sabes que no me gustan esa clase de reuniones. –Fiesta corrigió ella.   –Bueno, fiestas, no encajo en esos sitios, no me gusta como las personas se faltan al respeto y pierden la conciencia por el alcohol.

-Tú, como siempre de aguafiestas, parece que una anciana de 80 años hubiera reencarnado en tu cuerpo. Bufa

-Tal vez. –Reí ante su comentario

-Oye Sara, soy tu única amiga en la U, porque te alejas de la gente, algo muy traumático, debiste pasar para que seas tan aburrida.

Me quedé en silencio, el día que todo acabo para mí, decidí llevar mi vida lo más alejada posible de la sociedad.  Fue muy difícil renunciar a lo que deseaba estudiar, siempre me incline por las ramas judiciales, mi padre decía que Derecho era una excelente carrera, pero después de su muerte, ya nada surgió igual, le tenía pánico a socializar con otras personas. Así que decidí inscribirme en Arte e historia. Cuando estuve en el orfanato, la pintura se volvió en mi pasatiempo favorito, con el tiempo la intensifiqué y me pulí, al grado que quise aprender de ella un poco más.

Recordé el primer día de clase, ver tanta gente de mi edad, me resulto aterrador, pero poco a poco empecé a encajar, la amistad con Steffi fue toda una locura. Una mañana iba camino a la universidad, llovía muy fuerte, pero no me detuve a campar, debía presentar un relato, que definiría mi nota final, así que no tome por excusa el clima, de pronto ella pasó como alma que lleva el diablo en su coche y toda el agua sucia que estaba acumulada en un hueco chispeo todo mi cuerpo, quedando lavada en lodo. El rechinar de las llantas traseras de su Porsche hizo eco por toda la calle, se bajó de su auto, juntando sus manos pidiendo disculpas. Me ofreció llevarme y a prestarme un poco de ropa que tenía guardada en su casillero. No teniendo otra opción debí aceptar su ayuda. Y desde entonces es con la única que tengo una pequeña amistad.

-Que pasa contigo eres hermosa, todos me preguntan por qué eres tan solitaria.  -En especial él. -Señalo a un chico que estaba sentado en la parte de atrás del salón. Fruncí el señor y la miré.

-Él se llama Alek y te quiere conocer….

Capitulo 2

Sara Mussolini.

-El chico nuevo le mencioné, con una cara de confusión. - ¿Por qué alguien como él querría conocerme? -Le pregunté

-No lo sé, pregúntaselo tú. -Mira viene hacia acá. -Dijo Steffi, posicionando sus ojos sobre la figura masculina que caminaba hacia nosotras.

Me removí incómoda en mi asiento, teniendo como resultado dejar mi espalda derecha, en solo un instante, muy cercanamente una fragancia a menta fresca y hierba buena, invadió mis fosas nasales, causando un vacío incómodo en mi estómago. Suavemente, y con un poco de timidez, incliné mis ojos, los cuales se hechizaron con una mirada azul profundo, que combinaba perfectamente con un cabello negro azabache. Sin dudarlo, tal vez la escultura que estaba frente a mí, era el hombre más guapo que mis ojos hayan contemplado alguna vez. Su cutis, a pesar de llevar maquillaje, lograba observar pequeños hematomas de color verdoso debajo de su piel. En sus labios se dibujó una sonrisa, baje la mirada para no verme tan descarada, no quería ser imprudente mirando de más y hacer más incómoda la situación.

-Sara, Alek.- Alek, Sara. – Steffi nos presentó, al percatarse de mi actuación de poco interés, pellizco mi brazo disimuladamente para anexarme una mirada fulminante que decía. –Ubica mi atención en él. “Dirán que soy un bicho raro”, pero con el único hombre que había tenido una conversación, ¡era con mi jefe y solo hablábamos de trabajo! Aunque debo admitir que esta escultura está bien definida, y más que atracción, altera mi sistema nervioso.

-Mucho gusto, Alek Miller. -Él estiró su grande mano que estaba envuelta en una red de venas gruesas, sus ojos transmitían demasiadas emociones, tantas que lograba intimidarme y no de miedo, sino de incomodidad, era esa clase de mirada que le dabas a alguien cuando te interesa más que solo una amistad.

-Mucho gusto -dijo nuevamente haciéndome reaccionar. Parpadee varias veces, estire mi mano, y al estrecharla con la suya, sentí un golpe de calor en mi palma, su mano era tan grande que cubrió y calentó toda la mía que estaba tan fría, producto de los nervios que me envolvían.

-Sara Mussolini. -Respondí aclarando mi garganta.

Su mirada bajo hacia nuestras manos unidas y creo que se dio cuenta de la temperatura que albergaba en mi palma, porque frunció el ceño y dijo: –¡Hace frío aquí, y soy el único que no lo siente! -Sentí mi rostro caliente, mis ojos buscaron el rostro de Steffi, la muy condenada sonreía satisfecha por haberme presentado a Aleck.

-No hace frío Aleck. -Es Sara que está Nerviosa. -Hazle compañía, así podrá entrar en calor.

La miré con los ojos bien abiertos, y sentí que toda la vergüenza se terminaba de acumular en mis mejillas, teniendo la plena certeza que se encontraban tan rojas como un tomate maduro.

- ¿Puedo hacerte compañía? –Hablo Aleck\, tratando de hacer cómodo el momento\, estaba roja y para acabar de completar\, mi cara era un remolino de gestos porque no sabía cómo controlar mis emociones. Mire hacia Steffi quien en cuestiones de segundos estampó sus manos en el pupitre para impulsar su cuerpo y quedar en pie. Su cara desbordaba que estaba satisfecha.

-Puedes sentarte aquí Aleck, ya me iba, solo vine a invitarla a la fiesta que haré el sábado, pero me fue imposible convencerla. ¡Tal vez tú puedas hacerlo! A, por cierto. -Hablo en voz baja. - No tienes que pedirle permiso para hacerle compañía, lo necesita. Es necesario que se relacione con alguien más que no sea solo yo –Dijo hacia Aleck, quien con su cabeza asintió divertido.

Quería que la tierra me tragase, Steffi algún día me daría la oportunidad de cobrarme este embarazoso momento que me está haciendo pasar.

-Te dije que no puedo porque tengo una serie de compromisos ese día. -Apreté las palabras. No pretendo quitarle el tiempo a Aleck, tal vez está ocupado, y además sabes perfectamente que me gusta estar sola.

-Mentirosa, me dijiste que no querías ir. –rodó los ojos. -Además Aleck, es una excelente compañía y en este caso la opción de estar sola, déjalo para otro día. Y no seas grosera Sara Mussolini. -Dijo fijando su atención en Aleck. -Convénsela, le mencionó dando una palmada en el hombro del mastodonte que estaba en pie, justo frente a mí con toda su atención en nuestra conversación. -La muy desgraciada sonrió, dio media vuelta y se marchó guiñándome el ojo.

-Discúlpala, ella es terriblemente folclórica. -Alek sentó su anatomía justo a mi lado, miré su acción, lo hacía tan natural, tan propio de él. Así que hice todo lo posible por evadir su mirada, tomé mi celular y desvié mi atención a la pantalla, añorando que el profesor ingresara por esa puerta, para evitarme esta incómoda situación.

-No veo porque tenga que disculparla, creo que solo quiere ser cortés contigo. Es una chica muy alegre, divertida y se nota que te aprecia mucho. -Dijo tomando mi mentón para levantar mi rostro. -Sabes, desde mi punto de vista, no es mala idea que quiera hacerte parte del círculo social universitario. No es bueno estar siempre encerrada, bonita, una vida sin vínculos y conexiones, es una vida vacía y monótona que trae grandes desventajas, y en un futuro lo lamentarás. -Solo intégrate deja que sucedan las cosas con naturalidad.

Lo miré confusa, hablaba con tanta sensatez que logré embobarse con cada movimiento que hacía sus labios. Rememoré sus palabras, después de todo eran ciertas, desde que tengo consciencia, me escondo del otro lado del espejo, observando como la vida pasa delante de mí. Nunca me he detenido a pensar en experimentar salir, conocer más gente de mi edad, crear un vínculo afectivo con alguien que realmente me llame la atención. “Y suena ridículo para la edad que tengo”. “Pero” los traumas de mi pasado no me lo permiten, siento que todo el que se me acerca, se va a alejar dejándome envuelta en tristezas que no deseo volver a sentir. O tal vez solo se acerquen para hacerme daño. Por eso no deseo dejar entrar a nadie en mi vida, con mi hermana me basta y sonará egoísta de mi parte. Pero me da pavor, saber que algún día se irá de mi lado para hacer su propia vida y tendré que hacerme a un lado para arreglármelas como pueda.

–Y entonces bonita, irás a departir con tus compañeros. -Aleck me saco de mis pensamientos, revisé sus ojos y noté, como el peso de su mirada caía descaradamente por todo mi cuerpo, me removí incómoda, para que dejara de hacerlo. Lo fulminé con la mirada y al parecer entendió el mensaje, parpadeo varias veces y volvió a desbordar la atención sobre mis ojos.

-No quiero sonar grosera, pero la verdad no me gusta salir mucho de casa, soy más anticuada, me gusta leer libros de mitología griega, amo pintar, meditar o ver una película; prefiero eso y no estar en un sitio donde todos te apachurran el cuerpo y tus tímpanos sufren un nivel de sobrecarga por lo alto de la música. –Gracias, pero no.

-Y qué tal, si rompes esa monotonía, y aceptas que yo te acompañe. Permíteme conocerte acercarme a ti. ¿Qué dices? –Propuso.

Volteé mi rostro y pude ver a lo lejos a Steffi, de vez en cuando me miraba y sonreía. Ahora todo tiene sentido. Hace un par de días ese chico, ingresó a la universidad, era carne fresca para Steffi así que no dudo en acosarlo. Ayer que le pregunté cómo le había ido con su nuevo romance, su cara de fracaso mostró que no pudo cumplir su objetivo. No podía creer que era el primer hombre que la rechazaba, ella era una mujer muy hermosa, de cabello castaño, ojos avellana, piel blanca y la altura que la acompañaba hacía que sus curvas se cerniesen en su cuerpo dándole una altura voluptuosa.

Me respondió que lo atraía alguien más. No podía ser egoísta, había tenido sexo con todo el que ella eligiera, y obligar a un hombre no era propio de ella. Le pregunté de quién se trataba y me hizo un cierre llevando las manos a su boca. Lo único que me dijo era que ese chico necesitaba su ayuda para acercarse a esa persona. Y ahora sé quién es. Por eso no le molestó en ser rechazada.

Cuando intenté responderle a Aleck, vi al profesor entrar por el umbral de la puerta depositando su maleta en el escritorio con todo el carácter que lo demanda. -Sentí un agradable alivio dentro de mí. El profesor tomó asiento y ordeno que entregáramos las actividades dejadas en la clase anterior. Intente levantarme de mi asiento para dirigirme al escritorio del docente y entregar mi trabajo, pero un leve apretón en mi muñeca me hizo detenerme.

- ¡Si me permites\, lo puedo entregar junto al mío! Ofreció Aleck\, mirándome fijamente a los ojos\, y es que\, a pesar de los golpes que adornan su cara\, realmente llamaría la atención de cualquier chica con su tenue belleza\, eso no lo podía negar\, era un hombre con un porte muy atractivo\, demasiado diría yo.

-Gracias le susurré, mirando su mano para que me soltara. Al parecer no se había percatado que aún tenía sujetando mi muñeca, cuando se dio cuenta la retiró dejando un roce suave que hizo erizar mi piel. Caminó hacia el profesor y mis ojos no dejaban el morbo de observarlo, tal vez porque era la primera vez que me atrevía a sostener una pequeña conversación con un hombre que no fuera mi jefe. No es que el género masculino se alejara de mí. Es solo que yo no permitía que se acercaran, siempre buscaba una excusa para huir….

Lo vi dejar las carpetas sobre el escritorio para venir nuevamente hacia mi dirección. Me pregunté qué edad tendría... Tal vez 32 se ve muy grande para ser más joven. Preguntar su edad es de mala educación, pero aun así no permití que la curiosidad lograra ganarme.

El resto de la clase fue muy incómoda, la mirada de Aleck estaba sobre mí todo el tiempo, haciendo tenso el momento. Era difícil concentrarme en el tema que explicaba el profesor, que en ocasiones nos miraba porque no estábamos atentos a su clase.

-¿Te molesta mi presencia?, ¿o mi presencia te pone nerviosa? Hablo tan cerca de mi oído, que su cálido aliento me hizo sentir un cosquilleo en mi cuello.

-N- No lo mire y mis ojos empezaron a pestañear.

-parpadear tantas veces es señal de mentiras. Susurro la última palabra.

-Señor Alek Miller, veo que usted y la señorita Mussolini tienen algo que compartir con el resto de la clase. Expreso mi profesor, estaba molesto y con justa razón.

 -Por favor a delante cuéntenos.

Mire a mi alrededor y todos los ojos estaban sobre nosotros. Me sentí pequeña y por el rabillo del ojo miré Alek que solo sonreía, era como si la situación le causara gracia.

-Lo siento profesor, le pedía a la Señorita Mussolini que me diera un avance de la clase anterior, es muy difícil pasar de un tema a otro sin estar al corriente. -Dijo muy seguro de sus palabras.

–Me disculpo con usted y el resto de la clase, le prometo que no volverá a suceder.

Y eso fue todo para que el maestro cediera, y le dijera que, a su cuenta de correo electrónico, le dejaría los links para que se pusiera al día con las lecturas anteriores, y que le recomendaba pedir ayuda algún compañero en caso de no entender.

El timbre sonó dando aviso que la clase había culminado. Empecé a guardar mis libros en mi bolsa, descubriendo como Aleck se retiró a un lado para contestar al parecer una llamada, lo observé por un momento y su ceño se frunció, conectando su mirada con la mía, le hice una seña de despedida, dirigiéndome a la salida para ir a la biblioteca y poder terminar los trabajos de mi siguiente clase.

Terminada mi jornada, miré mi reloj de pulsera y la hora marcaba la 13:00, tenía el tiempo justo para llegar a mi turno en la cafetería. Me levanté del asiento y dirigiendo mis pasos a la salida una voz que ya conocía me hizo detenerme, Aleck estaba recostado en el muro que adorna la entrada de la universidad, el grado de confianza y seguridad que se mostraba en su rostro, de alguna manera lograba sonrojarme.

- ¿Dónde estuviste? Te estuve buscando toda la mañana. - Su pregunta me saco de confort\, desde cuando le tenía que informar a donde voy… -Dije entre mí.

-Parece más, un reclamo que una pregunta. -Le respondí, caminando sin parar.

-Después de salir de clase te busqué, quiero ponerme al corriente con los módulos. ¿Puedes ayudarme? - Me preguntó uniéndose a mi paso y preguntando de una manera poco sutil.

-Claro, siempre y cuando tenga el espacio, la verdad no me sobra mucho tiempo. Pero si requieres adelantarte con urgencia, es mejor que acudas a los demás compañeros, tal vez ellos te puedan dedicar más tiempo y así te pones al corriente más rápido.

Me miro y puedo asegurar que sus ojos se cernieron de molestia, la respuesta que le di, no fue de su agrado, llevábamos caminando unos 50 metros y pude notar como apretaba su mandíbula. No es que siempre esté a la defensiva, pero este hombre no me gusta para nada, puede ser todo un Dios griego, pero mi sexto sentido me dice que esté alerta.

- ¿Ya pensaste si me aceptas como tu pareja? Lo miré confundida por su pregunta por cómo cambio de tema tan rápido. Levanto sus manos en seña de rendición –“Para la despedida\, claro está”. O bueno\, si quieres ser mi novia\, no me molestaría\, dijo\, Sonriendo.

Lo fulminé con la mirada y al mismo tiempo negué con mi cabeza, tratando de ignorarlo, caminaba rápido y preciso, quería llegar ya a mi sitio de trabajo y quitarme la molestia de encima que iba junto a mí.

- ¿Tienes prisa? –Preguntó.

Detuve mi paso y tomé un suspiro profundo.

-Agradezco que quieras tener atenciones conmigo… pero créeme, tengo ciertas responsabilidades que no puedo evadir, y eso no me permite llevar una vida como la tuya.

Seguí caminando y él detrás de mí, al llegar al borde de la calle me detuve para cruzar al otro lado. Mire hacia el lado opuesto de la carretera, para percatarme del tránsito, pero mi mirada cayó en una lujosa camioneta negra que avanzaba en nuestra dirección. El vidrio del pasajero empezó a descender lentamente, revelando el perfil indiferente de aquel hombre que vi hace días cerca de la universidad. Esta vez pude escudriñar el físico de su cara, su rostro estaba perfectamente cincelado, su tez blanca hacía juego con su cabello negro, su barba estaba tan definida que era imposible encontrar un desperfecto, su mirada estaba fija en mí, pero en un instante la desvió observando a la persona que ya hacia parada detrás de mí.

Me di la vuelta para observar a Aleck, y sus ojos manantiales se oscurecieron de una manera terrorífica, la mirada del hombre que iba en la camioneta y Aleck, se mantuvieron fijas, hasta que el auto empezó a perderse a mitad de la calle.

- ¿Lo conoces? –Pregunté para romper un poco la tensión que causó la presencia de ese personaje.

-Aleck parecía perdido, cuando escuchó mi voz me observo y su rostro se relajó.

- ¿Perdón?

- ¿Que si lo conoces? Volví a preguntar. -Sí\, fue una molestia en algún momento de mi vida\, no pensé encontrarlo de nuevo. Espetó frotando su cabello.

-No sé si te sirva de algo, pero ese auto lo vi hace unos días cerca de aquí, el mismo hombre que iba en la camioneta estuvo observándome muy de cerca. Tal vez tenga que ver contigo, te lo digo, para que estés alerta.

-Te preocupas por mí. Dijo esto mostrando una grande y conquistadora sonrisa. Y entonces supe que iba a sacar provecho de la situación.

- ¿Aceptas mi invitación? – Preguntó cancelado el tema y posando su cuerpo frente a mi haciendo que me detuviera.

-No te rindes. -Sonreí y empecé a negar con mi cabeza.

-Con una mujer como tú… Jamás lo haría.

Lo pensé muy bien, pero y si me permito por una vez darme una oportunidad, después de todo es mejor un lo “hice” que un “hubiera”. Así que por primera vez iba a tener una cita. -Está bien, pero… está totalmente descartada la posibilidad de aceptar la invitación que hizo Steffi.

-Su sonrisa se extendió por todo su rostro triunfante. -Bien, lo importante es que aceptaste, iremos a donde tú te sientas cómoda. -Dijo Desviando su atención hacia mis instalaciones laborales.

- ¿Allí trabajas?! -preguntó cerniendo su mirada sobre algo o más bien alguien.

- ¿Quién te dijo que allí trabajo? -Le pregunté\, pues nunca le dije que laboraba y mucho menos donde. -Lo deduje cuando me respondiste que tienes ciertas obligaciones que yo no. –Pero… para tu información bonita\, yo también trabajo\, de algún lado debe salir el dinero para pagar el inicio de una nueva carrera.

- “En hora buena”\, lo dije de manera sincera\, pues siempre he admirado a las personas que\, con esfuerzo\, logran sus objetivos.

Vi como cruzó sus manos en la parte de atrás de su espalda, para darme esa mirada incómoda que me hace sonrojar. -Ahora que sabes una milésima parte de mí, quisiera saber una milésima parte tuya. - Me divertía verlo como se esmeraba por sacar algo de mí.

-Lo siento, sabrás un poco de mí, el día que tengamos nuestra cita, porque ya llegué a mi destino y no estaría bien que el jefe llegue primero que los empleados. Respondí.

-Entonces me despido. Que tengas un hermoso día, bonita. Su enorme y perfumado cuerpo se inclinó hacia mí para darme un cálido beso en la mejilla, su aroma era tan exquisito e hizo vibrar mi cuerpo de manera involuntaria. Cuando retiró su cara de mi mejilla, se clavó fijamente hacia la pastelería. Gire medio cuerpo y Alonso estaba recostado en la entrada de la pastelería, mirando directamente hacia nuestra dirección….

Capitulo 3

Sara Mussolini

-Debo irme. Dije hacia Aleck, que le causaba un poco de inquietud la mirada de Alonso.

-¿Estás en problemas con tu jefe?. Al parecer no le agrada que abracen a sus empleadas, y como no, eres muy hermosa… Suspiró y reí por la forma tan infantil de mencionarlo. -¿quieres que te acompañe hasta la entrada? -Ofreció.

-No estaré bien. Respondí poniéndome en marcha, pero me detuve cuando rememoré en proceso retardado que no le había dicho en ningún momento que Alonso era mi jefe. Giré en mis pies y le pregunté.

 -¿Cómo sabes que es mi jefe?. Una sonrisa en su hermoso rostro, me dejó en claro que lo que preguntó fue algo no cuerdo y fuera de lugar.

-Conozco esa pastelería hace cinco años, y veo que no ha cambiado de propietario. -Dijo desplegando la mirada hacia el local. -Te cuento que los pasteles en tres leches son mis favoritos.

-No pude disimular mi cara de vergüenza, claro es un establecimiento comercial cualquiera entra y come un trozo de pastel. Pensé desviando la mirada hasta mi reloj de pulsera, aún faltaban diez minutos para que iniciara mi día laboral.

Para Aleck no pasó desapercibido aquella pregunta vergonzosa, ya que pudo notar mi sonrojo, pero para hacer cómoda la situación, llevo su mano hasta el bolsillo de su pantalón y sacó su teléfono celular para decir: -No quisiera acudir a terceros para obtener tu número. Sonrió.

Luego de despedirme de Aleck y negarle mi número de celular, haciéndole entender que es una herramienta íntima para mí y no le tenía la suficiente confianza. Caminé lo más rápido que pude al local. Alonso estaba recostado en el umbral de la puerta con su cara seria y sus brazos cruzados.

Me miró y su cara se tornaba molesta, traté de no darle importancia, al menos no sabía el motivo de su incomodidad hacia mí. - Buenas tardes, señor Alonso. -Saludé esperando una respuesta que nunca llegó, achicó sus ojos y dio media vuelta para perderse en los pasillos que conducen a su oficina.

El resto de la tarde, fue agotador, hubo demasiado ajetreo, ya que a mi jefe se le ocurrió la magnífica idea de limpiar toda la bodega, lo hacíamos tres veces al mes y siempre solíamos hacerlo los lunes, que no era tan concurrido; pero, no, el dueño y señor del local decidió que se haría hoy, según porque tendríamos visitas del ministerio de Salud; cosa que dudaba, cuando era así nos advertía con una semana de anticipación.

Nadie reprochó nada, el genio que se cargaba Alonso el día de hoy era insoportable.

En los dos años que llevo trabajando aquí no había presenciado enojo en él, pero al parecer algo mal tuvo que haber pasado para que llegara tan mal humorado, desde que entré a la pastelería percibí su molestia y vaya a saber uno, la fuente del problema.

-Sara, el jefe te quiere ver en su oficina, ahora. –Me menciona mi compañera Karla, ella es una chica de estatura media, dominicana, hace seis meses tomo la decisión de cruzar hacia los Estados Unidos de forma ilegal, buscando el sueño americano.

-Tiene un genio de la madre. ¿Qué le hiciste Sara? Hablaba su Inglés no muy bien y por su acento en la L a veces era difícil de entender sus palabras.

-“Perdón”, porque me preguntas a mí, yo no tengo nada que ver con su mal humor, desde que ingresamos al turno está así, tal vez él no tuvo un buen día. A veces nos levantamos con el pie izquierdo. Recalqué la última palabra.

-Sara Mussolini, eres la promotora de esa fiera en celo, desde que llegaste con el guerito de ojos azules, se puso de mal humor. “-¿No me digas que no te has dado cuenta de que el jefe está interesado en ti?”? -Insinuó cruzando sus brazos.

 La miré con mis azulejos bien abiertos, Alonso nunca me había mirado con otros ojos que no fueran laborales. Me molestó lo que insinuaba carla, eso podría traerme problemas.

-Por favor no especules cosas que no son, el señor Alonso se podría molestar y después de eso te puedes ir despidiendo de tu empleo, y yo del mío y bien que lo necesitamos las dos.

-Tonta, eres la única que no se ha dado cuenta, como te mira, como le brillan los ojos cuando de ti se trata.

-¿En serio, Sara? Tienes que ser muy ingenua y poco conocedora en el campo de la perdición y el gusto de los hombres para no notarlo.

-Detente ya con tus malos comentarios, el señor Alonso es muy respetuoso conmigo, jamás ha insinuado nada, ni con su mirada, ni con sus actos, ni con nada, además me lleva casi siete años, es muy grande para mí. No estoy interesada en alguien con tanta experiencia en el mundo, Olvídalo estas loca.

-“Haaa sí”, y que me dices de los ojos azules, no es que sea menor que Alonso, eres jodidamente solapada. No pelas a tu jefe, pero a otro que es mucho mayor que él, si lo ves con otros ojos…

-Él es un compañero de la universidad y me ofreció su compañía hasta mi trabajo, hace el mismo recorrido que yo hago. Además, no tengo por qué darte explicaciones, eres demasiado chismosa carla, haces que el ambiente se entorne tenso, con tus comentarios fuera de base.

-Bien, en lo que concierne a las dos, ten por seguro que no te volveré a dirigir la palabra, pero entonces ve y explícale todo lo que me acabas de decir a mí, a ver si así deja la explotación laboral que tiene con todos nosotros, los que pagamos los platos rotos.

Me quedé mirándola como se alejaba, ahora si estaba hecha, ella hacía el daño y yo le salía a deber. Gruñí de la rabia y camine hacia la oficina del señor Alonso, esta estaba ubicada en un pequeño cuarto de la parte trasera del local, al llegar a su puerta, inspire y di dos golpes, espere un momento y del otro lado escuche un “adelante”. Giré el pomo de la puerta y entré, Alonso estaba sentado en su escritorio, concentrado en su computadora, con el ceño fruncido, a pesar de llevar sus ante ojos se podía divisar la molestia que albergaba en su rostro.

-Levantó su mirada de soslayo y me ordenó que me sentara justo en la silla que estaba frente a su escritorio.

Así lo hice, el ambiente era pesado e hizo llenarme de nervios, estregaba mis manos en el pantalón para secar el exceso de sudor que estas dejaban, producto de la ansiedad.

Cuando iba a iniciar su cátedra, el celular hizo un sonido, dio una maldición empujando su silla de mala gana, paso las manos por su cabello y salió dándome una disculpa.

Asentí y esperé, pasaron 10 minutos desde que abandonó la oficina, diez minutos que me hicieron nacer la duda, las palabras de carla se posaron en mi mente. Y si de verdad su humor tiene que ver porque te vio con Aleck.

Mis pensamientos se esfumaron cuando abrió la puerta tan fuerte que la hizo golpear con la pared, caminó hacia mí como alma que lleva el diablo, me sentí pequeña ante su grande y musculoso cuerpo, su mirada me daba a entender que había hecho algo mal, así que no dudé en preguntar.

-Está todo bien.

-Levantó sus cejas, retiro sus lentes para luego decir, ¡dime desde cuando conoces a Jack Lenz!……

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