Quién imaginaría... la tía que era fría y reservada me despide ahora con una sonrisa en su rostro.
—Que tengas un buen viaje Anya. A le das una trompada a tu padre de mi parte. jajaja—
Se ríe. No puedo imaginar pegarle al Duque, así que... no lo haré tía.
Aquellos que antes eran unos niños, ahora ya han crecido bastante. Me miran con una expresión que nunca antes en mi larga vida me habían dado aquellos que consideré mis padres.
Sentada en el carruaje en el que partiré, solo puedo pensar —"Que rápido ha pasado el tiempo."— Ahora tengo 16 años de los cuelas los he pasado extrañamente feliz.
Cuatro largos años han pasado, aquella que era mi familia ¿me recordará? ¿me dará la bienvenida cuando llegue? No sé... Pero el carruaje a comenzado a marchar, ya no queda marcha atrás. Ya no puedo evitar el destino que ya está forjado nada más que por mí.
Mi tía y a los que ahora veo como mis hermanos, se despiden alegremente deseándome Un Buen Viaje.
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...PERSPECTIVA DE TERCERA PERSONA...
En la mansión Vertron. Un carruaje extremadamente llamativo se parquea en la entrada de la mansión.
Una hermosa joven de cabello plateado se baja cuidadosamente y elegantemente del carruaje. Sus pasos son cuidadosos y refinados; no había mujer que igualara su elegancia y delicadeza.
Su larga falda color vino tinto tocó el césped que yacía en la entrada de la Mansión. Anya pasó sus delgados dedos por la puerta que por un leve momento le recordó el tiempo en el que vivió adentró de estas.
La mansión no había cambiado nada, lo recordaba tal cual la había visto hace cuatro años. Ese ambiente sombrío no desapareció ni porque ella se había ido.—Entonces... yo no era la causa de tú frialdad.— Musitó observando con melancolía la Mansión.
Abrió la puerta levemente, lo suficiente como para que ella pudiera entrar. Entró y suspiró pesadamente al no saber que depararía cuando se encontrara con aquellos ojos fríos y sin emoción. Aquellos que ya no le molestaban ni le importaban.
Al entrar, le pareció extraño que no hubiera ningún sirviente en la puerta. No, no había ninguno en ningún lado de la mansión; ni siquiera el jardinero se encontraba. De repente, murmullos hicieron eco en todo el lugar. Había un alboroto ruidoso en el ducado de Vertron.
Su vista se dirigió al patio de la mansión, y supo que de allí provenía el escándalo. Caminó hacía allí, pero la escena la dejó desconcertada. Alice estaba subida en lo más alto de aquel único árbol que estaba en el patio. Todos tenían la expresión desfigurada, pero menos la que estaba subida en el árbol.
Anya solo la miró y Alice sintió que alguien en particular la miraba. Buscó quién era y lo primero que observó fue aquel hermoso y largo cabello plateado que se ondulada con el viento.
Vio su rostro, no lo reconoció. Alice miró una joven inusual que destacaba desde la distancia. Vestia con elegancia y con una moda que no se acostumbraba por aquí.
Después de analizar a aquella joven que no paraba de mirarla con una expresión neutra, sus miradas se cruzaron como así mismo las miradas preocupantes de todos los demás; voltearon a ver a ese alguien que Alice miraba sorprendida.
—¿Antia...?—
Exclamó el Duque sin apartarle la vista. Tenía una expresión demacrada, era como si no hubiera dormido en años pues tenía grandes ojeras bajos sus ojos verdes que se volvieron opacos al mirarla. Él... no parecía el mismo.
Caminó lentamente, acercándose a la hermosa joven que resplandecía ¿delicadeza?. La observó con una mirada tan dulce que expresaba añoranza y ¿amor?, que hasta parecía que veía un milagro ante sus ojos.
La joven de cabellos plateados lo miró sin expresión alguna. No esperó verlo en ese estado, ni mucho menos que la viera de esa manera de la cual nunca la miró en toda su experimentada vida.
Se sentía extraña, pero a pesar de que antes anhelaba que sucediera eso; retrocedió, no sentía nada al verlo.
—Antia ¿Eres tú?— Preguntó ¿adolorido? mientras sonría de lado con tristeza.
Anya frunció levemente su ceño, no podía creer que pronunciará mal su nombre. —"¿Quién es Antia?... solo han pasado cuatro años ¡¿Y ya me han olvidado?"— Pensó molesta.
—Se a confundido Duque, yo no me llamo Antia.— Corrigió indignada la joven.
El Duque se detuvo y llevó su mano a su boca. Cayó de rodillas y la vio con sorpresa.
—A, Anya...— Murmuró con sorpresa.
La Duquesa que estaba llorando desconsoladamente mirando a Alice quien solo miraba con curiosidad arriba del árbol, se sorprendió. Al escuchar ese nombre, su rostro se desfiguró notoriamente.
Dejó de ver a Alice y miró por todos lados con desesperación, buscando y escaneando con la mirada.
Su vista se detuvo cuando vio esos cabellos plateados deslumbrantes que bailaban al compás del viento. Levantó su vista y quedó aterrorizada. La apariencia era tan parecida a la difunta Princesa del Norte que por poco llegó a confundirse. Pero supo casi de inmediato que no era ella porque sus ojos no coincidían y además, al verla se podía notar a simple vista que ella no era Antia Alioth.
Antia, la difunta, transmitía fragilidad y pureza, mientras la que estaba de pie allí; no tenía ninguna de las dos. Su aura era fuerte, transmitía elegancia y autoridad. Sin embargo, su mirada transmitía un vacío enorme, en especial, cuando su vista se dirigió a ellos.
La Duquesa corre hacia ella. —¡¿Cómo?!...¿Cómo es posible que estés viva? Si yo misma vi como te enterraban.— Exclamó con firmeza.
Anya no podía creerlo. —"¿Por qué pensaron que había muerto?"— Se cuestionó, pero no llegaba a una conclusión lógica hasta que recordó el carruaje en el que había viajado.
—¡¿Qué?! ¿Y por qué mi hermana estaría muerta?— Preguntó confundida Alice.
Pues además de el Duque, la Duquesa y algunos cuantos guardias, nadie más sabía sobre la supuesta muerte de Anya. Porque el Duque así lo decidió ya que a pesar de que el cuerpo había sido encontrado, aún había aguardado la esperanza de que Anya estuviera viva.
Los sirvientes también se quedaron confundidos con lo que había dicho la Duquesa, sin embargo, no podían preguntar por su posición y por ello solo esperaban a que su joven Señorita Alice preguntará lo que ellos anhelaban preguntar y no podían.
Y Anya no sabía que responder, pues era una situación que no esperaba. "Estar muerta" Era algo que ella luchaba por evitar más que otra cosa.
—¿Pero es que ni siquiera pueden reconocer a su hija? Solo han pasado cuatro años en lo que estuve lejos.— Dijo irónicamente.
Nadie habló, por un momento todo quedó en silencio. Hasta que alguien interrumpió.
—¡Anya! Llegaste antes de lo que esperaba.—
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^^^___Academia___^^^
Por otro lado. El eco de las espadas chocar, se escuchaba por todo el campo.
Dos jóvenes se enfrentaban entre sí con toda su fuerza. Era como si estuvieran en una verdadera batalla, dando lo mejor por alguna extraña razón.
Las espadas hasta hacían chispas cuando se tocaban. Sin duda alguna, se podría decir que era una batalla abrupta que podría resultar fatal si nadie los detenía.
—Ja, rindete Arian. No podrás ganarme.— Aconsejó Howard Alioth, el chico de cabellos plateados y ojos color café.
Sí, Arian el futuro archiduque estaba teniendo un duelo con Howard, el príncipe del reino del Norte.
Los ojos azules de Arian, resaltaron con frialdad. Empezó a moverse más rápido de lo normal, su expresión estaba notoriamente sería, fría.
Su cabello se movía según los rápidos movimientos ágiles que hacía para combatir. El estaba en modo de ataque, se veía su determinación por ganar esta pelea y no tenía pensado en perder ante nada.
Mientras Howard sonreía fascinado. Él tampoco tenía en sus planes perder porque estaba decidido a ganar contra el joven Arian.
Sus ojos cafés veían sus movimientos y los esquivaba agilmente. Su cabello blanco se ondulada conforme esquivaba la espada del que ahora es y fue su enemigo desde que lo conoció.
El joven principe Howard, a lo contrario de él rostro serio de Arian; sonreía maliciosamente y con fascinación.
—Lo contrario, yo se lo aconsejo a usted.— Dijo firmemente mientras combatían más fuerte que antes.
Había mucho escándalo al rededor de ellos. Los demás compañeros de estudios los miraban ansiosos y nerviosos e inclusos algunos apostaban por alguno de ellos.
La escena estaba tensa y los demás compañeros no podían apartarle los ojos de encima y los profesores también estaban al tanto, pues estaban allí, mirando como peleaban. Los pobres profesores no podían hacer nada más que mirarlos y rogar que ninguno de ellos resultara herido.
Y en lo alto de el instituto, en aquel ventanal que se encontraba enfrente de esta abrumadora pelea. Estaba el director del instituto, quien miraba curioso y atento el combate.
—Director ¿No hará nada para detenerlos antes que empeore más la situación?— Preguntó preocupado aquel profesor amargado que siempre daba clases por las mañanas.
Alonso no lograba hacer que el director que veía entretenido el combate, se dignara a detenerlos. Ese director parecía que le encantaba observar a sus alumnos luchar entre ellos, simplemente le fascinaba y no tenía intención de meterse entre esa pelea de chicos exageradamente ricos.
El director era bastante joven, se podía decir que hasta más que el profesor Alonso. No era director por sus excelentes notas o algo por el estilo, sino por el poder del dinero. Sí, él había comprado el instituto por fines personales.
Su cabello color azul y largo hasta por debajo de sus hombros lo hacia ver peculiar. Sus ojos de color ambar y su piel algo clara, lo hacía ver sumamente atractivo para ser una persona ¿normal?
—¡Déjalos tranquilos! Ya sabíamos que tarde o temprano se enfrentarían.— Exclamó mientras se divertía observando por la ventana.
^^^___Mansión Vertron___^^^
Anya volteó a ver al autor de aquella voz desconocida que afirmaba que la conocía con tan sólo pronunciar esas palabras.
En un instante, no lo reconoció, pero solo podía existir una persona en el mundo que tuviera esas características que la hacía sonreír sin querer. Era Theo, su querido hermano al que extrañó demasiado.
Aunque intercambiaron cartas durante estos cuatro años, nunca podían comparar el verse y hablar personalmente. —Theo...— Exclamó Anya con una leve sonrisa en su rostro indiferente.
A pesar de que ellos estuvieron en contacto por medio de cartas, nadie se enteró acerca de ello pues el joven Theo se había ido del Ducado de Vertron para seguir su añorado sueño, el de convertirse en un admirable caballero. Decidió irse tras tres semanas después de que Anya abandonó la Mansión, y, al enterarse de que volvería; regresó para darle la bienvenida a la casa que claramente no era su hogar.
Un grito desgarrador se escuchó, interrumpiendo al esperado encuentro de los hermanos. Alice lloraba aterrorizada por temor a caer del árbol donde yacía subida. Todos pusieron su atención a la ingenua y bella joven de hermoso cabello rubio platino.
La joven Villana suspiró ligeramente cansada. No quiso entrometerse por lo que no volteó a ver a la joven damisela en apuros, simplemente optó por irse a su habitación que imploraba que fuera la misma.
—¡Hermana Anya!— Llamó la bella y lamentable Alice mientras se aferraba a una de las tantas ramas del árbol.
Anya se detuvo con disgusto —"¿Por qué...?"— Se cuestionó la Villana sin entender el porqué salió su nombre de los labios de la mimada Alice en vez del Duque o la Duquesa. Se volteó sonriendo con ironía y caminó hacia donde se encontraba la afligida Alice llorando.
—Hola, Alice. Parece que deseas quedarte a vivir allá arriba.— Bromeó la joven Villana mientras reía un poco ¿fría?. La servidumbre empezó el murmullo fastidioso de lo que Anya no pudo ignorar mucho. —¿Por qué no te bajas así como llegaste hasta allí, Alice? Es la única manera, aunque también... si deseas, puedes esperar hasta la noche a que alguien te ayude, pero no esperes que yo sea esa persona.— Comentó la joven de cabellos plateados grisáceos.
La pobre Alice lloraba más, su hermana no parecía querer ayudarla. —Hermana...— Sollozó.
—Ya no eres una niña Alice, deberías saber lo que esta mal. Yo no puedo ayudarte a menos que quieras que se sume otra carga más para los Duques.— Exclamó.
Anya al terminar de hablar y cómo si nada le importara, se volteó para irse. ¿Había sido muy dura? ¿Muy mala? La servidumbre parecía desagradarle la actitud que había tomado Anya con su encantadora hermanita. Cierto, tenía razón en sus palabras, pero podía tratar de ser más amable siendo ella la hermana mayor de la joven Alice.
—¡Ahh!— Escuchó Anya y se dio la vuelta ¿preocupada? e inmediatamente miró a la joven Señorita Alice saltar del árbol.
—"¿Mis manos...?"— Pensó la joven Villana desconcertada al notar que sus manos buscaron a su pequeña y lamentable hermana para socorrerle.
Todos quedaron estupefactos por la caída de Alice, no pudieron hacer nada más que mirar como ella caía desde lo alto del árbol. Sus expresiones de sorpresa llegaron a tornarse lentamente en expresiones de preocupación al mirar que ya había tocado suelo.
Se precipitaron hacía las jovenes que yacian acostadas en el suelo. Alice había caído encima de su hermana quien la salvó de un daño terrible o posiblemente, hasta de una muerte.
—¡Señoritas!— Exclamaron Beth y unas cuantas sirvientas más.
La Duquesa tomó rápidamente a Alice en sus brazos y la besó en su frente con una expresión de preocupación. —Alice, mi Alice. ¿Estás bien?— Preguntó desconsolada.
Anya aún desconcertada por lo que había hecho, intentó levantarse. Un dolor punzante sintió en su pie, seguramente se había herido cuando Alice cayó literalmente en ella.
Se rió levemente la villana. —Que tonta soy... esto es vergonzoso.— Musitó Anya mientras se ponía de pie con esfuerzo.
Se limpió su falda que se había ensuciado al caerse y observó la maravillosa escena de una madre que lloraba por las travesuras de su hija. La Duquesa no la reprendía, solo consolaba a la hija afligida que había caído y que parecía que iba a morir por heridas mortales que no tenía. —"¿Dónde se encuentra la formidable Duquesa que no dejaba pasar ningún error? ¿Dónde quedó el castigo "justiciero" y "disciplinario" de la Duquesa?"—
—Anya... ¿estas...bi— El Duque es interrumpido por la repentina acción de una Duquesa enfurecida.
—¡¿Cómo te atreves a hacerle eso a Alice?!— Gritó Susana mientras soltaba a Alice y caminaba hacia la joven Señorita de ojos grisáceos.
La Duquesa furiosa le da una abofetada a la Villana desprevenida. Un ardor familiar se esparce por su mejilla sonrojada, su mirada incrédula se vuelve fulminación hacia la Duquesa que pronto se vuelve una sonrisa de ironía.
—¿Me pega porque la salvé? Lo siento, no sabía que querías que muriera.— Exclamó sonriendo con sarcasmo. La Villana la observaba con ira mientras quitaba su mano de su mejilla hinchada.
—Que crueldad... la Señorita Anya es la heroína aquí y la Duquesa se atreve a pegarle.— Murmuran por ahí. El bullicio criticon formó nerviosismo e indignación en la perturbada Duquesa que no sabía qué hacer al respecto.
Entre cuchicheos sobre la "Malvada Madre" y sobre la "Salvadora Señorita" Theo fue inmediatamente hacia Anya para llevársela de ahí, mientras miraba con seriedad al Duque y la Duquesa quien yacía molesta y atónita.
Inesperadamente, el Duque detuvo a Anya con una expresión de sufrimiento en su rostro demacrado. Había preocupación en esos ojos verdes que miraban a su hija que creció maravillosamente sin depender del cuidado de un padre y una madre.
Alice sollozando, sólo observa en silencio el caos que había creado en este momento por ¿celos?
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...___>DIARIO DE ANYA VERTRON<___...
Mayo 30:
......Por fin logré terminar el regalo de cumpleaños para mi papá. Estoy feliz porque creo que le gustará. Los guantes son verdes como el color de sus ojos, es una lástima que no heredé ese color.........
...Se lo llevé hoy a su despacho... no abrió el regalo porque está muy ocupado en su trabajo, parece que hoy hay más papeles en su escritorio. Me encantaría ayudarlo, pero aún no soy capaz......
Junio 15:
...Lastimé a Alice... no quise hacerlo, pero me enojé al verle los guantes que hice con tanto esfuerzo. Con tanto sacrificio que hasta mis manos sangraron por hacerlos, me salté comidas por lograr terminarlos a tiempo....
...Pero Alice tenía que ponérselos descaradamente ¡La detesto! Pero papá... papá se enojó conmigo y no con ella. ¿Por que...por qué me castigó a mí y no a ella? Yo... yo no puedo parar de llorar....
..."Yo se los di, Anya. Vete a tu habitación y no salgas hasta que te diga. Estas castigada por lastimar a Alice." Esas palabras... ¿Por qué estoy llorando? ¿Por qué no se detiene? No para de salir gotas de mis ojos. Ayuda... creo que se inundará la habitación....
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