ENREDO DESPROVISTO
Hola, soy Ángela Pérez, tengo 22 años.
Estoy en sexto semestre de medicina y vivo con mi hermano mayor, Freddy, que tiene 32 años. Quizás se pregunten por mis padres… Murieron hace cinco años en un accidente. Desde entonces, solo somos mi hermano y el "dios griego" de su mejor amigo y jefe.
William Smith, el jefe de Freddy, también tiene 32 años y siempre ha estado presente en nuestras vidas. Nos ayudó mucho tras la muerte de nuestros padres, incluso se encargó de todos los trámites del funeral.
Pero hablemos de lo realmente importante… William ha sido mi amor platónico desde que tenía quince años. Es el sueño de cualquier chica: alto, de espalda ancha, con ojos verdes, un cuerpo marcado por el ejercicio y unos labios que… en fin, mejor no sigo. Lo peor es que Freddy cree que lo veo como un hermano, y si llegara a sospechar la verdad, seguro me mataría.
Actualidad
Son las 3 de la mañana cuando me despierto por unos ruidos en la sala. No necesito adivinar quiénes son. Debe ser Freddy regresando de la discoteca con William, seguro ahogando las penas porque su novia lo dejó. La verdad, esa chica me caía fatal; solo estaba con él por dinero.
Bajo las escaleras y, tal como imaginaba, encuentro a Freddy en el sofá, completamente borracho. William sale de la cocina con un vaso de agua y unas pastillas para la resaca.
—Hola, princesa, parece que te despertamos —dice William con su típica sonrisa.
Odio que me llame así. Me hace sentir como una niña y no se da cuenta de que ya he crecido.
—Sí… aunque creo que despertaron a toda la cuadra —respondo, mirándolo con fastidio.
William sonríe divertido.
—Ve a dormir, yo me encargo de todo. Además, ¿no tienes clases mañana?
—Sí, pero dudo que Freddy se recupere lo suficiente para llevarme a la universidad.
—No te preocupes, yo te llevo.
Lo miro sorprendida. Hace dos años que no me lleva a la universidad porque "siempre está ocupado". Pensé que estaba enojado conmigo desde la vez que casi lo beso y él pareció sonrojarse. Aunque probablemente ni lo recuerda… después de todo, para él sigo siendo una niña.
—Bueno… entonces me voy a dormir —digo, subiendo las escaleras.
La mañana siguiente
Me despierto a las 6, preparo el desayuno y luego subo a arreglarme. Antes de bajar, entro al cuarto de Freddy y abro las cortinas de golpe.
—¡Cierra esas cortinas! —gruñe desde la cama.
—No escuché el "por favor" —respondo burlona.
Suspira, rendido.
—Está bien… cierra las cortinas, por favor.
Las cierro y cruzo los brazos.
—Solo venía a avisarte que el desayuno está listo.
—Lo siento, enana, pero… ¿puedes tomar un taxi hoy?
—No te preocupes, William se ofreció a llevarme.
Fredy asiente con los ojos entrecerrados.
—Ah, qué bueno… ¿Por qué no lo despiertas tú? Está en su habitación.
Antes de que pueda responder, escuchamos un ruido. Cuando volteo, veo a William recostado en el arco de la puerta. Está vestido formalmente y, como siempre, luce increíble.
Fredy se cubre con la cobija.
—¿No se les hace tarde?
Me acerco a su oído y grito:
—¡Sí, ya me voy!
Freddy se queja.
—Niña, deja de gritar… me duele la cabeza.
William y yo bajamos a desayunar y luego salimos rumbo a la universidad. El trayecto es incómodo. Apenas hablamos.
Cuando llegamos, le doy un beso en la mejilla, como siempre, y salgo del auto sin darle oportunidad de decir nada.
En la universidad
Apenas llego a la puerta, me encuentro con mi mejor amiga, Valeria, y con Alex, un amigo.
—¿Qué hacen? —pregunto.
Valeria sigue mirando hacia donde venía.
—Esperándote… Qué suertuda eres, mira que ese dios griego y millonario te traiga todos los días.
Alex pone los ojos en blanco.
—No tienen clases de Fundamentos Biológicos porque la profesora se enfermó. Y, de casualidad, no quiero entrar a la clase de contaduría. ¿Qué les parece si vamos a comer algo? Yo invito.
—Mejor vayan ustedes, yo paso. Tengo que hablar con el profesor de Procesos Farmacológicos —dice Valeria con pereza.
—Cierto, en el semestre pasado perdiste esa asignatura, ¿verdad? —digo, con un tono de reproche.
—No me lo recuerdes —se queja Vale—. Como sea, ya me voy a ver a mi adorado profesor.
Alex y yo nos reímos. Caminamos a la cafetería de siempre y nos sentamos en nuestra mesa habitual. Pido un jugo con torta de chocolate (mi favorita) y Alex, una de vainilla.
Después de un rato, Alex me mira con seriedad.
—¿Te gusta el amigo de tu hermano?
Casi escupo el jugo.
—¡Claro que no! Vale lo dice por molestar.
Alex me observa fijamente.
—No tienes que mentirme… te conozco demasiado bien.
Intento actuar tranquila, pero sé que mi cara me delata.
—Está bien, me parece simpático, pero nada más.
—Claro, An… Oye, te quería pedir algo.
—Dime.
—¿Podrías acompañarme a una celebración que dará mi padre?
—Claro, ¿tengo que ir formal o informal?
—De las dos formas te ves preciosa —dice con una sonrisa coqueta.
—Ya deja de decir tonterías y respóndeme en serio. No quiero hacer el ridículo.
—Está bien… es formal. Y como yo te pedí el favor, me encargo del vestido y todo lo que necesites.
—No hace falta, pero está bien. ¿Cuándo es?
—Este sábado. Paso por ti.
Seguimos conversando hasta que Valeria regresa.
—¿Cómo te fue con el profesor?
Pone cara de fastidio.
—Mal. ¿Puedes creer que quiere que tome clases en la tarde?
—¿Y eso qué tiene de malo? —pregunta Alex.
—Que si mi padre se entera de que perdí la materia, me va a cancelar las tarjetas.
Alex ríe con sarcasmo.
—Sí, qué tragedia.
—Lo mejor será que le digas la verdad —le digo con seriedad.
—¿Decirle que perdí porque estaba con una resaca horrible y no fui al examen final? ¡Ni loca!
—¿Y qué piensas hacer? —pregunta Alex.
—Decirle que voy al club de modales.
Alex se ríe con ganas.
—Sí, claro. Tú con modales, eso quiero verlo.
—¡Cállate, idiota! Además, tengo buenos modales.
—¿Y qué harás cuando se entere de la verdad? —pregunto.
Valeria me mira con ojos de cachorro.
—No se va a enterar… porque tú me ayudarás, ¿cierto, Ángel?
Suspiro. Sé que no me gustará lo que va a pedir.
—Está bien… ¿qué necesitas?
Me abraza emocionada.
—Nada difícil. Solo quiero que vayas a algunas clases por mí, como este viernes, que es la primera.
—Solo espero que tu padre no lo descubra… no quiero que me regañe por ser tu cómplice.
—No lo hará. Y si llega a enterarse, me haré responsable.
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Cuando llegó la hora, entramos a nuestra segunda clase del día. Al terminar, Valeria se despidió de nosotros, ya que tenía que ir a recuperar su clase.
Alex se ofreció a llevarme a casa y acepté. Cuando llegamos, vi el carro de William en el parqueadero.
—Veo que él no tiene mucho trabajo que hacer —comentó Alex, con la mirada fija en el auto de William.
Noté el tono en su voz y lo miré con curiosidad.
—¿Por qué te cae mal? —pregunté.
—No me cae mal —respondió rápidamente, pero no me convenció en lo absoluto.
Decidí no insistir y cambié de tema.
—¿Quieres pasar?
—No, cuídate, An —dijo, dándome un beso en la mejilla antes de marcharse.
Me quedé observando su auto alejarse por un momento, antes de suspirar y entrar a la casa.
...
Entré a la casa y vi a William sentado en el sofá.
—Hola. ¿Y Freddy? —pregunté, dejando mi bolso en el sofá y yendo a la nevera por agua.
—Salió. Veo que tú y ese chico son muy cercanos —dijo con seriedad. Aunque casi siempre estaba serio, eso no le quitaba lo guapo.
—Sí, es como mi mejor amigo —respondí, sacando una botella de agua.
William me miró y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Era como si me estudiara detenidamente, y sin darme cuenta, mordí mi labio inferior. Cada vez que me miraba así, me provocaba una sensación intensa.
—Pensé que tenías clases hoy —dijo con tono inquisitivo.
—Sí… —respondí sin pensar.
—Entonces me confundí al ver a alguien igual a ti en la cafetería frente a la universidad —comentó con un evidente tono de reproche.
—No te equivocas, sí fui a la cafetería con Alex, pero fue porque nos dijeron que la profesora se enfermó. Además… ¿qué hacías ahí? ¿Acaso tú…? —intenté preguntarle, pero me interrumpió.
—Tenía cosas que hacer cerca de allí… y te vi —dijo fríamente.
Tomé mi bolso y subí las escaleras hacia mi cuarto. Me cambié de ropa y, poco después, escuché el sonido de un auto. Miré por la ventana y vi a William marchándose.
Me recosté a escuchar música y, después de un rato, bajé a la cocina a preparar algo de comer. “Hace mucho que no comemos en familia, Freddy y yo. Ahora siempre come por fuera y, cuando llega en la noche, a veces ya estoy dormida o ya he comido y le toca cenar solo”, pensé mientras cocinaba. Al terminar, me senté a ver televisión.
A eso de las diez, Freddy llegó y me dio un beso en la frente.
—Me dijo William que estuvo buscándome. ¿Te dijo algo? —preguntó.
—No. ¿De qué tendría que hablarme? —respondí.
Freddy vaciló un poco antes de decir:
—La próxima semana me voy de viaje a revisar una de las empresas de William en el extranjero.
Me quedé helada.
—¿Pero por qué tienes que ir tú? Hay muchas otras personas que pueden encargarse de eso —dije, un tanto exaltada.
—Eso es cierto, enana, pero William solo confía en mí. Además, el problema es demasiado grave como para delegárselo a otra persona —agregó Freddy, tratando de acercarse. Yo lo evité.
—¿Por qué no va él mismo? —grité.
No quería que Freddy fuera. Lo extrañaría mucho. No era un simple capricho, y él lo sabía. Desde la muerte de nuestros padres, me aterraba la idea de que viajara en avión o por carretera. No quería perderlo a él también.
—Sabes que William tiene asuntos importantes que resolver aquí. Además, solo será una semana, y en esos días él estará al pendiente de ti. También es como tu hermano —dijo, abrazándome. Luego añadió con una sonrisa— No me pasará nada.
—Está bien… —murmuré, aún preocupada.
—No exageres, enana. Recién me voy la otra semana, ni cuenta te darás. Estás muy ocupada, mi doctora favorita —dijo, dándome un beso en la frente.
—Sabes… —murmuré.
—¿Qué? —preguntó.
—Me agrada que hayas dejado a la pesada de tu exnovia —dije, abrazándolo más fuerte.
—Siempre tienes la razón. Así que mi próxima novia tiene que tener tu visto bueno —respondió con una risa.
—Después no te arrepientas, ya lo dijiste —advertí.
—¿Me puedo retractar ahora? —preguntó, sonriendo.
—¡Claro que no, Fred!
—Está bien… —dijo, revolviéndome el cabello.
—Ah, por cierto, el sábado voy a una celebración con Alex. No lo olvides —le avisé. A veces se le olvidaba y terminaba buscándome preocupado.
—Ese chico me cae bien. Se nota que le gustas.
—¿De dónde sacas eso? Es solo mi amigo —dije, sintiendo mi rostro arder.
—Ahora que lo pienso, nunca me has presentado ni novios ni pretendientes. No me digas que es porque eres muy fea —bromeó.
—No digas tonterías. No quiero novio, solo es perder el tiempo. Sabes que estoy enfocada en mis estudios —repliqué con firmeza.
—A veces me preocupas. Eres muy joven, pero piensas como una anciana. Casi no sales de fiesta como una chica normal y solo tienes dos amigos: Valeria y Alex. Aunque, eso sí, eres muy popular en la universidad —dijo, muy serio.
—No me interesan las fiestas, y no me gusta hacerme amiga de personas que tal vez nunca llegaré a conocer de verdad —dije. Desde que tenía memoria, siempre había pensado igual. La gente traiciona o se marcha, y es entonces cuando te das cuenta de que nunca los conociste realmente.
—Está bien, anciana, como tú digas. ¿Vemos una peli? —dijo, despeinándome.
—Está bien.
Vimos películas hasta que me quedé dormida.
A la mañana siguiente, cuando sonó mi alarma, me di cuenta de que estaba en mi habitación. Me metí al baño, hice mis necesidades y me di una ducha rápida. No tenía tiempo para cocinar, pues iba tarde.
Cuando bajé, vi la mesa servida.
—Pensé que me iba a tocar levantarte. Ahora come para que te lleve a la universidad —dijo Freddy.
—Huele muy rico, Fred —comenté mientras él se sentaba a desayunar conmigo.
Después de eso, nos fuimos a la universidad. Antes de bajarme del auto, le di un beso en la mejilla.
—Chao, Fred.
—Nos vemos en la tarde, enana —respondió antes de arrancar.
Me reuní con mis amigos en el estacionamiento.
—No te digo que eres suertuda. Tu hermano está para comérselo. Estás rodeada de puros dioses griegos —dijo Valeria. Desde que nos conocemos, a ella siempre le ha gustado Freddy.
—Deberías respetarlo. Él es mayor que tú, además, no creo que te haga caso —intervino Alex.
—No soy una niña. Solo me lleva siete o ocho años. Si me hiciera caso, yo le aceptaría todo. Dicen que los mayores son más hábiles en otros campos… o sea, tienen más experiencia —dijo Valeria, guiñándome un ojo.
—Amiga, en serio deberías tomar clases de etiqueta y lenguaje. Estás loca —dije, riendo.
—Pero así me quieres. Deberías hacerme la vuelta con tu hermano —dijo muy seria. La miré como si hubiera perdido la cabeza, y ella replicó— No me miren así.
—Ya es hora de entrar. Ah, por cierto, Vale, necesitas un psiquiatra —soltó Alex.
Pensé que Valeria se le lanzaría encima, ya que odiaba esa palabra, pero solo respiró profundo.
—Eres un imbécil, Alex. Yo solo digo la verdad sobre mis sentimientos. No soy como otros —dijo, un tanto molesta, y se adelantó enojada.
—Te pasaste. Sabes que odia esa palabra —le reproché.
—Lo sé —murmuró.
Me quedé pensando en lo que había dicho Valeria. No sabía a qué se refería. ¿Acaso Alex me ocultaba algo? ¿Estaría enamorado de alguna chica? Tal vez me lo contaría después.
Nos separamos. Alex estudiaba Administración de Empresas, mientras que Valeria y yo Medicina.
Al salir, vi a Alex recostado en su auto deportivo rojo. Se veía muy guapo.
—¿Ya nos vamos? —preguntó.
—¿A dónde? —dije, sorprendida.
—Al centro comercial a buscar tu vestido. Y la verdad, no creo que Valeria quiera ir —dijo, sonriendo.
—Igual la llamaré para invitarla.
Alex sonrió de forma coqueta y dijo:
—Eres grandiosa, mi cielo...
....
Saco mi celular de la mochila y le marco a Vale (desde que somos amigos Alex me dice Cielo, pero cada vez lo siento diferente) Me saca de mis pensamientos una voz que grita —¡Ángel estas ahí!
—si Val, lo siento, te llamaba para preguntarte si ¿quieres ir al centro comercial?
—no puedo, tengo clases te acuerdas de procesos farmacológicos —dice y añade —pero dile a ese idiota que no voy porque estoy enojada con él, te cuidas Angel —cuelga
—todo bien —pregunta Alex
—está ocupada
—ya nos vamos, Cielo –dice abriendo la puerta del auto al cual subo
Cuando noto que llegamos a un restaurante muy lujoso
—que hacemos aqui?
—se que no has comido, asi que primero vamos a almorzar, luego al centro comercial y no acepto un no por respuesta —dice decidido
—esta bien —digo resignada, ya que no cambiara de parecer
asi lo hacemos despues de almorzar, nos vamos a el centro comercial.
Cuando llegamos vamos a unas de las boutique del lugar, la cual es muy cara y famosa pero tengo que reconocer que la ropa es muy linda, una trabajadora del lugar busca el vestido de acuerdo a la ocasión y a mi gusto, me toco probarme 6 vestidos, hasta que Alex por fin dijo que uno de eso se me veia increíble.
Estaba agotada, el vestido es muy lindo es ajustado, un poco revelador por la parte del frente pero puedo lidiar con eso, habían otros más reveladores y eso que escogí los que menos me lo parecieron. El vestido era color piel, con brillantes, también compro la cartera y los zapatos color negro y algo de piel..
A eso de las tres terminamos oficialmente las compras, de alli fuimos a una heladería del centro comercial.
Nos sentamos teniendo una gran vista de todo el lugar, pedimos nuestra orden como siempre chocolate y vainilla. no tardó en llegar nuestra orden hablamos de cosas triviales y reímos
—mira An es el ceo Smith está muy bien acompañado de una linda modelo —dice Alex
Volteo a ver y es cierto William esta con una famosa modelo y ella pegada de su brazo, con una risa coqueta, me dio tanto coraje que quería ir y agarrar a esa ofrecida del cabello. Cuando por fin reaccione —(en que estoy pensando, él puede hacer lo que se le dé la gana, yo solo soy una tonta enamorada de un imposible y hasta patética celosa de alguien que no me pertenece)
De pronto escucho una voz —te encuentras bien, cielo.
Volteo y le sonrió —sí ¿nos vamos?
—¿Por qué?
—es que tengo trabajos que hacer para mañana —(espero que me crea porque... no quiero que me hagas preguntas, es vergonzoso para mi estar en este lugar)
—está bien Cielo, como tú quieras —dice parándose del asiento y pagando la cuenta
Nos vamos yendo, pero en la salida nos encontramos con William y su acompañante
—veo que estan en una cita —dice William con el ceño fruncido
—igualmente digo yo, tienes una linda compañía —digo tratante de sonreír, aunque no lo logra ya que me sale una mueca
La chica halagada dice —gracias jovencita ¿de dónde ustedes se conocen?
—ella es la hermanita menor de Fredy —dice William
—ya veo, eres muy linda —dice la chica con una sonrisa
—si nos disculpan, ya nos íbamos, cierto Alex —digo
—sí, fue un placer verlos, pero si nos disculpan, como dijo estamos en una cita, con su permiso señor —dice alex, siento que me abraza y salimos del centro comercial, nos subimos a su coche y nos vamos
Yo no quise hablar de lo sucedido y agradecí que el tampoco, el camino a mi casa fue algo incómodo ya que no hablamos, cuando llegué baje del coche y nos despedimos.
Entre en la casa fui directo a mi cuarto me metí a la ducha, ya que tenía la cabeza que me explotaba con tantas preguntas y de paso me lave el pelo, me vestí con un camisón que me llega arriba de las rodillas e hice una ensalada de fruta con mucho yogurt.
Cuando la meto en la nevera a enfriar, me volteo ya que siento como si alguien me estuviera observando, me asuste un poco ya que vi a una persona ahí parada me fijo
—acaso estás loco William, casi me matas del susto —digo llevando mi mano a mi corazón
—lo siento, pensé que ya me habías visto —dice él un tanto avergonzado
—hace cuanto estas ahí –pregunto
William me observa —hace unos diez minutos, parecías muy concentrada —pronuncia
—Si —me fijo y me da mucha vergüenza ya que solo tengo ese camisón y mi ropa interior por debajo
—estas bien, estas muy roja, acaso tienes fiebre —dice William (acaso se está burlando de mi o que) Cuando reacciono él estaba muy cerca de mí tocando mi frente con su mano, yo de inmediato me alejo añadiendo -estoy bien
—pensé que seguías en tu cita —dice él a centímetros de mí, sin alejarse
Tomó un poco de distancia, ya que si sigo tan cerca no me podre contener y sería capaz de besarlo
—lo mismo digo de ti y la modela —digo
—me puedes decir ¿qué tienes con ese chico? —pregunta con un tono muy enojado
—creo que eso a ti, no te importa lo que tenga o deje de tener con él, después de todo es mi problema —aspecto enojada
William se acercaba, mientras yo me alejaba, se veía muy enojado, cuando de pronto me resbalo asía atrás y cierro los ojos esperando el golpe pero nunca llego, cuando los abro él me tiene en sus brazos y nuestros rostros muy cerca, yo sentía su respiración y la electricidad que recorría toda mi piel cada vez nuestros labios se acercaban, yo no lo podía creerlo, hasta que William se aleja de golpe y pregunta —¿estás bien princesa?
—sí —digo avergonzada y enojada
Salgo casi que corriendo de la cocina, subo las escaleras y me encierro sin más en mi habitación.
...
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