Isabella, una chica que creció entre la pobreza después de perder a su mamá una noche, viviendo entre las sirvientas conoce a Alessandro un hombre poderoso y peligroso que le enseñará el arte del amor.
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decisiones que duelen.
Dante, el padre de Isabella, comprendía que debía actuar con urgencia para evitar que su hija encontrara algún motivo para eludir el matrimonio. En un instante de desesperación, decidió seguir a Inés, sabiendo que ella solía transitar por unos campos sembrados. Así que se posicionó en el camino, aguardando el momento oportuno para interceptarla. Cuando finalmente tuvo la oportunidad, la atacó inesperadamente, golpeándola en la cabeza con fuerza.
Observó a lo lejos cómo se acercaba Sonia, y eso resultaba ser perfecto, ya que ella se encargaría de encontrar a Inés y le avisaría a Isabella.
Y así fue que él observó a lo lejos cómo Sonia se acercaba corriendo hacia Inés, gritando desesperadamente pidiendo ayuda. Después de unos minutos, un grupo de jornaleros, al escuchar los gritos, se apresuraron a acudir en su auxilio y, tras evaluar la situación, se llevaron a Inés con ellos para brindarle el apoyo necesario.
Al llegar a la casa, el médico de los patrones se dispuso a examinar a Inés. Después de revisar su estado, decidió que era necesario suturar varias heridas en su cabeza, ya que el golpe había sido tan fuerte que le había provocado una profunda herida en esa zona. Mientras tanto, Sonia no perdió tiempo y salió rápidamente en busca de Isabela.
Al llegar al dispensario, donde se encontraba Isabela, Sonia le contó lo que había sucedido. En ese momento, Isabela, llena de preocupación y miedo, corrió con una velocidad que nunca antes había alcanzado en su vida. Su corazón latía con fuerza, completamente agitado, ya que lo que había dicho a su padre la había dejado con un profundo sentimiento de angustia y no quería pensar que eso que le había pasado a Inés, era por culpa de los hombres del que su padre habló.
Al llegar a casa, Isabella se encontró con Inés, quien estaba recostada en la cama con una gran venda envolviendo su cabeza. Al verla en ese estado, Isabella no pudo contener sus emociones; corrió hacia ella y la abrazó fuertemente, dejando escapar un torrente de lágrimas que caían por sus mejillas.
¡Abuela, ¿qué te ha pasado?! exclamó Isabella, la preocupación evidente en su voz. A pesar de que Isabella ya había cumplido 20 años, su reacción era la de una niña, llena de inquietud y temor, como si todavía tuviera miedo de quedarse sola.
Mi pequeña Isabella, tranquila, estoy bien, dijo Inés mientras acariciaba suavemente el cabello de Isabella, que se encontraba cómodamente acostada sobre su pecho.
¿Qué te pasó?, preguntó Isabella, mirándola con preocupación.
Solo tuve un encuentro con un hombre que me atacó. No sé, tal vez pensó que habría dinero en mí, porque no se llevó nada, explicó Inés, intentando calmar la inquietud de su niña.
Isabella tenía la certeza de que lo que había ocurrido no era un ataque común. Sabía que en el pueblo nunca sucedían incidentes de esa índole. Era algo extraordinario y fuera de lo habitual, algo que no encajaba con la rutina diaria de su comunidad.
Isabella permaneció junto a Inés sin moverse, hasta que decidió ir a su habitación para cambiarse de ropa. Al llegar, se dirigió hacia su cama y, para su sorpresa, encontró una carta descansando sobre el edredón.
Se sentó en la cama y comenzó a leer la carta que tenía entre las manos. En ella, se decía que al día siguiente debía dirigirse al aeropuerto, donde un automóvil la estaría esperando. Este vehículo tenía como destino un lugar en California, ya que ese mismo día tenía que casarse.
La carta también contenía una advertencia alarmante: si en algún momento ella fallaba en cumplir con lo estipulado, las consecuencias serían mortales. Ese golpe en la cabeza que había recibido Inés era solo el inicio de un peligro inminente del que no podría escapar.
Al finalizar la lectura, Isabella no pudo contener sus emociones y rompió en llanto. La incredulidad la invadió; le resultaba difícil aceptar la situación en la que se encontraba y lo que le exigían hacer.
Sonia entró ala habitación y la miró.
Isabella, Inés está bien no te pongas así.!_ dijo Sonia preocupada por Isabella.
Necesito contarte lo que me está pasando por qué siento que todo esto es una pesadilla de la cual no puedo despertar.!_ dijo Isabella llorando.
Sonia se sentó alado de Isabella y tomo su mano como cuando eran niñas y la escucho con atención, ella quedó atónita ante lo que le dijo Isabella.
Pero, ¿cómo es posible, Isabella? No puedes casarte con alguien a quien no conoces. Hablemos con Inés, ella podrá ayudarnos, dijo Sonia, visiblemente angustiada.
No puedo permitir que Inés sufra a causa de mis decisiones, me an amenazando que le quitarán la vida si no lo hago. Ya ha hecho tanto por mí desde la muerte de mi madre que jamás me lo perdonaría si algo le pasara. Por eso, necesito que me ayudes. Mañana me marcharé y te ruego que cuides de ella. No dejes de llamarme y de enviarme cartas para que pueda saber cómo están ambas.
Sonia abrazo a Isabella y ambas rompieron en llanto del dolor.
solo espero Alessandro sea un verdadero hombre y se haga responsable
y que den una vez aclare todo con la renacuajo esa
por otro lado Isabella tienes que ser más fuerte deja de lamentarte de que el este con otra y no te mire a ti que si lo hace pero se hace el pendejo por Dios date tu lugar y que seas la esposa no necesariamente debes estar encerrada comí dices tú te gustaba atender a las personas busca empleo en el hospital no necesariamente debes estar en casa
por que si caía ahorita ante el ya te jodiste
ALEZZANDRO.....🤭