Sagara

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Sagara, que finalmente se había ablandado por la persuasión de su primo mayor, decidió regresar a la capital. No podía ser egoísta porque Samudera tenía razón al decir que había otras responsabilidades que debía atender, como la escuela, de la que se graduaría en cuestión de meses.

Pero, por supuesto, Sagara no regresaría de inmediato. Pidió tiempo al menos hasta la noche para hablar primero con su padre, que no estaba en casa. Quería despedirse adecuadamente de la familia, aunque parecía que nunca podría agradecerles lo suficiente por todo lo que había recibido, desde la primera ayuda de Aisyah hasta el tratamiento, ya fuera del médico o de los servicios del masajista más de dos veces.

"Está bien, hermano, vete a casa primero, pero no rompas tu promesa. Alguien te recogerá esta noche".

"Sí, te avisaré cuando me haya despedido de papá", respondió Sagara.

Ahora, ambos estaban de pie. Samudera, que quería mucho a su primo menor, le dio un abrazo, y Sagara lo disfrutó mucho.

"Nunca sientas que estás solo, siempre estamos contigo. Tu hogar está en muchos lugares y todas las puertas están abiertas para darte la bienvenida", susurró Samudera mientras acariciaba la espalda de Sagara.

El príncipe heredero Rahardian no pudo decir mucho porque no estaba en la posición de Sagara. Porque perder a un ser querido para siempre es la herida más profunda, especialmente para un niño.

"Sí, hermano. Gracias".

Samudera, al despedirse, solo envió saludos a su madre y a los demás, y después de que el hombre desapareció de su vista, Sagara entró. La primera persona a la que buscó fue a su madre, que estaba en el almacén ayudando a Mas Fatih.

"Mamá...", llamó Sagara desde no muy lejos, detrás de la mujer mayor.

"Sí, hijo, ¿qué pasa? ¿Dónde está tu primo?", preguntó la madre mientras se giraba.

"Ya se fue a casa, mamá. Pero el hermano Sam envía saludos a mamá, Mas Fatih y papá", respondió.

La madre solo asintió con una sonrisa y luego dejó a Sagara con su hijo porque todavía tenía mucho que hacer, incluyendo cocinar para la cena. La casa de dos pisos no tenía sirvientes, solo la madre y Aisyah se turnaban para limpiar la casa cada vez que tenían tiempo.

"¿Tu primo vino de la ciudad?", preguntó Mas Fatih.

"Sí, vino a buscarme para llevarme a casa, Mas".

"¿Y entonces?".

Sagara se giró y le dedicó una leve sonrisa al hombre.

"Me iré esta noche, quiero pedirle permiso a papá primero. Así que espera a que papá regrese de la cabaña, Mas", explicó Sagara según su plan.

"Oh, ya veo. Bueno, como tú quieras. Todavía tienes familia y padres a los que deberías regresar. Lo siento Saga, no quiero echarte ni decir que no me caes bien aquí, pero así es como debe ser, especialmente porque eres hijo único, ¿verdad?", dijo Mas Fatih con comprensión.

Y Sagara solo asintió lentamente con la cabeza.

"Pero, ¿por qué no vino tu padre a buscarte?", preguntó Mas Fatih, la misma pregunta que se le pasaba por la cabeza a Sagara cuando vio que era su primo mayor quien había venido.

"No lo sé, quizás esté ocupado, Mas". Sagara solo estaba adivinando, aunque parecía que su respuesta no era incorrecta.

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Pero confía en que te está esperando y te extraña..