Hace dieciocho años, el reino de Eldoria fue consumido por la traición y la guerra. En medio del caos, mientras el Rey Gustavo luchaba una batalla perdida contra su ambiciosa hermanastra, la Reina Roxana se vio obligada a huir. Con el corazón roto y un adiós desgarrador a su amado, confió el futuro de su linaje a tres pequeñas vidas: sus hijas trillizas, recién nacidas y destinadas a heredar el trono.
Hoy, esas princesas viven una existencia humilde y oculta bajo los nombres de Nyx, Ignis y Luna. Tras la reciente pérdida de su madre, estas jóvenes campesinas se enfrentan solas a la dureza de la vida, sin saber que la sangre real corre por sus venas ni que cada una posee un don mágico latente: el control de las Sombras, el Fuego y la luz, respectivamente.
Pero el destino tiene otros planes. La llegada de un misterioso anciano, portador de secretos ancestrales y verdades olvidadas, irrumpirá en sus vidas, desvelando la usurpación de su reino y profecías...
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Primeros vínculos
Luna, con su gracia natural, se adaptó rápidamente a los ejercicios, sintiendo cómo sus músculos se estiraban y su cuerpo se volvía más flexible. Lyra le mostraba cómo caer sin hacerse daño, cómo rodar para absorber un impacto y cómo levantarse rápidamente.
—No se trata de ser la más fuerte, Luna—explicó Lyra con dulzura. —Se trata de ser como el agua, que se adapta y fluye, evitando los obstáculos en lugar de chocar contra ellos—
Mientras tanto, Orion llevó a Nyx a una sección más sombría de la caverna, donde las sombras eran más pronunciadas. Le enseñó a caminar descalza, sintiendo cada pequeña piedra, cada cambio en la textura del suelo. Le vendó los ojos y le pidió que se moviera, guiándose solo por el sonido y la sensación del aire. Nyx, con su mente analítica y su aguda percepción, se concentró intensamente, aprendiendo a afinar sus otros sentidos. Al principio tropezaba, pero poco a poco, sus movimientos se volvieron más seguros, y sus pasos más silenciosos. Orion observaba con una expresión de aprobación.
—La oscuridad no es tu enemiga, Nyx— le susurró Orion. —Es tu aliada. Te permite ver lo que los demás no ven y moverte sin ser detectada. La verdadera fuerza no siempre es ruidosa—
Ignis, con Kaelen, se encontraba en un área más abierta, donde el suelo era de arena fina. Kaelen, con su imponente presencia, le mostraba posturas básicas de defensa y ataque con un palo de madera. No eran golpes para herir, sino para desarmar, para bloquear, para proteger. Ignis, llena de energía y con una determinación feroz, repetía los movimientos una y otra vez, sintiendo el ardor en sus músculos, pero también una satisfacción creciente.
—Recuerda, Ignis. La fuerza bruta sin disciplina es como un río desbordado. Puede causar daño, pero no tiene dirección. Canaliza tu energía, úsala con propósito—
El primer día de entrenamiento fue agotador, pero también revelador. Las trillizas sintieron sus cuerpos cansados, pero sus mentes estaban más claras y sus espíritus más fuertes. Al final del día, se reunieron en su alcoba, compartiendo sus experiencias.
—Lyra me enseñó a caer como una hoja, sin hacerme daño— dijo Luna, demostrando un suave giro que la llevó al suelo y la levantó de nuevo con una gracia etérea. —¡Es como bailar!—
—Orion me hizo caminar con los ojos vendados— contó Nyx, con una pequeña sonrisa. —Al principio fue difícil, pero luego pude sentir las vibraciones del suelo y el aire. ¡Es extraño, pero increíble!—
Ignis, todavía con la adrenalina en el cuerpo, hizo un amago de bloqueo con sus brazos.
—Kaelen es muy fuerte, pero sus movimientos son tan precisos. Me enseñó a usar mi propio peso para defenderme. ¡Quiero aprender a pelear de verdad!—
Elara las visitó antes de dormir, con una taza de un té humeante que olía a miel y lavanda.
—Están haciendo un trabajo maravilloso, mis pequeñas— dijo, acariciando el cabello de cada una. —La magia de Vesperia no es solo lanzar hechizos. Es una conexión con el mundo, con la vida misma. Y esa conexión se fortalece con la disciplina y el autoconocimiento—
Tomo la tasa de té con ellas y se fue a descansar.
[•••]
A la mañana siguiente, el entrenamiento continuó, pero esta vez, Elara se unió a ellas en el círculo rúnico. Les pidió que se sentaran en el centro, con los ojos cerrados, y que se concentraran en su respiración.
—Sientan la energía que fluye a su alrededor— instruyó Elara con voz suave. —Sientan la vida en las rocas, en el aire, en ustedes mismas. La magia de Vesperia está en todas partes, esperando ser reconocida—
Luna, con su naturaleza empática, fue la primera en sentirlo. Una calidez suave comenzó a extenderse desde su pecho, como un pequeño sol. No era un calor abrasador, sino uno reconfortante, que la hacía sentir ligera y conectada. Abrió los ojos y vio un tenue halo de luz blanca y plateada rodeando sus manos. Era apenas perceptible, como el brillo de una luciérnaga, pero estaba allí.
—¡Elara!— exclamó Luna, con sus ojos lavanda bien abiertos por el asombro. —¡Siento algo! ¡Hay una luz!—
Elara sonrió con dulzura.
—Esa es tu magia, Luna. La magia de la luz y la curación. Es la chispa de Vesperia que despierta en ti. Concéntrate en ella, déjala crecer—
Animada por el descubrimiento de Luna, Nyx cerró los ojos con más fuerza. En lugar de luz, sintió una especie de vacío, una sombra reconfortante y familiar. Era como si pudiera ver las cosas no por lo que eran, sino por la ausencia de lo que no eran. Una sensación de frescura y misterio la envolvió. Cuando abrió los ojos, notó que las sombras en la caverna parecían más profundas, más vivas, y que un pequeño remolino de oscuridad se arremolinaba alrededor de sus dedos, como si el espacio mismo se doblara ligeramente a su voluntad. Era sutil, casi invisible, pero Nyx sabía que estaba allí.
—Yo... yo siento la oscuridad— murmuró Nyx, su voz está un poco ronca por la concentración. —Es como si las sombras me hablaran—
Elara asintió, con sus ojos brillando con orgullo.
—Esa es tu magia, Nyx. La magia de la sombra y la percepción. Te permitirá ver más allá de lo evidente, y moverte sin ser vista—
Ignis, que había estado observando a sus hermanas con una mezcla de envidia y determinación, se concentró con todas sus fuerzas. Quería sentir esa chispa también. Se imaginó un fuego cálido en su interior, una llama que ardía con su pasión y su fuerza. Al principio, no sintió nada más que el latido de su propio corazón. Pero luego, un calor familiar comenzó a brotar de sus manos, un calor que se intensificó rápidamente. Era diferente al de Luna; este era más vibrante, más poderoso. Cuando abrió los ojos, una pequeña chispa anaranjada parpadeó en la punta de su dedo, como una brasa diminuta.
—¡Lo tengo!— exclamó Ignis, sus ojos esmeralda brillaron con excitación. —¡Es fuego! ¡Siento el fuego!—
Elara se acercó a Ignis, con su sonrisa aún más amplia.
—Esa es tu magia, Ignis. La magia del fuego y la fuerza. Es la energía que te impulsará y te protegerá—
Las trillizas se miraron, sus rostros están iluminados por la emoción. Habían sentido sus poderes por primera vez, no como grandes explosiones, sino como pequeños susurros, como promesas de lo que estaba por venir. Era un comienzo humilde, pero significativo.
—Recuerden— dijo Elara, llena de sabiduría. —Estos son solo los primeros pasos. La magia es como un músculo. Necesita ser ejercitada con cuidado y respeto. No intenten forzarla. Dejen que fluya. Y mientras aprenden a controlar sus dones, también deben aprender a protegerse. La habilidad para defenderse es tan vital como la habilidad para usar la magia—
Lyra y Orion, que habían estado observando desde la distancia, se acercaron, sus rostros mostraron una mezcla de asombro y alegría.
—Están aprendiendo rápido— dijo Lyra, —Pero esto es solo el principio—
Orion asintió.
—El camino es largo, pero no están solas. Estaremos aquí para guiarlas—
Las trillizas se sintieron invadidas por una sensación de esperanza y propósito. Habían encontrado un nuevo hogar, nuevos mentores, y un nuevo camino.
La magia de Vesperia había comenzado a despertar en ellas, no con un estallido, sino con un suave y prometedor resplandor. Y con ella, la comprensión de que para dominar sus poderes, primero debían dominar el arte de la defensa y el control...