Ni Una Más!!!

Toque la puerta con timidez, de inmediato oí a greñas ladrar en el interior y después unos pasos firmes. El corazón se me aceleró. La puerta se abrió y los ojos incrédulo de mi padre me recibieron, su sonrisa y su abrazo. - Mi niña, que sorpresa, que haces aquí?

¿Porque no me avisaste para ir por ti al autobús?

Lo abrazaba sintiendo consuelo en mi alma, quería sentirme como cuando era niña y me consolaba de las rodillas raspadas.

-Pero pasa, dame tus maletas y las llevo al cuarto, ya comiste? Me preguntaba sin dejarme contestar.

Greñas me saltaba rasguñándome las piernas y mi papá me soltó para que pudiera saludarlo.

Le comenté que no había comido aun y entonces se fue a la cocina, yo me di una ducha rápida y me puse ropa cómoda para bajar a merendar, sabía que me esperaba una larga charla con mi padre, era hora de las explicaciones. Yo tenía que aferrarme a la historia que todos conocían, tenía que sostener mis mentiras.

La comida que me esperaba era de lo más humilde, unos frijolitos negros de la olla con un poquito de queso y huevo con nopales. Pero a mí me supo a gloria, ahora ya estaba un poco más tranquila. Termine de comer y mi papá se sentó junto a mí con dos jarros de café, me acercó uno y me dijo ahora si explícame a que se debe el honor de tu visita.

-No es visita papito, vine a quedarme. Comienzo a explicar. Las cosas se complicaron mucho y no tuve más opción que volver. Perdóname por no poder aprovechar el sacrificio que has hecho para darme la oportunidad de tener un futuro mejor, pero las cosas no siempre salen como uno las planea.

A continuación le narre toda la versión de lo que pase y le di mucho énfasis en el maltrato sistemático que el encargado de la mercería me daba, él me escuchó con los ojos aguados, pero al llegar a la parte de involucrar a la policía se levantó de golpe muy molesto. - No es posible que haya gente tan mala en este mundo, y has hecho lo correcto al regresar a casa, aquí yo te puedo proteger y por lo menos algo te ha quedado claro, la justicia no es para todos, los pobres no tenemos derecho a ella.

Me lance a sus brazos y encontré consuelo, apoyo y cariño. Estaba en mi lugar seguro en el mundo. Nunca debí salir de aquí.

Al siguiente día después de desempacar le entregue a mi papá el regalo que le había mandado Lorenza y le dije que me encargó darles también unos a sus padres, por lo que debía ir a verlos, él asintió y solo me pidió que me cuidara mucho. Así que me dirigí a visitar a la familia de mi amiga querida, donde me recibió su madre con mucho gusto pero también sorpresa, me toco relatarle a ella también lo que había pasado y ella llena de empatia solo me decía que era injusto. Me invitó un postre delicioso de esos que siempre me enviaba con su hija y me hizo prometer que la visitaría seguido ahora que estaba de regreso.

Cumplidas mis tareas y con el corazón ya descansado esa noche pude dormir lo que en muchos días no había podido.

Mi padre se había organizado muy bien para llevar la casa y el trabajo, aunque yo me hiciera cargo de algunas tareas como cocinar ya no me llevaba todo el día como antes, podía descansar y pasear más, con la aprobación paterna ya que él quería que me recuperara antes de ver que actividad adicional podría hacer. Pero los padres de Lorenza ya estaban pensando en eso, y como verdaderos amigos estaban buscando lo mejor para mi y para mi seguridad,

Lorenza vino el fin de semana de visita, la pobre estaba preocupada por mi y tenía que asegurarse de que todo marchaba bien, estaba tan emocionada contándole como me había recibido mi papá y todo el apoyo recibido por todos cuando me sentí muy mal, todo me dio vuelas y se me nubló la vista, rápido mi amiga llamó a su mamá mientras me sostenía para que no me desvaneciera, la señora me reanimo con alcohol y me sentó, me preparó un té y me dijo - Pequeña, han sido muchos días de angustia y tu cuerpo ya te está pasando la cuenta, tienes que descansar y comer bien, pero sobre todo estar tranquila. Yo asentí pero en mi mente se clavó una duda, estaría embarazada? Aun no era fecha para que llegara mi período pero tampoco podía comprar una prueba de embarazo en el pueblo, todo mundo se enteraría y se suponía que yo era virgen, otra vez se complicaba todo, y el estar tranquila pues ni hablar.

Me tocaba esperar, no podía hacer nada más.