En el despiadado mundo del fútbol y los negocios, Luca Moretti, el menor de una poderosa dinastía italiana, decide tomar el control de su destino comprando un club en decadencia: el Vittoria, un equipo de la Serie B que lucha por volver a la élite. Pero salvar al Vittoria no será solo una cuestión de táctica y goles. Luca deberá enfrentarse a rivales dentro y fuera del campo, negociar con inversionistas, hacer fichajes estratégicos y lidiar con los secretos de su propia familia, donde el poder y la lealtad se ponen a prueba constantemente. Mientras el club avanza en su camino hacia la gloria, Luca también se verá atrapado entre su pasado y su futuro: una relación que no puede ignorar, un legado que lo persigue y la sombra de su padre, Enzo Moretti, cuyos negocios siempre tienen un precio. Con traiciones, alianzas y una intensa lucha por la grandeza, Dueños del Juego es una historia de ambición, honor y la eterna batalla entre lo que dicta la razón y lo que exige el corazón. ⚽🔥 Cuando todo está en juego, solo los más fuertes pueden ganar.
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Capítulo 7 – La Nueva Era Moretti
Habían pasado meses desde el escándalo, y Luca Moretti se había enfocado completamente en el fútbol. Ya no era el empresario que protagonizaba titulares por su vida personal. Ya no era el joven heredero que todos veían como “el menor de los Moretti”. Ahora era el hombre que estaba construyendo un legado. Y el fútbol era su herramienta.
Vittoria estaba en la parte alta de la tabla de la Serie B, peleando el ascenso a la élite del fútbol italiano. Los fichajes que Adriano y el cuerpo técnico habían gestionado estaban rindiendo al máximo.
🔹 Vittoria 2-1 Bari (Ferrara y Camilo Rojas, remontada épica)
🔹 Vittoria 3-0 Frosinone (doblete de Federico Moretti, gran actuación del mediocampo)
🔹 Empate 1-1 vs. Palermo (penal de Moretti, partido físico y trabado)
🔹Derrota 2-0 contra Parma (errores defensivos que encendieron las alarmas)
El equipo estaba en el tercer lugar de la tabla, con opciones reales de ascender. Pero Luca sabía que no podía confiarse. Por eso, cuando se reunió con Adriano y Marco en su oficina, fue directo al punto.
—Necesitamos refuerzos.
Adriano asintió.
—Ya cerramos un central experimentado. Viene de la Championship inglesa, con pasado en Premier League. Marco, miró a Luca con seriedad.
—Podemos traer a dos jugadores más. Pero nada de locuras con el presupuesto.
Luca asintió.
—Entonces lo hacemos.
Adriano sonrió.
—Me encargo de cerrarlo.
Pero Luca no había terminado.
—Ahora hablemos del equipo femenino.
Uno de los mayores movimientos de Luca en los últimos meses fue la inversión en el equipo femenino. La Serie A Femenina estaba creciendo, y Vittoria no podía quedarse atrás. Cuando Isabella entró en la reunión, ya tenía los nombres listos.
—Firmamos a Clara Bianchi, mediocampista de 26 años, exjugadora del Milan. También aseguramos a Noémie Dubois, defensa central francesa, 28 años, con experiencia en Champions League.
Luca asintió, mirando los informes.
—¿Cómo van los entrenamientos?
Isabella cruzó las piernas y miró a Luca con satisfacción.
—Camille Laurent está haciendo un gran trabajo. El equipo tiene talento, pero falta jerarquía.
Adriano intervino.
—Podemos traer a dos jugadoras más.
Luca apoyó los codos en la mesa.
—Hazlo.
El Vittoria femenino estaba en marcha.
En la sesión de entrenamiento, Luca se tomó un momento para observar. Los jugadores masculinos entrenaban en un lado del campo. El equipo femenino trabajaba con intensidad al otro. Y, en la línea de banda, Leo Moretti recogía balones en silencio.
Había pasado meses desde que su sobrino fuera castigado con ese trabajo. Y aunque al principio se resistió, había aprendido a mantenerse en su lugar. Luca caminó hacia él con calma.
—¿Cómo va todo?
Leo levantó la mirada, con una expresión seria.
—Trabajo.
Luca sonrió.
—Bien. Al menos ahora trabajas.
Leo resopló.
—¿Esto va a durar para siempre?
Luca lo miró fijamente.
—Eso depende de ti.
Leo dudó por un momento antes de hablar.
—Quiero demostrar que puedo hacer algo más.
Luca vio en los ojos de su sobrino un atisbo de madurez.
—Entonces hazlo.
Leo asintió y volvió a su trabajo.
Por primera vez en mucho tiempo, Luca sintió que su sobrino estaba empezando a entender.
El fútbol no era lo único en lo que Luca estaba enfocado. Moretti Enterprise seguía expandiéndose. Pero ahora, la nueva generación de la familia Moretti estaba tomando más protagonismo.
Matteo Moretti(hijo de Marco) – Infraestructura y desarrollo. Encargado de la remodelación del estadio.
Giulia Moretti(hija de Alessandro) – Marketing y comunicación. Maneja la imagen del club y los acuerdos comerciales.
Cuando Luca los reunió en la sede de Moretti Enterprise, fue claro con ellos.
—Vittoria es más que fútbol. Es un proyecto que va a cambiar la historia de esta familia.
Matteo asintió.
—La remodelación del estadio estará lista en seis meses.
Giulia sonrió.
—Estamos negociando con marcas internacionales para los patrocinios.
Luca los observó con una leve sonrisa.
—Eso es lo que quiero escuchar.
Giulia miró a su primo Matteo y luego a Luca.
—¿Leo no estará en esto?
Luca negó con la cabeza.
—Por ahora, no. Él tiene que aprender antes de reclamar su lugar.
Giulia asintió con entendimiento.
Cada Moretti tenía su camino.
Y Leo todavía tenía que recorrer el suyo.
Luca salió de una de las oficina y apenas había dado unos pasos cuando la secretaria de su padre lo interceptó con su formalidad de siempre.
—Su padre lo espera en su despacho. Dijo que es importante.
Luca suspiró, pero asintió. Cuando Enzo Moretti pedía una reunión, no era una invitación opcional.
El despacho de Enzo estaba en la parte más imponente del edificio. Un espacio decorado con muebles de madera oscura, cuadros de arte clásico y un ventanal con vista panorámica a la ciudad. Cuando Luca entró, su padre estaba detrás de su escritorio, hojeando unos documentos con su eterno cigarro en mano.
—Siéntate, Luca.
Luca lo hizo, pero con la misma postura de quien ya se prepara para una negociación.
—Quiero invertir en tu equipo —dijo Enzo sin rodeos—. No solo como patrocinador, sino como inversionista. Vittoria tiene potencial. Contigo a la cabeza, el ascenso es cuestión de tiempo. Quiero formar parte de eso.
Luca lo observó en silencio por unos segundos. No era una mala idea, Vittoria necesitaba un respaldo económico fuerte y el apellido Moretti podía atraer más inversores. Pero no era tan sencillo.
—Si acepto tu dinero, será con una condición.
Enzo alzó una ceja con leve diversión.
—¿Cuál?
—Que ningún centavo provenga de los negocios en los que no quiero involucrarme.
El silencio en la oficina se volvió más pesado. Enzo exhaló el humo del cigarro y entrecerró los ojos.
—¿Desconfías de tu propia familia?
—No es desconfianza. Es proteger lo que estoy construyendo. Si Vittoria recibe un solo euro sucio, tarde o temprano alguien lo descubrirá y todo lo que hemos hecho se irá al carajo.
Enzo lo observó por unos segundos más y luego sonrió con ese aire de hombre que siempre tiene un plan.
—Me gusta que pienses así. Eres más astuto de lo que creen.
Luca mantuvo la mirada firme.
—Entonces, ¿aceptas mi condición?
—Sí. Será dinero limpio. No te preocupes.
Luca asintió con calma, pero sabía que con Enzo Moretti, la confianza nunca podía ser absoluta.
Antes de que pudiera decir algo más, la puerta del despacho se abrió y entró una mujer alta, de cabello rubio perfectamente peinado y vestido de diseñador.
—Justo a tiempo —dijo Enzo con una sonrisa mientras Luca se ponía de pie—. Luca, quiero presentarte a alguien. Esta es Eleanor Kensington.
La supermodelo británica.
Famosa, influyente y con un aire de seguridad que solo alguien que ha dominado la industria podía tener. Luca le estrechó la mano con cortesía.
—Tu padre me habló mucho de ti —dijo Eleanor con una sonrisa profesional—. Dice que eres la mente detrás del Vittoria. Me parece fascinante.
—Exagera.
—Eso hacen los padres.
Luca notó el leve tono de burla en la mirada de Eleanor, pero no dijo nada.
—Eleanor nos ayudará con la imagen de la empresa —explicó Enzo—. Y además, estamos saliendo.
Luca no pudo evitar levantar una ceja.
—¿En serio?
—¿Por qué suena como si no lo creyeras? —preguntó Eleanor con una leve sonrisa divertida.
—Porque mi padre no es precisamente alguien que tenga parejas estables.
Enzo soltó una carcajada.
—Tienes razón en eso, hijo. Pero quién sabe. Tal vez esta vez sea diferente.
Luca no dijo nada más, pero sabía que la conversación con Enzo no había terminado.
La inversión en Vittoria estaba asegurada. Pero con su padre, siempre había un precio.
Esa misma tarde, cuando Luca salía de la oficina, recibió un mensaje de su sobrina Giulia Moretti.
—Voy para la sede del equipo. Quiero ver a Leo.
Luca sonrió de lado. Sabía que Giulia siempre había tenido una relación especial con su hermano menor. A diferencia de otros en la familia, ella no lo veía como un niño mimado, sino como alguien que solo necesitaba encontrar su camino.
—Te veo allá.
El Vittoria ya enfrentó al Cagliari en la segunda ronda de la Copa Italia y avanzó por penales. Ahora, para continuar con la historia, el equipo debería enfrentar a un nuevo rival en la siguiente fase de la Copa.
Voy a escribir la transición correctamente para que encaje con la narrativa establecida, asegurando coherencia en los eventos. Dame un momento.
Siguiente Ronda de la Copa Italia
Después de la dramática victoria contra el Cagliari, el Vittoria avanzó a los octavos de final de la Copa Italia. El siguiente reto sería aún mayor.
El sorteo los emparejó con el Torino, un equipo de la Serie A con tradición y una plantilla fuerte. A diferencia del Cagliari, que había subestimado al Vittoria, el Torino sabía que no podía confiarse.
El partido se jugaría en el Estadio Olímpico de Turín.
Para Luca y su equipo, esto era más que un partido. Era una oportunidad para probar que podían competir con los grandes.
Preparación para el Partido
El equipo se concentró toda la semana en ajustar la estrategia.
Bellucci sabía que no podían salir a jugar de igual a igual contra un equipo con más recursos. Así que diseñó un plan más conservador, buscando atacar en momentos clave.
En la última reunión táctica, el entrenador dejó las cosas claras:
—No vamos a regalarles nada. Si creen que somos solo un equipo de Serie B que llegó aquí por suerte, se van a llevar una sorpresa.
Los jugadores asintieron con determinación.
Adriano, que observaba la charla desde la esquina de la sala, intervino con su tono autoritario:
—Jueguen con inteligencia. No con miedo. Nadie espera que ganemos, pero nosotros sabemos lo que somos capaces de hacer.
Luca, de pie junto a su hermano, sonrió con calma.
—Hagan historia.
El Día Después
La mañana siguiente llegó con una sensación de estabilidad inusual.
Vittoria estaba avanzando en la Serie B y ahora también en la Copa Italia. Luca había asegurado una inversión importante con su padre, con la condición de que el dinero estuviera limpio. Y Giulia, su sobrina, había decidido visitar a su hermano Leo en la sede del equipo, lo que mostraba que, pese a todo, la familia seguía unida de alguna manera.
Pero Luca sabía que no podía confiarse.
Nada en su mundo se mantenía en calma por mucho tiempo.
Mientras conducía hacia la sede del club, su teléfono vibró con una notificación.
🔹Sorteo de la Copa Italia: Torino vs. Vittoria – Octavos de final.
Luca sonrió levemente. Otro rival de Serie A.
Si su equipo quería demostrar que estaba listo para la élite, este era el tipo de partidos que debían ganar.
Cuando llegó a las instalaciones, encontró a Giulia conversando con Leo cerca del campo de entrenamiento.
Desde lejos, podía notar que Leo ya no tenía la arrogancia de antes. Su sobrino se había convertido en alguien más disciplinado, más consciente de su entorno.
Luca se acercó con calma.
—Veo que no pierdes el tiempo, Giulia.
Ella se giró con una sonrisa.
—Tú sabes que alguien tiene que cuidar a Leo.
Leo bufó.
—Estoy bien, gracias.
Luca le dio una palmada en el hombro.
—Claro que lo estás. Pero no está de más que alguien te recuerde que aún te falta camino.
Leo rodó los ojos, pero Luca podía notar que había un atisbo de respeto en su actitud.
Después de unos minutos de charla, Luca dejó que Giulia y Leo siguieran conversando y se dirigió a su oficina.
Allí lo esperaba Adriano, ya con la mirada fija en la pantalla de su laptop.
—¿Viste el sorteo? —preguntó sin levantar la vista.
—Sí —respondió Luca, apoyándose en el escritorio—. Torino.
Adriano chasqueó la lengua.
—Será más difícil que el Cagliari.
Luca asintió.
—Pero eso es exactamente lo que queremos.
Adriano finalmente levantó la vista y sonrió de lado.
—Entonces pongamos a trabajar al equipo.
Preparación para el Partido
Desde el primer entrenamiento después del sorteo, Bellucci sabía que este partido sería otra guerra.
Torino era un equipo sólido, con más físico que talento, pero peligroso en el juego aéreo y con delanteros veloces.
En la reunión con el cuerpo técnico, el entrenador fue claro:
—No podemos salir a jugarles de igual a igual. Ellos tienen más experiencia y más plantel. Pero si somos inteligentes, si los forzamos a jugar incómodos, podemos hacerles daño.
El equipo técnico trabajó en una estrategia enfocada en la presión alta y en la velocidad por las bandas.
Luca, que observaba desde el costado de la sala, intervino con calma.
—Torino nos va a subestimar. Eso juega a nuestro favor.
Adriano, que estaba con los brazos cruzados, agregó:
—Exacto. No los dejemos respirar.
El plan estaba claro.
Ahora solo quedaba ejecutarlo.
Torino vs. Vittoria – El Partido
El Estadio Olímpico de Turín estaba repleto.
Desde el primer minuto, Torino impuso su físico y su juego directo.
Vittoria, sin embargo, no se intimidó.
🔹Minuto 12: Torino abre el marcador con un cabezazo tras un córner. 1-0.
🔹Minuto 28: Vittoria responde con una jugada colectiva que termina en gol de Camilo Rojas. 1-1.
🔹Minuto 45: Torino vuelve a adelantarse antes del descanso. Un error en la salida le permite al delantero rival marcar. 2-1.
En el entretiempo, Bellucci mantuvo la calma.
—Estamos en el partido. No dejen que ellos dicten el ritmo.
Segundo Tiempo
Vittoria salió con más intensidad.
🔹Minuto 62: Emiliano Velásquez recibe un pase largo, encara y marca el empate con un disparo cruzado. 2-2.
El Torino se desesperó. No esperaban un partido tan difícil.
Los minutos finales fueron una batalla.
🔹Minuto 89: Torino tiene una última oportunidad con un remate desde fuera del área… ¡Atajada increíble de De Luca!
Final del partido: 2-2. Todo se definía en penales.
Serie de Penales
Torino: ❌ Fallo.
Vittoria (Federico Moretti): ⚽ Gol.
Torino: ⚽ Gol.
Vittoria (Camilo Rojas): ⚽ Gol.
Torino: ❌ Fallo (travesaño).
Vittoria (Velásquez): ⚽ Gol.
Torino: ⚽ Gol.
Vittoria (Ferrara): ⚽¡Gol de la victoria!
¡Vittoria eliminaba al Torino y avanzaba a cuartos de final!
El equipo celebró como nunca. Habían derrotado a otro equipo de la Serie A.
Luca bajó al vestuario, donde el ruido era ensordecedor.
Adriano lo miró con orgullo.
—Esto no es suerte, Luca. Es trabajo.
Luca asintió.
—Y apenas estamos comenzando.
Con esta victoria, el Vittoria seguía soñando en grande.
En la sala principal de reuniones del club, el ambiente estaba cargado de júbilo. Luca, sus hermanos, Silvia e Isabella se encontraban reunidos junto a parte de la mesa directiva de Vittoria. Los recientes triunfos y el avance en la Copa Italia habían dado a entender que el proyecto estaba en la dirección correcta.
Con voz tranquila pero segura, Luca tomó la palabra ante todos los presentes:
—Tengo una noticia importante. Nuestro padre, Enzo Moretti, ahora se unirá a nosotros como inversionista y patrocinador del club.
La sala se llenó de murmullos de aprobación y algunos aplausos. La noticia significaba un respaldo económico adicional que podría acelerar el regreso de Vittoria a la élite.
Entre la celebración, Marco Moretti, el hermano mayor y cerebro financiero de la familia, observaba con una mezcla de satisfacción y recelo. Más tarde, en un rincón discreto de la sala, se reunió en privado con Adriano y Luca.
—Escuchen —dijo Marco en voz baja, sin dejar de mirarlos fijamente—. Me alegra que papá aporte dinero para el club, pero sinceramente, creo que es mejor que se limite a ser patrocinador. No quiero que se meta como inversionista en esto.
Adriano asintió lentamente, y Luca permaneció en silencio, sabiendo que la opinión de Marco siempre había sido tan directa como contundente.
Marco continuó: —La inversión trae riesgos, y si se mezcla el dinero de papá con nuestros negocios, podríamos enfrentar complicaciones innecesarias. Yo prefiero que papá se mantenga en la línea de la imagen y la promoción, sin comprometer el control financiero del proyecto.
Luca suspiró, asintiendo en silencio. —Lo tendré en cuenta —respondió finalmente, sabiendo que, aunque el apoyo de Enzo era esencial, había que mantener cierta distancia para preservar la integridad del club.
La conversación en privado se disolvió en un silencio meditado, mientras el bullicio y las risas en la sala de juntas reanudaban su curso. Afuera, el sonido de los vítores y el murmullo de los periodistas se mezclaban con la seguridad de un proyecto que, a pesar de los desafíos, estaba tomando forma.
—Brindemos por el futuro de Vittoria —dijo Luca levantando una copa, y todos brindaron con la convicción de que, juntos, podían transformar el destino del club.
Poco después de que la reunión con la directiva terminara y cuando las luces del vestuario ya se habían apagado, Luca se retiró a una sala privada del club. Allí, en el ambiente sobrio de su despacho, esperaba aclarar lo que sentía. La tensión en su rostro era casi imperceptible, pero sus ojos delataban la tormenta interna que lo consumía.
Isabella, quien había participado en la reunión y luego se había retirado a sus propios asuntos, apareció en la puerta del despacho. Se había sentado en esa sala tras haber hablado con Astrid en privado; sus palabras aún resonaban en el aire. Con paso medido, se sentó frente a Luca.
—Luca, necesito saber… ¿qué pasó realmente con Astrid? —preguntó Isabella, con voz suave pero cargada de insistencia.
Luca la miró fijamente, con la mirada intensa y algo melancólica.
—No es algo fácil de explicar, Isabella —respondió, tomando aire—. Mis sentimientos están divididos. Por un lado, quiero a Astrid; por otro, me siento confundido, atrapado entre lo que deseo y lo que debo hacer.
Isabella frunció el ceño, buscando en sus ojos una respuesta definitiva.
—Entiendo que estés confundido, pero no puedo evitar notar que te obsesionas con ella. ¿Realmente crees que esto es lo mejor para el club? ¿O es solo una cuestión personal en la que te estás enredando?
Luca apretó ligeramente los puños, recordando las noches en las que se debatía entre la pasión y la responsabilidad.
—Isabella, esto es algo muy mío. —Su voz se volvió baja, casi un murmullo—. No espero que te metas en mis asuntos personales. Astrid es... complicada, sí. La quiero, pero también estoy perdido en un mar de emociones. Necesito aclararlo por mi cuenta.
Isabella lo miró con frialdad, pero también con comprensión.
—No es que no me importe, Luca. Solo quiero que sepas que esto es tu asunto, y yo no estoy aquí para ser parte de un drama sentimental que pueda poner en riesgo todo lo que has construido.
Luca asintió lentamente, sabiendo que cada palabra de ella tenía peso.
—Exactamente. Quiero dejar las cosas claras. Mi relación con Astrid es algo que debo resolver a solas. No necesito que me recuerdes constantemente lo que no debo hacer.
Isabella inclinó la cabeza, sus ojos fijos en los de él.
—Entonces, prométeme una cosa: que, cuando decidas qué camino tomar, lo harás con total claridad. No quiero ver que tu confusión interfiera en las decisiones del club, ni que se convierta en un escándalo mediático que afecte a Vittoria.
Luca suspiró profundamente, dejando escapar el peso de sus dudas.
—Lo prometo, Isabella. Este asunto es mío y lo resolveré sin que se mezcle con lo que hacemos en el club. No quiero que nadie, ni siquiera tú, se meta en mis decisiones personales.
Isabella asintió, mirando fijamente a Luca con una mezcla de firmeza y resignación.
—Bien. Así debe ser.
El silencio se extendió por unos instantes, mientras ambos se miraban, comprendiendo que, a pesar de las tensiones y la confusión, la responsabilidad y el compromiso con Vittoria eran más grandes que cualquier pasión personal.
Finalmente, Luca se recostó en su silla y agregó en tono más suave:
—Quiero que sepas que, aunque mis sentimientos estén enredados, jamás dejaré que afecten a este proyecto. Vittoria es más que un club; es el futuro de nuestra familia. Y eso, Isabella, es algo que no puedo comprometer.
Isabella lo miró, y en esos ojos encontró la determinación de un hombre que, pese a sus conflictos internos, estaba dispuesto a sacrificar sus dudas por el bien del legado familiar.
—Entonces, hagamos lo que tenemos que hacer —dijo ella, con voz segura—. Yo me encargaré de todo lo que corresponda en términos de comunicación y estrategia. Tú, por tu parte, sigue siendo tú, sin dejar que nada ni nadie te desvíe de tu camino.
Luca asintió, y en ese instante ambos supieron que, a pesar de los sentimientos y las confusiones, la prioridad era clara: el futuro de Vittoria y el legado de los Moretti.
Así terminaba un gran día en Vittoria. Entre reuniones, celebraciones y tensiones, el club parecía tomar forma, tanto en la cancha como en la sala de juntas. Pero la noche aún guardaba sorpresas.
Poco después, mientras las luces se atenuaban en la sede del club, Adriano se encontraba revisando unos informes en su oficina cuando el teléfono comenzó a sonar insistentemente. Con una ceja arqueada, contestó sin demora.
—Adriano Moretti.
La voz al otro lado era fría y calculadora.
—Señor Moretti, habla Giovanni Rinaldi, directivo del Torino FC. Llamo para expresar nuestro interés en adquirir a Federico Moretti.
El silencio cayó momentáneamente en la sala mientras Adriano asimilaba la noticia. Sus ojos se estrecharon en una mezcla de orgullo y alarma.
—¿A qué valor se refieren? —preguntó, manteniendo la voz serena pero firme.
—Hemos analizado sus estadísticas y desempeño. Creemos que sus cualidades son excepcionales y estamos dispuestos a presentar una oferta seria para incorporarlo en nuestro plantel de cara a la próxima temporada, —respondió Giovanni con tono inmutable.
Adriano suspiró, recordando lo importante que era Federico para el proyecto de Vittoria.
—Federico es una pieza clave de nuestro proyecto. Su desarrollo es fundamental para que el equipo avance hacia la Serie A —replicó Adriano, dejando claro su compromiso con el club.
Giovanni insistió:
—Comprendemos su relevancia, pero el mercado se mueve rápidamente y nosotros podemos ofrecerle un entorno en el que su talento se maximice. ¿Está dispuesto a negociar?
La tensión en la conversación aumentó. Adriano, sin perder la calma, explicó:
—Federico no es una simple pieza de cambio. Él forma parte del futuro de Vittoria. Su valor no se mide solo en goles, sino en el potencial que tiene para consolidar nuestro ascenso. No podemos desprendernos de él tan fácilmente.
El interlocutor dejó que las palabras colgaran en el aire antes de continuar:
—Le enviaremos una propuesta formal en las próximas 48 horas. Espero que considere seriamente nuestra oferta.
Adriano tomó un largo respiro y, tras unos segundos de silencio, respondió:
—Agradezco la propuesta. Estaré esperando su comunicación.
Con un clic seco, la llamada terminó. Adriano se quedó mirando por la ventana, observando la ciudad iluminada por destellos lejanos. Esa posibilidad de vender a Federico lo llenaba de ambivalencia. Por un lado, podría aliviar algunos problemas financieros; por el otro, Federico era esencial para el proyecto, una pieza fundamental que había ayudado a transformar a Vittoria.