El Mafioso Enamorado

Días después el médico decía que Valentina estaba mejorando, que pronto la daría de alta y podría seguir con su vida, aunque ella aún no recordaba lo que olvidó se sentía feliz, sus padres habían ido a verla unas varias veces, ya tranquilos por saber que está bien, Sebastián iba y venia entre los bares, las bodegas, la mercancía, ya que Michael tenia días que se encerraba en su oficina y simplemente no llegaba o llegaba muy noche y se encerraba en su habitación.

Adriana no entendía que pasaba, durante todas las noches la cuido y ahora no siquiera la había ido a ver desde el día que despertó.

Valentina por alguna extraña razón sentía tristeza o nostalgia al tener días sin verlo, después de que Adriana y Sebastián le contarán todo lo que el hizo por ella, en respecto a cuidarla, estar al pendiente de ella, como la había rescatado de su novio agresivo, ella quería agradecerle y pedirle que la ayudara a recordarlo, pero tenía entendido por Carlota que de milagro llegaba a dormir esos dias.

—Carlota hoy no vino —pregunto Valentina.

—Si está en su despacho encerrado desde la tarde —respondia Carlota dejadole la charola de la cena.

—Gracias —Carlota solo sonreía y la dejaba sola, Valentina decidió pararse aunque aún le dolían poco sus heridas, decidio bajar a buscarlo, al bajar las escaleras el lugar se le hizo conocido

«Tu y tú amiga son las primeras en entrar a mi casa, y eres la primera en conocer mi habitación»

De la nada esa frase cruzó por su cabeza, la voz gruesa y sensual de Michael resonó en su cabeza con esa frase, sacudió su cabeza y camino hasta el despacho, tocó suavemente y se oyó un pase desde adentro, ella abrió la puerta lentamente y el al verla se sorprendió y se paró de golpe y se acercó a ella.

—Pasa algo, te sientes mal —le decía el rápidamente, ella negaba.

—No, solo venía hablar contigo —respondia ella, y el asentía, ayudándola a sentarse en el sofá del despacho, se sentó a su lado y miró sus ojos cafés que lo habían hipnotizado la noche que la vio por primera vez.

—Dime que pasa Vale —le decía el y ella suspiraba, esperaba oir algo más, pero solo se limito a hablar.

—Por que no has ido a verme, todos dicen que estuviste pendiente de mi mientas estuve inconsciente —decia ella sin mirarlo —y después de que desperté te desapareciste —agregaba ella, el tomaba su barbilla y la obligaba a verlo.

—Es verdad, y no desaparecí, solo tenía mucho trabajo —mintio el, sintiendo algo de culpa por eso —quise darte tu espacio para que te recuperes y pudieras estar bien, e estado pendiente de ti, aunque no suba a verte —agregaba el.

Sus miradas se cruzaban, los ojos de Valentina viajaban de los ojos de él a sus labios, Michael lo noto y sonrió, ella también sonrió.

—Quiero que te recuperes por completo y no hagas nada por sentir que me debes algo Reina —ella sonrió y el beso su frente, la ayudo a ir a la habitación y ceno con ella, al ver que se durmió se fue a su habitación, se metió a la ducha y al salir se puso una pijama y se sentó en la orilla de la cama, miro su celular, veía una foto y suspiraba

—Ninguno está conmigo, a veces creo que aún te necesito aquí, pero se que me dirías —decia a la foto que veía —sigo preguntadome que hago mal para perder a las personas que amo, o me interesan, no puedo dejar que ella entre en mi vida, no soportaría perderla —bloqueaba la pantalla de su celular y se dejaba caer en la cama, el sueño lo vencio.

Al despertar, se ducho y ya cambiado bajo al comedor, un olor le llegó a sus fosas nasales, fue hasta la cocina vio a Carlota y a Valentina ahí, las miro y vio que Valentina cocinaba algo.

—Buenos días —decia el, las dos volteaba a verlo.

—Buenos días Michael, ella insistió en hacer el desayuno —explicaba Carlota.

—Buenos dias, si le insistí, espero no la regañes —el negaba y sonreía —¿Quieres café? —preguntaba y Michael asentía, Carlota lo servía, mientras Valentina servía el desayuno.

—Hoy debo ir a la agencia de mi madre, el médico ya me dejó salir.

—Me alegro Vale, pero tú ve tranquila si, yo no estaré en todo el día —ella lo veía y solo asentía —pero quiero saber si te gustaría ir a cenar conmigo —ella sonreía y asentía, Carlota los veía con una sonrisa.

—Me encantaría —desayunaban juntos y al irse Michael le dejaba un beso en su frente, ella se arreglaba y se iba con su mamá.

Durante el día Michael andaba de un lado a otro con Sebastián con la organización, mientras Valentina estaba viendo a su amiga grabar un casting nuevo, y le daba consejos a las nuevas modelos de la agencia de su madre.

—Hija deberías regresar a modelar —le proponía su madre.

—Quiero descansar un año mamá, por ahorita no quiero eventos ni nada —su madre asentía con una sonrisa.

—Entiendo hija, entonces disfruta este tiempo libre, vete de vacaciones, olvídate de todo lo malo.

—Gracias mamá, lo pensaré, quiero hacer algo más —Valentina y Adriana volvían a la mansión, Valentina se arreglaba con un vestido rojo, corto de enfrente y largo de atrás, dejaba caer su cabello en cascada y se ponía un maquillaje natural, tacones no tan altos.

—Estas hermosa amiga —le decía Adriana con una sonrisa.

—Gracias —respondia viendola por el espejo —has sabido algo de Santamaría —le preguntaba girandose y Adriana negaba.

—No, le pregunté a Sebastián, pero solo dijo que lo hicieron irse de Italia y que te dejara en paz —respondia ella.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

En una bodega de Italia a las afueras, estaba un hombre moribundo, golpeado y ansioso de agua y comida, no había visto la luz del día en mucho tiempo, no sabía cuánto llevaba ahi.

—Ya deberías acabar con el Mich —hablaba Sebastián desde la puerta.

—Por que dices.

—Adri me preguntó por él y le dije que lo obligamos a irse de Italia

—Pues eso está bien, que sigan creyendo eso.

—Sabes que tienes que decirle a Valentina quien eres.

—Tal vez, pero a un no es el momento.

—Y cuando será, cuando le toque salir huyendo contigo de alguna balacera o persecución —decia Sebastián —o cuando uno de tus enemigos sepan de ella, y le hagan algo —agregaba.

—No te equivoques, amigo, yo no soy un hombre que se deje llevar por sentimentalismos, y lo sabes, pero cuando se trata de ella estoy dispuesto a poner el mundo de cabeza y arder en el infierno solo por verla sonreír, nadie la toca, nadie la mira, nadie la respira sin mi permiso —respondia el haciendo que su amigo sonriera —ahora me voy que tengo una cita con ella —decia mientras sacaba un arma y apuntaba a Santamaría —sabes debería dejar que ella acabe contigo, pero jamás permitiré que ella se ensucie las manos con escorias como tú —le daba un disparo cerca del pecho —asegurate de que esté muerto y desaprecelo —Sebastián asentía mientras veía como su amigo se iba

«Ya llegó quien romperá las barreras que tienes y derretirá tu corazón amigo»