Curvas Del Destino

-         ¡Por fin terminó el día! – exclamó Daniela mientras ambas salíamos por los enormes portones de la universidad.

Yo sonreí levemente.

El sol comenzaba a ocultarse tras los altos edificios de la ciudad Z, pintando el cielo con tonos naranjas y dorados.

El día había sido largo y agotador, pero también lleno de aprendizajes.

-         Si… fue un día intenso – respondí yo, sujetando con fuerza mi mochila. Tenía los pies cansados y el corazón acelerado por todo lo nuevo.

Caminamos juntas por los pasillos exteriores mientras comentábamos sobre las clases del día.

Daniela con su energía inagotable, hablaba de sus compañeros, de los temas que vieron en psicología y de un profesor que tenía fama de ser muy exigente.

Yo la escuchaba con atención, pero mi mente estaba dividida entre el presente y lo que me esperaba en la noche en la cafetería.

-         ¿Vas directo al trabajo, ¿verdad? – pregunto Daniela, como si leyera mis pensamientos –

-         Si… hoy me toca turno de la noche – respondí yo, con una sonrisa cansada y respire hondo – Por cierto, renuncie a la empresa de limpieza.

Daniela me miró sorprendida y luego sonrió ampliamente.

-         ¡¿Enserio?! ¡Qué buena noticia, Lina! ¡Por fin te enfocaras en ti y en tus estudios!

-         Si… ahora que no estoy pagando renta, puedo hacerlo. Solo me quedare con el trabajo de la cafetería. Es menos pesado y me da más tiempo para estudiar.

-         Estoy muy orgullosa de ti – me dijo Daniela con sinceridad – Estas dando pasos enormes.

Yo sentí un calorcito agradable en el pecho.

Tener a Daniela en mi vida se sentía como una bendición.

Nos despedimos en la esquina donde usualmente tomaba el transporte.

-         Te paso a buscar cuando termines – me dijo Daniela antes de subirse a su Auto -. No quiero que andes sola tan tarde.

-         Gracias, Dani. Nos vemos más tarde.

…….

La cafetería estaba llena como de costumbre.

Yo, ya me había colocado el uniforme: una camisa blanca de manga corta, un delantal negro y el cabello recogido en una coleta alta.

Saludé a mis compañeros y me puse a trabajar.

Entre bandejas, cafés, platos sucios y órdenes por entregar, no note que alguien muy particular acababa de entrar.

Luzbel Shao.

Era la primera vez que lo veía.

Pero su porte era inconfundible: alto, de cabello negro perfectamente peinado hacia atrás, mirada intensa y vestido con un traje oscuro que parecía hecho a la medida.

Iba acompañado de Alexander Meg, su amigo inseparable, pero era el quien dominaba la sala con su sola presencia.

Yo sentí que el aire se me escapaba por un momento.

Intenté ignorarlos, concentrándome en la máquina de café, en los vasos, en todo, pero de pronto… lo sentí.

Esa mirada.

Levanté la vista y nuestros ojos se cruzaron.

Luzbel me estaba mirando.

Fijo.

Como si me analizará.

Como si algo en mi le causara interés… o desagrado.

Yo sentí un escalofrío recorrerme la espalda.

¿Por qué me miraba así?

Me sentí expuesta, incomoda, pequeña. Rápidamente desvié la mirada y me hice la ocupada con los pedidos.

-         Seguramente me mira con desprecio… seguro ya sabe que soy la chica de la beca – pensé sintiendo como mis mejillas se teñían de rojo –

Durante el resto del turno evite mirar hacia su mesa.

Sentía esa mirada clavada en mí, aun cuando no me atrevía a confirmarlo.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, los dos jóvenes se fueron.

Yo solté un suspiro de alivio.

Más tarde, cuando termino mi turno, salí por la puerta trasera.

El cielo ya estaba completamente oscuro.

Daniela estaba estacionada justo frente a la cafetería, apoyada contra su auto deportivo.

-         ¡Lina! ¡Aquí estoy! – me gritó agitando una mano.

Yo corrí hacia ella con una sonrisa al verla.

Subí al auto y me dejé caer contra el asiento.

-         ¿Cómo te fue? – me pregunto Daniela mientras arrancaba –

-         Fue… raro – respondí yo –

Daniela me miró de reojo.

-         ¿Paso algo?

-         No. Bueno… Luzbel Shao vino con su amigo a la cafetería. Me miró de una forma muy extraña. Como si me conociera, o como si… le molestara verme ahí. No se.

Daniela enmudeció un momento y luego sonrió.

-         ¿Ya empezamos con los dramas de novela? – bromeo – Esos dos son un enigma, especialmente Luzbel. Mejor ignóralo. No vale la pena que te pongas mal por una mirada.

Yo asentí, pero le inquietud seguía vibrando dentro de mí.

Sabía que algo en esa mirada ni había sido casual.

Pero aun ni podía comprender qué significaba…

…………

Esa noche, al llegar al departamento, yo me duché y me puse mi pijama de ositos.

Mi tire en el sofá con una taza de té caliente mientras Daniela seguía hablando sobre la fiesta que se avecinaba.

Pero yo solo pensaba en eso ojos.

En la intensidad.

En la incomodidad.

¿Quién era realmente Luzbel Shao… y por qué sentía que mi vida comenzaba a cambiar desde el momento en que me miro?