Izan Noah era un alfa ambicioso, estaba a solo un paso de conseguir aquel puesto tan ansiado por todos, La cima de aquella piramide que los mismos Alfas crearon. Sin embargo, su destino se entrelaza con el de Luna, una mujer extraña con demasiados secretos por descubrir, a quien salva de un ataque brutal. Los recuerdos de Luna son escasos, pero poco a poco revive el doloroso pasado de su familia, masacrada por la manada de Izan. Enamorarse del delicioso olor que emanaba del hombre que la habia salvado habia sido imposible de evitar, Su destino era estar a su lado. Pero que pasara cuando descubra que el puesto que Izan desea, en realidad, le pertenece a ella. Ahora, entre la verdad, el amor y la venganza, Luna debe decidir: ¿seguir a su compañero o destruirlo?
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5. Seguridad
El tiempo comenzó a pasar rápido para luna, inevitablemente se había acostumbrado a la compañía de la dulce Omega, Katia se había convertido en el lugar seguro de Luna, su olor flotaba por todo el lugar al que había comenzado a llamar hogar, escucharla hablar se habia convertido en su pasatiempo favorito, Katia siempre tenía alguna historia divertida que contar, sobre ella o sobre el Alfa... Izan Noah, su nombre era repetido tan constantemente a su alrededor, sabía demasiadas cosas del alfa sin ni siquiera haberlo preguntado, Izan era hijo único, sus padres alfas puros, heredó el cargo de Alfa a sus 50 años, desde entonces había trabajado constantemente por estar en la cima, aquella que según las palabras de Katia desde hace tiempo ya había alcanzado, sin embargo el Alfa estaba seguro de que había algo que le faltaba, una pareja a su lado, El Alfa estaba a solo semanas de emparejarse con la primogénita de otro alfa importante, una señorita que según las palabras de Katia, era solo otra alfa sin sentimientos... palabras que no estaba permitido repetir fuera de las cuatro paredes a las que llamaban hogar, a Luna no le importaba demasiado lo que pasará fuera de esas cuatro paredes, ella solo quería vivir en paz, estar tranquila, sentirse segura y había comenzado a sentirse así estando en aquella casa, rodeada por el aroma maternal de la Omega que la había acogido como si fuera de su familia, había comenzado a quererla como no había querido a nadie en muchos años.
Su vida se había convertido en una rutina que atesoraba, talvez no había nada divertido en su vida, talvez no estaba haciendo nada importante como lo hacían aquellos alfas poderosos, pero estaba segura, fuera de peligro, lejos de las torturas, había contado los días, habían pasado 53 días desde la última vez que su cuerpo había sufrido dolor, talvez así se sentía la felicidad, como paz, como seguridad. Se despertaba todo los días con miedo a volver a estar en aquella celda, pero una paz se instalaba en su pecho cuando el olor a manzanilla combinado con el olor del desayuno se filtraba en sus fosas nasales, estaba segura, estaba siendo amada, después de tanto tiempo... alguien la quería, a ella, sin importar el desastre que era, alguien le daba amor, atención y cuidados sin esperar algo a cambio de ella. Pasaba el día acompañando a Katia a cumplir con sus deberes, estar un tiempo en la cocina, ayudar en la lavandería, e incluso ella había comenzado a ayudar en lo que podía, talvez se había convertido en una sirvienta, pero prefería eso mil veces a ser solo el objeto de placer retorcido de otro enfermo alfa.
A los pocos días de estar con Katia un nuevo integrante se había unido a su día día, un Alfa... Su cuerpo había estado tenso por días, sintiendo el olor a madera y eucalipto que emanaba el Alfa, que según sus palabras se encargaba de cuidarlas, al final se acostumbro, el Alfa era respetuoso, jamás se había acercado a ella más de lo necesario, era un hombre de pocas palabras, Llegaba todas las mañanas a su hogar y las acompañaba todo el día hasta que volvierán de nuevo al calor de su hogar, era entonces cuando aquel alfa al fin se iba, al principio penso que talvez la estaban vigilando, talvez estaban asegurándose de que ella no escapara, talvez terminarían tomándola prisionera, pero los días pasaron y nada de eso sucedió, Luna se permitió bajar la guardia y todavía no se arrepentia de haberlo hecho, Astor era una buena compañía, alguien que por órdenes del alfa se aseguraba de la seguridad de Katia y también la de ella.
Esa mañana al igual que las otras estaban en la cocina de la mansión del alfa, se mantenía sentada mientras Katia y las demás cocineras hacian su trabajo, las escuchaba hablar y reir contando sobre sus vidas y haciendo pequeños chistes sobre ellas mismas, sus compañeros e hijos, personas con vidas normales, a veces se preguntaba si alguna vez su vida había sido así, según sus pocos recuerdos, hubo un tiempo en su vida en el que cosas buenas pasaron, su madre le horneaba pasteles de limón, se recordaba jugando en un jardín que parecía un paraíso, más después de eso, solo habían torturas, talvez había vivido esa vida desde que era una niña o talvez no.
._ Quieres probar, Luna?._ la voz de Katia la saco de su mente, sintió el olor de la Omega cada vez más cerca de ella._ Abre la boca, luna._ sus labios se abrieron expectante de lo que probaría, sintió la cuchara tocar sus labios y un líquido dulzón pasearse por sus papilas gustativas, Chocolate._ Que tal? está rico._ Luna asintió con la cabeza, la Omega se dió la vuelta lista para volver a sus tareas, sus ojos se quedaron clavados en la puerta donde una mujer de cabellos negros y ojos verdes estaba de pie, Melisandre había llegado ahí con la intención de saber, quien era esa mujer a la que llamaban Luna... Ella era la Luna, la única mujer que debería ser llamada de esa manera en la ciudad dorada.
Entonces la miro, esa pequeña y extraña mujer de cabellos blancos, su cuerpo lleno de vendas que cubrían su rostro y manos, ¿quien carajos era esa mujer?
El olor picante de la canela y cereza se paseó por la nariz de Luna, creando inmediatamente una repulsión en Luna, era un olor desagradable para su nariz, demasiado picante y arisco, rodeo por completo el lugar opacando cualquier olor existente, era evidente, el dueño o dueña de aquel olor, era un Alfa puro.
Unos pasos se acercaron hacia ella, Katia se movió hacia atrás lentamente, dejando sus manos reposando en las rodillas de Luna, la mirada que esa mujer le había dado a su pequeña niña le incomodaba.
._ Quien eres tu?._