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Nunca Es Tarde Para El Amor

Nunca Es Tarde Para El Amor

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Reencuentro / Embarazo no planeado
Popularitas:12.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Rosa ángulo

esta hermosa novela se trata de una mujer que dejó de vivir sus sueños juventud por dedicarse a sacar adelante a sus hermanos también nos muestra que que no importa la edad para conseguir el amor.

NovelToon tiene autorización de Rosa ángulo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 4

Vivían había regresado a casa y, al entrar, notó que Victoria no estaba. Ya sabía dónde estaría, así que se dirigió a la parte izquierda de la finca… y ahí estaba ella, plantando unos árboles de mango.

—Hola, Vicky —la saludó—. Veo que has plantado muchas cosas hoy.

Victoria, para no pensar, había decidido plantar muchos árboles, y todos que dieran frutas.

—Creo que cuando haya cosecha tendremos a todos nuestros vecinos aquí —dijo ella—. Eso no me molesta.

—¿Sabes a quién me encontré en el camino? —preguntó Vivían—. A ese eterno enamorado tuyo… Fabricio. Me pidió que te dijera que si podías salir con él.

Victoria entrecerró los ojos y la miró fijamente.

—No saldré con ese hombre. Es demasiado mujeriego, y yo no voy a ser una más.

—En eso tienes razón —respondió Vivían—. Pero cuéntame… por lo que escuché, el señor Quintero vino a visitarte.

Ella se puso de pie.

—Así es. Es un hombre demasiado misterioso y arrogante… y, ¿sabes algo? Me causa demasiada molestia porque no sé descifrarlo. ¡Y eso que solo llevo dos días conociéndolo!

—Eso es lo interesante —respondió Vivían con entusiasmo—. ¿Por qué no tienes una cita con él? Creo que harían una buena pareja. Estuve hablando con Andrés y me dijo que es un hombre muy romántico, y puede llegar a ser muy apasionado.

—De eso ya me di cuenta. Y tú… ¿cómo se te ocurre pedirle ayuda a Andrés para que él salga conmigo? ¡Lo primero que va a pensar es que soy una mujer desesperada en busca de un hombre!

Vivían la miró fijamente.

—Te noto muy emocionada… ¿por qué no me cuentas qué te tiene así?

—Creo que me enamoré —susurró la joven—. Pero sabes cuál es el problema… que para él solo soy una jovencita. Me trató como si fuera su hija. Creo que es lo mejor… no es por la edad, sino porque no conocemos nada de esa gente. ¿Y si es un hombre casado? ¿No has pensado en eso?

Vivían guardó silencio. Camino hacia la casa y, cuando llegó al sofá, se dejó caer. Victoria se sentó a su lado, acarició su cabello con ternura y le dijo:

—Lo siento… no debí decirte eso. Primero averigua bien, para que luego no tengas una desilusión.

Era la primera vez que veía a la joven tan emocionada por un hombre. No quería causarle una tristeza innecesaria. Se levantó y caminó hacia la cocina.

—Extraño a Fernanda... —dijo Vivían desde lejos.

—Yo también —respondió Victoria acercándose—. Cuando quieras puedes ir con ella.

—No iré. Esa familia es superficial… yo no encajo ahí. Quizás terminaría como la sirvienta.

—No digas eso. Fernanda jamás permitiría eso. Eres su hermana pequeña.

—Vicky… ¿crees que el señor Andrés esté casado?

Victoria lo pensó un segundo. Un hombre como él, tan apuesto… parecía imposible que estuviera soltero. Pero al ver la ilusión en los ojos de Vivían, sonrió con delicadeza.

—Quizás sea un hombre que está esperando a su gran amor… o quizás sí tenga novia o esté casado. Por eso debes conocerlo primero, sin hacerte ilusiones. Es mejor ir despacio.

Vivían sabía que Vitoria tenía razón. Era mejor conocer primero a aquel caballero, porque solo llevaba un día tratándolo y ya sentía que estaba enamorada. Quizás era amor a primera vista… o tal vez solo estaba deslumbrada por su porte elegante, su sonrisa encantadora, su amabilidad y ese comportamiento tan caballeroso.

Con una sonrisa traviesa, miró a Victoria.

—Y tú también vas a conocer al señor Quintero. Es un hombre muy apuesto, y con conocerlo no pierdes nada. Sabes… nunca es tarde para el amor.

Victoria sonrió sutilmente.

—En eso te equivocas, pequeña. El amor ya no es para mí. Me quedaré en esta pequeña finca cuidando de muchos gatos… y cuando Fernanda y tú tengan sus pequeños, yo cuidaré de ellos.

Vivían se irritaba cada vez que escuchaba eso. Victoria apenas tenía 36 años y actuaba como si tuviera 50, como si ya no tuviera ninguna oportunidad en el amor… o como si le temiera a que un hombre la volviera a abandonar.

Desde aquella conversación había pasado una semana. Victoria había recorrido todos los alrededores, pero no había vuelto a ir a la finca El Paraíso. Vivían sí… todos los días. Y aunque siempre trataba de contarle cómo estaban las cosas allá, Victoria la evadía.

Era sábado, y Vivían llegó con unas hermosas flores en la mano. Victoria levantó una ceja, lo suficiente para que la chica comenzara a hablar:

—Me las regaló el señor Andrés. Dijo que soy como una de estas flores… hermosas, pero que él no piensa tocar.

—Vaya… sí que es un poeta —respondió Victoria—. Esas palabras son demasiado románticas.

—Ya averigüé todo de él. Estuvo casado, se divorció, y no tiene hijos.

—Eso es fantástico —respondió Victoria—. Pero hay que ver si lo que dice es verdad.

Vivían frunció el ceño, así que Victoria cambió el tema.

—El señor Andrés pidió que fueras. Quiere hablar algo muy importante contigo.

Lo primero que Victoria pensó fue que el hombre iba a pedirle permiso para salir con la chica. Dio un suspiro.

—¿Y tú sabes para qué me necesita?

—La verdad… no. Lo más seguro es que quiere que plantes una hermosa rosa en aquel jardín.

Enrique, que era un hombre muy inteligente, se había dado cuenta de que Victoria lo estaba evitando. Desde lejos la miraba, pero como ella no había causado en él una atracción fuerte, decidió no darle importancia. Se dedicó a conocer el campo, el manejo de la finca, la vacunación del ganado, que todo estuviera en orden. Hablaba mucho con su padre, quien le exigía que volviera a la ciudad. A Enrique no le gustaba encargarse de las empresas, pero sabía que su padre era un excelente hombre de negocios.

A pesar de sus 28 años, Enrique era un hombre de mundo. Y sí, se había dado cuenta de la impresión que había causado en Victoria… en cómo lo miraba, lo nerviosa que se ponía, cómo bajaba la mirada, cómo mordía sus labios… o simplemente cómo no sabía qué decirle.

Los domingos eran los días en que Victoria iba a una de las hermosas cascadas del lugar. Se levantó a las 9 de la mañana, como siempre, e iba a despertar a Vivían, pero la chica siempre se quejaba de lo fría que estaba el agua. Así que Victoria montó su caballo y se dirigió a su sitio favorito.

Al llegar, se quitó el vestido azul que llevaba, luego su brasier, quedándose solo con la parte de abajo. Se sentía segura: era un lugar muy tranquilo, y pocas personas iban en la mañana, ya que el agua era extremadamente fría. A ella eso le encantaba… la relajaba.

Entró al agua y sintió cómo la piel se le erizaba. Le pasaba siempre, pero tenía un lado masoquista: aunque el frío le calaba los huesos, lo disfrutaba. Llevaba un buen rato metida, sumergiendo la cabeza y saliendo rápidamente porque el agua le quemaba la piel, cuando escuchó una voz profunda:

—Veo que disfrutas del agua fría… ¿no deseas compañía, Victoria?

Giró rápidamente y se encontró a Enrique parado, mirándola descaradamente, con una media sonrisa y una mirada penetrante cargada de deseo.

Ella quedó en total silencio. No sabía qué decir. Nunca imaginó que él llegaría a ese lugar… casi ni conocía los alrededores.

—¿Qué hace por aquí, señor Quintero? —preguntó con voz tartamuda.

Él sonrió de lado.

—Lo mismo que usted. Hoy amaneció haciendo muchísimo calor… y al verla, el calor ha aumentado muchísimo más.

Ella tragó saliva. Esta vez su piel no se erizó por el agua, sino por aquella frase tan pausada… tan sensual.

Él no apartó la mirada. Ella intentó cubrirse los pechos, pero él seguía observándola.

—¿Será tan amable de girarse? —pidió ella.

—¿Por qué debería hacerlo? Si todo lo que estoy viendo… me gusta demasiado.

Victoria no sabía si salir del agua o quedarse. Permaneció un largo rato en la misma posición mientras él la detallaba. Notó que ella no era una supermodelo como las que él solía frecuentar, pero tenía unas caderas que ninguna de esas mujeres tenía… y ni hablar de esos pechos tan hermosos.

Sintió deseo. Un deseo inmediato.

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Arely Anahi Pacheco Mezo
aaaahhhh ya no tengo uñas x tanto suspenso del capitulo, ahora si agárrate melisa pq esta no te la perdona Enrique ya veremos como te descubren todo lo malo que hiciste y ver tu caída 🤭🤭🤭
Elsa Espindola
me encantó buenísima la trama cuántas maldad hay en esa mujer
Elsa Espindola
me encantó buenísima la trama cuántas maldad hay en esa mujer
Elsa Espindola
me encantó peye. final yá terminó???
Elsa Espindola
me encantó peye. final yá terminó??? pre junto??
Mártá Orti Bia
la novela es buena pero con muy muchos errores que tenemos que descifrar pero buen relato p
Cuquy De Cristofano
tierna historia 🥰
Mayka Puche Velasquez
Hola saludos está interesante la novela , pero que no se tan larga
mariela
Victoria tu mejor decisión fue criar y educar a tus hermanos no dejarlos por amor a un hombre que por lo visto es cruel si lo hizo con su sobrino y a su hermano le quitó prácticamente la herencia a Enrique lo humillaron y lo golpearon por eso es frío y dominante.
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