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Los Que Imitan

Los Que Imitan

Status: En proceso
Genre:Terror / Apocalipsis
Popularitas:907
Nilai: 5
nombre de autor: jose yepez

En un mundo donde la posición del ser humano en el planeta se ve amenazada por intrusos desconocidos que intentan ocupar su lugar, este diario que acabas de encontrar contiene en el las voces de aquellos que no quieren quedar en el olvido

NovelToon tiene autorización de jose yepez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

07/05/2026

Emily

Hoy crucé un río.

No sé cuántas veces estuve a punto de ser arrastrada.

El agua me llegó primero hasta las rodillas, luego hasta la cintura, y finalmente hasta el pecho.

El frío me mordía los huesos, pero no podía darme el lujo de detenerme. En el centro, la corriente era más fuerte. Cada paso era una batalla contra la fuerza invisible que quería arrancarme del mundo.

Había caminado toda la mañana siguiendo un sendero de tierra que serpenteaba entre árboles marchitos. La vegetación crecía sin rumbo, cubriendo los vestigios de una carretera rural. A lo lejos, escuchaba el murmullo de agua, y con él llegó la advertencia: tendría que cruzarlo.

No había puente. Solo una extensión de agua oscura y caudalosa que rugía entre las piedras, como si estuviera viva. Me quité las botas y las até a la mochila. Aseguré la guitarra contra mi espalda con correas improvisadas y envolví la radio con la tela impermeable más gruesa que tenía. El diario, lo envolví con una chaqueta, lo coloqué cerca de mi pecho y lo sujeté con ambas manos. Lo apreté contra mí como si fuera parte de mi cuerpo.

Casi pierdo la mochila.

Casi pierdo la guitarra.

Y durante un instante aterrador, casi pierdo el diario.

Se me resbaló de las manos, girando en el agua como una hoja.

Grité, lanzándome tras él, sintiendo cómo la corriente me arrastraba.

No pensé.

No dudé.

Atrapé el diario con una mano y, con la otra, luché por alcanzar la orilla.

El agua empujaba con una fuerza animal, como si me quisiera tragar. Me golpeé la rodilla con una roca, me tragué un sorbo de agua helada, pero no solté el cuaderno. Había escrito en él la historia de Joel, la de Madison, la de Ethan, la mía. No podía permitir que se perdiera.

No podía perder eso también.

Cuando finalmente me arrastré fuera del río, jadeando y tosiendo, mi cuerpo temblaba sin control.

Me acurruqué bajo un árbol caído, protegiendo el diario con mi cuerpo, como si fuera una llama frágil que debía mantener viva a toda costa.

El agua me había robado casi todo el calor, pero no mi voluntad.

Me quité la ropa empapada con dedos torpes y me cubrí con una manta de emergencia que aún conservaba en la mochila. El frío era punzante, se metía en los huesos, haciéndolos vibrar como cuerdas tensas.

Cerré los ojos por unos minutos, tratando de calmar la respiración, de recuperar algo de fuerza.

Pero seguía temblando, y el miedo se mezclaba con la fatiga en un cóctel peligroso.

Pasé el resto del día buscando refugio para secarme.

Encontré una choza semiderruida, medio oculta por la maleza.

La puerta se abrió con un chirrido ahogado, revelando una única habitación con el techo en parte colapsado.

Pero una esquina seguía seca, protegida por unas vigas que milagrosamente aún resistían.

Era suficiente.

Usé las últimas astillas secas que llevaba en la mochila para encender un fuego pequeño.

El humo se enroscaba en el techo abierto, llevándose consigo parte de mi desesperación.

El crepitar de las llamas fue la única música del día, un sonido rítmico y reconfortante en medio del caos.

Me senté lo más cerca posible del fuego, con la manta alrededor del cuerpo y los pies extendidos hacia el calor.

Saqué el diario, temblando, y lo extendí cerca del fuego.

Las páginas están húmedas, pero no dañadas.

Cada palabra, cada recuerdo, sigue aquí.

Las letras aún legibles, el papel aún entero.

Suspiré, cerrando los ojos por un instante.

Me prometí que, mientras respire, seguiré escribiendo.

No importa cuánto duela.

No importa cuán sola me sienta.

Pensé en todas las veces que Joel me obligó a seguir cuando yo quería detenerme.

En las noches frías en las que compartimos historias alrededor del fuego.

En las canciones que no terminamos.

En las sonrisas que se escapaban incluso en medio de la desesperanza.

Mientras me calentaba, no pude evitar pensar en Joel.

Él habría bromeado sobre mi caída, inventado alguna historia absurda para hacerme reír.

Lo extraño.

Lo extraño como se extraña el sol en medio de una tormenta interminable.

A veces, en el silencio, creo escuchar su voz.

No con claridad, no con palabras, sino como una presencia que me empuja suavemente hacia adelante.

Como si su espíritu me siguiera, no para protegerme exactamente, sino para recordarme que aún hay razones para resistir.

Aunque él ya no esté aquí.

La guitarra está a salvo.

La revisé después de secarme.

La madera no se ha deformado.

Las cuerdas aún vibran.

Eso me dio algo de esperanza.

Si la música aún puede sonar, tal vez el mundo no esté del todo perdido.

Esta noche dormiré junto al fuego, abrazando el diario.

Lo envolveré en la manta conmigo, como si pudiera pasarle algo de mi calor, de mi vida.

Mañana continuaré hacia el este.

La radio sigue guardada, silenciosa, pero sé que la voz volverá.

Y yo estaré escuchando.

Porque ya no camino solo por sobrevivir.

Camino por Joel.

Por Madison.

Por Daniela, donde sea que esté.

Por todas las voces que han escrito, que han hablado, que han cantado en medio del desastre.

Porque si resistimos, si seguimos contando nuestras historias…

Tal vez todavía tengamos una oportunidad.

1
Eloi Martinez
Tu forma de escribir te envuelve en ese escenario , seguiré leyendo.
♡お前のペンデハ♡
🤩¡Tu novela me tiene enganchada! No puedo esperar para leer lo que sucede después.
Đông đã về
Tu historia es mágica, los detalles y la trama me hacen querer más🧚‍♀️
Koichi Zenigata
Impactante capítulo
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