Me preguntó si hay en el mundo una mujer que no me de dolores de cabeza. Una mujer que nunca desarrolle sentimientos por mi, una mujer que entienda la diferencia entre sexo y amor. Si la hay me encantaría conocerla. Hacerla mi amante y disfrutar la compañía sin compromisos.
¿Dónde encuentro una mujer así?
NovelToon tiene autorización de Regina Cruz C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Jamás
... Esther.
El padre del señor Nathan vino a mi casa. Me saludo cortésmente y me preguntó si podía conocer a su nieta. Con una sonrisa le dije que si. Tratar con este hombre es un millón de veces más agradable que tratar con su hijo.
— Es preciosa. — Su mirada se llenó de ternura. — Hola hermosa, soy tu abuelo. O abuelito, cómo prefieras decirme. — Besó sus manitas. — Pequeña te voy a llenar de mimos, serás mi nieta consentida, te lo prometo.
— Es usted muy tierno.
— Siempre quise tener una hija, por desgracia mi esposa partió muy pronto.
— Lo siento mucho. — No quise preguntar la historia, normalmente soy curiosa y amo las anécdotas que cuentan los adultos, el amor a la antigua me parece algo maravilloso, sin embargo, ahora que se lo que es perder a una persona que amaste al grado de querer morir si no está contigo, no me atrevo a saciar mi curiosidad.
— ¿Puedo preguntarte cómo paso todo esto? No me malinterpretes, yo sé que las cosas no son como mi hijo las imagina, creó que eres una víctima más. Quiero escuchar tu versión. — Me sentí muy agradecida, al menos el confía en mi. Eso es ganancia, podría convencer a su terco hijo de mi inocencia. Así al menos tendríamos una relación cordial. No me interesa ser su amiga, pero es el padre de mi bebé, llevarme mal con el será un mal ejemplo, algo que no quiero inculcarle. — Querida. Ten confianza, por favor cuentame que sucedió.
— Está bien. — Me senté a su lado. — Hace unos meses perdí a mi novio. Yo estaba muy enamorada de el. Sentí que la vida ya no tenía sentido, estaba deprimida, sin ganas de nada. Termine varias veces en el hospital, y en una de esas ocasiones me dijeron que estaba embarazada, yo no lo creí. Dylan había muerto hacia bastante tiempo, el estaba enfermo, no tuvimos contacto a pesar de estar juntos. El embarazo era imposible. La enfermera repitió los resultados y de nuevo fue positivo. Yo estaba muy asustada, no sabía que hacer. No sabía cómo había llegado está bebé a mi útero. Tenía miedo de que alguien se hubiera aprovechado de mi, también pensé en una inseminación por error, pero ya no quise investigar. El miedo me domino. Sabía que de seguir investigando me toparia con algo desagradable. Y al decidir que la bebé estaría conmigo, no quería que hubiera entre nosotras una razón para que yo pudiera repudiarla.
— Me alegra que decidieras tenerla. — Tomó mi mano. — Gracias por cuidarla.
— Yo estaba en un abismo. Ella fue la luz que lo iluminó. Mi hija se convirtió en mi razón de vivir. — Acaricié su mejilla. — Le juro que no planee esto. No quiero sonar arrogante, pero su hijo no es el hombre con el que yo soñaba tener hijos. El es déspota y narcisista. Todo lo contrario al hombre que yo amo.
— Me gustaría que ustedes tuvieran una relación. Eres una buena muchacha. Lo sé con sólo mirarte.
— Me halaga, pero la única relación que tendré con su hijo, es de madre de su hija. Entre nosotros no habrá nada, nunca.
— Nunca digas nunca.
— Señor. Su hijo es la clase de hombre que yo he evitado toda mi vida. Con Dilan tuve algo que no puedo, ni podré superar. No importa lo que suceda. Incluso si el señor Nathan se comportará cómo el, yo no podría enamorarme. Jamás.
Nathan.
Papá llegó a casa muy emocionado. Me contó que conoció a mi hija. Juro que no lo había visto tan feliz en años.
— Mi nieta es preciosa. Es idéntica a su madre, lo único que tiene de ti son tus ojos y hoyuelos.
— Lo sé. Ya la vi.
— ¿No te molesta que ella tenga tan pocas cosas de ti?
— Por supuesto que no. En el futuro mi hijo podría ser como yo.
— ¿Hijo? — Esa sonrisa acompañada por su mirada incrédula me molestó.
— Fue un decir. ¿Okay?
— Si lo que digas. — Dejó de molestar. — Hablé con ella. Ahora estoy más convencido de su inocencia.
— ¿Te lavó el cerebro? Pensé que eras más inteligente papá.
— Soy más inteligente que tú. Hijo, Esther es buena, ella no planeó quedar embarazada de ti. Me contó cómo paso todo y es digna de admiración. Tuvo a la bebé sin saber cómo llego a ella.
— Te engaño, pero a mí no me va a engañar, voy a investigar y cuándo tenga las pruebas de su delito, te las mostraré.
— Estaré esperando ese día. Creó que me sentaré, de lo contrario me cansaré mucho.
— Permanece de pie. Ya movi cielo, mar y tierra, ese doctor de quinta estará en mis manos más rápido de lo que cree. Y entonces papá, te voy a demostrar que no me equivoqué con ella. Te voy a demostrar que es igual a todas las mujeres pobres, una interesada que solo busca su beneficio.
— Te arrepentirás de pensar así hijo. — Puso su mano sobre mi hombro. — Te voy a dar un consejo. No la trates mal. Ella será el amor de tu vida. — Reí incrédulo, el me sostuvo más fuerte. — Hijo. Por desgracia, muchas veces, para el amor de nuestras vidas, no somos el amor de las suyas. Y terminamos llorando por ello.
— Tranquilo. Eso no me pasará a mi. No planeó enamorarme de esa mujer.
— El amor no es un negocio que se planea con cuidado, no decides a quien entregar tu corazón, tus debilidades y verdadero yo. Sucede cuando menos lo imaginas, a veces con quién menos lo imaginas.
— A mi no me va a pasar. Yo no sé amar papá. Yo solo se follar.
con que necesidad meter al primo loco, patético este capítulo, nada que ver