[OMEGAVERSE/BL/YAOI]
SIN EDITAR.
Prince, después de enterarse que su pareja lo había engañado, se divorcia sin siquiera dudarlo dando por hecho que, el amor que aquel Alfa le había jurado, se había esfumado, pues él no pone ni una objeción en firmar el divorcio jamás y se va con un tercero. A los dos meses, se entera que está embarazado y meses después el Alfa se entera de que es padre haciendo que muchas situaciones entre ambos comiencen a suceder.
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24.
Prince no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido.
Sabía que los accidentes sucedían, sabía que nadie tenía conocimiento de lo que iba a ocurrir un segundo después, pero, lo que le había pasado a Maiston, no supo como categorizarlo. No supo si estaba feliz por creer que lo merecía o estaba a nada de volverse loco por la preocupación y el miedo.
Sabía que no era malo, que nunca había cometido un delito o siquiera robado un dulce. Siempre pagaba por todo, siempre agradecía y, lo único malo que había hecho, era el haberlo engañado.
Y las críticas hacia su persona estaban llegando en masa. Todo llevaba dos semanas, pero solo cuatro días de que Maiston había quedado con dos meses de cárcel. Tenía un desfile que presentar y, por primera vez, no estaba feliz, ansioso, alegre ni emocionado. Vio todo pasar frente a sus ojos sin poder sentir ni la más mínima alegría por algo. Era en lo que tanto había trabajado y en lo que se había esforzado, pero sintió que no servía de nada.
Sabía que, en el departamento, estaba su mamá con Cassi. Había estado feliz esperando un momento en que la bebé fuera un poco más consciente de las cosas que pasaban a su alrededor y quizás no iba a tener muchos recuerdos cuando fuera mayor, pero ahora habría visto mucha ropa que había sido creada especialmente para ella y que, a diferencia de todos sus demás modelos, esta ropa había sido modelada solo por niños.
Las descripciones de sus ropas habían sido tres: impresionante, dulce y espectacular.
Nadie había comentado algo negativo porque todos estaban asombrados de lo que Prince les había mostrado. Estaban todos acostumbrados a sus looks extravagantes y exóticos, pero, a pesar de que era un cambio enorme, todos estaban viendo todo felices.
El único que no estaba feliz era Prince. Estaba al final con un rostro sin emoción alguna demostrando que estaba ajeno a todo lo ocurrido.
Reich estaba a su lado, pero ni siquiera él era capaz de sacarlo de su ensimismamiento.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Sí, todo bien —contestó con una sonrisa.
—Prince, no te ves bien en lo absoluto. Tal vez debiste volver a aplazar este evento para cuando estuvieras al cien por ciento.
Negó haciendo un gesto con la mano de desinterés.
—Todo está bien. No tienes de qué preocuparte. Mejor me voy a preparar para las entrevistas. ¿Vamos?
El rubio asintió y caminó detrás de él.
—¿Seguro que te sientes capacitado para enfrentar a los periodistas? Sabes que no te van a preguntar únicamente de tu desfile, sino que también del delito que…
—No es un delito —habló de inmediato y alzó su mirada —. Jim dijo que fue un accidente y le creo a Jim. Puedes esperarme aquí.
—Lo siento, no quise decir eso. Me disculpo si te molesto.
Prince lo quedó mirando y soltó un suspiro porque no era una forma que había querido utilizar, pero las palabras habían salido solas y ya no había vuelta atrás. Escuchó su nombre ser pronunciado y miró sobre su hombro dándole a entender que ya iba.
—No, discúlpame tú a mí. Siempre eres amable y me has estado acompañando siempre, así que no mereces que te hable de aquella manera.
Reich le regaló una sonrisa. Estiró su mano para tocar su mejilla con lentitud.
—No pasa nada, tú solo ve que te están esperando y suerte.
Asintió para marcharse y respiro profundo muchas veces. Todo estaba complicado y tenía claro que las preguntas iban a ser complicadas totalmente. Cerró sus ojos antes de salir para tomar asiento para acomodarse. Al mirar al frente, vio a un montón de personas y no supo muy bien si eran las mismas de siempre o no, pero si sintió que era la primera vez que estaba frente a las cámaras.
Los flashes lo dejaron deslumbrado.
—Hola, buenas tardes a todos. Espero que hayan disfrutado del desfile y el ambiente haya sido grato para todos ustedes. Les comunico que nada más tengo quince minutos porque demás personas me esperan, así que las agradecería que sean concisos con sus preguntas.
No obtuvo objeciones y miró a todos lados. Las manos estaban levantadas y no supo a quién elegir. Quiso encontrar un rostro amable entre todos, pero no encontró nada.
Señaló a una chica de lentes.
—Hola, soy María del programa Somos Todos, mi pregunta es: ¿desde ahora simplemente va a crear ropa para niños pequeños? ¿Dejará de centrarse en lo erótico ahora que tiene una hija?
No se complicó mucho porque era una pregunta dirigida a lo que había mostrado.
—Claro que no. No niego el que, en un futuro, vuelva a sacar algo diferente, pero lo mío se centrará siempre en lo exótico y extravagante.
Todos levantaron las manos nuevamente y señaló a un chico pelinegro.
—Me llamo Marco, ¿qué hará ahora que su ex marido está preso y su empresa va decayendo con cada día que transcurre? ¿Se hará responsable del choque y de que dejó inválida a la persona afectada? ¿También negará el hecho de que estaba bajo los efectos del alcohol?
En blanco.
Sintió la mirada de todos que esperaban atentamente a que respondiera, pero las palabras no salieron de sus labios. Los miró y pestañeó varias veces seguidas sintiendo sus manos sudar.
Estaba acostumbrado a que los periodistas siempre lo atacaran y no lo dejaran en paz, sin embargo, ahora lo sintió más personal, más destructivo. Sintió que las preguntas eran lanzadas con el único propósito de herirlo, lastimarlo y derrumbarlo por completo. Abrió sus labios para poder decir algo, mas no fue capaz.
Quiso tomar el vaso con agua y pasó a golpearse haciendo que caiga al suelo.
Y sintió que así estaba todo. Rompiéndose de forma lenta, dolorosa y cruel. La debilidad lo atacó de golpe y se puso de pie para simplemente irse corriendo. Todos se pusieron de pie hablando a la misma vez y eso fue peor.
Se metió al baño sintiéndose mal y ni siquiera fue capaz de respirar bien. Puedo ver a Reich llegando a su lado preguntándole qué había sucedido, mas nada dijo.
Sus brazos rodearon su cuerpo y no era el lugar que podía categorizar como perfecto, pero lo tomó como suficiente para sentirse un poco mejor.
—Tranquilo, Prince. Sabes como es la prensa. Ellos no piensan en el dolor que provocan o en que ahogan a las personas, ellos solo piensan en el dinero que les dan por el trabajo.
—Son muy crueles —murmuró contra su pecho.
—Lo sé. No tienes que regresar ahí ni hablar con nadie. No te preocupes, ¿bueno? Yo estoy aquí y haré lo que tú quieras.
Cerró sus ojos con fuerza. Nada más le pidió que lo llevara al departamento y él asintió de inmediato.
Al llegar al departamento, no dudo en irse donde Cassi. Estaba feliz jugando y verla feliz era suficiente para sentirse mejor. Su mamá estaba a su lado acariciando su espalda haciéndole saber que ella estaba ahí también. No tardó en llegar Taylor y Jim.
Y todos se pusieron a hablar de lo que estaba sucediendo. Lo que la prensa hablaba, lo que decían los periódicos, lo que estaba sucediendo con la empresa de Maiston y más.
—Solamente es un traspié, Maiston seguirá igual —habló Taylor restándole importancia mientras jugaba con Cassi.
—No es solo un traspié, es más que eso —aclaró Jim.
—Todos sabemos que fue un accidente y que podrá seguir cuando salga —dijo, Sarah, la mamá de Prince sintiendo preocupación también.
—Quiero ir a verlo —anunció Prince de pronto y todos se quedaron en silencio —. Y quiero ir con Cassi.
Ninguno dijo algo por unos segundos. Todos se quedaron mirando sin saber quién debía hablar primero, pero lo hizo Jim por ser quién conocía mejor la situación y lo mal que estaba Maiston por la golpiza que le habían dado.
—Es mejor que no, Prince.
—¿Por qué no?
—Sabes que la cárcel no es un buen lugar para los Omegas. No tiene sentido que vayas ahí. Menos con la bebé. Debemos esperar que las cosas pueden mejorar. Tu mamá tiene razón, todos sabemos que fue un accidente.
Prince no siguió escuchando solo tomó a Cassi en sus brazos. Cuando todos se fueron, a excepción de Reich que se quedó en otra habitación, Prince no pudo dormir en toda la noche. No se sentía bien y no podía categorizar el dolor de una manera en específico. Soltó un suspiro porque su corazón dolía.
No podía quedarse tranquilo sabiendo que Maiston estaba en aquel sitio.
Y el día sábado llegó. Reich se había quedado igual que otras veces anteriores. En la mañana solían tomar desayuno juntos y Prince siempre se levantaba alegre y no muy temprano ni muy tarde.
Sin embargo, al notar que no salía y que ni siquiera se escuchaba el llanto de la bebé o algún ruido en específico, no dudo en acercarse a la puerta para tocarla y no obtener ningún resultado. Cuando la abrió, notó que estaba todo vacío.
Y solo pensó en un lugar: la cárcel.
Y la cárcel era un sitio que Prince nunca había visitado jamás. Se quedó mirando todo porque era frío y casi tenebroso. Estaba nervioso, pero sentía que no iba a estar en paz si no podía verlo y saber que estaba bien. No sabía si, la pareja con la que ahora estaba, lo había ido a ver o no, mas no quiso preocuparse mucho por eso y nada más quiso actuar.
—¿Viene solo? —preguntó el guardia de la entrada.
Prince asintió.
—Lo siento, no puede entrar. Ya sabe como son las políticas de seguridad y mucho menos con una bebé.
—Por favor, tengo que entrar. Tiene que ver a su papá porque lo extraña mucho. Yo pase al médico antes y me coloque una inyección, así que no importa las feromonas porque no voy a entrar en celo.
El hombre tenía rostro serio mientras lo miraba.
—¿Tiene el certificado de la inyección?
Asintió para entregárselo.
—De acuerdo, pero no más que quince minutos.
Lo siguió por un pasillo y dio el nombre de a quien iba a visitar.
Cuando fueron a buscar a Maiston, dio por hecho que, o era su abogado, o era Jim. No pensó en nadie más y menos en Obelly que lo había ido a ver ayer, pero no había sido capaz de presentarse porque estaba en malas condiciones.
Dio sus pasos con lentitud e incluso respirar le costaba. Tenía su rostro hinchado, magullado y sus costillas casi rotas.
La puerta fue abierta y miró a todos lados hasta que lo vio. Estaba ahí sentado y no levantó la mirada de forma inmediata porque le estaba arreglando la ropa a la bebé. Y Maiston los quedó viendo como dos rayos de luz. Tenía muchos dolores en el cuerpo, pero el dolor que tenía en su corazón era insuperable.
Prince alzó la mirada para ver a alguien totalmente diferente. Nunca había visto a Maiston golpeado y vio su rostro casi irreconocible. Él no tardó en enderezar su espalda a pesar del dolor que sentía, tragó saliva y quiso verse bien, fuerte y que le daba igual todo, mas no era así.
Sus ojos se llenaron de lágrimas porque, por primera vez, estaba sintiendo miedo de quedarse solo en el mundo y que, la única familia que le quedaba, estaba a nada de perderla también.