Una tarde como cualquiera, Andi escuchó el grito de una niña que le decía "papá" a su esposo. En ese momento, ella sintió que el amor era egoísta y cruel. Pero nadie sabia que ese encuentro cambiaría sus destinos.
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Leyes
Andi miró fijamente a Diana, sabía perfectamente que era su enemiga, pero no podía encararle directamente a la cara, no tenía pruebas de eso.
El rostro de Diana adoptó una expresión cariñosa, se acercó a la niña y se arrodilló para estar a la altura de Lara.
—Hola, Lara— saludo a la niña.
—Hola— contestó la niña.
—Tengo una casa muy bonita ¿Te gustaría conocerlo?
Lara, antes de contestar, miró a Andi. Andi le sonrió; tenía el corazón triste, pero no podía simplemente agarrar a la niña y llevársela; no era tan sencillo. Tenía que pelearle a los procesos legales que el humano impuso para seguir algunas leyes que hacen que los hombres vivan de una forma organizada, siguiendo un orden. Andi no podía pasar por alto esas leyes si quería que la niña estableciera sus derechos.
—¿Puedo pedirte algo?— dijo la niña, algo tímida.
—Quiero quedarme con Andi, ¿puedo?
—Lara, yo soy tu mamá. Sufrí mucho cuando supe que te había perdido; pero ahora que te encontré déjame quererte, por favor. Dame una oportunidad, podemos hacer muchas cosas juntas.
—¿Dejarás que Andi venga a verme?
—Si, hermosa.
Diana abrazó a la niña. Su noble corazón ya no era el mismo de hace años atrás; no sentía nada por la niña. Fue un abrazo falso. No había amor en su corazón, sino miedo a la pobreza y a la amenaza que le hizo la madre de Kevin.
Andi no quería despedirse de la niña. Ese refugio que había encontrado en ese pequeño corazoncito ahora sería un rincón vacío y triste. Diana apuraba a la niña para que se despidiera de Andi, pero la niña tampoco quería despedirse de la mujer que la veía como su madre. Muchas veces sintió envidia por sus compañeras, porque tenían una madre cariñosa, y ahora que había encontrado esa imagen materna en Andi, la obligaban a romper ese vínculo.
Andi la abrazó; de sus ojos no dejaban de salir lágrimas. El amor que sentían una por la otra era un sentimiento hermoso, que no todos lo entenderían por su egoísmo.
Diana apartó a la niña de Andi y la subió al auto. Kevin odiaba ese momento incómodo y triste, sabía que no sería fácil su lucha, pero estaba dispuesto a todo para recuperar a su familia.
Kevin veía como Andi apagaba su luz, no toleraba verla sufrir, se acercó a ella y la abrazó.
—Sé que no soy su madre, pero no puedo dejarla ir, Kevin— dijo Andi, con un tono débil y pausado.
—No dejaré que Diana ni nadie destruya nuestra familia, ¿me escuchaste?
—Kevin, sé que no le lo dije, pero te quiero. Ahora quiero que vayas con la niña y la cuides por favor.
—Si me quieres, ¡seguro algo hice bien!
—Muchas cosas hiciste bien.
—Entonces no merezco que solo me quieras, sino que me ames.
—La casa se sentirá vacía sin los ruidos de la niña y la cama se sentirá grande sin tu presencia.
—¿Te gustaba dormir conmigo?
—Mucho.
La mirada fría y fija de Diana penetraba el momento cursi de Andi y Kevin. Su enojo era evidente.
—¡Kevin!... vámonos — gritó Diana.
—No quiero que llores más, Andi— Kevin secó las lágrimas de su esposa—. Pronto volveremos a casa— dijo y luego le dio un beso en los labios y se fue con la niña.
Esa mañana, la niña llegó a la casa de Diana muy triste; su consuelo era que tenía a Kevin a su lado, pero de todos modos se sentía extraña. Diana la llevó a su habitación; cualquier niña se enamoraría de esa habitación, pero a Lara no le importaba la decoración, solo quería sentir el calor de Andi. Diana dejó a la niña sola y fue a ver si Kevin ya había terminado la llamada y efectivamente ya había concluido.
—La niña está feliz con la habitación— comentó Diana.
—No tienes que mentir Diana, sé perfectamente como esta mi hija.
—¡Nuestra hija!
—¿Cuándo te volviste una hija de puta, Diana? A lo lejos puedo darme cuenta que ya no sos esa persona hermosa de quien me enamoré un día.
—No aguanto más, Kevin. Vos no entendés que nunca deje de amarte y que solo quiero recuperar mi vida a tu lado.
—¿Cómo mierda quieres que entienda?. Ocho malditos años te fuiste y ahora vienes a recuperar algo que ya no existe. ¿No te das cuenta?
—Cometí un error, sí. Pero nunca deje de amarte.
—Pero yo sí.
—¡No puede decirme eso!
—¿Vos no escuchas bien? Yo no vine a jugar a ser feliz un rato, vine a quedarme con mi hija. Eso no significa que vos y yo nos demos una oportunidad.
—Si, me mande un montón de cagadas, pero tenemos una hermosa hija, por qué eres un puto egoísta que no lo quiere ver.
— No voy a seguir peleando con vos, Diana— dijo Kevin y se fue a la habitación con su hija.
La niña no quería salir de la habitación por ningún motivo; solo esperaba que Andi viniera a la casa a visitarla, como se lo había prometido, pero Andi no nunca aparecía; eso es lo que la niña creía. La luz de sus ojos solo demostraban su sufrimiento. Kevin la acompañaba; pensó que también Andi se había olvidado de ellos, ya que no tenían ninguna comunicación. Kevin intentaba animar a la niña con juegos y pequeñas charlas, pero nada servía; la niña solo quería dormir. Diana le gritaba diciendo que era una niña caprichosa que se portaba mal y que se acostumbre a ella, haciéndola sufrir más.
Diana y la madre de Kevin se habían encargado de alejar a Andi para que no se acercará a la casa de Diana. Le dieron una dirección errónea al intento, cada que Andi iba a visitarlos le decían que habían salido. Andi esperaba horas en la puerta para ver si llegaban, pero nunca llegaban.
Andi pensaba que quizás Kevin y Lara estaban en el lugar donde debían estar, que ella no era más que un pequeño nexo entre Kevin y Lara para su encuentro. Decidió dejar de insistir, y volvió a la casa donde vivía con su difunto esposo Dennis.
Kevin se sintió abandonado. Todo el poder que solía tener, su madre se había apoderado de él, dejando a Kevin en la quiebra total.